El Filosofo à la Moda: Número XXX

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Nivel 1


Número 30

Leccion LII

A las Mugeres Habladoras.

Cita/Lema

Nunquam gratiosè loqui permittunt.

Hes. Theg. v. 39.

Nivel 2

Relato general

Algunos Escritores antiguos nos refieren que una muger llamada, si no me engaño, Aspasia, enseñó la eloqüencia á Sócrates. Confieso ingenuamente que yo he mirado siempre este arte como el mas propio para las mugeres, y me parece que las Universidades deberian admitirlas á las Cátedras de Retórica con exclusion de los hombres.
Hay hombres que han adquirido el nombre de Varones grandes, y se les ha aplaudido por haber sabido hablar algunas horas sobre ésta ó aquella materia determinada; mas debe concederse á las Damas el grande honor de haber muchas entre ellas, que saben perorar dias enteros sobre nada. Yo mismo he conocido á una, que de improviso hizo una disertacion sobre el dobladillo de una camisa, que duró desde las tres de la tarde hasta las once de la noche; y en otra ocasion tuve el gusto de oir una larga oracion suya, en la que usó de todas las figuras de la Retórica para reñir á una criada, que habia roto una taza de porcelana.
Es lástima no se permita á las mugeres arengar en los pleytos; pues no hay duda adelantarian la eloqüencia del Foro, y la llevarian á su mayor perfeccion; moverian fácilmente el ánimo de los Jueces, y desterrarian de sus corazones aquella perpetua indiferencia que suelen tener, tan perjudicial á los pleyteantes; contribuirian al pronto despacho de las causas, y su desvelo tendria á raya á los Procuradores y Escribanos, imposibilitándoles la práctica de aquellos estudiados descuidos que perjudican á las partes pobres, que no les pueden regalar mas que cosas de poco valor. Los que se han hallado presentes á alguno de aquellos debates tan comunes entre nuestras oradoras, no dudarán nada de esto.

Nivel 3

Retrato ajeno

Distinguiré las declamadoras, de que estoy hablando, en varias clases. La primera es de aquellas que se aplican á excitar las pasiones: la muger de Sócrates en este particular era acaso mas eloqüente, que la misma enamorada que le habia enseñado.
La segunda clase es de aquellas que se dedican á las invectivas, y se suelen llamar murmuradoras. Estas tienen la imaginacion muy fértil, y una eloqüencia maravillosa. ¿Con qué fluxo de palabras, con quánta fuerza y viveza no amplifican el defecto mas pequeño que encuentran en sus amigas? ¿Con qué variedad de circunstancias malignas, con qué frases, con que energía no vuelveo á decir cien veces una misma cosa?

Nivel 4

Ejemplo

Conozco á una Señora sexâgenaria, que estuvo hablando seis meses sobre una pequeña dificultad, que atrasó una semana la execucion de cierto matrimonio. En una parte hablaba contra la muger, en otra la compadecia, aquí se reia de ella, allá ensalzaba sus buenas calidades, se encolerizaba contra la misma, gesticulaba, suspiraba, lloraba ya aquí ya allá, y rebentó á sus caballos para ir corriendo en coche á todas partes, á manifestar ya el sentimiento, ya la alegría que le causaba una desgracia tan grande; en fin, despues de haberse desahogado plenamente, y referido el hecho de diversos modos á todos sus conocidos, fué á visitar á los novios, que ya no lo eran: dió el parabien á la Señora por la buena eleccion que habia hecho, la habló de las reflexîones malignas, que se hacian sobre su boda, y la rogó quisiese ser su amiga en lo venidero. La censura y la aprobacion de semejantes mugeres no sirve mas que para llenar el vacío de las conversaciones.

La tercera clase de mugeres que entienden la oratoria, es de aquellas que podemos llamar parleras.

Nivel 4

Ejemplo

Estuve no ha muchos dias en una casa, donde habia una Señora de distincion, excelente en este género de eloqüencia. Describió admirablemente todo el ceremonial de un Bateo, y sin darnos lugar para respirar, habló inmediatamente de la Liturgía de la Semana Santa, diciéndonos seria necesario quitar esta cosa ó aquella, y añadir las tales y tales. Lo que me causó sentimiento fué, que habiendo llegado las diez de la noche, vino su marido por ella, y se marchó en tiempo que nos habia prometido su parecer sobre el abuso (este nombre le dió) del Rezo en idioma latino. ¡Quánto me hubiera alegrado oir sus razones, y lo que aducia contra un uso que la Iglesia instituyó, quando no habia mas lengua vulgar que la latina! Puede ser nos hubiera hablado de muchos Clérigos, que léjos de entenderle, no le saben leer siquiera, y que nos hubiese hecho ver, que si no sabemos lo que quieren decir las alabanzas que damos á Dios quando rezamos los Hymnos y los Salmos, tanta risa causarán nuestras preces á los habitadores allá del cielo, quanta es la diversion que nos causan á los mortales aquí en la tierra los dichos de los papagayos. Yo procuraré volver á aquella casa, y si encuentro á la misma Señora, la suscitaré la conversacion para no quedar con mis dudas, y si aprendiere alguna cosa singular, la comunicaré al público.
Entretanto, siguiendo el hilo de mi asunto, digo que las oradoras de esta clase no ignoran lo que pasa en el barrio, saben los chismes de la vecindad, rabian por tener noticias, y todo con el solo fin de hablar; y quando no tengan otra cosa que decir, son capaces de entretener, ó por mejor decir, de fastidiar á una tertulia de sugetos distinguidos, haciéndoles una larguísima y mas que individual narracion de los chistes y gracias de un hijo suyo de pechos, que todavía no sabe articular.
Las presumidas pueden formar la quarta clase de las oradoras. Madama Galante, por tener motivo de hablar sin cesar, ama á un Caballero, y no puede sufrir su conversacion un quarto de hora: habla con su perrita ó con el gato, y está siempre en un fastidioso movimiento, ni halla descanso en ninguna parte. Finge estar enfadada con todos sus conocidos, y pretende que todo el mundo la deba mil obligaciones. Suspira sin tener motivos de afligirse: rie sin saber por qué: y segun asegura, no hay jóven galan, no hay Caballero de distincion que no haya aspirado á la posesion de su corazon. Una presumida tiene particular aficion á aquella parte de la oratoria, que se llama accion, y parece no desplega los labios sino para tener motivo de hacer algun ademan nuevo, de variar sus atractivos, de mirar con destreza á uno, ó de entretenerse con su abanico.

Por lo que mira al carácter novelero, político, chistoso, y otros de la misma especie, se encuentra entre los hombres del mismo modo que entre las mugeres, y por tanto omitiré hablar de ellos.
He procurado investigar muchas veces de dónde nace que las mugeres superan en mucho á los hombres en hablar; pero jamas he podido dar en el blanco. Algunas veces he creido que no tienen la misma facultad que los hombres de retener ó suprimir sus pensamientos, y que se hallan impelidas por una fuerza sobrenatural á dar salida á todo lo que las pasa por la imaginacion. Si esto fuese así, los Cartesianos podrian sacar de ello una fuerte prueba de que el alma está siempre pensando. Pero como hay muchos que suponen, que el bello sexô no es totalmente enemigo de la disimulacion, y que sabe perfectamente el arte de fingir, he abandonado esta idea, y no he dexado de encontrar otra mejor. Con este pensamiento he empeñado á un amigo, célebre Anatómico, para que luego que se le proporcione ocasion, haga la anatomía de la lengua de una muger, y exâmine si acaso estuviese empapada en algun xugo espirituoso, que le dé aquella grande soltura y volubilidad que se observa en ella; ó si sus fibras son de contextura mas fina y delicada que la de los hombres; si hay algun músculo particular que la haga capaz de vibraciones continuas, ó finalmente si hay una perpetua afluencia de espíritus animales, que pasen de la cabeza, ó del corazon á aquel pequeño instrumento de la voz por conductos tan ocultos, que hasta ahora el arte no haya llegado á descubrirlos. No debo omitir la razon que un Autor aducia para hacer ver de dónde procedia que las mugeres que únicamente hablan de frioleras, parlan con mucha mayor facilidad que los hombres, y es porque la lengua tiene las calidades de los caballos, que corren con tanta mayor celeridad, quanto menor es el peso que los agovia. Es muy chistosa y sumamente propia y singular la especie que se le occurrió á un Caballero instruido, quien despues de haber estado hablando muchas horas con una de nuestras declamadoras, la dixo: Yo creo que vuestra lengua estará muy cansada quando vuestros ojos duermen, porque miéntras ellos velan, jamas tiene un momento de descanso.

Cita/Lema

Ovidio tambien nos refiere, que la lengua de una muger, despues de haber sido cortada y arrojada en el suelo, todavía murmuraba alguna palabra; y aunque esta accion tiene mucho de inhumano, la describe con tanto brio y propiedad, que no puedo ménos de referirla como está en el original:
 . . . . . Comprehensam forcipe linguam.
Abstulit ense fero, radix micat ultima linguæ
Ipsa jacet terræque tremens immurmurat atræ,
Utque salire solet mutilaque cauda colubræ
Palpitat . . . . .

Si aquella lengua hablaba sin boca, ¿qué habrá dicho quando la acompañaban todos los órganos? Pudiera añadir muchos exemplares sobre la imposibilidad de hacer callar á una muger, si creyera que mil lectores no estuviesen persuadidos de esta gran verdad. Sin embargo, yo soy tan amante de la suave melodía de este pequeño instrumento mugeril, que totalmente no quisiera desanimarle. El único fin que me he propuesto en esta Leccion, ha sido desterrar aquellos estruendos desapacibles y destemplados, y particularmente aquellas disonancias que proceden de la cólera, de la murmuracion, del humor rencilloso, y de la presuncion. En pocas palabras quisiera reynase siempre la modestia, la prudencia, la alegría y la sinceridad.