El Pensador: Pensamiento LIX

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Ebene 1

Pensamiento LIX

Continuacion del Dialogo antecedente.

Ebene 2

Satire

Salon de Audiencia.

Pluton, Proserpina, Apolo, Minos, Rhadamanto, y Poetas.

Ebene 3

Dialog

Plut. Haz, Minos, que vayan entrando esos Caballeros uno à uno: que salgan por aquella otra puerta; y que al salir los detenga mi guardia. Tú, Rhadamanto, que los conoces, quedate aqui à mi lado, y veme diciendo al oído sus nombres. ¿Quièn es éste, que llega ahora tan puerco, y lleno de tabaco? Rhadam. El peor, y mas desatinado equivoquista de toda la quadrilla. El M.L.** Plut. ¿Y qué viene leyendo en aquel papel? Rhadam. Ciertos versos, que ha hecho à Judas en un certamen; pero oygalos V.M. al mismo. I. Poet. Rey de los Infiernos, estad atento, si quereis oír unos versos dignos de la misma Lycoris. Atomar Judas el grado hoy al vejamen se asienta;
venga todo graduado,
que es la propina de à treinta,
y anda el dinero arrojado. Despues de haver comulgado, à desesperar se arresta;
y si à pensarlo he llegado,
Judas era mala bestia,
pues no le enfrenó el bocado. Judas cayó en un pantano, y pidió la mano luego;
mas un demonio inhumano
dixo: No es cosa de juego,
para que le démos mano. Viendo Lucifer, que andaba entre negras ondas mudas
aquella alma condenada,
preguntó: ¿Qué tienes, Judas?
y dixo un demonio: Nada. Del vil Judas . . . . . Plut. Anda à pasear con tu Judas, y tus disparates. Quitenme de delante ese simplon. ¿Qué tiene que vér el nadar, el bocado, ni el juego con Judas? Entre otro. I. Poet. Vé aqui lo que se saca de referir primores à quien no los entiende. Con los mios me entierren, pues . . . . . Aunque brutos, no yerran un cabello: que no discurren; pero dán en ello. Apol. Yá se enmienda. Rhadam. Aqui teneis à S.*** Plut. Parece que viene hablando entre dientes. Rhadam. Repite ciertas coplas de pie quebrado, que ha hecho à una dama purgada. II. Poet. Musa, ponte pedorreras, si es que pródiga me soplas,
para escribir unas coplas
pasaderas. Para la Ninfa mas bella hoy escribo . . . . . Proserp. Sí: escribe quanto quieras; pero vé à escribir donde se sufran esas indecencias. ¿Se havrá visto semejante porquería? ¡Una Musa con pedorreras! II. Poet. Pues bien. Vaya un Soneto, que he hecho al pie de vuestra grandeza. Tiene un pie Proserpina, que à medirse, tuviera cien mil pies: es sin trasunto;
pues quererle contar punto por punto,
es cuento largo, y no puede decirse. En èl solo, si bien llega à medirse, se encuentra un Regimineto todo junto:
es tan grande en efecto, que barrunto,
que delante del Rey puede cubrirse. Es puntoso su pie, no como quiera: él es un pie disforme: es un pie fiero;
y él es un pie, que saca el pie del plato; Y en fin él es un pie de tal manera, que todo lo que digo, y exagero,
no es, señora, tu pie, ni aun su zapato. Prosep. ¿Qué desverguenza es esta? ¿Dónde estamos? ¿Este insulto se hace à mi pie, y en presencia mia, y esto se sufre? Por vida de Pluton, que se ha de acordar de mí este bellaco. Minos, cuidame de él: Yá me entiendes. Min. Entiendo, señora, y seréis obedecida. Proserp. ¡Insolente! ¡Burlarse de mi pie! Yo te aseguro . . . . . No te has de reir de la burla. II. Poet. Vaya, hagamos las paces. Esto solo ha sido una muestra de ingenio. Proserp. ¡Hacer mofa de mi pie! II. Poet. No haya mas. Proserp. ¡De un pie, que nadie merece descalzar! II. Poet. Se acabó. ¡Qué diantres! ¿Ha de durar este sentimiento toda la vida? No mas, Reyna mia: No mas, hermosa Proserpina. Proserp. Bueno fuera, que quisiera requebrarme este desastrado. II. Poet. ¿Desastrado? ¡Oh! Esto es otra cosa. De-sastre, siendo letrado, hoy tu lengua me dibuja;
y aunque es oficio de aguja,
no por eso me he picado. Proserp. Que calle, que calle: ¿Todavia mas versos? II. Poet. Pues aun no he empezado. Plut. ¿No? Pues vé à empezar à otra parte, antes que te rompa la cabeza. ¿Se podrá vér descaro como el de estas gentes? No parece sino que toda la vida hemos comido juntos. Venga otro. ¿Qién es, Rhadamanto, este pobrete, que se acerca? Rhadam. Este es el famoso C.**que segun parece, trahe un memorial, que presentaros. III. Poeta arrodillandose delante de Pluton. Dueño grande, à quien me inclino, como criado fiel:
este mi vestido indino
solamente en un molino
puede hacer yá su papel. Mi calzon es un traydor; y sin respeto, y temor,
tanto à ofenderme se arroja,
que se le mueve la hoja,
sin voluntad del señor. Plut. ¿Pues por qué no la has cosido, en vez de ponerte à hacer versos? Busca quien te remedie, que yo no estoy de ese parecer. No me echaba mala carga, si havia de vestir à todos los Poetas rotos, y andrajosos. Rhadam. ¿No veis, Señor, esta sombra melindrosa, que se acerca? Pues es una Poetisa, y de las mas famosas. Esta es L.M.D.M.*** Plut. Me alegro mucho de conocerla; ¡pero qué! ¿trahe tambien memorial? Poetisa. No tema V.M. que le molesten mis súplicas. Este papel solo contiene unos versos, que acabo de hacer à cierta dama fea, preciada de hermosa; y los traygo, por parecerme que tienen gracia, y novedad. Dicen asi: Que te dán de la hermosura la palma dices, Leonor:
la de virgen es mejor,
que tu cara la asegura. No te precies con descoco, que à todos robas el alma;
que si acaso te dàn palma,
Leonor, es porque eres coco. Plut. Pues vé aí que yo, aunque no entiendo mucho de versos, no encuentro en estos novedad, ni gracia, sino muchisima frialdad, y tontería. ¿Ni qué tiene que vér palma con palma, ni el coco de la palma con la fealdad de la otra? Poetisa. Quizá gustarán mas estos, hechos à un borracho, preciado de nobleza. Porque tu sangre se sepa, dices à todos, Alfeo,
que eres de Reyes, y creo,
que eres de muy buena cepa: Y que, pues à quantos topas con esos Reyes enfadas ,
aun mas que Reyes de espadas,
huvieron de ser de copas. Plut. Tan buenos son estos versos, como los otros, y se conoce, que estos, y aquellos han sido hechos en una misma turquesa. Rhadam. Aqui viene un Poeta muy hueco, y erguido; y si no me engañan las señas, es Q.*** Sí: èl es, y à lo que entiendo, viene repasando los sucesos de un marido paciente. IV. Poet. Selvas, y bosque de amor, dehesas, sotos, y campos,
quien os cantaba soltero,
os viene à mugir casado. De puro casado temo, si me escondo, ò si me tapo,
que los que no me conocen,
me sacaràn por el rastro. Conosisteisme pastor, conoceréisme ganado:
tan novillo como novio,
tan marido como gamo. Bien puede ser que mi testa tenga muchos embarazos;
mas de tales cabelleras
no se vén maridos calvos. Trueco mi consentimiento por doblones muy doblados;
y se los quito tan gordos,
si me los ponen tan largos. Pros. Vaya en hora mala el Poeta, tan indecente, y obsceno, como contrahecho. No me admira su osadia de poner al público semejantes versos, sino la paciencia, y sufrimiento de Pluton. Quitese de mi vista. Min. Ha hecho V.M. muy bien en interrumpirle, porque si no, huviera oído cosas peores. Yo he visto todo este romance, y otros del mismo Poeta, que à la verdad son abominables. Plut. ¿No hay mas Poetas? Rhadam. ¡Bueno por cierto! Ni en todo lo que falta de este dia havria bastante lugar para decir solo sus nombres. Están en quimera sobre quién ha de entrar. Plut. Yá me voy enfadando; y si no se dán priesa à venir, se acabará la Audiencia. Rhadam. Aqui llega yá uno muy almivarado, y à mi parecer es J.P.** Plut. Pues que despache pronto. V. Poet. Seré breve. Vaya una decima à un borracho, que hace versos. Señor Alonso Escudero, si mandais para el Parnaso
alguna cosa de paso,
hoy se parte un mensagero. Mas vos ireis mas ligero, que aunque es aspero Elicona,
subirá vuestra persona,
como tan veloz, y activa;
que por una cuesta arriba
mejor camina una mona. Plut. Borracho, y Mona, eso sí que es entenderlo. Vaya, que te has portado. Anda à repetirla à tus compañeros antes que se te olvide. Otro Poeta tenemos yá en campaña. Rhadam. Este es el celebre S.** VI. Poet. Oygase una moralidad burlesca à la rosa. Viene Abril; ¿y qué hace? en dos razones: Viste à un rosal de ojas, que ha tejido. Plut. Vé aqui un hombre, que parece de razon. Apol. Aun no ha acabado. VI. Poet. Digo, pues: Viene Abril; ¿y qué hace? en dos razones: Viste à un rosal de ojas, que ha tejido;
y luego toma, y dice: Este vestido
tiene oja-les; pues demosle botones. Daselos, y . . . . . Plut. ¿Ojales, y botones ha dicho? ¿Quién ha oído extravagancia semejante? Este no debe ser Poeta, sino Sastre. ¡Ojales à la rosa! VI. Poet. ¿Si esta pintura al auditorio aflige, havrà mas que ponella ahora un dije? Plut. Lo que yo te digo es, que te marches de aqui, y sea pronto; porque si me enfado, no lo has de pasar bien. ¿No eres tú el que quiere ojalar las rosas? Rhadam. Muy arqueado de cejas, y obscuro de palabras llega un Poeta, que tuvo la habilidad de escribir de modo que nadie lo entienda. Este es el afamado G.*** Plut. Diga alguna cosa; pero con calidad de que no necesite comento. VII. Poet. Al corral salió Lucía, y Lucía en el corral,
echó al Sol, como el Sol mismo
todo su parti-cular. Plut. ¡Que no tenga yo aqui mi cetro para romperle à este las costillas! Vaya de aí el puerco desatento, y acabese la audiencia, que me falta yá el sufrimeinto para tanta grosería, y necedad. ¿Y hay quien celebre esto, y quien pueda reir con necedades tan miserables, y fastidiosas? ¿Y esto es ser Poetas? Apol. Ahora vais à desengañaros. Haced que vengan aqui todos los Poetas, y permitidme que yo los examine. Plut. Sí: me conformo. Entren todos. Examinalos; y aun, si es menester, te hago su Juez; pero con la condicion de que me los condenes à galeras. Apol. Fuera demasiado rigor. Plut. No hay rigor que valga. Bien parece que no conoces à esta gente, ni el furor que tienen por estos frívolos, y ridiculos equívocos. Por aprovechar uno no repararán en la mas fea obscenidad, ni se detendrán en decir una insolencia à los mismos Dioses. Proserp. Y si no, digalo la pintura de mi pie. Los Poetas ván entrando en el Salon. Apol. Yá viene aqui toda la caterva. Idme responiendo. ¿Quál es vuestra Patria? Todos los Poet. El Parnaso. Apol. ¿Vustro domicilio? Todos. Las orillas de Helicona. Apol. ¿Vuestra parentela? Todos. Apolo, y las Musas. Apol. ¿Y conoceis à Apolo? Todos. Como que continuamente le tratamos, y es nuestro Padre, nuestro Protector, y quien à todas horas nos inspira, è infunde el furor poetico. Apol. ¿Haveis reparado si está en la sala? Todos. No está seguramente. Apol. Miradlo bien. Todos. Que no está decimos. Un Poet. Creo haver visto en un tapíz la fabula de Daphne, y allá entre las sombras, y lejos del Pais, uno que creí ser Apolo; pero no es él, ni su sombra. Apol. Pues ved aí como sois unos impostores. Yo soy el mismo Apolo, y no me habeis conocido. Todos. ¿Vos sois Apolo? Plut. Sí, sí: Apolo es, y haveis caído en la trampa. Ahora, sobrino, la sentencia, antes que se enfrie; y fuerte: no te andes con piedades. Sobre todo, quitales las licencias de hacer versos con equívocos. Apol. ¿Acaso los hacen con permiso mio? A mi despecho usan de esa extravagancia, y à pesar mio la continuarán. Yo soy un Dios à quien yá no se invoca. Plut. ¿Con que, segun la cuenta, à ninguno conoces, ni has inspirado? Apol. A algunos conozco, y he favorecido en ciertos versos; pero los que han referido, y otros semejantes, los han hecho sin mi noticia. Plut. Bueno. Pues à la sentencia: Te doy todas mis facultades. Apol. Usando, pues, de ese permiso: Fallo, que &c. &c. los unos aprueben, y alaben los versos de los otros. II. Poet. ¿Quién? ¿Yo havia de aprobar el romance del Marido paciente? Antes quisiera sufrir triplicado el tormento de Sisipho. IV. Poet. ¿Y yo havia de aplaudir los desatinados versos del certamen? No, con salud que Apolo dé à mi Parnaso. I. Poet. No me faltaba otra cosa, que dar mi aprobacion à una Musa con pedorreras. El alboroto, que hicieron los Poetas insultandose, fué tal, que Pluton
los mandó echar à empellones de
la sala. Min. No sería malo, pues Apolo está aqui, que reconociese el quartel de los Poetas, que escriben en culto, y de los que hacen acrosticos, pentacrosticos, ecos, paranomasias, &c. Plut. Tú debes de creer, que los Dioses somos de bronce. Algun dia, que Apolo venga despacio, se podrá hacer esa diligencia.