Citazione bibliografica: Anónimo [Ventura Ferrer] (Ed.): "Núm.30", in: El Regañón general, Vol.1\30 (1803), pp. 233-240, edito in: Ertler, Klaus-Dieter / Hobisch, Elisabeth (Ed.): Gli "Spectators" nel contesto internazionale. Edizione digitale, Graz 2011- . hdl.handle.net/11471/513.20.1503 [consultato il: ].


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NÚM.° 30.

Sábado 10 de Setiembre de 1803.

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LITERATOS.

Livello 3► Bien sabe vmd. señor Público, que hay en la Corte y en todo el Reyno una clase de individuos á quienes se les da este nombre indistintamente porque se han aplicado al estudio de las ciencias y de las bellas letras. En otro tiempo los sabios se entregaban al estudio separados del mundo, y trabajando para sus contemporáneos no pensaban mas que en la posteridad. Sus costumbres llenas de candor y de aspereza no tenian relacion alguna con las de la Sociedad, y los demas individuos, ménos instruidos que en el dia, admiraban sus obras, ó mas bien el nombre de sus autores, y no se tenian por dignos de vivir con ellos. En el tiempo presente el gusto de las ciencias y de las bellas letras se ha extendido insensiblemente, y ha llegado hasta el punto de que los que no le tienen le fingen tener: se han buscado á los sugetos que las cultivaban, y los han introducido en el mundo, por decirlo así, á proporcion del placer que han hallado en su trato. Mucho han ganado ámbas partes con esta union, porque las personas sociales han cultivado su talento, formado su gusto, y adquirido nuevos placeres; y los literatos no han tenido ménos ventajas, pues han encontrado estimacion, perfeccionado su gusto, pulido su talento, endulzado sus costumbres, y adquirido conocimientos sobre muchas materias que seguramente no hubieran sacado de sus libros.

Las letras á la verdad no forman el establecimiento de un individuo, pero le proporcionan, y se adquieren por ellas algunas distinciones que aun las personas de la clase superior no llegan á obtener siempre. El talento es lo mismo que la hermosura, que nadie se cree degradado, rindiéndole homenage, á ménos que no entre en competencia con la calidad ó con el fa-[234]vor, que entónces puede llegar á ser el mayor objeto de la rivalidad; pero el que tiene una superioridad de mérito bien conocida por su nacimiento ó por sus empleos, protege el talento con complacencia, y aun se apresura á darle á un hombre de una clase inferior el premio que le disputaria á un rival suyo por otros motivos, porque el talento tiene la ventaja de que aquellos que le aprecian y le patrocinan, dan á conocer que ellos mismos le tienen, ó á lo ménos todos lo creen así, que para el fin viene á ser lo mismo.

En muchas clases se pueden dividir los literatos. Los eruditos han merecido en otro tiempo un grande aprecio de las gentes, pero como hoy han disminuido infinito, se ha escaseado tambien su número. Á los sabios que se ocupan en el estudio de las ciencias se les estima, reconoce por útiles, y algunas veces se les recompensa. Estos individuos son mas conocidos en la sociedad por la fama de su nombre que por su persona, á ménos de que no tengan en ella otros agrados distintos del mérito que hace su reputacion.

Los literatos mas estimados son los hombres de talento conocido, que han profesado el estudio de las bellas letras, entre los quales se puede hacer una distincion. Aquellos cuyas producciones son felices y brillantes, son muy buscados y estimados en el trato de las gentes; pero si un individuo se halla encerrado en la esfera del talento, y sin la brillantez de la expresion ingeniosa de sus palabras, por mas adornado y profundo que pueda ser en su meditacion, se aplauden sus obras, pero no se hace caso del autor, porque en la sociedad siempre se prefiere á aquel cuyo talento tiene un uso mas variado, y una instruccion ménos prolixa, pero mas general. Los primeros hacen mas honor á su siglo, pero los segundos agradan mas en el trato. Además de que todo tiene su contrapeso, pues los grandes talentos no estan siempre acompañados de un gran fondo de ingenio, y todos saben muy bien que un pequeño conducto de agua puede formar un surtidor mas brillante que un arroyo, cuyo curso igual y copioso fertiliza una tierra útil. Los hombres de talento deben tener mas celebridad, y esta es una de sus recompensas; pero los ingeniosos deben encontrar mas agrado en el trato de las gentes. Los talentos no se comunican por la conversacion, y sí el ingenio, que se desenvuelve, se extiende, y se hace comunicable á todos; y así es que el placer y la costumbre de vivir con hombres ingeniosos hace nacer la estrechez y aun la amistad entre las gentes, á pesar de la des-[235]proporcion de las clases. Es un dicho vulgar que el juego y el amor igualan todos los estados y condiciones, y yo estoy persuadido de que se hubiera tambien añadido el ingenio si el proverbio se hubiese hecho despues que ha venido á tener un uso tan extendido. El juego iguala las clases, envileciendo la superior, el amor elevando la inferior, y el ingenio sin resulta alguna, porque la verdadera igualdad nace de las almas. Seria de desear que la virtud produxese el mismo efecto; pero solo las pasiones á la cuenta tienen el poder de reducir á los hombres á no ser mas que hombres, esto es, á renunciar en ciertas circunstancias todas las distinciones exteriores. Sin embargo, el mas extendido de todos los imperios sin ser visible, es el de los hombres ingeniosos y de talento. El poderoso manda, pero los hombres de ingenio gobiernan, porque ellos á la larga forman la opinion pública, y esta temprano ó tarde todo lo subyuga.

Los individuos á quienes deben estar mas reconocidas las bellas letras son los cortesanos, y si yo aconsejara á un hombre de talento que quisiera vivir feliz, y darse á conocer, le diria: prefiere á todo la amistad de tus iguales, porque esta es la mas segura, la mas honrada, y muchas veces la mas útil, porque los amigos de un estado mediano son los que hacen los mayores servicios sin tiranizar el agradecimiento; pero si quieres amistades sociales búscalas en la Corte, porque estas son las mas agradables y ménos incómodas. La intriga, el doblez y la maldad no la emplean los cortesanos sino en los rivales de su ambicion, y ellos no piensan jamas en hacer daño á aquellos sugetos que no pueden oponerse á sus proyectos: al contrario, tienen una especie de gloria en obligarlos, y desean atraer á su estimacion á un hombre de mérito, cuyo agradecimiento les puede hacer mucho honor. Quanto mas grande es un individuo, tanto ménos procura hacer conocer la distancia que hay de él á su protegido, porque el amor propio, que obra por principios, no se distingue de la modestia en sus efectos. Un literato digno de estimacion no manifestará jamas un fausto ofensivo, pues debe conocer muy bien quanto se expondria con aquellas personas que no tienen sobre él mas que una superioridad impertinente, y que creerian que por este medio se les daba á conocer.

Á mí no se me oculta que hay muchos hombres que favorecen á los literatos mas bien por el honor que les puede dar esta proteccion, que por las ventajas que de ella podrian sacar las bellas letras; pero siempre se notará la diferencia que hay [236] entre estos individuos, y aquellos que las protegen por inclinacion, y por un convencimiento de lo necesarias que son para un Estado. Muchos caminos hay para lograr la introduccion en el trato de las gentes: la nobleza calificada, las riquezas, y mil circunstancias la proporcionan, pero el medio mas seguro y brillante es el del talento, porque la entrada depende entónces de la eleccion, y las amistades que con este motivo contraen los literatos, les franquean necesariamente las distinciones. Tan cierto es esto, y lo conocen tanto los mismos poderosos que tienen talento, que si se observa con atencion su conducta, se verá claramente que aunque ellos saben gozar de su fortuna, prefieren siempre á todo la gloria de ser hombres instruidos. Llegan hasta el punto de ofenderse de las alabanzas que les dan á sus liberalidades, porque conocen que tienen en sí otro mérito mas glorioso, y así sucede que buscan á los literatos, y se honran con su amistad.

Eteroritratto► El buen suceso que han tenido algunos hombres de talento ha extraviado á muchos de su carrera, porque han creido disfrutar la misma suerte, y se han engañado, ya porque no han tenido tanto mérito como aquellos, ó porque no ha llegado á ser tan conocido. Muchos jóvenes han pensado seguir su inclinacion, emprendiendo esta carrera, y la mala suerte que han tenido en ella los ha hecho incapaces de seguir otras en que habrian hecho progresos si las hubieran tomado desde temprano; y por esta causa ha perdido el Estado una multitud de individuos que podian haberle sido muy útiles, y la literatura no ha ganado cosa alguna. ◀Eteroritratto

Las ventajas que sacan de las letras los que las profesan, estan reducidas á algunas satisfacciones en la sociedad, pero no dexan por eso de excitar la envidia, porque los necios por su naturaleza son enemigos de los hombres de talento, y esta qualidad no es muy útil algunas veces al mismo que la posee. Muchos han llegado á pensar que los hombres estiman mas el talento que la virtud, porque ellos mismos hacen mil alabanzas de su buen corazon, y reprueban el menor elogio que qualquiera hiciese de su propio talento; pero esta conseqüencia no es justa porque hay otras razones que disculpen la dicha conducta. El hombre que nos da á entender en sus expresiones que tiene talento, y que se gloría en decirlo, no hace mas con esto que prevenirnos que no le sorprehenderemos con falsas virtudes, ni le ocultaremos nuestros defectos, porque él los verá todos, y nos hará justicia; y un anuncio semejante ya se ve que es una [237] declaracion de guerra: al contrario, el que nos alaba la bondad de su corazon, y nos procura persuadir con ella, nos dice tácitamente que debemos contar con su indulgencia y con sus servicios, y que podemos impunemente ser injustos con él.

Eteroritratto► Los necios no se contentan con aborrecer á los literatos, sino que los representan como hombres dañosos, intrigantes, y llenos de ambicion, y suponen que no se puede hacer del talento y del ingenio mas uso que el que ellos harian si lo tuviesen. El ingenio, á la verdad, no es mas que un resorte que pone en movimiento la virtud ó el vicio: los viciosos le emplean en sus pasiones; pero ¿quántas veces no ha guiado, sostenido, descubierto y fortificado las mismas virtudes? El talento solo, por un interes justificado, ha producido acciones tan loables como hubiera podido producir la virtud, y así es que la necedad solamente ha causado quizá tantos crímenes como el vicio. Los hombres de talento, ó de un gusto decidido á las ciencias y artes, son muy poco temibles en las intrigas ambiciosas, porque la mayor parte de ellos son incapaces de sostenerlas, y los intrigantes de profesion que jamas pierden de vista sus intereses, conocen tanto á esta especie de sugetos, que quando los empeñan en asuntos árduos lo primero que piensan es en engañarlos, haciéndoles servir de instrumento á sus fines, y no confiándoles jamas el principal secreto de sus miras. ◀Eteroritratto

El amor de las letras hace á los hombres en parte insensibles á la codicia y á la ambicion, les consuela en sus desgracias, y aun les impide muchas veces el sentirlas. Bien pesadas estas razones es preciso inferir que los hombres instruidos y de talento son mejores que los demas, ó á lo ménos deben serlo, pues de dos personas igualmente sensibles y benéficas, la que tenga mas talento, á ménos de ser un depravado, hará siempre mas progresos en la practica de las virtudes sociales, porque tendrá una conducta en sus procedimientos que no podrá tener un hombre limitado: él no humillará á nadie en el modo de repartir sus beneficios, sino tendrá en sus dones aquellas miras que son tan superiores al mayor agradecimiento, y que léjos de hacer ingratos, hacen probar un consuelo delicioso en hacer bien.

Sucede generalmente que el talento inspira al que le tiene una especie de satisfaccion propia, que no tiene mas objeto que el de hacerse mas agradable á la sociedad. Los hombres de talento debian hacer muy poco caso de la envidia que excitan, porque no viven jamas gustosos sino entre los de su clase, y la [238] experiencia misma les enseña quanto se necesitan unos á otros, y si algun pique los llega alguna vez á separar, los necios mismos los vuelven á unir por la imposibilidad de vivir continuamente en el trato de estos últimos. Yo desearia infinito, por el honor de las bellas letras, y por la felicidad de los que las cultivan, que todos ellos estuviesen persuadidos de una verdad que deberia ser para los literatos un principio de su conducta, y es: que se deshonran ellos mismos con las injurias que dicen y escriben contra sus rivales: que haciendo esto, lo mas que pueden conseguir es mortificarlos, enemistarse, y obligarlos á que respondan en el mismo tono; pero nunca podrán destruir una reputacion radicada en el público, porque esta no se adquiere ni se pierde sino por uno mismo. La envidia demuestra inferioridad en quien la tiene, y por mas ventajas que tenga qualquiera sobre su rival, luego que concibe envidia de él, da á conocer que le es inferior en alguna cosa.

No hay particular tan elevado é ilustre, ni sociedad tan respetable, que pueda mudar el juicio del público, aunque una cábala pueda por acaso conseguir en parte alguna victoria pasagera. En tiempos antiguos quizá podria lograrse esta porque el público era ménos instruido, y no procuraba tanto juzgarlo todo; pero en el dia se divierte con las escenas literarias, menosprecia personalmente á los que en sus disputas escriben con indecencia, separándose al mismo tiempo de la razon, y no muda jamas la opinion que ha formado de esta clase de escritos. Es inútil probar á los literatos que toda rivalidad es vergonzosa quando no es causada por la emulacion, porque esta verdad no necesita pruebas; pero deberian conocer que su desunion se opone directamente á su interes general y particular. Lo que debemos esperar de los literatos es que trabajen con esmero obras útiles, y que hagan críticas sensatas y severas, pero justas y decentes, en donde se designen las bellezas y los defectos de las producciones, y rectifiquen las costumbres, haciendo ver las causas que se oponen á su mejora. Sus discusiones no deben tener mas objeto que la verdad, evitando siempre aquellas disputas tenaces que produce el amor propio, y que son tan dañosas para ellos, como escandalosas para los sabios. Los hombres estúpidos, á quienes ha enseñado la envidia á conocer su propia pequeñez, y que son demasiado orgullosos para confesarla, son los únicos que pueden tener gusto de ver que se llenan mútuamente de vituperios unos individuos que debian ellos respetar.

[239] Á mí me parece que veo en los literatos un pueblo que con sus disensiones provee de armas á los bárbaros, y les enseña el arte de manejarlas: á lo menos, si observamos la conducta que tienen, conoceremos que se hace precisamente en el dia todo lo contrario de lo que se practicaba en tiempos antiguos, que hacian reñir á los animales para divertir a los hombres. Salud.

El Presidente. ◀Livello 3

SECRETARÍA.

CARTA QUE HEMOS RECIBIDO.

........... se mata por querer vivir.

Virg.

Livello 3► Lettera/Lettera al direttore► Muy Señor mio: Livello 4► Autoritratto► Yo soy del número de los valetudinarios, y confieso á vmd. que he adquirido esta debilidad física, y aun moral, por el estudio de la Medicina. Leí el tratado de fiebres de Sydenham, y me causó una calentura lenta que no me dexó hasta que concluí la obra. Leí despues otro Autor que trata de la tisis, y al instante me creí atacado de consumpcion, hasta que el haberme puesto muy grueso me avergonzó, y me curó de esta manía. Á poco tiempo me vi acometido de todos los síntomas de la gota, excepto el dolor, hasta que me curó la lectura del mal de piedra escrito por un Autor muy ingenioso, que siguiendo la práctica de su arte saca un mal con otro. En fin, me llené de una infinidad de males que me aniquilaban; pero por fortuna cayó en mis manos el discurso de Santorio, y resolví seguir escrupulosamente su método. Todos los erudítos saben que este doctor, para hacer mejor sus experimentos, inventó una silla matemática, suspendida en el ayre con tanto artificio, que se podia pesar en ella qualquiera cosa como en una balanza: de este modo sabia quantas onzas de alimento se disipaban por la transpiracion, que cantidad se convertia en su propia substancia, y quanta se descartaba por otras vias.

Luego pues, que me hice con una de estas sillas, me acos-[240]tumbré á estudiar, comer, beber y dormir en ella, de modo que se puede decir que hace tres años que vivo en una balanza. Segun mi observacion, quando estoy enteramente bueno peso doscientas libras; pierdo cerca de una quando ayuno un dia, y adquiero una mas despues de haber comido bien, por lo que todo mi cuidado es el mantener la balanza igual entre estas dos libras volátiles de mi constitución. En mi comida ordinaria aumento mi peso media libra, y si noto que falta algo, bebo justamente otro tanto, ó como pan hasta llegar á mi peso. En mis mayores excesos no añado mas que otra media libra, lo que practico por mi salud todos los primeros Lúnes de cada mes. Quando despues de comer me hallo bien en balanza, me paseo hasta transpirar el valor de cinco onzas y quatro escrúpulos y medio: luego me disipo tres onzas y media estudiando, y no llevo cuenta del resto de la libra. No tengo hora para comer ó beber; pero quando mi silla me advierte que mi libra de alimento se ha consumido, concluyo de aquí que tengo hambre. Mi dosis de sueño una noche con otra es un quarteron poco mas ó ménos, y si al levantarme veo que no he completado el peso, duermo lo que falta en la balanza. Segun el cálculo exâcto de lo que he perdido ó ganado en el año último en peso, resulta en mi registro, que en lo ordinario no creo se haya disminuido mi salud una onza. Pero á pesar de todo mi cuidado en tener mi cuerpo en un justo equilibrio, me veo reducido á un estado débil y lánguido: me he puesto pálido, tengo el pulso desigual, y estoy amenazado de hidropesía. ◀Autoritratto ◀Livello 4 Tenga vmd. pues, señor Regañon, la bondad de comunicarme algunas reglas mas ciertas que las que he observado hasta aquí, y téngame por su verdadero amigo, pues sin duda á causa de tantas enfermedades es tan regañon como vmd. su afectisimo

Diógenes. ◀Lettera/Lettera al direttore ◀Livello 3 ◀Livello 2

CON REAL PRIVILEGIO.

MADRID

EN LA IMPRENTA DE LA ADMINISTRACION DEL REAL ARBITRIO DE BENEFICENCIA. ◀Livello 1