I. Como ya os supongo Escritores públicos, y por consiguiente, persuadidos á que se interesa la gloria de la Nacion en la defensa de vuestras obras, debereis emprenderla con no ménos ardor y espíritu, que la de la patria, valiéndoos de todos aquellos ardides que se practican en la guerra para triunfar de vuestros enemigos.
II. A este fin debereis tener indispensablemente un completo surtido de todas armas ofensivas y defensivas; esto es, un abundante repuesto de estos materiales: sandeces, inepcias, pedanteria, puerilidad, insulsez, chocarreria, despropositos, majaderias, paparruchadas, ridiculeces, &c. con sus correspondientes adjetivos de pobrete, famélico, miserable, mentecatuelo, majaderuelo, &c. &c. y sino [sic] teneis á mano el diccionario de esta ciencia, porque sin duda debe ser muy raro entre los Sabios, bastará que asistais por un par de semanas á las aulas del Rastro, Barquillo, Avapies y la Paloma, y haced cuenta que son para vosotros lo mismo que Eugui, Barcelona y Villafeliche.
III. Luego que sepais que se va a imprimir el escrito contra vosotros, procurareis por medio de los Duendes de guardilla gratificar á los Caxistas de la Imprenta para lograr con anticipacion un ejemplar, (aunque se imprima con el mayor sigilo) é impedir que se publique; pero sin fiaros de vuestro escribiente.
IV. En caso de ser inutiles todas vuestras tentativas, y publicarse la obra, os será de la mayor importancia averiguar por todos los medios imaginables, quién es el Autor, aunque sea anónima, é informaros muy por menor de su patria, estado, oficio, estudios, empléo, y circunstancias, poniendo no menor cuidado en saber tambien si es feo, tuerto, vizco, cojo, narigudo, si gasta gorro ó peluca, si es alto ó baxo, flaco, robusto, sano, enfermizo, cortejante ó misantropo, flegmático ó colérico, frugal, gloton, ó bailarin en trage de personas de provecho, &c. &c. porque ademas de ser estas noticias de la mayor utilidad para el Público, son también la llave maestra para abrir las puertas al discurso y hacer enteramente despreciables á vuestros impugnadores: y así ¿qué impresion podrán hacer en el ánimo de vuestros lectores las mas sólidas y convincentes razones de vuestro Antagonista, si les haceis ver que este es un hombre mal configurado, tuerto y enfermizo? ¿Quién dudará que una demostracion contra vosotros no puede salir tan bien peynada de un cerquillo como de una peluca blonda? Debereis, pues sembrar vuestras Apologías de unas noticias tan importantes; en la inteligencia de que no admitiré disculpa en la transgresion de este Canon esencialisimo.
V. Ya instruidos en estos preliminares, pasareis al exâmen de vuestra impugnacion, comenzando, ya se vé, por la portada de la obra, en la que os serà facil hallar algun retruecanillo ó paranomasia con que hacerla ridícula: por exemplo, si se intitula Carta gratulatoria, os vendrá de perilla el llamarla Garrulatoria, si es Apologética la hareis Apoplética, si se llama Crítica la añadireis los pegotes de pseudo, semi, hiper, anti, panto, haciendolos venir al caso contra el Autor; y cuando nada de esto halleis, sois libres para fingirla el titulo que os diere gana, con tal que sea poco favorable al Autor.
VI. Luego que salgais de la tremenda portada, entrad con satisfaccion por el cuerpo de la obra, y haced de él una entera diseccion anatómica: esto es, separad la piel, las membranas y la carne, pero dexad intactos los nervios y los huesos, porque suelen ser muy duros y malos de roer.
VII. Hecha así la diseccion os debereis valer del cálculo algebráico para el cómputo del ripio, de la materia y del vacío; y poco importa que os excedais algun tanto en la suma, aplicando las tres partes al ripio, dos á la materia y otras tantas al vacío, y de esta suerte tendreis formado un esqueleto, que por no verle os darán la razon de buena gana: pero os guardareis de parecer que teneis espíritu analítico y calculador, porque esto, aunque parece el carácter de nuestro siglo, debe ir disfrazado, y con mucho disimulo.
VIII. Observareis con el mayor escrúpulo si vuestro adversario usa en su escrito de algun terminillo ó palabra propia, ó alusiva á algun oficio mecánico: v. gr. si hallais esta voz zurras, le llamareis zurrador; si veis algun terminito Griego, le llamareis Polígloto, Pansofo ó Biblioteca con patas: y quando esto os falte no os faltará motivo para llamarle con su cierto retintin Crítico, erudito, eruditillo, pues estas palabritas repetidas de tres en tres lineas son el alma del asunto, y hacen á todos palos.
IX. Si se os pide la explicacion de algun pasaje obscuro, ó de algun mal Latin ó Castellano, entonces direis que no quereis gastar la polvora en salvas; que se conoce que no lo entienden, que estudien mas, ú otras expresiones á este modo, que dén bien á conocer vuestro supremo Magisterio.
X. Quando para rebatir alguna proposicion vuestra, os citen Autores en contrario, ó bien se os haga ver, que los que vosotros habeis alegado se engañaron, ó hablaron en opuesto sentido, no os embaraceis con estas bagatelas, antes bien aqui os vendrá á pelo una mediana descarga de aquello de erudito, pedante, &c. &c. Y lo mismo hareis si os arguyen de suerte, que no halleis facil salida a la objecion; y para que se os crea sobre vuestra palabra, bastará decir que no saben Lógica, ó que aquella no es ilacion legítima contra vosotros.
XI. Guardaos muy bien de responder á vuestro Antagonista con ingenuidad y sencilléz, y de confesar que os habéis equivocado, porque esto es imposible; y no quisiera él otra cosa para teneros por inconstantes y poco firmes en vuestro parecer; antes bien defended vuestra opinion á toda costa, ateniendoos siempre á la sentencia de Pilatos.
XII. Para dar á vuestra Apología todo el peso y autoridad necesaria, para que nadie se atreva á presumir siquiera que no teneis razon en quanto en ella digais, es indispensable que averigueis y esteis enteramente ciertos de que habeis vendido por lo menos tres ejemplares de la obra que apologizais, en cuyo caso podreis seguramente contar con un voto tan decisivo como el del Público, y decir á vuestro impugnador que vuestra obra se ve aplaudida y estimada, que anda ya de mano en mano, y de zaguan en zaguan; que ha hecho infinito bien al Estado y á las familias particulares; y os aseguro á fé mia, que nadie vaya á tomar los votos á la multitud para saber si mentís en ello redondamente.
XIII. Tampoco os será perjudicial, sino muy útil para comprobar vuestra satisfaccion, el que reteis públicamente á vuestro Antagonista, y no como quiera, sino diciendole que teneis gana de quebrar en él un par de lanzas, sin que sea vuestro ánimo el quitar su empléo á los Picadores de vara larga Ximenez, Ortega, Solís ó Cordero, pues aunque no tengais valor para poneros delante de una oveja con cuernos, nunca podrá ofenderos estando prevenidos y listos los cañones, morteros, pólvora y metralla.
XIV. Para que le hagais callar mas que de gana, debereis decirle con toda circunspeccion, y en tono de correccion fraterna y caritativa, que se vaya con tiento porque sino ::: y cuidado con los seis puntitos, porque en esto está todo el busilis de la quisicosa.
XV. Mas como hay algunos genios de tal catadura que no se asustan por pocas cosas, si fuere tal vuestro adversario, y no quisiese ceder á la fuerza de vuestras razones; en este apuro os aconsejo que no habrá otro remedio mas eficaz, que coger cualquiera de sus clausulas ó palabras, sean las que fueren, y dandolas vosotros el sentido que se os antoje, decirle con toda gravedad que tal ó tal expresion huele á chamusquina, ó á trapo quemado: que yo os aseguro que con esta geringa ó gerigonza tan activa, no le quedará en el cuerpo una pizca de humor atrabiliario.
XVI. Aunque en mi Canon III escritorial os tengo intimado que no copieis palabra de cualquiera otro Escritor, por miedo de los Anacletos de Leta, y porque no os traten de plagiarios; esto no habla con vuestras Apologías, ó con las repulsas que hagais de otras; porque en este genero de escritos podeis aprovecharos francamente de qualquiera otra obra, sea la que fuere, sin obligacion de restituir, como ya lo habeis visto practicado por un compañero vuestro que me pidió licencia, y se la concedí para escribir contra mi Número II, y copiar á la letra muchas páginas enteras de cierta obrita
2, lo que así hizo muy á mi satisfaccion en la Justa repulsa que publicó en defensa de las inmortales Adiciones al Quixote. Aprended de paso á ser generosos, y aprended también á ser Escritores, sin mas trabajo que transformar á la Madre Abadesa del Convento de la Magdalena de la Ciudad de Victoria en D. Policarpo de Chinchilla.
XVII. Si acaso hubiere alguno entre vosotros tan modesto y comedido, que juzgase mas acertado no responder á nadie imitando á algunos Ingenios Gigantes del primer Batallón, a cuya frente se halla Juan Claro, teneis un buen recurso bolviendo á poner carteles pintados de vuestras obras en los que direis que respondeis á semejantes folletos aunque no hayais añadido, ni mudado una letra; ó poned un prologo pegadizo de cortas líneas, en que digais, con profunda humildad, que os degradariais de responder á la ridícula caterva de criticastros, que no hacen otra cosa que morder y babosear, mas que censurar, vuestras obras, y hareis con esto una bien palmaria demostracion de que estas críticas, y estos criticastros no tienen jurisdiccion ni aun sobre los borrones de vuestros escritos.
XVIII. Ultimamente, para que ninguno de vosotros se atreva en lo sucesivo á quexarse de que soy escrupuloso y nimio en los preceptos que os doy, ligandoos precisamente á su literal observancia, asi como os impetré facultad para escribir, aun sin los necesarios requisitos, la he conseguido igualmente, y os la concedo amplísima para apologizaros á vuestro gusto, y para alterar, trastornar, pervertir y torcer, como quisiereis, quanto se escriba contra vosotros; para que podais libremente entender al revés las ironias, y al derecho las sátiras y sarcasmos: y en fin, para que veais mi generosidad, por esta mi ordenanza en fuerza de Ley, os hago participantes del privilegio exclusivo que tenia concedido á los beneméritos Arandilla, Claro y Curro, para que sin ser Teólogos Eruditos, ni Licenciados, seais acerrimos defensores de la Iglesia, con tal que no propongais el modo de evitar el vicio y relaxacion de costumbres, sino que pinteis muy al vivo los que están en práctica para aumentar la inocencia: ó sino haced cuenta que predicais un Sermon, y que persuadís á vuestros oyentes, que las críticas y sátiras son producidas por el enemigo comun, y que son otras tantas tentaciones del demonio, aun que por otra parte prevengais bastimentos y municiones con abundancia para no hacer caso de charlatanes.