A los hombres venales que se casan por interes.
. . . . .scribere
jussit amor.
Ovid. Herod. Ep. IV. 10.
Las dos cartas que
siguen me han parecido escritas con tanta franqueza y
entendimiento, que creeria faltar á mi obligacion si no las
publicara. Allá van tal qual las he recibido.
Señor Filósofo.
Aunque en muchos de sus escritos de Vmd. comparece el
protector y el amigo de nuestro sexô, no me acuerdo que
directamente haya hecho reflexîon sobre la prác-tica venal de ciertos hombres en la eleccion de sus mugeres.
Si Vmd. gustase meditar sobre esto, encontraria inmediatamente
que la condicion de muchs entre nosotras es muy infeliz; porque
prescribiéndolo así la costumbre y la molestia, no solamente se
nos prohibe ir tras del objeto de nuestros deseos, mas tampoco
podemos esperar que aquellos á quienes amamos nos busquen, si
nuestra fortuna no tiene proporcion con la suya. En tan infeliz
situacion recurro al favor de Vmd. persuadida se servirá
publicar con prontitud la adjunta carta, en la que explico la
pasion que tengo al sugeto que ha dado ciertos pasos equívocos
para lograrme. Creo sin duda que me ama con ardor; pero la
desigualdad de mi fortuna le impide pensar en el matrimonio, por
temor de lo que podrá decir el mun-do.
No ha muchos dias que nos
hallamos juntos en una conversacion, en la que miéntras él se
entretenia hablando con varios amigos, yo le miraba con mucha
aficion: volvióse ácia mí con tanta prontitud, que no tuve lugar
de volver los ojos á otra parte, por cuyo motivo no dexara de
conocerlo; porque tiene mucho entendimiento, y aunque tuvo la
discrecion de disimularlo, me temo que por eso no haya formado
el designio de adquirirme, segun explican los hombres, á un precio mas barato.
Confieso á Vmd. que vivo en
mucha agitacion, y si Vmd. supiera hasta dónde llega la
delicadeza del amor y del honor, me compadeceria si dexando á
parte todo cumplimiento inútil, me apresuro en concluir esta
carta para darle lugar á que sin cansarse mucho en ella, lea
prontamente la otra. Doy á mi dueño el nombre de
Oroondates, porque si el éxîto no
corresponde á mi intento, se semejará á una novela fabulosa;
pero si tuviere el consuelo de salir bien con ello, prometo á
Vmd. un par de guantes, que le serán presentados en nobre de
Estatira.
Carta a Oroondates.
Muy Señor mio y estimado dueño.
“Despues de haber vivido perplexamente por mucho tiempo
y escudriñado en mi imaginacion muchos pensamientos tumultuosos
para inquirir los medio de manifestar á Vmd. mi intencion, y al
mismo tiempo pedirle razon de la suya, finalmente me determino á
valerme de éste que puede muy bien descubrirme á
Vmd., quien si lo juzga á propósito, podrá dexarme oculto baxo
de esta máscara. Si dentro de pocos dias esta carta no tiene el
éxîto que espero, todo el asunto quedará olvidado, y no se
hablará mas de él. Pero ¡ay de mí! ¿qué hago yo quando me atrevo
á decir á Vmd. que le amo? Sin embargo despues de haberlo dicho,
sepa Vmd. que á pesar de toda la pasion que jamas haya inflamado
un corazon tierno, tendré fuerzas para desterrarlo de mis ojos
para siempre, si conociere que Vmd. no aspira sino á mi
deshonor. Ahora, pues, dígame, Señor mio ¿cómo seria posible que
Vmd. sacrificára el bien esencial de la vida á la opinion del
mundo, que no tiene otra fundamento que el error y la
preocupacion? Todos los hombres pueden conocer que las riquezas
so-las no son capaces de hacerlos felices, y á
pesar de este conocimiento renuncian qualquiera ventaja, si no
la sostiene la riqueza. Ya que el mundo es tan depravado, ya que
se nos dexa la Religion para que sirva de guia á nosotras las
pobres mugeres, y ya que Vms. los hombres se arreglan de
ordinario con los principios del interes y de las
satisfacciones, yo únicamente hablaré de lo que puede ser
ventajoso á Vmd. en calidad de hombre del mundo. Si Vmd. pudiese
lograr que yo fuera á su arbitrio, ó su enamorada, ó bien su
esposa, pretendo convencerle que este último partido le tendria
mas cuenta, y que seria en él mas feliz.
Supongamos que haya llegado el momento de nuestra union, y que
Vmd. se halle conmigo en algun lugar obscuro é incógnito de su
eleccion para gozar en él todas las dulzuras
imaginarias que promete á Vmd. su loca fantasía en la posesion
de aquella, que todavía se halla en su verde edad, y que hasta
ahora ha conservado escrupulosamente su honor. Bien pronto
quedaria Vmd. harto de mi persona, á pesar de mis atractivos, y
de la viveza de mi espíritu, que si debo creer á sus
expresiones, tanto le he preocupado. Satisfecha la pasion,
conoceria Vmd. el vacío y la nada de todas las promesas que
neciamente habia hecho á Vmd. su imaginacion, y entónces ¿qué
seria de esta pobre inocente, que poco ántes tenia tantas
gracias y donayres para Vmd.? Desde el momento en que Vmd. se
quedase solo, conoceria que la satisfaccion de un voluptuoso no
es mas que su ruina: envenena las mas gustosas frutas, y en
todas partes por donde pasa esta bestia ya no se en-cuentra nada digno del hombre. La razon vuelve á exercer sus
funciones apénas se halla satisfecha la pasion, y yo tuviera la
vergüenza, la afliccion y la culpa de los crueles remordimientos
y mortales inquietudes de Vmd., seria necesario recibiera sus
visitas escondidamente, y pasara el resto de mis dias en la
culpa y en la soledad, que son dos cosas las mas contratias á la
sociedad, y ménos propias para tenerlas por compañeras en el
mundo. No insistiré sobre la vergonzosa obscuridad en que seria
necesario vivieramos, sin freqüentar las calles públicas, ni las
casas de personas honestas y honradas, pues nadie que tenga tal
qual estimacion quiere tratar con gentes de conducta disoluta y
relaxada. Dexaré á Vmd. el cuidado de reflexîonar sobre esto: sí
á Vmd. lo dexaré que acaso tendrá alguna
experiencia de semejante vida, pues yo no tengo otras ideas que
las que suministra la razon natural.
Por otra parte si Vmd. tuviera la complacencia y generosidad de
elevarme al grado de su esposa, me parece que sin duda tendria
Vmd. justo motivo de esperar en mí toda la sumision, todo el
cariño que la gratitud puede sugerir á una muger virtuosa. Todas
las dulzuras que se experimentan con una persona agradable.
Todos los gustos que se esperan de un buen natural. Todas las
consolaciones que produce una sincera amistad, pudiera Vmd.
asegurarse que las recibiria como cosas debidas todas á su
generosidad. En caso que pudiera Vmd. satisfacer el mal
pensamiento que en el dia tiene de mí ¿qué le sucederia despues?
un verdadero orror, un remordimiento terri-ble
serian el fruto de un deleyte momentaneo é indiscreto. Al
contrario, los efectos de un amor virtuoso no son mas que una
pequeña parte del bien que le acompaña: los raptos sensuales de
una pasion lícita é inocente son como relámpagos comparados al
resplandor del sol, é interrumpen las verdaderas satisfacciones
mas bien que aumentarlas.
¿Debo, pues, decir en términos claros que Vmd. se case conmigo?
Conozco que entre tanto bien y yo haya aquella jóven altiva, que
puede tener un dote proporcionado á las riquezas de Vmd. mas si
se balancea la conducta de una muger puesta á nivel con Vmd. por
lo que mira á los bienes de fortuna con la de otra que se
creyese honrada, y le debiese la obligacion de haber sido
admitida en su compañía ¿quál de las dos se de-bia
escoger? Acaso querrá Vmd. alguna vez divertirse con sus amigos,
é ir al sitio ó á otra parte por algunos dias, entónces creerá
que hace Vmd. poco caso de ella, y que tampoco los domésticos
han de tenerla el debido respeto, si no hace un gusto
extraordinario, y no se pone en un pie diez veces superior á sus
fuerzas, y á la figura que Vmd. hace en el mundo. Ella sin duda
tendria siempre á la vista el dote que ha entregado, y yo los
bienes de que Vmd. me hubiese enriquecido. Las galas, el page,
el coche, los lacayos, las conversaciones, los toros, las
comedias, las óperas, las músicas, los bayles, los paseos y
todos los gastos que estas y otras cosas necesariamente
acarrean, son una conseqüencia casi inevitable que un dote
grande trae consigo. Nada de todo eso pretenderia yo, ningun
gasto super-fluo, ninguna diversion costosa; ni una
ridícula propagacion de modas tan freqüente en estos tiempos. El
comercio de Vmd. con ella tendria siempre la apariencia de un
trato mercantil, y conmigo seria un vínculo de amor. La alegría
seria perene en mi quarto en compañía de Vmd. y quando Vmd.
saliese, mis deseos le acompañarian por todas partes. Pregúntese
Vmd. á sí mismo ¿si no desearia haber beneficiada á una persona
agradecida, que nunca se olvidase de los favore recibidos? Este
seria el caso mio con Vmd. En el otro matrimonio habrá siempre
una continua oposicion de los beneficios, y jamas tendria Vmd.
el gusto de conferir ó recibir alguno.
Mas por fin querrá Vmd. seguir la moda y prudencias humanas. Yo
no sé qué decir, ni qué partido tomar, quando este doloroso
pensamiento se me previene; pero si está en poder
de Vmd. hacerme su muger reconocida, persuádase que nunca me
abandonaré á ser su indigna enamorada.”