El Catón Compostelano: Discurso XII
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Nivel 1
DISCURSO XII.
Cita/Lema
Si quieres tener un
buen dia, hazte la barba.
Prolog. vulg.
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Esta vez, Señor Editor parece que
desmiente V. el grande y respetable epiteto de Caton, que
por sola su voluntad se ha apropiado. Siendo su plausible
idea desterrar las malas costumbres y modas impertinentes,
intenta Vm. en el Discurso V. introducir una sobre molesta
ridicula. Discurre Vm. profeticamente, que las lunas
crecientes que apuntan en todos los rostros llegarán á su
plenilunio, y no deja de notar por repreensible este
principio, al mismo tiempo que quiere de golpe llenarnos las caras de barbas: En tal caso sería mejor ir
poco á poco, pues la carga ha de ser pesada (aunque de
pelo), y no havrá un Sancho que quiera montar el Clavileño,
aunque aparezca un Quixote compadecido de la comezon de
nuestras caras. Si Vm. dirigiera su Discurso á los jovenes
de quince á veinte podría esperarse mas fruto, pues estaban
en tiempo de qualquiera cosa, mas para los que pasan de aqui
es mucho pedir. Yo creía que un uso que pase de diez veinte,
treinta y mas años, adoptado de todas clases de hombres, y
no solo en una Nacion, sinó en todas las que tenemes por
cultas, no puede con justicia reputarse moda que merezca
ridiculizarse; y como Vm. confiesa, que desde la subida al
trono de Felipe V. ya se entabló la que ahora quiere
reformar, la suponia fuera de su jurisdicion Censorina. No
obstante debemos confesar, que los privilegios de los
Censores son muy amplios y dilatados, y aunque no nos dicen
que Rey, que Papa, ni que Emperador los ha concedido (como
de los Diaristas de Italia se queja su Amigo Masdeu) somos
obligados á creerlos sobre su palabra, y basta. En la cirunstanciada relacion de los que han alabado las
barbas de los antiguos, esperé leer alguna de los Modernos,
y entre ellas la que trahe Don Pedro Estala en su Viajero
universal, pues condecoraría mucho un Discurso (á mi corto
parecer) aquella expresion ¡Que lastima de barba! de que
usan los Orientales, quando sus respetables barbas caen en
alguna flaqueza. Ya entiendo, que tampoco es de moda valerse
de Autor que viva, y no estará Vm. en animo de reformar
esta. Pero la relacion de los antiguos pudo Vm. estenderla
mas, alabando aquellas barbas de Cabrito de Sexto Pompeyo,
que por contemporaneas al primitivo Caton serían de una
autoridad terrible en su Discurso. ¿Quiere Vm. que lo diga?
Temió Vm. que le preguntasen por las de Caton mismo, y sería
un golpe nada indiferente contra Vm. presentarle raspada la
cara de aquel hombre tan formal, tan serio y nada afeminado.
Y aun puede que temiese Vm. mas, si descubriamos que
Pero sea de esto lo que Vm. quiera (que todo esto es
pararse en pelillos) por lo que á mi toca respetaré las
barbas de Nestor, Priamo, y Mecencio, por imitar á Homero y
Virgilio, y dar gusto á Vm., y tambien las de aquellos
Senadores Romanos por milagrosas, que es mucho decir; y para
hacerlo debidamente las contemplaré copiadas y representadas
muy al vivo en aquellas larguisimas y pobladisimas barbas
del celebre Escudero Trifaldin, segun y á la manera que se
dejan ver en la lamina 2. del tomo V. del Quixote, impresion
de Madrid del año de 87. ¡Andate guapo! Y dejando este
interesante punto historial tratado con la circunspeccion
que corresponde, y á que pudo llegar mi acendrada
ilustracion, (y añadiendo de plus (por imitar á Vm.) que el
Autor de la Naturaleza no juzgó tan necesarias las barbas en
el rostro del Hombre, quando crió otros hombres reales y
verdaderos sin ellas, y algunos con media barba no mas, con
que se me acuerda el Cuento de quinque erant fratres. Veamos si hablo tan miseramente en lo que toca
á la parte moral de su Discurso V. Llamola moral, porque á
esto suena aquella absoluta obligacion que Vm. pone á los
Sacerdotes mas que á los otros de llevar barba larga, y no
ser indiferente raerse ó no raerse, con que Vm. acaba el
Discurso. Esta obligacion absoluta la infiere Vm. de Isaïas
y Jeremias; de un texto del Levitico, de haverlo observado
asi Jesucristo, y los Apostoles con los Padres de la
primitiva Iglesia; y de dos Canones, uno del Concilio de
Cartago, y otro del de Barcelona. Si el Discurso de Vm. cae
en manos de un timido Moralista rural, como es facil suceda,
viendo una conseqüencia sacada de tantos textos de la
Sagrada Escritura, estoy cierto que el Penitente que se le
ponga delante con barba raida, lo despachará á lo menos por
dos meses, mandandole que interin no se haga la barba. No
tocaré en los textos de los Profetas, porque no obstante que
yo leo en ellos que Dios no amenazó á su Pueblo por haverse
raído la barba, sinó que le conminó con que el se la raería,
sé muy bien que Vm. entiende mejor que yo el modo de leer
estos y otros lugares. Dejaré al del Levitico,
que aunque no está como Vm. lo pone, en la substancia allá
se van, y el defecto será de mi Biblia, que es ya de
mediados del siglo pasado, y Vm. manifiesta que sabe leer
por mas de una Biblia. Pero observo que esta ley del
Levitico, por mas que Christo la huviese respetado, padeció
una dismembracion terrible, quitandole nada menos que la
mitad de su rigor aquel Canon de Cartago, y aun si Vm. se
descuidará en darnos la noticia de la alteracion de aquel
radat probando con Tertuliano que fué malamente suprimido,
veriamos del todo dispensada aquella ley por el dicho Canon,
que era mucho hacer; no obstante si Vm. no trajera otro
fiador de la exîstencia del radat que á Tertuliano, no
tendría mas remedio que asirse al Canon de Barcelona, y
Digolo, porque Tertuliano que floreció á fines del
Siglo II. y principios del III. mal pudo distinguir la
supresion de una palabra en un Canon fabricado en el Siglo V. (Era quatrocientos treinta y seis) á
menos que el Tertuliano que Vm. cita sea moderno; nombre de
oficio y no de persona, de esos que juegan Mediator, y
llevan codillo á veces; pero yo que soy de aquellos que
dandose el dedo toman la mano, quiero de aqui inferir que si
un Canon de Cartago (con sus dudas y todo) y otro de
Barcelona tuvieron jurisdicion para cortar el texto del
Levitico, el uso y costumbre de todos los Eclesiasticos
desde el Vicario de Jesucristo hasta el menor Sacristan de
una Parroquia (que es segun pienso un Canon practico) tendrá
igual poder y jurisdicion para abolir la otra mitad. Vm.
confiesa (y no hace mucho) que el raerse la barba es punto
de disciplina (no ha de ser como el de la celebracion de la
Pasqua, un poco mas abajo lo colocará Vm.) de este modo
podemos creer que segun la variacion de los tiempos, tambien
mudarán estos puntos de disciplina. Y no hay duda que asi
debió de ser en el caso que tratamos, sinó arguiriamos de
error á tantos hombres grandes, Santos y Sabios que con su
barba hecha anduvieron sin escrupulo por el mundo, y se
fueron al Cielo afeytados; y porque no quiera
decirse que los disculparía la ignorancia de los textos que
Vm. cita (ademas de ser imposible que los ignorasen tantos
como van allá, y aun andan por la tierra) es cierto que
alguno bien conocido por su piedad, critica y literatura,
tratando el punto de modas, no se olvidó de la nuestra para
reirse de aquellos que sentian la falta de los mostachos,
como si huvieramos perdido con ellos un par de Provincias:
¿este grande hombre no conocería la absoluta necesidad que
tenemos de llevar barbas? ¿Caería en el error de tener por
indiferente el raerse ó no raerse? Pero porque Vm. no piense
que yo juro en las palabras de este ilustre Sabio (aunque
pudiera sin perder mi credito) me arrimo y arrimaré siempre
al uso de todos los hombres en todos los estados, para obrar
sin escrupulo lo que ellos obraron, y tener por indiferente
quanto tengan por tal, aunque Vm. nos gradúe de ignorantes.
No hay ley mas legitima en la tierra, que aquella en que
todos los hombres consienten. Si usé de las palabras de
aquel critico, fué para animarme á decirselas á Vm., porque
conociendo la inmensa distancia que hay de mi pobreza á la ilustrada erudicion que en Vm. confieso, y
quasi conozco, tragaría su absoluta necesidad, sin atreverme
á decir esta boca es mia, si no viera que Vm. francamente y
sin rebozo contradice á aquel digno antecesor suyo en el
delicadisimo, utilisimo y peligrosisimo empleo de reformador
de abusos; pues asi como Vm. no quiso ocultar la verdad que
le pareció encontrar, y caiga quien cayere, asi yo no dudo
exponer mi parecer con buen corazon, y salga lo que salgare.
Pero Jesus Christus#U::Jesuchristo] y los Apostoles
respetaron la ley del Levitico, y la autorizaron con su uso.
Si de esto se sacara necesariamente lo que Vm. quiere,
muchas cargas pesadisimas tendriamos que sufrir los
Christianos; mas la Ley de gracia, que es Ley de libres, nos
dispensa de infinitas. Quien nos mandase circuncidar, porque
Christo usó de la Circuncision, mandaría mal. Es cierto que
á esta la excluyó el Bautismo, pero como Christo observó lo
uno y lo otro, siempre nos arguirán con su uso para
cargarnosla; y si huviese hombres (que sabe Vm. los huvo y
hay malisimos) que tuviesen por apocrifa la conversacion de
Christo con Nicodemus, y otros pasages semejantes, quedando
solo el uso de la Circuncision de Christo á su
favor, sufriríamos el cuchillo de piedra ó lo que era, mal
que nos pesase. ¿Porque no andaremos todos de tunicas y
capas largas, como las llevaron Jesus
Christus#U::Jesuchristo] y sus Apostoles? Y quien sabe si
esto será materia de otro Discurso, á que me parece se
inclina Vm. por lo que se manifiesta enfadado con los
Chrisostomos de capa corta? No importa; mientras Vm. no lo
dice mas claro, yo creeré que aunque Christo y los Apostoles
huviesen trahido vestidos largos, no estarémos obligados á
hacer otro tanto (hablo de los Sacerdotes fuera de la
Iglesia) si no huviere precepto de Christo ó su Esposa, que
nos estreche á ello pro omni tempore. Otro tanto sin quitar
ni poner digo del punto en question: el uso de Christo y los
Apostoles no detuvo á los Canones de Cartago y Barcelona
para quitar la mitad de lo que havia practicado el Redentor,
mandando que los Clerigos hiciesen el pelo; ni á Leon III. y
á quantos le siguieron hasta Juan XII. (como Vm. dice) para
hacerse la barba quando y como les pareciese; y los mas no
ignorarían lo que Christo havia usado, y lo que los Canones
havian establecido; pero sabian tambien que así
como se hacian Canones en Cartago y Barcelona para cortar el
pelo, del mismo modo se podian formar por la Cabeza de la
Iglesia en Roma para hacerse la barba. Es muy de notar que
Vm. coloque á Juan XII. sentado en la Silla con barba larga,
quando un niño de diez y seis años no podia tenerla sino muy
raspada; ademas de que debia serle incomoda para el
exercicio de la caza, á que (como á otras diversiones) era
inclinado; sinó es que le regalasen (y el conserváse con
cuidado) alguna de aquellas pelucas de Aragon que Vm. cita,
y que el pudiese quitar y poner quando gustase; por lo
demas, aun concedido que la dejase crecer mientras su
Pontificado, no haviendo este excedido de los 24 años de su
edad, jamás merecerán nombre de barbas los pelitos que en
ese tiempo le huviesen nacido. Pero parece que el primer
Papa que se nos presenta en la Silla con barba larga no es
Juan XII. sino Julio II., de quien se dice que barbam
promisam alere capit contra pradecesorum consuetudinem uti
in antiquis Pontificum imaginibus apparet, qui barba rasa
fere pinguntur, y este Papa es posterior á Juan XII. unos
cinco siglos y medio, y siete y medio á Leon III. Vm.
compondrá estos puntos cronologicohistoricos,
que yo estoy de prisa. Leon X. y Adriano VI. sucesores de
Julio, no le siguieron la moda; Leon, porque entró en el
Papado de 30 ó 37 años, y aunque era mas viejo que el Juan
XII. de Vm., dicen que por mozo no usó de barba larga.
Adriano, porque era Belga, en cuyo país no se usaba, tampoco
la quiso; de que se infiere que esto iba en usos, y en
gustos. Pero tocando otra tecla (que mejor era no tocar)
sirvase Vm. decirme, Señor Editor; quando se trata de barbas
¿á que vendrán al caso los Beneficiados ricos? Mas conexîon
tiene el dicho comun (aunque charro) falando de escoperas
tiña meu Pay unha galga, porque al cabo escopetas, galgos y
Cazadores, allá se van unos tras otros. Pero barbas y
Beneficiados ricos, á que proposito? Vaya; sobre que este es
otro empeño (aunque mas pernicioso) tan ridiculo como el de
las tres unidades. Ya le parecia á Vm. que tardaba mucho en
andarle en los bolsillos. ¿Están acaso poco estrujados y
acometidos? ¿Al folio 75 de una obra en octavo (y que por
las señales durará mucho) ya era preciso tirar esta
piedrecita, y esto trayendola por las barbas? Dios dé paciencia á los tales Beneficiados: yo por
mi no hablo; ni soy Beneficiado rico, ni pobre, ni espero
serlo; pero por que soy amante de la verdad y de la razon
como Vm., por eso no puedo sufrir la injusticia con que es
tratada la mejor porcion del Estado, como este mismo lo
declara, y efectivamente es así. Por lo menos el Pueblo en
que Vm. vive, no puede darle motivo á esta satira. ¿Quien
sinó esa Santa Iglesia, ese gran Monasterio Benedictino y
otros Eclesiasticos establecimientos sotiene [sic] la
numerosa turba de miseros ciegos y tullidos, de que abunda
la Ciudad, y la multitud de menestrales que la sirven? Los
grandes y ricos Mayorazgos truecan sus tesoros por las
chucherías extrangeras, y sirven sus riquezas al luxo
destructor y á la corrupcion de costumbres; esto no se
toque: son de mejor suerte que los Clerigos. ¿Acordaré á Vm.
mas lo que ha servido, sirve y servirá esa riqueza? ¿para
que sinó he de hacer su apología, ni soy capaz de eso, ni lo
necesita su obrar publico? ¿Es delito en un Clerigo el que
le contieran un Beneficio pingue ó una prevenda rica? Este
sería delito de los Soberanos que las han dotado, y de la
tierra (si fuera capaz de eso) que produce frutos con abundancia con que hagan crecer los
diezmos. ¿Usa mal de estos bienes? Aqui está el punto de Vm.
Quando yo era pequeño (dignese Vm. oirme este cuento, ó
llamele anecdota, ó sino historia) venian los Misioneros á
mi Lugar; predicaban para todos, Clerigos y Frayles y gente
ordinaria (como suelen decir) pero de añadidura siempre
havia un Sermoncito á los Eclesiasticos en particular dentro
de la Iglesia, clausis januis. Con esto si havia que
enmendar se hacia buenamente sin desdoro y menoscabo de la
pureza é integridad de este Estado Santisimo. ¿Donde está
ahora esta politica civil y religiosa? A donde se ha
desterrado? Perdieron los Eclesiasticos sus derechos, ó la
mision de los Censores es de otra calidad? Ya lo oigo: dirá
Vm. que no tiene donde hablarles clausis januis; yo digo que
tiene tal, si es preciso; Vm. que demuestra tanta
instruccion en las lenguas, hableles, si tiene que, á lo
menos en la Latina.? Pero para que es eso tampoco? Vm. para
predicar del buen uso de las riquezas necesita tomar á los
Clerigos en la boca? Ponga la ley, et qui possit capere
capiat. Cada uno tomará lo que le viniere á quento, sin que
Vm. se tome el trabajo de repartirlo. ¿Es esto
mas que seguir la carrera trillada de tantos malignos, cuyas
huellas no debe Vm. pisar? ¿Es otra cosa que solicitar la
aceptacion del publico maldiciente? Ahora lo que tenemos,
declama Vm. son Beneficiados ricos. Algo mas tenemos.
¡Infelices de nosotros si no tuvieramos mas! Los tenemos
pobres en la necesidad, y pobres en la misma riqueza. Los
Padres de la primitiva Iglesia, que Vm. invoca, están en el
Cielo, á donde esperan ir (y justamente) los de ahora por
mas que se juzguen con riquezas, y los otros no tuviesen
ningunas; con tal que hagan de ellas el uso correspondiente,
suis scilicet vel pauperum usibus suggerendæ. Dignese Vm.
Señor Censor, irse con tiento en estos puntos, teniendo
presente las borrascas que padeció aquel Discurso: Dicite
Pontifices in Santo quid facit aurum. Yo no sé quien es Vm.;
lo respeto por Sabio, y por que creo hará honor á mi Nacion
con sus Discursos, como lo ha acreditado con los dados á
luz. Siga Vm. sacudiendo al amigo Masdeu, á quien tengo una
tirria terrible (que es tema gallega) por la libertad que
tuvo en punto al voto de Santiago (y poca menos contra los
que dirigieron al mismo las razones que le
debian convencer, y que fuera de su obra serían mas
concluyentes). Pero si Vm. tocare en el estado Eclesiastico,
sea de modo que sin dar una punible complacencia á los
enemigos de la Iglesia, conozcan los Ungidos del Señor el
mejor camino que los conduzca á su cabeza Jesuchristo. Pues
si Vm. no lo hace así como puede, y debe hacerlo ¿porque no
usaré del derecho que me corresponde, y de que usó el
Maestro de Vm. y sus compañeros?
Nivel 4
Ejemplo
las barbas del hijo de
Pompeyo fueron efecto de un golpe de locura, y un
luto por voto, mientras no vengaba la muerte de su
Padre que no consiguió, y acaso por eso
aun se conserva con ellas; pues el puñal de Bruto no
vengó los hijos de Pompeyo, sinó la libertad de la
Republica.
Nivel 4
Fábula
hacer como la Zorra, que
viendose arrebatada desgraciadamente de la corriente
de un rio sin tener á que agarrarse, decia con
disimúlo: Ya havia de embarcarme para Barcelona, y
asi embarcome ahora.
Cita/Lema
Semper ego auditor tantum nunquam ne reponam?