Référence bibliographique: Anónimo (Éd.): "Número XXVI", dans: El Filosofo à la Moda, Vol.2\008 (1788), pp. 117-128, édité dans: Ertler, Klaus-Dieter / Hobisch, Elisabeth (Éd.): Les "Spectators" dans le contexte international. Édition numérique, Graz 2011- . hdl.handle.net/11471/513.20.715 [consulté le: ].


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Número 26

Leccion XLVII

A los Dístraidos.

Citation/Devise► Non audire licet, nec urbe tota
Quisquam est tam prope, tam proculque nobis.

Mart. lib. I. Epig. 87. ◀Citation/Devise

Niveau 2► Metatextualité► El Marques de . . . . . conocido y amigo mio, es uno de aquellos hombres pensativos y distraidos, que jamas estan en lo que se les dice. Niveau 3► Récit général► La otra tarde fuimos juntos en su coche al Canal, y habiéndonos apeado en una orilla, dimos un paseo á pie hasta el primer molino. De allá nos volvimos poco á poco por la orilla opuesta en busca del coche, y á la mitad del camino el Marques encontró una piedrecita muy singular: la tomó en la mano, me la enseñó, y dixo, queria darla á un naturalista amigo suyo. Poco despues [118] me detuve mirando al sol, y pregunté qué hora era: el Marques sacó el relox, y satisfizo mi curiosidad. Proseguimos nuestro camino, sin que se nos ofreciese motivo para hablar, por cuyo motivo yo estuve entretenido mirando al orizonte, y contemplando la variedad de colores vagos que el sol comunicaba á las nubes que le cubrian. Llegamos entretanto á la puente, y miéntras la pasabamos, el Marques se detuvo á mirar el agua, y yo quedé sumamente admirado, viendo que dexó caer en el Canal el relox (que aun no habia guardado desde que le habia preguntado qué hora era), y que al mismo tiempo con bastante serenidad guardó en el bolsillo del relox la piedrecita. ◀Récit général ◀Niveau 3 Yo no gusto de hablar para dar malas noticias, particularmente quando el aviso es inutil, y el mal no se puede remediar, por lo que no quise descubrirle el [119] error. Mas esto me sirvió para reflexîonar sobre distracciones semejantes, y de motivo para la presente Leccion.

Me empeño en esto con tanta mas complacencia, porque tales distracciones perjudican á muchas personas de espíritu, y verifican el antiguo proverbio.

Niveau 3► Citation/Devise► Quisque suos patimur manes optimus ille Qui minimis urgetur. ◀Citation/Devise ◀Niveau 3

De esto comprehenderán mis lectores, que yo distingo un hombre distraido, que tiene la imaginacion ocupada en otra cosa, de uno que lo parece, porque no piensa en nada. La inocencia de éste me dispensa de reflexîonar sobre su aparente distraccion. La de aquel me parece se puede atribuir á una de las siguientes causas:

Niveau 3► Hétéroportrait► O tiene la imaginacion fixa enteramente en una ciencia particular [120] como Matemática, Astronomía, &c. ó se halla agitado de una pasion violenta, como del temor, ó del amor, &c. ó finalmente porque su viveza natural le subministra tantas ideas, que no puede detenerse mucho sobre ninguna. Nada, pues, es mas irregular que los pensamientos de un hombre semejante: por numerosa que sea la conversacion en que se halla, é interesantes los objetos que tiene ante los ojos, nada le conmueve. Quando se supone que está mirando á una persona amable, se puede apostar con seguridad, que está pensando en resolver una proposicion de Euclides; y quando parece que lee las Gazetas extrangeras, hay lugar de sospechar que está discurriendo en reedificar su casa de campo. ◀Hétéroportrait ◀Niveau 3

A pesar de todo mi esfuerzo para poner en ridículo esta flaqueza, confieso ingenuamente, que yo mismo la he padecido, y para libertar-[121]me de ella tomé seriamente la resolucion de sacar algun provecho de todo lo que veia. Si pudieramos acostumbrarnos á reflexîonar sobre todo lo que vemos y oimos, no hay ni un objeto siquiera en el mundo que no pueda causarnos provecho. Por exemplo aquellos rasgos de simplicidad, aquellos esfuerzos de una razon mal cultivada, que se ven en un rústico, me causan tanta satisfaccion como las arengas mas sonoras de un orador esforzado; y nada me impide prestar atencion á los Bolatines, á las Comedias, ó á la Opera, del mismo modo que á los chistes insulsos de un necio. Yo hago bien mi papel en las conversaciones donde me hallo, porque aunque no hablo, mi atencion á todo lo que dicen los demas, y el baxar la cabeza, que nunca muevo sin motivo para manifestar mi aprobacion, indica que estoy con ellos. No es lo [122] mismo mi amigo el Marques, que á pesar de su grande entendimiento, hace y dice en cada dia cien cosas, y despues confiesa ingenuamente que han sido fuera de propósito, y sin tener intencion de decirlas ó hacerlas.

Niveau 3► Récit général► La otra tarde pasando por la Carrera de San Gerónimo, entré en la Fontana de Oro á tomar Café. Allí lo encontré de pie en medio de muchos oyentes, que él habia juntado á su alredor [sic] para hablar de los conciertos, que se hacian en el Coliseo de los Caños del Peral. Mi vista despertó únicamente en él la idea de mi persona, sin que advirtiese estaba presente en la actualidad; de manera, que con admiracion grande del auditorio, interrumpió el hilo de su discurso, y mirándome atentamente, me enderezó la palabra en estos términos: “En efecto, he aquí mi amigo; es un compañero que piensa mu-[123]cho, y nunca desplega los labios. Yo apostaré que á la hora de esta se va á introducir en algun concurso para dar pábulo á sus especulaciones.” Dicho esto se volvió á otra parte, y hube de agradecérselo, á trueque no prosiguiese la extraña pintura que habia empezado de mi modo de pensar. Me acordé entónces de nuestro refran: Ojos que no ven, corazon que no siente, y me huí apresuradamente. Una hora despues nos encontramos, y con semblante alegre me preguntó. ¿A dónde ha estado vmd. que hace tres dias no nos hemos visto? ◀Récit général ◀Niveau 3

Un Autor nos pinta el carácter de estas personas distraidas con mucha viveza, y de un modo muy singular. Quiero referir algunas de sus observaciones, y terminar con ellas esta Leccion.

Niveau 3► Récit général► Menalco, dice, baxa la escalera de su casa, sale á la calle, y cierra la puer-[124]ta mas exâminándose á sí mismo mejor, se encuentra con el gorro puesto, tiene la espada á la derecha, los zapatos en chancleta, y la camisola fuera de los calzones. En otra ocasion entra en el quarto de un Señor para visitarle, pasa por debaxo de una araña, y su peluca queda colgada de un mechero: todos los criados que lo ven se rien á mas no poder, y gritan: la calva, la calva, la peluca, y Menalco tambien mira y se rie, porque ve reir á los demas, y vuelve los ojos á todas partes para ver quién es quien enseña las orejas, y él está sin peluca. Anochece miéntras está en una visita, quiere retirarse, lo executa, mas al pie de la escalera encuentra un coche, é imaginando que es el suyo, abre la puertecilla, y entra en él. El cochero cree que es su amo, y lo lleva á casa. Menalco baxa del coche, entra en aquella casa, sube la escalera, pasa por [125] la antesala, sala y gabinete, no extraña nada: se sienta, descansa, como si estuviese en su casa. Llega el amo, Menalco se levanta para recibirle, le trata con mucha cortesía, le ruega que tome asiento, y le hace todos los honores, que merece un forastero distinguido. El amo de la casa queda suspenso, le mira, le tiene por loco, y se compadece de él. Menalco se admira, enmudece, para mucho tiempo ántes que se desengañe.

Quando juega al chaquete, pide de beber, le presentan un vaso de agua, tiene en la una mano el cañon con los dados, y en la otra el vaso: le toca el turno, y miéntras arrima á la boca el cañon, arroja el agua encima del tablero, y anega al pobre con quien se divertia.

Escribe una carta de importancia, echa los polvos en cada llana que escribe, y los guarda en el tintero, [126] y tambien le suele suceder echar la tinta en lugar de los polvos; acontece aun mas: escribe otra carta, y despues de haber cerrado y sellado las dos, se equivoca en hacer los sobrescritos: un Señor de distincion recibe una, la abre, y halla las siguientes razones: Tio Oliverio, luego que vmd. reciba la presente, envieme la provision de la cebada . . . . . su mayoral recibe la otra, la abre, se la hace leer, y halla en ella: Muy Señor mio de mi mayor veneracion: recibí con plena sumision la órden que V. S. Ilma. se ha servido . . . . . 

Desde que Menalco estuvo en Colegio aprendió á afeytarse, y no ha podido acostumbrarse jamas á la mano del barbero. En una ocasion estaba afeytándose, quando le llegó el recado de un Caballero, que le convidaba á comer; respondió que iria, y en efecto enjugóse el rostro, se vistió, y fué al convite con un [127] carrillo afeytado, y el otro con barbas.

Quando come, sea en su casa, ó en la agena, se multiplican los pedacillos de pan al rededor de su plato, y los que estan á su lado se encuentran á menudo sin tenedor, ó sin cuchillo. Antes que se cubra la mesa con las primeras viandas, se le antoja ir á la cocina para ver si estan bien dispuestas: se levanta de la mesa, y se acaba la comida sin que vuelva á parecer.

Muchas veces se formaria de él un concepto que en efecto no merece: se le creeria un estólido, pues ni oye, ni habla: un necio, porque habla á solas, y está sujeto á ciertas zalamerías y movimientos de cabeza muy extraños: un hombre descortes y soberbio, pues se le saluda, y él pasa sin mirar, ó si mira, no vuelve la cortesía. Una vez vino de una quinta, y sus Lacayos quisiéron [128] quitarle el bolsillo, ¿cómo hiciéron? Se pusiéron á la puertecilla del coche, y le pidiéron el dinero, él se lo dió inmediatamente. Llegó á su casa, y contó á los amigos lo que le habia sucedido, éstos le preguntáron sobre las circunstancias, y él respondió: preguntad á mis Lacayos que estaban presentes. ◀Récit général ◀Niveau 3 ◀Metatextualité ◀Niveau 2 ◀Niveau 1