El Regañón general: Núm. 19.

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Nivel 1

Núm.° 19.

Miércoles 7 de Marzo de 1804.

Nivel 2

Secretaría
Correspondencia literaria del mes Continúa el Coloquio de la Carta primera.

Nivel 3

Sueño

Diálogo

An. Pero ¿esa incitabilidad dónde reside? Br. En los sólidos vivientes como una propiedad de ellos. An. Ya, ya, ¿con que es una propiedad? Acabáramos para mañana; no será, segun eso, ninguna cosa física y real, sino así como la combustibilidad en el leño, que ni hace, ni quita, ni pone en la sustancia de él. Br. No señor, la incitabilidad hace, y quita, y pone en la sustancia de los sólidos vivientes, como que no serian vivientes sin ella. An. Será pues una sustancia con su esencia y propiedad, que deberemos conocer. Br. Para nada importa eso, sea sustancia ó accidente, llámese qualidad oculta, propiedad, modificacion, ó como quisieren nombrarla, ninguna necesidad tenemos de conocerla, yo no la entiendo, ni sé lo que es, y sin embargo he revuelto al mundo con mi sistema, y tengo muchos y muy distinguidos prosélitos por todas partes. An. Dígame vmd. al ménos como ese duende produce la vida, salud y enfermedades de los vivientes. Br. Por la accion que en ella exercen las causas incitativas. An. Y ¿quiénes son esas señoras? Br. Todos los cuerpos que pueden llegar á contacto con el sólido viviente. An. Con que el contacto pone en accion á la incitabilidad. Será pues un cuerpo

Cita/Lema

tangere enim et tangi, nisi corpus nulla res potest
. Ahora digo que Cavanellas ha hecho muy bien en decir que es una cosa física y real, y que tiene figura corporal, y que es como un tronco. Br. Pues no ha hecho sino muy mal, porque el contacto de los cuerpos incitantes es con el sólido vivo, y no con la incitabilidad, la qual ni es cuerpo ni es espíritu, y así quando las causas incitativas afectan al sólido vivo, obran en la incitabilidad, pero sin tocarla al pelo de la ropa. An. Pues ¿cómo es afectada la incitabilidad por esos agentes? Br. Eso yo no lo sé. An. ¿De veras? Br. Muy de veras. An. Y ¿sabe vmd. si alguno de sus distinguidos prosélitos ha dado en ello? Br. Ninguno. An. Y ¿qué diablos es lo que vmds. saben? La incitabilidad es el fundamento del sistema, y ni la conocen, ni la entienden, ni saben como obran en ella las causas incitativas; ¿qué sólido edificio podrá levantarse sobre tan flacos y vacilantes cimientos? Br. Y te parecerá que has dicho algo; pues ven acá ignoranton; la materia prima de los peripatéticos, y sus qualidades ocultas ¿pudieran ser mas incomprehensibles ó menos embrolladas que mi incitabilidad? y sin embargo ¿has visto tú un sistema mas célebre ni mas durable que el peripatético? Tú debes de creer que para edificar un sistema se necesita la inteligencia de los principios en que se funda; pues vaya, sácame los ojos con qualquiera de los que han arruinado la medicina, y pruébame la claridad y evidencia de sus principios. An. Eso es pedirme un imposible. Br. Me alegro que lo confieses; mira, inocente, fundar un sistema es sentar una suposicion que se ha de admitir á la fuerza, y en siendo tal que por ella pueda darse una tal qual razon de la mayor parte de los fenómenos, ya tiene quanto necesita para ser admisible. Quanto á los fenómenos que no se pueden explicar por la hipótesi, se da tiempo al tiempo, hasta dar en su aplicacion, y entretanto se van remendando aquellas roturas como mejor se puede, y vamos andando. An. Eso no sabia yo, pero ya lo entiendo. Con que ello es que la incitabilidad habremos de admitirla sin examinarla, y como allá dicen á trágala perro. Br. Cabalitamente. An. Pues ya que es eso, pase, y mas que reventemos con ella. Br. Sí, hijo mio, eso es lo que has de hacer si quieres conseguir el glorioso renombre de médico Browniano. ¿Has leido mis Elementos de medicina, traducidos por el Doctor Serrano? An. Sí señor. Br. ¿Y tienes presente una nota que corre al pie de los folios 10 y 11? An. No señor. Br. Pues voy á referirtela para que veas las cosazas que se tragan mis distinguidos prosélitos; óyela.

Ejemplo

Un caballero, ocupado en una composicion literaria, que tema necesidad de un exercicio continuado de sus facultades intelectuales por espacio de mas de quarenta horas, se proporcionó para conseguirlo con la mayor energía, incitándose del modo siguiente: despues de haber comido bien se puso á su tarea bebiendo un vaso de vino cada hora: diez horas despues de haber comido tomó un poco de alimento, pero en poca cantidad, y por espacio de algunas horas despues se sostuvo con ponch, no muy fuerte, y quando ya se sentia con dispocision al sueño tomó cierta cantidad de opio, y así concluyó su tarea en quarenta horas. Tenia que imprimir en el instante lo que habia escrito, por otra parte tenia que corregir y reveer las pruebas, y emplear para esto el tiempo de cuatro ó cinco horas de actividad; para conseguir esto bebió juntamente con el impresor un vaso de ponch siempre que éste volvia con las pruebas. La sucesion de estímulo en este caso fué primeramente la comida, despues el estímulo de las facultades intelectuales, despues el vino, despues algun poco de alimento, ponch luego, al qual sucedió el opio, y finalmente otro vaso de ponch, y la conversacion.
An. ¿Y cree vmd. eso? Br. ¿Y qué dificultad tiene? An. Pero hombre de Dios ¿á quién le ha zurrido llenarse de aumento para despejar las potencias intelectuales? Br. Á qualquier Browniano. An. ¿Pero no se habia de emborrachar ese caballero con tanto vino? Br. Majadero, los caballeros no se emborrachan, no hacen mas de ponerse chistosos. An. Pero ¿y el ponch? Br. Miel sobre hojuelas. An. ¿Y el opio? Br. Excelente para no dormir. An. ¿Y cómo habia de imprimirse en quatro ó cinco horas el trabajo incesante de quarenta? Br. Ya eso es mucho apurar. An. No apuraba mal el tal caballero. Br. Esa dificultad puede salvarse trabajando en muchas prensas á un tiempo: así de una vez podian imprimirse quatro ó cinco pliegos que pudiera tener la obra. An. Suplico á vmd.: el impresor iba y venia muchas veces con las pruebas, como que á cada ida se tiraba un vaso de ponch entre pecho y espalda, haciéndole el duo al buen caballero, y en la suposicion de vmd. solo hubiera hecho un viage, y despavilado un quartillo. Br. Criminal eres. An. No, sino estrecho de tragaderas. Br. Ya veo que no serás Browniano. An. Mucho me costaria; pero vamos al grano, y digame vmd. cómo se hacen la vida, la salud, y las enfermedades de los vivientes por la incitabilidad y las fuerzas incitativas. Br. Mi prosélito Frank lo explica muy clarito. Oyelo pues:

Ejemplo

incitabilidad es lo mismo que vitalidad, incitamento es lo mismo que vida y y potencias incitativas es lo mismo que potencias vivificantes; y así, decir que las fuerzas incitativas obrando sobre la incitabilidad producen el incitamento, es lo mismo que decir que las fuerzas vivificantes obrando en la vitalidad producen la vida.
An. La razon de la sinrazon que á mi razon asiste, de tal manera mi razon enflaquece, que con razon me quejo de la vuestra fermosura. Br. ¿Y qué quiere decir eso? An. Nada, señor Doctor, me acordaba ahora de D. Quijote, ha sido distraccion, continúe vmd. Br. Con mucho gusto. Cada viviente recibe en el instante de su formacion una partija de incitabilidad, pero limitada en términos, que de allí adelante siempre va teniendo ménos, y nunca torna á tener mas, ni aun tanta como entónces... pero me parece que estás distraido. An. Me ha ocurrido una cosa. Br. Dila, y veamos. An. Que llamemos incitados á los vivientes, y armaremos un lenguage que no lo entiendan los mismos demonios, v. gr. los incitados deben su incitamento á la incitabilidad, afectada por las potencias incitativas, ¿qué le parece á vmd.? Br. No tengo inconveniente, porque todos los vivientes son real y verdaderamente incitados, pero como nunca se Íes ha llamado de ese modo, quizá seriamos criticados por la novedad. An. Por eso no se detenga vmd,, la cosa tiene exemplar:

Ejemplo

el caballo de Calígula, que era viviente sin duda ninguna, como que fué Cónsul y Presidente del Senado Romano, se llamaba incitatus, y dicen que gobernaba con mas acierto que su amo el Emperador.
Br. Hablaremos de eso. Ahora atiende y entiende: esta incitabilidad está como clavada ó embutida en el sólido vivo, y si no la afectan, jamas se mueve, si no queda en perfecta quietud, y el sólido cesa de vivir. An. ¿Se irá la incitabilidad á otra parte? Br. No sé yo si se va, ni si se queda; lo que me consta es que entonces muere el sólido. An. No extrañe vmd. la pregunta, porque aunque entre Brownianos sea brillante la siguiente proposicion: el sólido incitado con toda su incitabilidad embutida, puede estar sin incitamento, en el lenguage vulgar y corriente disonaria muchísimo la expresion del mismo pensamiento, porque substituyendo á los términos sus equivalentes, resultarla así: el sólido vivo con toda su vitalidad embutida en él, puede estar muerto. Br. No dices mal, pero á eso se ocurre con nuestro lenguaje enigmático. An. Si la incitabilidad desamparase á aquel incitado, y se fuese á colocar en otro, ya tendria la cosa otro ver. Br. No era mal remiendo, pero eso viniera á ser la metempsicosis de la incitabilidad, y oliera á pitagorismo. An. Con que la incitabilidad se queda allí en el sólido muerto. Br. Tampoco, tampoco, porque entonces existiera la incitabilidad en el desincitado, es decir, la vitalidad en el muerto. An. Válgame Dios, pues ¿cómo se ha de entender eso? Br. Hijo mio, de ningun modo: ¿no has observado que la primera proposicion que yo siento se reduce á que la incitabilidad, sea qualidad ó sustancia, sea macho ú hembra, sea pez ó rana, existe en el viviente sin saberse cómo ni por qué, pero es el resorte principal de la vida, de modo que sin ella no tenemos á nadie? An. Sí señor, lo he observado, y eso es lo que me desespera, que se haya de fundar un sistema de medicina sobre principios tan vagos, inciertos y confusos; por Dios, señor Doctor, que me dé vmd. alguna luz sobre ese diantre de incitabilidad, que como es tan nueva la voz, y el pensamiento tan original. Br. ¡Nueva la llamas, y original al pensamiento! Pues sabe que la idea cuenta sobre veinte y tres siglos de antigüedad. An. ¡Qué dice vmd.! Br. Lo que no quisiera, pero aunque á pesar mio, la cosa es innegable. An. Vmd. me volverá loco. Br. ¿No has leido á mi distinguido prosélito Don Miguel Josef Cavanellas, Doctor en Medicina y Cirugía, Médico de los Reales Exércitos, y del Real Hospital de Cartagena, Socio de la Real Academia Médica-Matritense, y de la Real Sociedad de Sevilla? An. ¡Válgame Dios, y quántos títulos tiene ese señor! Pobre de mí, que no puedo presentar mas que los de cofrade de una hermandad de Animas, y subscriptor al Memorial literario. Br. Pues lee á los folios 14 y 15 de su Ciencia de la Vida, y

Ejemplo

allí verás como Hipócrates y Galeno conocieron la incitabilidad, solo que la llamaron cálido inato, como la habian de llamar otra cosa
. An. Doctor, crea vmd. ó no lo crea que tengo muy leido á Hipócrates, y que hace lo ménos veinte y un años, siendo y o practicante en el Hospital General de Madrid, traduxe á versos castellanos los pronósticos y epidemias de este grande hombre, con el único fin de poderlos retener mejor en mi memoria; y en suma, que me atrevo á recitar de coro libros enteros de dicho autor, señaladamente de los genuinos; pero lléveme el diablo, y sea ahora mismo, si Hipócrates ha dicho ni una sola palabra de la incitabilidad de vmd.; de Galeno no diré tanto, aunque pudiera mucho, pero lo mismo pensó él en quanto al cálido inato, que su autor Hipócrates, y ni uno ni otro dixéron nada que tenga alusionninguna á la incitabilidad que vmd. establece. Br. Brabamente habrás tú leido á Hipócrates; mi prosélito no es hombre que habla á trompon, él cita al autor en sus libros de Veteri Medicina, y de Carnibus, y el aforismo 14 de la primera seccion; y á Galeno en los comentarios de aquellos libros, y asegura rotundamente que:

Nivel 4

''No solo confiesan que el cálido inato constituye esta fuerza admirable de la facultad que nos gobierna, sino que da movimiento al cuerpo, que es el único que lo formó en su mismo principio, y continuó en aumentarlo y nutrirlo hasta la muerte; que los que crecen abundan de él, y los ancianos lo tienen en corta cantidad, y aun añade que creen que es inmortal, y que ve, oye, entiende y sabe todas las cosas presentes y futuras”
y en vista de todo esto exclama mi hombre, ¿qué pintura puede hacerse mas exacta de la incitabilidad?.... No queda duda que el cálido inato de los antiguos, y la incitabilidad del Doctor Brown son una misma cosa: ¿tendrás valor para replicar todavía? An. Déxeme vmd., Doctor, que estoy aturdido, Br. ¡Aturdido! y ¿de qué? An. Dígame vmd., señor, ¿ha leido vmd. á Hipócrates? Br. A un sabio de mi gerarquía no se le hacen semejantes preguntas, debe suponerse que lo he leido y aun releido. An. Lo creo así, pero ¿tiene vmd. presentes los pasages alegados por Cavanellas ? Br. Eso ya es otra cosa, no me acuerdo ni de una sola palabra. An.

Metatextualidad

Para el caso es lo mismo, y así entienda vmd. ante todas cosas que el libro de las carnes ó de los principios (y lo mismo sucede con el de Veteri Medicina) es tenido por apócrifo en unánime sentir de todos los críticos, que lo suponen escrito en tiempos muy posteriores á Hipócrates, fundándose en varias y muy sólidas razones, y señaladamente en el absurdo sistema que trae de la formacion del mundo y de los animales, que parece ser un revoltillo de los errores de Heráclito y de los peripatéticos; esto supuesto, oiga vmd. ahora para su consuelo toda la doctrina alegada por Cavanellas, que como él cita los pasages, pero sin traerlos, quiero yo recitárselos á vmd. de pies á cabeza; así dice pues el pseudo-Hipócrates, autor del libro de Carnibus.
Lo que llamamos cálido me parece que es inmortal, y que entiende, ve y oye, y sabe todas las cosas presentes y futuras. De este pues una grandísima parte, quando todo andaba revuelto, escapó al espacio superior, y me parece ser eso á lo que llamáron ether los antiguos. La otra parte inferior se llama tierra, elemento seco y frio, sujeto á muchas agitaciones, y hay mucho cálido en él. La tercera parte ocupó el lugar medio del ayre, y allí hay algo de cálido. La quarta obtiene el Jugar inmediato á la tierra, y es cosa muy húmeda y pingüe. Pues como ántes todas estas cosas anduviesen revueltas, y girasen á la redonda, mucha parte de cálido quedó encerrada en la tierra; aquí quedó mucho, allá algo menos, y en partes muy poco, pero la totalidad fué copiosa, y con el tiempo estas partes encerradas en la tierra como en unas vaynas, por el cálido producen las putrefacciones; y así calentándose por largo tiempo, todo aquello que en la podredumbre de la tierra era pingüe y de muy poca humedad, secóse prontísimamente, y tornóse en huesos. Lo mas glutinoso, pero mezclado con frio, aunque fué calentado, no pudo secarse, ni tampoco permanecer húmedo, y por eso tomó una forma mas diversa de los otros, y los·nervios se hiciéron sólidos por no haber mucho de lo frio en ellos, pero las venas tenian mucho de lo frio, y de aquello frio, lo que alrededor era muy glutinoso, resecado por el fuego hizose membrana, y lo que era meramente frio, calado por el fuego, disolvióse, y quedó fluido. Ahora, señor Doctor, hágame vmd. el gusto de decirme en que se parece este cálido á la incitabilidad de vmd. Este calido mueve á todas las cosas, y la incitabilidad es movida por ellas, y á nadie mueve por sí. Este cálido ve, y oye, y y entiende, y lo sabe todo, y la incitabilidad ni ve, ni oye, ni sabe nada, ni nadie sabe de ella. Este cálido es inmortal, y la incitabilidad ni vive, ni muere. Este cálido va arriba y abaxo, y se escapa, y vuelve, y torna, solo ó acompañado, Y la incitabilidad se está enclavada en el sólido viviente. Este cálido consume las cosas, y la incitabilidad es consumida por ellas. En fin, por qualquier parte que la cosa se tome, no se pudo imaginar disparate mas gordo que suponer al cálido insto de los antiguos idéntico con la incitabilidad Browniana. (Se continuará.)

Con Real Privilegio.
Madrid

En la Imprenta de la Administracion del Real Arbitrio de Beneficencia.