Cita bibliográfica: Joseph Álvarez y Valladares [José Clavijo y Faxardo] (Ed.): "Pensamiento LXII", en: El Pensador, Vol.5\062 (1767), pp. 165-180, editado en: Ertler, Klaus-Dieter (Ed.): Los "Spectators" en el contexto internacional. Edición digital, Graz 2011- . hdl.handle.net/11471/513.20.659 [consultado el: ].


Nivel 1►

Pensamiento LXII

Nivel 2► Carta/Carta al director► Señor Pensador.

El mundo está lleno de tontos maliciosos, que no pueden persuadirse à que los demás son de distinta masa. ¿Qué mayor tontería, que el capricho de algunos, que sin embargo de ser yo un hombre bonazo, sin malicia, ni bellaquería, sostienen, y juran, que soy und fisgon, bellaco, y mal intencionado? Yo hago todos los esfuerzos posibles para sacarlos de este error, y nada basta. Ahora quiero dár una nueva prueba de mi inocencia, y sencilléz, y veamos si querrán desistir de su errado concepto.

[166] Nivel 3► Relato general► Hace pocos meses, que contra todo mi gusto, ciertos amigos de buen humor me llevaron à una casa, en que estaba dispuesto un bayle magnifico. Llegamos à tiempo que yá la sala estaba llena de señoras de todas edades, la mayor parte jovenes, bien parecidas, y festivas, y todas ricamente ataviadas; y de caballeros, que tampoco havian olvidado cosa alguna de las conducentes à su adorno. Saludamos à todos en general, y tomamos asiento en el hueco de una ventana, que era lo unico que havia desocupado: y apenas lo huvimos tomado, quando sentí una conmocion general en toda la sala. Al principio no pude penetrar qué motivo ocasionaba aquel susurro; pero muy en breve lo entendí, viendo que todo se bolvia corrillos, en que havia secretos, arquear las cejas, y [167] echarme de quando en quando unas ojeadas terribles. Confieso, que huviera dado qualquier cosa buena en aquel instante, por haverme hallado en la calle, y à no haver estado el balcon un poco alto, quizá me huviera parecido superflua la escalera. Vè aqui (dije à mis amigos) à lo que V.ms. me han trahído. Yá estas gentes han olido al que llaman fisgon, y no havrá paz en toda la noche. Reíanse ellos à carcajadas de vér mi inquietud, hasta que en fin el uno, que era grande amigote de la señora de la casa, y de otras muchas personas del concurso, fuè à hablar à ésta. Acudieron à él la mayor parte de las señoras, y caballeros: huvo ademanes, y miradas, que yo observaba con grande atencion; y las resultas fueron levantarse la señora, venir adonde yo estaba, hacerme una grande cor-[168]tesia, y llevarme à sentar à su lado. Alli pasamos un rato en conversacion; y las señoritas, que estaban cercanas, se dignaron de hablarme muy mesuradas tal qual palabra estudiada, y compuesta, en que à la legua se les echaba de vér el miedo, y desconfianza con que estaban. Sirvióse el refresco, en que tambien debí algunas atenciones; y yá estaba yo, mediante algunas bachillerías, y adulaciones, que havia dicho à las damas, y que éstas havian recibido como dinero de contado, muy familiar con ellas, y tan engreído, y contento, como antes havia estado pesaroso; pero es que no sabia lo que me esperaba.

Tratóse de empezar el bayle. Dióse principio à templar los instrumentos, y de repente se observó que faltaba el bastonero. No puede pintarse la consternacion aparente, [169] que se vió en todos los semblantes; y llámola aparente, porque à mi entender todo esto fuè bellaquería preparada muy de antemano. Aqui no hay otro remedio (dijo la ama de la casa, muy compungida) sino que el señor Don Alonso (este es mi nombre) nos haga la honra de ser bastonero. Todas estas señoras, y caballeros se lo suplícan, y yo en particular espero que no me dejará desayrada. Considere aqui el piadoso lector què fresco quedaria yo con esta embajada: Yo, que en mi vida he sido bastonero, ni sè las reglas, y etiquetas de este empléo, ni conocia una sola persona de las del concurso. Estuve por echarlo todo à rodar; porque me ocurrió, que aqeullo en substancia era hacerme una burla; pero deteniame mi amigo, que estaba al lado. Expuse todas las razones expresadas à la se-[170]ñora, añadiendo, que qualquiera de los caballeros, que havia en la sala, desempeñaria mejor la comision; mas de nada me sirvió. Trajeron con mucha ceremonia un baston, que me pusieron en las manos; y entretanto mi amigo me decia al oído: No sea V.md. tonto: esto no es defender ningunas Conclusiones de Theología: un poco de observacion, y de condescendencia lo hacen todo; y en fin, aqui tiene V.md. quien le ayude, y desempeñe, y por mí la cuenta, si no sacáre creditos de famoso bastonero.

Sea etiqueta, ò sea que aquella noche se quiso desterrar del bayle, huve de baylar el primer minuet con la señora de la casa; pero lo mismo fuè acabarlo, y haver de nombrar à otro para baylar el segundo minuet, que empezar à dár [171] muestras de mi capacidad. Como mi objeto no era otro que el de llenar aquel hueco con un hombre, todos me parecian à proposito para el fin, y asi, eché mano del que me quedaba mas immediato, que justamente se encontró ser un Abogado sexagenario, y tuerto; y muy satisfecho de mi prontitud, y à fin de que el bayle no parase, fuí à convidar immediatamente à una señorita muy linda, que estaba en conversacion con un Oficial, el qual quiso comerme con los ojos; y bien fuè menester toda mi diligencia, porque la señora, que estaba baylando, apenas dió las bueltas indispensables, se retiró à su asiento, donde oí, que decia à mi amigo muy colérica: No tiene el bastonero la culpa, sino V.md. que es un malvado, y nos ha engañado como Chinos: à que él solo respon-[172]dia con aquella risa immoderada de que usaban los Romanos en las fiestas del Dios del Regocijo.

Nivel 4► Diálogo► ¿Qué es esto? (dije à mi amigo, luego que huvo acabado de reir) ¿qué quieren de mí estas gentes? La señora, apenas acabamos de baylar, yá tenia con quien continuar su bayle, y oygo que se queja: aquel Oficial, porque he convidado á esta señorita, me ha mirado, como si le huviese dicho alguna insolencia. Explíqueme V.md. en qué consiste esto, porque yo no lo entiendo. No hay que explicar (me respondió): hasta aqui vá à las mil maravillas, y no pudiera acertarlo mejor un bastonero de profesion. V.md. prosiga, y no le dé cuidado. ◀Diálogo ◀Nivel 4

No bien me havia apartado de mi amigo, quando se llegó à mí un petimetre à suplicarme muy en [173] secreto, que quando le tocase baylar, fuese con una señorita, que tenia habito de San Ramon; y mostróme el parage donde estaba. Prometíselo, y en efecto lo cumplí; pero quiso su desgracia, que (como supe despues) mientras se llegó su turno, la tal señorita mudó de asiento, y vino à ocupar su lugar otra, que tenia el mismo habito; la qual era vizca, y jorobada; y yo, que creía haver hecho un grande obsequio al señor mio, gané un enemigo irreconciliable.

Trás éste vinieron otros muchos á hacerme confianza de sus inclinaciones; y no faltaron tambien damas, que medio mascando, y à modo de enigmas, me dijesen los sugetos con quienes querian baylar. Yo estaba lleno de buena voluntad, y deseos de dejar á todos contentos; pero á mas de ser [174] muy fragil mi memoria, la multitud, y variedad de encargos era tanta, que huvieran trastornado al mas habil mandadero de Monjas. Y asi salió ello con tanta fatalidad, que ni siquiera por equivocacion huvo hombre, ni muger, que baylase con quien queria. El cuento es, que quantos havia en la sala estaban con unas caras de condenados, y me decian pullas, y dicterios. Uno me decia, muy almivarado: Se conoce que V.md. lo entiende.Otro, con una risa ironica: ¿Ha estado V.md. mucho tiempo aprendiendo este oficio? Y otro, muy brutal, y descomedido, decia: Lleve el diablo al bastonero: si todos los bastoneros fuesen asi, presto se havia de acabar hasta la semilla de los bayles. Y à todo esto no havia uno, que me dijese en qué erraba.

[175] Llegó el caso de baylar una contradanza de diez y seis personas, y confieso, que tuve mis ciertos impetus de vanidad, al vér, quando todos los nombrados se levantaron, que justamente havia ocho mugeres, y otros tantos hombres, sin sobrar, ni faltar uno del numero dicho, porque en esta exactitud, y en que la fatiga del bayle se distribuyese equitativamente, me havia figurado que consistia todo el merito, y habilidad de un bastonero; pero bien pronto huvo quien me pusiese la ceniza en la frente. Como estaba fatigado del continuo exercicio, y para descanso tenia la desgracia de no poder acercarme á hablar à persona alguna, porque todos estaban ayrados conmigo, quise consolarme en esta fatalidad con una señorita de las que iban á [176] baylar, en quien me pareció advertir un semblante bastante alegre; ¿pero quién podrá concebir mi espanto, quando al saludarla, me dijo, volviendome la espalda: Parece que no sabe V.md. que el oficio de bastonero no es para tontos, ni mentecatos? Baylóse malditamente la contradanza; y acabada, empezaron las mas de las señoras á preguntar, unas si havian venido sus coches, y otras sus criados. Alborotóse la dueña de la casa con la novedad: quiso saber el motivo de una retirada tan repentina, y todas, y todos á una voz dijeron, que no se podia baylar con un bastonero tan incapáz. Llegóse à mí la buena señora: dijome, que yá estaría cansado, y que, si queria, se daria à otro el baston; y yo, que iba teniendo mis recelos de que por lo menos me echasen [177] à empellones de la sala, lo soltè de buena gana, y me vine á mi casa, donde todavia estoy temblando de las resultas. ◀Relato general ◀Nivel 3

He intentado muchas veces, que mi amigo me explicase el origen de esta tempestad, y no ha sido posible; porque en tocando este asunto, rie de tan buena gana, que temo que rebiente, y es fuerza dejarlo. Ahora lo que yo quisiera sería, que alguno de mis lectores, que haya sido bastonero, me explicase este enigma. Mi conciencia no me acusa de haver olvidado cosa alguna de las que me parecieron precisas, para que todos estuviesen contentos, y lucido el bayle. Yo procuraba convidar à tiempo, y en esto no ocurrió la menor falta. Cuidaba tambien de que con las señoras jovenes baylasen los viejos, para que éstas tu-[178]viesen mas lucimiento en la contraposicion; lo qual no huviera sucedido, si las huviese sacado à baylar con alguno de los muchachos petimetres, que havia, que en lo afeminado de sus personas, y adornos les huvieran disputado la palma. Por la misma regla dispuse que baylasen los jovenes con las señoras de mas edad. Quando observaba, que havia dama, y caballero, que estaban mucho tiempo hablando en secreto, sacaba à baylar à uno de los dos, por temor de que si los dejaba proseguir sin interrupcion, se agotaria la materia, y el resto de la noche se estarian mano sobre mano, sin saber qué hablar: y à mas de esto contemplaba, que podian hallarse en situaciones, en que me agradeciesen esta atencion: como si el caballero no tenia respuesta pron-[179]ta para satisfacer á un cargo; ò si la dama estaba en aprieto, por no haver podido atrincherarse; y en fin, todo lo poco que sé, y he leído, lo emplee, à mi parecer, oportunamente. En lo unico, que pudo haver alguna falta, fuè en los encargos particulares: ¿pero se havian creído aquellas gentes, que yo tenia la memoria de Scipion, ò de Ciro? A mas de que esto lo miraba como una niñeria. Una vez, que el objeto era hacer exercicio, mostrar sus habilidades, y la gallardia de sus personas, ¿qué diferencia havia entre baylar con la de la bata azul, ò la de color de rosa? Confieso, que soy mas tonto de lo que creía, y que por mucho que V.md. lo sea, no ha de poder ganarme. Yá verán las gentes mi candor, y sencillez. La aventura nada ha tenido de glorioso para [180] mí, y podia callarla. Sin embargo, la doy al público, para que conozcan algunas gentes, que lejos de ser malicioso, soy un simple, que no comprehendo lo que quizá entenderán los niños de la escuela.

Dios guarde à V.md. ◀Carta/Carta al director ◀Nivel 2 ◀Nivel 1