El Regañón general: Núm.11.
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Núm.° 11.
Con Real Privilegio
Miércoles 8 de Febrero de 1804.
Level 2
Últimos sentimientos de un padre de
familia.
Secretaría.
Carta quinta. El Jugador
convertido.
Carta remitida desde la ciudad de la Plata en América, y puesta en la Gazeta de Goatemala del Lunes 14 de Marzo de 1803.
Level 3
Letter/Letter to the editor
Esposa mia, yo estoy malo: el
médico teme: la noche, qué larga: el bochorno, la
fatiga, el desvelo. ¡O pensamientos tristes, qué guerra
tan cruel hacéis á mi corazon! ¡Imágen terrible de la
muerte, aumenta tus espesas sombras! ¡Dulces retratos de
mi esposa amada, y de mis tiernos hijos, avivad vuestros
graciosos coloridos! Unios todos, y acabad con mi vida,
que empieza ya á ser muerte. Valor, fortaleza,
constancia, ¿me abandonais en el combate? Fuerte es el
enemigo, y yo muy débil: socorredme. Venid de parte del
Dios de los exércitos. Venceré el tenaz amor de la vida,
y el acerbo pesar de separarme de mis amadas prendas.
Romperé estas cadenas tan fuertes, como gratas, que
ligan mi corazon á la tierra. Paciencia, conformidad,
resignacion: amables hermanas, apacibles consoladoras
del hombre adolorido, baxad del alto cielo, ocupad mi
alma, desalojad los tormentos con que en estos instantes
paga el pérfido mundo los tributos continuos que he
ofrecido á su fatal imperio: someted dulcemente mi
voluntad rebelde á los sabios é irresistibles decretos
del Rey grande, despertad en mi alma la dormida
esperanza de una vida inmortal; sí, dormida entre los
arrullos traidores de la tierra. Entregada ésta
tranquilamente el frágil cuerpo que la pertenece, y
elevad mi espíritu ¿los pies del Eterno que le formó á
su imágen. ¡Santas virtudes! Convertid en
sacrificio expiatorio de mis yerros el dolor inmenso que
destroza mi pecho. Ceñidle al ménos á los justos límites
que el autor de la naturaleza señaló al precepto y á las
impresiones de amor que él mismo quiso que reynase entre
los hombres. Sí, Dios de la luz y de la gloria, tú
fundaste la esencia de tu adorable ley en las basas
santas del amor. Exîges para tí, por infinitos títulos,
el primero y el mas puro del corazon; pero quieres y
mandas el subalterno y reciproco entre los hombres, y
estrechas con mas eficacia este dulce vínculo, segun las
relaciones del ser que recibimos, uniones que formamos,
y otras conexîones razonables que contraemos. ¿Quién
estableció el sagrado é indisoluble lazo del matrimonio?
¿Quién dió la alta dignidad de Sacramento á la union de
dos sexôs de la especie humana? ¿No hiciste tú de los
dos una carne? ¿No fixaste en esta unidad el principio
de la reproduccion? Así es, ó Sabiduría infinita, como
fundaste las leyes y las impresiones del amor conyugal,
paternal y fraterno. ¿Os ofenderá pues, el amor inocente
con que mi corazón ama á la compañera, á los hijos y á
los hermanos que vos me disteis? ¿Agraviará vuestros
derechos supremos el sentimiento intenso de separarme de
mi propia carne, de los renuevos de mí mismo, y de unos
hermanos que por sus virtudes llevan dignamente el
nombre, y honran la memoria de un padre? No, Dios
grande, tú quieres y mandas que sigamos estos impulsos
tan nobles, tan agradables y tan necesarios. En esta fe,
y amenazado del despojo universal de todo lo terreno, y
de una partida sin regreso, me despido de lo que tengo
mas amado. Queridos hermanos, veinte y tres años han
corrido desde que recibiendo la bendicion de nuestro
buen padre me separé de su lado y del vuestro. El largo
tiempo, ni la inmensa distancia, nada han limado mi
fraterno afecto, ántes bien ha crecido por la constancia
del vuestro, y por otras virtudes que veo copiadas en
vuestras cartas, lazo único que ha unido nuestro trato
cariñoso y sencillo por tamos años. La muerte cortará
estos lazos, pero no nuestro amor. Yo os amaré siempre,
derramando á los pies del Excelso mis ruegos humildes
por vuestra felicidad. Vosotros me amareis, apreciando
mis yertas cenizas, la mitad de mi carne que os dexo en mi esposa, y mi sangre mezclada con la
vuestra corriendo por las venas de mis hijos. Amad estas
porciones de mi ser, que os recomiendo como mias, y como
vuestras. Entre todos formamos un cuerpo moral animado
por el amor. Si como uno de sus miembros falta mi
exîstencia, será como un brazo que falte al cuerpo
humano, continuando la vida en las partes que restan.
Sí, esposa, sí, hijos mios. Vivid con este consuelo;
confiad en ellos, sin olvidar jamas que teneis siempre
un Padre universal, no como yo pobre, miserable y
morral, sino de caudal infinito, de gloria inefable, y
de duracion eterna. Amad y temed á este Padre supremo:
hallareis la felicidad en la tierra, y participareis de
la herencia de los Santos. Grabad sus leyes en vuestros
corazones; meditadlas en casa y caminando; atadlas en
vuestras manos como divisa, y escribidlas en los
umbrales de vuestras puertas. No olvideis, hijos mios,
que desde muy tiernos años procuré alimentaros y
nutriros con la enseñanza y amor á estas santas leyes
que ahora os renuevo y recomiendo con todos los afectos
de mis entrañas. Si los frutos corresponden á las
semillas, os habré dexado la mejor y mas copiosa de las
herencias. Gozareis en la tierra toda la felicidad
verdadera que cabe en el polvo de la humanidad, y
caminareis dulcemente á la patria. Yo parto á ella con
el consuelo de haber observado en vosotros bastante
comprehension y docilidad para conocer, y para practicar
las virtudes; pero tiemblo y se eriza mi cabello
considerando los lazos innumerables que tiende el mundo
á la débil juventud para pervertir su inocencia, y
abismarla en la corrupcion. ¡Tristes pensamientos! No me
representeis á mis hijos olvidados de un padre, del
verdadero honor, y en fin, de un Dios. ¡Esperanza
halagüeña! Figurádmelos fieles observantes de la virtud,
y triunfantes de los vicios. ¿Qué vallado pondria yo á
vuestros corazones para resguardarlos de los ataques
demasiado fuertes de tantos enemigos que
intentarán su conquista? Bien sabeis que si Dios no
guarda la ciudad, en vano velan sus centinelas; poned
pues en su mano invencible la custodia de vuestras
almas. Rodeadlas de todas las virtudes, y cultivad éstas
con los medios abundantes y eficaces que ofrece la
Religion. Ella os presenta una madre tiernísima,
poderosa Reyna de los cielos, y Madre de Dios hombre.
Juradla por vuestra especial tutora. Consagradla
vuestros afectos, y hallareis el abrigo de su amparo,
defensa y direccion. Leed, meditad y esculpid en
vuestros corazones las preciosas letras de ese libro
divino, que tiene por autor al de cielos y tierra.
Habeis visto en estampas multitud de las maravillas que
contiene, oyendo de mi boca la explicacion que de cada
una pudo daros mi insuficiencia. Perfeccionad vosotros
estos diseños, y reglad vuestros pensamientos, palabras
y acciones sobre la moral pura y santa de las sagradas
Escrituras. Tendreis entonces una conducta
irreprehensible, y sereis objetos de complacencia á los
ojos de Dios y de los hombres. Vuestras virtudes serán
los mausoleos y los epitafios mas magníficos que podeis
consagrar á la memoria de vuestro padre, y que honren
igualmente la vuestra y la de vuestros hijos. Habreis
observado en mi conducta much mas de reprehensible que
de imitable; pero tened presente que el mal exemplo
jamas autoriza para la imitacion, y que de perversos
Saules han nacido virtuosos Jonatases. Si quereis
exemplos que seguir los hallareis abundantes y
excelentes en los libros sagrados, en las historias de
los Santos, y en la vida de las personas virtuosas.
Repasad tambien esa preciosa obrita de la: Escuela de
las costumbres, en que habeis leido bastante, y visto
exemplos y lecciones admirables para formarse, la mejor
conducta christiana y civil. Presida siempre en vuestra
lectura la intencion sincera de adelantar en las
virtudes. Alejad las ideas de una estéril y orgullosa
ilustracion, y en vuestras tareas proponeos siempre el
servicio de Dios, y la utilidad de nuestros semejantes.
Yo no dudo, hijos mios, que procurareis esculpir en
vuestros corazones estos últimos consejos que os da
vuestro padre al partir, como lo espera, para el reyno
de Dios. Buscad éste lo primero, para que todo os sobre
en la tierra, y volvamos á vernos en el inmenso seno del
Excelso. Ruego á su bondad se digne
bendecir mis palabras para que se arraiguen y
prevalezcan en vuestras almas. Tenga el amor ácia
vuestra madre todo el lugar que Dios os manda, y á que
es acreedora por este título tan sagrado, y por los
innumerables cuidados, incomodidades é inquietudes que
debeis á su amor desde vuestra concepcion hasta este
instante, y que continuará toda vi vida. Satisfaced
estas preciosas deudas con todo el amor,
consideraciones, respeto y veneracion de que son tan
dignas. Redoblad los esfuerzos de vuestro amor filial á
proporcion que se aumenten los dias de vuestra madre.
Sed sus consoladores en su viudez, y vivid todos baxo su
sombra en la union mas dulce y agradable. A Dios hijos
mios, echad vuestros brazos sobre mi cuello: corran por
nuestras mesillas mezcladas mis lágrimas con las
vuestras: paguemos este último tributo de dolor á la
naturaleza en la separacion de un amante padre, y de
unos buenos hijos. Esposa mia, mitad de mí mismo, amable
compañera de tantos años, llega, completa este triste
grupo de amargura y desolacion. Quánto te he amado en el
tiempo, para mí tan feliz de nuestra union, tú lo sabes.
Vuelve los ojos á mi alma sensible. Comprehende tú el
mar de afliccion en que zozobra. Acerca tu pecho para
depositar en él mis últimos suspiros. Exhale mi alma su
postrer aliento entre tus brazos: acabe el pesar lo que
ha comenzado la muerte. Potencias y sentidos avivad el
tumulto con' que destrozáis mi pobre corazon. Corazon
mio redobla los latidos con que intentas franquear las
barreras que te oprimen. Raudales de mis ojos romped los
diques, inundadme. Labios balbucientes, enmudeced: hable
solo el dolor, y oprima mi ser.... Hijos, amad á vuestra
madre.... Esposa, ama á tus hijos.... Hermanos, amaos
mútuamente. Porciones íntimas de mi carne y sangre,
objetos preciosos de mis afectos, delicias inocentes de
mi amor y ternura. A Dios hasta reunimos en su augusta
presencia con la vida inmortal de los justos.
Secretaría.
Correspondencia
literaria del mes.
Carta quinta. El Jugador
convertido. Level 3
Letter/Letter to the editor
Señor Regañon: Sepa vmd. que
soy un pobre viejo, avanzado en la senectud: mi
constitucion es tal que todo me displicenta: el mas
completo y adequado placer á mi carácter, para mí es
insípido, me incomoda. No obstante, vea vmd. lo que son
las cosas. Hasta aquí llegó
mi buen amigo, y aun hubiera proseguido si el
aproximarse la hora de retirarnos no me precisara á
interrumpirle, y así le dixe: todo quanto vmd. nos ha
expuesto está apoyado en la verdad: lo relacionado sobre
las tres circunstancias es sumamente constante; y yo que
he recorrido mucha parte de la España, he sido testigo
ocular de todo ello, y aun mas, de lo que no pude ménos
de condolerme, y moverme á conmiseracion. Pero, amigo
mio, sepa vmd. que ya está puesto el mas fácil, suave y
executivo remedio á quanto se ha lamentado: vea vmd. en
que consiste. Pamplona 20 de Enero de 1804.
Soy de vmd. fino apasionado G. Y. El ochenton.
General account
Cierto dia en
este presente año, habiendo salido, á pasearme con
el objeto de excitar el apetito, ó ganas de comer,
como suele decirse, trabamos conversacion dos amigos
y yo, ambos de tan tierna edad, que el que menos
raya en las márgenes de la decrepitud. Entre varias
materias que tratamos vino á tocarse la de la
sociedad, y tomando la palabra uno de mis dos
amigos, disertó así: „Ochenta y seis años ha que
exîsto en este pais; de las vicisitudes mas dignas
de mi atencion que han ocurrido en sesenta y quatro
años, puedo dar una sustancial idea. Sin embargo,
para no ser á vmds. molesto con narraciones difusas,
me voy á ceñir á lo que merece mas nuestra atencion,
cuya materia es esta. He observado con el mas
escrupuloso cuidado el incremento que ha tomado esa
que llaman moda, los progresos que ha hecho la
malicia, y el fomento que se advierte en las malas
costumbres. La moda está tan arraygada en la
actualidad, que es digno de deplorarse los esfuerzos
que se hacen por seguirla, pues olvidando cosas
harto precisas é indispensables, á ella sola se
atiende con el mayor conato; pero como es tan
magnífica y ostentosa, se sigue que ha de ser
sobremanera costosa, y desde luego exîge no débiles
medios: éstos no todos ni todas los tienen, pero el
seductor, el destructor estímulo de ser seqüaz de
tan bello y adorable ídolo hace buscarlos; ¿y cómo?
vean vmds. qué lindamente, así: el uno trampea, el
otro estafa, aquel trafica ilícitamente, éste pilla
ó roba quanto puede. La malicia vemos ya que ha
llegado al mas alto grado de perversidad: no bien
sale un niño de los umbrales de su tierna infancia,
quando en sus débiles operaciones se evidencia clara
y distintamente sus siniestras inclinaciones.
Subsiguen las malas costumbres, y vean vmds. la
depravacion en que estan
constituidas: el chico mas chico pasa muy
serenamente por delante del mas respetable anciano
con su cigarro en la boca; del mismo modo, sin
empacho ni miedo va á la taberna, y bebe con el
mayor descaro, en-la que sin el mas leve motivo
profiere mil picardías é insolencias. No para en
esto, aun hay mas: juegos que justa y severamente
estan prohibidos, y que los hombres (aunque no
todos) no osan exercitarlos, ellos haciendo un
pasmoso alarde de violar la ley, los usan. Se me
olvidaba: tambien saben chuscamente cortejar; pero
la gracia está en que los hijos de estos que llaman
ricos, no son mas escrupulosos: yo he visto ir á
estos á beberse el quartillito; los he visto
esconderse detras de una puerta á fumar; y
¿obsequiar á las damillas? ¡válgame Dios! con que
primor, con que garvito. Caballeros, ¿qué les parece
á vmds. de esto? ¿no es este un rápido torrente que
aniquila, y que totalmente destruye la preciosa
armonía de la amable sociedad? ¿no es este un
funesto canal por donde abundantemente y sin
intermision fluye el escándalo, el desorden y el
tumulto? y en fin, ¿no es este un principio de donde
se derivan los mas tristes, enormes é irreparables
daños? Si señores, esto es innegable: evidencia que
me tiene sumergido en un insondable abismo de
confusiones, y preocupa mi imaginacion de opacas,
tétricas y flébiles ideas; ideas que me ocasionan la
mas terrible opresion, y en su mayor fuerza me
compelen á exclamar. ¡Ó Dios mio! ¿es posible que
entre tanto proyecto como se inventa no se ha
incluido el de la reforma de las perversas
costumbres que reynan en el dia? De unas costumbres
digo, que si no se las pone un poderoso dique para
contener su rapidez, bien á nuestra costa veremos
sus míseras conseqüencias.
Metatextuality
En nuestra
Real Corte de Madrid, siete u ocho meses ha, está
saliendo un periódico titulado: El
Regañon general, éste tiene el objeto de regañar
sobre la mala sociedad actual; no ignora vmd quanto
concierne á ésta, que se reduce á extinguir los
malos hábitos que tiene contraidos, y estorbar los
que puede contraer. ¿Ya me ha entendido vmd? Pues
bien, oigame ahora el prodigioso efecto que ha
producido en un sugeto de medianas circunstancias el
insinuado periódico Número 2 del 7 de Enero de este
año, en el que el Censor del Tribunal informa sobre
el juego, origen funestísimo de infinitos desastres.
Por bien rara casualidad (ó disposicion de la divina
Providencia) llegó á manos del tal sugeto el
expresado papel, leyóle con gran atencion, y al
llegar al discurso del juego, cate vmd. que duplica
su fervor, y continua con la mas inexplicable ansia,
hasta tanto que la misma accion reiteró tres veces,
pero á la tercera ¡cosa extraña y singular! se ve
tan vivamente penetrado del evidente, constante é
irrefragable raciocinio del señor Censor, y le hacen
tanta impresion sus patéticas y convincentes
reflexiones acerca de lo que le sucede á un jugador,
que á su irresistible poder se rinde, y
generosamente abandona el juego, el maldito juego,
que por tanto tiempo ha sido el objeto de sus
amargas inquietudes: no solo esto, sino que cierta
suma que ganó la ha empleado en socorro de unos
infelices y honrados pobres. Vea vmd., señor
Regañon, si una cosa que tanto interesa, que puede
producir incalculables provechos, y que al mismo
tiempo es suceso efectivo, es digna de insertarla en
su periódico.