El Catón Compostelano: Discurso VIII
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DISCURSO VIII.
Citation/Devise
Sola vexatio
intellectum dabit.
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Lettre/Lettre au directeur
SEÑOR EDITOR: Con gran
satisfaccion mia he llegado á saber que V. lleno de zélo
por la verdad se empeñaba en vindicar su honor,
declarando la guerra á la mala costumbre y al error,
bajo cuya esclavitud hay tantos tiempos padece los
ultrages mas vergonzosos. Mi alegria se aumenta
indeciblemente al contemplar que V. derramará un
torrente de luz, con que dispará las densas
tinieblas que nos circundan, tanto á mi, como á muchos
jovenes (algunos de cien años) á cuyo cuidado está
confiado el negocio mas arduo y mas sagrado; pero en
cuyo desempeño por desgracia nuestra andamos á tientas
con peligro tanto nuestro, como de los que nos lo han
encomendado, y lo que es peor, de aquellos á quienes por
mil motivos debiamos ser de una suma utilidad. No puedo
ponderar á V. las imagenes lisonjeras que se me
presentan. Ya veo renacer un mundo nuevo, que parece un
Cielo, de las tristes reliquias de este añexo, que tanto
remeda al Infierno. ¡Todo el Reyno de Galicia, quando
menos, al nivel de aquella Divina regla! : : : : No
estrañe V. que se arrebate tanto mi imaginacion, pues
veo ya iluminados sus caudillos con la verdadera luz.Ya
los veo seguir, sin desviarse nada, las huellas del
unico Maestro y Doctor. !Quanto
estimára poder hablar boca á boca con V.! Me persuado
que sería muy distinto el concepto que formaría de mis
voces, que el que hará de este escrito; y
que al paso que le convenciese de esta lastimosa
necesidad, le havia de disipar todos esos recelos
(perdoneme V. si me excedo) nada propios de un Caton,
que se reanima en los ultimos periodos del Siglo XVIII.
es decir: de un Siglo que por mas que la voz general lo
califique de ilustrado, la realidad encuentra en el muy
buena dosis de opacidad, precisamente en donde havia de
haver mas luces. Pero al fin, si V. no quiere acceder á
mi insinuacion; si esta le parece un desvario; si V. no
cree que hay tantos males, como le apunto; si no le
parece asunto digno de su atencion; si se persuade que
todo está bien por la parte por donde ando, ó que si
está mal, que es preciso dejarlo asi, y ni aun à tan
poca costa quiere V. al mismo tiempo que demuestra el
remedio, avisar del contagio á aquellos mismos que
podian atajarlo, nada mas haré que repetirle la primera
linea de esta Carta:
Hasta entonces queda de V. su atento
Servidor -:- Josafat Cayo Lerdos. -:- P. D. Ya tenia
cerrada esta, y me ocurrió otra cosa. No quise omitirla,
por que tal vez podrá determinar á V., y sinó podrá
arder con lo demás. Acuerdese V. que no hay Seminarios
de educacion para los Jovenes que aspiran al Estado de
que trato; y que la ciencia y virtud que exîge no se
adquieren con las lecciones que dan los libros, que
comunmente se leen, ni con la crianza que dan los
Padres, principalmente en el campo. Ah! corramos un velo
sobre tal espectaculo.
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Pero yo sueño : : : : ¡Lo que hace un vivo deseo : :
: ! Ah! Mis lugubres ideas vuelven á agitarme. Ya
volveré como antes á regar mi aposento
y lecho con el llanto : : Si: La duda que tengo del
valor de V. me cubre de luto y amargura. Ni todo el
nombre de un Caton que V. se impuso; ni el
sufrimiento preventivo con que V. se alienta, me dan
el menor consuelo. Todo me parece una caucion muy
pequeña, é incapaz de asegurarme del valor heroyco
que se necesita para decirnos algunas cosas que
deben decirsenos indispensablemente. No sé que late
en mi corazon, que no solamente me hace perder la
esperanza de algunos desengaños que nos arranquen de
nuestros funestos errores, sinó tambien de que tome
V. ni de cien leguas Cartas en el asunto. ¡Valgame
Dios! que solo á nosotros se nos han de escasear las
verdades! Si acaso en esto no me engaño, permitame
V. que le pregunte el motivo de esta cobardía. ¿Será
por ventura el recelo de algun sentimiento? Ah! Los
que pudieran causarselos à V. los tienen reservados
para los que tratan estos asuntos tan graves con
aquel tono bufon, satirico y mordáz,
con que mas bien dan á entender las falsas idéas, y
acaso la impiedad de que están imbuídos, que el
deseo de la gloria de Dios que en nada buscan, y del
interés general que tampoco es su fin, ni se logra
por tales caminos. Aquellos discursos propagadores
de la novedad peligrosa, ó de la falsa doctrina son
muy acreedores á un anathema eterno. Las
personalidades, las burlas, y otros medios iguales
deben producir á sus Autores mil bochornos,
principalmente quando se emplean contra objetos
dignos de respeto. Pero V. por que ha de recelar el
que llegue á tildarsele una linea de un solo
discurso, trabajandolos todos en la Oficina de la
prudencia, y de la verdadera sabiduría? O piensa V.
que perderá el tiempo, y no conseguirá nada? Pues yo
estoy firmemente persuadido que se logrará mucho.
Confieso, que con las personas que padecen será tan
poco lo que conseguirá V. ahora, que saldrá muy bien
librado con oir solamente sus carcajadas; pero las personas que hacen, aquellas
personas respetables que oprimidas bajo el peso
enorme de una infnidad de asuntos vastisimos no
pueden oir, ni ver siempre lo que hay, ni por
consiguiente lo que debe haver, aun quando tengan
cerradas sus Camaras para los demás, no asi para el
Caton, que ha de tener franca la entrada, á lo menos
una vez cada semana: dice sus verdades, sin remedio
se le escuchan, se pesan, y ¿que resultará de aqui?
que se harán poner en planta, pues es regular que no
sean impracticables. Por ultimo ¿teme V. desviarse
de su plan? Jamás estará V. mas adicto á el, que
quando proponga los medios para que se reforme el
corazon humano. Y ¿por donde empezará V. mejor que
por los moldes en que debe vaciarse, procurando
templarlos al fuego de la verdad? Procure V. esto,
que le prometo mil satisfacciones, y entre las mas
principales, la de ver derretirse de suyo esa
porcion de Adonis y Mondoris, que intenta fundir en hombres. Por otra parte; V. escusa
de clamar, ni contra nuestra ignorancia, ni contra
nuestros abusos y costumbres, ni encarnizarse contra
los funestos efectos de aquellas causas. Esto podría
producirle sus amarguras, exâsperaría los animos, y
además quedarian las cosas como estaban. Yo me
atrevo, aunque con la mayor cobardía, á aconsejarle
un medio muy suave, y eficáz á mi entender. Se
reduce á que V. se sirva demostrar en un Discurso,
aunque sea corto, qual era el Autor de Moral por
donde se estudiaba en los primeros siglos de la
Iglesia (que tiempos aquellos!) para sufrir el
exâmen para Ordenes, exponerse de Confesores, etc.
Nada mas. ¡Y que! Le parece á V. que sería pequeño
este hallazgo? Me persuado por decontado, que puesto
en nuestras manos, en nuestro entendimiento, y mejor
aun en nuestro corazon sería para las vallas de
nuestros errores, lo que las trompetas tocadas al
rededor de Jericó por los Sacerdotes.
En segundo lugar: haciendo una misma substancia con
nosotros á ese Autor escondido, que espero en Dios y
en V. le hemos de encontrar, aunque lo cueste
revolver todas las Bibliotecas y Archivos,
seguramente se renovará en nosotros el espíritu que
animaba á los Ignacios, á los Policarpos, Justinos,
Ireneos, Cyprianos, Lorenzos, Hilarios, Athanasios,
&c. &c. &c. y por una inmediata
conseqüencia llegarémos á ser unas piedras, no en
que hociquen los Pueblos, sinó unas piedras
preciosas, cuyo esplendor ofusque el falso brillo
con que deslumbra la corrupcion general à casi todos
los hombres, ilumine á los que andan entre las
sombras de la muerte, y adorne el edificio de la
Iglesia. Y ¿no bastarán estas tan seguras como
lisonjeras esperanzas, para que V. se resuelva á
arrimar el hombro á esta tan buena obra,
descubriendonos este secreto? ¿Aun temerá V. algun
sinsabór por decirnos en quatro palabras, ó en
quantas guste: „En tal tiempo se leía ó estudiaba tal obra antes y despues de ser
Sacardote: Consta por tal y tal documento, que fué
escrita por N., dictada ó inspirada por N: impresa
(sinó es manuscrita) en N: hay ó no hay exemplares:
está en tal ó tal idioma, &c. y poner al canto
las pruebas? Tendrá V. que sentir por esto?”
Desengañese V. Señor Editor, que ó es muy grande mi
ilusion, ó con tal noticia se pondrán en movimiento
las personas, en cuya mano está la potestad, para
hacerlo venir; lo harán estudiar ó comer (que no es
el primer volumen que se come) á los Exâminadores y
Exâminandos, y en sus mesas no se oirán mas
preguntas que acerca de su Doctrina. Ah! y que
contento moriría V. solo por haver tenido parte en
una obra de que pende toda la felicidad, por mas que
el Vulgo de todas clases no quiera creerlo! Dios
quiera que V. se aníme. En tal caso, desde ahora
para entonces le suplico, que en qualquiera parte
del tal Discurso amenace V. con toda
fuerza hasta darles convulsion, y hacerles caer la
pluma de la mano á aquellos zurzidores y remendones
nefandos, que á poder de costurones y otras mil
monstruosidades desfiguran toda una obra, y quando
menos la hacen inutil. Si: amedrentelos V. mucho,
que sinó ya les veo tomar tinta al acabar de leer su
Discurso, si esperan á tanto para ilustrar ó para
encajar un monton de Notas al Autor deseado, y
llenarlo todo de quantas impertinencias produce el
genio, ó la pasion, ó el interés. Ya les veo
desechando esto, como que no obliga en los tiempos
presentes; aquello que es para tal clase; que para
cumplir con tal precepto bastan tantas onzas, ó
tantos adarmes de accion, que se haga asi, ó asa. .
. . Cierreles V. la boca, aunque sea ermeticamente,
á fin de que con sus vomitos no ensucien la Moral; y
que no se desvíen ellos, ni nos hagan desviar á
nosotros de la Fuente de aguas vivas, para ir á
apagar nuestra sed, y la de nuestros
rebaños á unas cisternas que hacen agua, y que en el
fango ó sedimento que conservan unicamente, esconden
¡O Santo Dios! Sabandijas venenosas. Pero ya sale de
la boca de V. otro tropel de inconvenientes, que
parecen otras tantas objeciones, y que á mi mismo me
convencerían, si lo que por mi desgracia observo no
me remontara sobre el ultimo grado de la evidencia,
y no me asegurara en mi pensamiento. V. dice; que a
un concedido el caso de que se hallase esta obra por
que tanto clamo, y se pusiese en manos de todos los
que aspirasen al Magisterio de Israél, con
muchisimos nada se conseguiría, porque no tendrían
alcances para comprehenderla. Valgame Dios, Señor
Editor! ¿Y sinó los tenian, no havria para ellos
destíno en la Sociedad? Bien está eso, insta V.;
pero entonces se acortará indeciblemente el numero,
se disminuirán lejos de multiplicarse los operarios.
Pero se aumenta la alegría, le respondo
á V. y mejor que yo lo hace Benedicto XIV. en su
Institucion 42. Por ultimo el que los Discursos de
V. anden en manos de todos, lejos de ser un
inconveniente, es á mi juicio un estimulo mas agudo,
para que V. no solamente se resuelva, sinó que se
resuelva pronto á manifestar este especifico tan
inocente y de tanta virtud para curar en su origen
este mal, esta epidemia, que sinó se ataja luego,
serán incalculables los daños que ocasionará. Es
preciso verlo. Es preciso viajar por los Países
Christianos, para llegar á creer el extremo á que
llegaron las cosas. Pero la lastima es, que los que
lo vemos no podemos remediarlo; y los que pueden no
lo ven, y asi no pueden pensar en la cura. Digaselo
V. que tal vez havrá visto algo.
Citation/Devise
Sola
vexatio intellectum dabit.
Niveau 3
VARIEDADES.
Metatextualité
En otro Discurso manifestaré á
V. Sr. D. Josafat lo que desea, si se encuentra; para
cuyo fin voy á registrar todas las Bibliotecas de
España, y aun las del Orbe habitado. A otra cosa.
Citation/Devise
Que no hay animal, que sea naturalmente tan
bueno, y reconocido como el hombre.