El Regañón general: Núm. 33.
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Núm.° 33.
Con Real Privilegio.
Miércoles 25 de Abril de 1804.
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Secretaría.
Correspondencia literaria del mes. Carta undécima.
Carta duodécima.
Correspondencia literaria del mes. Carta undécima.
Zitat/Motto
Los niños y los locos dicen las verdades.
Artículo remitido por la Academia de la Aldea.
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Brief/Leserbrief
Señor Presidente del Tribunal
Catoniano; En esta Aldea nos hemos juntado el médico, un
estudiante salamanquino que ha ahorcado los hábitos, el
boticario, y un servidor de vmd., que soy el Cirujano
titular, y para que nos sean menos fastidiosas y algo
útiles las largas noches del invierno, hemos formado una
Academia, de la que soy Secretario. Como no tiene fondos
esta Academia, me ha mandado su Presidente me valga de
su periódico para publicar sus sesiones, pues su objeto
coincide con el de su Tribunal; sírvase vmd. pues
acceder á las suplicas que le hago en nombre de ella, y
de insertar en su periódico las memorias que le vaya
remitiendo. El objeto de la Academia de la Aldea (este
es el título que la hemos puesto) es la genuina
interpretacion de los proverbios vulgares que se llaman
refranes, particularmente los que contienen en sí
máxîmas morales. Ha parecido á la Academia cosa
lastimosa que diciéndose continuamente estos preciosos
refranes, que pueden llamarse axîomas, no se sepan ni la
razon en que se fundan, ni el hecho que los motivó. Por
tanto juzga la Academia que su trabajo será apreciado
por toda la nacion, pues no puede ménos de producirla
utilidades sin número. En este supuesto principio á
copiar la primera memoria de la Academia. El dia 1.° de Enero de 1804 se juntó la
Academia, y el señor Presidente principió de este modo á
leer su memoria sobre el proverbio enunciado. Si la
interpretacion de algun proverbio, y la investigacion de
las causas de que puede tener su origen, puede ser útil
á la sociedad en todo respecto, y particularmente con
relacion a las costumbres, apenas se presentará uno de
mas utilidad que el que dice: Los niños y los locos
dicen las verdades. Porque si la verdad, señores
Académicos, es la cosa mas apreciable, si no hay tesoro
que pueda compararse á su valor, si faltando ella no hay
ciencias, se acaban las legislaciones, se destruyen las
costumbres, y aniquilan las sociedades mas bien
fundamentadas, si (para concluir de una vez) uno de los
timbres del Ser supremo es que su verdad permanecerá
eternamente: ¿á qué y por qué la fixa este proverbio á
la boca de los niños y locos? Qué, ¿la cosa mas
preciosa, la mas digna de nuestro amor, y mas necesaria
á la humanidad, se ha de poner en unos sugetos sin
juicio ni discernimiento cabal? Los sumos imperantes,
los legisladores, los magistrados, los políticos, los
potentados, ¿no serian mejores instrumentos para hacer
circular un tesoro tan precioso entre los hombres?
Ciertamente, señores, parece que el proverbio tiene poco
fundamento, pues los niños y los locos son personages de
poquísima autoridad para poder hacer valer la verdad.
Pero reflexîonemos, analicemos, observemos lo que sucede
entre los hombres con respecto á la verdad, y
conoceremos lo fundado de este proverbio, y las causas
que pudiéron motivarle. ¿Quién dice la verdad en la
sociedad? ¿Los imperantes se la ocultan muchas veces los
viles aduladores que les rodean ¿Los políticos? la oyen,
la buscan con ansia, pero la ocultan en su seno, y
visten con sus adornos á las intrigas que forman. ¿Los
hombres de talento? algunos se han atrevido á decirla, y
han sido perseguidos de muerte; unos han perecido en
suplicios, otros han muerto en la miseria. No nos
cansemos, señores, por todos los estados, por todas las
condiciones, por todas las edades del hombre veremos que
está desterrada la verdad. Yo no la veo en los palacios,
en las cortes se me huye, en las ciudades está oculta, y
en las aldeas enredada: los Grandes desprecian, los
medianos la callan, y los pequeños la tergiversan: los jóvenes son indiferentes á sus
atractivos, los hombres de mayor edad temen decirla, los
viejos la juzgan triste. Pero acudamos á un niño,
hablemos con un loco.... Todos convinieron que esta
era la genuina interpretacion del proverbio, y la causa
que le produxo, y decretáron á una voz que al momento se
lo comunicase á vmd. para que lo publique en su
periódico, si lo tiene á bien, como lo hago hoy dia 1.°
de Febrero de 1804 en la casa de la Academia. Salud y
amistad. M. de V. Secretario de la Academia de la Aldea.
Zitat/Motto
Memoria sobre los
motivos que pudiéron dar causa al refrán que dice:
Los niños y los locos dicen las verdades.
Dialog
Perdone vmd. le interrumpa, dixo á este tiempo el
Médico, levantándose de su asiento: he penetrado
suficientemente el pensamiento de vmd., creo se
reduzca á probar que los niños y locos dicen las
verdades, porque la falta de pasiones en uno y otro
(aunque por diferentes causas) les quita todo motivo
de ocultar, tergiversar ó disfrazar la verdad, pues
ni aun puede obrárseles que les resulte la menor
utilidad de obrar de semejante modo. El pensamiento
es digno de la ilustracion de vmd., yo subscribirla
á él con gusto, pero hace tiempo que leí cierto
libro, cuyo título y autor he olvidado, donde se
refiere el suceso que dió motivo á este refran; y
como en esta materia mas que en otra son mas de
temer las resultas de una equivocacion, permítame la
Academia referir dicho suceso, dando por aprobada la
memoria del señor Presidente, en quanto á lo sutil
de su pensamiento. Todos los miembros convinieron en
ello, y el médico habló en estos términos. Aunque he
revuelto toda mi librería, no he podido dar con el
libro que refiere el suceso enunciado; pero por
fortuna mi memoria es feliz, y me parece que le
cuenta del modo siguiente. Vean vmds, señores
Académicos, por que dice el proverbio que: los niños
y los locos dicen las verdades. Este suceso fué el
que dió causa al proverbio mas útil de quantos tiene
nuestro idioma.
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Los míseros mortales echáron léjos de
sí á la verdad, recibiendo en su lugar á la
mentira; pero fuéron tantos los enredos, los
fraudes, chismes, bolinas, traiciones y calumnias
que les atraxo este cambio, que estuvo á punto de
perecer toda la especie humana. El padre no podia
fiarse de su hijo, la mujer engañaba al marido, el
criado era infiel á su amo, la sana amistad, la
tierna fraternidad no eran mas que máscaras que
ocultaban los mas perversos designios: toda virtud
estaba desterrada, reynando en su lugar la
hipocresía; finalmente, todas las naciones, el
orbe entero no era mas que turbacion, enredo y
confusion. Conociéron los hombres en tal conflicto
su yerro, y acudiéron á Júpiter para que les
volviese la verdad á la tierra, y el dios propicio
quiso favorecerlos, y se la envió por segunda vez.
Vino al fin la verdad al mundo, pero los hombres
ni conocian su fisonomía, ni entendian sus
preceptos; parecíales demasiado adusta, y sobre
todo su desnudez les avergonzaba, de que cansada
de dictar sus preceptos, y advirtiendo que nadie
se atrevia á publicarlos, se quejó de los hombres
á Júpiter. El rey de los dioses se valió de su
clemencia, y llamando á Mercurio le
entregó una bebida, diciendo: Pero como es
amarga, mezcladla con duplicada dosis de azúcar, y
ponedla en copa de oro, y de ningun modo de
cristal, pues si llegáran á traslucirla no la
probarian. De este modo volvió á
introducirse la verdad; los niños, á pesar de los
artificios de sus padres, dicen, sin conocerlo,
todas las verdades que saben, y los locos las
publican por todas partes, aunque no les valgan
mas que latigazos; pero por nada escarmientan ni
los unos ni los otros, pues como sepan alguna al
punto la dicen, amargue ó no amargue, y mas que no
venga al caso.
Zitat/Motto
dádsela á gustar á los hombres, el que
la beba dirá la verdad.
Allgemeine Erzählung
Contenta
la verdad con esta confeccion celeste, baxó con
Mercurio á la tierra, y encargó á éste la comision
de presentar la dorada copa á los mortales. El
mensagero de los dioses se presentó á los hombres
con ella, y la brillantez del oro llamo su
atencion. Entonces presentándosela con ambas
manos, les habló de esta manera. Mortales, el gran
Jove (todos inclinaron la cabeza) me envia á
vosotros para presentaros esta bebida celestial
hecha por su misma mano, el que la gustase
adquirirá un nombre eterno. Al oir los hombres tan
halagüeñas promesas acudieron de tropel á donde
estaba Mercurio, y con suma atencion miraron la
bebida, pero ¡quién lo creyera! No hubo uno que
pensase en probarla. No, dixéron los políticos,
este tiene visos de ser un vomitivo eficacísimo,
que haciéndonos arrojar por la boca la sustancia
que nos alimenta en nuestro interior, nos
aniquilaría en un momento. ¿Qué podemos adelantar
bebiendo una confeccion cuyos simples no
conocemos? Demasiado eternizará nuestro nombre la
opulencia, dixéron los poderosos, y se apartáron
de allí. Muy clara parece la bebida, dixéron los
comerciantes, poca sustancia puede dar, y se
fueron sin gustarla. Si esta bebida, añadiéron
unos literatos, nos adquiere un nombre eterno,
bebámosla; pero, puf.... despide un olor tan
desagradable que nos hariamos aborrecibles á los
demas si la bebieramos; se marcháron pues sin
probarla. ¿Está dulce? preguntáron unos artesanos
á Mercurio, quien les dixo que sí; pues, amigo, no
es para nosotros, lo dulce produce cierta
delicadeza que nos impediria para ganar el pan; y
se fuéron sin beber. Unas petimetras llegáron
despues, y mirando la copa, espirituosa parece la
bebida, dixéron, y Mercurio se lo afirmó; pues si
es espirituosa no es para nosotras, nuestro médico
nos ha prohibido toda bebida de esa clase. Venga,
venga esa copa, gritáron unas viejas, que habian
creido que la bebida las haria eternas; ¿quién por
un sorbo, aunque sea amargo, no evita la muerte?
decia una teniendo ya la copa entre sus manos;
pero la dixo un hombre que estaba á su lado, vmd.
se equivoca, señora, su nombre, no su cuerpo, es
el que hará eterno: ¡ah! pues de ese modo ¿qué
adelanto yo? Vivir quisiera, y no que me
nombráran; y todas se fueron sin beber. Cansado en fin, Mercurio, y advirtiendo
que todos con vanas palabras se excusaban de
beber, fué donde estaba la verdad, y
conferenciando sobre caso tan portentoso,
determináron hacer beber de la confeccion celeste
á los niños de pecho, pues los mas grandecitos la
detestaban á imitacion de sus padres, y tambien á
los locos. Con trabajo lográron que los locos la
bebiesen, pero al fin siguiéndolos su manía, les
hicieron gustar muy buena dosis, y á los niños
pequeños se la hicieron apurar a pesar de sus
gestos y llantos.
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Brief/Leserbrief
Señor Regañon general: Muy
señor mio: ¡Si sabré por cierto á donde me
arrastra mi imaginacion acalorada con estas digresiones!
Mas no, lo que me prometo esperar de la bondad de vmd.
es que tome la pena de señalarme entre los libros útiles
y necesarios, sea para dirigir la juventud, sea para
aumentar en general nuestros conocimientos, ó para
facilitar nuestros progresos en las ciencias, los mas
propios y análogos. No mire vmd. á la elegancia del
estilo, ni á ver si con ésta está paliada
la mas perfida cizaña, ni ménos á las qüestiones puestas
con ostentacion y fausto, que no es mi ánimo el saberlas
resolver, sino á la pureza del estilo, á la utilidad,
ventajas, en una palabra, á que sea puro, sano é
incorrupto el grano separado de la paja. Por las
entrañas de María santísima se lo ruego á vmd. me da
pábulo para esta deliberacion una vana y que raya de
temeraria manía de un joven casquivano, sin meollo por
cierto, que me la refirió el dia pasado en ocasion que
estaba de xaqueca en cama, un amigo que vino á
visitarme.
Vea vmd., señor mio, que ideas tan peregrinas no
me ofrecia el buen suceso que acababa de oir; por
decontado la primera que con viveza se me presentó, fué
que una debilidad á manía de esta naturaleza era capaz
de pervertir á una República. No estoy para reflexîonar,
los bahidos de cabeza son freqüentes, y muy grande la
jaqueca: vea vmd. si justamente quiere emplear sus
regaños contra esta polilla de gentes, y no sirve para
su periódico, seremos tan amigos como ántes, aunque
merezca el castigo del tenebroso calabozo de los
excluidos. Salud y pesetas. Doctor y Licenciado
Chalequitos.
Metatextualität
El mundo está
lleno de libros, pero hay una infinidad de ellos tan
mal escritos, que no merecen el honor de leerse;
otros que, baxo un hechicero y halagüeño encanto,
suministran el veneno mas activo para corromper el
espíritu, y millares que, aunque buenos en su
género, no sirven para nada luego que cesa la
ocasion ó motivo por que se escribiéron. Hay
seguramente libros útiles para tal designio ó tal
ciencia particular, pero de ellos no sacarian fruto
los que no se propusiesen este designio, ó los que
no se aplicasen á semejante ciencia; porque si no
dígame vmd. ¿de qué servirá á un médico, á un
teólogo, ó á un negociante leer
inmensos volúmenes de sentencias ó juicios, y a un
jurisconsulto aprender el hebreo, ó leer los
rabinos? Importa pues mucho, en mi modo de entender,
á un joven si quiere hacer progresos, y no perder el
tiempo en futilidades, que tenga un amigo juicioso
que le indique los libros cuya lectura le puede ser
mas ventajosa. Yo qué quiere vmd. que le diga; no
hallo para mí, señor Regañon, amigo mas recomendable
ni de mas integridad que vmd., capaz de indicarme
los libros mas conducentes para unas plantas sanas
que el Dios de bondad ha puesto baxo los auspicios
de mi tutela; estan en el auge de ser con el tiempo
útiles á su suelo, las delicias de su provecto
padre, y unos buenos ciudadanos. Hablando con
aquella ingenuidad que me es propia, sepa vmd. que
soy bastante aficionado á tonto, y estoy que por mi
desgracia el haber leido tales quales trataditos y
tratadazos han cooperado á formarme el mas completo
majadero: no quisiera se les pegase tal contagio á
mis hijos. Yo tengo la vanidad de haber pasado
multitud de obras por estos mortales ojos, y por
tanto conozco es necesario volver á leer ciertos
libros, ya particularmente, ya en compañía. ¿En
dónde se hallará un hombre de algun gusto que se
contente con haber escuchado ó leido una vez los
bellos pasages de Steele ó de Addison? ¿las
admirables descripciones de Miltón, y de Virgilio, y
las mas hermosas piezas de Pope, de Young, y de
Driden; y que pueda resolverse á no repasar tan
excelentes obras? No dexo de entender que entre los
escritos de este último género se deben colocar
tambien ciertos ensayos cortos que tratan de todas
suertes de materias, como los papeles ocasionales,
el Charlatán, el Espectador, el Mentor moderno, y
otros iguales. Se sabe que estos eran originalmente
unos papeles que salian todos los dias ó semanas, y
que se encuentran en los pensamientos brillantes,
notas ingeniosas, y excelentes observaciones que
contribuyeron mucho á ilustrar y á pulir nuestro
siglo. Sin exageracion capaz de estas ventajas
reconozco á ese periódico que poco ha salió á luz, y
le veo progresivamente caminar con pasos
agigantados.
Allgemeine Erzählung
Dialog
¡Dios mio! no quisiera
cruzasen tales dislates por las miserables
calaveras de mis hijos. Yo con mi genio vivaracho,
compuesto de tres partes de azogue, tuve la gran
paciencia de apretar los dientes para escucharle:
vmd. con mas cachaza que Job tendrá que hacer de
tripas corazon, y aun así creo se mortificará lo
bastante, y en prueba de ello sírvase vmd. oírle á
la letra, sin faltar ápice, la relacion, manía ó
delirio. La manía (me dixo) de que me daña el
sestear á postre de comida, me conduxo el dia
pasado á la tienda de un comerciante de libros
semi-conocido mio. No hice mas que recostarme
sobre el mostrador, quando veo entrar varios
muñecos de moda, y con ellos un mocito de capote,
cara aguileña, calzado de bota, gran calzon de
punto bien estirado, elevado hasta el sobaco,
sombrero de copa alta, envaradas las mexillas con
una argolla de griseta, cubiertos los párpados de
los ojos de un enrejado ó celosía que con delicada
prevencion le descendía á mechones segun el estilo
de Guinea desde el nacimiento de los cabellos, y
por el lado opuesto bien rasurada la cabeza á
exemplo de las cultas pelucas de Paris. Tal era,
amigo mio, sin exâgeracion, en globo la ridicula
extravagante figura del que, si me es permitido,
lo graduaré de embeleco. Empezó pues éste á
saludarnos, no como acostumbramos á, la antiquada
moda de antaño, mas sí con la finura del dia, sin
proferir una tan sola palabra, con movimientos de
cabeza, actitudes de ojos y meneos de pies: luego
el mogigato empezó á remilgarse, y con gran mesura
y modulacion en el afecto, y una intercadencia
extraña en las palabras, habló algo, aunque nada
le entendí, si he de confesar á vmd. la verdad,
solo sí reparé que executó mil risibles
gesticulaciones. Yo, á la verdad, miraba absorto á
un hombre ó ente tan maravilloso: mucho mas se
multiplicó mi admiracion al ver que súbitamente se
desbrocha el chaleco elástico, introduce la mano
ácia la espalda, saca un papelito, y con un
entusiasmo orgulloso prorumpe
dandole realce un lilao de expresiones de memoria,
dirigiéndose al flemático del librero, de esta ó
semejante suerte. Supongo, maestro, habrá vmd.
recibido libros de la última moda de Paris, Bayona
y nuestra Corte. Es que aquí llevo una minuta
difusa de los que necesito para madama de……
señorita de mucho merito, muy leida, y que tiene
delicado paladar, y una viva penetracion para la
eleccion de los escritores mas selectos. Yo ya no
pienso ver mas libro, tengo en la punta de la uña
quanto bueno y de algun gusto se halla escrito.
Vmd. cuente que he leido muchísimo, vaya, tanto
que ya no se me conoce por otro nombre que el
leido, de modo, quantos vienen á molerme la
mollera con libros, los miro, al desayre, porque
si he de decir á vmd. lo que siento, los creo a
todos aprendices, me incomodan. Una asercion nada
equívoca de quanto he dicho á vmd. es cierto
tratadito que he escrito, y pienso darlo á la
imprenta. Aquí no pude menos, señor Regañon, de
interrumpirle diciendo me hiciese el gusto de
decirme qual era su título. Asi, continuó, si mal
no me engaño, suena como á Eduardo ó Elísea. Ya,
ya, no es vmd. mal socarron, le respondí, será que
ese presumido moci-trasto querrá expurgar el
Abelardo y Heloisa. Acabaramos, así, así mismísimo
amigo mio. En esto estabamos quando baxó mi criada
María Cruz con una taza de caldo de pollo, y nos
hizo mucho favor, porque ya nos encolerizabamos de
forma que hubiera parado en una reñida cachetina,
si la baxada de aquella no le hubiese hecho
abandonar la pieza á mi buen amigo.