El Catón Compostelano: Discurso XI
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DISCURSO XI.
QUESTION EN QUE SE EXAMINA
si el luxo es util, ó
no.
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Metatextuality
Siempre que el hombre se deja
arrastrar de una pasion, y fixando su atencion sobre uno de
los aspectos de qualquiera objeto, quiere juzgar por aqui de
todo el, siempre se verifica que se engaña, no porque deje
de tener una razon natural bien clara, sinó porque no
desconfiando bastante de su ignorancia cree demasiado
facilmente que vé en el mismo objeto todo
quanto hay que ver. Asi es, que en las questiones un poco
dificultosas la ignorancia debe considerarse como la
principal causa de nuestros errores, porque deduciendo
conseqüencias siempre justas de sus premisas, llegan por fin
los hombres á resultas totalmente contradictorias. La del
luxo es una sobre que se han hecho juicios muy diferentes,
por ser un poco complicada. Yo expondré los que son en favor
y en contra, y daré el mio tambien para que siendo recibido
se adopte y siga, y sinó que se me impugne con las razones
que se estimen mas justas.
Level 3
Siendo vaga esta palabra luxo, no
tiene sentido bien determinado; y por eso es preciso dar de
ella idea neta tomandola en una significacion rigurosa, y
considerarla ya con respecto á una Nacion, ya con respecto á
un particular. En una significacion rigurosa se debe
entender por luxo toda especie de superfluidades; esto es, todo lo que no es necesario á la
conservacion del hombre. Pero quando se trata de un Pueblo
culto y de los particulares que lo componen, la palabra luxo
tiene otra distinta significacion, y entonces es
absolutamente relativa, porque el luxo de una Nacion culta
es la inversion de sus riquezas en lo que llama
superfluidades el pueblo con quien se compara aquella
Nacion, y en este caso se halla la Inglaterra con la Suiza.
A esta semejanza el luxo de un particular es el empléo de su
caudal, en lo que se debe llamar superfluidad, atendiendo á
la clase que este hombre tiene en el Estado, y al país en
que vive, como era el luxo de Lúculo. Pasemos ahora á ver
baxo que distintos aspectos se ha considerado el luxo de las
Naciones, quando lo han considerado unos como util, y otros
como dañoso al Estado. Los primeros han puesto los ojos para
esto en las manufacturas que el luxo hace, y
que el extrangero desea cambiar por los tesoros de una
Nacion, y vieron que el acopio de riquezas lleva tras si el
aumento del luxo y la perfeccion de las artes propias para
satisfacerlo. Les parece tambien que el siglo del luxo es la
epoca de la grandeza y del poder de un Estado, y la
abundancia de dinero que aquel atrahe, hace, dicen ellos,
feliz la Nacion interiormente, y temible en lo exterior;
porque con el dinero se estipendia un gran numero de Tropas,
se construyen Almacenes, se hacen Arsenales, se forman
Contratos, se mantiene alianza con Principes poderosos, y en
fin puede una Nacion no solamente resistir, sinó aun tambien
governar Pueblos mas numerosos que ella. Pues ¿que felicidad
no procua el luxo interiormente á un Estado, si lo hace
temible por afuera? El suaviza las costumbres, cria nuevos
placeres, y por este medio contribuye á la subsistencia de
una infinidad de operarios. Excita un ardor saludable que arranca al hombre de la inercia, de esta
inaccion que se debe mirar como una de las enfermedades mas
crueles de la humanidad. Derrama por todas partes un calor
vivifico, hace circular la vida en todos los miembros de un
Estado, despierta en ellos la industria, hace abrir los
Puertos, construye Baxeles en ellos, los guia al través del
Occeano [sic], y hace en fin comunes á todos los hombres las
producciones y riquezas que la naturaleza tiene esparcidas
en mil climas diversos. Este es, á mi parecer, poco mas ó
menos el semblante con que se presenta el luxo á los que le
consideran como util á los Estados. Exâminemos ahora el
aspecto con que se ofrece á los Filosofos que le miran como
funesto á las Naciones. Ya se sabe, que la felicidad de los
Pueblos depende ya de la que gozan dentro, ya del respeto
que inspiran fuera. En quanto al primer objeto pensamos,
dirán estos Filosofos, que el luxo y las riquezas que este lleva á un Estado, siempre harán felices á
los vasallos, si estas están con alguna igualdad repartidas,
y puede cada uno procurarse las comodidades de que la
indigencia le obliga á privarse; porque el luxo no es dañoso
como luxo, sinó como efecto de una grande desproporcion
entre las riquezas de los Ciudadanos; ni tampoco es
extremado, quando es bastante igual la reparticion de estas;
pero si se aumenta aquel á medida que aquellas se reunen en
un muy pequeño numero de manos, llega por fin á su ultimo
periodo, y entonces la Nacion se divide en dos clases, de
las quales una abunda de superfluidades, mientras la otra
carece de lo necesario. Asi que una vez que llegue á este
punto el estado de una Nacion, es otro tanto mas cruel,
quanto es ya incurable. ¿Como, pues, se podrá poner entonces
alguna igualdad entre los caudales de los Ciudadanos? El
rico havrá comprado grandes posesiones, y estando á tiro de
aprovecharse del decaimiento de sus vecinos, havrá reunido
en poco tiempo un monton de propiedades á su
dominio. Disminuido por esto el numero de los propietarios,
se aumentará el de los jornaleros, y quando estos ultimos se
huviesen multiplicado bastante, de suerte que haya mas
operarios que obras, entonces el jornalero seguirá acaso el
giro de toda mercadería, cuyo valor mengua quando es comun.
Por otra parte el rico que tiene todavia mas luxo que
riquezas, se interesa tambien en rebajar los jornales, y no
ofrece al operario sinó la paga absolutamente necesaria para
su subsistencia: Como á este ultimo le oprima la necesidad,
tiene sin remedio que contentarse con ella; y ¿que resulta
de esto? que si le sobreviene alguna enfermedad, ó se le
aumenta la familia, por falta de un alimento sano ó
abundante enferme y muera, dejando al Estado un monton de
mendigos. ¿Como luego se prevendrá semejante desdicha? Será
bueno recurrir para esto á un nuevo repartimiento de
tierras? O! Dios mio! que medio tan injusto é impracticable!
Es, pues, evidente que llegando el luxo á un
cierto periodo es imposible poner igualdad en los bienes de
los Ciudadanos, ya porque entonces los ricos y las riquezas
huyen á las Capitales, á donde los llaman los placeres y las
artes del luxo, ya porque el campo queda inculto y pobre, de
suerte que mientras cinco ó seis mil hombres viven en una
opulencia que los hace odiosos sin hacerlos mas felices,
siete ú ocho millones fallecen en la miseria. En efecto,
¿que puede aumentar la felicidad de un hombre la excelencia
mas ó menos grande de su mesa? ¿No le basta esperar el
hambre, y proporcionar sus exercicios ó la longitud de sus
paséos al mal gusto de su Cocinero, para hallar delicioso
todo manjar que no fuese detestable? Por otra parte la
frugalidad y el exercicio no le preservarán de toda
enfermedad ocasionada por la demasiado buena vida? Luego la
felicidad no depende de la excelencia de la mesa. Tampoco
depende de la magnificencia de los vestidos ó equipages.
Quando alguno se deja ver en publico cubierto de un vestido bordado y arrastrado en una carroza brillante
¿que placeres fisicos puede experimentar? A lo mas, á lo mas
será tocado de un placer de vanidad, cuya privacion le sería
acaso insoportable, pero cuyo goze le será tambien insipido.
Asi que sin aumentar su dicha el rico no hace con la
ostentacion de su luxo mas que ofender la humanidad y á
aquel infeliz, que comparando los arrapiezos de la miseria
con los vestidos de la opulencia, imagína que entre el rico
y el no hay mas diferencia que entre sus trages. Es, pues,
cierto continuarán estos Filosofos, que el luxo no hace la
felicidad de nadie, y que suponiendo una grande desigualdad
de riquezas entre los Ciudadanos, supone tambien la
infelicidad del mayor numero de ellos. Luego el Pueblo donde
se introduce el luxo no es feliz interiormente. Pues veamos
si lo es en lo exterior. La abundancia de metalico, que el
luxo trahe á un Estado,embaraza por el pronto la
imaginacion, y á este Estado le hace por algunos instantes
poderoso; pero esta ventaja no es, segun Mr.
Hume, sinó una ventaja pasagera. Semejantes á los mares, que
sucesivamente abandonan y cubren mil diferentes playas, las
riquezas deben recorrer tambien mil distintos climas. Quando
por la belleza de sus manufacturas, y la perfeccion de las
artes de luxo una Nacion ha llamado para si el dinero de los
Pueblos vecinos, es evidente que el precio de los generos
debe precisamente bajar en estos Pueblos empobrecidos; y
quando estos mismos hayan podido ganar algunos buenos
manufactureros á aquella Nacion rica, podrán tambien
empobrecerla, proveyendola á buena quenta de las mercaderías
de que esta los abastecia; y malo será que la escasez de
dinero se haga sentir en un Estado acostumbrado al luxo,
porque luego caerá en desprecio. Para substraherse, pues, á
el será necesario habituarse á la vida simple; pero es la
lastima que las costumbres se oponen á ella. No se quiere
conocer que la epoca del mayor luxo de una Nacion es
ordinariamente la epoca mas próxîma de su caida
y envilecimiento, y todos se desentienden de que la
felicidad y poder aparente que el luxo comunica por algunos
instantes á algunas Naciones, es comparable á las fiebres
violentas que prestan por momentos una fuerza increible al
enfermo á quien devoran, y que parece no se las multiplican,
sinó para privarle ya de estas mismas fuerzas, é ya de la
vida. Para convencerse de esta verdad, dirán aun los mismos
Filosofos, indaguemos lo que debe hacer á una Nacion
realmente respetable á sus vecinos, y veremos que es sin
contradicion el numero de sus Ciudadanos, su amor á la
patria, y en fin su valor y su fuerza. En quanto al numero
de los Ciudadanos, todos saben que los países del luxo no
son los mas poblados, y que en una misma extension de
terreno la Suiza podia contar antes de la guerra actual, tan
homicida como es, muchos mas habitantes que España,
Inglaterra, y aun Francia. El consumo de hombres que
ocasiona un gran comercio no es en estos países la unica
causa de la despoblacion; el luxo es quien
hace otras muchas, porque el atrahe las riquezas á las
Capitales, deja los campos desiertos, y en fin vease el
Discurso preliminar de esta obra, pag. 8 donde digo otros
males que causa, omitiendo aun ahora exponer los que la
lisonja no permite, para que no se ofenda. Pero yo oygo que
dirán, que el amor á la patria puede suplir al numero y á la
fuerza de los Ciudadanos. Bueno ¿y quien producirá en un
país entregado al luxo este amor virtuoso de la patria? Por
ventura será la esfera de los paisanos? Pero esta no puede
ser, porque componiendo las dos terceras partes de una
Nacion es desgraciada en ella. ¿Será luego la de los
artesanos? menos, porque esta clase no posee nada en ella.
Trasplantado el artesano de su Lugar á una manufactura ó
tienda, y de esta á otra, llega á familiarizarse con la idea
de mudanza, por consiguiente no puede contraher afecto á
ningun lugar. Despues de esto, seguro de que no le faltará
que comer en todas partes, se considera no
Ciudadano de un país, sinó habitante de todo el mundo, y asi
anda tantos paises como antojos tiene. No puede, pues,
distinguirse un Pueblo semejante mucho tiempo por su valor,
porque este es por lo regular ó efecto del vigor del cuerpo,
y de esta confianza ciega que tiene el hombre en sus fuerzas
y le oculta la mitad del peligro á que se expone, ó efecto
de un violento amor á la patria que le hace despreciar los
riesgos; y el luxo deseca mucho estos dos manantiales de
heroïsmo, para que pueda fomentarlos como se necesita. Por
ultimo, siempre se ha mirado el espíritu militar como
incompatible con el de comercio, no porque sea imposible
conciliar uno y otro hasta cierto punto á lo menos, sinó
porque en Politica este problema es uno de los mas dificiles
de resolver. Supongo ya, que qualquiera que me lea inferirá
que yo soy del partido de aquellos Filosofos que han tenido
al luxo por funesto á las Naciones, no se engaña. Mi Maestro el Censor Romano me ha inspirado las
ideas mas aversibas á este contagio politico, que con risa
Sardonica vá destruyendo el cuerpo de la Nacion hasta que le
mata, y me ha enseñado á temer que vengamos á ser esclavos
de las riquezas en vez de ser dueños de ellas. Nada
imposible es. El luxo, para subministrar á unos gastos que
cada dia se hacen mas enormes, degenera pronto en avaricia,
y se vé obligado á recurrir á injusticias y robos. La virtud
que no puede habitar en union con el vicio desaparece, la
pobreza se mira como cosa vergonzosa, y la inocencia de
costumbres como efecto de un humor melancolico. La ociosidad
y los placeres suceden á la vida ocupada y laboriosa, la
magnificencia despide del Culto Divino á la piedad, y en fin
la ambicion por su parte destierra el desinterés, la
frugalidad y la modestia, é introduce la perfidia, las
violencias, las crueldades, y los homicidios. Todo esto es
el fruto que produce el luxo, con respecto á la parte moral
y civil de un Estado, y en quanto á la militar?
El verdadero valor es enervado por una vil afeminacion, que
habituando los cuerpos á la molicie, los imposibilita de
resistir las intemperies de las estaciones y las fatigas de
la guerra. La disciplina que hace al Soldado fuerte y
activo, y las Academias en donde se forma el espíritu belico
con la teoria y la práctica son olvidadas y substituidas por
escuelas de costumbres las mas corrompidas. La marcialidad y
nobleza de alma consiste en el galantéo y la magnificencia
de los equipages y de la mesa, y en fin la degradacion y
pusilanimidad solo está puesta en entregarse á las
ocupaciones mas serias de la vida militar, y en sacrificar
el reposo al exercicio mas fuerte y duro.
Pero ¿por ventura en un estado opulento se economizan
los gravamenes á los Pueblos? Al contrario: Las riquezas son
el germe productivo de el orgullo y la avaricia. La marcha
de las tropas, el campamento de los Exércitos, los Quarteles
de invierno, y la estancia de los Comandantes en una plaza
todo estaba al cargo del Vasallo en los tiempos en que se
vió reynar en Roma mas magnificencia y luxo. ¡Que bellos
siglos aquellos en que la pobreza tenia su dominio en
aquella temible Republica! Un pequeño numero de ilustres
Ciudadanos havia hecho á la pobreza victoriosa de las
riquezas.
Level 4
Example
Quando una Nacion por rica
está en poder del luxo, azote mas funesto que la
guerra, es un verdadero retrato de la antigua Persia
vencida tantas veces por Alexandro el Magno, es una
pintura del decaimiento mas lastimoso, y es un
edificio hermoso, cuyas paredes se encorban baxo el
peso de las galerías y terrados puestos sin los competentes cimientos.
Level 4
Example
Roma y Cartago han querido
enriquecerse; pero para esto han tomado caminos muy
distintos. Entre tanto que esta animaba la industria
de sus Ciudadanos, establecia manufacturas, cubria
el mar de baxeles, é iba á buscar el oro de España y
Africa, aquella endurecia sus Soldados en las
fatigas de la guerra y disciplinaba su valor para
vencerla. De esta manera el rico industrioso trabaja
para el pobre valeroso.