El Pensador: Pensamiento LXXVI
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Pensamiento LXXVI
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Letter/Letter to the editor
Señor Pensador.
Escribió V.md. en tiempos pasados sobre fiestas de
Toros, manifestando ser éste uno de los restos de la antigua
barbarie de nuestra España, y que, aun despues de cultivada,
se ha conservado con menos contradiccion que el Theatro, à
mi parecer, por lo que congenia à la Nacion la ostentacion, y egercicio del valor que se necesita para
estos espectaculos peligrosos. Tambien la Italia (donde los
dejaron establecidos los antiguos Romanos) los mantuvo
despues de Christiana, y cultivada en las Ciencias. Las
ultimas fiestas de Toros, de que se tiene noticia, se
celebraron en el siglo XIV, pues en el año de 1332. se
hicieron en Roma, quando quedaron muertos à las hastas de
aquellos brutos diez y nueve Caballeros de los primeros de
aquella Capital, y otros nueve heridos de mucho peligro, sin
contar los plebeyos. Estas desgracias bastaron, y aun
sobraron, para que se pensase desterrar esta sangrienta
diversion, como con efecto quedó absolutamente prohibida por
los Papas. Pero el haverlas abandonado tantos años há las demás Naciones cultas, no es prueba, que
convenza à los nuestros; antes sí los llena de orgullo la
persuasion en que están de que en nosotros es sobra de
espiritu lo que en los estrangeros es mas falta de valor, y
destreza, que fuerza de la razon, ilustrada con la Religion,
y la cultura; como si cada Nacion no huviera padecido en
algun tiempo sus caprichos en punto de espectaculos, en que
peligraban las vidas, por ostentar un valor inutil, y aun
pernicioso. Los Tornéos fueron la manía favoríta de los
Franceses, de tal modo, que se llamaron Ludi Gallici, como
hoy los Toros Fiestas de España. De alli se difundieron à
las demás Naciones; y acaso durarian aún, si un Rey de
Francia (Enrique Segundo) no huviera costeado con su
desgraciada muerte la prohibicion. Lo que
no tiene duda es, que al paso que se han ido alejando de la
barbarie las demás Naciones, se han desterrado de ellas
estos espectaculos sangrientos. ¿Será falta de valor la
cultura en otras Naciones, ò en nosotros sobra de valor la
barbarie? Ni uno, ni otro. Es manía Española, que equivale à
decir manía tan arraygada, y envejecida, que si no se logra
persuadir que es moda no ir à los Toros, todo lo demás será
cansarse en vano. Pero yo me voy metiendo insensiblemente en
la mies, que V.md. ha empezado à segar. En buena mano está
la hoz. V.md. siga, y si quiere para atar los aces las
reflexiones siguientes, aunque supongo que no le harán
falta, allá ván, y admita V.md. el buen zelo,
aunque las deseche por inutiles. Supongo, que V.md. no
considera muy estimables, ni utiles las comedias en el
estado en que las tenemos, y que en esto sigue el dictamen
de todos los hombres doctos, y juiciosos, que condenan la
mala comedia; pero no hay forma de que el vulgo éntre en
distinguir las malas de las buenas, y el vulgo es mas
numeroso de lo que se piensa. Huviera V.md. tenido mucho que
reir, si, como yo, huviese sido testigo de la apología, que
cierto Caballero hizo de todas nuestras comedias, con motivo
del Pensamiento LXVIII. Mil primores se perdió V.md. por no
haverse hallado presente. No pienso, ni me sería facil,
referir todos los desatinos con que procurò apoyar su
dictamen; y solo referiré uno, con que, como con
llave de oro, cerró su discurso. Todo lo que puede alegarse
contra nuestras comedias, y fiestas de Toros (decia muy
satisfecho) consiste en que unas, y otras debieron su origen
al culto que tributaban los Gentiles à sus falsos Dioses;
pero no verificandose entre nosotros este destino, quedan,
como quiera que sean, santas, è inocentes; y quien las
censura, calificado de pedante necio, y caprichoso. Este
miserable raciocinio hizo impresion en algunos de los
circunstantes, que havian hecho mofa de otras razones menos
absurdas. Pero si yo digo, que tambien entre nosotros suelen
servir à un mismo tiempo de culto al demonio, y à los
Santos, ¿qué responderán? No lo sé; pero estoy seguro de que
no diré sino lo que realmente està sucediendo. En los Lugares grandes de varias Provincias, y con
especialidad en algunos de las Andalucías, es práctica
inveterada prevenir fiestas de Toros, y comedias para el dia
de la Virgen, Santo, ò Santa Patronos del Pueblo, y el
producto se destina para el culto, y adorno de sus Templos.
He oído decir, que en Valencia ha solido celebrarse la
fiesta de su Santo Arzobispo Santo Thomás de Villanueva con
fiesta de Toros. No sé qué verdad tenga esta noticia, y por
lo mismo no la aseguro; ¿pero si fuese asi (que no sería
mucho), le parece à V.md. que havria quedado muy servido, y
agradecido à este obsequio aquel Santo Prelado, que (como
V.md. lo cita) declamó tanto contra estas diversiones
barbaras? En las Ciudades donde se representa
todo el año, es tambien notorio, que al fin de las
temporadas, se suelen santificar los Sabados con hacer
comedia, que llaman de limosna, y que solicitan las mismas
Cofradías, para con su producto proseguir la fábrica de la
Iglesia, hacer, ò dorar el retablo, costear tal, ò qual
fiesta. Supongo que ordinariamente se representa El desdén
con el desdén, No puede ser guardar una muger, y otras, que
enseñan cómo se hace una conquista, cómo se engaña à un
padre, ò à un hermano, aunque sea el mas vigilante, y cómo
se asalta la muralla mas inexpugnable; y que se ponen de
proposito saynetes, tonadillas, y bayles, que despierten la
Venus mas dormida. Y es de notar los medios que se practícan
para hacer que crezca la limosna. A la entrada
se ponen con sus bufetillos, y demandas las Cómicas mas bien
parecidas, y ataviadas con lo mas lucido del cofre, para
seducir al mas prevenido. En los intermedios se corren
aposentos, cazuela, y tertulia. No hay mozalvete, que no lo
deje todo aquella tarde, para vér, y hablar mas de cerca à
la Cómica; y mientras echa en la fuente la peseta (que fuera
un ochavo à otro qualquiera demandante, ò fuera nada) con
esta limosna, que es para el culto del Santo, compra el
veneno, que beben sus sentidos, y logra tambien el demonio,
que arda el sacrificio en sus aras. Lo mismo digo de las
fiestas de Toros. Concurren confusamente à este espectaculo
uno, y otro sexo (desorden que no hay en los theatros):
combida à una varandilla, ò tabloncillo à su
cortejo un alentado de estos de redecilla, zapato blanco,
pañuelo al cuello, espada torera, chupetin, y
faja . . . . . en una palabra, un hombre distinguido en
trage de chulo, y logra tal vez con esta ocasion lo que no
ha podido en muchos dias. No importa. A bien que el dinero
con que compra aquel majo esta ocasion ha de servir para el
Templo, ò para la fiesta del Santo, de la Virgen, &c.
¿De este modo se tratan las cosas de la Religion? Yo he
visto levantar andamios en una plaza, donde hay para
hermosear, y consagrar el sitio una gran Cruz de piedra, y
he visto no solo ocultarla, sino aun hacerla servir de apoyo
para los asientos, en que se bolvia la espalda à aquella tan
respetable señal de nuestra Redencion; ¿y qué
importa esta irreverencia? Si un infiel la reparára, se le
satisfaría con decirle, que las fiestas eran para el culto,
y aumento de la devocion de tal, ò qual Imagen, y tendria à
bien de darse por convencido con esta respuesta, só pena de
pasar por salvage, ò Judio. Verdaderamente, que nosotros de
puro obstentar nuestro Catholicismo, parece que nos hemos
vuelto todos Sacristanes, que dán trapajazos à los Santos;
pero es para limpiarlos, y exponerlos à mayor culto. Si
esto, señor Pensador, no es juntar à Dios, y à Belial, yo no
sé qué nombre ponerle. Compáre V.md. Religion con Religion, costumbres con
costumbres, y saque la consequencia. Sabido es, aunque poco
practicado, el axioma de que no es licito el obrar mal, por
hacer bien. El culto, que se aumenta en los
Templos con el producto de los espectaculos profanos, ¿por
dónde puede justificarlos, ni por dónde puede ser culto?
Perece un infeliz en las hastas de un Toro: se pastan en su
sangre los ojos de los Christianos; ¿y esto será culto, ò
costeará el del Dios de la mansedumbre, y la Madre de la
misericordia? Yo os echaré à la cara (dice Dios por
Malachias) el estiercol de vuestras solemnidades. Sea como
fuere [sic] (dicen), la intencion es la que mata, ò sana;
ello se hace con buena intencion, y si no fuera por este
medio, ¿Cómo se havian de costear el sumptuoso culto, que
tienen muchos Santuarios? ¿Cómo se havian de costear, y
dorar los retablos? ¡Qué razon tan concluyente!
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Selfportrait
Yo soy uno de aquellos
Españoles, que à nadie ceden en punto de amor à su
Nacion; pero que al mismo tiempo no fundan el honor,
y gloria de ésta en defender los errores, y
ridiculeces, que se introdujeron en los siglos de
ignorancia, y ha arrastrado hasta nuestros dias la
costumbre. Observo con frequencia, que el amor de la
Nacion, de que tantos se jactan, suele ser un amor
proprio, disfrazado, y una pantalla, con que se
quiere hacer sombra à la ignorancia, y la tenacidad.
Este modo de amar á la Nacion no me
acomoda. Me parece, no solo mas honrado, y
estimable, sino tambien mas util, y decoroso à ésta,
el candór bien intencionado de los que sencillamente
confiesan las simplezas que tenemos, para que se
corrijan, que el empeño de perpetuarlas à titulo de
antiguedad, ò conservarlas por derecho de herencia.
Estas razones me han excitado la idéa de
entretenerme con V.md. sobre algunos asuntos, que no
puedo digerir; y vé aqui uno de ellos.
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“Esta
astucia de enlazar lo sagrado con lo profano, no es
nueva (dice el Autor del Triunfo de la Conciencia): el
demonio se la sugirió tambien à Pompeyo;
pero descubrió el designio Tertuliano. Pompeyo, haviendo
fabricado en Roma un theatro sumptuoso, notó, que muchos
cuerdos se lo murmuraban, como obra ruinosa à las
costumbres. ¿Qué hizo? Incorporó con el theatro un
Templo de Venus, para cohonestar la execrable obra con
que se enervaba la disciplina Romana. Ita damnatum (dice
Tertuliano) & damnandum opus templi titulo
prætexuit, & disciplinam superstitione delusit.”
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Example
He leído, y no me acuerdo
dónde, que yendo à bendecir un Caliz
nuevo para su sagrado destino, se puso de repente la
plata negra como un carbon: acudieron al Artifice,
sospechando algun engaño suyo: asombróse éste,
porque sabia muy bien que lo havia hecho de la plata
mas escogida de una gran porcion de alhajas, que
havia comprado de una muger; pero asombróse mucho
mas, quando averiguó, que la tal muger era una
ramera muy famosa. ¿Mas para qué necesitamos de
estos prodigios? Dios manda en el Deuteronomio, que
no se admitan para el Templo semejantes productos,
porque son abominacion: Non offeres mercedem
prostibuli . . . . . quidquid illud est, abominatio
est.