El Pensador: Pensamiento L
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Pensamiento L
Level 2
Metatextuality
Sin embargo de lo prometido en la semana antecedente, quiero proseguir en ésta la principiada Audiencia. Las Fiestas de Toros, que debian ser hoy el assunto de mi Pensamiento, tienen fuertes Protectores: les he ofrecido un Armisticio; y si no se verifica, podria salirme muy errada la cuenta. Alguna vez la Philosophia ha de ceder à la Politica.
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Allegory
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Dialogue
Fortuna, Melibeo, Nemesis.
Fort. ¿Quièn eres tù? Mel. Yo soy Melibeo, el Labrador mas rico de esse Pago, junto à Preneste: un servidor de toda la gente honrada, y tambien de Su Magestad la Fortuna, mi Señora. Fort. ¿Y cómo vàn sus cosas, buen hombre? Mel. Todo và bien con la ayuda de Jupiter. Bendita sea su Divina Magestad, no tengo de què quejarme. Fort. ¿Se ha cogido mucho este año? Mel. Con salud de todos sea: los Alhories rebientan de trigo: los demàs serones tengo llenos de las demàs semillas: rebosando estàn las bodegas del vino, y el aceyte: cecina hay para dos años; y mas de veinte jamones sobre el fogar, tomando el humo: toda la casa, finalmente, la tengo abastecida para mucha mas familia, aunque no es poca. Fort. ¿Teneis paz? Mel. Estamos todos como padres, y hijos: la muger hace todo lo que un hombre quiere: los hijos obedientes: ellos, y los mozos ganan muy bien con lo que trabajan, lo que comen: yo procuro darles à todos gusto, porque me lo merecen: en fin, Señora, ni un sì, ni un no se oye entre nosotros. Fort. ¿Todos los Campos, que labras, son tuyos? Mel. No Señora: los mas son arrendados; y aunque me sobra para comprarlos, y los he pedido à sus Amos, éstos no quieren: sola esta desazon tengo. Fort. ¿Pues què? ¿No os desazonan otros cuidados? No os fatigan otras pesadumbres? Mel. Acà no conocemos à essos animales; ni la trifteza sabe por dónde se entra en mi casa. Fort. ¡Bella cosa! No es comun essa felicidad en la tierra: bien puedes tenerte por el mas dichoso de los mortales. Mel. ¡O! Pues si nos viera V.M. algunos dias festivos, recostados à la sombra de los arboles, sobre la blanda hierba, merendar con el moreno, pero sabroso pan, la vaca salada, el pernil fiambre, el quesillo mantecoso, las frutas sabrosas, y nada de esto comprado: beber el rubio falerno de mas de seis años: echar un largo sueño al canto de los pajarillos, y al murmullo de los arroyuelos, y en despertando, convocadas à la floresta las mas bellas Zagalas, y robustos Zagales de la Aldèa, armar nuestros bayles al son alegre de la rustica flauta; yo asseguro, Señora, que aun V.M. nos havia de tener embidia, y havia de desear baylar con nosotros. Fort. Sea en buen hora: yo me alegro de que goceis tan rara, y sólida felicidad: por muchos años te la continùe Jupiter; y para que no te moleste aun la desazon de que no sea tuya toda, la hacienda, que labras, haremos lo possible para que los Dueños te la vendan, si es essa la pretension, que trahes. Mel. No solicito yo esso. Fort. ¿Pues què mas podias desear? Mel. Señora: yo no he de andar por arrodeos: las cosas claras: yo estoy yà muy harto de vivir en la Aldèa, y de ser un hombre del campo. Con todo lo rico, que soy, no he podido lograr, que me llamen el Señor Melibeo, sino Melibeo à secas: siempre Melibeo acà, Melibeo allà, que es como yo le hablo à qualquier Zagal mio. Fort. ¿No acabas de confessar, que eres dichoso, que no tienes que apetecer en tu casa? Mel. Sì, Señora; ¿pero si todas essas felicidades las puedo yo tener en la Ciudad? ¿Acaso què tengo yo para no poder ser un Señor Ciudadano? Yo soy rico, y no mal mozo; y crea V. M. que vestido de Caballero, dirà qualquiera, que soy un gran Señor. En una Comedia, que representamos antaño, en las fiestas de Baco, hice yo un papel de Rey, y fuì muy aplaudido de los que vinieron de Preneste à verla. Fort. Sì; yà vèo, que eres bien plantado. Mel. Ni soy tan poco avisado, que debajo de esta lana parda, no se esconda un entendimiento tan peliagudo, que me lo embidien mas de quatro del Lugar. Justicia he sido en èl tres años, y he gobernado, y costeado otros tantos las fiestas de Ceres. Fort. ¡Què necio! Mel. Y añadid, Señora, que acà dentro de mì tengo un no sè què, que continuamente me està diciendo: Melibeo, ¿què haces hecho un Patàn? vete à vivir à la Ciudad, que alli has de ser mas de lo que piensas. Fort. ¿Y tù crees à esse no sè què? Mel. ¿Cómo no? Todavia me acuerdo, que un Adivino muy sabihondo, que havia en la Aldèa, me estuvo viendo muy atentamente, quando yo me criaba, y le dijo à mi Abuela, (ella me lo contaba bastantes veces) que guarden esse muchacho, porque, si vive, ha de ser un grande hombre. Fort. En fin, ¿tù yà no quieres ser Labrador? Mel. De ningun modo. For. ¿Quieres vivir en la Ciudad? Mel. Solamente de pensar, que me he de vèr en ella, me està dando brincos el corazon. Fort. ¿Y què haràs tù, si vives en Preneste? Mel. Hacerme Caballero, echar muchos vestidos, caballos, y librèas, y darme una vida como de un Potentado: con el dedo me han de señalar. Fort. Y si mudando de condicion, se muda tambien la suerte, y al Labrador rico succede el Ciudadano pobre, à la tranquilidad el desasossiego, à la alegria la tristeza; ¿què aprecio deberàs hacer entonces de la Ciudad? Mel. Mas que todo esso suceda: yo quiero saber de todo. Fort. Mira, que te has de arrepentir. Mel. Mas que me arrepienta: yà la suerte està echada: à mì se me ha puesto esta idèa en el magin, y no hay que decirme, porque soy tan testarudo, que si doy en que he de meter la cabeza por un peñon, ò èl, ò ella se han de hacer pedazos. Fort. Bien. Supon, que yà vives en la Ciudad: ¿què personage has de hacer en ella? Mel. El primero, y el mas respetado. Fort. ¿El primero? Mel. Sì, Señora, el primero: porque yà que una persona desee, ha de ser lo mejor, y lo mas grande: ¿quièn puso coto à los deseos? Fort. Yerras miserablemente; porque el hombre sessudo debe poner limite à sus deseos, y no extenderlos adonde no pueda llegar sin nota de temerario. Mel. Me conformo: por esso no hemos de reñir: digo, que si no fuere la primera persona del Pueblo, serè la segunda; si no la segunda, la tercera. Fort. Eres hombre convenible. Mel. De modo, que uno se ha de haber con su suerte, como el que juega à los dados: si no sale el que desea, contentarse con el que saliere. Fort. Està muy bien, se verà de espacio tu pretension. Mel. Suplìco à V. M. no muy de espacio, porque yo no pienso vivir en el Lugar estas hierbas. Fort. Pierde cuidado. Meh. ¡O Jupiter! ¡Què dia aquel, en que yo vaya por la Plaza de Preneste, y digan: Alli và el Señor Melibeo, el hombre de suposicion, que hay en la Ciudad! For. ¿Què dices de esto, Nemesis? Nem. Que todos los hombres son hombres. ¿Quièn creyera, que en el corazon de un rustico, quando goza la paz, y felicidad de la vida campestre, (la mas sólida, y la que desfrutaron aquellos primeros mortales antes de la perversa edad del hierro) havia de hallar entrada la ambicion de un Doromisso? ¡O santa sinceridad! ¡O inocencia de aquella edad dorada, si yà no en los campos, y pagizos techos, dónde irèmos à buscarte! Fort. Estoy viendo, que vàs à condenar à este necio à que logre quanto desea. Nem. Es assi: vaya à la Ciudad, sea uno, como èl quiere, de sus primeros Personages, aturdase en aquel ciego tumulto, y brillante confusion, gaste en pocos meses en el luxo todo lo que ha adquirido con la hazada en muchos años, y èl desearà, como el ratoncillo del Apologo de Horacio, èl llorarà, aunque tarde, y sin remedio, sus campos, y su Aldèa.Level 4
Dialogue
Fort. Dositheo ha entrado, que tiene fama de virtuoso: todos lo celebran de un hombre justo, asable, amigo de sus amigos, favorecedor, y estimador de la virtud. Este nos vengarà de tantos pretendientes necios, è improbos, porque no hay duda, que serà justa su pretension.