El Argonauta Español: Número 10

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N. 10

Zitat/Motto

Ridiculum acri dulcius.

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XVIX.

Entre otras muchas cosas que produxo Dorotea de la pintura que su Padre le habia hecho de Don Quixote, dixo:
“Sin duda acertó mi buen Padre en todo: y yo he acertado en encomendarme al Señor Don Quixote, que él es por quien mi Padre dixo, pues las señales del rostro vienen con las de la buena fama que este Caballero tiene, no solo en España, sino en toda la Mancha; pues apenas me hube desembarcado en Osuna, quando oí decir tantas hazañas suyas, que luego me dixo el alma que era el mismo que venía à buscar.
¿Pues cómo se desembarcó Vm. en Osuna, Señora mia, preguntó Don Quixote, si no es puerto de mar?
Aquí tenemos un descuido de parte de Dorotea, y una señal manifiesta de que Don Quixote tenía conocimiento de la Geografía.
En aquellos tiempos era remisible el que una Señorita ignorase que Osuna era puerto de mar, y no era extraño el que los caballeros como don Quixote supiesen exáctamente la situacion de qualesquier parte del mundo; y prueba de ello, que el Cura tambien la tenía en la punta de los dedos, quando compuso el yerro de Dorotea diciendo:
Debe de querer decir la Señora Princesa que despues que desembarcó en Málaga, la primera parte donde oyó nuevas de Vm. fué en Osuna.

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Allgemeine Erzählung

Hecho cargo el Bachiller de la ilustracion del dia, creía, à la verdad, que en punto de Geografía no habia que apetecer, mas hallándose en un Café la semana pasada, leía uno en alta voz la Gazeta à otros tres. En el capítulo de Pretersburg decía, que la Emperatriz había baxado à Cronstad. Uno de los oyentes, que al parecer del Bachiller indicaba saber mas que Licurgo, preguntó con mucha formalidad, ¿que adonde estaba Cronstad? El que leía se contentó con decir que en Rusia; mas uno de los otros se opuso à este dictámen, diciendo que era una Isla del Mediterraneo.
Travóse una disputa entre ambos, y ni uno ni otro sabía lo que sostenía. Se hallaban otros varios de espectadores, y uno de ellos viendo la ignorancia de aquellos, para sosegarlos les dixo que era un puerto de mar distante nueve leguas de Pretersburg.
Pasarían de cincuenta las personas que se hallaban en el Café, y sin saber porqué infirió el Bachiller que solo aquel sabía la situacion del referido puerto. Admirado dixo consigo mismo, ¡qué engañado he vivido hasta aquí! Jamás hubiera creido igual escasez de conocimientos Geográficos. ¿Quién había de pensar que en un Pueblo tan culto, y entre tanta gente viajante habia de reynar tal ignorancia? Bien se echa de ver que serán muy pocos los que tengan conocimiento de las capitales que trae la Gazeta. Es un dolor digno de compasion semejante ignorancia; pero no se le hace de nuevo al Bachiller el que no se conozcan los Paises extrangeros, quando se ignoran los mismos de la Península.

El Argonauta dice, no solo que es reprehensible la poca cultura de la Geografía entre la gente ya adulta, sino que tambien el que vista la importancia de la Geografía no cuiden los maestros de primeras letras de poner en las manos de sus discípulos algun libro que trate de esta ciencia, y aun le parece que sería muy del caso el ponerles como punto de constitucion que les enseñasen à lo menos sus elementos. Dice el Bachiller, que le parece que está oyendo à los Maestros que dicen: Buena cosa, apenas tenemos lugar para repasar à tantos discípulos como tenemos, y quiere el Argonauta que nos entretengamos en enseñar la Geografía. Vaya, vaya, que si no está loco, está próxîmo à perder el juicio, porque ¿quién le ha dicho que todos sabemos la Geografía?
A eso dice el Bachiller, que si no la saben, que la aprendan que, enseñándola à otros se enseñarán à sí propios, y que si en un año aprenden como uno, en dos como ciento, y en tres aprenderán como mil, y con esto se conseguirá que la juventud mas dispuesta à recibir las impresiones de una materia tan importante, ya que la primera edad no tome gusto à ella, quando grandes se alegrarán de hallarse con una predisposicion para leer qualesquiera Historia, tanto Sagrada como Profana, y asimismo la Gazeta.
La Geografía no es ninguna ciencia abstracta, y por medio de un globo, ò de un planisferio podrán los Maestros con facilidad enseñar teórica y prácticamente à conocer los diferentes paises del mundo, su situacion, longitudes y latitudes.
Mirado superficialmente parece que es poca la importancia del beneficio que resultará à la juventud. Los Maestros de primeras letras elevan una muchedumbre de muchachos. Unos para la carrera de las letras, otros para las de las armas, unos para el comercio, otros para la navegacion, &c. ¿Y quán útil no será la instruccion en esta parte para aquellos que han de tomar qualquiera de los referidos destinos? Al mas ciego no se le puede ocultar. Hasta à las Maestras que se encargan de la educacion de las Señoritas se les debia obligar à lo mismo, lo primero porque ya vemos en Don Quixote que fué reparable el que Dorotea ignorase que Osuna no fuese puerto de mar; y lo segundo, porque como tambien es útil el que lean la Historia, tanto Sagrada como Profana, sin los mencionados conocimientos no se puede poseer con perfeccion. Señores Maestros y Señoras Maestras, ¿no tiene razon el Bachiller Argonauta? Confiésenlo Vms. y dedíquense por vida suya à instruir à la juventud. A Vms. les resulta el beneficio de adquirir una nueva ciencia sumamente útil y deleitable, y à sus discípulos ò discípulas una predisposicion à la facultad ò destino que quisieren seguir. El Señor Público vivirá à Vms. sumamente reconocido, y la Patria toda elevará al Cielo bendiciones para los que han tomado por objeto la ilustracion de sus hijos.
Bueno, bueno y buenísimo, con estas cositas, dentro de seis meses hemos de ver certámenes públicos en los que sea todo el mundo testigo del Maestro que mas se aplica à sacar Geografos. Dentro de un año ha de haber algunos que hasta dén razon de las tierras de Davis, y de las que se descubriesen en el polo austral. ¿Sería poquito? ¡Qué gusto tendrán los Padres en oir relatar à sus hijos sobre las regiones mas remotas y los paises mas distantes! ¿Qué gloria no será el oir exponer la division de límites de las diferentes partes del mundo, de cada Imperio, Reyno y República, sin perdonar los Desiertos de Arabia, los Arenales de Livia ni los Promontorios, Montañas mas elevadas, Mares, Lagos, Islas, &c.? A lo menos, el Bachiller espera que en breve tiempo oirá dos mil primores tocantes à Geografía, que resolver los problemas Geográficos será tan fácil y comun como el comer uvas y durasnos, y que todos generalmente exclamarán viva el Argonauta, viva el Bachiller, que nos ha hecho el favor de despertarnos del caos de la ignorancia en que dormiamos.
Hasta los niños saben ya que parte del mundo sea, y en qué longitud se halle Constantinopla, Berlin, Londres, Haya, Roma, París, Nápoles, Viena, y en una palabra, todas las Ciudades, Villas, Aldeas, hasta la de Don Quixote de la Mancha, Caballero andante de la triste figura.

Reflexiones crítico-físicas sobre el actual modo de apagar los incendios.

En tanto como ha andado el Argonauta no ha visto que se guarde método en extinguir los incendios. Friolerilla es. Es un asunto que merece poca atencion. No sabe como los Físicos no han trabajado à fin de establecer un método para vencer prontamente un enemigo tan voraz como el fuego. La desgracia que acaba de acontecer en la Corte le ha excitado à escribir este discurso para si quisieren aprovecharse de él.

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En primer lugar, le parece al Bachiller que se debia procurar fabricar los edificios con la menos madera que fuera posible; y aun los muebles debían escogerse de los que mas se resisten à este elemento. No hay remedio, ya no hay lugar de practicar esta máxîma. Se dice esto para las que se hubieren de construir en adelante. También sería útil el cubrirlas de alguna mezcla proporcionarla à resistirse al fuego y esta, según dictamen del Bachiller, debia de ser de yeso, polvo de ladrillo y arens, dando à cada pieza dos ò tres capas de dicha mezcla. O forrarlas con hojas de lata, pensamiento que ya se ha probado en Londres, como puede verse en las Memorias de la Academia de Ciencias de Paris, ò en su extracto hecho por Mr. Rocier.
Refiere este, que un Milor hizo una casita de madera, que la forró por dentro de hojas de lata, y que habiendo encendido en ella un fuego activo, no fué posible que se prendiese.
Esto mismo se vé verificado en los hornos y fogones ò cocinas de los navios.
Es verdaderamente un medio segurísimo para evadirse de los incendios.
Tambien se podían forrar con una tela preparada con los polvos de amianto, como han practicado algunos Ingleses. ¿Pero adonde vá el señor Bachiller? ¿Estas son las Reflexîones Crítico-Físicas que Vm. nos vá à subministrar? Mejor hubiera dicho si las hubiese llamado preservativos para el fuego.
Ha, tiene Vm. razon, ya se me habia olvidado eso de Reflexîones; pero no importa, ello quanto se ha dicho es del caso; pues vamos à criticar.
En quanto se oye la voz fuego, ò la campana, todo se vuelve horror, sobresalto y confusion. Cubos, escalas, albañiles son las primeras voces. Todos ocurren al momento. Los Albañiles empiezan à echar puertas y tabiques, à abrir portillos, en una palabra, à desahogar el pobre fuego que estaba oprimido, y que tal vez si le hubieran cerrado los respiraderos, no hubiera tomado cuerpo. Es asi, dice bien el Argonauta. Poco à poco, vea Vm. si es moco de pabo en lo que se funda. Todo es pura Física lo que le obliga à desaprobar una conducta semejante. Cuidado que todo es original: nada de esto ha leido el Bachiller. Vamos à las razones Físicas.

I.ª

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El fuego es un elemento que no puede subsistir sin el ayre. Esto se vé comprobado en la Máquina Pneumática. La llama se apaga, y se extingue una asqua al punto que le extraen el ayre. Si hubiere algun incrédulo, no tiene mas que ir à la prueba. El Argonauta lo ha visto, y con esto basta. Mas estando el ayre sin comunicacion, esto es, sin movimiento, solo puede causar estrago à lo que tenga por cima, respecto à que el ayre estando quieto lo comprime y lo obliga à formar una pirámide, como se vé, con la llama. Luego en este caso mas útil y mejor será cerrar exactamente la pieza donde está el fuego, y echar agua sin cesar sobre el pavimento ò techo del aposento, que no abrir portillos, puertas y ventanas, como se hace.

II.ª

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Solo se propaga el fuego ò la llama impelida por el ayre, esto lo confirman los grandes incendios que se han visto en la América, como por ejemplo, el de Cook que tenía muchas leguas de extension à un solo rumbo por donde soplaba el viento, y qualesquiera puede probar formando una hoguera en el campo. En América para quemar los cañaverales esperan dia de viento fresco para pegar fuego por la parte de donde viene el viento, à fin de que no incendie lo demás. Sobre todo, es una verdad como las de Pedro Grullo. Luego es, sin la menor duda, un abuso el abrir puertas, ventanas, agugeros; pues lexos de extinguir el fuego, dán motivo para que se ensoverbesca. Dice bien el Argonauta, convence.

III.ª

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De esto se infiere que la principal mira de los que se encargan de la direccion de apagar un incendio debe de ser cerrar todos los caminos del lado de donde venga el viento, y por donde este pueda entrar en el parage incendiado: Es esta una razon naturalísima, ni necesita de mas prueba que de la aceptacion.
Tomada esta precaucion, en la que se reprueba tambien la costumbre de destechar, se ocurre à echar el agua por la banda opuesta por donde viene el ayre; como por exemplo, el viento es Levante, por la opuesta se debe subministrar el agua. Y para no dexar duda, lo mejor será interceptar la comunicacion de aquel con el fuego, como se hace quando se inflama alguna chimenéa; pues con solo una manta puesta en la abertura superior de ella, se apaga al momento. Señor Graduado, es muy facil proponer. Es cierto, pero tambien lo es executar. Y mientras no se practique el método de cerrar toda comunicacion al ayre, jamás se logrará el fin, sino lo contrario. Ya dixo el Bachiller que se funda en un principio Físico, ò en otros mil que calla por no permitirlo la corta extension del papel. Consúltense los Sábios Físicos, y se verá que todos confiesan y aprueban este método.
Confiar en el agua, ya se vé muchas veces frustrado, y tapando la comunicacion del ayre jamás puede fallar. Otra prueba puede hacer el que guste à favor de este magnífico pensamiento. Cuidado, que la ha hecho sin querer el Argonauta.
En un quarto que se pueda cerrar exâctamente la ventana y la puerta enciéndase una porcion de material combustible, y despues de inflamada ciérrese exâctamente, y se verá que no solo no sigue el fuego, sino que el mismo humo lo extingue. Cuidado que el quarto sea alto de techo, y que la materia no sea de las que arman mucha llama. Con este se podían hacer otras muchas pruebas, si es que no convencen las que se pueden probar en la referida máquina Pneumática.
Es verdad que quando el fuego ha tomado mucho cuerpo no es posible apagarlo con solo este método; pero siempre será utilísimo cerrar la comunicacion al viento. En los principios es indisputable que con solo método bastará, pero no se prohibe el que se eche agua, por exemplo, en una sola pieza, despues de cerrada, por címa del techo y paredes laterales, y las puertas, empapando mantas, y aplicándolas à dichas.

Este es el sentir del Bachiller: tocará este puntico otro dia, y encarga que se le crea; y que lexos de abrir puertas, ventanas y portillos se cierren hasta las junturas y rejendijas exâctamente, y de no, que no lo hagan.

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