El Filosofo à la Moda: Número XXVIII
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Número 28
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Leccion L
A los Gurruminos y Sufridos.
Zitat/Motto
Parvula
Pumilo . . . . . tota merum sal.
Lucr. L. IV. 1154.
Metatextualität
La siguiente carta trata de
ciertas cosas tan delicadas, que aunque estoy casado, no me
atrevo á hablar de ellas, porque mi muger es tan buena, que
nunca me las ha hecho experimentar. Sin embargo, para que el
público no carecza de las noticias que incluye, dexaré que
el Autor de la misma explique el estado en que se halla.
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Brief/Leserbrief
Señor Filósofo.
En todas las Lecciones que vmd. publica se encuentran rasgos, que descubren claramente su inteligencia en lo que mira á la sociedad civil; pero hay ciertas cosas graves que sin duda merecen toda su atencion; y extraño mucho que siendo vmd. de la gran Cofradía de San Marcos, todavía no haya tratado de ellas. Estas conciernen al matrimonio, y en particular á una especie de hombres, que vulgarmente se suelen llamar gurruminos, ó también sufridos.
Sepa vmd. que yo por mi desgracia aumento el número de estas pobres víctimas inocentes, aunque no merezco dicho despreciable renombre que he adquirido únicamente, porque me dexo gobernar de mi muger, que es la mejor del mundo. Seria cosa digna de los cuidados de vmd. exâminar quál es la naturaleza de la ternura, y decirnos, segun los principios de su Filisofía, de dónde nace que nuestras amables compañeras nos manejan como se les antoja; que ya estan de bueno, ya de malo humor; que algunas veces hablan con voz humilde y baxa, y otras levantan el grito, y se ensoberbecen hasta desmayarse; de dónde procede la prodigiosa soltura de su lengua, y la riqueza de su imaginacion quando por la mas pequeña friolera prorrumpen en injurias contra nosotros, siendo así que parecen mudas, y de talentos sumamente limitados si deben ensalzar alguna accion nuestra heroyca; y todo esto, segun ellas dicen, porque nos aman con tanto cariño, que no se pueden persuadir las correspondamos en igual grado.
Así lo pienso yo, y diga lo que quisiere el vulgo
ignorante, que poco importa, particularmente si sucede á todos lo que me sucede á mí,
porque ha de saber vmd.,
¿Qué me dirá vmd. á esto? Tengo razon para
contemplar á una muger tan aprovechada? Comer y beber
bien, vestir mejor, y divertirse á mas no poder, sin
pensar en nada, esta es buena vida: los miramientos y
respetos humanos, un qué dirán, unas palabras vanas que
se las lleva el ayre, son pataratas. Por tanto es cosa
propia de vmd. y de su institucion emplear la pluma en
defendernos, y procurar impedir seamos tratados como
ridículos, pues en virtud de nuestro sufrimiento se
adelantan las artes, circulan los doblones, se aumentan
los comercios, el público es bien servido, y el Estado
experimenta un gran beneficio; ¿y habrá ciudadanos mas
útiles á la República que nosotros? No lo creo yo, y si no dígame vmd. ¿con doce reales al dia
hará vmd otro tanto? Solo mi muger y las de su clase
tienen tal virtud.
Para explicar mejor el estado de un gurrumino y de un sufrido, voy á contar á vmd. lo que pasa entre mi muger, y yo. Sepa vmd. pues, que mi muger me considera como á un insensato, é infinitas veces ha querido probar en qué modo es posible que yo reciba una afrenta, pero el éxîto se ha declarado siempre en mi favor: sin embargo no hay esclavo en la Abisinia que lo sea, como yo lo soy de mi amada esposa. Esta tiene mucho espíritu, y se puede decir, sin ofender á las demas, que es sumamente agradable. La excesiva pasion que la tengo me causa todas las inquietudes, ménos la de los zelos, porque una vez que la quise tener, estuve á pique de ir á presidio, y me convino desterrarla de mi imaginacion, á trueque de las conveniencias que disfruto.
Mi corazon está tan prevenido en favor de mi
querida consorte, que nunca quisiera salir de casa, ni
dormir, por no estar ni un momento sin
contemplarla. Mas ¡ay! ¡que por no irritarla me es
preciso marchar, no porque lo exîjan mis obligaciones,
que no las tengo! Pobre de mí, que no puedo volver sino
á las horas señaladas, porque de otro modo habria
infierno! A las ocho de la mañana de invierno y de
verano salgo de casa, quando mi muger está todavía en la
cama: vuelvo á la una y media, para salir á las tres, y
no volver mas que á las once de la noche, á cuya hora mi
amada esposa suele haberse ya acostado. Si por alguna
casualidad impensada se me ofrece ir á casa á otras
horas, tiemblo al llegar á los umbrales; subo, baxo,
vuelvo á subir, y no me determino á llamar: oigo voces
en mi quarto, y me parecen de ciertos sugetos que no me
quieren mucho: por otra parte sé que mi prenda ha de
sentir la visita importuna de un marido
indiscreto, y en tanta indeterminacion la tristeza me
oprime, y los acelerados latidos del corazon me
pronostican alguna fatalidad. En medio de mi suspension,
miéntras que sin determinar nada, voy considerando lo
que podré hacer, se acerca la hora en que yo puedo
entrar sin recelo, y he aquí mucha gritería, abur, y
mandar, hasta luego. Conozco la voz de mi esposa
querida, que dice, si tardas, como esta mañana, me la
pagarás. No sé qué hacerme, no quiero ser visto, y huyo
al portal de enfrente. Despues de esto entro en mi casa,
vuelvo en busca de aquella niña de mis ojos, y si tengo
la felicidad de encontrarla de buen humor, me postro á
sus pies, y la tributo mis cariños. Si por mi mala
suerte conoce que he encontrado á sus tertuliantes,
puedo contar que no la veré placentera en un mes; pero si el diablo hiciese que me atreviera
á entrar ántes que saliesen, á mas del riesgo que corria
mi vida, ó por lo ménos mi libertad, entónces se
encerraba con ellos en la alcoba, ó en el gabinete, y no
salia de él en tres horas. Dexo á parte que el pobre del
criado ó criada que me hubiese abierto la puerta se le
despediria sobre la marcha.
Tambien debo advertir á vmd. que en muchas ocasiones, particularmente en las noches de verano, aunque voy á casa á la hora prefixa y no la suelo encontrar, y llegan las doce y la una sin que haya venido; pero quando oigo que viene, me retiro á mi quarto, para que pueda tener lugar de dar las gracias, y buenas noches al Caballero que la ha hecho el favor de acompañarla. En esta ceremonia emplea por lo regular tres quartos de hora; despues me hago presente, soy recibido, y quedo consolado; pero quando no está de buen humor, me rechaza con altivez, diciéndome, que ¿por qué no me he acostado? Añade que únicamente su hermosura, y sus donayres han tenido fuerza de hacerme pasar una mala noche. Yo no me atrevo á reir en esta ocasion; y ella atribuyendo mi silencio á confirmacion de sus palabras, se queda contenta. Comenzamos á conversar, y aunque soy sumamente parcial del Estado, para que no se irrite me veo obligado á decir mal de nuestra sabia legislacion, á vituperar el gobierno, &c. pues tiene mucha ambicion de tratar de los asuntos de gabinete y de corregir las leyes, por cuyo motivo hablamos freqüentemente de política, y finalmente la doy un abrazo, que ella lo recibe, como homenage debido á su gran sabiduría. Despues la pregunto sobre tal ó tal qüestion, y respondiéndome con algun texto de los mas triviales, aunque no venga al caso, la doy el parabien por su memoria feliz, y entónces me vuelve el abrazo con mucha ternura. Quando logro poderla entretener en tales cosas, está muy alegre, bayla, canta, y toca el clavicoridio con mucho consuelo para divertirme. En suma, si convengo en que tiene un entendimiento superior, está llena de recocijo; mas si llega á sospechar que la quiero á causa de sus chistes, se pone inmediatamente seria y grave. Todas estas cosas son gracias, son encantos que me embelesan, y me arrastran á quererla con tanta finura, que no me es posible explicar el cariño que la tengo; vmd. lo podrá conjeturar solo con decirle que se me cae la baba al mirarla, y que á veces me suelo desmayar.
Esta es en resúmen la relacion de mis contentos y de mis trabajos, á los que podrá vmd. añadir, que van á cumplir quatro años, en los quales no ha entrado en mi casa mas que un quarto de agujas, al paso que á mi parecer se habrán consumido unos 40 papeles de alfileres, que quando voy á comer y cenar, regularmente encuentro la comida á medio cocer; el polvo, la basura y porquería de todas clases son familiares en mi casa; los platos con un dedo de grasa, y quando pido un par de medias, me suelen dar una de lana, y la otra de seda, ó la una blanca, y la otra negra; hallo siempre alguna falta en las camisolas y camisas; pues éstas ya carecen de botones, ya de puños; y aquellas, ó tienen vueltas pegadas al reves, ó la una es de encage, y la otra de mosulina: y otras muchas cosas de este tenor, que no las refiero por no molestar la atencion de vmd. Tambien supongo excusado advertirle que no he de meterme en si mi querida esposa entra ó sale, ni en preguntarla á dónde va ó de dónde viene, y ménos quién es el tal ó tal Caballero que la acompaña, ó qué asuntos tiene con él; pues harto hace la pobrecita en mantenerme, holgando con su industria, y quando yo fuera tan inconsiderado que se lo preguntara, no haya miedo me lo dixese. Pero todo esto nada quiere decir en comparacion de las utilidades y grandísimo provecho que el gobierno y manejo de mi querida compañera acarrea á mi casa, ¿y no será muy tonto un marido, que por reparar en niñerías de niguna substancia esencial, se prive de tantos bienes? Yo lo entiendo así, y me parace que vmd. aprobará mi modo de pensar, y mas si se hace cargo, que siempre que miro á los ojos de mi amable esposa, quedo estático, y el resplandor que despiden me deslumbra de modo que no veo nada, y disipa de mi corazon todo principio de sentimiento que por qualquier cosa pudiese haber nacido en él.
Por tanto recurro al favor de vmd. en nombre de todos los gurruminos y sufridos en general, y le suplico se sirva publicar una disertacion en nuestro favor. Supongo que vmd. tendrá autoridades muy buenas, que podrán servir para defender nuetra causa, y que
Si vmd. nos complace, no dexará de hacer al mundo
un beneficio grande, porque los gurruminos y sufridos son muy considerables por su
calidad, y por su número, no solamente en las Ciudades y
Plazas de comercio, donde suelen ser los mas ricos, sino
tambien en las Cortes, en donde se encuentran los mas
pacientes y sumisos.
Quando hubiere vmd. considerado el estado del matrimonio, exâminará, si le parece, todos los Lugares, Villas y Aldeas; nos dará vmd. una cuenta exâcta de la esclavidud en que se hallan los hombres grandes, y los amantes irresolutos. Aquellos hombres grandes que no pueden abandonar á sus hermosas, aunque la preserverancia los arruina. Aquellos amantes irresolutos que no se atreven á casarse, aunque no hallan un momento de descanso sin sus enamoradas, y no las pueden lograr con otras condiciones.
Puede vmd. por último hermosear su Leccion con varios exemplos de hombres doctos, altivos, y obstinados ex omni genere & hierarchia, que en secreto son esclavos de sus mugeres, ó de sus enamoradas. Finalmente suplico á vmd. insista sobre lo acaecido á la mayor parte de los sabios, y de los Héroes de todos siglos, que han tenido la buena dicha de ser gurruminos ó sufridos, y que los hombres graves ó serios, é insensibles á los favores de Venus ó de Himeno, no deben la obligacion de hallarse libres de sus lazos, sino á alguna pasion mas infame que los predomina. Quisiera decir á vmd. otras muchas cosas sobre este particular, pero se acerca la hora en que me es preciso de salir de casa, segun he referido á vmd. y por tanto no me queda mas lugar que de ofrecerme á su disposicion.
P. D. Se me olvidaba decir á vmd. una cosa muy esencial, y es que si estoy en mi casa comiendo ó aun durmiendo, y llega algun amigo de mi muger, debo precisamente marchar con el bocado en la boca, ó los ojos medio cerrados, para evitar riesgos y camorras, y quitar tropiezos. Me repito, &c. Cornelio Coronado.
En todas las Lecciones que vmd. publica se encuentran rasgos, que descubren claramente su inteligencia en lo que mira á la sociedad civil; pero hay ciertas cosas graves que sin duda merecen toda su atencion; y extraño mucho que siendo vmd. de la gran Cofradía de San Marcos, todavía no haya tratado de ellas. Estas conciernen al matrimonio, y en particular á una especie de hombres, que vulgarmente se suelen llamar gurruminos, ó también sufridos.
Sepa vmd. que yo por mi desgracia aumento el número de estas pobres víctimas inocentes, aunque no merezco dicho despreciable renombre que he adquirido únicamente, porque me dexo gobernar de mi muger, que es la mejor del mundo. Seria cosa digna de los cuidados de vmd. exâminar quál es la naturaleza de la ternura, y decirnos, segun los principios de su Filisofía, de dónde nace que nuestras amables compañeras nos manejan como se les antoja; que ya estan de bueno, ya de malo humor; que algunas veces hablan con voz humilde y baxa, y otras levantan el grito, y se ensoberbecen hasta desmayarse; de dónde procede la prodigiosa soltura de su lengua, y la riqueza de su imaginacion quando por la mas pequeña friolera prorrumpen en injurias contra nosotros, siendo así que parecen mudas, y de talentos sumamente limitados si deben ensalzar alguna accion nuestra heroyca; y todo esto, segun ellas dicen, porque nos aman con tanto cariño, que no se pueden persuadir las correspondamos en igual grado.
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Fremdportrait
Yo digo que un buen
marido no graduará de afectados los varios papeles
referidos, aunque su querida esposa los haga todos
los dias delante de él, por no tener la crueldad
de reprehenderla, ni la desatencion
de tratarla de falsa. Los buenos maridos de esta
clase son inumerables en la Corte, y me parece se
les hace injusticia en darles el nombre de
sufridos: es verdad que no tendrán valor para
pronunciar siquiera una palabra contra los deseos
de aquella niña de sus ojos; ántes al opuesto, la
contemplan, la animan, la sirven, y aunque saben
que no necesita dineros, la dan todo lo que ganan;
y ¿qué han de hacer, si las quieren tanto? Es
claro que siempre saliéron inútiles los esfuerzos
de los maridos crueles é insensibles, quando
quisiéron reducirlas y encaminarlas al bien por
medio del rigor: ¿luego no será mejor que un
hombre de bien tenga paciencia, sin exponerse á
perder el sosiego toda su vida?
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Selbstportrait
que no tengo yo mas
que doce reales al dia del fondo perdido, y mi
esposa amable es tan económica, y los reparte de
modo, que va con zapatos de seda, mantilla de
tohalla, manteleta bordada, vasquiña de raso con
cenefa de canutillo, y guarnecida de dos órdenes
de blondas de París, dos reloxes, y cofia á lo
bolero; tiene un almacen de vatas, turcas,
polonesas, inglesillas, bostonesas, periquitos,
jugones, zagalejos, escofietas, sombrerillos y
otras tantas cosas, que no acabaria, si quisiera
decirlas todas. Yo tambien visto muy decente, con
capa de grana, dos reloxes, caxa de oro,
&c. tengo criada y criado, pago un quarto
de treinta y seis doblones: cómo dos ó tres
principios todos los dias, no pasa
mes sin que haya funcion en mi casa, y de tanto en
tanto me paseo en coche Simon.
Para explicar mejor el estado de un gurrumino y de un sufrido, voy á contar á vmd. lo que pasa entre mi muger, y yo. Sepa vmd. pues, que mi muger me considera como á un insensato, é infinitas veces ha querido probar en qué modo es posible que yo reciba una afrenta, pero el éxîto se ha declarado siempre en mi favor: sin embargo no hay esclavo en la Abisinia que lo sea, como yo lo soy de mi amada esposa. Esta tiene mucho espíritu, y se puede decir, sin ofender á las demas, que es sumamente agradable. La excesiva pasion que la tengo me causa todas las inquietudes, ménos la de los zelos, porque una vez que la quise tener, estuve á pique de ir á presidio, y me convino desterrarla de mi imaginacion, á trueque de las conveniencias que disfruto.
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Exemplum
Algunas veces me mira
con ayre imperioso, pretextando que en cierta
conversacion donde casualmente nos hallamos
juntos, no hice caso de sus razones. Si en algunas
ocasiones se me ofrece ir á la cocina, ó encuentro
la dispensa abierta, y entro en ella, se enciende
en ira y furor, prorumpe en desatinos, y se arde
la casa; yo me sonrio, y es peor, porque dice que
la trato como á una niña. Nuestras principales
disputas tienen por basa la sutileza de ingenio: á
qualquiera palabra forma mil argumentos, á los que
respondo con afabilidad, y concluyo, diciéndola:
Eres un pozo de ciencia, hija mia, tienes razon;
mas ella me responde: todo el mundo sabe que soy
mas advertida que tú, aunque no lo quieres
conocer. La replico: Sí, niña de mis
ojos, eres un pozo de ciencia, tienes razon.
Entónces conoce que me chanceo, se levanta, tira
todo lo que encuentra, se arranca la escofieta, se
desespera. Hija, hija, la digo yo en aquella
sazon, ¿es posible que una muger tan advertida
como tú, dé en estas niñerías? Se reprime con
esto, y á veces suele responderme: si tú eres un
bruto, un salvage, que me haces desatinar,
tratándome como á un Idiota, ¿mas qué gano yo con
esto? nada, porque para acallarla, es necesario
persuadirla, y no con palabras solas, que merece
toda mi estimacion, y que á lo ménos por tres dias
seguidos me conforme á condenar todo lo que la
desagrada, y á aprobar todo lo que es de su gusto.
Tambien debo advertir á vmd. que en muchas ocasiones, particularmente en las noches de verano, aunque voy á casa á la hora prefixa y no la suelo encontrar, y llegan las doce y la una sin que haya venido; pero quando oigo que viene, me retiro á mi quarto, para que pueda tener lugar de dar las gracias, y buenas noches al Caballero que la ha hecho el favor de acompañarla. En esta ceremonia emplea por lo regular tres quartos de hora; despues me hago presente, soy recibido, y quedo consolado; pero quando no está de buen humor, me rechaza con altivez, diciéndome, que ¿por qué no me he acostado? Añade que únicamente su hermosura, y sus donayres han tenido fuerza de hacerme pasar una mala noche. Yo no me atrevo á reir en esta ocasion; y ella atribuyendo mi silencio á confirmacion de sus palabras, se queda contenta. Comenzamos á conversar, y aunque soy sumamente parcial del Estado, para que no se irrite me veo obligado á decir mal de nuestra sabia legislacion, á vituperar el gobierno, &c. pues tiene mucha ambicion de tratar de los asuntos de gabinete y de corregir las leyes, por cuyo motivo hablamos freqüentemente de política, y finalmente la doy un abrazo, que ella lo recibe, como homenage debido á su gran sabiduría. Despues la pregunto sobre tal ó tal qüestion, y respondiéndome con algun texto de los mas triviales, aunque no venga al caso, la doy el parabien por su memoria feliz, y entónces me vuelve el abrazo con mucha ternura. Quando logro poderla entretener en tales cosas, está muy alegre, bayla, canta, y toca el clavicoridio con mucho consuelo para divertirme. En suma, si convengo en que tiene un entendimiento superior, está llena de recocijo; mas si llega á sospechar que la quiero á causa de sus chistes, se pone inmediatamente seria y grave. Todas estas cosas son gracias, son encantos que me embelesan, y me arrastran á quererla con tanta finura, que no me es posible explicar el cariño que la tengo; vmd. lo podrá conjeturar solo con decirle que se me cae la baba al mirarla, y que á veces me suelo desmayar.
Esta es en resúmen la relacion de mis contentos y de mis trabajos, á los que podrá vmd. añadir, que van á cumplir quatro años, en los quales no ha entrado en mi casa mas que un quarto de agujas, al paso que á mi parecer se habrán consumido unos 40 papeles de alfileres, que quando voy á comer y cenar, regularmente encuentro la comida á medio cocer; el polvo, la basura y porquería de todas clases son familiares en mi casa; los platos con un dedo de grasa, y quando pido un par de medias, me suelen dar una de lana, y la otra de seda, ó la una blanca, y la otra negra; hallo siempre alguna falta en las camisolas y camisas; pues éstas ya carecen de botones, ya de puños; y aquellas, ó tienen vueltas pegadas al reves, ó la una es de encage, y la otra de mosulina: y otras muchas cosas de este tenor, que no las refiero por no molestar la atencion de vmd. Tambien supongo excusado advertirle que no he de meterme en si mi querida esposa entra ó sale, ni en preguntarla á dónde va ó de dónde viene, y ménos quién es el tal ó tal Caballero que la acompaña, ó qué asuntos tiene con él; pues harto hace la pobrecita en mantenerme, holgando con su industria, y quando yo fuera tan inconsiderado que se lo preguntara, no haya miedo me lo dixese. Pero todo esto nada quiere decir en comparacion de las utilidades y grandísimo provecho que el gobierno y manejo de mi querida compañera acarrea á mi casa, ¿y no será muy tonto un marido, que por reparar en niñerías de niguna substancia esencial, se prive de tantos bienes? Yo lo entiendo así, y me parace que vmd. aprobará mi modo de pensar, y mas si se hace cargo, que siempre que miro á los ojos de mi amable esposa, quedo estático, y el resplandor que despiden me deslumbra de modo que no veo nada, y disipa de mi corazon todo principio de sentimiento que por qualquier cosa pudiese haber nacido en él.
Por tanto recurro al favor de vmd. en nombre de todos los gurruminos y sufridos en general, y le suplico se sirva publicar una disertacion en nuestro favor. Supongo que vmd. tendrá autoridades muy buenas, que podrán servir para defender nuetra causa, y que
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Exemplum
sin duda nos halará
de Sócrates, y del filosófico sufrimiento, que
este grande hombre tuvo por sus dos mugeres, y en
particular por Xantipa.
Quando hubiere vmd. considerado el estado del matrimonio, exâminará, si le parece, todos los Lugares, Villas y Aldeas; nos dará vmd. una cuenta exâcta de la esclavidud en que se hallan los hombres grandes, y los amantes irresolutos. Aquellos hombres grandes que no pueden abandonar á sus hermosas, aunque la preserverancia los arruina. Aquellos amantes irresolutos que no se atreven á casarse, aunque no hallan un momento de descanso sin sus enamoradas, y no las pueden lograr con otras condiciones.
Puede vmd. por último hermosear su Leccion con varios exemplos de hombres doctos, altivos, y obstinados ex omni genere & hierarchia, que en secreto son esclavos de sus mugeres, ó de sus enamoradas. Finalmente suplico á vmd. insista sobre lo acaecido á la mayor parte de los sabios, y de los Héroes de todos siglos, que han tenido la buena dicha de ser gurruminos ó sufridos, y que los hombres graves ó serios, é insensibles á los favores de Venus ó de Himeno, no deben la obligacion de hallarse libres de sus lazos, sino á alguna pasion mas infame que los predomina. Quisiera decir á vmd. otras muchas cosas sobre este particular, pero se acerca la hora en que me es preciso de salir de casa, segun he referido á vmd. y por tanto no me queda mas lugar que de ofrecerme á su disposicion.
P. D. Se me olvidaba decir á vmd. una cosa muy esencial, y es que si estoy en mi casa comiendo ó aun durmiendo, y llega algun amigo de mi muger, debo precisamente marchar con el bocado en la boca, ó los ojos medio cerrados, para evitar riesgos y camorras, y quitar tropiezos. Me repito, &c. Cornelio Coronado.