El Argonauta Español: Número 7

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Nível 1


N. 7

Citação/Lema

Ridiculum acri dulcius.

Nível 2


XIII.

Hombres de bien.

Metatextualidade

Ahora veremos que piensa el Argonauta. ¿Qué le habrá movido à escribir este discurso? ¿Si habrá encontrado muchos en sus navegaciones? Mire no se haya engañado como D. Quixote quando se metió à redentor, y salió crucificado; es decir, quando, faltando à las leyes de la buena Caballería soltó violentamente à los Galeotes que llevaban amarrados à la Galera. Mas dexémosle que empiece.

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Dice el Br. que no dexa de haber muchos hombres de bien, pero que él no los conoce, ni sabe definirlos. Que deseoso de imponerse por ver si él lo era, como creía, y piensan todos à sus solas, se fué à Ciceron. Que le preguntó ¿quáles eran las señales para conocerles? Y que respondió de esta manera: El hombre de bien es aquel que aprovecha à los mas que puede, y que à nadie hace daño sino à quien le provoca con injuria. ¿Qué le parece à Vm.? ¿Es este modo de pensar cristiano? Pues, à fé mía que me temo que en quanto à la segunda parte todos somos hombres de bien, ya que no lo seamos por lo que mira la primera. Todos estamos prontos à hacer el daño que pudiéremos, no solo al que nos provoca, sino tambien à aquel que nos parece que nos incomoda, ò puede incomodarnos. No, no se acomoda el Br. con ese dictámen, sino con el opuesto, y asi las señales de un hobre [sic] de bien dice que son el ver que un sujeto hace todo el bien que puede, y que executa lo mismo con el que lo injuria ò ha provocado. Esto no es de ningun Pagano como Ciceron, sino del Evangelio. Señor Br. ¿y son muchos los que Vm. conoce que lo hagan asi? Dice que los habrá; pero que . . . . . Expíquese. Esto preguntárselo à Ciceron en el capítulo 19, en que trata de la idea del hombre de bien dice: Acuérdome haber oido contar à mi Padre quando yo era muchacho, que Fimbria, hombre ya consular, fué elegido Juez para la decision de si Marco Lutacio Pintia, Caballero muy honrado, era hombre de bien, que él asi lo había prometido probar, obligándose à ello con cierta cantidad. Pero que se habia negado à sentenciar la qüestion, diciendo, que nunca decidiría en semejante caso: (atencion) pues ò había de desacreditar à un hombre de bien, esto es, de buena reputacion, sentenciando contra él, o había de aventurar su juicio señalando un hombre de bien que constaba innumerables virtudes y obligaciones. Por esta razón misma no se determina à señalar à ninguno hombre de bien ni à lo contrario. Algunos que le han parecido tales tratados de lexos, asegura que le han pegado chasco tratados de cerca. Conque nada decreta, resuelve, ni determina sino que en viendo à alguno que à todos hace bien, y todo el bien que puede, sin exceptuar à los que le provocan ò que le injurian, entonces se puede confesar publicamente que aquel es hombre de bien; y asimismo que el que no lo hace asi, no, no es hombre de bien. Bella leccion, linda y lindísima. Ea pòngase cada uno las manos en su corazon, registren todos los que blasonen de este timbre que son tantos como hombres se conocen, à ver quál lo es. ¿Sr. Br. será esto verdad? Lo es tanto como el Evangelio del dia de hoy: Amad à vuestros enemigos y haced bien à quien os aborrece. ¿Puede estar más claro? ¿El bueno de Ciceron se engañó? Asi es; y por esta razon es necesario leer à los Sábios Paganos con mucha precaucion. Lo mismo dixe de los demás filósofos. Procurar ir siempre armado con las verdaderas máxîmas de la Religion, y no dexarse despeñar ciegamente por los caminos de aquellos. Con esto serán todos hombres de bien. No que, con las nociones perversas de algunos, lexos de adquirirse un buen nombre, no se consigue sino la corrupcion, el libertinaje, que no puede menos que acarrear una mala fama. Cumplir con Dios y con los hombres es el principio mas seguro de la hombría de bien.

XIV.

Fisica experimental.

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Parece que el Argonauta ha viajado tambien por el Norte porque, segun dicen, de por allá ha venido esa ciencia mágica. Dice que no hay tal, y que allá lo mas que se ha hecho ha sido resucitarla. ¿Conque según eso había muerto? Asegura que sí. ¿Arittóteles no la supo? Es falso. ¿Pues la que se enseña no es esa de que Vm. va à tratar? No es este punto para el dia. Vamos al grano, que hoy solo se vá à hablar de su utilidad, necesidad e importancia. Dice el Br. que la Física es la verdadera ciencia natural y que se halla de un todo verificada prácticamente en el cuerpo humano, que todo quanto vemos está sujeto à sus leyes y que todas las artes dependen de ella por una necesidad absoluta, lo mismo que va à probar ahoritamente.
El primer objeto de la Física es la materia y sus admirables propiedades. Todo quanto vemos y palpamos es materia; por consiguiente todo está sujeto à ella. Como la materia compone à los sólidos, líquidos, y fluidos, y asimismo las propiedades de aquella se hallen en todo lo que consta de ella, tenemos por resultado infalible que sólidos, líquidos, y fluidos son objeto de dicha ciencia y que, siendo todo quanto se presenta à nuestros sentidos de estas tres modificaciones de materia, todo todo pende de ella. Es una verdad esta que no necesita de mas demostracion. Como las artes, y algunas ciencias tienen tambien por objeto estas tres modificaciones, resulta probado que necesitan de ella con una necesidad absoluta. El prodigioso sistema solar, el de la atraccion del inmortal Neuton ¿à quién sino à la Física debe su descubrimiento? Toda la maquinaria en la que se hallan aplicadas todas las leyes de la Estática, Hidrostática, Neumática, Heléctrica, ¿à quién debe sus progresos? Los infinitos beneficios que de ella han resultado à favor de la sociedad, ¿a quién deben atribuirse sino à la Física? La facilidad con que se levantan los cuerpos de unas moles al parecer inmovibles, tanta multitud de poleas, aparejos, cuerdas, &c. que bien dirigidas facilitan con muy pocas manos operaciones creidas por impracticables, ¿à quién reconocen por protectora? La variedad de máquinas que por solo el peso del agua y aire muelen, cierran, y hacen oficio de un uso imponderable, ¿à quién son deudores de su exîstencia? Las bombas de incendio, las de agotar los diques, y los navios, todos los telares, las fábricas de papel, aceyte, vino, aguardiente, &c. con tanta perfeccion ¿à quién tributan la gloria del estado en que se hallan sino à la ciencia de las ciencias, à la que solo obtiene con justicia el verdadero nombre de ciencia? Por medio de la Optica Catóptrica y Dióptrica, ¿qué de maravillas no hemos logrado? Estos telescopios de Herchel, que tanto aproxîman los astros y demás objetos, ¿à quién deben su sér mas que à los conocimientos físicos? Los espejos, cuya perfeccion llega ya casi al último grado, ¿con cuyos auxilios han tomado la perfeccion en que los miramos? Y por último, los vidrios que nos facilitan la vista clara y distinta de los objetos mas diminutos y que sin su auxîlio nos privaríamos de los muchos deleytes que ofrece la delicadeza del arte de la pintura y de la lectura, ¿à quién reconocen por causa de su adelantamiento? Los reloxes marinos tan celebrados y tan utilísimos, las fuentes, y todo quanto sale admirable de las manos de los hombres, no conoce otra mano que la que le presenta la Física. ¿Qué diremos de las maravillas de la máquina eléctrica? ¿Qué de conocimientos no ha ofrecido que hasta ayer de un todo se ignoraban? ¿Quántos paralíticos no han curado por su medio? Ella obligó al sábio Franklin à nuevas y repetidas observaciones de las que ha deducido un efecto el mas util y admirable al género humano. El establecimiento del guarda rayo, ¿quién había de esperar que se hallase un medio para evadirse de un parto tan terrible de la naturaleza? Pues la Física nos lo ofrece. La varilla magnética, con la que he visto quitar varios dolores, solo con tocar la parte dolorida, ¿de qué otra ciencia ha sacado su orígen? Los globos aerostáticos, ¿adonde tuvieron su semilla más que en la Pneumática? Las fábricas de vidrio y cristal, ¿à quál deben sus ventajas sino à esta? Toda la Arquitectura Náutica, ¿à quién conoce por madre? Sin la Física, hubiera llegado al punto en que la miramos? El arte de echar los navios al agua sin mas auxîlios que la stática, con ser unas moles de unos pesos ran excesivos, ¿à quién venera por maestra? Qué se cansa. Vm. Sr. Br. diga Vm. de una vez que todas las Artes, y las mas de las ciencias útiles deben su sér, su perfeccion y sus progresos à la Señora Física. Esta es la que enseña à desenvolver los mas recónditos secretos del arte y naturaleza. Ella es la maestra de todas las Artes. De esta gran madre debe entenderse aquel proverbio: Empieza el Médico donde acaba el Físico. El Cirujano no puede dar un paso sin su auxîlio; no reducirà una luxacion sin ocurrir à ella, à sus leyes de movimiento. La Agricultura, ¿qué de conocimientos no ha recibido de la maestra Física, tanto en el ramo animal como vegetal? Dígalo el arte de empollar los huevos: por medio del termometro se dá el calor al estiercol segun los grados que tiene la clueca. Por el mismo instrumento físico se gradua en los paises mas frios para que nazcan, florezcan y produzcan plantas que solo subsisten en los paises mas cálidos. ¿Qué no se consigue por medio de las estufas? A que es cansarse: hasta el Zapatero ocurre à ella para la fábrica de los zapatos, botas, &c. ¿El tirapie no es una de las palancas? Finalmente, es tal su utilidad, y el beneficio que de ella nos resulta que de otra ninguna puede decirse con propiedad que es la madre de las artes y la maestra de algunas ciencias. A esta debía aplicarse la juventud. Está debia de ser la que habia de reinar, y no ciencias abstractas, que beneficio alguno atraen à la sociedad. En estudiar esta debian emplear el tiempo los que le gastan en lecturas perniciosas para que adelantasen mas y mas las artes, ya que ella es el mas seguro medio de perfeccionarse los artesanos: y no dice mas, porque no quiere.

XV.

Matrimonio.
Veamos que nos dice de bueno y nuevo el Argonauta. Puede ser que con tanto como ha andado haya descubierto un remedio nuevo para los mal casados. Pocos son, pero vaya. Dice el Br. que el Matrimonio es la basa fundamental de la sociedad, que fue erigido para ella y que con él comenzó aquella. Crió Dios à Adan, y luego de su costilla hizo à la muger: ved aí un Matrimonio en el que debió de fundarse la sociedad. Les dixo que se multiplicasen: vinieron hijos, nietos, tataranietos, &c. y resultó una familia, que es lo mismo que decir una sociedad.

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Es un nudo indisoluble, con que se hacen uno el hombre y la muger. ¿Conque no hay remedio? ¿El pobre que tropieza con alguna enemiga, y la infelíz que cae en manos de algun malvado, no por eso se pueden separar, esto es, no puede ni cortarse, como hizo Alexandro con el Gordiano? Nada de eso- Luego ¿qué remedio tienen? Es muy facil, y de poco costo. Cien qninrales [sic] de sufrimiento, con cien arrobas de prudencia, y otro tanto de atractivo que obligue à conocer la razon. ¿Con esa friolera se cura tal enfermedad? con esa niñeria. Mas dificil es domar un caballo, un leon, un tigre, y con todo se consigue, vea Vm. si es factible suavizar un racional. Sr. Br. todo lo he probado, pero es mi marido una fiera . . . . . Todos los resortes he tocado, mas mi mujer es una vívora . . . . . Lo dicho. ¿No hay otro remedio? Morirse. ¿Buena bufonada? No es mala. Es lo que Dios manda, se acabó.
Para, ò antes de, criar el Señor à Eva dixo: Hagámos à la muger para que sea su adjutorio. Parece, señor Graduado, que eso de adjutorio ya se ha olvidado. Porque todo quanto vemos en las mas, menos en un cortísimo número, propenden mas à desayudar à sus maridos que à lo contrario. Este luxo desenfrenado, al que aborrecen hasta sus mismos protectores, ese desórden en quanto al respeto, amor y veneracion à sus maridos, en modo alguno puede llamarse otra cosa que ruina de aquellos. El no cuidar de sus obligaciones por concurrir à la comedia; ópera, paseos, visitas, &c. el dexar á las criadas el zelo de sus hijos, el admitir visitas de atiqueta [sic], chocolate, panales, orchata, limon, dulces secos y de cuchara, y otras sin fín de frioleras, que todas juntas montan mas que el sueldo de los maridos, que quanto estos ganan en su profesion, oficio, &c. ¿se podrá llamar adjutorio?. No por cierto. Pues Sr. Br. sirvase Vm. de decir la causa de este abandono, y el remedio que se puede aplicar. ¿Quién lo pide? Sr. los mismos maridos.¡Buena desvergüenza! ¡Atroz necedad! ¿Y el respeto que Dios ha infundido à la muger con relacion à su marido? Ya murió. ¿La causa? No se sabe. Pues dice el Br. que los propios maridos son el orígen de quantas nulidades achacan à las pobres mugeres. Ellos y no otros tienen la culpa del luxo y demás vicios de sus esposas. ¿Adóndo está ese carácter, esa barba que Dios les dio? Yo aseguro que si los maridos sostuviesen aquella dignidad, que no llegaría à tal punto la disolucion. ¿Qué digo llegar à tanto? No habría aun comenzado: todas, todas serían unas Marcelas. Ellos propios conducen como por la mano à sus consortes à la perdicion y corrupcion. ¡O tiempos! ¡O costumbres! Ellos mismos les enseñan el camino que tal vez ignoran, y lexos de conservar su decoro, y de sostener el carácter de hombres, se envilecen en un grado que no se puede ponderar. Todo su objeto es darles total gusto, afeminados no se atreven à enseñarlas los dientes desde los principios; y asi cuando quieren nada pueden conseguir. El hacerse respetar de sus esposas, lexos de ser vicioso, es honesto; y si no, observen la conducta de algunos que saben dirigir à sus mugeres.
Algunas señoras conozo yo que están tan bien instruidas en el particular, que no se excederán ni un punto de lo que no sea complacer à sus marídos. ¿Habian de salir à la calle sin el beneplácito de aquel? No, por cierto. ¿Han de comprar género, ni aun para hacerse un delantal, sin preceder el gusto y voluntad de aquel? Bien seguro. ¿Se atreverán à recibir visita de uno ni de otro sexô sin conocimiento del marido? Buen disparate. ¿Se arrestará alguna à la mas leve libertad que pueda disgustarle? Yo fío que no. ¿Pues como se ha conseguido esto? Sosteniendo el carácter de hombre. No han sido los medios ásperos, las amenazas ni el mal seño los que han producido tan loables efectos: un solo mirar, un solo no dicho à tiempo y con modo, ha bastado para conseguirlo. ¿Pues porqué no han de comportarse todos asi? Dice el Br. que se casan jóvenes sin conocimiento, ponen casa al otro dia: el uno ignora de la cruz à la fecha qué sea carácter de hombre y la otra entiende menos del respeto que debe guardar à su esposo, y asi sucede lo que se vé. Sr. Graduado, ¿pues qué los padres no les instruyen antes y con antes del estado que ván à tomar? Esto era bueno para el siglo pasado. En el día no se trata de ello, porque tambien se ha ido esta buena costumbre con las demás. ¿Tampoco las madres advierten à sus hijas tocante al respeto, veneracion y amor con que han de comportarse con los esposos? Sape: buen cuidado tienen ellas de enseñarlas teórica y prácticamente lo contrario. Luego cómo lo pueden saber? Para eso dice el Br. que sería muy del caso que algun Cura sabio escribiese una cartilla que contuviese todo lo que deben saber uno y otro, y que antes de verificar las ceremonias de la Iglesia fuesen exâminados con toda prolijidad. Dice muy bien. Pensamiento grandiso. A lo menos, entonces no podrán alegar disculpa, y el que se halle herido de la vívora pagará justamente su pecado, como lo pagan todos los que se lamentan. Ni cosa mas facil que formar una buena compañera. Desde el principio se debe manifestar integridad, pureza, y que se piense con honor. La condescendencia debe llevar consigo algunas veces unos granitos de disgusto aparente, quanto lo conozcan; y nada de esa en asuntos que puedan atraer malas conseqüencias. Nada de acrimonia, mucha dulzura, pero sin dar lugar à perder el carácter. Este es el único remedio para evitar el que, lexos de servir de adjutorio, sirvan de ponzoña que consuma las entrañas al hombre pundonoroso.