El Regañón general: Núm. 58.
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Nivel 1
Núm.° 58 Secretaría.
Con Real Privilegio.
Sábado 21 de Julio de 1804.
Secretaría.
Correspondencia literaria del
mes.
Nivel 2
Carta séptima.
Aviso. El tomo II. de esta obra que cotnprehende desde el
Número 1.° hasta el 52 de este año, se vende en la librería de
Alonso á 24 reales en rústica y 28 en pasta.
Nivel 3
Carta/Carta al director
Señor Regañador mayor de
Madrid: Muy señor mio:
No señor, al
grano, al grano, esto cae por fuera, y á mí no me
admira; lo que me admira es, que ó tengo todos los
sentidos al revés desde el dia en que nací, ó allí
tienen empeño de hacerlo ó entenderlo al revés todo. ¿No
ha reparado vmd. en la cabeza del reyno, y en el ombligo
de España, que ninguno quiere parecer español; todos
visten, unos á lo herege, y otros á lo cismático; y si
no algun machucho, que juzgué seria de los allegados á
su Tribunal de vmd., ninguno va á lo católico? pero si
llegan hasta á la tontería de querer enmendarle á Dios
la plana, aparentando que tienen las caderas debaxo de
los sobacos, que les salen las piernas desde el
pescuezo, que es este mas gordo que todo el cuerpo, y
que no les crece el pelo mas que á los negros de Angola:
yo estaba en que las modas las sacaban para parecer
mejor de lo que son, pero ya veo que las llevan para
parecer matachines, ó para imitar el quadro de las
tentaciones de San Anton. ¡Ah española antigua de mi
alma, que cada vez que veo los pañales de corte que
tiene un hidalgo de este lugar, en que está toda pintada
la vida de D. Quijote, uno de sus abuelos, me quedo
elevado! Aquellos son trages que en quitándoles tal qual
friolerilla, que tambien alteró la moda, se quedan
ayrosos, libres, y con la gravedad natural que
distinguia á nuestros antiguos, y aun solo pintada nos
parece bien. Pero esto y otras muchas cosas yo las
concibo, y no las puedo parir; vmd. y los suyos sabrán
regañarlas como y quando convenga, aunque creo que será
predicar en desierto, pues se han hecho á las voces como
los gorriones de la vega. Vamos á lo que á mí me ha dado
mas choz, y á lo que ménos mal entiendo.
¿No le parece á vmd., señor
Presidente, que me sobra la razon por encima de los
cabellos? Pero no por eso quiero decir que todas las
mulas se han de destinar precisamente á tirar del arado,
pues en esto, como en las demas cosas, debe haber su mas
y su ménos: yo me explicaré como pudiere. Mire vmd. no
me meto yo con las que se ocupan en toda especie de
carruages de transporte, porque estas estan bien
destinadas, y son allí tan útiles y tan necesarias como
en la labor. Tampoco me meto en que los sugetos gordos,
y que hacen ruido, ó por su nacimiento, ó por sus
puestos, tengan un mueble en donde ir, porque ni pueden
ni deben ir á pie, y al raso en todo tiempo, y en todas
ocasiones, y mas quando ya no se usa montar en mula con
gualdrapa, ni es señal de riqueza cabalgar en burra como
lo era antañazo: vaya, que lo usen tambien los viejos y
baldados que tengan posibles para ello, pues no se han
de estar en un rincon rezando, aunque era lo mejor, y
los ojos son siempre niños: que lo gasten otros por este
estilo, aunque todo con moderacion; y si vmd. quiere
echarle el agua al molino quédense los coches Simones de
la primera fundacion, pues sus mulas y mozos, tan
inútiles que para ninguna otra cosa aprovechan, suelen
servir para sacar una parida á misa, ó á paseo un
convaleciente, para llevar á su casa el que se puso malo
fuera de ella, ó para alguna boda ó bateo de gente que
no lo cata mas en su vida. Pero que el que necesita uno
ó dos coches tenga cien tiros de mulas, solo por
ostentacion; que lo tenga todo churriburri sin saber por
qué, y aun sin poder sostenerlo, y que por moda una
mocita y un jovencito han de ir siempre enjaulados,
quando les seria mejor para su salud y para su genio dar
quatro carreras por esas calles y por esos paseos; esto
es lo que me revienta, y lo que yo digo que lo entienden
al revés, y hacen un gravísimo perjuicio á la labor, y á
la nacion entera. No señor, tenga tiros de mulas el que
deba tenerlos, y tenga solo los necesarios; si quieren
tener carruages de luxo tengan para ellos caballos, y si
ha de valer la rareza tengan borricos pios, osos
blancos, cebras, corzos y venaos, ricuñas, camellos y
elefantes, ó de aquellos como caballos que creo llaman
girafas, y tienen quince varas de pescuezo, pues
poniéndoles en la cabeza un penacho, aunque no sea mas
que de otras seis, saldrán por cima de los tezados. Esto
seria ostentoso, y haria mas vistoso un
paseo con tanta variedad de tiros, todos raros, que es
el punto, y los jaeces y adornos podrían variarse mas
que ahora, pues para ello daba lugar el diferente tamaño
de estos animalitos, y dexen las mulas para que las
pueda comprar el labrador corto, y el asendereado
carruagero, que como las buenas las tiran tanto en la
corte y poblaciones grandes, y las medianas las sacan á
centenares para las cabañas (dexo por ahora los
perjuicios que estas causan sin alguna ventaja
conocida), solo le quedan las mas pequeñas é inferiores
á un precio tan subido que el año en que tiene que hacer
compra consume toda su cosecha, ó se empeña para tres ó
quatro. Ni vale el decir que para la labor se usen
bueyes, que son los animales mas propios, pues aunque
esto sea así, no en todas partes pueden usarse, y ménos
en la Mancha, no porque los aborrezca el labrador, como
se cree, y sí porque hay mil inconvenientes que lo
impiden, y que son muy difíciles de vencer sin mudar
todo el presente estado de cosas, como suelen decir de
dentro á fuera, y esto no es obra de un año, y aun creo
que ni de un siglo, pues es menester mucho pulso, y que
la breva se vaya madurando por sí misma y poco á poco.
Ya hablaremos de esto en otra ocasion, que todo se
andará si el palo no se quiebra. Si mucha lástima me
causáron las mulas, no fue menor el coraje que tuve al
ver el monton de lacayazos eternos de que iban tirando.
¡Qué es esto señor! ¡Qué hace aquí esta gente, ó de qué
sirve! ¿No estuvieran mejor en un campo ó en un
exército? Vea vmd. aquí lo que digo que estan empeñados
en hacerlo todo al revés, ó yo no entiendo nada al
derecho. ¿No conoce vmd. el perjuicio que en esto que
parece una friolera ocasionan á la labor, y aun á todo
el reyno? He oido decir que ha salido una orden para
echar de Madrid á todos los holgazanes que no tienen
destino; esto es muy bien hecho, y semejante casta de
gentes inútiles para todo, y que á nada sé aplican, son
la peste de los pueblos, y es menester, ó que trabajen
por fuerza, ó hacer con ellos lo que las abejas con sus
zánganos. No me paro yo en estos, y sí en los otros que
se dice estan destinados, y aun que se creen como
precisos. Parece necesario, y lo será sin duda, el que
un señor miéntras mas grande sea tenga mayor número de
criados de quien estar rodeado, comido y mal servido.
Muy enhorabuena, en esto dan á entender que tienen mas
necesidades que los demás hombres. Pero
señor, ¿por qué para lacayos han de tener hombres como
castillos? ¿Por qué el portero con su bandolera tan
ancha como dos cinchas, y su baston de cabeza gorda, ha
de ser un bestiaza que se parezca á aquellos gigantes
que hay en las puertas de los castillos encantados? Para
abrir ó cerrar un coche, para dar un recado, y servir un
plato, ¿no era suficiente un hombre pequeñillo, un
patituerto, ó un jorobado? Para estar en la puerta, y
decir: ha salido su Excelencia: no está en casa el
mayordomo: aun no ha venido el secretario: ¿no bastaba
con un enano, ó un tullido? y si el golpe es que haya en
ella estafermo, ¿no podían poner un palo con un morrion,
un escudo, unas mangas, medias, guantes, y zapatos de
hierro, con sus picas y lanzas al rededor, como pintan
en algunas estampas? ¿No seria mejor que ocupasen en
esto á personas que no pueden servir para otra cosa,
ostentando así no solo su grandeza, sí tambien su
caridad, y que enviasen enhoramala á doblar los lomos, y
exercitar las fuerzas á tanto alcornoque como hinche sus
zaguanes, y apesta sus casas, cubiertos de galones, y
mas llenos de vino, de insolencia, de pereza y otros
vicios? ¿Serán acaso estos señores mejores que la Virgen
de mi lugar? Pues á fe que esta Señora el dia que sale
en procesion lleva las angarillas recalcadas de
muchachos, ciegos, estropeados y tullidos, de modo que
no la pueden estremecer entre doce zagales como pinos, y
la Señora lleva á sus pies aquellos en quien exerce su
misericordia. Pues ¿quánto mas honrado y bien acompañado
iria un señor si en vez de ocupar la trasera de su
carroza con un volante, un cazador, un turco, y diez
lacayos, la llevase cargada de aquellos infelices de que
tanto abunda el mundo, incapaces por sí mismos de
adquirir su sustento, y solo atenidos á la compasion que
en los demas excitan sus trabajos? Estos sí que le
darian una verdadera honra, pues aunque callados irian
diciendo á voces: aquí llevamos como en triunfo al
bienhechor de los infelices, al enemigo de los vicios, y
ai que sabe entender la caridad, y emplear útilmente las
riquezas. Además de esta clase de gentes hay otros
muchos bigardos en la corte, que parece estan ocupados,
y huelgan sin vergüenza como las mugeres que hacen
calceta: dé vmd. conmigo una vuelta por esas calles, y
encontrará á docenas de estos que digo: quatro ó cinco
en cada botillería; tres ó quatro en la alojería; dos ó
tres en el figon; cinco ó seis en la hostería; diez ó
doce en las fondas; ciento y cinqüenta en las cocinas y
reposterías de los Grandes, todos con
el mandil al hombro y la viga derecha: vaya vmd. á las
plazas, y los verá todo el dia junto á un manojo de apio
y escarola, ó con una peseta de capital empleado en las
verduras que da el tiempo; vea vmd. uno sentado tras de
un barreño de aceytunas rayadas y podridas; allá pasa
otro con el mismo comercio, pero las lleva en un
barrilillo; allí queda aquel con tres pucheros, una
cazuela, dos jarras y seis xícaras; vaya ese que trae
bollitos á quarto; es otro un buen par de melones; este
otro yesca y piedra fina; el de las hormillas de hueso,
botones de hilo, vaynas de tixera, y bolsas de
reliquias; item otro, bastones de moda, un relox, una
escopeta y viricues; contra la pared un caxon de libros
viejos, estampas rotas, romances y comedias de Calderon;
en la esquina cucharas de palo, husos, molinillos; en
aquel portal quincalla fina, una navaja, unas tixeras,
llaves de relox, charreteras, limpia dientes,
cachuleros; en el de mas allá memorialista; en aquella
mesa Santos de barro; en esa muñecos de plomo: no
miremos mas que se anda ya la cabeza; pero aun queda ese
mozo con el cesto de los trapos dándonos en los hocicos,
y aquellos que en lugar de vender compran zapatos
viejos, hierro viejo, trapos y pieles de conejo. Vamos á
ver que hay en esos caxones; en el primero un hombre y
vacallado mojado; en el segundo otro, y un barril de
escabeche; en el que sigue otro, y naranjas y limones;
mas allá otro con pasas y higos; item otro con yerbas
medicinales; otro con manteca y legumbres, fruta seca;
el último con pan, y la tableta de la leche de burra;
tal qual muger se ve en alguno, y tal qual viejo con los
comercios anteriores, luego tambien pueden verse en
todos, pues no parece son estos oficios de mucha fuerza.
(Se concluirá.)
Metatextualidad
Vaya que tiene vmd. unas cosas que no estan
escritas. Pues ¿es posible que ha permitido vmd. se
pongan en letra de molde en el Numero 52 y 53 del
año pasado las sandeces que con fecha de 13 de
Noviembre me atreví á escribirle? Lo particular es
que yo no lo he sabido hasta hace pocos dias, porque
como los años andan tan climatéricos, y este
invierno pasado ha sido tan duro que aun no ha
ablandado todavía, viendo que en casa se iba el pan
escaseando, y en la de los vecinos lo estaba ya,
hube de determinarme á tomar las de Villadiego, y
salir con mis alimañas á buscar aventuras, como buen
caballero andante, que para eso soy paisano del mas
famoso que tuvo España. Ello es cierto que ninguno
es profeta en su patria, como dixo que sé yo quien,
y que la industria es compañera precisa de la labor,
y no estarse mano sobre mano, como hacen los mas de
mis compañeros, esperando que les llueva por la
chimenea. No señor, el arado solo no lo puede dar
todo, y es preciso saber aprovecharse de lo que él
produce, y de lo que proporciona; pero este cabo
quedará pendiente para otra ocasion, que ahora
quiero decirle á vmd. otra cosa.
Relato general
Pues señor, dexé mi hogar,
como iba diciendo, á poco de escribir á vmd., y
quando volví estos dias atrás, harto de rodar mundo,
aun no habia tomado posesion de los rincones de mi casa, y ete al sacristan que entra á
llamarme de parte del señor Cura; yo, la verdad sea
dicha, me acordaba del Regañon lo mismo que de la
primer camisa que me pusiéron, y como tengo un hijo,
segun he dicho á vmd., estudiando para holgazan, y
además una chica que le gustan mas los moños que la
rueca, y que quisiera tener ya casa, aunque fuera
peor que la de su padre, temí si en el tiempo de mi
ausencia pudiesen haber dado que decir en el lugar;
algo de esto hice entender a su madre, quien como
una leona, y con muchas voces alabó la conducta de
los muchachos, y su cuidado con ellos, pues al
chico, dixo, no le he quitado el pie sobre el
pescuezo, y he tenido siempre puesto el ojo sobre la
chica; trabajosa postura es para todo un inyierno,
le respondí, tomando la montera, y saliéndome con el
sacristán; tú que tal dixistes, los gritos que vino
dando tras de mí á la puerta me acompañáron hasta la
del Cura, quien así que me vió me asió de la mano, y
me encerró en su quarto. En qué vendrán á parar
estas misas, decia yo entre mí, sin atinar en ello,
hasta que le vi sacar un legajo de los papeles de
vmd., que al punto conocí, y donde acabó un susto
empezó otro, pues confieso que me quedé perplexo al
verme un pobre patan y en letra de molde. En fin,
por abreviar mi cuento, dicho señor me hizo entender
que estaba obligado á cumplir mi palabra escribiendo
á vmd. los daños principales que mi larga
experiencia me ha hecho conocer en la labor, y los
medios de impedirlos, pues con dar al público mi
anterior carta se me habia admitido la propuesta, y
que al buey por el cuerno. Tanto me predico sobre
este asunto que casi me lo puso por punto de
conciencia, y hube de prometerle hacerlo así quanto
salgamos de las faenas del próxîmo Agosto, sin dexar
ántes de dar á vmd. las gracias, como lo hago, por
haber honrado mi papelote, dándóle lugar entre los
distinguidos, cosa á que estamos poco acostumbrados
los labradores. Pero ya que he empezado á charlar no
puedo menos de decir á vmd. que en mi viajata he
estado en Madrid; sí señor, dentro del mismo Madrid
he pasado lo mas del invierno, y si vmd. viera lo
que he cabilado, y lo que he tenido que ir y venir
con lo que allí he visto, no pudiera dexar de
reirse. Bien dicen que las cosas desde léjos parecen
mejores, y como decia un tio mio que fué soldado de
caballería en las guerras de Italia, y era muy
noticioso: mas se estudia andando que velando. Yo,
como todos tienen tanta manía con el tal pueblo, lo
tenia acá figurado en mi calletre como
una cosa, qué sé yo como; pero ahora que he estado
en él despacio, le aseguro á vmd. que no lo cambiara
con mi lugar, aunque no es de los mejorzuelos. Señor
que es muy hermoso, todo pueblo rico lo es; es muy
grande, tiene muchas casas, hay mucha gente; vea
vmd. porque es chico mi lugar, porque no tiene
gentes, ni casas, y las que hay son feas, porque son
las mas de familias pobres.
Ejemplo
Acuerdóme ahora de un
griego qué escribió sobre el modo con que se conocen
las gentes de todas clases, y á que se inclinan, y
hablando de los labradores dice que quando venimos á
la capital no nos admirarnos de ver los grandes
edificios, ó las carrozas de oro, y nos paramos á
considerar un caballo, una mula, un perro, ú otra
cosa así que diga con nuestro exercicio; y me parece
que él tambien lo dice con su poco de retintin. ¡Haya viejo candongo! ¿Pues en qué quiere
este mostrenco que nos paremos? Si tuviera dos dedos
de frente conociera que los que estamos hechos á ver
la naturaleza desnuda, y las cosas como son en sí
mismas, no podemos hacer mucho caso de aquellas á
quien da un valor falso la tontería, y aun los
vicios de los ciudadanos.
Relato general
Unos paisanos me lleváron
á eso que llaman el Prado un domingo en la tarde; yo
creí iba á ver una gran dehesa de excelentes pastos
que tendrian destinada para engordar las carnes del
abasto; pero ¡quál me quedé quando en todo él no
encontré yerba para que se dé una panzada un
borrego! Al punto colegí que le llamarian así porque
tendrá otros pastos de que yo no entiendo, y de que
gustarán los madrileños. No fué menor mi asombro, y
tambien mi lástima, al ver allí juntas todas las
mulas del mundo, á lo menos todas las mejores del
reyno: le aseguro á vmd. que con mis barbas y mi
camison me faltó poco para llorar contemplando
aquellos animalitos ocupados una tarde entera en dar
vueltas á un lodazal. ¿Y para qué? Para tirar de un
carricoche en que suele ir alguna señorita que no
pesa dos onzas, y que pudieran muy bien llevar
colgada de una cerda de la cola. ¡Pobres mulas de mi
corazon y de mis entrañas! decia yo gemequeando, ¿es
posible que habiéndoos dotado Dios de fuerzas y de
docilidad para servir al hombre, ayudándole en
aquellos trabajos con que debe proporcionar su
sustento, y haciéndole mas productivo el sudor de su
frente, han de ver mis ojos consumirse tan preciosas
ventajas en servirá la vanidad y y á la moda?
Vosotras ocupadas toda la vida en paseos inútiles,
caladas del agua, pasadas del hielo, á las esquinas
de un teatro, ó á las puertas de una tertulia, mal
cuidadas y peor traidas, aunque muy galanas; y esos
campos incultos por no poseeros el pobre labrador,
que con vuestra útil ayuda sacaria de las entrañas
de la tierra los abundantes tesoros de lá verdadera
riqueza. ¿Qué haceis dormidas en tan vergonzosa
esclavitud? Volved sobre vosotras, recobrad vuestros
brios, dad cien pares de coces, y desvaratad esos
carricoches que os oprimen; tirad quatro corcobos, y
arrojad esas guarniciones que, aunque llenas de
adornos, os afrentan, y venid conmigo que os
conduciré á donde un trabajo moderado y bien
distribuido restablezca vuestro vigor y vuestra
arrogancia, donde seais útiles al hombre, y cumplais
con el fin á que os destinó la naturaleza, donde un
campo abierto ofrezca liberta á vuestros retozos, y
á vuestros revuelcos, donde una yerba
fresca y una agua corriente refrigere vuestras
bocas, y las sane de las crueldades de un duro
hierro, donde:::