El Pensador: Pensamiento LXXXII
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Pensamiento LXXXII
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Lettera/Lettera al direttore
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Dialogo
“Indecible fuè el
sobresalto, y turbacion (prosigue el Castellano
Opositor), que al entrar en la sala destinada para
tomar puntos, produjo en mi alma la duda de si me
saldria, ò no algun pique en el primer libro del
Maestro de las Sentencias: pero duró poco esta
zozobra; porque apenas tomé el libro, puse los
ojos en la distincion catorce del inefable
Mysterio de la Trinidad Beatisima, por donde dá
principio; y elegida, me dí tantas, y tan festivas
enhorabuenas, como si huviese acertado los cinco
numeros de una Extraccion de Lotería. Volví
contento à mi casa, donde yá tenia prevenidas las
Obras de Castel, San Buenaventura, y Santo Thomas, para hacer en las del primero la
parte principal de mi vendimia, y valerme de las
restantes, si aquellas no me subministraban con
que ocupar la hora; y dispuso mi buena suerte, que
no necesitase valerme de los segundos, porque con
la arenga, que yo trahia preparada, y estudiada de
antemano, la invocacion de los Santos, y Santas de
ambos Testamentos, permitida en semejantes
aprietos, ò apuros, y con tomar bien de memoria lo
que sobre el asunto de la distincion referida
decia el expresado Comentador, hallè, que tenia
suficiente farrago para hablar mas de hora y
media. Asi fué, con no pequeño lucimiento de mi
leccion, que salió con mucha felicidad; y con no
menor respondí à los argumentos, que dos de mis
Opositores, que sabian tanto como yo, me pusieron
contra la distincion virtual, que defendí se daba entre las Personas de Dios, y su
misma Esencia. No puedo negar, que el desembarazo,
que me dió su Magestad para tales funciones, la
prontitud, y expedicion de mi lengua, y memoria en
resumir los silogismos de mis antagonistas, y los
gritos, y voces destempladas, que les dí,
fomentarian en gran parte aquella universal
inclinacion, con que las gentes insistieron, sobre
que entre tantos llamados fuese yo el premiado, y
escogido; pero tambien entiendo, que lo que mas
llenó las medidas del numeroso auditorio fué un
implicas in terminis, y un supuesto falso, que
incluía cierta proposicion de uno de los
argumentos, cuyos descuidos fueron para mí la
decision del triunfo, y la victoria. Coronóse ésta
con el Sermon, que me havia dado mi venerable
Tulio, el qual estudié, y repetí tantas veces, desde que lo tuve en mi poder, que á
tener capacidad para ello, lo huvieran tomado de
memoria hasta las paredes, y muebles de mi quarto.
En la eleccion de Evangelio me detuve poco, porque
estando asegurado de que venia bien à todos, nada
me importaba, que la suerte me deparase éste, ò
aquel. Por esta razon, entre siete capitulos, que
me salieron, elegí á la primera ojeada el decimo
de San Matheo, y copié para thema las del
versiculo primero: Convocatis duodecim discipulis
suis, &c. las quales propuestas, como el Padre
Maestro no podia tener espiritu profetico para
enlazarlas en el Exordio, ò Salutacion, no volví à
tocarlas en esta, reduciendola solamente
à . . . . . = No paso por esto, amigo mio, le
dije: ¿No hemos de oir algo de esa Salutacion?
¿Pues qué, se ha de entregar al olvido una pieza
tan milagrosa? ¿Una pieza que puede
acomodarse à todos los Evangelios que salgan? = Yá
puede V.md. haver conocido, que mi genio no es de
hacerme rogar. Vaya algo de lo que me acuerde; y
hagase V.md. cargo de que me havian precedido
varios Opositores, y debian seguirme otros. ¿Qué
es esto? (dijeron en Israél) Entre Profetas tan
sabios, hoy profetiza Saúl? Num & Saul inter
Prophetas? Mas parece paso para lastima, que cuna
para la dicha. ¡Mas quántas veces las dichas
tuvieron por cunas lastimas! ¿Por ventura, es
titulo de merecer la dicha del conseguir? ¿Porque
Saúl entre los Profetas esté, ha de ser Profeta
Saúl? Yá quisiera yo, por solo estàr entre estos
Señores, ser uno de sus dignidades. Es verdad, que
sobrepujaba Saúl de hombro arriba à los demás, ab
humero sursum. ¡Pero quién midió por un merito
gigante la dicha de un pretendiente!
Pero reparo: ¿por qué las palabras de la oracion
de Saúl mueven á admiracion los corazones de
Israél? Fuè, dice Lira, eo quod manebant ibi
Prophetæ. Havia otros Profetas, que escuchaban el
Sermon; y viendo los Grandes, y Principes de
Israél en empeño tan superior à Saúl, conociendo
su insuficiencia, calificaron de arrojo su osadía.
Solo quien no conoce mi insuficiencia comprarà à
costa de su paciencia los ecos de mi ignorancia;
pero me disculpará, como à Saúl, lo preciso del
empeño de lo que erráre en este rato. Cum Saul
(dice Tyrino) accessisset, ad locum prophetarum
coactus est prophetare. Manda el Principe Samuél
que profetice Saúl; y por obligacion del exercicio
predico yo este Sermon. Pero notese la diferencia:
Saúl predicaba acompañado de otros: Obviam habebis
gregem prophetarum, & prophetabis cum eis; y
hoy en este sabio auditorio solo se
oyen mis voces. Allá las unas servirian de schema
à las otras: aqui se oyen sin consonancia las
mias, porque se vén solitarias; y aunque es
notable la diferencia entre una, y otra facundia,
la mia debe mover mas á compasion por sola, que la
rhetorica de Saúl acompañada. = Bueno:
doctisimamente merece ese solo pedazo un Victor
Don Juan de Alarcón, y el Padre de la Merced. No
hay que hacer: si lo demás del Sermon corresponde
al principio, podia V.md. andarse con él por el
mundo diciendo lindezas, y lucir, no solo en
Oposiciones, sino en Octavarios, y Novenas. Lo
demás de la Salutacion (prosiguió mi buen
Castellano) ocupé en dibujar el Templo en que me
hallaba, para lo qual recurrí al famoso, y tan
justamente celebrado de Salomón, y lo hice tan
uno, y semejante à él, que el que
menos, llegó à dudar entre el original, y la
copia. En lo que mas cargué la mano fué en
ponderar la magnificencia, el oro, las maderas
exquisitas, y otras preciosidades, que se
ofrecian, como digno objeto aun de la curiosidad
menos atenta; y esto lo hice con tal arte, que
nadie lo podrá creer; pues aunque la Iglesia era
muy pobre, y poco curiosa, de suerte, que estaba à
mas de mil leguas, no solo de la magnificencia,
sino tambien del aseo, no dejaba por esto de tener
un gran retablo dorado, y yo cuidé de ponderar lo
mucho que havia costado: alabé lo exquisito de su
hermosura, y proporciones: hablé de sus frisos,
astragalas, volutas, triglyphos, y arquitraves,
sin saber si venian, ò no estas voces à su
estructura, porque asi las encontraba en el
Sermon, y sobre el seguro de que mis oyentes no
las entendian mas que yo; y
finalmente, me explayé en persuadir, que su
materia (que será de Pino, Aya, ò Alcornoque) era
de finisimo Cedro, en nada inferior al que Hirán,
Rey de Tyro, hizo conducir del monte Lybano, por
orden de Salomón, para construir el Altar, en que
se havia de colocar el Arca del Testamento.
Concluído de este modo el Exordio, bolví à exponer
las palabras de mi thema; y aunque me hallé algo
embarazado al quererlas acoplar con el Sermon, que
llevaba, quiso mi buena suerte se me ofreciese un
entusiasmo, digno de hacer papel en un florilogio
predicable; y para que sea mas perceptible, ha de
saber V.md. que mi Sermon consistia en persuadir
los bienes, y utilidades, que trahe consigo la
virtud de la limosna, si la acompañan los debidos
requisitos, y circunstancias. El Evangelio, como
se puede vér, contenia, entre otras
cosas, la mision que hizo el Hijo de Dios de sus
doce Apostoles, para predicar por todo el mundo su
Ley, y advertir à los hombres, que estaba cercano
el Reyno de los Cielos. Esto notado, pregunté cómo
se llamaban estos Discipulos del Salvador, à
quienes fió su Magestad el tremendo cargo de la
predicacion; y con referir los versiculos segundo,
tercero, y quarto del mismo capitulo, dí literal
la respuesta. Tambien pregunté, qué empléo tenia
Phelipe al lado de su Maestro, y respondí, que no
tenia menos empléo que el de Mayordomo Mayor del
Apostolico Colegio, lo qual se deducia
legitimamente, de que, como todos sabian, quando
el Salvador tuvo precision de proveer de
subsistencia en el desierto à las numerosas
turbas, que le seguian, con Phelipe, y no con
otro, consultó el modo de practicarlo, y socorrerlas. Pues, Señores, yá está claro
(dije) el pensamiento, y descubierta la idéa. Al
limosnero toca de justicia el repartir la limosna;
con que para aficionarnos à esta hermosa virtud,
os haré vér, que es la llave del Cielo, y la
thesorera del mundo. Esta es à la letra, y sin
faltar un punto, la verdad de quanto me ha pasado
en la oposicion. = ¿Y se escandalizará V.md. señor
Castellano Viejo, si le repitiere lo que al
principio le decia? ¿Arqueará mas las cejas, si le
renováre, que el méthodo que se sigue en las
oposiciones, nada sirve para poder graduar el
merito de los hombres; y que siguiendolo, queda
expuesto un hombre sabio, pero modesto, à quedar
con menos lucimiento, que un ignorante de buena
memoria, y atrevido? = Conozco que le sobra à
V.md. la razon; pero, amigo, ¿cómo ha de ser? Esto
está asi establecido. No falta quien
conozca la trampa, y los Jueces no son los
ultimos, que la perciben; ¿pero qué han de hacer,
si no tienen arbitrio para remediarla? = Convengo
en ello, y sé que les faltan facultades para
establecer otro méthodo mas sólido; pero al fin
conviene que se sepa lo equívoco de estos actos,
para que remedien el abuso los que pueden, si lo
juzgáren conveniente.“
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Lettera/Lettera al direttore
Señor Pensador. Hasta ahora he
estado tomando los Pensamientos de V.md. por mera
diversion, sucediendome lo que à los que miran la lista
del Corréo, sin encontrar en ella su nombre; porque yo
no soy petimetre, ni cortejo, ni bastonero, ni poeta, ni
voy à la Comedia, sino rara vez, porque no me acomoda ir
á ella, à menos de ir de valde, y con las comodidades de
coche, y aposento. Esto me tenia harto disgustado, y
casi resuelto à deshacerme de todos los ultimos
Pensamientos de V.md. que son los que tengo, y
regalarlos, para que hiciesen juego con los
antecedentes, à un tio, que Dios me ha dado de tan buena
índole, que habla bien de V.md. y le honra en sus
conversaciones. En este animo estaba, quando ví el
Discurso LXXXI. que trata de oposiciones, el qual ha servido de reconciliarme con V.md. y vé aqui
el motivo.
Todo esto, amigo Pensador, trahe mil atrasos
à la literatura. No hay muchacho, que si tiene
memoria, y descoco, no pueda ser Opositor, y sacar
creditos de habil, y aplicado; y si subsisten unos
actos, en que tienen tanto lugar las trampas, no
havrá regla segura para adjudicar el premio al
benemerito, por mas que los Jueces sean integros, y
desmayarán los estudiosos en sus taréas, hechos
cargo de que es mas commodo, y lucido valerse de las
mismas armas. No sería malo que pusiese V.md.
algun egemplo de oposicion en Canones. Esperaré à vér si
sale; y si no, me dedicaré à embiarle relacion puntual
de una de las que hice. Entretanto, doy à V.md. gracias,
por no haver reservado esta Carta, como hace con otras;
y pido à Dios, &c.
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Autoritratto
Yo he sido Opositor,
y en calidad de tal, no es creíble me alegrase de
vér descubierta la trampa de las oposiciones, asi
como no es regular guste de ser conocido un
fullero; pero mi carrera de oposiciones se acabó,
y yá no me importa que se descubra la maraña. He
hecho tres oposiciones en Canones, y la una quando
apenas havia seis meses que los saludaba, y en
todas saqué un grande aplauso, con la
particularidad de que, si cabe, fueron mayores los
elogios, que gané en la primera, tal vez porque
estaba la sangre mas impetuosa, y conocia menos lo
arduo del empeño. Por otra parte no puedo vér sin
lastima, que subsistan unos actos, en que
fatigandose los hombres doctos, que quieren lidiar
à cuerpo descubierto en el exercicio, quedan
siempre equivocados, por lo menos, con otros, que
ván prevenidos de peto, y espaldar.