El Pensador: Pensamiento LXIX
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Pensamiento LXIX
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Letter/Letter to the editor
Dije à V.md. entre otras cosas
relativas à nuestro Theatro, que era preciso hacer vér con
alguna individualidad los mas principales vicios de nuestras
Comedias; y havrá parecido sin duda arrogancia à los que, no
teniendo mas idéas, que las que han adquirido en un largo
hábito de oír representar, ò leer estas piezas, las miran
como unas producciones milagrosas del arte, y como unos
maravillosos, è inimitables monumentos de la invencion, y
fecundidad de sus Autores; pero el conocimiento de que he de
desagradar à la multitud, no podrá retraherme jamàs de decir mi dictamen en una materia tan
importante, y que tiene tanto influxo sobre las costumbres.
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El primero, y mas
principal vicio de nuestras Comedias consiste en el
argumento de la Fabula, que siempre es alguna pasion
amorosa, y en el modo de manejarla. Este se hará mas
visible analysando una de nuestras Comedias, y lo
reservo para el Discurso siguiente. En este trataré del
perjuicio, que ocasiona en el Theatro la pasion de amor,
y me valdré à este fin de lo que Luis Riccoboni, Juez
competente en esta materia, por hombre instruido, y muy
versado en ella, escribió en su Reforma del Theatro
Francès, que en esta parte difiere poco, ò nada del
nuestro.
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“No admite duda
(dice este Autor), que es muy peligroso hacer consistir en el amor el asunto de las
Comedias. Sería inutil reproducir quanto los
Escritores mas sabios han dicho sobre el abuso de
esta pasion, que en el dia es el unico movil del
Theatro; pues nadie ignora, que las expresiones de
los amantes, siempre pintadas con exceso, y
entusiasmo sobre la scena, confirman al licencioso
en su desorden, despiertan los espiritus mas
adormecidos, y dán entrada à una pasion viciosa en
el corazon de la juventud mas inocente. Si esta
infeliz pasion, vista de lejos en dos personas, que
se aman, y cuyos discursos no se oyen, es capáz
muchas veces de hacer vivas impresiones en quien las
observa, ¿qué sucederá quando un joven, y una muchacha hacen alarde de su ternura sobre
la scena, con toda la viveza, que el arte puede
inspirar, en un dialogo, en que las expresiones
estudiadas del Poeta son siempre excesivas? ¡Qué
desorden, qué ruina no pueden causar en la
imaginacion de los circunstantes, segun las diversas
situaciones en que estos se encuentran! No necesita
el hombre que se le enseñe à sentir una pasion, que
la naturaleza le inspira, acaso demasiadamente: lo
que sí necesita es aprender à corregir los
desordenes de esta pasion, quando llega à ser
viciosa; y es constante, que la pasion de amor, aun
suponiendo éste el mas puro, puede perder en el
Theatro toda su inocencia, suscitando idéas
corrompidas en el espiritu del
auditorio mas indiferente, y que tal vez los
sentimientos, que en el papel son virtuosos, mudan
de naturaleza en la boca de los Actores, y se hacen
criminales quando la execucion theatral los aníma.
Oygamos las lecciones, que dá una madre à su hija
para precaverla de esta funesta pasion. Estos
principios, que procura imprimir una madre cuerda, y
virtuosa en el espiritu de su hija,
destruye la moral de los espectaculos. Alli los
hombres, y las mugeres se encuentran poseídos del
mas vivo amor à la primera vista: se lo declaran
reciprocamente, sin que padezca su reputacion: en
una palabra, los amantes toman para llegar à
casarse, el mismo camino que tomarian para una
accion criminal. No basta ordinariamente entre las
personas de honor, y educacion encontrar en la
persona à quien aman una igualdad de caracter, de
nacimiento, y de fortuna, que pueda anunciarles una
vida feliz, si no concurre tambien para su union el
consentimiento de sus padres. ¿Pero es esto lo que
se enseña en la Comedia? No, sino todo lo contrario:
los procedimientos mas arriesgados, y
las extravagancias menos permitidas son los caminos
ordinarios de los amantes del Theatro, siempre que
encuentran en sus padres alguna resistencia, la qual
supone el Poeta, para dár motivo à las estratagemas
mas atrevidas, è indecentes, y gloriarse, en vez de
tener rubor, de la fertilidad de su genio. Pudiera
decirse con alguna verosimilitud, que un amor, que
causa tantos tormentos, è inquietudes, será mas à
proposito para corregir esta pasion, que para
excitarla, si en la conclusion de los Dramas se
viese que eran infelices los amantes; en cuyo caso
los oyentes podrian mirar con aversion una pasion,
que solo producia penas, y afanes en su progreso, y en su fin; pero por desgracia los
amores de las Comedias tienen siempre un suceso
feliz, y el auditorio infiere con razon, que los
males padecidos por los amantes hasta llegar á este
éxito favorable, lejos de ser un justo castigo de
aquella pasion, son una persecucion injusta, de que
al fin triunfa la virtud. Es verdad, que esta misma
pasion, bien manejada, puede mas bien que otra
alguna dár motivo à la correccion de las costumbres;
¿pero dónde están las Comedias, en que se halle este
amor instructivo?
Los modernos por el contrario, solo han
adoptado lo débil de esta pasion, que en este punto
de vista no es à proposito, sino para corromper el
corazon del auditorio: haviendo aún otra diferencia
entre los antiguos, y los modernos, que consiste en
que aquellos se sirvieron rara vez de esta pasion en
el Theatro; y éstos han hecho de ella el principal
motivo, y el fundamento de todas sus fabulas. Yá que
los modernos no saben hablar sino de amor sobre la
scena, lo qual es señal segura de una corrupcion
general, ò falta de genio en el mayor numero de
Poetas, pudieran agregar à esta pasion, de que solo
debieran tratar con el fin de instruir, otras muchas
especies de intereses, que la razon
autoriza. Pudieran, por exemplo, tratar asuntos de
amor conjugal, paterno, filial, y de la patria. Vé
aqui unos intereses tiernos, y vivos, que serian
nuevos, y acomodados para el Theatro, y que podrian
tener diversas graduaciones, segun las
circunstancias, y caractéres de los personages.
Estos sentimientos no estarian jamás à peligro de
ser desaprobados. En un gran concurso puede
encontrarse alguno insensible à las impresiones del
amor, que comunmente se vé en el Theatro, y que por
consiguiente mire con indiferencia, ò desprecio las
debilidades del corazon humano; pero no se hallará
ni una sola persona, que no sea padre, hijo, marido,
ò Ciudadano; y si por accidente uno de
los circunstantes fuese buen padre, y mal Ciudadano,
y la accion theatral de aquel dia se dirigiese à
inspirar el amor de la Patria, es seguro, que lejos
de censurar al Autor, lo admiraria, y muy probable,
que esta circunstancia despertase en su corazon unos
sentimientos, que estaban adormecidos, y que acaso
para brotar solo esperaban aquella, ù otra semejante
ocasion. Por poco que se reflexione, se conocerá,
que casi no hay obligacion alguna de las que impone
la vida civil, que no esté sujeta à la pasion del
amor en el Theatro. En paralelo con ésta hasta la
misma naturaleza pierde sus derechos, y la gloria, y
el proprio interés se le sacrifican. Los padres, à
quienes para satisfacer su pasion,
sirven de impedimento sus hijos, los aborrecen; y
los hijos por su parte son enemigos de sus padres,
quando han llegado à ser sus concurrentes. ¿Qué
correccion puede esperarse de una pasion tratada de
este modo, sobre todo, quando su fin es feliz, y
triunfante, como sucede siempre en las Comedias?
Harto bien se conoce que esta infeliz pasion, del
modo que la tratan los Poetas, inclina rara vez à la
virtud, y conduce casi siempre al vicio. Los
asesinatos, las usurpaciones, las infidelidades, las
trayciones, el desprecio de las Leyes, las
conspiraciones, &c. son comunmente el fruto, que
el amor produce sobre la scena en las Tragedias; y
en las Comedias, que son aqui el
objeto principal, el mismo amor es el que causa las
divisiones en las familias, el desprecio de la
autoridad paterna, la violacion de la fé conjugal,
la disipacion de los bienes, y en fin, todos los
vicios à que se entrega un joven, que todo lo
profana, y nada respeta, quando se trata de
satisfacer su pasion. Sin hablar de lo util, que
debe acompañar siempre à lo agradable (lo qual pocas
veces puede encontrarse en una accion reducida à
tratar de amor, y casamiento) vemos que aun lo
agradable falta tambien en la Comedia. ¿Ni cómo es
posible divertirse en el dia con una cosa, tantas
veces, y tan frequentemente repetida, como lo es el
amor theatral? ¿No debe parecer muy
extraordinario, que un numero tan crecido de gentes
instruídas, y de juicio, pierdan el tiempo tratando,
ù oyendo tratar de una materia, que por el frequente
uso, que de ella se ha hecho, está casi agotada, y
en que los Poetas, para poder agradar, se vén
reducidos à usar del ilicito socorro de palabras, y
acciones licenciosas, como se pueden vér en mas de
una Comedia, que el lector conocerá, sin que yo las
nombre?
y estraño, que el auditorio de nuestros Theatros no grite: No mas amor, no mas
amor. ¿En efecto, hay cosa mas ridicula, que estár
precisados à oír todos los dias, que vamos al
Theatro, la insipida cancion de los amantes, que yá
derraman à manos llenas expresiones de ternura, yá
se quejan de la crueldad de sus damas, yá se
entregan al furor de los zelos, y yá se desesperan
de no poder vencer los obstaculos que los detienen?
¿Y hay cosa mas fastidiosa, que encontrar siempre
concurrentes, que parecen pagados para salir à
oposicion, y criados, y criadas siempre dispuestos à
ayudarlos en sus extravagancias? ¡Siempre una misma
cosa! ¡Siempre la misma cantilena! Gritese, pues: No
mas amor, no mas amor.”
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Hija mia, le dice, todo
hombre, que hace protestaciones de amor à una
muger, no solicíta sino corromperla, y
deshonrarla: no es licito tener comercio
particular, por inocente que sea, con un joven;
porque lo que al principio es inocente, suele ser
delinquente con el tiempo.
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Example
Los Griegos en sus
Tragedias no lo pintaron sino acompañado del furor
que ocasiona, y de este modo no podia dejar de
inspirar un horror capáz de corregir à los oyentes.
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Example
Yo me admiro, que
no suceda en el Theatro moderno lo que sucedió en
el de Athenas, donde los circunstantes, cansados
de oír por largo tiempo las canciones Dionysianas,
gritaron todos unánimamente: No mas Baco, no mas
Baco;