El Argonauta Español: Número 8

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N. 8

Citation/Motto

Ridiculum acri dulcius.

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XVI.

Aventura magna del Bachiller.

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Utopia

Cansado de viajar por mar, quiso probar su suerte en un globo aero-stático. Embarcóse con el espíritu que exîge una empresa al parecer temeraria, y fué tan feliz su suerte, que en menos de tres horas se halló enmedio [sic] de una plaza de una de las mas populosas Ciudades de la Luna. La novedad atraxo à su inmediacion millares de almas: fué recibido el nuevo huesped con un amor igual à la admiracion: le enseñaron el idioma lunar, y contraxo una estrecha amistad con un Filósofo Moralista, el mas sábio de aquel Planeta. Esto sucedió en un abrir y cerrar de ojos, como acontece en los más de los cuentos, sin perdonar los de Marmontel, que si no tuvieran la desgracia de acabar todos con tanta frialdad, serían de un todo especiales. Salía mi Br. à pasear con su Filósofo: una noche en los meses de mas calor en aquel globo frio, conduxo este al navegante aéreo à una alameda que servía de recreo à los sugetos de viso de aquella Ciudad: habia una Luna como un claro dia, segun piensa el Br. era la tierra: concurrieron muchísimas Señoras: no tanto pasmó al Br. el concurso, quanto el mirar que todas vestían con tanta modestia, que solo se les dexaban ver las manos, y lo que se llama la cara.

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Dialogue

Díxole al Filósofo, que se maravillaba mucho de ver que con el excesivo calor que hacía no osaban las Señoras desahogarse un poco de tanto como procuraban tapar sus carnes. Sonrióse el Filósofo, y le dixo: ¿Esas libertades se usan allá en sus Paises? Sr. respondió el Br. en los meses de Julio y Agosto es allá permitido que las mas Señoras, sean del estado que se fueren, se presenten en los paseos públicos de noche en cotilla, arremangados los brazos hasta bien cerca de los sobacos, los pechos al ayre, y las sayas à media pierna. ¡Cielos! exclamó atónito el Filósofo. ¿Qué dice? ¿Esto se permite allá? Que tal. Cuidado no se deslice Vm. en referirlo acá, porque sería bastante para que con Vm. hicieran un sacrificio. ¿Tan delicado está en esta el . . . . . Está prohibido baxo las mas rigurosas penas el hablar asuntos que directa ò indirectamente pueden corromper al sexô. ¿No echa Vm. de ver que si oyen ellas semejante costumbre de su pais querrán inmediatamente seguirla? No lo permita el Cielo. ¿No considera Vm. que por aí empieza la pérdida de lo que se llama pudor? ¿Le parece poco? Pues perdido esto, à Dios, honor. Perdone Vm. las Señoras de la tierra no hacen en esto cosa que les puede ser favorable. A lo menos, acà en esta region ellas son las centinelas mas vigilantes y zelesas de su honor. Si una observa en otra algun defecto de los que se llaman naturales en el sexô, al punto la reprehende, y se enmienda. Todo su conato está en que los hombres no las tengan que tachar. Y todo su blanco es manifestar que son propias para el matrimonio, para el gobierno interior de una casa, y para criar hijos honrados para la República. Admirable conducta, exclamó el Br. ojalá que pudiera yo llevar allí unas arrobas de esa mercancía, que à fé mia habría hecho un famoso viage. ¿Qué tan malo anda esto en esa Region? Diré à Vm. Entre las muchas hay algunas que se parecen à las de acá: ellas miran de mala manera tanta libertad, y aun con su ejemplo procuran edificar à las demás; pero es sin comparacion mayor el número de las que no cuidan de recato, modestia, &c. lo mas doloroso es que las niñas desde muy tiernas entran en esos estilos, y así es mas dificil el remedio. En los tiempos antiguos se lee en las historias, que eran lo mismo las de allá que las de acá; mas en el dia es un dolor.
Pues no, amigo, dixo el Filósofo, acá se mira por basa fundamental del pudor el vestir todas del modo que vé. y en efecto, la que no se recata de que le vean los pechos, no sé de que otra cosa se avergonzará. Dígole à Vm. que es una mala y pésima conducta. ¿Y à los hombres les gusta esa disolucion?
No sé que la diga: yo lo que he visto, que mejor se arriman à las de este gremio, que no à las recatadas y de un todo à un todo honestas. Pues aí tiene Vm. la causa. No hay que culpar ya à las Señoras. Si ellas experimentasen lo contrario, Vm. vería remediado este abuso.
En verdad que dice Vm. muy bien. Es buena cosa. Nadie lo ha pensado: dígolo porque ellos propios murmuran, y tienen à mal esas y otras libertades que se han tomado. Ello es innegable, que todo quanto hacen reprensible las mugeres, averiguado à fondo se dirige à llamar la atencion de los hombres: han visto que este es el camino mas corto para conseguirlo; y asi no es extraño, ni son, por consiguiente de un todo culpables las Señoras. Mucho me alegro de haber dado en esta tecla. Si la Dama no tiene lo que se llama salero, le llaman sosa; si no presta à toda conversacion, aunque sea de las mas indecentes, beata; si es modista, del siglo pasado; si no es amiga de bayles ni concurrencias, es mitastrope; si no se lava y relava, ò no ocurre à la pintura, es dexada; si es amiga de estár ocupada, no es cortesana; finalmente, todas las circunstancias que constituyen à una Señora bien educada y virtuosa, son peros para no ser atendidas. De aí resulta, que las mas, animadas de este conocimiento estudian solo en los medios atractivos que desde luego son opuestos à la modestia, buena educacion, y algunas veces à su salud. Por consiguiente, de aí nace que quando abren los ojos, que es quando son casados, entonces es quando quieren remediar un imposible, qual es trastornar una costumbre quasi irremediable.

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Parafrasi
del epitafio hecho a Voltaire, que vino en una gazeta de Londres.

Citation/Motto

En tibi lapide dignum voltarium, (1)
Qui in poesi magnus, (2)
In istoria parvus, (3)
In philosophia minimus, (4)
In religione nullus, (5)
Cujus ingenium acre, (6)
Judicium preceps, (7)
Improbit as summa, (8)
Cui irredere mulierculae, (9)
Plausere scioli, (10)
Favere profani, (11)
Quem dei hominumque irrisorem senatus fissico ateus corroso oere donavit. (12)

(1) Aqui yace digno de este epitafio el insigne volter.

Los eruditos à la violeta se llenan la boca quando le dan este apellido. El héroe à quien se dirige fué en todo un verdadero Quixote, como se puede ver cotejando la pintura que de él hace el autor del Oráculo de los nuevos Filósofos, y puede deducirse de sus obras y de su vida.

(2) Quien fué grande en Poesia.

Es cierto que sus obras poéticas le hacen acreedor à todo elógio: él introduxo la belleza y el buen gusto en la Poesía Francesa; y no se puede negar que le sobra fuego y valentía. Si hubiese dirigido esa habilidad, que no se le puede disputar, à unos objetos sanos; y sin sátira desde luego hubiera su nombre llegado à lo último de la posteridad; mas no gozará de este beneficio por las circunstancias que la hacen odiosa y repugnante à todo buen juicio.

(3) Pequeño en la Historia.

Es cierto que en lo que se llama Historia fué mas que pequeño. Su ensayo sobre la Historia debia haberle desacreditado del nombre que había adquirido pues, despues de no observar ninguna de las leyes de un verdadero historiador, no se trasluce mas que un espíritu de odio y venganza, con un libertinage sin límites. La de Carlos XII. manifiesta su genio naturalmente perverso.

(4) Minimo en la Filosofía.

Si se atiende al discurso de la Filosofía que inserta el Br. en el N. 4, se vendrá facilmente en conocimiento de que fué el mínimo de los Filósofos; y para decirlo de una vez, de nada tuvo menos que de Filósofo siendo asi que mas gusto tenía en que le tuvieran por esto que por Poeta, como dice el autor del Filósofo Sueco.

(5) Nadie en la Religion.

Tampoco creo que podrá persona alguna negarle esta gracia. Las mas de sus obras no publican otra cosa mas que un ateismo asendrado, ni obsta que en algunas partes indique manifestar lo contrario, porque es para ridiculizar à la Religion con mas fuerza.

(6) De quien el ingenio fué acre.

Lo fué tanto que creo que pluma mas mordaz no se conoce que la suya. No perdona sujeto por alto y sagrado que no impropere con los términos mas iniquos. Ni los mismos que le hacían bien y le protegían se libertaron de su acrimonia. Dígalo el gran Federico de Prusia. Esto es todavia poco, pues hasta à la Divinidad dirigió sus perversos tiros. ¿Puede llegar à mas la barbaridad?

(7) El juicio precipitado

Solo un hombre que obrase y escribiese tan sin meditar, como este monstruo, podría haber cometido los infinitos absurdos que cometió. Nada se paraba, y asi vertió tantas máxîmas malignas como letras contienen sus obras.

(8) Y suma su improbidad

De un hombre que no respeta à Dios ni à los Príncipes, ¿qué se puede decir sino que fué un improbo por excelencia? ¿Qué ley ha de guardar à los demás hombres, ni qué respeto puede observar à las leyes, tauto [sic] Divinas como profanas?

(9) A quien ridiculizaron las mugercillas.

Su conducta exterior, su inconstancia suma, y su figura ridícula, ¿qué otra cosa podían prometer? Sus vicios y debilidad en medio de ser un espíritu fuerte solo en apariencia, no podía menos que excitar à risa, no solo à las mugercillas, sino tambien à los insensatos.

(10) Era amigo de los eruditos a la violeta.

Es esta una verdad indisputable. Los Sábios eran sus contrarios; de modo, que en el momento que conocía fondo en alguno, procuraba despedirle ya con impolíticos hechos. ya negándose à su comunicacion. Asi solo le agradaban los charlatanes; y no todos, sino aquellos que no le reproducían, y que le miraban como oráculo.

(11) Favorecieron los profanos

Solo los que pensaban como él pudieron favorecerle: los que abandonando la razon se dexaban arrastrar de la pasion, como su favorecido. Tales como él eran todos sus protectores, como fácilmente puede verse. Y asi con justísima razon dixo el Autor del Epitafio que solo los profanos le favorecieron.

(12) A este que tuvo valor de burlarse de Dios y de los hombres honró el senado fisico ateo con este mausoleo, pero con monedas corroidas y mohosas.

A este monstruo del Género Humano, que qual otro Titan arrojó audazmente flechas, no desde el monte sino de lo ínfimo de una laguna, hasta contra la misma Divinidad, ¿qué otro epitafio se le podía dirigir? A este, que no solo se contentó con hacer escarnio de los hombres, sino que tambien los abismó en la corrupcion, ¿qué otro premio se le podía esperar? Ya sus discípulos y sequaces, ¿qué otra gloria póstuma deben guardar? Mientras permanezca su memoria, no se han dn [sic] oír otros dictados que los que se perciben en este Epitafio escrito desde luego en Londres por alguno de los que con madurez leyeron sus obras. Siempre ha de ser mirado con horror un Poeta que derramó tantas y tan perversas máxîmas; y solo los ligeros de cascos, los viciosos y desenfrenados podrán complacerse de leer sus obras.

Ea, Sr. Br. que pensábamos que nunca acabaría; bueno. Pues todo esto es poco con respecto à lo mucho que quieren significar los conceptos de tan sábio Epitafio. Volúmenes muchos serían necesarios para exponer y probar quanto indica cada concepto de por sí. Es un dolor ver en el dia à jóvenes sin principios apoyar su libertinage con las máxîmas de Voltaire, como si citasen algun Padre conscripto, algun sábio de aquellos que merecen lugar en el cielo de los Sábios. Se escandaliza el Br. al oir à algunos que aun sin haber visto el forro de sus obras quieren darse à conocer por espíritus fuertes. ¿Qué gloria os resulta? ¿Qué beneficios puede esperar la Patria de una juventud semejante?

Con licencia en Cadiz: Por D. Antonio Murgua, en su Imprenta calle de la Carne N.6.
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