Falta hablar de lo que sufren la humanidad, y decencia en el funesto espectaculo de las Fiestas de Toros; pero antes darè una idea de la verdadera humanidad, y decencia, para que sirva à los que, contentos con el sonido de estas voces, no tienen ni
humanidad se debe entender el amor, y benevolencia, que nos excitan à procurar la felicidad de los hombres, yà sea por medio de nuestros consejos, exemplo, ò beneficios. Es el fruto de una buena educacion, y de un amor proprio, ilustrado, y corregido; y el efecto tambien de un buen temperamento. Finalmente, la humanidad, esta passion noble, que excita nuestro amor, y compassion para con nuestros semejantes, nos hace parecidos (si puede decirse assi) à la Divinidad, en quanto ésta se complace en amar, conservar, y socorrer à los hombres.
Por decencia debe entenderse la conformidad de las acciones exteriores con las leyes, las
Bajo de estos principios, examinemos ahora si la humanidad, y la decencia son compatibles con las Fiestas de Toros, segun las tenemos en el dia. Yo no puedo imaginarme, que haya humanidad en vèr à unos hombres, que, por mas infelices que los consideremos, no dejan de ser hombres, expuestos à la furia de un bruto feròz; y mucho menos acierto à concebir cómo puede verse esto con placer; antes bien me parece preciso estàr posseìdo de un
Bien me hago cargo, de que ninguno de los que concurren à estas Fiestas, và à divertirse en vèr correr la sangre de los hombres; sino à admirar, y celebrar el arte, y la destreza, con que estos dejan burlado el ímpetu de aquellas fieras; pero ¿quàntas Fiestas vemos, en que quedan inutiles el conocimiento, y la agilidad, y el Torero à merced del Toro?
En alguna parte de nuestra Peninsula sucede, que si un Torero, acosado del Toro, corre à tomar asylo en la barrera, lo despiden, y arrojan los que la ocupan, anteponiendo el gusto de que no pierda el bruto su suerte, à la justa commiseracion, que debia inspirar el Torero, el qual humanidad?
En el mismo parage se vè con horror, que si un Torero despaldilla à un Toro, de los que llaman marrajos, ò de intencion, bien sea por casualidad, ò bien porque estima en mas su vida, que el concepto de habil, y diestro en su exercicio, necessita salir immediatamente de la Plaza, ò conformarse à morir apedreado: vè aqui una humanidad de nueva invencion. Esto no lo he visto; pero me lo han contado personas muy veridicas. Lo que ha passado à mi vista, ha sido querer un Caballero ver despedazado à un Torero de à pie, que llamò al Toro à tiempo que sin este socorro huviera perecido otro Torero de à Caballo. No he visto hombre mas furioso, que el humanidad.
El deseo de que los Toros falten à los tendidos, es general en el mayor numero de gentes, si no en todas las que assisten à estas Fiestas; y no lo es menos la ansia de que cojan à los Alguaciles, que salen à la Plaza. ¡Bella humanidad por cierto! Se responderà à esto ser cosa divertida ver passear al Toro por las gradas, como huye, y se atropella la gente; la muger, que grita; la otra, à quien dà un accidente; éste, que perdiò la capa, y aquel el sombrero: uno, à quien el Toro rompe una pierna; y
Dejemos yà de hablar de la humanidad, ò por decirlo mejor, de las inhumanidades, que se advierten en las Fiestas de Toros, y passemos à apuntar algo de las indecencias, que en ellas se registran, en la mezcla de hombres, y mugeres, en varandillas, grada cubierta, y tendidos. Vamos à la práctica. Entra un hombre, ò muger à acomodarse en su assiento; y por estàr la grada donde debe sentarse en mas, ò menos altu-
Yà sentado en la grada, sea
Añadase, que la estacion calorosa obliga à llevar poca ropa, y que las mugeres, cuya principal
Tampoco entrarè à calcular el grave perjuicio, que resita de la perdida de jornales en los dias de Toros. Apenas hay obra, que no pare en aquellas tardes, porque los Jornaleros quieren assistir à la Fiesta. Dejan de ganar el de la tarde, y gastan entero por lo menos el jornal de dos dias.
El Pueblo necessita diversion: es verdad; pero no tan frequente, ni tan costosa. Que ésta sea caracteristica de los Españoles, segun pretenden algunos, es falso, y no hace mucho honor à la Nacion; y tambien lo es, que ésta no pueda estàr sin semejantes espectaculos. Se han visto prohibidos por algun
Buelvome à mì tema. Apenas hay Comedia tan mala, que no deba preferirse à la mejor Fiesta de Toros. Las Comedias son muy utiles, si estàn bien hechas. Si interviene accion descompuesta en Actores, ò Actrices, la culpa no serà del Theatro, sino de los que no lo remedian, debiendo, y pudiendo. La separacion de los dos sexos està tan bien ordenada, que ojalà la tuviessemos en la Iglesia. El gasto de la entrada es corto, y moderado, comparado con el de las Fiestas de Toros. El tiempo son tres horas, las mas desocupadas del dia: sirve à muchos de descanso de las tarèas de sus empleos; y à pocos, ò ninguno impide el cumplimiento de las de
Señor Pensador.
“VM. que es Medico, ò ha pretendido serlo en materia de Cortejos, me darà sin duda licencia para proponerle un caso, que tal vez no havrà visto en todo el Curso de Medicina, que ha estudiado: en ninguno de los Autores, que havrà
Acaso và Vm. à creer, que esta Dama serà alguna de aquellas feas, viejas, ò tontas, que suelen ser el deposito de las ironìas, burlas, desprecios, y desdenes de los hombres, y que por lo mismo se tienen por dichosas, quando pueden echar mano, aunque sea de un calvo. Pues està Vm. muy engañado, si tal piensa, porque no es nada de lo que Vm. discurre; antes
Ahora, pues, pido à Vm. muy encarecidamente me diga si en su vida ha visto, ù oìdo cosa semejante. Por una parte mi nueva dignidad de Cortejo me parece un sueño; ò quando mas, una de aquellas extravagancias, ò caprichos, en que tal vez suelen incurrir las Damas. Por otra (y esto es lo peor) me siento engreìdo con tan alto carácter, me parece que no soy tan feo, como me havia imaginado, y entrevéo, que hay en mì algun merito, que hasta ahora me havia estado oculto, y que con poco trabajo podrè cumplir, como el que mas, las funciones, y el ministerio de Cortejo.
Para este fin he empezado civilizando, (como dicen los Corteji-cultos) y dejando las ridiculas vejeces de mis costumbres antiguas. He encargado à mi Zapatero me haga los Zapatos muy ajustados, y con tacon encarnado. A mi Sastre le he prohibido formalmente, y bajo de graves penas, me haga la Casaca mas larga, que una Chupa, y la Chupa mas larga, que un Chaleco. Dos dias enteros he tenido ocupado à un Criado mio en correr Tiendas para hallarme polvos de algun olor particular. He recibido por Peluquero mio de Camara à un pobrecito Francès, que gana su vida tout duocement , peynando à doblon de oro por peynadura. Tambien he recibido Maestros de Francès, è
Entre otros capitulos, que omito por no hacer larga esta Carta, olvidaba uno, que merece que Vm. lo sepa. Es el caso, que tambien he aprendido à peynar, y vèo por la pràctica, que esta habilidad es una de las mas utiles, y necessarias à un Cortejo. Dias passados vì rabiosa, y desesperada à mi Señora Cortejo, porque el Peluquero no havia venido, ni havia esperanzas ya de que viniesse. Ofrecìme à servirla, y aceptò mi oferta. Otro dia se descompuso un bucle, baylando una contradanza. Acabada ésta, nos retiramos à un Tocador vecino,
Ahora bien, Señor Pensador: yà està Vm. informado de mi situacion. Quisiera que Vm. me diesse algun remedio, si acaso lo hay para esta dolencia, ò à lo menos me dijesse si ésta es locura, frenesì, ò delirio. Qualquier consejo, que Vm. quiera tomarse el trabajo de darme, serà puesto en práctica immediatamente. Entretanto mandeme Vm. con entera confianza de que es su amigo, y servidor”
El Otro.