El Argonauta Español: Número 3
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N. 3
Citation/Motto
Ridiculum acri dulcius.
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IV.
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El Argonauta es un hombre muy
compasivo, nada tiene de Eraclito, y con todo llora lágrimas
vivas al mirar la infeliz educacion de la juventud. En aquel instante
hizo voto solemne de escribir una Ordenanza para prefixar à
los Padres las penas correspondientes a los delitos gravisimos que cometen en la mala crianza de sus
hijos; pues considera que la causa de haber resultado
inútiles los desvelos de los sabios que tanto han escrito
acerca de la educacion, no pende de otra cosa sino de no
saber el codigo que prefixar el castigo que tan justamente
merecen; y por último, que declara de ahora para en adelante
por indignos de exîstir en la sociedad à todos aquellos que
no cuidan, zelan, ni vigilan sobre la mejor educacion de sus
hijos.
General account
Dias pasados se levantó algo
mas temprano de lo acostumbrado. Como no tenia mas
esteras y felpudos que nuestro Padre Adan y nuestra
Madre Eva, le asaltó el frio de tal modo, que se vió
obligado à salir à la calle para calentarse, no como
algunos acostumbran en las Tiendas y Cafees, sino
tomando el Sol. Habiendo tomado, pues, por la cera
adonde daba este, encontró sentada à una puerta una
muger con su niño en brazos, salvo que fuese hembra,
porque no le registró la natura: este con la una manita
levantaba el pañuelo que cubría el pecho, y la madre se
divertía en volverselo à tapar. Duró largo rato esta
función; pero el niño, que à lo mas tendría ocho meses,
al ver que su madre cubría lo que él quería descubierto,
le daba à aquella en la cara, apretando graduadamente la
mano, y aumentando la ira. Reíase la madre en
celebracion de la gracia temprana de su hijo. ¿Quién
dudará que de tan débiles principios vienen fatales
resultas? ¿Quién negará que las pasiones se descubren en
el hombre en su mas tierna edad, y que desde entonces se
deben domar. No, que hasta los siete años son gracias
quantas acciones pueden ejecutar. No, no
obra aún la razon. Con esto se halla muy mal el Br. y
mas quando tiene bien probado que hay criatura de seis,
que sabe mas picardias que sus tatarabuelos. Despues que
se huvo calentado, se entró en la Iglesia á oir una
Misa, que no sabe tan mal en ayunas. Como no salió tan
pronto como si la hubiese pagado, no imitando à algunos
que tienen el genio demasiado vivo, y que en todas
partes se hallan tranquilos, menos en la Iglesia, le fué
preciso esperarse: à ese tiempo entraron tres ò cuatro
muchachos, y se acomodaron junto à él; el mayor tendría
quando mas nueve años: armóse entre ellos una riña, cosa
que no es de extrañar, porque se cuida poco de
enseñarles el respeto y humillacion con que debe estár
cada uno en un lugar tan sagrado. Quando volvió el Br.
la cara para acallarlos, se halló con que un sujeto de
distincion le quitaba al mayorcito un puñal de esos que
llaman medio lenguado, con el que amenazó a otro. ¡Con
qué horror, con qué pesar no miraría un acaso tan
espantoso, un resultado indefectible del poco zelo de
los Padres, de la nimia condescendencia y poca crianza!
Se admira de que la Providencia no permita de que no
sufran en castigo de tan fatal abandono, que tiren para
ellos de semejantes instrumentos. Es à lo sumo que puede
rayar la ceguedad. Este es el libro, la pluma, el papel
y el juguete que les permiten llevar. Quizá esta halaja
se la traería su mismo Padre de Albacete, porque à tanto
llega la locura y el mimo. ¿Qué conseqüencias resultan
de esto? El conducir à los hijos à su perdicion, à un
suplicio. ¿Podrá darse mayor maldad mas digna de
lágrimas? Ah Padres! ¡Fieras inhumanas que no perdonan
ni à sus mismos hijos! ¡Vosotros mismos los devorais, y
los arrastrais à la mas negra infelicidad! ¡Asi se acabó
el respeto y la veneracion! ¡Asi está el mundo tan
corrompido! ¡Ellos propios consumen vuestras entrañas à
fuerza de pesares por un premio justo de vuestra
ceguedad!
Oyô su Misa, y al salir de la Iglesia halló à una Señora conocida, à la que le fué forzoso acompañar. Llevaba esta à su hija, y en el camino, sin atender à su conversacion, la decía la Madre: Muger, componte esa mantilla, anda derecha, ¡miren qué ayre tan desgraciado! Señor Br. no es creible, tamaña y tan grande, es menester estár siempre riñendola como si hubiera nacido en alguna aldea: ¡es buena desgracia! En esto y con esto llegaron à su casa y, en su presencia, le dió la siguiente leccion, diciendola: Mira, bruta, echó à pasearse por la sala, la cabeza echada media vara para atrás, torciendo de mil modos la cintura, y bamboleando la saya de pared à pared: así, muger, le decia, asi es como has de caminar: si me hubieras conocido de muchacha . . . . . Por no reventar se apresuró à despedirse, y ya que se halló en la calle reventó en risa de tal manera, que él mísmo se creía loco. Decia, es à lo sumo que puede llegar la locura de las madres: no la ha enseñado à coser, hilar, hacer encages, &c. y le dá lecciones del modo inhonesto de andar. Vaya, que no he visto tal en el mundo.
Retirose à su casa, y no bien hubo llegado quando le llamó un vecino con ademanes de haber sucedido en su casa alguna catastrofe; pero fué pata esto: sin andarse el vecino con politicas comenzó la arenga: Sr Br. ya Vm. mira à este niño, y à esa muchacha: ¿será creible que su madre esté empeñada en que este se ha de mantener de holgazan y paseante, pidiendo dineros para el juego, porque dice que es baxeza tener oficio, y que la otra no sepa mas que engringollarse, y estar todo el dia en la ventana mano sobre mano? ¿Que porque quise reprehenderlas me quería embestir diciendome, pues ya tiene cinco novios, y otros disparates? ¿Se habrá visto tal en el mundo? ¿Qué dice Vm. à esto, Sr. Br.? La respuesta fué encogerse de ombros y salir hecho un tigre, exclamando contra la mala educacion, contra la sinvergüenza de los Padres.
Oyô su Misa, y al salir de la Iglesia halló à una Señora conocida, à la que le fué forzoso acompañar. Llevaba esta à su hija, y en el camino, sin atender à su conversacion, la decía la Madre: Muger, componte esa mantilla, anda derecha, ¡miren qué ayre tan desgraciado! Señor Br. no es creible, tamaña y tan grande, es menester estár siempre riñendola como si hubiera nacido en alguna aldea: ¡es buena desgracia! En esto y con esto llegaron à su casa y, en su presencia, le dió la siguiente leccion, diciendola: Mira, bruta, echó à pasearse por la sala, la cabeza echada media vara para atrás, torciendo de mil modos la cintura, y bamboleando la saya de pared à pared: así, muger, le decia, asi es como has de caminar: si me hubieras conocido de muchacha . . . . . Por no reventar se apresuró à despedirse, y ya que se halló en la calle reventó en risa de tal manera, que él mísmo se creía loco. Decia, es à lo sumo que puede llegar la locura de las madres: no la ha enseñado à coser, hilar, hacer encages, &c. y le dá lecciones del modo inhonesto de andar. Vaya, que no he visto tal en el mundo.
Retirose à su casa, y no bien hubo llegado quando le llamó un vecino con ademanes de haber sucedido en su casa alguna catastrofe; pero fué pata esto: sin andarse el vecino con politicas comenzó la arenga: Sr Br. ya Vm. mira à este niño, y à esa muchacha: ¿será creible que su madre esté empeñada en que este se ha de mantener de holgazan y paseante, pidiendo dineros para el juego, porque dice que es baxeza tener oficio, y que la otra no sepa mas que engringollarse, y estar todo el dia en la ventana mano sobre mano? ¿Que porque quise reprehenderlas me quería embestir diciendome, pues ya tiene cinco novios, y otros disparates? ¿Se habrá visto tal en el mundo? ¿Qué dice Vm. à esto, Sr. Br.? La respuesta fué encogerse de ombros y salir hecho un tigre, exclamando contra la mala educacion, contra la sinvergüenza de los Padres.
V.
Agricultura.Si el malvado afan que manifiestan los Filósofos de moda, se dirigiese à leer obras sólidas, útiles y de todos tiempos recibidas, no juzgaría el Br. necesario detenerse en preámbulos. Si los que escriben se propusiesen noticiar à Vm, las glorias de la Agricultura, y las excelencias de los que la profesan: si recordasen los grandes encomios con que la ensalza Xenofonte, y lo que de ella escribe nuestro compatriota Columela, no se detendrían en publicar los pocos adelantamientos que hemos hecho los Españoles.
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Lo primero para inclinar à los
haraganes, y paseantes sin oficio ni beneficio à que se
aplicasen à ella; pues leyendo estos, que obtiene la primera
antigüedad, y que la han exercido los hombres mas grandes
del mundo: que Ciro se gloriaba de haber medido, delineado,
y plantado un pedazo de terreno: que los Senadores Romanos
vivian en el campo, y que estaba arando L. Quincio Cinsinato
quando le traxeron la noticia de que habia sido nombrado
Dictador, &c. tal vez se aplicarían à un arte tan
ilustre. Y lo segundo porque ilustrados con los
conocimientos de aquel sabio, conseguiriamos tal vez mayores
progresos. Desde luego el Br. confiesa que no se ha
adelantado tanto como quisiera; pero no el extremo en que
quieren colocarlo los mismos Españoles que en el
dia escriben. Ha estado sin duda en otra altura; mas la
favorecían otras circunstancias. No se conocían en aquellos
tiempos tantas manos ociosas como se vén hoy ocupadas en
destinos propios à las mugeres, y mas adaptables à gente de
edad. ¿Esta muchedumbre de criados aplicados à la
Agricultura, no podrían aumentar en un tercio las labranzas?
Si tanta multitud de jóvenes como vive sin aplicacion,
porque sus padres se resisten à darles oficio encaprichados
sin razon en que deslustran las familias, se ocupasen en tan
noble arte, ¿qué adelantamientos no se podian esperar? Si
todas las demás Provincias de España imitasen à los
Catalanes, Valencianos, y à las demás laboriosas, ¿qué
deberiamos envidiar a nacion alguna? Si por último, los que
escriben para motejar à sus compatriotas de indolentes,
consumieran el tiempo en investigar los verdaderos medios
para obligar à los tunantes, y se ocupasen en averiguar las
diferentes especies de terrenos que nos describe el mismo
Columela, quales son propias para tales y tales semillas y
plantíos, ò por último se entregasen à la observacion à fin
de ver si podia introducirse en España otra planta que
supliese el defecto del pan en los años escasos. ¿Qué
extraño será que los extrangeros nos vituperen llamandonos
indolentes quando nosotros mismos les abrimos el camino?
Nadie ignora que en viniendo uno, dos ò tres años malos,
todo se vuelve clamores, miserias, ladrones, é
infelicidades. ¿Pues quánto mejor sería que en lugar de
declamar contra los pocos progresos de la Agricultura, se
intentase la siembra de la Papa que en Canarias suple ò
equivale al pan? ¿Porqué no se habrá tentado una y mil veces
en distintos terrenos, en cada Provincia, el cultivo de la
Yuca, Name, y Muniato de América? Con estas tres raices se
mantienen sin necesitar de trigo los mas de los Americanos.
Con la Yuca dulce asada, con el Casave, que se hace de
aquella agria, ¿no se alimentan muchos de los Españoles
enseñados à comer pan? Yo propio lo he usado con gusto por
defecto de él. Luego si se procurase promover la
siembra de dichas, serían sin comparacion menores los
trabajos en los años malos. De tantos terrenos como tiene
España sin cultivo por no ser aparentes para la siembra de
plantas conocidas, ¿quàntos no habrà que pueden ser útiles
para este efecto? La Papa se dá en tietras arenosas, y la
Yuca produce en las mas pedregosas. ¿Pues porqué no se habia
de promover en ellas semejante siembra? Es necesario saber
el cultivo. ¿Cómo puede hallarse este sin muchas tentativas?
¿Quántas plantas de América fructifican en España, y quántas
de esta Península florecen allá? Pues si el arte consigue
esto con otras, ¿cómo no lo habia de conseguir asimismo de
las mencionadas? La Papa probó bien en la Isla de Cuba.
¿Porqué no habia de acontecer lo propio en estos Paises?
Esto, esto es lo que habian de procurar los escritorcillos de carilla, no el declamar. Lo que se necesita es hacer conocer los medios que pueden producir beneficios, tanto en las substancias de primera necesidad como en los ramos concernientes al luxo. Atraer à los ociosos a la aplicacion, y desterrar preocupaciones de orgullo y vanidad, acopiando manos para la labor del campo.
VI.
Comercio.Metatextuality
Ya empieza à despuntar el
Argonauta. Ya vá à tratar del comercio. ¿Qué entenderá él de
negocios? Pensará tal vez que con cuatro palotes que habrá
leido ya puede echar à correr. Buen disparate. !Lo que puede
el amor propio, la vanidad y miseria general del hombre! En
sabiendo el B A Ba, ya les parece que no hay mas que meterse
à escritores. ¡Buena necedad! Poco a poco que el Br. dice
que de algo le ha de haber servido el mucho viajar, y el
trato con las Naciones mas comerciantes del globo; porque
creer que sin salir de las faldas de su madre se
puede saber algo, es desatino. Los Filosofos de mas nota
aprendieron viajando. Tampoco se puede hablar con propiedad,
y menos escirbir; y de no, preguntarselo al Autor de la
Historia Filosófica y Política de ambas Indias, que él lo
desempeñará. Ahora no vá mas que à dar una noticia de su
antigüedad y excelencias. En adelante será Troya, pues se
meterá mas adentro de lo que Vm. piensa. Allá vá.
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El Comercio es el fundamento mas
sólido è interesante de una sociedad. Es la basa y raiz de
la abundancia, quietud y felicidad de los Imperios y Reynos.
Es la fuente de las Artes y Ciencias, y el medio mas
poderoso para unir y estrechar con el fuerte nudo de la
amistad à todos los hombres, naciones, regiones, y climas.
En una palabra, es el conductor de la verdadera Religion,
para todas las partes del mundo habitado, y el mas seguro
instrumento de que se ha valido la Sabia y Divina
Providencia para constituir una toda la redondez de la
tierra. Un Reyno sin Comercio es debil, pobre y expuesto;
pero Comerciante es rico, fuerte y seguro. Donde no se
conoce el Comercio no puede brillar la Agricultura, ni menos
las demás Artes y Ciencias. Sin estas jamás puede ser feliz.
Obligado à subsistir con lo unico que pueden franquear sus
contornos, no pueden disfrutar sino de unas muy limitadas
delicias. Por el contrario goza de todos los primores del
mundo el Pueblo Comerciante. Quanto naturaleza produce, y
todo lo que puede ofrecer la industria circula en un Imperio
negociante. Los ricos metales, las mas preciosas piedras, y
los remedios mas exquisitos se hallan en este; y todo falta,
nada parece donde no se trafica. Aquí reyna la ociosida, y
sus perversos efectos; allá la aplicacion destierra todos
los males. Acá siempre temiendo ser víctimas de los Vecinos,
allá con exércitos y armadas siempre respetados y enviados
de todos. ¡Valgame Dios! ¿Qué de cosas no se le ocurren al
Br.? Con dolor dexa el discurso à media miel. Es tal el
Comercio, que à los que se aplican à él los constituye
sup . . . . . à lo menos casi todos dependen de ellos,
verdad muy facil de demostrar. Digalo el sin numero de manos
que entretiene el Comercio: la muchedumbre de
gentes que mantiene puede dar una mas que idea de su
utilidad y nobleza. Los Principes mantienen por su medio las
fuerzas de mar y tierra, que les hacen desde luego
respetables de sus rivales. Los ricos son tales por él, pues
sin su auxilio no tendrían valor alguno los frutos de sus
haciendas; y los pobres carecerían indispensablemente de su
preciso alimento por no poder hallar en que emplearse. Luego
del Comercio y de los generosos Comerciantes dependen casi
todos.
En quanto à su antigüedad, nadie la puede disputar desde los primeros humanos. Cambiaban mutuamente los frutos de su sudor. Tubal Cain que solo se dedicaba en labrar metales, cambiaba los efectos de su industria con el trigo y demás frutos que deducían de su labor los que se ocupaban à la Agricultura. Los Ismaelitas y Medianitas trataban y contrataban con los Egipcios: enviaban à Egipto grandiosas carabanas en el tiempo de Jacob. Los Egipcios las conducían al mar negro, y los Fenicios al Mediterraneo. Las memorables flotas de Salomon que venian à Cadiz, Tiro y Sidon, Cartago, Roma, Marsella y Barcelona, son testimonios irrefragables de la antigüedad del Comercio. El descubrimeinto de la brújula ò aguja de marear los viages à la India Oriental y Occidental acreditan su necesidad, utilidad è importancia. La proteccion de parte de los Principes arguye con evidencia su lustre y nobleza. Los progresos que por su medio han conseguido las Artes y Ciencias, y la vasta extension de los Dominios de España su indisputable gloria. Por último, ¿qué dirémos de la facilidad con que la Religion Católica ha talado hasta las mas remotas Provincias, hasta entre las gentes mas barbaras, y mas feroces, sino que son indecibles las excelencias del Comercio?
En quanto à su antigüedad, nadie la puede disputar desde los primeros humanos. Cambiaban mutuamente los frutos de su sudor. Tubal Cain que solo se dedicaba en labrar metales, cambiaba los efectos de su industria con el trigo y demás frutos que deducían de su labor los que se ocupaban à la Agricultura. Los Ismaelitas y Medianitas trataban y contrataban con los Egipcios: enviaban à Egipto grandiosas carabanas en el tiempo de Jacob. Los Egipcios las conducían al mar negro, y los Fenicios al Mediterraneo. Las memorables flotas de Salomon que venian à Cadiz, Tiro y Sidon, Cartago, Roma, Marsella y Barcelona, son testimonios irrefragables de la antigüedad del Comercio. El descubrimeinto de la brújula ò aguja de marear los viages à la India Oriental y Occidental acreditan su necesidad, utilidad è importancia. La proteccion de parte de los Principes arguye con evidencia su lustre y nobleza. Los progresos que por su medio han conseguido las Artes y Ciencias, y la vasta extension de los Dominios de España su indisputable gloria. Por último, ¿qué dirémos de la facilidad con que la Religion Católica ha talado hasta las mas remotas Provincias, hasta entre las gentes mas barbaras, y mas feroces, sino que son indecibles las excelencias del Comercio?