Cita bibliográfica: Anónimo [Ventura Ferrer] (Ed.): "Núm.16", en: El Regañón general, Vol.1\16 (1803), pp. 121-128, editado en: Ertler, Klaus-Dieter / Hobisch, Elisabeth (Ed.): Los "Spectators" en el contexto internacional. Edición digital, Graz 2011- . hdl.handle.net/11471/513.20.1445 [consultado el: ].


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NÚM.° 16.

Sábado 23 de Julio de 1803.

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EDUCACION PARTICULAR.

Nivel 3► El fundamento de la felicidad temporal de la especie humana es la educacion que se le debe dar á cada individuo, y siempre es muy útil regañar contra los abusos que reynan en esta parte para rectificarla, y hacerla seguir por todas las clases del Estado. Las reflexîones que aquí expongo son extractadas de las que publicó en francés Mr. Pujoulx, aunque de ellas no he tomado mas que el método, y algunas de sus ideas, acomodándolas á la correccion de la conducta que usamos nosotros para educar la juventud. Me ha parecido muy oportuno y conveniente presentar á mis lectores las presentes observaciones sobre la crianza particular, despues de la publicacion que se ha hecho del Plan razonado de educacion general, para completar un curso compendioso de este ramo. Para señalar los abusos y su enmienda he tomado por norma la educacion que generalmente se da en la Capital del reyno á las personas distinguidas, pues siendo los individuos que componen estas clases las que por lo comun sirven de modelo á todas las de la Península, ya porque inspiran una especie de confianza en su civilizacion, ó ya por la dependencia en que muchos estan de ellas, resulta que los usos adoptados por las gentes de la clase referida se introducen poco á poco en la de los pobres, sin otro motivo tal vez que por seguir la ley de la imitacion, ó por el prurito de parecer mas de lo que son; y así es que estas prácticas se hacen generales insensiblemente, y el todo de ellas forma lo que se suele llamar las costumbres de una nacion.

[122] Por esta causa quando se trata de enmendar las costumbres en general es preciso dirigirse á las gentes instruidas y de calidad, porque los abusos ni la corrupcion suben jamas de las clases inferiores á la superior. Mucho se ha escrito sobre la educacion en todos tiempos, pero solo de pocos años á esta parte se ha sacado algun fruto de las obras que tienen por objeto esta base eterna de la felicidad de los pueblos. Los hombres que creen saberlo todo porque han aprendido en las escuelas el arte de disputar por principios, me preguntarán sin duda lo que entiendo por una buena educacion, y esperarán embrollar mi respuesta con la ayuda del distingo; pero como la razon no emplea largas frases para hacerse entender, yo les responderé sencillamente que la mejor educacion pública y particular es la que hace á los hombres buenos y felices.

Adoptada esta definicion, me parece que el modo de educar á los niños, y de formar á los jóvenes, que se usa entre nosotros, es precisamente el que se debia emplear para hacerlos infelices y malvados. Qualquiera que observe los vicios, los disgustos y las enemistades mortales que hay entre los individuos de la sociedad humana, y el arte de la guerra que se ha usado desde el principio del mundo, se verá obligado á confesar que el hombre es el mas cruel de los animales. Exâminemos pues los defectos de nuestra educacion particular, la qual influyendo directamente sobre el carácter y costumbres del pueblo, se funda en la educacion doméstica. Hasta esta es preciso que subamos si pretendemos enmendar los abusos, y baxo de este punto de vista he reunido algunas observaciones en los párrafos siguientes, que me han parecido muy obvias y convenientes, porque siendo la Capital del reyno la que da el tono, por decirlo así, á todas las provincias que lo componen, pintar los vicios de la educacion que se da en la de España es corregir la que se acostumbra dar en todos los pueblos que dependen de ella.

Primera edad.

Nivel 4► Ya hemos asentado arriba que nuestra educacion particular se dirige involuntariamente á formar hombres malvados é infelices, y estoy tambien persuadido de que quando son buenos y dichosos es porque el exemplo ó las circunstancias han contrariado el efecto natural de esta educacion. En el desenlace de [123] este problema procuraré ser claro para que todos me entiendan, y el método que propongo para conseguirlo estriba en la conducta siguiente, que aconseja el mismo Plutarco: Á los niños en lugar de faxarlos apretadamente se les debe dar toda libertad y desahogo en sus miembros: en lugar de guardarlos como plantas exôticas, se les debe tratar como seres aclimatados; en lugar de castigarlos se les debe manejar con ternura; y por último, en lugar de desenvolver en ellos su amor propio, se les debe hacer conocer quanto ántes su mútua dependencia, é inspirarles todas las acciones de amor á sus semejantes.

Yo no me detendré en probar que la esclavitud física en que ponemos á los niños desde que nacen, y que estos lienzos con que los apretamos tan cruelmente influyen en extremo sobre su carácter y sobre su salud; es necesario estar desprovisto de luces naturales para sostener lo contrario: sin embargo, hay madres tan alucinadas ó escasas de talento, que creen que en todo el mundo habitado se empaquetan así á los niños, al mismo tiempo que de las diez partes de los habitantes del globo las nueve se indignarian quizás si supiesen que exîstia un pueblo que apretase á estas criaturas débiles del mismo modo que se ata y aprieta un manojo de tabaco.

Exemplum► Á muchas españolas he visto reirse y compadecerse quando han oido decir que en muchos parages de América y en China oprimen con lazos los pies de las niñas desde bien pequeñas para que los conserven pequeños; y á estas mismas he visto tambien sufrir que las nodrizas de sus hijos los faxasen fuertemente, y apretar ellas propias los corsés de sus hijas, sin permitir que se les pusiesen zapatos para que no les incomodasen los pies. ◀Exemplum Tanto es el imperio de la costumbre sobre los humanos, que los usos detestables de un pueblo distante nos chocan y con razon; y los usos bárbaros que seguimos nos parecen naturales. Pero lo que hay de mas doloroso en esta observacion es que ni los médicos ni los anatómicos han tenido valor de hablar francamente la verdad, no habiendo ninguno de ellos que, á ménos de ser un ignorante, no convenga en que esta costumbre atroz de sofocar á los niños entre los pañales no sea la causa de casi todas sus deformidades, y de muchas enfermedades originadas del defecto de la circulacion de la sangre, ó de la opresion de los pulmones. Ninguno hay que ignore que los niños deformes y raquíticos son muy raros en los pueblos en que no se acostumbra faxarlos. Estos doctores me replicarán sin du-[124]da diciendo: ¿por qué quereis que yo me exponga á perder mi práctica y mis parroquianos haciendo que me tengan por una especie de filósofo censurando los usos recibidos? Así sucede que la ciencia misma encadenada por la codicia conspira contra la naturaleza y la verdad.

Yo me rio y me burlo de los errores poco importantes, dexándole á la ridiculez el cuidado de hacerles justicia, pero me indigno contra unos abusos que influyen tan directamente como este contra la salud y la felicidad, y no dexaré de regañar contra estos usos bárbaros, y contra los escritores que no han empleado, tratando de educacion, toda su energía contra los métodos desastrados que hacen del sér mas débil de la naturaleza el mas desgraciado.

Es una rareza el que haya niños que no lloren ó den gritos quando se les está faxando; los que no lo hacen son mas dignos de compasion, porque tienen la costumbre del sufrimiento y de la resignacion, que la desgracia comunica á todas las edades. La mayor parte grita, y aun arroja el alimento durante esta operacion diaria, y yo he visto niños de dos años á quien se faxaba todos los dias, dar gritos espantosos: prueba segura de que el uso continuado no habia acostumbrado su cuerpo contra el dolor. Muchas veces me ha sucedido hacer estas reflexîones á algunas madres que criaban á sus hijos, y exâltado con el calor de la disputa me he atrevido á decirles: si se os faxase de esta manera, si se os prescribiese esta cruel imposibilidad de moveros, y que á pesar del dolor que sintieseis no pudieseis mudar de postura, ¿os pareceria entónces bueno este método? - Oh! eso es muy diferente, decian, en nuestra edad seria un suplicio, y nosotros no somos niños. - Respuesta bárbara y estúpida. No parece sino que los niños son insensibles, ó que miéntras mas débil es una criatura, se debe temer ménos el multiplicar sus males. Aseguran que la costumbre disminuye la incomodidad que prueba el niño en su faxadura; pero sostengo que la costumbre del mal, mata mas bien que consuela.

Á pesar de todo debo confesar que este uso cruel de faxar á las criaturas se va desterrando, y debemos esperar que algun dia no solo no se practique, sino que la memoria de su exîstencia sea vergonzosa para la especie humana. ¡Oxalá que esta bárbara costumbre llegue á cubrirse de ridiculez y oprobrio, y puedan entónces las madres, ó las que exercen sus funciones, dar á estos seres débiles aquella dulce libertad que animal nin-[125]guno le quita á sus hijos. Pregúntese pues á las que han adoptado este método que señala la misma naturaleza, y ellas dirán que sus hijos les recompensan este beneficio por la especie de contento que se pinta en sus facciones, y por la alegría que prueban en hacer los ensayos de sus pequeños miembros. Tambien tienen el placer de admirar la buena constitucion que adquieren sus hijos, y la certidumbre de no criar en lugar de hombres unos pigmeos gibosos, imperfectos y débiles como se ven continuamente: efecto necesario de la paralisis á que se han condenado sus miembros durante sus primeros años.

La segunda proposicion que puse fué que nosotros cuidabamos los niños como las plantas extrangeras, en lugar de tratarlos como seres aclimatados. En efecto, quando se ve el modo con que se cubre su cuna, se debe pensar que el ayre le es dañoso, ó á lo ménos, que ellos no estan destinados á vivir en este elemento. Además el cuidado con que se les viste quando van creciendo obliga á creer que los niños estan condenados á pasar la mitad del año en una sofocacion continua. Yo no pienso extenderme sobre todos los peligros de esta fatal educacion; pero he notado que por lo regular quando los niños tienen cinco ó seis años se va abandonando este cuidado tan asíduo, y este es un nuevo mal para ellos, pues esta mudanza les cuesta á muchos la vida, á mas de que si nosotros debemos ser hombres, es preciso que se nos eduque de manera que podamos con el tiempo llegar á ser tales.

No es necesario buscar muy léjos los exemplos, ni indagar los pueblos antiguos para conocer el vicio de esta educacion física: basta solamente volver la vista sobre los hijos de la gente del campo, especialmente la labradora, que desde la edad de tres ó quatro años gozan de casi toda su independencia. La sobriedad, el exercicio continuo de las fuerzas, y la destreza, es lo que hace los hombres robustos, y esta clase del estado no se diferenciaria de las otras en punto á su belleza y constitucion física, si la miseria, la falta de alimentos sanos, y el exceso del trabajo no la hiciesen degenerar.

Pero si la naturaleza sola parece que da los preceptos para la educacion física durante los cinco ó seis años primeros de la vida, la educacion moral reclama los mayores cuidados de parte de los padres ó de los maestros, porque quando el niño no puede hacerse entender sino por gestos, toda la educacion primera está en accion; mas luego muda no de método, sino de [126] medios, quando sabe expresar sus ideas por las palabras; entónces se abre una nueva carrera, y lo que llamamos instruccion viene á ser una parte esencial de la educacion. Hasta allí las ideas del niño se habian fixado particularmente sobre objetos de primera necesidad para él: ahora ya quiere tener nociones de todo lo que ha visto, y de todo lo que ve. Las preguntas se atropellan porque está deseoso de saber, y el mejor medio de dirigir la primera educacion seria, á mi parecer, no presentar á la vista de los niños mas que objetos sencillos, de los quales se les pudiese dar nociones claras. En este punto sin duda habrá muy pocos que me contradigan, porque hasta para instruir á los hombres se debe emplear este órden natural, y pasar en los métodos de enseñanza del simple al compuesto.

De qualquier modo que sea, como no se puede conciliar esta desnudez de ideas de los niños con nuestras costumbres sociales, ni es posible tampoco el asegurarnos de que no fixarán su atencion sobre objetos materiales ó inmateriales muy superiores á su inteligencia, soy de opinion que á lo ménos no se les deben dar jamas falsas nociones, y que vale mas confesarles francamente nuestra ignorancia, que escarriarlos en el error. El partido primero no hará mas que suscitar en ellos una opinion de nuestra debilidad, en tanto que un error poco esencial en la apariencia bastaria para producir en su espíritu otros errores muy funestos, y podria quitarles toda confianza en la verdad si llegasen á notar algun dia que se les había engañado. ◀Nivel 4 ◀Nivel 3 Se continuará.

SECRETARÍA.

Nivel 3► Metatextualidad►

CARTA QUE SE NOS HA REMITIDO.

◀Metatextualidad Carta/Carta al director►

SEÑOR REGAÑON.

Muy señor mio: Metatextualidad► Tambien suelo yo sonar en mi tinaja, porque, aunque no muy ancho, por fin duermo: esto me sucedió la otra noche, que habiéndome entretenido de dia en leer un discurso del célebre Adisson, tuve por el mismo estilo un sueño, que no puedo dexar de manifestar á su Tribunal de vmd. ◀Metatextualidad

[127] Nivel 4► Traum► Soñé pues, que estando en mi librería reflexîonando aquellas palabras: Dios pesa los espíritus y las acciones de los hombres, se me representaban en tropel varios asuntos de moral, y muchos vicios y virtudes, que casi se confunden en el mundo: hallábame sumergido en meditacion profunda, quando veo aparecerse delante de mí un peso ó balanza de oro, suspendido de una cadena del mismo metal, con un gran número de las cosas que mas estiman los hombres, esparcidas sobre mi mesa: me paré á exâminarlas un rato, y luego quise hacer la prueba: puse pues en un lado la sabiduría, y en el otro las riquezas, pero vi que estas eran tan ligeras y de poco peso, que la balanza se subió como si nada tuviera dentro, siendo así que en la mano parecia que pesaba mucho mas el oro que la sabiduría. Es de advertir, que con todas las demas cosas me engañaba del mismo modo ántes de ponerlas en la balanza. Así juzgué que la eternidad no era cosa de mucho peso, púsela en la balanza, y por contrapeso coloqué en el otro lado el tiempo, la prosperidad, la afliccion, la abundancia, la pobreza, el interes, la fortuna, y otras muchas cosas que me parecian muy pesadas en la mano, pero todas no pudiéron ni mover el lado de la balanza en que estaba la eternidad. En seguida, quitadas estas cosas, puse en la balanza una infinidad de títulos, honores, pompas, triunfos, bordados, y otras cosas de esta naturaleza, y en esto vi á mi lado una cosa muy pequeñita y brillante, que por casualidad coloqué en el lado opuesto; y quedé sumamente sorprehendido de ver que esta sola pesaba tanto como todas las demas: esto me hizo exâminar el nombre que tenia grabado, y hallé que decia vanidad. Vi otras cosas, que á la vista, y aun en la mano, me pareciéron de la misma figura, y aun del mismo peso, pero puestas en la balanza se diferenciaban infinito. Tales eran por exemplo la virtud y la hipocresia; la sabiduría y la pedantería; el talento y la vivacidad; la verdadera piedad y la supersticion; la gravedad y la ciencia, y así otras muchas. Curioso por saber qué contenian ciertas letras que observé en una caxa, la exâminé, y vi que por el un lado decia: segun el estilo de los hombres, calamidades; y por el otro: segun el lenguage de la virtud, bendiciones; y noté en efecto que el valor intrínseco de este peso era mucho mayor de lo que hubiera yo creido, y que excedia con mucho al de la salud, de las riquezas, de los placeres, y otras que en la mano parecian mas pesadas.

[128] Como en los sueños se suelen mezclar casi siempre las burlas con las veras, me parece que hice muchos otros experimentos de un órden ménos serio. Pesé, por exemplo, una obra antigua griega, y pesó mas que toda una biblioteca moderna: luego un tomo de poesías de nuestro C... y pesó mucho mas que veinte y quatro de un antiguo poeta. Despues un petimetre, pero no lo pude sujetar á la balanza, porque lo levantaba el ayre á pesar de sus patillas, gran corbata, pantalon y media bota. En esto vi al lado una porcion de comedias nuevas sentimentales, las puse en la balanza, y de contrapeso un real de plata, pero las comedias se subiéron hasta el techo, tal era su ligereza. Eché por casualidad la vista sobre el Quixote, y comparando, sin poderlo remediar, la escasez y pobreza del inmortal Cervantes con los infinitos títulos, elogios y honores que se le han prodigado despues de muerto, me tenté á probar el peso real, y el valor intrínseco de tales celebridades: coloqué en un lado todos los elogios, y aun la comparacion con Homero, y todo: en la mano me pareciéron bastante pesados, pero vi con la mayor admiracion, que en la balanza pesáron muchísimo ménos que una cedulita que puse por contrapeso con solo aquel refran: obras son amores, y no buenas razones; y eso que en las alabanzas habia resmas de papel, y expresiones sexquipedales que abultaban muchísimo. Visto esto, dixe para mí: de aquí sacarás, que donde no haya Mecenas, no habrá Virgilios; y que miéntras se fomenten las ciencias y las artes solo con palabras, el bien público estará por esos ayres, y la ignorancia por estas tierras. ◀Traum ◀Nivel 4

Soñé otras muchas cosas, pero de las unas me acuerdo confusamente, y de las otras no quiero acordarme. Vmd., señor Regañon, puede estender sus reflexîones sobre lo dicho, y sacar algunas conseqüencias útiles á los lectores, que es lo que debe proponerse todo escritor sensato; y se propondrá siempre su corresponsal

Diógenes ◀Carta/Carta al director ◀Nivel 3 ◀Nivel 2

CON REAL PRIVILEGIO.
MADRID
EN LA IMPRENTA DE LA ADMINISTRACION DEL REAL ARBITRIO DE BENEFICENCIA. ◀Nivel 1