Cita bibliográfica: Bachiller D. P. Gatell. (Ed.): "Número 12", en: El Argonauta Español, Vol.1\12 (1790), pp. 89-96, editado en: Ertler, Klaus-Dieter / Hobisch, Elisabeth (Ed.): Los "Spectators" en el contexto internacional. Edición digital, Graz 2011- . hdl.handle.net/11471/513.20.639 [consultado el: ].


Nivel 1►

N. 12

Cita/Lema► Ridiculum acri dulcius. ◀Cita/Lema

Nivel 2►

XXI.

Medicina.

Nivel 3► Nivel 4► Traum► Soñó dias pasados el Bachiller Argonauta que se había vuelto D. Quixote, con la diferencia de que si al Caballero de la triste figura le habian trastornado el juicio los descomunales libros de Caballería, al Bachiller los de la medicina. Es el caso, que allá la fantasía le proponía tener una biblioteca de libros Médicos mayor que la de Ptolomeo. A la verdad, pocos menos serán los de Medicina, si no es que son mas. Poco despues enredado con el escrutinio del Cura, y con la quema de laTia del Caballero Manchego, creido de que à él le había sucedido lo mismo, sonambulo fué à su librería y halló que los que habian quedado eran muy pocos: estos se reducían à algunos los mas selectos de Anatomía, Fisica experimental, Botánica, y que de lo que se llama Medicina solo le habian dexado à Waswieten, Hipócrates, Solano de Luque, y Federico Hofman. Fué tal el dolor que recibió en vista de un espectaculo semejante, que estuvo muy à pique de despertar. Para hallar algun consuelo, ya que no le favorecían los encantamentos como al Andante, ocurrió à unas ideas, à la verdad, consolatorias. Creyó desde luego que aquel destrozo había sido providencia del Cielo, y que el haberle solo dexado los [90] que miraba tendría algun fin sobrenatural. ¿Mas quál podrá ser este? se preguntaba. A esto oyó una voz ronca, que le dixo asi: Sepas, que de hoy para en adelante no ha de haber en el mundo mas libros de Medicina que los que te he dexado, porque esta es mi voluntad y asi conviene à todo el linage humano.

Atiende à mi voz, y conserva en la memoria quanto te vaya diciendo, para que lo publiques en todo el Universo. Estos pocos libros de Anatomía te los he dexado para que sepas que es el fundamento de la ciencia Médica; mas te advierto, que falta todavia mucho mas que descubrir que lo no conocido del Globo Terraqueo. Publíca tambien, que es indispensable una incesante aplicacion à la de los líquidos, pues está sumamente atrasada, para que se dediquen todos los que profesan la Medicina à inculcar sus partes y propiedades, y que de todo lo que descubran tocante à su estructura dén noticia al Público. Los de Física se han libertado de las llamas, porque sin ella, se entiende, de la experimental, es absolutamente imposible dar un paso en la Fisiologia, y en todo lo que mira à sus diferentes partes.

Tambien he preservado los de Botánica, porque es de suma importancia, y porque en ella está la salud del hombre, bien entendido, que no se han de contentar solo con el conocimiento genérico de los árboles, arbustos, plantas y yerbas, sino que además han de imponerse à fondo de las virtudes de todas sus partes, frutos, y demás cosas que produzcan como gomas, bálsamos, &c. Solo te dexé uno de Quimia, porque basta este para hacer quantas operaciones son necesarias; bien entendido, que en materia de minerales te advierto que aconsejes toda precaucion, y que no los propinen los Médicos futuros sin poseer un conocimientos pleno de sus virtudes, y del modo de dulcificarlos, y cortar de pronto los estragos que han solído ocasionar.

Solo he dexado intactos à los tres citados de Medicina por lo que vas à oir: Waswieten para que aprendas à discurrir acerca de las enfermedades, no pa-[91]ra que con él las cures. A Hipócrates, y Solano de Luque, para que aprendas la verdadera Medicina en los mismos enfermos, y no en los libros.

Despues de sabido bien lo referido, no hay libro mas seguro que la naturaleza, ni hay medio como la observacion continuada: esta es la que constituye un Médico feliz. El primero por este medio adquirió los conocimientos que quasi son infalibles; y el segundo con esta, y la observacion del pulso.

Esto te encargo, y te mando reveles al Mundo Médico, todo lo demás no es mas que brosa, que para nada sirve.

La observacion de lo que pide naturaleza en las diferentes enfermedades es el único y singularísimo libro que facilita aprender à fondo y con buen suceso la Medicina.

Dexé libre y sin costas à Federico Hofman, no para que se siga su Medicina, sino para que todos los Médicos futuros hasta el dia del Juicio final dén como aquel observaciones verídicas y justificadas de las enfermedades que trataren.

Como que esta es la regla mas propicia à los progresos de esta ciencia, prevengo à todos los Pueblos y á tí para que lo anuncies en mi nombre, que de ahora en adelante no se dé permiso para imprimir mas libros de Medicina que los que contengan en todo y por todo observaciones del género dicho.

De Farmacia no dexé ninguno, por altos fines que no puedes comprender, y porque me consta, y lo conocen los mejores Médicos, que las medicinas mas sencillas, conocidas, y practicadas hasta aquí, apenas necesitan de libros; y bastarán algunas Farmacopeas, que por su ligereza y claridad, no hubiera abrasado si las hubiese hallado aquí.

Tampoco tenías à los que tratan de dieta: los hubiera reducido en cenizas. El Médico de razon observa en esta parte lo que le dicta la enfermedad, y circunstancias del enfermo. [92] No matar de hambre à todos en general; pero tampoco hartar. Algunos enfermos perecen en manos de los dietistas rigorosos, que no perecerían en poder de los que piensan que es útil que los sucos del estómago tengan en que divertirse.

Ea, se acabó, despierta, Bachiller, corre à pregonar por toda la faz de la tierra estos avisos saludabilísimos à todo humano. ◀Traum ◀Nivel 4

Con esto despertó el Bachiller, y desprendido ya de aquello de Quixote, escribió quanto habia oido, para darlo à la luz pública.

No obstante de no creer en sueños ni agüeros, como que dió algun asenso à lo referido, porque se acordó que el famoso Médico Romano decía lo mismo, esto es, que la Medicina no se aprende en los libros, sino en la cabecera del enfermo; y de que otros, quizá de mas crédito, dixeron que el Médico era un mero ministro de la naturaleza; y de otras muchas quasi sentencias que habia leido.

Por esto, diciendo hay sueños que son verdades, se animó à revelarlo con el fin de que cada uno reflexione si tiene o no fundamento; y de que si le tiene, sigan estas máxîmas los que desean acertar.

Verdaderamente no es fácilmente comprehensible como no se progresa mas en la Medicina.

Si se vá à buscar el orígen de ello, creo que pocos dexarán de conocer que está de parte de los mismos Médicos.

A lo menos, asi lo piensa el Bachiller. Veamos la conducta que observan los mas de los Profesores en las visitas de los enfermos.

Entran à ver el doliente, le hacen algunas preguntas de carretilla, toman el pulso en el mismo tiempo, y al momento piden tintero y papel. Escriben un receton de media legua, y cata aí concluida la visita en dos minutos y vengan los quartos.

¿Quién es ni será capaz de concebir, que de [93] semejante festinacion puede conseguirse ni el conocimiento de la enfermedad, ni menos alguna ventaja en beneficio de la Facultad?

Todos los Médicos de nota, todos los que se consideran como luminares de esta Profesion, dicen que es necesaria mucha observacion.

Solano de Luque tomaba noventa pulsaciones para llegar à percibir las diferencias del pulso: asi consiguió à fuerza de repetidas visitas y atencion descubrir las diferencias del pulso en las diversas crisis. A bien seguro que si hubiera visitado à la ligera, como algunos, hubiese hallado lo mas mínimo.

No parece sino que les inspiró Dios la ciencia de conocer las enfermedades à trompijon, y que con dos palabras que le oyen al paciente, ya están impuestos en las señales rememorativas, y demás que se requieren para ello. Nada importa el saber la profesion, arte, ò género de vida del pobre paciente; ni es del caso el que se equivoquen, y que manden una sangría, ò vomitivo y purga quando no debían perturbar à la naturaleza para celebrar una crisis saludable; ni menos que al entrar preguntando por el enfermo le respondan: Vm. me ha matado à mi Padre, Marido o Hermano. Con resfriado, le ha ido à sangrar. Ni menos que sufran otras mil injurias de este jaez, ni que por último resulte ventaja alguna à favor del crédito perdido de la Medicina.

No, Señores Médicos de pólvora, de espacio, aprendan de los viejos, y de los que visitan con madurez, y con deseo de no desacreditarse. No sea el interés el motivo de ser homicidas, ni pierdan de vista los encargos de los Sábios Médicos, de observar con prolixidad à la naturaleza. ◀Nivel 3

Esta es la verdadera maestra, el mejor libro para progresar, y ser benéficos à todo el linage humano.

Nivel 3► Carta/Carta al director►

Señor Bachiller Argonauta.

Muy señor mio:

Pensando acá en mi imaginacion los dias pasados sobre diversas materias, se me propusieron à la idea las siguientes máxîmas generales de Comercio, que traslado à Vm. para que se sirva insertarlas en su Periódico, y de paso, espero que me diga lo que le ocurra sobre ellas.

El Comercio es la basa fundamental de la riqueza de una Monarquía.

El es digno de las atenciones de un Monarca, y de la proteccion especial de un Ministerio ilustrado.

El Comercio se entretiene en el cambio de lo superfluo por lo necesario, definicion propia del complemento ò símbolo de todas sus operaciones.

El Comercio se considera en activo y pasivo.

Activo es el que resulta de la constante y seguida operacion de negociar.

Pasivo es el que se limita à operaciones puramente determinadas,ò lo que llamamos de mera necesidad, y no à las generales de especulacion y de arbitrio.

El Comercio activo pide relaciones generales de giro mercantil en muchas y distintas partes, se sobstiene y se aumenta el Comercio con la reunion grande de caudales.

Dudar que estos no promueven el giro constante, y su aumento progresivo es no conocer los verdaderos principios del fomento activo.

Trayendo las producciones de afuera se facilita la salida de las de cosecha propia.

Unas veces la necesidad, otras veces la especulacion ò arbitrio hace que los efectos y frutos de distintos y aun remotos Paises, que produce la naturaleza, se trasporten y se comuniquen recíprocamente de unas partes à otras.

En el Comercio se dán la mano los negocios unos con otros.

[95] Ellos se facilitan relativamente y sin intermision donde hay concurrencia continua de compradores y vendedores.

No habiendo este concurso ò reunion constante que fomente y acalore el giro, se embotan los negocios, y se obstruyen los canales de la circulacion.

En el Comercio pasivo las ideas, las empresas, y los proyectos no pasan de los estrechos límites de operar ceñidamente con miedo, con cortedad de ánimo, y lleno de temores irresolutos, acomodándose solo al consumo preciso y determinado.

Las ferias nos dán un exemplo material de esta verdad.

En las grandes y de mucha concurrencia se facilitan toda clase de negocios.

En las pequeñas y de corta consideracion son estériles y de pequeño momento sus progresos.

El Comercio para ser activo pide por su naturaleza libertades y franquicias.

Su objeto debe ser universal y sin límites.

Precisar à que el giro se haga à sitios y con objetos determinados, es oponerse diametralmente à los más seguros principios de la economía política.

Toda Potencia Comerciante necesita por lo menos tener una Gran Plaza de Comercio ò de primer órden.

Los caudales reunidos en ella sirven para sostener y dar vigor al Comercio activo.

Las Fábricas è industria cuentan siempre con el auxîlio de esta Plaza principal, que à modo de una feria continuada hallan en su recinto la salida pronta de sus efectos y manufacturas en todos tiempos, en todas estaciones, y en qualesquiera circunstancias.

Sin este seguro arrimo y confianza no pueden prosperar las Fábricas è Industria de una Nacion: Pensar de otro modo es un error político, y es no saber las relaciones inmediatas que tienen las Fábricas è Industria con el Comercio entre sí.

En las Plazas grandes de Comercio exîste el crédito, [96] el ánimo, el recurso, la seguridad, la inteligencia, la resolucion, el conocimiento, y demás partes esenciales que se necesitan para coordinar, aventurar, entretexer y dar curso à los negocios unos con otros en su giro. Allí todo efecto, todo fruto, y qualquiera producto por despreciable que sea tiene salida, ya sea al efectivo, al fiado, ò al cambio.

El crédito en el Comercio es la basa fundamental, y el apoyo fixo de todas sus operaciones.

Si no hay crédito no hay Comercio.

El crédito resulta del cumplimiento exâcto de los empeños y confianzas.

Si se falta à ellas entran las quiebras, las bancarrotas, y la mala fé que virtualmente destruyen el fomento activo.

Si el Comercio no facilita la salida de los efectos y frutos transportándolos de un Pueblo à otro, y de una Region à otra, no pueden prosperar las Fábricas y Agricultura de una Nacion.

Deben graduarse por objetos de Comercio todos los frutos y especies que producen los tres Reynos Animal, Vegetal y Mineral, bien sean simples ò compuestos para su mayor fomento y valor.

Se supone exceptuada la especie humana.

Mientras que todos los productos de la Agricultura no sean objetos especiales de Comercio, no hay que esperar su aumento progresivo.

En vano se apurára la Sicilia en el fomento de su Agricultura si el Comercio no le sacase el trigo que con tanta abundancia coge anualmente.

El Pecuniario es objeto de Comercio.

Otro dia si el humor estuviese para ello dirigiré à Vm. algunas otras cosillas que ocurran, asi sobre puntos de Comercio, como otros de Política y quién sabe mas. Queda à las órdenes de Vm. con deseo de servirle su afecto seguro servidor. Q. S. M. B.

Cornelio Balbo. ◀Carta/Carta al director ◀Nivel 3 ◀Nivel 2 ◀Nivel 1