Núm. 60. Anónimo [Ventura Ferrer] Moralische Wochenschriften Klaus-Dieter Ertler Herausgeber Elisabeth Hobisch Herausgeber Pascal Striedner Mitarbeiter Sarah Lang Gerlinde Schneider Martina Scholger Johannes Stigler Gunter Vasold Datenmodellierung Applikationsentwicklung Institut für Romanistik, Universität Graz Zentrum für Informationsmodellierung, Universität Graz Graz 30.07.2019

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Anónimo: El Regañón general ó Tribunal catoniano de Literatura, Educacion y Costumbres. Madrid: Imprenta de la Administracion del Real Arbitrio de Beneficencia. 1804, 475-482 El Regañón general 2 60 1804 Spanien
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Núm.° 60

Sábado 28 de Julio de 1804.

Secretaría. Carta de D. Eugenio Franco, vecino de Madrid, al Editor del Correo de Sevilla sobre la Oda á la Resurreccion del Señor, publicada en el Correo número 53 de 31 de Marzo de 1804.

Señor Editor del Correo de Sevilla: Muy señor mio: Un amigo de esa ciudad suele enviar aquí, con deseo de difundir las luces, su Correo de vmd., y por este medio hemos visto en el número 53 la sublime y altisonante oda de la Resurreccion. Bendito sea Dios, dixe yo quando la leí; ¿quién será este poeta? A buen seguro que no es ningun media cuchara, sino un hombre muy hecho, ó se me alcanza poco de achaque de estilos. Si el mismo Góngora volviera á nacer, tengo para mí que segunda vez se moriria por no ver una composicion como esta, que nunca otra tal y tan buena pudo salir de su fecundísima cabeza por mas caliente que estuviese. Vaya mil veces enhoramala Góngora y quantos de hoy mas lo celebren. Porque bien mirado, ¿qué tiene que ver su tan decantada cultura con estos fulgores perennales, y estos rayos horrisonantes, y estas faces temblorosas, que aquí veo yo, que las estoy viendo de letra de molde, y no lo creo? Vaya que la oda es una maravilla, y quisiera saber que dice de ella mi amigo Don Francisco Hidalgo Muñatones, que si alguna vez ha de haber cosa que le agrade, esta debe de ser sin duda, y no se ha de escapar ahora sin que me confiese con toda su delicadeza haber ya encontrado con la horma de su zapato en esta obrita. Es de advertir, señor Editor, que este tal Muñatones, Capitan retirado que anda aquí de nones como otros muchos, es hombre mal contentadizo si los hay, y á título de que en tiempo de antaño estudió con los Esculapios, y le hiciéron aprender de memoria la Eneida, y la carta escrita á los Pisones, y qué sé yo que mas, y le explicáron la poética de Aristóteles, y luego él se echó á pechos el Brócense, y el Cáscales, y el Luzán, y una cáfila de autores prosistas en latin y en romance, entre ellos el Ciceron y el Quintiliano, y todos los nuestros del siglo XVI, que no hay fuerzas ya para leerlos; por esto solo, sin mas ni mas, como si todos los tiempos fueran unos, quiere llamarse, si vmd. no lo ha por enojo, humanista, aunque el pobre diablo no habia visto el Batteaux en toda su vida. Vea vmd. por la suya en que errores nos hace caer el amor propio, y las preocupaciones que adquirimos en la educacion. Pues á este señor mio que revienta de crítico, y me habia reventado á mí muchas veces con su delicadeza, criticando otras piececillas del Correo, determiné ir á ver confiado en que caeria de su burro, y no negaria el debido elogio á la oda. Fui en efecto, y encontrelo leyéndola. ¡Válgame Dios, y quién podrá referir aquí ahora con propiedad bastante lo que entre nosotros allí pasó! Diré lo mas sustancial brevemente por no detener á vmd., y por caminar mas aprisa al fin de mi cuento, que es largo.

Así como le vi leyendo la oda, sin detenerme á saludarle, le dixe: y ¿qué le parece á vmd., señor Don Francisco? porque á mí que ya la he leido me parece la obra mas bella y acabada del mundo. Nunca tal dixera, porque oirlo, levantarse media vara sobre la silla, y venirse gritando con las manos abiertas á mí como un furioso, todo fué uno.

No asi de torva nube en noche oscura El rayo borritonante Deslumbra al caminante, y da de hinojos, Qual Don Francisco en fiera catadura, Tumecido el semblante, Moviendo fulminante frente y ojos, É hinchada la narice, Se alza, da sobre mí, y así me dice:

¿Hasta quando será vmd. mentecato, amigo Don Eugenio, hasta quándo? ¿Con que esta oda es la obra mas bella y acabada del mundo? Medrados estamos. Bien que en tales manos suele andar nuestra poesía y nuestra pobre lengua, y tanto se van extendiendo las dos sectas de galicistas y culteranos, que dentro de poco, si esto no se ataja, tal vez no quedará en España quien no diga lo mismo que vmd., y entonces seremos en esta parte de la literatura el oprobrio de las naciones; y el hombre á quien haya quedado un poco de juicio en estas materias se estará en su rincon sin atreverse á decir esta boca es mia, ó se contentará con rezar de la mayor parte de aquel largo sermon, ya algun tanto recobrado del susto que me habia causado su repentino enojo, le dixe: No haya mas sobre esto, señor Capitan, y vmd. se entre dientes donde nadie lo oiga:

Barbarus hic ego sum quia non intelligor ulli.

Sobre lo qual se estuvo hablando un largo rato, y discurriendo con tantas y tan eficaces razones y exemplos, y con tanto calor, que bien pudiera convertir al mismo fautor ó fautores de las heregías que combatía, si lo hubiesen oido. Yo que no sé latin, ni lo he menester, porque dicen que el francés basta para ser humanista, aunque me quedé en ayunas del texto, y sosiegue, que por el suyo enmendaré yo mi juicio sin repugnancia; y pues esto es así, díganos vmd. ya en sana paz qual es el que tiene formado de esta desventurada oda, que en mala hora tan buena á mí me pareció. Pues ¿qué mas quiere vmd. que le diga, me replicó: si lo dicho no basta buscaremos una cuchara de bayeta. No tanto, le respondí, que gracias á Dios con lo que á vmd. he oido bien se dexa entender quan mal le ha parecido la oda; pero no es eso lo que pregunto, sino que vmd. declare quáles y quántas son las faltas que en ella encuentra, las quales á lo que yo entiendo serán por lo ménos de dos clases, unas en la poesía, y otras en la lengua, que eran los dos ramos de que vmd. se quejaba que estuviesen tan maltratados. Entonces como deteniéndose un poco á pensar lo que habia de responder, me dixo: A la verdad, amigo mio, de esas dos partes en esta oda no es la primera la peor, entendiendo por ella el principal pensamiento ó idea o que sirve de basa y fundamento á toda la obra; porque Jesuchristo muerto en el sepulcro; la muerte al rededor de él con la guadaña ensangrentada amenazando al mundo, y el eterno Padre decretando en el cielo la resurreccion de su Hijo, que se verifica por fin con tanta gloria suya, como confusion de la muerte, es ciertamente un buen dibuxo en que caben muchos y muy bellos adornos.

No esperaba yo tanto de tu mal humor, dixe entre mi, pero bien presto te desquitarás de esa corta gracia con las setenas. Dicho y hecho, porque continuó diciendo de este modo: Mas aquel buen dibuxo ha dado en manos de un pintor desgraciado que con malísimos coloridos y extravagancias horrorosas ha formado por él un quadro del greco; porque á qué otra cosa podemos comparar (y aun se le hace mucha merced) una composicion como esta, en que sobre un buen pensamiento se ven imágenes falsas ó ridículas, ó mal presentadas, palabrones duros y sexquipedales, si me es lícito llamarlos así, altibaxos, voces nuevas ó bárbaras, impropiedades, arcaísmos, y licencias sin necesidad y sin número, las quales faltas todas, y cada una de por sí, serian tal vez tolerables en un larguísimo poema: pero ¿ á quién se disimulará que en solos noventa y seis versos encierre tantas extravagancias, y se tome con tal facilidad esas libertades de que con tanta moderacion usáron, aun en casos de verdadera necesidad, los buenos poetas? Comencemos por las impropiedades y las falsas imágenes. Del cuerpo del Señor dice, empezando la oda con un verso durísimo: Yacia envuelto en polvo y sangre yerta, y no yacia sino envuelto en una sábana limpia y nueva, ni era posible que envolviese e polvo un cuerpo depositado con tanto aseo en un sepulcro tambien limpio y nuevo. Envuelto en polvo estará un hombre quando lo entierren, ó quando vivo, siempre que esté en medio de una gran polvareda; mas quando nada de esto hay, podrá decirse en castellano que está lleno de polvo, pero no envuelto en él. De la envoltura en sangre no digo nada, porque ahí es mucho mas visible la impropiedad. Pues del alma santísima dice el poeta que baxó al sepulcro como baxa al hondo valle un rayo despedido de una nube torva, esto es, de una nube fiera, espantosa y terrible, porque no encontró en toda la naturaleza otra imagen mas bella que una noche de truenos. Del Padre eterno dice que está en densa luz velado, como si la luz pudiera ser densa, atributo que da en otra parte con mas propriedad á la niebla. Del lloro de los padres del limbo dice que fué dulce, y si algun llanto puede haber que lo sea, yo no creo que aquel fué sino muy amargo. Del sepulcro dice que se inflamó en célicos fulgores, como si fuera lo mismo iluminarse y resplandecer, que quemarse. Para significar el supremo poder dado á Jesuchristo de juzgar el mundo, dice que su trono la sentencia; y para mostrar su proteccion sobre las armas de España contra los moros, dice que su cruz es la victoria; y pon-derando las astucias de satanás dice que fuéron artes ciertas, epiteto con que mas parece elogiar la habilidad que condenar el engaño y falsedad del comun enemigo; y todo esto lo pone en boca de Jesucristo resucitado, haciéndole predicar un sermon tan largo y tan frio, como ageno de la gravedad y alteza de aquel divino personage, que es la mayor impropiedad de todas. Pero aguarde vmd., me dixo, que aun hay otra mayor, y es quando hace hablar al Padre dudando si Luzbel venceria ó no venceria. Ahí es un grano de anís lo que eso importaba, dixe yo entonces, para que hubiese duda en ello. Pues veamos ahora, prosiguió, las palabras y juntemos aquí en uno las duras, las nuevas, las altisonantes, las baxas, y haremos de ellas un ramillete que no habrá narices que lo sufran. Temblorosa, negror, podrecida, ponderoso, perennales, borritonante, quiciales, alzase, se alzó, voz subida. Añada vmd. estas dos que están mutiladas, furecida y sangrentado, y esta otra prolongada, veloce, y aquella sincopada espirtu. Quiere vmd., me dixo, mas licencias poéticas. Pues allá van otras, y algunos arcaísmos. Enmedio la alta cumbre. En Capitolio arboló Pedro insignia. Asiento finó allí Religion. Á Dios artículos, exclamó aquí riéndose; la muerte que andaba por allí se los hubo de tragar, y prosiguió su tarabilla. El almo, por el santo Venerára, por veneró. Entrará las puertas, en vez de entrará por las puertas. Fecundáran y suspiráran, por fecundáron y suspiráron. En pos el almo coro, en que además de los dos arcaísmos, no se sabe quien va en pos de quien, supuesta la licencia que el poeta se suele tomar de omitir las preposiciones. No quiero numerar otros arcaísmos que pudiera, como humanales, divinales, abundoso, dó, lloro, velado, por no parecer mas prolixo. Con lo dicho basta para que todos vean quantas bellezas se encierran en tan corto poema; mas no sé si bastará para que vmd. conozca qué obra fué la que alabó tanto.

Confieso, le dixe, señor mio, que no la habia mirado tan por menudo como vmd., pero con todo eso me parece que merece disculpa, lo uno porque muchas de esas antiguallas y licencias que vmd. tanto censura, las he visto yo, si no me engaño, en algunos buenos poetas; y lo otro porque no es lo mismo escribir en verso que en prosa, y algo se ha de conceder al lenguage poético. No señor, me replicó, no hay disculpa que valga. Vmd. habrá visto sin duda algunas de esas cosas en los que dice, pero no las habrá visto todas, ni las que haya visto habrán estado juntas y apiñadas en tan corto nume-ro de versos como se ven aquí. Los buenos poetas usaron de las licencias con gran moderacion, y con la misma usáron alguna vez los arcaísmos para dar novedad, nobleza y magestad á sus obras, mas para imitarlos en esto es menester tener un poco de sal en la mollera. En quanto al lenguage poético no lo hay en la oda, ni quien tal diga lo conoce, ni sabe distinguir entre lo legítimo y lo bastardo. El verdadero lenguage poético se diferencia y aparta del comun por la magestad, la novedad y la belleza, no por las extravagancias, las innovaciones arbitrarias, y la hinchazon. Debe ser rico, casto, numeroso y bien sostenido, de manera que nunca desdiga del tono que tomó una vez. ¿Encuentra vmd. alguna de estas qualidades en el lenguage de la oda? Si vmd. las encuentra dígame donde estan. ¿Será lenguage poético decir que el mundo gemia triste sumido en negror y en densa niebla, la temblorosa faz cubierta de horror? Bien se sufre en este lenguage ver al mundo personalizado, y aun lloroso y cubierto de sombras, como se diga bien, pero con ia cara temblando, ¿quién diablos habrá que lo sufra, y menos diciéndolo tan mal? ¿No ve vmd. que esto es ya dar en un extremo pueril y ridículo? ¿Será lenguage poético queriéndonos pintar la muerte, pintárnosla podrida, la podrecida muerte? Estamos acostumbrados á figurarnos la muerte como un esqueleto seco y enjuto que tiene en su mano la guadaña con que nos amenaza á todos. Esta imágen es terrible y espantosa, pero aseada y limpia, y esa es la que nos debe renovar el poeta quando nos quiere intimidar y entristecer. Mas ¿qué estómago podrá sin alterarse sufrir la asquerosa y hedionda idea de un cadáver medio corrompido, que es la que naturalmente excitan aquellas dos palabras? Y para movernos al terror y espanto, ¿será lenguage poético hacernos vomitar de puro asco? ¿Y lo será tambien pintarnos la muerte pavorosa, blandiendo la guadaña, y arrastrándonos encadenados tras de sí? Amigo mio, que la guadaña sea arma que se pueda blandir, pase en buen hora; pero que quien esté pavoroso, como dice el señor poeta que lo estaba la muerte, esté para entretenerse en blandirla, ni ménos para arrastrar á nadie, eso es mas duro de pasar. ¿Será lenguage poético pintar á Jehová sentado en el empíreo, dó del orbe sustenta los quiciales, y que allí se alza, y después de preguntar si vencerá Luzbel, pregunta tambien si el pueblo insano perderá el nombre del inocente? ¿Qué quiere decir perderá el nombre del inocente? porque yo, hablando con toda verdad, no lo entiendo. ¿Qué riqueza de lenguaje poético es esta que para presentarnos al Padre que va á hablar, nos dice alzase; para mostrarnos al hijo en la misma actitud, se alzó; y para tremolarnos sus banderas, se alzáron? ¿Tan digna y magestuosa es aquella expresion, que no hay otra con que poderla siquiera variar? ¿Qué riqueza es esta que pone á Dios en el eterno asiento, y á satan en el hondo asiento? Que habiendo empleado en el trono de Jehová los fulgores perennales, no encuentra de que echar mano para la tumba inflamada, sino los célicos fulgores; que tan cerca pone el amargo lloro de los mortales del dulce lloro del seno de Abrahan, donde si el almo coro gimió, ya ántes triste el mundo gemia; que habiendo hecho retemblar del orbe los polos, hace luego retemblar tambien de satan el hondo asiento; que no tiene otro modo de expresar la entrada del alma al sepulcro, que decir el sepulcro hiende (y es mentira que no lo hendió, ni tuvo para qué); ni para expresar la resurreccion del cuerpo halló otra frase que decir: nueva vida el pecho hinche, ahí como quien hinche un colchon; ni á la voz del Señor que hablaba á los mortales supo llamarla voz sonora, dulce, suave, grave, magestuosa, armoniosa, sino voz subida, que es por vida mia riquísima gala de lenguage poético. Pero hablando con seriedad, amigo mio, ¿es esta riqueza de lenguage, ó pobreza, y miseria, y mendicidad, y desdicha, y lástima?

Lástima me da á mí verdaderamente, le dixe, de ver ya tan mal parado como vmd. me va dexando á mi pobre poeta, que al fin al fin hizo lo que pudo, y no debe mas. Ésa no es cuenta mia, me respondió, pues nadie le mandó que lo hiciera, ni menos que lo publicara; y mas razon será tener lástima de la poesía y de la lengua castellana, que tan destrozadas y desfiguradas las traen esta nueva casta de escritores y poetas noveles, los quales con estudios crudos, estragado el paladar en idiomas y versos extrangeros, y en malísimas traducciones, sin poder sufrir media hora la lectura de nuestros buenos escritores de prosa, donde harian caudal con que salir de qualquier empeño, y desflorando nuestros poetas buenos y medianos, y tomando de cada uno lo peor, se forman un estilo á su modo, que ni es latin, ni castellano, ni francés, y con zurcirle quatro arcaísmos que le caen como remiendos de grana en paño burdo, ya se creen hombres de pro. Á los poetas y á los oradores corresponde conservar, adelantar, enriquecer y hermosear la lengua nativa; pero muchos veo ahora que se precian de serlo, y no hacen otra cosa que destruirla, atrasar-la, empobrecerla y afearla. Leen tal vez y estudian el Boileau y el Batteaux, y el Blair, y el La Harpe, y hacen bien en ello, si en efecto lo hacen; pero olvidan y no estudian su propia lengua, y llenas sus cabezas de preceptos, observaciones y teorías sublimes y útilísimas, no saben aplicarlas á ella, porque no saben ni quieren hablar sino en francés, y será menester que las vayan á practicar á Francia, donde se estan riendo de ellos los mismos que los han enseñado, viéndolos tan pobres y ayunos despues de tanto estudio, enmedio de la riqueza y abundancia que dentro de su casa tienen, y no conocen ni saben apreciar. Muchos y muy recientes exemplos le pudiera poner á vmd. en verso y en prosa; pero sin salir de esta misma oda observe vmd. bien ese cortar y recortar, ese hablar siempre por incisos y miembros, sin formar jamas un periodo, y esas interjecciones frías conque se ayuda, como con muletas para andar, la oracion, y se llena de ripio el verso, y verá bien claro la huella del estilo francés. (Se concluirá.)

Aviso.

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Con Real Privilegio.Madrid

En la imprenta de la Administracion del Real Arbitrio de Beneficencia.

Núm.° 60 Sábado 28 de Julio de 1804. Secretaría. Carta de D. Eugenio Franco, vecino de Madrid, al Editor del Correo de Sevilla sobre la Oda á la Resurreccion del Señor, publicada en el Correo número 53 de 31 de Marzo de 1804. Señor Editor del Correo de Sevilla: Muy señor mio: Un amigo de esa ciudad suele enviar aquí, con deseo de difundir las luces, su Correo de vmd., y por este medio hemos visto en el número 53 la sublime y altisonante oda de la Resurreccion. Bendito sea Dios, dixe yo quando la leí; ¿quién será este poeta? A buen seguro que no es ningun media cuchara, sino un hombre muy hecho, ó se me alcanza poco de achaque de estilos. Si el mismo Góngora volviera á nacer, tengo para mí que segunda vez se moriria por no ver una composicion como esta, que nunca otra tal y tan buena pudo salir de su fecundísima cabeza por mas caliente que estuviese. Vaya mil veces enhoramala Góngora y quantos de hoy mas lo celebren. Porque bien mirado, ¿qué tiene que ver su tan decantada cultura con estos fulgores perennales, y estos rayos horrisonantes, y estas faces temblorosas, que aquí veo yo, que las estoy viendo de letra de molde, y no lo creo? Vaya que la oda es una maravilla, y quisiera saber que dice de ella mi amigo Don Francisco Hidalgo Muñatones, que si alguna vez ha de haber cosa que le agrade, esta debe de ser sin duda, y no se ha de escapar ahora sin que me confiese con toda su delicadeza haber ya encontrado con la horma de su zapato en esta obrita. Es de advertir, señor Editor, que este tal Muñatones, Capitan retirado que anda aquí de nones como otros muchos, es hombre mal contentadizo si los hay, y á título de que en tiempo de antaño estudió con los Esculapios, y le hiciéron aprender de memoria la Eneida, y la carta escrita á los Pisones, y qué sé yo que mas, y le explicáron la poética de Aristóteles, y luego él se echó á pechos el Brócense, y el Cáscales, y el Luzán, y una cáfila de autores prosistas en latin y en romance, entre ellos el Ciceron y el Quintiliano, y todos los nuestros del siglo XVI, que no hay fuerzas ya para leerlos; por esto solo, sin mas ni mas, como si todos los tiempos fueran unos, quiere llamarse, si vmd. no lo ha por enojo, humanista, aunque el pobre diablo no habia visto el Batteaux en toda su vida. Vea vmd. por la suya en que errores nos hace caer el amor propio, y las preocupaciones que adquirimos en la educacion. Pues á este señor mio que revienta de crítico, y me habia reventado á mí muchas veces con su delicadeza, criticando otras piececillas del Correo, determiné ir á ver confiado en que caeria de su burro, y no negaria el debido elogio á la oda. Fui en efecto, y encontrelo leyéndola. ¡Válgame Dios, y quién podrá referir aquí ahora con propiedad bastante lo que entre nosotros allí pasó! Diré lo mas sustancial brevemente por no detener á vmd., y por caminar mas aprisa al fin de mi cuento, que es largo. Así como le vi leyendo la oda, sin detenerme á saludarle, le dixe: y ¿qué le parece á vmd., señor Don Francisco? porque á mí que ya la he leido me parece la obra mas bella y acabada del mundo. Nunca tal dixera, porque oirlo, levantarse media vara sobre la silla, y venirse gritando con las manos abiertas á mí como un furioso, todo fué uno. No asi de torva nube en noche oscura El rayo borritonante Deslumbra al caminante, y da de hinojos, Qual Don Francisco en fiera catadura, Tumecido el semblante, Moviendo fulminante frente y ojos, É hinchada la narice, Se alza, da sobre mí, y así me dice: ¿Hasta quando será vmd. mentecato, amigo Don Eugenio, hasta quándo? ¿Con que esta oda es la obra mas bella y acabada del mundo? Medrados estamos. Bien que en tales manos suele andar nuestra poesía y nuestra pobre lengua, y tanto se van extendiendo las dos sectas de galicistas y culteranos, que dentro de poco, si esto no se ataja, tal vez no quedará en España quien no diga lo mismo que vmd., y entonces seremos en esta parte de la literatura el oprobrio de las naciones; y el hombre á quien haya quedado un poco de juicio en estas materias se estará en su rincon sin atreverse á decir esta boca es mia, ó se contentará con rezar de la mayor parte de aquel largo sermon, ya algun tanto recobrado del susto que me habia causado su repentino enojo, le dixe: No haya mas sobre esto, señor Capitan, y vmd. se entre dientes donde nadie lo oiga: Barbarus hic ego sum quia non intelligor ulli. Sobre lo qual se estuvo hablando un largo rato, y discurriendo con tantas y tan eficaces razones y exemplos, y con tanto calor, que bien pudiera convertir al mismo fautor ó fautores de las heregías que combatía, si lo hubiesen oido. Yo que no sé latin, ni lo he menester, porque dicen que el francés basta para ser humanista, aunque me quedé en ayunas del texto, y sosiegue, que por el suyo enmendaré yo mi juicio sin repugnancia; y pues esto es así, díganos vmd. ya en sana paz qual es el que tiene formado de esta desventurada oda, que en mala hora tan buena á mí me pareció. Pues ¿qué mas quiere vmd. que le diga, me replicó: si lo dicho no basta buscaremos una cuchara de bayeta. No tanto, le respondí, que gracias á Dios con lo que á vmd. he oido bien se dexa entender quan mal le ha parecido la oda; pero no es eso lo que pregunto, sino que vmd. declare quáles y quántas son las faltas que en ella encuentra, las quales á lo que yo entiendo serán por lo ménos de dos clases, unas en la poesía, y otras en la lengua, que eran los dos ramos de que vmd. se quejaba que estuviesen tan maltratados. Entonces como deteniéndose un poco á pensar lo que habia de responder, me dixo: A la verdad, amigo mio, de esas dos partes en esta oda no es la primera la peor, entendiendo por ella el principal pensamiento ó idea o que sirve de basa y fundamento á toda la obra; porque Jesuchristo muerto en el sepulcro; la muerte al rededor de él con la guadaña ensangrentada amenazando al mundo, y el eterno Padre decretando en el cielo la resurreccion de su Hijo, que se verifica por fin con tanta gloria suya, como confusion de la muerte, es ciertamente un buen dibuxo en que caben muchos y muy bellos adornos. No esperaba yo tanto de tu mal humor, dixe entre mi, pero bien presto te desquitarás de esa corta gracia con las setenas. Dicho y hecho, porque continuó diciendo de este modo: Mas aquel buen dibuxo ha dado en manos de un pintor desgraciado que con malísimos coloridos y extravagancias horrorosas ha formado por él un quadro del greco; porque á qué otra cosa podemos comparar (y aun se le hace mucha merced) una composicion como esta, en que sobre un buen pensamiento se ven imágenes falsas ó ridículas, ó mal presentadas, palabrones duros y sexquipedales, si me es lícito llamarlos así, altibaxos, voces nuevas ó bárbaras, impropiedades, arcaísmos, y licencias sin necesidad y sin número, las quales faltas todas, y cada una de por sí, serian tal vez tolerables en un larguísimo poema: pero ¿ á quién se disimulará que en solos noventa y seis versos encierre tantas extravagancias, y se tome con tal facilidad esas libertades de que con tanta moderacion usáron, aun en casos de verdadera necesidad, los buenos poetas? Comencemos por las impropiedades y las falsas imágenes. Del cuerpo del Señor dice, empezando la oda con un verso durísimo: Yacia envuelto en polvo y sangre yerta, y no yacia sino envuelto en una sábana limpia y nueva, ni era posible que envolviese e polvo un cuerpo depositado con tanto aseo en un sepulcro tambien limpio y nuevo. Envuelto en polvo estará un hombre quando lo entierren, ó quando vivo, siempre que esté en medio de una gran polvareda; mas quando nada de esto hay, podrá decirse en castellano que está lleno de polvo, pero no envuelto en él. De la envoltura en sangre no digo nada, porque ahí es mucho mas visible la impropiedad. Pues del alma santísima dice el poeta que baxó al sepulcro como baxa al hondo valle un rayo despedido de una nube torva, esto es, de una nube fiera, espantosa y terrible, porque no encontró en toda la naturaleza otra imagen mas bella que una noche de truenos. Del Padre eterno dice que está en densa luz velado, como si la luz pudiera ser densa, atributo que da en otra parte con mas propriedad á la niebla. Del lloro de los padres del limbo dice que fué dulce, y si algun llanto puede haber que lo sea, yo no creo que aquel fué sino muy amargo. Del sepulcro dice que se inflamó en célicos fulgores, como si fuera lo mismo iluminarse y resplandecer, que quemarse. Para significar el supremo poder dado á Jesuchristo de juzgar el mundo, dice que su trono la sentencia; y para mostrar su proteccion sobre las armas de España contra los moros, dice que su cruz es la victoria; y pon-derando las astucias de satanás dice que fuéron artes ciertas, epiteto con que mas parece elogiar la habilidad que condenar el engaño y falsedad del comun enemigo; y todo esto lo pone en boca de Jesucristo resucitado, haciéndole predicar un sermon tan largo y tan frio, como ageno de la gravedad y alteza de aquel divino personage, que es la mayor impropiedad de todas. Pero aguarde vmd., me dixo, que aun hay otra mayor, y es quando hace hablar al Padre dudando si Luzbel venceria ó no venceria. Ahí es un grano de anís lo que eso importaba, dixe yo entonces, para que hubiese duda en ello. Pues veamos ahora, prosiguió, las palabras y juntemos aquí en uno las duras, las nuevas, las altisonantes, las baxas, y haremos de ellas un ramillete que no habrá narices que lo sufran. Temblorosa, negror, podrecida, ponderoso, perennales, borritonante, quiciales, alzase, se alzó, voz subida. Añada vmd. estas dos que están mutiladas, furecida y sangrentado, y esta otra prolongada, veloce, y aquella sincopada espirtu. Quiere vmd., me dixo, mas licencias poéticas. Pues allá van otras, y algunos arcaísmos. Enmedio la alta cumbre. En Capitolio arboló Pedro insignia. Asiento finó allí Religion. Á Dios artículos, exclamó aquí riéndose; la muerte que andaba por allí se los hubo de tragar, y prosiguió su tarabilla. El almo, por el santo Venerára, por veneró. Entrará las puertas, en vez de entrará por las puertas. Fecundáran y suspiráran, por fecundáron y suspiráron. En pos el almo coro, en que además de los dos arcaísmos, no se sabe quien va en pos de quien, supuesta la licencia que el poeta se suele tomar de omitir las preposiciones. No quiero numerar otros arcaísmos que pudiera, como humanales, divinales, abundoso, dó, lloro, velado, por no parecer mas prolixo. Con lo dicho basta para que todos vean quantas bellezas se encierran en tan corto poema; mas no sé si bastará para que vmd. conozca qué obra fué la que alabó tanto. Confieso, le dixe, señor mio, que no la habia mirado tan por menudo como vmd., pero con todo eso me parece que merece disculpa, lo uno porque muchas de esas antiguallas y licencias que vmd. tanto censura, las he visto yo, si no me engaño, en algunos buenos poetas; y lo otro porque no es lo mismo escribir en verso que en prosa, y algo se ha de conceder al lenguage poético. No señor, me replicó, no hay disculpa que valga. Vmd. habrá visto sin duda algunas de esas cosas en los que dice, pero no las habrá visto todas, ni las que haya visto habrán estado juntas y apiñadas en tan corto nume-ro de versos como se ven aquí. Los buenos poetas usaron de las licencias con gran moderacion, y con la misma usáron alguna vez los arcaísmos para dar novedad, nobleza y magestad á sus obras, mas para imitarlos en esto es menester tener un poco de sal en la mollera. En quanto al lenguage poético no lo hay en la oda, ni quien tal diga lo conoce, ni sabe distinguir entre lo legítimo y lo bastardo. El verdadero lenguage poético se diferencia y aparta del comun por la magestad, la novedad y la belleza, no por las extravagancias, las innovaciones arbitrarias, y la hinchazon. Debe ser rico, casto, numeroso y bien sostenido, de manera que nunca desdiga del tono que tomó una vez. ¿Encuentra vmd. alguna de estas qualidades en el lenguage de la oda? Si vmd. las encuentra dígame donde estan. ¿Será lenguage poético decir que el mundo gemia triste sumido en negror y en densa niebla, la temblorosa faz cubierta de horror? Bien se sufre en este lenguage ver al mundo personalizado, y aun lloroso y cubierto de sombras, como se diga bien, pero con ia cara temblando, ¿quién diablos habrá que lo sufra, y menos diciéndolo tan mal? ¿No ve vmd. que esto es ya dar en un extremo pueril y ridículo? ¿Será lenguage poético queriéndonos pintar la muerte, pintárnosla podrida, la podrecida muerte? Estamos acostumbrados á figurarnos la muerte como un esqueleto seco y enjuto que tiene en su mano la guadaña con que nos amenaza á todos. Esta imágen es terrible y espantosa, pero aseada y limpia, y esa es la que nos debe renovar el poeta quando nos quiere intimidar y entristecer. Mas ¿qué estómago podrá sin alterarse sufrir la asquerosa y hedionda idea de un cadáver medio corrompido, que es la que naturalmente excitan aquellas dos palabras? Y para movernos al terror y espanto, ¿será lenguage poético hacernos vomitar de puro asco? ¿Y lo será tambien pintarnos la muerte pavorosa, blandiendo la guadaña, y arrastrándonos encadenados tras de sí? Amigo mio, que la guadaña sea arma que se pueda blandir, pase en buen hora; pero que quien esté pavoroso, como dice el señor poeta que lo estaba la muerte, esté para entretenerse en blandirla, ni ménos para arrastrar á nadie, eso es mas duro de pasar. ¿Será lenguage poético pintar á Jehová sentado en el empíreo, dó del orbe sustenta los quiciales, y que allí se alza, y después de preguntar si vencerá Luzbel, pregunta tambien si el pueblo insano perderá el nombre del inocente? ¿Qué quiere decir perderá el nombre del inocente? porque yo, hablando con toda verdad, no lo entiendo. ¿Qué riqueza de lenguaje poético es esta que para presentarnos al Padre que va á hablar, nos dice alzase; para mostrarnos al hijo en la misma actitud, se alzó; y para tremolarnos sus banderas, se alzáron? ¿Tan digna y magestuosa es aquella expresion, que no hay otra con que poderla siquiera variar? ¿Qué riqueza es esta que pone á Dios en el eterno asiento, y á satan en el hondo asiento? Que habiendo empleado en el trono de Jehová los fulgores perennales, no encuentra de que echar mano para la tumba inflamada, sino los célicos fulgores; que tan cerca pone el amargo lloro de los mortales del dulce lloro del seno de Abrahan, donde si el almo coro gimió, ya ántes triste el mundo gemia; que habiendo hecho retemblar del orbe los polos, hace luego retemblar tambien de satan el hondo asiento; que no tiene otro modo de expresar la entrada del alma al sepulcro, que decir el sepulcro hiende (y es mentira que no lo hendió, ni tuvo para qué); ni para expresar la resurreccion del cuerpo halló otra frase que decir: nueva vida el pecho hinche, ahí como quien hinche un colchon; ni á la voz del Señor que hablaba á los mortales supo llamarla voz sonora, dulce, suave, grave, magestuosa, armoniosa, sino voz subida, que es por vida mia riquísima gala de lenguage poético. Pero hablando con seriedad, amigo mio, ¿es esta riqueza de lenguage, ó pobreza, y miseria, y mendicidad, y desdicha, y lástima? Lástima me da á mí verdaderamente, le dixe, de ver ya tan mal parado como vmd. me va dexando á mi pobre poeta, que al fin al fin hizo lo que pudo, y no debe mas. Ésa no es cuenta mia, me respondió, pues nadie le mandó que lo hiciera, ni menos que lo publicara; y mas razon será tener lástima de la poesía y de la lengua castellana, que tan destrozadas y desfiguradas las traen esta nueva casta de escritores y poetas noveles, los quales con estudios crudos, estragado el paladar en idiomas y versos extrangeros, y en malísimas traducciones, sin poder sufrir media hora la lectura de nuestros buenos escritores de prosa, donde harian caudal con que salir de qualquier empeño, y desflorando nuestros poetas buenos y medianos, y tomando de cada uno lo peor, se forman un estilo á su modo, que ni es latin, ni castellano, ni francés, y con zurcirle quatro arcaísmos que le caen como remiendos de grana en paño burdo, ya se creen hombres de pro. Á los poetas y á los oradores corresponde conservar, adelantar, enriquecer y hermosear la lengua nativa; pero muchos veo ahora que se precian de serlo, y no hacen otra cosa que destruirla, atrasar-la, empobrecerla y afearla. Leen tal vez y estudian el Boileau y el Batteaux, y el Blair, y el La Harpe, y hacen bien en ello, si en efecto lo hacen; pero olvidan y no estudian su propia lengua, y llenas sus cabezas de preceptos, observaciones y teorías sublimes y útilísimas, no saben aplicarlas á ella, porque no saben ni quieren hablar sino en francés, y será menester que las vayan á practicar á Francia, donde se estan riendo de ellos los mismos que los han enseñado, viéndolos tan pobres y ayunos despues de tanto estudio, enmedio de la riqueza y abundancia que dentro de su casa tienen, y no conocen ni saben apreciar. Muchos y muy recientes exemplos le pudiera poner á vmd. en verso y en prosa; pero sin salir de esta misma oda observe vmd. bien ese cortar y recortar, ese hablar siempre por incisos y miembros, sin formar jamas un periodo, y esas interjecciones frías conque se ayuda, como con muletas para andar, la oracion, y se llena de ripio el verso, y verá bien claro la huella del estilo francés. (Se concluirá.) Aviso. En los últimos dias del mes se admiten subscripciones á este periódico en la Librería de Alonso frente á las gradas de S. Felipe el Real, á seis reales cada mes para esta Corte: ocho para toda la Península; y un peso fuerte para ambas Américas, francos de porte todos los Números, no admitiéndose para fuera de Madrid subscripcion por menos de tres meses, y para indias por menos de seis. 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