¡Ah, Sr. Argonauta!
ridiculum? De espacio, cuidado en cumplir lo ofrecido.
Esa seriedad, gravedad y majestad no nos acomoda: bien lo sabe
Vm. vamos mudando de tono. Tiene Vm. razon, dice muy bien:
amargan las verdades, pero no puede desentenderse de ellas el
Sr. Graduado.
Es cierto que podian servir de mucho consuelo à los ancianos de aquellos tiempos aquellos versos que cita Ciceron del Poeta Enio:
Mas para los actuales no hay consuelo, como lo dá à entender en los siguientes:
¿Cómo puede dexar de ser sobre manera sensible el verse
abandonados, y el objeto del desprecio, y lo que es mucho peor,
el blanco de la mofa, con la mayor sinvergüenza y descaro? ¡Oh,
era exêcrable y abominable! ¡Ah juventud libertina y abandonada!
Solo la experien-
Jóvenes del siglo, deponed tan insolente libertad: tened siempre
presente que Dios manda que presteis una ciega obediencia,
veneracion y respeto à vuestros mayores. Mirad que les debeis el
sér, y que la Patria les está obligada por sus servicios. Ellos
os han defendido con su sangre, y demás desvelos. Solo de este
modo podreis ser felices, sólo con este exemplo enseñareis à
vuestros hijos, y os libertareis del más sensible mal que en el
dia experimenta la vegez, à que debeis pensar llegar. Serían
necesarios muchos volúmenes para daros una ligera idea de las
pésimas resultas del irrespeto, y asi, mudar de sistema. Mirar
con la mas profunda reverencia à los ancianos: asi lo manda
Dios, y à todos resultan indecibles beneficios.
Creerían Vms. ya, Señoras mias, que se pasaban en
blanco por esta vez: pues se engañaron mitad por mitad, por no
decir por entero, mas que se componga de dos mitades. El Br. no
se halla sin Vms. y por esta causa piensa dar de Vms. una
puntada en todos los papeles, y cuando no sea en recto será en
obliqüo, términos que solo entienden los Médicos que hubieren
estudiado la Filosofía que dicen enseñó Aristóteles. Con esto ya
saben que en todos tendrán parte, bien entendido que en unos se
repartirá miel, y en otros hiel. Este no sé à qué sabrá, si à
mielcocha ò à vinagre. Lo cierto es, que si las verdades
amargan, estamos peor que mal, porque aborrece
Las Africanas padecen poco menos, aunque con alguna mas libertad. Veinte y cinco ò treinta están sometidas al gusto de un hombre, de un solo marido, el mismo que arma quando quiere una causa de repudio contra la que se le antoja y consigue enagenarse de ella con mucha facilidad Señoras Españolas, ¿se parece esto à la felicidad de Vms.? Pues cuidado que es mas que notable la diferencia. La noche con el dia, la luz con las tinieblas son los extremos, los polos que miro entre Vms. y aquellas desdichadas.
De las Americanas, ¿que mayor desgracia puede decirse que ser
unas esclavas de sus maridos, obligadas à tra-
Señores Zapateros: