Cita bibliográfica: Anónimo [Ventura Ferrer] (Ed.): "Núm.45", en: El Regañón general, Vol.1\45 (1803), pp. 353-360, editado en: Ertler, Klaus-Dieter / Hobisch, Elisabeth (Ed.): Los "Spectators" en el contexto internacional. Edición digital, Graz 2011- . hdl.handle.net/11471/513.20.1688 [consultado el: ].


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NÚM.° 45.

Miércoles 2 de Noviembre de 1803.

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SECRETARÍA.
CORRESPONDENCIA LITERARIA DEL MES.
CARTA PRIMERA.

Nivel 3► Carta/Carta al director► Señor Presidente del Tribunal Catoniano: Son tantos los elogios que se han hecho de la comedia original titulada: El Zeloso y la Tonta, que me diéron tentaciones de irla á ver, á pesar de que desde que se acabó el verano no he vuelto mas al teatro de los Caños, y habia hecho voto de no volver en todo el invierno, porque es tan grande su area, tan poca la gente que concurre, y tanta la frialdad con que representan sus actores, que no se puede ir á él sino en el estío, para templar con su frescura los ardores de la estacion, pues el concurrir allí en el invierno es lo mismo que estar sentado en el mes de Enero sobre lo alto del puerto de Guadarrama. Todas estas consideraciones no pudiéron quitarme el apetito que tenia de ver al tal Zeloso; pero bien empleado me está el chasco que me llevé por quebrantar los propósitos, y por no haber escarmentado con otros que de este tenor me han dado en dicho teatro.

Por lo que hace al mérito de la pieza baste decir que es original en su enredo, en su desenredo, en sus caractéres, y en todo, pues hasta la division que le ha dado su autor en quatro rempujones que él llama actos, tiene su especie de originalidad. En ella no hay que buscar verosimilitud ni regularidad, pues no tiene lance que no sea disparatado, y fuera de lo natural: los caractéres son estrafalarios, pues el zeloso, que es el protagonista, mas bien se puede decir que es un tonto aforrado en lo mismo, que un zeloso, y esto lo manifiesta desde el princi-[354]pio hasta el fin de la comedia. ¿Á qué hombre, aunque sea el mas majadero, se le podria ocurrir la idea de vestir á su muger de hombre para llevarla al café, y que nadie se la cortejara? ¿Se puede uno persuadir que un zeloso que está viendo la comedia con su novia, se le pudiese ésta escapar con su amante sin ser notada en el mismo punto? ¿Se atreverá nadie á tener por verosimil, no digo yo en una muger tonta, pero ni en la mas discreta, el lance de esconder las obleas entre el seno para que el simplonazo del esposo fuese á buscar otras, y poner ella entretanto la posdata á la carta? ¿Se dice por ventura en todo el contesto de la comedia qué casta de muger es la tal tonta, de dónde ha venido, con qué motivo está viviendo en la misma casa del que ha de ser su marido, mucho ántes de haberse casado con él, ni el impedimento que ha habido para que no se haya efectuado el matrimonio? ¿Puede haber mayor desatino ni panarrada como el que crea el zelosi-tonto que la carta que escribe su muger al oficial es en nombre de su hermana, ni se puede poner en la escena una cosa que repugne mas á la razon y á la propiedad que la mudanza de vestidos que hace la tonta con la criada, y el ponerse ésta de espaldas dentro de la puerta para que piense Juan Lanas que aquella es su muger? Pues no digo nada del tapujo de la señorita, de llevar el zeloso su misma novia á casa del oficial, de dexarla en ella ya mandando como ama de casa, sin mas motivo que el haberle dado la mano de esposo, como si esto solo fuese suficiente, de las simplezas del cuñado del zeloso, y de la venida de la hermana en casa del oficial; escenas todas tan naturales, que no se puede pedir mas. Los demas lances aun son peores si cabe, pues mayor cúmulo de desatinos sin gracia alguna es imposible que se pueda presentar al público. Sobre su versificacion no debo aventurar mi dictámen, porque no habiendo leido la obra, no puedo juzgar de su mérito poético por una simple representacion entre dientes, como se acostumbra en este teatro, solo noté que su autor á la cuenta quiso imitar á nuestras antiguos poetas, poniendo en su comedia diferentes clases de metro, como quintillas, décimas, redondillas, &c. pero me pareciéron tan poco graciosas, y tan vestiditas á la francesa, que no les sobraban mas que galicismos, y conceptos no muy decentes, bien que en esto es en lo que descubren un talento singular nuestros modernos autores.

Aquí tiene vmd. todo el mérito de la comedia: El Zeloso y la Tonta; pasemos al de la opereta que se representó despues, [355] tambien original, titulada: El Traductor. Se ha observado que las piezas originales son mucho peores que las traducidas, y cuidado que estas son harto malas. Lo que es argumento, accion, ni maldita la cosa, tiene vmd. que buscar en la tal opereta. Su embrollo es miserable, y el héroe es un traductor tan ignorante y mentecato como quien lo ha puesto en la escena. Todo lo demas es correspondiente al papel principal, de lo que nada se puede decir porque no tiene pies ni cabeza.

Lo que hay de mas original en la tal pieza es que entre las estupendas simplezas que se dicen en ella sale á danzar tambien el Regañon, pero tan oportunamente, y con tanta gracia, que se conoce el talento del que concibió en su cerebro una ocurrencia tan feliz. Yo bien considero que estas pullas ridículas, que no prueban mas que la ignorancia y sandez de los que las escriben, no merecen ser ni citadas por los individuos de ese Tribunal literario, y éste ha hecho muy bien en mirar con el mas solemne desprecio, y darse por desentendido de la presente: esta conducta debe ser aprobada por los hombres sensatos que consideren que ningun honor le debe resultar de una contestacion tan vergonzosa; pero nadie dexará de reprobar altamente el atrevimiento y desvergüenza de haber puesto en boca de los cómicos una majadería tan insulsa, despreciando determinadamente una obra literaria. El teatro, segun las leyes, no tiene mas oficio que el de ridiculizar los vicios generales que reynan en la sociedad, conocidos por tales, sin mezclarse ni por incidencia en criticar obras particulares, pues no siendo su destino mas que el de infundir desprecio de los abusos comprobados y reconocidos, está imposibilitado de censurar ninguna obra particular y determinada; porque no pudiendo hacerse en la escena una contestacion correspondiente que pueda convencer á los espectadores, no deben emplearse las armas teatrales contra individuos sin defensa alguna, y el hacerlo así, como se ha hecho en la presente opereta, es una corrupcion y abuso que merece el mas severo castigo para que no se propague, ni llegue á tomar raices.

Si todos los progresos y adelantamientos que hace nuestro teatro son los que hemos observado hasta aquí, mucho mejor es sin duda que volvamos á nuestro estado antiguo, pues á lo ménos en él, aunque el buen gusto padeciese algunos daños, no se ofenderia á la moral, ni á la decencia, ni se tirarian á desacreditar las producciones particulares. Si se quiere ver el estado de nuestro teatro con todas las reformas que en él se han he-[356]cho, no hay mas que observar el quadro siguiente. Unos dramas ignorantemente traducidos de los peores que se han publicado en Francia, en los quales no hay decencia ni moral, ni lenguage, ni mas gracia que algunas expresiones y conceptos picarescos, que ofenden no poco á las costumbres: otros originales mucho mas sosos y desvergonzados, y que los abomina hasta el mismo pueblo baxo, para el qual sin duda escriben sus autores, dignos á la verdad de tal mecenas; y unos cómicos que son verdaderos autómatos, que no solo no expresan lo que deben expresar, sino que ni entienden lo que dicen, ni hacen mas movimientos que por resorte. Á la vista pues de esta pintura tan verdadera, maldita la cosa buena que se puede hacer, y si los autores de comedias así originales como traducidas que tenemos, no se contentan ya con corromper el buen gusto y las costumbres, sino que prorumpen tambien con el mayor descaro en desvergüenzas groseras, es por un efecto de su misma ignorancia, pues esta es la cosa mas atrevida del mundo. La exîstencia de los teatros es necesaria, y aun indispensable en los pueblos grandes, pero ya que del nuestro no podamos sacar todas las ventajas que proporciona un establecimiento de esta naturaleza, á lo ménos que no se corrompa, y sirva mas bien de daño que de provecho, como sucederá infaliblemente si no se les corta el revesino á los abusos que en él van introduciendo tanto los autores como los cómicos.

Por último, señor Presidente, sírvase vmd. de hacerles conocer á estos señores mios que los límites del teatro no son tan extendidos como ellos se imaginan, que en la escena no se deben presentar mas que los vicios públicos con toda su deformidad, pero que ni por inferencia se puede señalar á los viciosos; que aquella no es palestra para juzgar del mérito de las obras literarias, y que es una avilantez el poner en boca de los representantes una sátira trivialísima, que á no ser tan necio el que la escribió, hubiera conocido que era hacer una alabanza del periódico el Regañon el ser juzgado tan malamente por un traductor ignorante, y el no haberlo confundido con las piezas que estaba traduciendo. Yo espero que sobre este particular tome el Tribunal Catoniano una providencia que sirva de escarmiento, porque á mí, y á la parte mas sana y sensata que ha asistido á la tal funcion, les ha parecido una insolencia la crítica que se ha hecho del Regañon. Es quanto se me ofrece por ahora que decir á vmd. Salud.

El lmparcial. ◀Carta/Carta al director ◀Nivel 3

CARTA SEGUNDA.

La Pedantería.

Nivel 3► Carta/Carta al director► Muy señor mio: Relato general► Yo tengo un amigo que celebrára mucho conociera vmd. Este es un hombre que está envanecido, porque se tiene por muy hábil en el conocimiento de los hombres: ciencia que, segun dice, ha adquirido á costa de muchas fatigas, y de algunos reveses que ha sufrido en su juventud, de modo que aun sus tristes aventuras con las mugeres, y algunos encuentros con los hombres, hacen segun él una parte de su educacion. El bayle, la fonda, y la casa de juego, son las escuelas en que estudia á los hombres, y confiesa ingenuamente que ha padecido mucha parte de su vida un furioso dolor de cabeza, particularmente por las mañanas, de resultas de haber estudiado demasiado los hombres por la noche. Esta es la que él llama la verdadera ciencia de un caballero, mirando todas las demas como un objeto mecánico, propio solo de un escolar ó de un filósofo. No obstante esto, me manifestó un dia algunas cartas que en su juventud habia dirigido á un ídolo, en las quales hallé pensamientos tan extravagantes, que no pude contener la risa, pero viendo que se formalizaba, solo le dixe que notaba algunos defectos de ortografía, á lo que respondió enojado, que él ortografiaba como caballero, y no como letrado, concluyendo con una larga invectiva contra los pedantes, que en su diccionario son sinónimos de literatos. ◀Relato general

De resultas de este pasage hice á mis solas varias reflexîones acerca de la pedantería, de la qual hablan todos, y nadie cree participar, las quales dirijo á vmd. para que resuelva mis dudas.

Nivel 4► Pregunto: un hombre que en su vida ha visto mas que bibliotecas, que no sabe hablar de otra cosa, y cuya conversacion es árida y desabrida, por no saber nada fuera de su profesion, ¿no podrá llamarse pedante? Un caballero que no conoce otra cosa que la Corte, que se burla de otro solo porque no es un petimetre casquivano, y vive fuera de la Corte; que sacándole de la historia de ciertas aventuras galantes, ó lo que ellos llaman la crónica escandalosa, de la comedia, y de la vista de las mejores mozas, queda perdido, sin otro recurso para la conversacion, que á lo mas el apelar á la descripcion de una gran partida de monte, ó de parar, ¿no es un pedante, aunque jamas haya estado en Colegio, ni haya pisado una Universi-[358]dad? Un militar, que aun enmedio de una tertulia de mugeres no habla sino de formar sitios, levantar campamentos, y dar batallas, arrojando por aquella boca continuamente balas, bombas, metralla, y oliendo al humo de la pólvora, de modo que si se le desmonta su artillería queda mudo, ¿no es un pedante? El jurista que nunca se descarga de sus leyes; el estadista que politiquea á todo trance; el poeta, que sin ser rogado acomete con sus coplas á todo viviente, mendigando aplausos aun de los ignorantes; y muchos hombres que tienen muchos libros y no los leen, ó los leen sin gusto, sin crítica, sin discernimiento y sin método, llenando sus cabezas de noticias descosidas, y sin conexîon, ¿no son verdaderos pedantes? Los que por no haber estudiado su idioma patrio, le hablan incorrectamente, sin pureza, sin propiedad y sin conocimiento, mezclando frasecillas extrañas, y palabras de otro idioma que significan ménos, por aparentar cultura entre los sabidillos de folletos, ¿no son pedantes? En fin, si la ciencia, los viages, y todos los demas medios de aumentar nuestras luces sirven para perfeccionar el talento, ¿no sucede muchas veces que por el contrario hacen á un necio mil veces mas necio é insoportable, porque le dan materiales para sus impertinencias, y ocasion de ser fértil en absurdos y necedades, constituyéndolo un gran pedante? ◀Nivel 4

Á mí me parece, señor Regañon, que no hay clase ni oficio, ni profesion, en que no pueda haber, y en que efectivamente no haya pedantes, porque para mí todo lo que es hablar fuera del caso, sin oportunidad, hablando de química con un misionero, ó de teología con una señorita, y trayendo la conversacion por los cabellos para lucirse uno, apurando la paciencia de los demas, es verdadera pedantería. Aun mas: dudo tambien si la tinaja de mi antecesor era una pedantería, dudo.... pero vmd. se servirá responder á mis preguntas, ó si no las graduará de ciertas su corresponsal

Diógenes ◀Carta/Carta al director ◀Nivel 3

CARTA TERCERA.

Natura duce.

Séneca.

Nivel 3► Carta/Carta al director► El bello sexô, la parte mas bella y escogida del género humano, no solamente ha recibido adoraciones desde la creacion del mundo, sino que ha sido muchas veces el objeto de las investigaciones de los sabios. Pero en estas obras, de las quales hay muchas dignas de la inmortalidad, no encuentran las señoras ideas que les interesen, y de las quales puedan utilizarse para la grande obra que las ocupa en la parte principal de la vida, tal es el conquistar, y el conservar la conquista. Ovidio, que tenia conocimientos grandes para la empresa, escribió un poema licencioso, digna lectura de los lupanares. Buffon, Lignac, Maupertuis y otros han tratado de la parte física del amor, y aun los que lo han considerado moralmente han dictado á las mugeres una moral sistemática y dura, propia para hacerlas virtuosas, pero muy fuera de propósito para hacerlas agradables. Para combinar estos dos extremos, llamados así por los que no profundizan, si no se dexan llevar de las opiniones, se necesitaba un hombre amable, y amigo del sexô, que supiera demostrarle sus verdaderos intereses. Confieso, señor Regañon, que me dedicaria con gusto á una empresa de esta clase; amo al sexô por inclinacion y por sistema; le he consagrado la mayor parte de mi vida; he sido víctima de sus caprichos, y lo he estudiado muy á fondo á costa de muchas pesadumbres, y de no pocos malos ratos; pero me falta un espíritu grande para formar y abrazar un plan; quizá podria desempeñar con acierto los por menores, pero subir al todo, y formar un código ordenado y completo, es asunto para un entendimiento superior. Interin se levanta en la Europa quien desempeñe con acierto una carga tan importante, tenga vmd. la bondad de insertar en su periódico las siguientes reflexîones.

Nivel 4► Nada prueba mas la injusticia de los hombres, que su conducta con las mugeres. Una inclinacion irresistible nos conduce á sus plantas; los lloros, los suspiros, las baxezas, todo se emplea en el tiempo de la pretension; pero llega la hora del triunfo, y toda la escena se muda. El hombre quiere erigirse en tirano, dominar por el terror, exîgir sacrificios, y castigar las mas pequeñas miradas. Por su parte no se cree obligado á [360] ninguna complacencia. Dueño de su persona se cree con derecho no solo para mirar, sino para obsequiar, y pretender otro objeto. En la calle prodiga los requiebros á quantas bellezas encuentra; en las casas no se sabe, pero se infiere lo que hará. Las acciones mas comunes de su vida serian miradas como crímenes horrendos en su querida; él la espía, la contradice en todo, se complace en verla llorar, y si la pobre se descuida en dexar traslucir algunos fundados zelos, el amante se ensoberbece, y la amenaza con un eterno rompimiento. Este es comunmente el sistema de los hombres: si hay muy pocos que no lo observen, no hay ninguno que no incurra en otras mayores injusticias. Los jóvenes arrastrados por el torrente de las pasiones, y rodeados continuamente de intrigas amorosas, se quejan sin cesar de la volubilidad, inconstancia y caprichos de las mugeres: los hombres de una edad madura, retirados de las banderas de Venus, ponderan la corrupcion del siglo por la desenvoltura con que las mugeres se presentan. Unos y otros se hieren por sus mismos filos. ◀Nivel 4 ◀Carta/Carta al director ◀Nivel 3 (Se concluirá.) ◀Nivel 2

AVISO.

En los primeros dias del mes se admiten subscripciones á este periódico en la Librería de Alonso frente á las gradas de S. Felipe el Real, á seis reales cada mes para esta Corte: ocho para toda la Península; y un peso fuerte para ámbas Américas, francos de porte todos los Números, no admitiéndose para fuera de Madrid subscripcion por ménos de tres meses, y para Indias por ménos de seis. En Cadiz se subscribe en la Librería de Pajares, en Sevilla en la de Caro, en Málaga en la de Iglesias, en Zaragoza en la de Monge, en Barcelona en la de Sierra, en Valencia en la de Mallen, en Valladolid en la de la Viuda é hijos de Santander, en la Havana en la Imprenta de la Capitanía general, y en México en casa de D. Francisco Montes y Guzman, junto á la estampa del Refugio. Sale un Número de á pliego todos los Miércoles y Sábados, que se vende suelto á cinco quartos.

CON REAL PRIVILEGIO.
MADRID
EN LA IMPRENTA DE LA ADMINISTRACION DEL REAL ARBITRIO DE BENEFICENCIA. ◀Nivel 1