El Pensador: Pensamiento XXXIV

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Pensamiento XXXIV

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Lettera/Lettera al direttore

Señor Pensador.

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Autoritratto

Sea por Philosophia, ò por necessidad, que es lo mas seguro, yo me estoy siempre solo, y passo las noches, y los dias en mi quarto. Tengo pocos Libros, porque cuestan mucho, y menos amigos, porque son muy raros: con que por fuerza es preciso que piense. A mas de esto, mi imaginacion no se acomoda à estàr ociosa; y yo crèo que qualquiera estarìa muy divertido, si pudiera vèr el interior de mi cerebro, y registrar un numero immenso de idèas, que corren por èl, sacudiendose las unas à las otras, y agitandome de modo, que no me dejan un instante de reposo. Sobre estos assuntos he pensado divertirme con Vm. contandole mis manías, con solo el fin de dàr este ensanche à mi espiritu, que realmente lo siento oprimido con el peso de tanta barahunda.
Presentaseme tal vez una idèa de Politica; y, sin saber cómo, me transformo en Legislador. ¡Què gobierno! ¡què leyes! ¡què maximas! Minos, Lycurgo, Platon, y Aristoteles me parecen crueles en quanto quisieron se tomassen precauciones contra la multiplicacion de los Ciudadanos.

Esempio

Yo vèo à Lycurgo, que destierra de una República floreciente, como era Esparta, el luxo, cuya utilidad ignoraba: que prohibe à sus Ciudanos ocuparse en Artes mecanicas: que hace mirar como cosa vil, è indigna de los Lacedemonios el aprender oficio, y trabajar por sus manos: que condena los viages, origen de tantos decubrimientos ventajosos: que pone la felicidad de un Pueblo en tener guerra continua, y en que se maten reciprocamente los hombres; y finalmente, que permite, y aun recomienda el robo, la indecencia, y el assesinato.

Esempio

Miro à Platon dando dictamen para que se deje perecer à los impedidos, y para evitar que el numero de los habitantes exceda al que señala para las cinco mil y quarenta casas, de que quiso componer su soñada Ciudad.
Todo esto me enfada.

Esempio

No puedo sufrir que Aristoteles tuviesse un corazon tan duro, que prohibiesse criar los hijos imperfectos, y quisiesse, que quando se huviesse aumentado el numero de los Ciudadanos, se hiciesse abortar à las mugeres, para que de este modo se proporcionasse el numero de los hijos à la extension del terreno.

Esempio

Y no me son mas tolerables los absurdos del célebre Legislador Dracòn, que diò à los Athenienses unas leyes, escritas (segun Demades) con sangre en lugar de tinta.
Pero mas que todo me es insufrible el vèr la necedad de los hombres, que sobre semajantes leyes, y maximas han fundado la admiracion de tantos siglos, y pretendido, que de estas maximas, y preceptos se saquen los principios de la verdadera, y sana Politica. Mudase el registro, y veme aqui de repente hecho Philosopho. ¡Quán ridiculos me parecen los Aristoteles, los Gassendos, los Newtones, y los Cartesios en haver imaginado tantos absurdos con el nombre de Systémas, y quán despreciables los hombres en haver adoptado visiones tan extravagantes, y creìdo opiniones tan quimericas sobre la palabra de unos hombres, que no han tenido mas ventaja sobre ellos, que un cerebro mas caliente, y una mayor ossadìa para vender sus imaginaciones por verdades! Yo considero todas estas cosas, y corro todas las edades.

Esempio

Vèo al ingrato Aristoteles haciendo vanidad de impugnar las opiniones de su Maestro Platon, harto mas sensato que èl, formarse un Systéma à su fantasìa, sin detenerse en que sea de éste, ò del otro modo, con tal de que sea opuesto al del primero;
y à los simples hombres ponerse de rodillas para recibir, y adorar sus opiniones, y fundarle sobre la necia credulidad de los Escolasticos, que lo presentaron al Theatro vestido à la Moruna, y difrazadas las voces Arabes en Latin miserable, y estropeado, un Imperio con titulo de Principe de los Philosophos, que le ha durado por muchos siglos, y se mantiene aùn en los Paìses donde la moda no tiene tanto dominio.

Esempio

Luego me encuentro con Cartesio, hombre que me enfada por su atrevimiento: que jamàs tuvo el menor respeto al público, pues se echaba à imaginar con una ossadìa intolerable; y que, à titulo de imaginar bien, porque no puede negarsele esta ventaja, haciendo un Systéma no mal fraguado, y una Máquina medianamente ajustadad, quiere que los hombres crean sus visiones, como si, aun quando no padeciesse vicios de contradiccion su phantasma de Systéma, y fuesse possible su combinacion, se demonstrasse por esto su existencia; y al mismo tiempo miro una crecida porcion de hombres bastantemente simples para formarle otro Imperio, y creerlo sobre su palabra.

Esempio

Otras veces se me representa Gassendo, lleno de erudicion, enemigo de novedades, y tan ciegamente preocupado à favor de los antiguos, que apenas se atreve à apartarse de las huellas de estos, afanado en resucitar, y acomodar á su estilo los átomos, y el vacìo de Democrito, y Epicuro.
No puedo ponderar quánto me desazona (porque mi temperamento es algo bilioso) la ossadìa de los unos, y la tonterìa de los otros en estas novelas Philosophicas.

Esempio

Hasta Newtòn, el ilustre Newtòn, à quien por cosas no puedo dejar de tener un grande respeto, y que por ciertos motivos me parece digno de la estimacion pública, me enfada algunas veces, sobre todo quando se mete á hacer Systémas á su moda, à llenarnos la cabeza de fuerzas centrales, y atracciones, y á volver à poblar la Philosophia de terminos sin idéa, ò palabras sin sentido preciso, como la tenia Aristoteles, quando mandaba en el Paìs, y quando una porcion de terminos barbaros, aplicados sin discernimiento, era todo el talento necessario para adquirir la eminente dignidad de Philosopho.
Me acerco à estos ultimos tiempos, y véo menos atrevimiento en los unos, y no tanta credulidad en los otros. Los hombres me parece, que, yà escarmentados, no creen tan neciamente. Para que crean algo, es menester venir con la razon, y la experiencia en la mano; y los pobres Philosophos, que conocen haver perdido en el concepto comun aquel despotismo, de que gozaban, y que era hijo de la ignoranica, y barbarie de los otros siglos, yà no se atreven á hablar con aquel tono decisivo, y magistral, con que antes aterraban à los humanos. Yà los vèo venir con tono humilde, y desconfiado à presentar sus opiniones, y descubrimientos. El mismo Lock, y con èl otros muchos, han caminado con passos de Tortuga, haciendo tentativas, confessando que no saben, y destruyendo tonterías establecidas; pero sin atreverse à poner otras de su mano: lo que no sucedia antes con los primeros, que apenas intentaban destruìr algun error, recibido por el público, quando yà trahian otro ahijado, que poner en su lugar. Confiesso que esta conducta me parece mas prudente, y sensata: que es mas respetuosa ácia el público, y al mismo tiempo mas conveniente para saber, y descubrir lo que en estas materias es permitido à la limitacion de los hombres. Conozco, que no ha hecho poco la Philosophia en abandonar la tyrana violencia, con que subyugaba à la razon: que và dejando los terminos barbaros, que eran los Ministros de su despotismo: que yà no se atreve à assegurar cosa alguna, sin traher por testigos à la observacion, y la experiencia: que yá ha abandonado el temerario proyecto de entablar Systémas generales, que expliquen todos los phenomenos en particular: que se contenta con ir passo à passo, observando cada cosa de por sì, y que les dà mil vueltas, con temor de que le engañe el sentido: que se tendrìa por felìz, si pudiera poco à poco, y à costa de repetidas experiencias, ir poniendo principios particulares, que al fin, con la succession de los siglos, viniessen (si acaso esto es possible) à componer un Systéma general: que la razon humana, aquel monstruo tan desatinado, y orgulloso, que todo lo pretendia saber, ha caído en la cuenta, y conoce yà, que hay muchas cosas, que se esconden à la flaqueza de su penetracion: que à este caballo fogoso, è indomable, para quien no havia passo dificil, ni fosso tan ancho, que no quisiesse faltar, se le ha puesto freno: que conoce los límites, siente las barreras, y se detiene prudente, y juicioso à vista del precipicio, en que por fuerza se havria de despeñar; y, finalmente, que la vanidad humana, otro monstruo no menos dificil de domar, confiessa sin verguenza, que no sabe ciertas cosas, y ha conocido, que no es ridiculo ignorar lo que no se puede saber. Todo esto me consuela mucho. Véo yà una Philosophia con mas tiento, hombres mas cautos, y Philosophos menos atrevidos. Sè, que hay por el mundo ciertas Academias, que posseídas de estos mismos principios, van examinando cosa por cosa, y que sea razon, ò espiritu de moda, es menester hoy, para no ser ridiculo, ser Philosopho, cauto, desconfiado, racional, y nada presumido. El nombre de Systéma se oye con horror. Se sabe con gran brio atacar una opinion, echarla por el suelo, demonstrar su absurdidad; y quando está yà abatida, de modo que no se puede levantar, alto alli: el juicio se detiene, y se dice en voz, y grito, que no se sabe lo que será. Todo esto es muy bueno, y hay motivo de esperar, que de este modo la razon humana hará progressos. El mismo hecho de proceder con tan juiciosa conducta, supone haver hecho muchos, y hace honor à la ilustracion de este siglo. Pero con todo esto, mi humor atrabilario es tan dificil, que todavia encuentra muchas cosas, que quisiera reformar: otras, que quisiera añadir. Como mi espiritu naciò para reformador, por mas que hago, no le puedo ir à la mano: yá me sale con que hay assumptos, que no están bien explicados: que todavia hay errores, que passan por verdades, y cuya falsedad se pudiera demonstrar: que las Academias, y en general la República de las Letras pudiera tomar methodos distintos, ò añadir algunas circunstancias à la investigacion de las cosas, y que darían mucha luz para ellas: que se podrian hacer diferentes tentativas, que no se han hecho, y que contribuirían à ilustrar la verdadera Philosophia. En fin, otras mil cosas, que sobre este assunto me ruedan en la cabeza, que por la noche se me presentan con distincion, y que me trahen en continua inquietud, y desabrimiento. Este espiritu bullicioso me hace correr por todos los objetos, que el Universo encierra, y es tan dificil de contentar, que en todo halla reparos, y motivos de reforma. Por exemplo, se mete à examinar las Escuelas, y Estudios, y le parece encontrar en ellos muchos vicios: que por la mayor parte se pierde el tiempo en questiones, y frioleras inutiles; y que al cabo de diez años de trabajo, se sale con mucha barba, con muchos textos Latinos, ò voces barbaras; pero sin saber cosa alguna de lo que serìa útil, y necessario. Yo me hago mis planos, doy nuevo methodo, y reglas, y yà me parece, que véo salir hombres ilustrados: hombres, que quando llegue el caso, gobernarán bien su Paìs: que harán la sociedad agradable, y contribuiràn à la comun felicidad. Si caygo sobre la educacion, que se dà aqui à los hijos, sobre todo, à los de primera calidad, esto me hace rabiar; porque conociendo el influxo, que tiene la educacion en el niño para formar el carácter del hombre, no puedo tolerar, que se formen assi los que por su nacimiento deben tener altos destinos, y que no se les enseñe (como es razon) à ser la guia de los demás hombres. ¿Pues què remedio? Yo me introduzco à ser su Ayo, y con las lecciones, que les doy, y methodo, que sigo, yà véo formados unos Condes, y Duques, que quando ocupen los primeros Empléos, no pensaràn en que son de una especie superior à los demás hombres, sino en que siendo de una naturaleza igual, se les ha repartido mayor riqueza, y dignidad para contribuír al descanso, y alivio de los otros, à quienes no se repartiò tanta. Que conoceràn la verdadera gloria, y sabràn, que la mayor, que puede tener un hombre, es el ser útil à sus semejantes. En fin, véo unos grandes hombres para el Estado, y quisiera, que todos fuessen assi. De las necedades humanas ningunas me afligen mas, que aquellas, que se introducen por espiritu de moda, ò que el interès, y la ambicion han gravado en nuestros cerebros, principalmente, quando estas se oponen al bien de la sociedad. No ignoro, que los hombres son tales, que en ciertas cosas les es preciso, y conveniente vivir en el error, y que aun en cierto modo suele depender de éste su felicidad: que el que curò al Loco de Athenas de la alegre manìa de creer suyos todos los Navios, que entraban en el Puerto, le hizo muy mal oficio, convirtiendolo de dichoso en desdichado: que quizà los hombres serían infelices, si siempre vieran la verdad: que el temor, y la esperanza, hijos del amor proprio, unico movil de todas las acciones humanas, son los grandes medios de que se sirve el habil Legislador para guiar al Genero Humano; y que pude haver preocupaciones establecidas en la opinion comun, que no solo deban respetarse por la grave dificultad de vencerlas, y la alteracion, que podria sufrir el Pueblo con tanta novedad; sino tambien porque tal vez convengan à la tranquilidad comun, y entren en el plan de la legislacion para la pública felicidad. Assi vémos, que cada Nacion tiene su preocupacion dominate, à que quizà deben su conservacion. Es muy verisimil, que los Turcos, à no tener el dogma de la predestinacion, serían hoy esclavos de los Pueblos, que los rodean. Tan cierto es, que en la Politica del modo de pensar, que se ha inspirado à los Pueblos, depende tal vez su salud, y que sería insensato el que quisiesse desengañarlos de un error, à que deben su conservacion. No son, pues, estos errores los que me desazonan, y enfadan. A pesar de la hypocondrìa de mi genio, soy bastantemente cuerdo para respetar los que son necessarios, y utiles, y me contento con ser de aquel pequeño numero de Philosophos, que ha havido siempre en todas las Naciones, que sin pensar como el Pueblo, han obrado como èl, por contribuir de su parte à la conservacion de un error, de que tal vez depende la del Estado. Por exemplo, (y sirva para declarar el sentido en que háblo, y que no se interprete siniestramente mi intencion) yo creo, que fuera insensato el Español, que quisiera persuadir à los de su Nacion, que el pundonor era una quimera, y que no haviendo otra Philosophia, que la de vivir, era ridiculo exponerse à morir por el Rey, y por el Reyno. Sería insensato, (digo) porque assi intentaría quitar à su Nacion un preyudicio, à que debe su conservacion, y grandeza. Este exemplo puede servir para las demás Naciones, pues cada una tiene el suyo. Por esto censuro mucho à aquellos Philosophos, poco politicos, que por un vano amor proprio, y deseo de obstentar luces superiores à las comunes, se ponen à desengañar à los hombres de errores utiles à los mismos hombres; y me parece detestable el que con mucha eloquencia, y muy de intento se pone à persuadirles, que el deseo de la fama posthuma es ridiculo, y quimerico al amor de la Patria. ¡Què desdicha para el Genero Humano, si le quitassen estas dos ilusiones, que han sido causa de los hechos mas famosos, y à las quales se debe en los Imperios la duracion de los unos, y la formacion de los otros! ¡Què sería la Historia, sino una noticia deplorable de la brutalidad de los humanos; y què serían los hombres, sino unos lobos hambrientos, que se servirían de la violencia, y de la fuerza para su conservacion personal, si no tuvieran preyudicios, que son los estimulos con que (prescindiendo de las maximas de Religion) adquieren las idèas de justicia, y de virtud, de que se forma el nudo de la sociedad! Pero quando yo vèo dominar errores, que ván derechamente al mal comun, ò son contra el espiritu de la sociedad, aqui es donde no me puedo tener. Las entrañas se me cierran, me doy contra las paredes, y me pongo peor, que una muger de parto. Yo tengo por desgracia mia ciertos pricipios en la cabeza, que hacen toda mi infelicidad. Me imagino, que el Criador nos hizo primeramente para servirle con aquel respeto, y sumission, que debe la criatura à la Divinidad, y luego para servirle en los hombres, ò servirnos los unos à los otros. Assi concibo, que la sociedad humana entrò en el plan de la legislacion divina, y que sin salir de la Religion, lo que mas debe ofender à la Divinidad son los vicios, ò los errores, que tienden contra la sociedad. Que aun sin la Religion, debia ser el objeto de toda legislacion humana; porque no haviendose inventado ésta mas que para la felicidad comun, desde que no contribuye al agrado, y dulzura de aquella, destruye el mismo objeto de su institucion. Que los hombres, guiados del amor proprio, que es el resorte de sus operaciones, deben contribuìr à la misma ligazon, y union de la sociedad, no solo en la parte moral, destruyendo los vicios, que le son perniciosos, sino tambien en la civil los ridiculos, que la hacen desagradable; y que de este modo, cada uno por su parte debe contribuìr, no solo al gran bien útil, y moral de lo que se llama seguridad, y tranquilidad pública, sino al agradable, y civil de lo que es dulzura, afabilidad, y diversion. Assi, quando véo, que la moda, ò el interès han criado algun vicio, que altera las idèas de justicia, y virtud, necessarias al bien comun, ò alguna ridiculèz, que corrompe el agrado, y dulzura, que debe tener la sociedad, me parece delinquente la inatencion del Legislador, que no lo rectifica: indolente la pereza del Philosopho, que no lo grita; y estúpida la ignorancia de los hombres, que, por no conocer sus verdaderos interesses, lo siguen. Y yo en mi quarto solo me lo lloro, me lo moquèo, y me martyrizo.

Autoritratto

Verdaderamente es desgracia haver nacido con amor à la Philosophia, y ser de genio Philosophico, quando se tiene tanta sensibilidad para afligirse de lo que no se puede remediar. Tener el carácter legislador, haver nacido un Juan Fernandez, y no tener un quarto, es la mayor de las desdichas. Yo conozco, que es una tonterìa; pero ésta es una de las cosas, que siendo essenciales al carácter, la razon no puede corregir. A veces embidio à Democrito, que veìa como yo las tonterìas humanas; pero que era tan sabido, qua hacia Comedia de ellas, y se echaba à reir. El lo entendia mejor; ¿pero què quiere Vm.? Cada uno es como nace. Yo tuve la desgracia de nacer Heraclito lloron. Si me dieran à escoger, mejor quisiera volverme

Livello 4

Esempio

Timòn el Atheniense, que enfadado de las locuras de los hombres, queria que todos se ahorcassen, y se tomaba el trabajo de plantar arboles para que tuvieran donde hacerlo.
Este modo, aunque es un poco mas barbaro, que el mio, era mucho mas commodo para èl; y no yo, que soy tan mentecato, que no solo no quiero, que se ahorquen, sino que me mato porque vivian agradablemente, y lloro porque no lo hacen. Confiesso à Vm. que yá no puedo sufrir la vida, que traygo con este afligido genio mio. Hà muchos dias, que como Vm., me he metido à Pensador, y desde que tomè tan ruin oficio, estoy lleno de hypocondrìa, triste, y tan flaco, que apenas me conocería la madre que me pariò. En mi primera edad tuve algun dinero, y hice lo mismo que todos los que lo tienen, que es no pensar. Baylaba, jugaba, y me divertia quanto era possible; y de este modo estaba tan gordo, que era una bendicion, y de tan buen humor, que todos me encontraban muy amable. Faltòme el dinero: puseme cabizbajo: metime à pensar, (mejor me huviera estado meterme à cavar, ò à arar la tierra) y yà soy otro totalmente diferente. Lo que mas me aflige es, que he perdído las esperanzas de salir de tan mal estado, porque ni mi genio podrà mudarse, ni los hombres dejarán jamàs de darme motivos de sentir; pues, bien reflexionado, parece que nos las apostamos, yo à gemir, y ellos à desatinar. Lo que mas me desconsuela en tan triste situacion es no tener alguna persona con quien desahogarme. Yà he dicho à Vm. que yo me lo passo solo las noches, y los dias en mi quarto, mano á mano con mi imaginacion, y passeandome sin cessar, agitado de los pensamientos, que me ocupan, y tienen en continuo movimiento. Segun la importancia, y calidad de los objetos, que se me presentan, assi es la agitacion. Algunas veces me contento con arquear las cejas, y encoger los hombros. Otras veces grito, me enfado, patèo, y me como las uñas. Otras lloro como un niño, doy sollozos, y hago exclamaciones, tanto, que al principio la vecindad, que aun no conocia mis habilidades, venìa alborotada, creyendo que havia alguna violencia. Hay materias, que me tienen mustio, y pensativo: en que no chisto, y parezco un muerto; y otras, que me obligan á hacer tantos movimientos, y contorsiones, que el mas insigne Quaqaro, en el momento de la inspiracion, parecerìa junto á mì un paralytico. En tan angustiada vida fuera para mì de grande alivio tener con quien desabrochar mi pecho, y á quien comunicar mis pensamientos, à proporcion que me fuessen ocurriendo; pero mi desgracia es tal, que me quita hasta este consuelo. Yo soy pobre, y ando mal vestido. ¿Què mas se necesita para no tener amigos, ni ser escuchado? Mi buena suerte es sin duda la que me ha inspirado à escribir á Vm. esta Carta.
Espero que la reciba con agrado. En este caso, si, como es regular, me agita el espiritu Pensador, que es lo mismo que un diablo incubo, y me atormenta con alguna especie, como hasta aqui, escribirè luego á Vm. una Carta, y pondréle de plano en ella las idéas que ocurran. Los Discursos de Vm. me daràn noticia de si es, ò no de su agrado esta idéa; pues si viere entre ellos esta Carta, será señal de haver aprobado mi proyeto; y si no, conocerè, que no es de su gusto. De todos modos cuenteme Vm. siempre (si esto le hace al caso, que lo dudo mucho) por uno de sus apassionados. Dios guarde à Vm. muchos años. D.S.G