El Regañón general: Núm. 24.
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Núm.° 24.
Con Real Privilegio.
Sábado 24 de Marzo de 1804.
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Secretaría.
Correspondencia literaria del mes. Carta quinta.
La
declaracion sincera del origen de mi mal, y de la
curacion, me parece puede acarrear alguna utilidad, y
así voy á referirlo. Así es
que me compadezco de aquellos que con
ínfulas de catedráticos de prima en el tiempo del ergo,
no solo ignoran las ciencias auxîliares, sino que
vomitan quando por precision tienen que presenciar la
diseccion de un cadáver, y no obstante esto se creen
unos héroes en la medicina: me compadezco igualmente de
aquellos jóvenes que desprecian á los viejos, y que
porque han tenido la suerte de nacer en unos tiempos mas
felices, se imaginan que han llegado á la mayor
perfeccion, como si no hubiera mas que saber: de los que
hacen consistir toda su ciencia en una multitud de voces
bárbaras y vacías de sentido, y que hablan en latin á
las mugeres; y de los que viven muy satisfechos con
poseer una enorme multitud de recetas para cada mal,
habiendo tantos para los que se desea aun el remedio.
Los dichos hasta aquí pueden curarse, aunque necesitan
de remedios muy activos y dolorosos; pero los que me
causan mas compasion, porque conceptúo que no admiten
curacion, á causa de la malignidad de su locura, son
aquellos que acostumbrados á beber en charcos
corrompidos, si por casualidad gustan alguna vez una
agua pura y cristalina, la prefieren para su uso, pero
hablan mil pestes de la fuente que se la suministra; y
finalmente, los que critican á troche y moche qualquiera
obra que no han leido ó entendido, y pretenden
ridiculizar á los autores de un gran mérito con pullas,
dicharachos ó chocarrerías, como p. e. el Anónimo de la
carta inserta en los Números 60 y 61 de su periódico de
vmd. Estos deberian recogerse, ó al menos prohibirles
con todo rigor que tomasen la pluma en sus manos, para
evitar de este modo que se propaguen las necedades. Sí,
señor Presidente, no es calculable el daño que
semejantes entes originan, no á los sensatos, pues éstos
saben muy bien que semejantes críticas, ó mas bien
sátiras indecentes, dictadas comunmente por el espíritu
de partido, por la preocupacion ó la negra envidia,
antes ensalzan que amancillan el mérito de los grandes
hombres, sino á los preocupados, á los quales se les
pone con esto una fuerte barrera para que no puedan
salir jamas del estrecho círculo de sus conocimientos,
haciéndoles tragar un mortal veneno enmascarado con el
oropel de un chiste, ó de una gracia. Es cierto que este Señor con
el gusto y sana critica que tiene acreditados en otros
Números, ha hecho palpable el falso
testimonio que levanta al Doctor Brown: que le hace ver
que ó no lo ha leido, ó no lo ha entendido, y aunque
directamente, que el Albeytar que cita sabe mas de curar
que su merced. Todo lo qual confirma lo que muchas veces
se ha repetido, á saber, que los que mas se han
esforzado en impugnar la doctrina de este sabio Autor,
son precisamente los que ha manifestado con sus escritos
su incapacidad para comprehenderla. El remedio, no hay
duda, es muy proporcionado á la naturaleza del mal, pero
no hará mas que irritarlo. Es mucho e odio, la ojeriza y
el encono que reynan generalmente contra escritor
Escocés, y contra todos los que siguen en algun modo sus
máxîmas. Hay quien tiene por sinónomos brownianos y
taberneros: hay quien hace descender la nueva doctrina
, como ; y
finalmente, hay quien mira á dicho Autor como ¿Cómo ha de ser posible hacer
ver á esta casta de gentes lo preocupados que estan?
¿Cómo manifestarles las cosas grandes que este sistema
contiene, las ventajas que ha acarreado á la práctica la
demostracion de las dos debilidades y su modo de
tratarlas, el orden y la precision que reynan en toda su
admirable obra, y otras particularidades que omito por
no dilatarme, y porque no me he propuesto hacer su
apología? Solo diré, valiéndome de las mismas
expresiones del ciudadano, Gilbert, que la teoría de
Brown puede ser consultada por los médicos filósofos con
placer, con interés y con utilidad, y proporcionar
grandes ventajas al arte de curar. En ella verá vmd... ¿pero á
donde voy á parar? Basta de digresion y de carta, que ya
va siendo algo pesada. Concluyo suplicando á vmd.
encarecidamente que emplee toda su austeridad Catoniana
en regañar á la peste de malos críticos que nos inunda
de lo qual se seguirá mas beneficio á la sociedad, que
como pretende el
Anónimo, Salud. El Loco cuerdo,
Soneto.
Continúan las Reflexîones del Doctor Bahí.
Correspondencia literaria del mes. Carta quinta.
Zitat/Motto
¿Si sabré de locos yo Que he estado atado?
Meseguér en la comedia del Chismoso.
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Brief/Leserbrief
Metatextualität
Señor Regañon: Tambien soy
yo, gracias á Dios, médico; tengo algo de poeta,
como puede vmd. inferir por el Soneto que pongo por
contera; y para que se verificase en mí el refrán,
fui loco, y no como quiera loco, sino de atar; pero
gracias á un feliz desengaño, me hallo en el dia en
mi sano juicio, y sin temor de recaida.
Allgemeine Erzählung
Suponga vmd. ante todas cosas, que mi primera
educacion, así física como moral, fué de aquellas
que vmd. reprehende tan justamente, y la mas propia
para llenarme de preocupaciones: que pasé á la
escuela, de donde saqué buena forma de letra, pero
nada de ortografía. Á conseqüencia entré á estudiar
la gramática latina con un Dómine, que desde luego
puso en mí mayor cuidado, bien fuese porque mis
padres le gratificaban mas que los otros, ó bien
porque á un genio vivo juntaba yo una memoria feliz,
y á poco tiempo vine á ser de los principales de uno
de los dos bandos que el maestro estableció, segun
decia, para emulacion nuestra. ¡Viérame vmd. allí
tetar á mis contrarios, lucir mi memoria mas que mi
entendimiento, aturdidos, vencerlos, y ceñir mis
sienes como un victorioso guerrero con
el laurel del triunfo! Lleno pues de la soberbia y
vanidad que me infundió este método de enseñar, pasé
á la filosofía, traduciendo apenas a media rienda el
idioma latino, y á los tres años me hicieron creer
que era un filósofo completo, porque seguramente era
el mas griton, el mas tenaz, y el mas incontrastable
en defender las opiniones mas ridiculas y mas
falsas. Con tan bellas disposiciones emprendí la
carrera de la medicina por considerarla mas corta y
lucrativa que otra qualquiera, y la cursé en una de
nuestras Universidades, que en aquellos tiempos
tenia mucha fama. Allí, como en materia bien
dispuesta, se apoderó de mí el entusiasmo que
observaba en mis maestros de mirar como inerrable al
autor por el qual tenian precision de enseñar
exclusivamente, y de defender ; y habiendo
practicado con un profesor que habia mamado la misma
leche, llegué á ser médico. como dice nuestro sabio Feixoó; yo
que poseia en alto grado estas y otras qualidades,
llegué con el tiempo á adquirir mucho crédito entre
las gentes, lo qual acabó de engreirme. Persuadido,
porque así lo aprendí de mi maestro, que era yo un
autor á la cabecera del enfermo, creía perdido el
tiempo que gastara en leer á los que me podian
ilustrar: miraba con desprecio á los demas
profesores, y me reia á carcajadas de los que
miraban las ciencias auxiliares indispensables para
la perfeccion de un médico: mis remedios favoritos
eran las sangrías y las purgas, con cuyos medios
preparaba las cocciones y las crisis que veia con
anticipacion como por unos anteojos. Si el mal no
cedia, echaba mano de mis recetas, que siempre eran
las mas farragosas Con estos y otros remedios, de los quales
solo sabia el nombre, y contando siempre demasiado
con las fuerzas saludables de la naturaleza, me
reputaba no solamente un médico consumado, sino un
hombre á quien se debian erigir estatuas en el
templo de Esculapio. Verdad es que algunas veces me
hacia cosquillas la primera sentencia de Hipócrates,
que tantas veces habia oido, á saber: , &c. Pero como habia leido en un autor nuestra de mucha nota1, que desde la época del uso de los
remedios de que se supone inventor, : , &c. no fué bastante para disuadirme de
mi error. Estando pues en pacífica posesion de mi
mérito y superioridad, he aquí que de repente se
levanta una furiosa tempestad que aguó todas mis
dichas. Cierto número de médicos, á quienes tenia
particular ojeriza, se armáron contra mí, y me
batieron por el centro y costados, de tal modo que
me arrolláron con los bien dirigidos tiros de su
poderosa artillería. En vano me valí de toda la
robustez de mis pulmones, gritando contra ellos por
todas partes como un energúmeno; en vano, obligado
de las circunstancias, les propuse un armisticio; no
me diéron quartel, y al fin tuve que hacer una
vergonzosa fuga de aquel sitio, en donde había hecho
ántes un papel brillante, y en el que ya no era otra
cosa que objeto de la befa y escarnio aun de los que
fueron mis mayores apasionados. Juzgue vmd. la
impresion que haria en mi desmesurado amor propio
tan inesperado acontecimiento. Prófugo y errante,
sin tener otra cosa ya que perder, perdí hasta el
juicio que me quedaba. ¿Era el caso para ménos? En
tan lastimoso estado quiso mi buena suerte que
viniera á mi socorro un médico (como desearia yo
ahora que lo fuesen todos) prudente, político,
imparcial, desinteresado, afable, humano, nada
loquaz ni oficioso, sabio sin orgullo, y modesto sin
hipocresía, el qual bien informado de la causa de mi
mal, y habiéndome aplicado los remedios
convenientes, no solo tuvo la dulce satisfaccion de
verme curado, sino también la de desarraygar mis
antiguas preocupaciones, con lo que precavió mi
recaída. Parece imposible, pero lo consiguió. Tal
era el ascendiente que llegó á tener sobre mí este
bienhechor, tal la persuasion de sus voces, y la
fuerza y energía de sus razones. Entre otras cosas
que para mi desengaño é instruccion me de-xó, una de
ellas fué un discurso manuscrito que él mismo habia
formado, intitulado: cuya obra me dixo no
habia dado á luz por no considerarla
todavía libre de imperfecciones, y por temor á los
zoylos. ¡Qué libro, señor Regañon! ¡Qué libro… En él
aprendí que no hay otra ciencia que exîja mas
extension y profundidad de conocimientos, y que sin
anatomía práctica, fisiológia, patológia, física
experimental, química y botánica era imposible dexar
de andar á tientas en el exercicio del saludable
arte; en una palabra, allí me convencí de la
necesidad que tenia de principiar nuevamente mi
carrera para desempeñar tan delicado cargo con
alguna regularidad delante de Dios y los hombres. Di
principio pues por la lógica, que fué el principal
instrumento de que se valió mi compañero para
curarme, porque disipando con su poderosa luz las
densas nieblas que me ofuscaban, me dió á conocer la
enorme distancia que hay del charlatanismo á la
verdadera ciencia; del tino práctico, recurso comun
de ignorantes y desaplicados, al verdadero y fundado
acierto; de la falsa á la verdadera experiencia; y
entónces, entónces lloré sobre las víctimas que
habia inmolado con tanta ignorancia como presuncion,
y me hice cargo de lo difícil que es el arte de
observar en la medicina. Esta ciencia que tanto bien
me hizo, fué á la que me apliqué con preferencia,
bebiendo en las puras fuentes de Bacon y Condillac,
con cuyo auxilio, como con una resplandeciente
antorcha, emprendí el difícil camino de las ciencias
naturales, y no temí introducirme en el laberinto de
los sistemas médicos, de los quales procuré tomar lo
bueno, y dexar lo malo; y comprehendiendo desde
luego la necesidad de generalizar mis ideas, y de
formar por induccion de los hechos particulares un
cuerpo de doctrina que fuese como un punto elevado
desde el qual pudiese con mas facilidad examinarlos
todos (que es propiamente lo que debe entenderse por
sistema), adopté por mejor el que me pareció que con
mas seguridad conducia á la curacion de las
enfermedades, estando por otra parte persuadido que
es tal vez mas peligroso para la sociedad el médico
que se jacta de no proceder con sistema, que aquel
que sigue ciegamente aunque sean los mas erróneos.
No piense vmd. que todos estos conocimientos que fui
adquiriendo á fuerza de estudio y meditacion han
vuelto á excitar mi amor propio, ántes por el
contrario me han hecho mas circunspecto, mas tímido,
mas reservado, y mas ansioso de perfeccionarme, y me
han puesto en estado de conocer á los que están como
yo estuve, y compadecerme de ellos.
Zitat/Motto
fustibus et armis
Metatextualität
Como la loquacidad, la audacia, la
faramalla, los modales artificiosos, la sagacidad
para mentir aciertos, y despintar errores, eran en
aquel tiempo las partidas que acreditaban á los
médicos,
Metatextualität
como p. e. los polvos de Gutteta con su cráneo
humano, los bezoardicos de curvo, las
Confecciones, los philomos, las teriacas, y otras.
Zitat/Motto
Ars langa, vita brevis
Metatextualität
parece que podemos
levantar la voz (así se expresa), y dar un sentido
totalmente opuesto á dicho aforismo, diciendo cotí
la mayor satisfaccion y complacencia
Zitat/Motto
Ars brevis, vita longa
Metatextualität
Orígen, progresos, y estado actual de la Medicina,
con algunas reflexîones sobre las causas que
impiden su perfeccion,
Metatextualität
No se persuada vmd. que
nuestro Anónimo criticastro, y con él sus sequaces,
se corrijan con el doloroso parche de cantáridas que
ha aplicado á aquel el señor R. Ll. en el Numero 6
de su periódico.
Zitat/Motto
por línea recta del
Dios Baco
Zitat/Motto
Don Tiburcio Escamador
Zitat/Motto
un pigmeo y un herege en
la medicina.
Metatextualität
Volviendo á nuestro asunto, ¿qué
esperanzas se pueden tener del Anónimo, que no
contento con decir quatro tonterías contra la
doctrina Browniana, se vale de la ironía para
desacreditar la célebre Filosofía médica de Lafon?
¡La Filosofía médica de Lafon! ¡La obra que ha
llenado el deseo de los sabios, y que ha merecido
tan justos elogios de todos los que no son
empíricos!... Me parece que oigo decir á vmd.
¿Empíricos en el siglo XVIII? Eso no es posible: esa
secta corresponde á los siglos de ignorancia, pero
¿en nuestros dias? Vaya, no lo creo. Poco á poco,
señor Regañon, que no solamente los hay, sino que
alguno se jacta de serlo en letra de molde. Para
convencerse de esto no tiene vmd. mas que tomarse el
trabajo de leer la Memoria impresa en Murcia en el
año de 1802 sobre la curacion del mal venéreo
ensayada en diez enfermos (quando menos) compuesta
por el mismísima Padre del Chismoso, por el Autor
lacónico Pasagonzalo, por el Cisne
que cantó las glorias de Murcia en el famoso Rasgo
poético en dos cantos (¡qué cantos! ¡qué pinturas!
¡qué estilo tan igual! ¡qué lenguage! ¡qué fuego!),
por el que escribió la carta al señor Quizá-sucio
(¡qué equivoquillo!) y trescientas cosas mas. En
ella verá vmd. que su Autor no aspira á que le
llamen filósofo, pág. 1.ª (el sabrá por qué): que la
medicina debe su decadencia á la filosofía, pág. id.
(si hubiera dicho escolástica, hubiera dicho una
verdad): que la medicina dogmática quiere decorarse
con el pomposo título de ciencia, pág. 2.ª (hace muy
bien): que el buen empírico es el buen médico, pág.
4.ª (nequaquam); y finalmente que él se gloría de
serlo, pág. id. (con su pan se lo coma) Tambien verá
vmd. que la resolucion de un bubon venéreo es
siempre sospechosa, pág. 12. (segun y conforme): que
sabe de química lo que le basta para compadecer á
los que la creen indispensable para ser buen
clínico, pág. 3.
Zitat/Motto
de sacudir el tamo á
los majaderos porras,
Zitat/Motto
¿Quieres crítico
ser? En grave tono
Habla de todo, aunque de nada entiendas;
Y quando escribas, suéltale las riendas
Á la irascible, y al rabioso encono.
Lluevan pullas y chistes en tu abono,
Otra razon no des en tus contiendas,
Y al pobre Autor que criticar emprendas,
Llámale, si te place, Enano ó Mono.
Calla lo bueno que en sus obras vieres;
Un leve error lo pintarás tremendo,
Y si no hazle decir lo que quisieres,
Interpretando, ó sin temor mintiendo;
Que si un crítico grande así no fueres,
Serás un criticastro el mas horrendo.
Y si algun Don Rosendo
Te molesta sin término ni cabo,
Llama á Zavala que le corte el rabo,
Habla de todo, aunque de nada entiendas;
Y quando escribas, suéltale las riendas
Á la irascible, y al rabioso encono.
Lluevan pullas y chistes en tu abono,
Otra razon no des en tus contiendas,
Y al pobre Autor que criticar emprendas,
Llámale, si te place, Enano ó Mono.
Calla lo bueno que en sus obras vieres;
Un leve error lo pintarás tremendo,
Y si no hazle decir lo que quisieres,
Interpretando, ó sin temor mintiendo;
Que si un crítico grande así no fueres,
Serás un criticastro el mas horrendo.
Y si algun Don Rosendo
Te molesta sin término ni cabo,
Llama á Zavala que le corte el rabo,
Ebene 3
Que el curso elemental de Don
Casimiro Ortega, sobre ser muy incompleto, como tengo
demostrado en su comparacion con el curso del Doctor Plenk,
es perjudicial para la pública instruccion botánica, está
publicado de orden superior en la Coleccion de papeles sobre
controversias botánicas de Don Antonio Josef Cavanilles, con
algunas notas del mismo á los escritos de sus antagonistas,
en cuyo libro, página 274, dice aquel sabio botánico, entre
otras cosas: Con que, señor Poveda,
¿vmd. quiere que en nuestros Colegios se enseñe por un curso
elemental perjudicial? No ha de ser ya esto, amigo. De paso
advertiré á vmd. que con fecha de 13 de Abril de 1801 el
señor Ortega me escribió haber él mismo extendido el
capítulo de ordenanza por el qual se nos manda enseñar segun
su curso elemental, y manifestándome que le es indiferente
el que yo me atenga á su doctrina, ó que dicte á mis
discípulos con quadernos, no obstante desearia saberlo por
no cansarse en enviar exemplares para vender á las ciudades
en que estan nuestros Colegios. (Se continuará.)
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"Creo haber
satisfecho la obligacion que impuso á todos el señor
Ruiz: tal vez dirá con sobrada razon que debia empezar
por el curso teórico y práctico (de Don Casimiro
Ortega), cuyas equivocaciones y defectos son mas
perjudiciales. Así es, pero mis ocupaciones me impiden
anunciarlas ahora, esperando poderlo hacer en otra
ocasion, si algun botánico no lo hiciera antes en
beneficio de la ciencia.”
Con Real Privilegio.
Madrid
En la Imprenta de la Administracion del Real Arbitrio de Beneficencia.
1Masdevall: Relacion de las epidemias de calenturas, segunda edicion, páginas 10 y 11