El Regañón general: Núm. 53.
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Núm.° 53. Aviso. En los primeros dias del mes se admiten subscripciones
á este periódico en la Librería de Alonso frente á las gradas de S.
Felipe el Real, á seis reales cada mes para esta Corte: ocho para
toda la Península; y un peso fuerte para ambas Américas, francos de
porte todos los Números, no admitiéndose para fuera de Madrid
subscripcion por ménos de tres meses, y para Indias por ménos de
seis. En Cádiz se subscribe en la Librería de Pajares, en Sevilla en
la de Caro, en Málaga en la de Iglesias, en Zaragoza en la de Monge,
en Barcelona en la de Sierra, en Valencia en la de Mallen, en
Valladolid en la de la viuda é hijos de Santander, en el Ferrol en
la de Rodríguez, en la Havana en la Imprenta de la Capitanía
general, y en México en casa de D. Francisco Montes y Guzman, junto
á la estampa del Refugio. Sale un Número de á pliego todos los
Miércoles y Sábados, que se vende suelto á cinco quartos. Con Real Privilegio.
Miércoles 4 de Julio de 1804.
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Secretaría.
Correspondencia literaria del mes. Carta primera.
Declaracion. Para deshacer el error en que estan muchos
sobre el defecto de producciones que han notado en los
individuos de este Juzgado, declara el Editor de este papel
periódico que el Tribunal Catoniano hasta el presente es y ha
sido puramente imaginario, y que el Regañon solo ha representado
los distintos personages que han aparecido en él, como
Presidente, Asesor, Fiscal y demas: que nadie ha tenido ni tiene
directa ni indirectamente la menor parte en los discursos que se
han publicado baxo de estos nombres supuestos: que él es el
único que ha figurado las Juntas generales, y que ha redactado
las cartas que se le han remitido, enmendando muchas
considerablemente. Este trabajo, y el de entender en la
impresion corrigiendo pruebas, y atendiendo á los distintos
ramos que requiere una empresa tan vasta como la edición de un
periódico, además de las obligaciones de su destino, no le
impedirian continuar con aquel ardor que hasta aquí ha mostrado
por servir al público; pero varios accidentes á que está sujeta
nuestra naturaleza no le han permitido obrar con toda la
extension que quisiera. Este manifiesto solo me parece
suficiente para satisfacer al público y hacerle ver que no ha
estado en nuestra mano el cumplir las obligaciones que hemos
contraido, pues la salud no es una alhaja que se puede comprar,
y sin ella es casi imposible poder hacer cosa alguna: sin
embargo no hemos dexado por eso de continuar en nuestras tareas
en quanto hemos podido, á pesar de unas circunstancias tan
difíciles. Ya pues que el tiempo ha mejorado sus horas,
seguiremos con aquella constancia que hemos manifestado,
deseando ser útiles á un público que tanto nos ha favorecido. El
Regañon general.
Correspondencia literaria del mes. Carta primera.
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Brief/Leserbrief
Señor Presidente del Tribunal
Catoniano: Muy señor mio: . En ellos he visto manifestado por vmd. que el
principal objeto de su Tribunal no seria otro que el de
decir la verdad, tratando del dilatado plan de
literatura en todos sus ramos, costumbres y educacion,
clamando contra todas aquellas opiniones que se oponen á
la sana moral, acarreando con ellas á la
sociedad los mayores males, á las quales declararia una
incesante guerra, sin herir en sus decisiones á persona
alguna particular, ni tampoco se insertarian discursos
contra sujetos determinados, pues sus doctrinas habian
de ser generales que cayesen sobre toda clase de gentes.
Es cierto que en su periódico, señor Presidente, se han
tratado materias muy importantes, y se han vertido
doctrinas muy sanas é instructivas que han manifestado
el mérito de sus editores, y tambien el de sus
contrarios, que han procurado destruirlas, y que para
darlas á luz habrán tenido que dedicarse muchos ratos al
estudio, que tal vez sin este incitativo hubieran
gastado en otros asuntos que les hubieran sido
perjudiciales; pero tambien lo es que de algun tiempo á
esta parte van decayendo la elegancia, erudicion y
producciones finas que se han dexado ver en muchas de
sus cartas, y que solo se encuentra en la mayor parte de
ellas la mordacidad, la sátira cruel y manifiesta,
ofensiva de personas bien conocidas, usando en ellas de
frases macarrónicas y chabacanas, en la misma forma que
se defienden los cuentos y chismes entre las mugercillas
del baxo pueblo; tales son las impugnaciones contra el
Doctor Brown, que no se contentan con los tiros que
disparan á su sistema, sino es que tambien se le
caracteriza de borracho, al Jóven Químico de ingrato á
su Maestro, y otras impropiedades semejantes, con una
expresion y estilo tan contrarias á las que deben
estamparse en los papeles públicos, que no pueden ménos
de ofender los oidos de qualesquiera lector medianamente
instruido. No crea vmd. que yo soy parcial, ni defensor
de Brown, el Joven Químico, Peña, ni otros particular y
distintamente satirizados, ni digo tampoco que sus
opiniones sean unas decisiones á las que ciegamente deba
subscribirse; pero no se le obscurecerá á vmd. que son
hombres de un conocido mérito en sus profesiones, y que
por ello no deben ser satirizados en la forma que con
ellos se executa, mayormente quando los Anónimos que lo
hacen puede que sean de aquellos charlatanes
semierudítos que para grangearse la reputacion á que
realmente no son acreedores, desatan sus venenosas
lenguas para desopinar á todo hombre conocido en la
sociedad, y útil á sus semejantes; contra esta casta de
páxaros sí que deberia vmd. regañar, pues una porcion
considerable de animales carnívoros que entran en un
rebaño de corderos no hacen tanto daño como acarrean
estos á la sociedad con sus malditas ideas, y mire vmd.,
señor Regañon, que no es solo en la
Corte y en las poblaciones grandes en donde se
encuentran estas castas de buenas almas, que también en
este lugar, y en otros mas pequeños, no falta de esta
semilla para exercicio de los hombres de bien: como vmd.
me diera palabra de tocar en todos los Números de su
periódico (aunque fuera como de paso) un poquito de
doctrina contra esta gente, desde luego le habia de dar
á vmd. un duro por cada Número; pero baste de digresion,
y vamos con el tema de mi carta. La medicina parece que
es el único ramo de literatura de que debe tratarse, no
habiendo Número (de algun tiempo á esta parte) que la
mayor de él no tenga ocupada con una fastidiosa
narrativa de qüestiones médicas impertinentes, llenas de
unos terminachos que los mismos que se tienen por
facultativos no los entienden, privando al público (con
la disertacion de estas paparruchas) de la utilidad que
podria sacarse con la buena doctrina de las que deberian
insertarse sobre otros ramos de literatura, costumbres ó
educacion, previo un prolijo exámen de ellas, que
debería hacerse por el señor Censor de ese Tribunal
severo; pero yo entiendo que este dictado no le
corresponde por la indolencia que en él se advierte de
insertar á troche y moche quantas cartas se le dirigen,
y da al público como su madre las parió; por ventura,
¿sus archivos (reducidos á uno en este año) son tan
pequeños que no cogen ya mas papeles inútiles ó
excluidos? y quando esto así sea, ¿ no tiene vmd.
facultades para crear hasta dos mil, ó usar para el
efecto de un baul, ó cofre tumbon, ú otro qualesquiera
mueble en donde puedan colocarse sin incomodidad quantos
papeles se le envíen en doce siglos? Pero, señor
Presidente, vamos claros, yo opino (y me parece que no
me equívoco) que como el sueldo que se da á vmd. y demas
individuos de su Tribunal es algun tanto tenue, el
trabajo quieren sea correspondiente; y si no dígame vmd.
¿quántos fallos ha puesto en las qüestiones que se han
controvertido y controvierten en su Juzgado? Muy pocos
son. ¿Dónde estan las juntas generales del mes que vmds.
principiáron á celebrar para este efecto, y cortar de
raiz las disputas que ninguna utilidad nos acarrean?
Espero
tenga vmd. la bondad de disimular los defectos que
advierta, asegurado de que mi ánimo no es el ofenderle,
y sí de confesarle que soy su mas apasionado servidor y
subscriptor Modesto del Valle. En mi rincon á 31 de Mayo
de 1804.
Metatextualität
Aunque nunca jamas me he visto cursando en
Universidad, y de consiguiente no hallarme adornado
con los títulos de Bachiller, Doctor, ni Licenciado,
no dexo de tener alguna inclinacion á leer los
buenos libros, y tambien aquellos papeles que los
literatos estiman útiles al público y á la sociedad;
como uno de estos oí decir deberia tenerse el
periódico que vmd. ofreció dar á luz (en una de las
Gazetas de Mayo del año pasado de 1803) con el
título de Regañon general, y con mi dicha propension
me constituí uno de los primeros subscriptores al
referido papel; con el mayor gusto y detencion he
leido sus Números, y aunque no soy capaz de hacer
critica de las producciones que vmd. ha tenido á
bien insertar en ellos, porque la mayor parte de
materias que tratan no han llegado á mis oidos hasta
que las he visto estampadas en los indicados
Números, sin embargo no dexo de notar algunos
defectos en su versacion y conducta, que
verdaderamente es muy diferente de la que vmd.
ofreció observar en el discurso que en la apertura
de su Tribunal hizo en el Número 1.° y en otros
Metatextualität
Señor mio, yo entiendo
que su periódico ha de finalizarse como algunos
entremeses, y quando no sea en esta material forma,
será en lo sustancial de otro modo mas bochornoso
para su carácter y autoridad Catoniana, porque
cerciorándose los sabios que vmd. no puede continuar
con la dura empresa que desde luego se
propuso, llegará el caso de que todos estos le
abandonen, y no vuelvan á acordarse de vmd., y en
este caso me parece será un fin el de su Tribunal
mas lastimoso que si se concluyera á capazos. En
esta inteligencia, señor Caton, vea vmd. de tomar un
medio para reformar la insertacion de tanto papel
fastidioso é inútil como nos presenta en su
periódico, ó si no le aseguro que en cumpliendo el
tiempo de mi subscripcion (que no falta mucho) por
el ochavo que vuelva á cogerme me arranquen cien
pelos de la barba, y lo mismo harán otros amigos á
quienes he oido hablar del mismo modo. No me
intereso con vmd., ni le suplico por mis méritos de
su subscriptor para que inserte ésta en su
periódico, hará lo que guste, pero si la inserta no
será la peor de las que ha admitido, pues mas de
ocho sé yo que no estan tan buenas, á no ser que me
ciegue mi poquito de amor propio.
Contestacion á la Carta del señor Modesto del Valle.
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Brief/Leserbrief
Es lástima que el señor
Modesto desempeñe tan mal su nombre, y que dexe correr
su pluma con tanta ligereza. Qualquiera que le oiga
decir que en nuestro papel se ha satirizado al señor
Peña y demas individuos, creerá que hemos puesto algunas
personalidades contra ellos, quando no se ha hecho mas
que criticar sus obras, y en verdad que así en esto como
en llamar á los Anónimos charlatanes y venenosas lenguas
no demuestra el señor Modesto ninguna modestia. Por lo
que hace á las claridades y á la opinion que forma de
nuestro Tribunal, no hay mas que decir sino que el
tiempo saldrá por garante de su existencia, y que el
público sabe muy bien que los deseos del Redactor no son
mas que serle útil, como ha dado repetidas pruebas. No solo se pasó el mes de Agosto y
de Setiembre (sic), sino que en principios de Junio hace
un año que está exerciendo sus funciones este Tribunal
sin interrupcion alguna, á pesar de todas las críticas y
de las intrigas, anhelando siempre el presentar al
público escritos dignos de su atencion, y
correspondiéndole éste con su benevolencia, á cuyos
favores vivirá eternamente agradecido. Despues de estos
exemplares tan públicos, y despues del largo espado de
tiempo en que anonadados los contrarios del Regañon
yacian en la mas completa obscuridad, ¿quién habia de
pensar que saliese ahora el señor Modesto del Valle á
renovar los pronósticos sobre el Tribunal Catoniano,
teniendo á la vista la mala suerte de los anteriores?
Nadie seguramente. La profecía que hace de acabarse este
Juzgado como los entremeses, es tan ridicula, y le hace
tan poco honor, que no merece mas que el desprecio, y yo
apuesto que si hubiera reflexîonado un poco su autor no
se hubiera puesto á adivino: así pues, dexándola á un
lado, y pasando á las objeciones que nos hace, debemos
decirle que se sirva exâminar la Junta general celebrada
en 20 de Mayo, y que se halla en el Número anterior,
como tambien la declaracion que se pondrá
mas abaxo, con lo que quedará completamente satisfecho;
pero se le avisa al mismo tiempo que quando los consejos
y advertencias se dan con aquella urbanidad y estilo que
exîgen la buena educacion, son muy apreciables, y el que
los recibe no puede menos de vivir agradecido á ellos;
pero quando no tienen aquellos requisitos, por buenos
que sean, nunca harán mas que exâsperar los ánimos sin
conseguir nada. Salud. El Presidente.
Metatextualität
Desde que se principió
nuestro periódico principiáron tambien
los presumidos de literatos á pronosticar su
duracion: unos la fixaban en dos meses, otros en
quatro, pero todo, en secreto, hasta que hubo uno
que públicamente por medio de un periódico dixo que
como llegara al mes de Setiembre (sic) obligaria á
su Editor á que no le volviese á publicar mas. No
contentos los dichos señores con propagar estas
voces, formáron un empeño en destruir nuestro
establecimiento, como si toda su felicidad y bien
estar dependiese de la exîstencia del Tribunal
Catoniano; pero viendo que éste miraba con el debido
desprecio todas las intrigas que contra él se
formaban, no solo pretendiéron herirle con sus
razones, sino que tambien tratáron de engañados á
sus subscriptores, y se valiéron de quantos
arbitrios les dictaba su odio, sin causa alguna.
Enmedio (sic) de esta especie de conjuracion
literaria continuaba el Tribunal en sus tareas con
aquella sangre fria que le caracteriza, sin hacer
caso de los denuestos, ni responder mas que á
aquello en que no podía excusarse de hacerlo sin
dexar comprometida la razon que estaba de su parte,
y en verdad que no era poco lo que tenia que hacer.
¿Qué mas se puede decir sino que se llegó á publicar
un papel dos veces á la semana sin mas objeto que el
de impugnar el del Regañon? pero fué tan pequeño el
aprecio qué de él se hizo que apenas llegó á ocho
Números.
Carta segunda.
El hombre religioso.Ebene 3
No entiendo aquí por religioso alguno de los
individuos de las Comunidades de los regulares, á quienes se
acostumbra llamar religiosos porque profesan la perfeccion
de la religion: su verdadera denominacion es regulares,
monges y frayles. Tampoco entiendo por religioso el que
profesa una religion qualquiera; está demostrado hasta la
evidencia que los diferentes cultos y creencias que dividen
la tierra, son conseqüencias del fanatismo y del amor
propio, y sola la religion católica está reconocida por los
hombres pensadores por la única que proviene de Dios. Llamo
pues hombre religioso á aquel que convencido de que Dios ha
dictado las verdades que le presenta la religion las cree, y
obra segun ellas ordenan. Este es el hombre mas digno de los
públicos respetos, mas útil á la sociedad, y el que
únicamente puede lograr la felicidad de que es susceptible
en la tierra la pobre humanidad. El soberano Autor de todo
quanto exîste, ese Ser tan grande como bondadoso, tan
poderoso como benéfico, es el maestro del hombre religioso.
Él le dice lo que debe hacer consigo mismo, le prescribe el
modo de portarse con los demas hombres, y las demostraciones
de vasallage que reserva para sí mismo. ¿Qué hará un
discípulo con tal maestro? Virtudes amigas de la humanidad
afligida, vosotras sois los resultados de esta escuela;
virtudes conservadoras del orden social, en esta escuela
adquiris vuestra perfeccion; virtudes perspicaces que
descubris todos los artificios del amor propio, en esta
escuela recibis vuestra existencia. Esta es la escuela
verdadera de la virtud, esta la única que enseña el
verdadero modo de practicarla, esta la que demuestra en que
consiste, esta la que la quita toda union con el amor
propio, y esta la que enseña el verdadero y único heroismo.
Instruido el hombre religioso de que solo agradarán al Ser
supremo sus acciones si cumpliendo en ellas sus preceptos
las executa por amor á él, y por cumplir su voluntad, ya
nadie tiene que temer en sus acciones, no las mueven interes
propio ni miras criminales; así es que no solo tiene la
vigilancia contra las pasiones, sino contra el motor de
ellas el amor propio, y esta es una de las grandes ventajas
que la moral de la religion tiene sobre la filosófica. El
filósofo podrá evitar que el fraude le haga
perjudicar á los demas, podrá no dar entrada en su corazon á
la violencia para oprimir al desvalido; podrá no dexarse
dominar de la lascivia, no seducir la sencilla doncella, no
turbar el reposó conyugal, ni apresurar la muerte al
respetable anciano, custodio de la virginidad en horfandad;
podrá tal vez no dexarse dominar del espíritu de venganza
quando puede acabar con su enemigo; podrá echar léjos de sí
la codicia que le incline á atentar á los haberes de los
otros; podrá aborrecer la calumnia, la murmuracion y demas
vicios, pero ¿que habrá adelantado? Todas estas grandes
acciones solo las executa por propia conveniencia, se las
dicta el amor propio, y todavía no ha exîstido un filósofo
que no presente en sus acciones, por mas brillantes que
hayan sido, la divisa del amor propio mas ó ménos
descubierta. Esta es la causa por que entre las virtudes de
los Sócrates, de los Arístides, de los Phociones y otros
antiguos se notan siempre defectos sustanciales que rebaxan
mucho su mérito, y en las que el hombre perspicaz y
reflexîvo encuentra un deficit que solo explica quando las
compara con las de un buen religioso. (Se concluirá.)