El Regañón general: Núm. 18.
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Núm.° 18.
Con Real Privilegio.
Sábado 3 de Marzo de 1804.
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Tribunal catoniano. . Este Tribunal acordó que se pasase el expediente al
Censor, lo que se executó en el mismo dia, y con fecha de 16 del
mismo responde lo siguiente: En cumplimiento de este acuerdo se pone aquí
esta comparacion, que es como sigue, advirtiéndose que las
pulgadas y líneas son del pie que se usa en Francia. Mes de
febrero. Barómetro. Del Diario. Del Regañon. Error. Dias. Pulg.
Lín. Pulg. Lín. Lín. 3 25 10,5 26 3,0 4,5 4 26 0,0 26 4,4 4,4 5
26 2,0 26 6,3 4,3 6 26 1,0 26 6,8 5,8 7 26 1,0 26 4,9 3,9 8 26
3,0 26 7,0 4,0 9 26 3,0 26 7,5 4,0 10 26 2,0 26 5,5 3,5 11 25
10,0 26 2,1 4,1 12 25… 9,0 26 1,5 4,5 13 25 10,5 29 2,9 4,4 14
25 11,0 26 3,2 4,2 Termómetro. Del Diario. Del
Reg. Error. Dias. Grados. Grados. 3 9,0 8,4 1,4 4 9,0 6,7 2,3 5
7,0 5,0 2,0 6 8,0 5,2 2,8 7 10,0 8,0 2,0 8 7,0 5,8 1,2 9 7,0 4,5
2,5 10 8,0 6,1 1,9 11 8,0 6,0 2,0 12 8,0 7,6 0,4 13 2,0 7,9 5,9
14 7,0 5,6 1,4 Secretaría.
Correspondencia literaria del mes. Carta primera.
Metatextualität
La Secretaría hace presente que en 15 de Febrero
se le entregó un Memorial de un vecino de Madrid en que
solicita que este Tribunal declare nulas las observaciones
del barómetro y termómetro que se publican en el Diario de
Madrid, por parecerle que no es correspondiente á un pais
civilizado el que se estampen impunemente tantos desatinos
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"El
Censor se ha enterado de la solicitud del vecino de Madrid
en razon de que se declaren nulas las observaciones del
barómetro y termómetro que se publican en el Diario de
Madrid, por no deberse permitir que se estampen estos
disparates diarios en una Corte civilizada, donde florecen
las ciencias, y concurren gentes de todas naciones. El
Censor ha visto con pena en los antecedentes que la
Secretaría ha agregado á este expediente, que no han
producido efecto alguno las varias amonestaciones que en
diferentes tiempos se le han hecho al Diario en razon de
estos dislates, y juzga muy propio de los regaños, y zelo
del Tribunal que tome alguna providencia para cortar este
abuso de la ignorancia. Ni tampoco puede desentenderse que
corresponde á una Capital ilustrada de Europa, donde no debe
dexarse sin el correspondiente sepanquantos semejante ofensa
á la ilustracion. ¿Qué dirán los nacionales y extranjeros al
ver que calla este Tribunal viendo el Diario testimonia
cotidianamente mintiendo observaciones, y levantando falsos
testimonios al peso y temperatura del ayre? ¿Qué juicio
formará del influxo de ello en la salud y enfermedades de
los hombres el médico diligente que quiera guiarse por lo
que el Diario llama barómetro y termómetro? Y
¡desdichado del extrangero observador de Londres ó Paris que
funde algun cálculo ó conseqüencia en los datos que le
subministre el Diario de Madrid! Por tanto, entiende el
Censor que vista como está la falsedad de las mencionadas
observaciones, y en atencion á no haberse aprovechado de las
amonestaciones que en diversos tiempos se le han hecho, se
sirva el Tribunal declarar nulas todas las observaciones
llamadas meteorológicas del Diario de Madrid, y que se le
ponga á la vergüenza, ésto es, se fixen en parage público
las observaciones del Diario, comparadas con lo que
realmente se observó, lo que podrá hacerse ahora por primera
vez, y con apercibimiento de que no cumpliendo con lo que se
debe al público y á la nacion, se procederá á tomar otra
providencia, ó el Tribunal acordará sobre todo lo que fuere
de su agrado. Dia 17. Acuerdo del Tribunal. "Como lo dice el
Censor, y publíquese la comparacion de las observaciones del
Diario, ya mencionadas, tomando las hechas á las doce del
dia.”
Correspondencia literaria del mes. Carta primera.
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Señor Regañon:
Ya se acordará vmd. de aquel cerdito enfermo de colorin, de
que le hablé en mi última carta; pues ha de saber vmd. que
cediendo al dictámen de Zabala consentí en que se le
cortasen rabo y orejas, con lo que perdió muchísima sangre,
y ganó muchísima salud, en términos que romanado ayer, dia
feliz de su degollacion, pesó catorce arrobas y media fuera
de taras: bien conocerá vmd. que mi gozo habrá sido grande;
Viniendo ahora al motivo de escribir
esta, dice el autor que si yo he leido y entendido á Brown,
no puedo ignorar que ha tratado de las enfermedades
esténicas ó inflamatorias, como procedentes de una
disposicion diametralmente opuesta á la debilidad directa ó
indirecta, en cuyo caso prescribe, no el vino a pasto, ni
otras borracheras, sino las sangrías, la dieta tenue y
vegetal, los purgantes, &c. Mire vmd., señor Regañon, lo
que es leer al Brown es verdad que lo he leido, confieso mi
pecado, pero lo que es entenderlo no lo crea vmd. aunque se
lo aseguren conjuramento, porque á fe de hombre de bien (que
lo soy á ratos) no lo he podido conseguir, sin embargo de
haberme hilvanado los sesos, y pedídole al Señor con todas
las veras de mi corazon que me concediese aquella gracia, si
me convenia; y ¿sabe vmd. que debe de ser? que yo soy un
porro, porque ello debe de ser cosa clara, corriente, y que
se beberá como agua. Ahora tengo entre manos la obra mas
estupenda que ha dado á luz el mas distinguido prosélito de
la nueva doctrina (y sea esto dicho sin agraviar á nadie),
intitulase: Ciencia de la Vida, que solo el título vale un
imperio, y su sabio autor el Doctor Cavanellas prueba como
dos y dos son quatro que no es la medicina un arte obscuro y
lleno de incertidumbre, sino una ciencia tan evidente y
demostrable como las verdades matemáticas, porque, gracias
al Doctor Brown, ya tienen los médicos
principios infalibles en que fundarse, de modo que si á un
Browniano se le muere una docena de enfermos, no será ya por
falta de ignorancia, como se suele decir, sino porque
tendrian sus dias cumplidos, o por habérseles acabado la
incitabilidad, ó una cosa así. Me alegraria que leyese vmd.
esta obra (que puede ir en carta), y allí veria lo que es un
buen talento, y como Dios favorece á quien es su santísima
voluntad, para que vea y entienda, y toque y palpe las cosas
mas delicadas y metafísicas no solo de este mundo malo en
que nosotros vivimos, sino aun todas las maravillas y
fenómenos del mundo imaginario de Brown, v. gr. la
incitabilidad es un demonio de quisicosa que: y ó no he
podido entenderla jamas, y el Doctor Cavariellas no solo la
ha visto y entendido, sino que ha demostrado ser una cosa
física, real y verdadera, y que tiene figura corporal, no
así como nosotros, sino á manera de un tronco, con sus
ramas, de dos en dos, como los Doctrinos quando van en
comunidad; en suma, yo no sé como se compone que unos vean
tan claro y otros tan turbio, sin embargo de aplicar al
objeto toda la vista y atencion posibles. Como la
incitabilidad es el titere mental que da la ley en el
sistema de Brown, y que su ahorro, economía y dispendio son
el causa causarum de la vida, salud y enfermedades de los
vivientes, y como estos nunca llegan á morir sino por
quedarse, digámoslo así, con toda su incitabilidad en el
cuerpo, que es lo que constituye la debilidad directísima, ó
por dispendiarla toda, que es lo que hace la debilidad
indirectísima, nada tiene de particular que no atinemos con
la naturaleza de un vicho tan sutil y activo, si puede
llamarse activo un ente de razon, que por otro lado no tiene
accion propia ni espontánea para la vida, salud y
enfermedades de los seres animados; pero á pesar de ser
constante esta dificultad, tambien lo es que si no se tienen
ideas claras, obvias y sencillas de los principios de un
sistema, será este siempre obscuro, embrollado y metafisico,
y aunque sus máxîmas parezcan claras y evidentes á los que
admiten como ciertos é inconcusos los dudosos é
incomprehensibles principios del sistema, parecerán muy
absurdas y erróneas á los que verán en aquellos principios
unas arbitrarias suposiciones, destituidas de racional
fundamento; así, pues, pareciéndome indispensable adquirir
una idea exâcta de la incitabilidad, para admitir ó desechar
el sistema de Brown, jamas he podido salir con mi empeño, ni
he conseguido otra cosa que un convencimiento
íntimo de ser la cosa imposible, al ménós para mí. Esta
seria la razon que tuvo el Doctor Serrano para echar delante
de su traduccion de las Elementos de medicina de Brown, la
discretísima lógica de Du-Marsays, que aunque no haria el
disfavor á los profesores de medicina de suponerlos
ignorantes de los conocimientos de la lógica, sabria empero
que para entender aquel autor no bastaria una lógica regular
y corriente, sino una particular y determinada como la que
nos ofreció, y en efecto, para avenirse con el sistema
Browniano no se pudo escogitar cosa tan adequada como la
lógica de Du-Marsays: es tal esta lógica, que qualquiera que
llegue á iniciarse, no diré en toda ella, sino solo en su
primera qüestion, á saber: la diferencia que hay entre el
ángel y el alma humana, ya puede sin miedo entrarse por la
doctrina Browniana como Santiago por los moros, y hallar lo
que es incitabilidad, incitamento, fuerzas incitativas,
debilidades directas é indirectas, predisposiciones
morbosas, esternas, astenias, y todo lo otro mucho y bueno
que el sistema tiene: yo sin embargo he sido tan escaso de
entendederas, que no he podido hallar la diferencia que el
autor establece, y es como sigue. Toda la diferencia que
ponen los sabios entre el ángel y el alma humana, es que el
ángel es una sustancia completa, y que el alma es una
sustancia incompleta, es decir, que el ángel tiene todo
quanto necesita para ser ángel, y existe independiente de
toda otra sustancia, en lugar de que el alma humana debe
estar unida al cuerpo, al modo que un pie y una mano tienen
relacion al cuerpo; en una palabra, el ángel es un todo, en
lugar de que el alma no es mas de una parte. Yo, con mi
lógica parda, diria que la diferencia señalada por el autor
exîstirá quizá entre el ángel y algun alma de cántaro que
suponga ser corno los caballos y los jumentos; exîstirá,
digo, en su erróneo modo de pensar, porque de otro modo
seria menester que al alma humana la faltase algo pata ser
alma, como al ángel nada le falta para ser ángel, porque
pudiendo el alma humana existir, y exîstiendo realmente
separada del cuerpo a quien animó, claro es que nada la
falta para ser un todo tan completo en su línea como lo es
el ángel en la suya; que si Dios quiere criar las-almas, y
unirlas primero á los cuerpos que han de mandar, no por eso
se ha de decir que mendigan su existencia de los cuerpos que
obedecen á su soberanía. Si Du-Marsays dixese que el alma es
una parte del hombre, y no un hombre completo,
diria muy bien, pero de esto no resultaria la diferencia que
busca ente el ángel y el alma, sino una diferencia entre el
ángel y el hombre, hallando que el primero era un ser
simple·y puro, y el otro un compuesto de dos seres de
diversísima naturaleza. Vea vmd. aquí, amigo Regañon, como
habiéndole atascado la burra que traia el ato de mis cortas
entendederas al primer atolladero de la lógica Du-Marsyana,
no es de admirar que·hasta el dia de hoy esté yo metido
hasta los sobacos en el fango de la incitabilidad, sin
hallar manera para salir de él por mas que he forcejeado con
la imaginacion, y dado mas vueltas y revueltas que mis
flacas fuerzas pueden resistir; por último, una noche
acalorado ya mi cerebro con aquellas imaginaciones, y dado á
las furias de no poder sacarle pua al maldito trompo de la
incitabilidad, , iba descabalando mis sesos, y
Metatextualität
pero no habiendo ninguno
que sea cumplido en esta picara vida, se acibaró mi
contento al leer la carta quinta del periódico, porque
su autor me llama criticastro, y dice que he levantado
un testimonio al Doctor Brown, y me coge un renuncio que
llama malicioso, y se reduce á suponer que en la
doctrina Browniana todas las enfermedades proceden de
debilidad directa ó indirecta, y con este motivo me dice
cosas que yo no quisiera haber, entendido, que aunque
voy de máscara yo no sé que diablos se
tiene esto que llaman amor propio, que de qualquier modo
se lastima quando le tocan. La verdad sea dicha, señor
Regañon, yo no he criticado en aquella carta el sistema
de Brown, porque á pesar de tener su doctrina tantos y
tan distinguidos prosélitos como asegura el autor de la
carta quinta, no entiendo que merezca la pena de que se
haga de él una crítica buena ni mala; harto seria hablar
del asunto al sesgo, y no de frente, por casualidad, y
no de intento, porque no es culpa mia que haya tantos
cazadores de moscas en el mundo; el tiempo, que cura mas
que el sol, los sacara de su manía, y el sistema de
Brown tendrá el paradero que los de Themison, Galeno,
Hofman y Boherave. Digo esto porque sentiria muchísimo
que mañana ó el otro se me cayese la mascarilla, y me
señalaran con el dedo por esas calles, y dixeran: . Verdad es que hice un poco
de burla del sistema, pero eso no es criticarlo, ni por
quien se dixo, y así conviniera que me llamase burlon ó
satírico, que esos epitetos me vendrian como á un Santo
dos velas, pero lo de criticastro le aseguro que no es
conmigo.
Zitat/Motto
aquel es el que gastó la
pólvora en salvas
Metatextualität
arrojé como de
una honda el libro, que como á Don Quixote los de
caballerías
Allgemeine Erzählung
echeme á dormir á pierna
suelta, resuelto á no pensar en tal duende por secula
sin fin: fue pues el caso, que á poco hube de dormirme,
y hetele aquí que se me ofrece en sueños un personage,
ni alto ni baxo, ni flaco ni gordo, en suma, un hombre
como muchos, y que á mi ver no tenia nada de particular,
sino venir rebujado en una capa raida, y ceñida la
cabeza con una guirnalda de pámpanos:
Traum
paróseme delante, y miróme
con tal cuidado y atencion, que hube de preguntarle
quien era: soy, respondió, el famoso Doctor Brown, y
extraño muchísimo que no me conozcas. Ah, señor
Doctor, le dixe, y cómo habia yo de conocer á vmd.
con ese ropage tan traido y mal aliñado: el hábito,
me replicó, no hace al monge, e arrebozándose
descubrió la todalidad de su persona, que traia
vestida, no diré si de correales, ó de pieles de
cueros viejos, por parecerse tanto estas dos
materias. Ya veo, le dixe entonces, que vmd. es el
mismo Doctor Brown, y tambien entiendo ahora por qué
se dixo mucho hace que baxo de una mala capa suele
haber un buen bebedor: es así, me dixo, y si tú lo
fueras ya podias vivir seguro de que nunca llegarias
á enfermar de gota; yo la padecí largo tiempo,
empleé para mi alivio infinitos medicamentos
inútilmente, y por último hallé en el vino mi
consuelo; entónces abrí mis ojos á la luz, y
descubrí el sistema de la incitabilidad, que tal y
tan feliz revolucion ha causado en la medicina, y
tan célebre y famoso hace mi nombre. En fin, nuestra
conversacion ya entablada continuó como se puede ver
en el siguiente: Coloquio entre el
Doctor Brown y un Anónimo. An. Señor Doctor, así los
acebuches le den; á vmd. uvas, y en sus cuebas
sobren toneles, y respire ether, y sude rhon, y nade
en vino, rosolis, mistelas y chapurrados, y rode.su
casa con carraspada y mosto, que me diga vmd. que
cosa es la incitabilidad; Br. Hijo mio, yo no lo sé.
An. ¿Se burla vmd.? Br. No, á fe mia. An. ¿Pues no
dice vmd. que ella es el exe de la vida, y que en
ella consisten la vida, la salud y las enfermedades?
Br. Y me mantengo en ello. An. Y ¿cómo puede vmd.
entender todo eso sin entenderla? Br. Ese es el
busilis de mi sistema. (Se continuará.)