El Regañón general: Núm. 5.
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Nível 1
Núm.° 5.
Con Real Privilegio.
Miércoles 18 de Enero de 1804
Nível 2
Sigue el tratado sobre la instruccion
que se les dar á los niños
Secretaría.
Correspondencia literaria del mes
Nível 3
Ya dixe
en el Número anterior los inconvenientes que resultan de los
diálogos en preguntas y respuestas para la instruccion. Si á
mí me fuese preciso el formar un libro elemental de esta
naturaleza, yo no seguiria jamas el camino ordinario. En vez
de cargar como se acostumbra la memoria del niño con una
multitud de palabras y de definiciones, mi primer cuidado
seria hacerle ver que tiene necesidades, y que las
conociera: despues le haria ver igualmente que no puede
satisfacerlas sin la ayuda de sus semejantes, que estan
tambien sujetos á las mismas ú á otras diferentes; y que el
medio mas seguro de obtener de ellos este socorro, es
ofreciéndole uno mismo, y dándole á los que dependan de él:
luego haria que conociese que no hay mas razon en exîgir un
servicio de parte de los demas, que la que ellos tienen de
exigirlo de la suya, y que si él no quiere que se le haga
mal, debe abstenerse de hacérselo á los otros. De esta mútua
correspondencia de derechos y de obligaciones que tenemos
unos con respecto de otros, yo le conduciria en fin hasta el
gran principio de donde dimanan todos nuestros deberes ácia
los hombres, y que encierra las condiciones con las quales
nos podemos prometer vivir dichosos en su compañía. No hagas
á otro lo que no quieras que se te haga a tí. Toda esta
primera instruccion se reduciria á la aplicacion de esta
máxîma comparada al interes de cada uno, y para ella no
emplearía ni retórica, ni figuras, ni ménos metafísica. Así
que le hubiera hecho conocer la verdad de su contenido y sus
ventajas se la haria familiar por medio de exemplos que
pudiese entender bien, y que fuesen propios para inspirarle
horror por la ingratitud, respeto por la
justicia, y gusto por la beneficencia. Luego que el niño
llegara á aquel estado en que su razon le hace conocer las
verdades mas elevadas, le haria que conociese, en quanto lo
permitieran sus luces, al Ser eterno criador y conservador
del universo, que no quiere mas que el bien de sus
criaturas, y que lo ha dispuesto todo para asegurarles la
felicidad de que les ha hecho susceptibles. Sin embargo, no
le ocultaria en modo alguno los males á que está sujeto el
hombre por su constitucion, sino que se los compararia con
la multitud de bienes que disfruta, y con la esperanza de la
vida futura, en la qual el justo que haya cumplido los
mandatos de su Criador encuentra la recompensa de las
virtudes que ha practicado, y de los males que ha padecido
en el mundo. Yo haria que deseara esta continuacion de
exîstencia despues de la muerte, y que se instruyera en los
medios de facerla feliz. Ayudaria, tus deseos y su razon
solicitándolos y descubriéndolos en esta misma intencion
benéfica que brilla en todas las obras de la creacion, á la
qual deben todos los hombres concurrir con sus
conocimientos. Finalmente, le obligaria á que buscara una
guia mas segura que su razon, á la qual pudiese recurrir con
sus dudas, y consultar en qualquiera ocasion. En este estado
le haria que abriese los libros, sagrados de nuestra
religion, los quales nos dan el conocimiento mas perfecto de
nuestros deberes. La instruccion que yo le daria en nuestra
ley seria explicándole el contenido de dichos libros, y
haciéndole conocer la relacion tan grande que tienen con la
felicidad del hombre tanto presente como futura. Quando el
niño llegase á aquella edad en que debe entrar en el mundo,
y ser individuo de una sociedad á quien debe él por si mismo
ser responsable en lo sucesivo de sus acciones y conducta,
es preciso que se le hagan saber las condiciones con que, se
le concede la proteccion admitiéndole en su seno, lo que la
sociedad tiene derecho de exîgir de él, y lo que él debe
esperar de ella. ¿Quién impide pues que se le dé al menor
individuo del pueblo una idea general de las leyes que nos
gobiernan, que se le hagan conocer los privilegios y
atributos de que goza el Estado en que vive, y al mismo
tiempo las cargas que tienen las diferentes órdenes que
componen esta sociedad, de la qual es él una parte; que se
le muestren los medios de librarse del fraude y de la
injusticia, é inspirarle amor á la patria, sumision á las
leyes, respeto y obediencia á los que estan
encargados de su execucion, afecto al órden, y desinterés al
espíritu, &c. Esta instruccion remediaria muchas faltas
en las quales cae el comun del pueblo por ignorancia, y le
libraria de los peligros á que ésta le puede exponer. No
basta pues presentarle al pueblo libros elementales así como
el que acabo de proponer en compendio, aunque sean los mas
útiles; pues por mucho cuidado que se tenga en formarlos
arreglados á la inteligencia de todos, no se podra conseguir
jamas que lleven consigo la evidencia y la conviccion del
entendimiento, y que no haya en ellos una multitud de cosas
que necesiten explicacion. Por otra parte es presumir sin
fundamento el que una juventud que por lo regular no conoce
el valor de la instruccion, se dedicara ella misma á
aprovecharse de la que se le ofrece en los libros que se le
ponen entre las manos, sin que tenga necesidad de un zelador
que la haga estudiar. Seria muy bueno sin duda que cada
padre ó madre de familia fuese el maestro de sus hijos, que
pudiesen y quisiesen tomarse la pena de explicarles lo que
no comprehenden, familiarizarlos con estas instrucciones, y
exâminarlos en el uso y aplicacion cotidiana que de ellas
puedan hacer; pero ¿quinto abandono no se ve sobre este
punto en los padres, ya por un efecto de indiferencia, ó por
su incapacidad? Y ¿quántos hay que no pueden cumplir esta
obligacion natural sino á costa de su subsistencia? La
instruccion pública debe pues suplir este defecto,
socorriendo la insuficiencia paterna, y remediando los malos
efectos que podria producir un abandono tan pernicioso. Yo
no pretendo exâminar el por menor de las funciones de
aquellos sugetos que tienen á su cargo la educacion pública,
baste decir que es necesario mucho cuidado en la eleccion de
las personas para este destino. No es preciso que tengan
unos talentos sublimes, pero es indispensable que tengan
otras qualidades. Un sentido recto, un juicio sano y
despejado, una aplicacion y zelo sostenidos, y unas
costumbres buenas, es todo lo que se debe buscar para este
encargo, y en el estado en que estan las cosas debe uno
estar muy contento quando se encuentren sugetos que reúnan
estas circunstancias. En efecto, si se exâmina de que modo
se desempeñan estos empleos subalternos, quienes son los
individuos que regularmente los ocupan, que poco respeto
causan, y hasta que punto estan envilecidos, se diria sin
duda que la educacion es la cosa mas indiferente del mundo
¿Qué es pues un maestro de escuela segun la situacion en que
estan en el dia? De ordinario no es mas que un
hombre que no goza consideracion alguna en la sociedad, y
que no puede inspirarla á los que enseña, que se ve obligado
muchas veces á abandonar sus deberes por acudir á su
subsistencia, que no tiene autoridad alguna sobre los niños
que instruye sino en el momento mismo de la instruccion, que
no tiene inspeccion alguna sobre sus costumbres ni su
conducta, y que todo su encargo se reduce á exercitar la
memoria de los discípulos, imponiendo algunos castigos, tal
vez muy mal impuesto á los que faltan á sus preceptos, un
hombre en fin que de nada sirve sino en las horas que
enseña, y de la mas pequeña utilidad en estas horas mismas.
Estos son los individuos que forman las costumbres y el
carácter del grueso de la nacion, y así no se debe uno
sorprehender viendo el poco fruto que se saca de ellos. No
se puede dudar que si se escogieran mejor, también
corresponderian mejor al objeto de su institucion, pero para
esto era preciso el no estar reducido á tomar el primero;
que se presenta, sino que el empleo de maestro fuese un
objeto de emulacion hasta cierto punto; que los que fuesen
elegidos no estuviesen sujetos á la miseria y al menosprecio
que siempre la acompaña, y que puedan entregarse enteramente
á sus funciones sin exponerse á carecer de lo necesario para
su subsistencia, que su autoridad no se reduxese al recinto
de los muros de sus esquelas, que tuviesen intervencion en
la crianza doméstica, que diesen consejos á los padres de
familia, y aun que pudiesen reprehender á aquellos que por
su negligencia, su mal exemplo, ó sus discursos libertinos,
hiciesen perder á sus hijos el fruto de la instruccion
pública. No se tema por esto, que se alteré el órden
gerárquico que tienen los padres sobre su familia, haciendo
que intervenga en sus funciones una clase de sugetos
demasiado abatidos hasta aquí; al contrario, elevando la
clase subalterna que dirige la educacion, se elevará mucho
mas la superior, la qual al tiempo mismo de recibir socorros
está encargada de su inspeccion. El pastor que está obligada
á dar la última instruccion, y la mas necesaria á sus
ovejas, si está instruido por sus dependientes de muchas de
sus circunstancias, que no puede él conocer por sí mismo,
advertirá mejor las costumbres de su rebaño, y estará mas en
disposicion de gobernarlas, á mas de que el dependiente
mismo dirigido por su pastor podrá poner en práctica sus
intenciones con mayor fruto. Un maestro de escuela en un
lugar se debe comparar con la mayor propiedad á un Sargento en su compañía, pues su influencia en el
manejo y exercicio de la tropa es muchas veces mayor que la
del Capitán mismo. Así pues se podria exîgir que el maestro
de escuela diese cuenta de quando en quando á su pastor, no
solo de los progresos de sus discípulos, si no también con
particularidad de sus costumbres que cuidaria de examinar,
que sin hacer el oficio de espía ni fisgon le diese parte de
las observaciones que la familiaridad le hubiese
proporcionado hacer en lo interior de las familias, con
respecto á la educacion de los hijos, á fin de que obrando
los dos de concierto, se remediasen los desórdenes y las
negligencias que se cometan. Todo esto supone sin duda una
prudencia y una armonía entre el superior y el subordinado,
que muy pocas veces se encuentra. En el Número siguiente, si
hay lugar, concluiremos este tratado.
Correspondencia literaria del mes
Concluye la carta puesta en el Número antecedente
Nível 3
Se les deberia enseñar igualmente
á conocer todos estos caractéres diferentes, y á
distinguirlos bien unos de otros, mostrándoles las
circunstancias en que deben dar á entender á los que les
arman lazos, que los conocen, y que penetran sus designios y
artificios, y en las que conviene disimular y hacer como que
se ignora lo que son, y lo que maquinan contra uno. Confieso
que como la mayor parte de nuestra sabiduria consiste en
conocer á los hombres, este conocimiento no puede ser efecto
de algunas ideas superficiales, ni de una grande lectura q
sino fruto de la experiencia y de las observaciones
reiteradas de un hombre que ha vivido en el mundo con los
ojos abiertos, y que ha tratado con toda suerte de personas.
Por esto creo que es de la mayor importancia dar á los
jóvenes .estas ideas para que quando comiencen á entrar en
el mundo, y se embarquen en este vasto océano, no se hallen
en el estado de un piloto que se viese en alta mar sin
brujala ni mapa, sino que tengan ya algun
conocimiento de los escollos que pueden encontrar en el
camino, y qué sepan de antemano gobernar el timón, para que
no naufraguen desgraciadamente antes que los instruya la
experiencia. El padre que no se persuade que esto es lo mas
importante, y que es mas necesario buscar un buen maestro
para este fin, que no para aprender las lenguas y las
ciencias, no advierte sin duda que es mucho mas útil el
juzgar bien de los hombres, y el manejar prudentemente los
negocios que hay que tratar con ellos, que el saber griego ó
latin, el argüir en forma, ó tener la cabeza llena de
especulaciones abstractas, pues quien no tiene virtud, ni
conocimiento del mundo, ni urbanidad, jamas será un hombre
completo y digno de estimacion en qualquiera parte que viva.
Tal es la naturaleza de una gran parte de los conocimientos
que se enseñan en las escuelas de Europa, que qualquiera
puede pasarse sin ellos sin que su persona ó sus negocios
experimenten mucho detrimento. No sucede así con la
cortesanía y la prudencia, las quales son necesarias en
todos los estados y en todas las circunstancias de la vida;
y la mayor parte de los jóvenes tienen mucho que sentir por
faltarles estas dos qualidades, que generalmente son miradas
como cosas de tan poca importancia en la educacion de los
niños, que se cree que un maestro puede cuidar muy poco de
ellas, ó despreciarlas enteramente. La lengua latina y las
ciencias es á lo que principalmente se atiende, de donde se
sigue que se hace depender el punto principal de la
educacion de un jóven de los progresos que hace en estas
cosas, que no son las únicas que le interesan, sin darle á
conocer el mundo, en lo que se le deberia comenzar á
instruir desde la niñez. Si quando llegue á ser dueño de sus
acciones quisiese aplicarse á algun estudio particular, ya
para aprovechar las horas desocupadas, ó ya para
perfeccionarse en alguna de las ciencias de que su maestro
le habrá dado una ligera tintura, en este caso los primeros
principios que ya tendrá aprendidos bastarán para adelantar
quanto quiera, ó quanto le permita su talento; y si para
ahorrar tiempo y trabajo hallase por conveniente tener un
maestro que le allane todas las dificultades, no tiene mas
que elegir un hombre que entienda la materia á fondo. Para
la primera tintura de las ciencias que debe adquirir, no
necesita mas que de un maestro regularmente instruido. Para
lo que necesita un hombre completo es para un ayo que le inspire principios sólidos de virtud y de
modestia, que le enseñe insensiblemente á conocer el mundo,
que le estimule á amar é imitar lo que es excelente y digno
de estimacion le aplica á algunos estudios particulares será
para exercitar sus facultades intelectuales, para evitar la
ociosidad, para acostumbrarle al trabajo, é inspirarle algun
gusto á las cosas que después debe aprender mas exactamente
por sí mismo· Y puesto que no se puede esperar que tenga
tiempo ni valor para aprender todas las cosas, es evidente
que se le debe enseñar aquellas de que tiene mas necesidad,
y que son de mas freqüente uso en el mundo. Séneca se queja
de que en su tiempo se hacia lo contrario, y eso es que no
se conocía entonces todo el fárrago de libros escolásticos,
que tanto abundan ahora en nuestras escuelas. ¿Qué diria
pues si viviese en este siglo en que los encargados de la
educacion de los jóvenes creen que no pueden hacer cosa
mejor que poner entre sus manos esta casta de obras, y
llenar su cabeza de las vanas y ridiculas distinciones de
que están llenas? tendria mucho mas motivo de exclamar: Non
vitae, sed scholae discimus, no aprendemos á vivir sino á
disputar, y la educacion que se nos da nos hace mucho mas
propios para la universidad que para el mundo. Pero no nos
debemos admirar que los que disponen de la educacion de los
niños se arreglen mas bien á lo que ellos pueden enseñar,
que á lo que los niños tienen necesidad de aprender; y
establecida una vez esta moda, tampoco es de maravillar que
valga mas que la razon, y que la mayor parte de los que
hallan utilidad en seguirla, sin tomarse el trabajo de
exâminarla, blasfemen de los que no piensan como ellos, y la
desprecian. Lo que si es de admirar es que muchos hombres de
talento se dexan tambien engañar de la costumbre, y de una
especie de fe implícita; porque si quisiesen consultar á la
razon, ella les mostraria sin duda que sus hijos deben
emplearse en aprender lo que puede serles útil quando sean
hombres, y no llenar la cabeza de cosas frívolas, de las que
regularmente no se volverán á acordar en toda su vida, y de
las quales no tendrán jamas necesidad. Esta es una cosa tan
conocida, que aseguro que los padres mismos que á costa de
su dinero han hecho que aprendan sus hijos todas estas
insulseces, confesarán que no podrán estos al comenzar á
tratar con gentes manifestar la mas mínima tintura de sus
vanos estudios sin hacerse ridículos, ¡Admirable ciencia
aquella de que los niños, quando ya son hombres, se ven
obligados á avergonzarse en los sitios en que
tienen el mayor interes en manifestar su talento, y hacer
ver que estan bien educados! ¿No merecerá segun esto hacer
parte de su educacion? Hay todavía otra razon para cuida de
que la persona á quien se confia la educacion de un niño
tenga mucho conocimiento del mundo, y es que un hombre de
talento y de edad madura puede hacerle adelantar mucho en
qualquiera ciencia, aunque él no esté muy versado en ella,
pues los libros le subministran bastantes luces para poder
guiar á un joven, y mostrarle el verdadero camino, pero
nadie puede enseñar á otro á conocer el mundo, ni darle un
ayre de urbanidad y cortesía si él no tiene urbanidad ni
conocimiento del mundo. Es esta una ciencia: que debe
poseerla en propiedad, y que debe serle familiar por medio
del uso, del trato con los hombres, y del hábito Continuo de
arreglarse á lo que ha visto practicado y autorizado en las
mejores concurrencias; Si esto no le es natural no podrá
tomarlo de otra parte para enseñárselo á su discípulo, y aun
quando pudiese hallar en los libros una menuda descripcion
del modo con que un caballero debe portarse en las
diferentes circunstancias de su vida, su propio exemplo, mas
poderoso que todas las reflexîones, harian éstas enteramente
inútiles, porque es imposible que un joven sea culto si vive
entre gentes groseras y mal criadas. Bien sé que no se
hallan á cada paso ayos del carácter que acabo de describir,
ó á lo ménos que no se encontrarán por el estipendio que
comunmente sé les da. Así solamente digo que los que están
en estado de hacer estos gastos no deben omitir medio alguno
en una cosa tan importante, y qué deben saber lo que
principalmente han de exâminar en la eleccion de la persona
á quien quieran confiar la educacion de sus hijos, ó lo que
ellos mismos deben hacer miéntras los tengan baxo su
direccion, y no se figuren que todo el secreta de la
educacion consiste en que aprendan los niños el latin y el
frances, ó algun sistema abstracto de filosofia. J. L.