El Pensador: Pensamiento XXII
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Pensamiento XXII
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Metatextualität
Apenas ha visto nuestra España
question alguna tan controvertida como la de si es dañoso, ò
provechoso el Theatro. Se ha tratado de declarar su bondad,
ò su malicia: nada se ha resuelto unanimemente, y el Theatro
ha subsistido, siendo un manantial perpetuo de disputas.
¿Pero què hay que admirarse? Esta ha sido siempre la fuerte
del Theatro. Apenas empezaron las Musas Dramaticas à exponer
al Público los infortunios, y las ridiculeces de los
hombres, quando estos se dividieron en bandos: unos se
declararon partidarios, que ciegamente comenzaron à
aplaudir; y otros censores rigidos, que todavia no cesian de
reclamar. Ambos partidos han procurado apoyar sus opiniones
con multitud de pruebas, exemplos, y
autoridades las mas respetables; pero el exito de combate
tan antiguo ha sido el mismo que el de las batallas
equívocas, en que cada Exercito se atribuye bien, ò mal la
victoria, ò à lo menos procura dexar incierta la palma. Unos
de nuestros Campeones han sobstenido que el Theatro es
pernicioso: otros, que es indiferente. Aquellos han dicho
demasiado, y estos muy poco; y es muy probable, que ni unos,
ni otros han conocido el Theatro; ò que, lejos de buscar los
efectos, que produce en los corazones de los hombres, quando
las piezas Dramaticas à que està destinado, tienen toda la
pureza, y arte, que les corresponde, solo han procurado
ojear libros, y amontonar autoridades, no bien entendidas, ò
mal aplicadas. Si un Antagonista del Theatro, que
quiere proscribir el Arte de los Sophocles, los Euripides,
los Menandros, y los Terencios, consulta los
Autores, que escribieron en tiempos en que el Theatro,
aunque no tan disforme, conservaba todavia muchas reliquias
de estas fealdades, claro es, que no encontrará si no
imprecaciones, y oprobrios; y que si no tiene la reflexion
de distinguir de tiempos, y costumbres, condenará
enteramente el Theatro con razones, à su parecer, muy
sólidas. Pero no hay necessidad de recurrir à lo que puede
parecer efugio. Si los que condenan los Poemas Dramaticos, y
la concurrencía à ellos han examinado los que tiene nuestro
Theatro, digo que les sobra razon para condenarlos, y que no
solo deberia estár proscrita la mayor parte de ellos entre
gentes, que professan la Religion Christiana, sino aun entre
las que solo se gobernassen por una razon
medianamente ilustrada. Mas no siendo por ahora mi assunto
manifestar los vicios de nuestras piezas Dramaticas, que
pocas personas cuerdas dejan de conocer, passarèmos à
examinar el Theatro en general procurando tratar esta
materia, como hombre que busco la verdad, como Ciudadano,
pues todos debemos serlo, y como Christiano, pues en ningun
tiempo, ni materia nos es licito olvidar las obligaciones de
tales.
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El Drama en su
origen no fuè otra cosa que un texido de
injurias, con que los vendimiadores insultaban á los
caminantes. Por consiguiente Solòn tenia fundado motivo
de despreciarla, mirandola como perniciosa. Eschyles
aprendiò en los Poemas Epicos de Homero la verdadera
idèa de la Tragedia, le diò nueva forma, y cubriò con
máscaras los rostros de los Actores; y entonces la
Comedia tomò por modélo à la Tragedia. A los principios
se vieron sobre el Theatro de Athenas varias satyras,
puestas en accion contra personas conocidas, y
nombradas, imitando sus ridiculeces, y sus vicios; y
esta es la que se llama Comedia antigua. Las leyes para
reprimir esta audacia prohibieron nombrar los sugetos;
pero la malignidad de los Poetas, y de los oyentes nada
perdiò en esta prohibicion. La semejanza de
las mascaras, de los vestidos, y de las acciones
retrataban tan al vivo á los Personages, que se les
nombraba à la primera vista; y esta se llamò Comedia
media, en la qual el Poeta, no teniendo yá que temer el
cargo de la personalidad, era mas atrevido en sus
insultos, y estaba tanto mas seguro del aplauso, quanto
fomentando la malicia de los oyentes por la viveza de
sus retratos, proporcionaba à su vanidad el placer de
adivinar los modélos. Un Pueblo enemigo de toda
dominacion, como el de Athenas, nada podia temer tanto
como la superioridad de mérito. Assi la satyra mas
sangrienta estaba segura de agradar à este Pueblo
zeloso, como recayesse sobre el objeto de sus zelos.
Pero este mismo Pueblo no tardò mucho tiempo en conocer,
que para ser util el talento de censurar
los vicios, debia estàr dirigido por la virtud; y que la
libertad de la satyra, concedida á un hombre de malas
intenciones, era lo mismo que un puñal en manos de un
furioso. No podia olvidar, que Aristophanes se havia
encargado del infame emplèo de calumniar à Socrates en
pleno Theatro; y los Magistrados, reflexionando que los
Poetas no havian hecho otra cosa que eludir la ley, que
prohibia nombrar las personas, hicieron otra, en que
desterrando del Theatro toda imitacion personal,
limitaron la Comedia à la pintura general de las
costumbres; y entonces la Comedia nueva dexò de ser
satyra, y tomò la forma decente, que despues ha
conservado.
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La question que he tomado por
assunto de este Pensamiento, puede proponerse de dos modos
muy distintos: puede examinarse si las representaciones
theatrales en general merecen ser permitidas en una
Republica; ò si son dignas de este privilegio las de algun
caracter determinado, ò por la naturaleza de
su objeto, ò por el modo con que puede modificarlas, ò
bastardearlas el mal gusto de una Nacion, ò la impericia, y
el corto, ò ningun talento de sus Poetas Cómicos. Desde
luego se echa de vèr, que la primera parte de la question
interessa à todos los hombres, sea el que fuesse el gobierno
en que viven; pero no los interessa como quiera, les toca de
tan cerca, que no hay modo mas adequado de formar sus
costumbres; y es una escuela indispensable en toda
Republica, y tal vez la sola, que deba fomentar si su
constitucion le propone hacer amable la virtud. Hay
obligaciones en la vida, que ningun poder basta para hacer
cumplir á un hombre, ò por haver yá llegado su corazon à un
punto de corrupcion demasiado, ò porque hay defectos, vicios, y passiones, contra cuyos estragos las
leyes no han puesto, ni pueden poner freno alguno. La
ingratitud, la falta de fé, y de palabra, la usurpacion del
merito ageno, y el interès personal en los negocios
públicos, son vicios, que han olvidado casi todas las
legislaciones; pero la Comedia satyrica los castigaba con
una pena tanto mas terrible, quanto era mas pública, pues se
executaba en pleno Theatro. Hay por otra parte en el hombre
unas semillas, ò sentimientos de independencia bien, ò mal
entendida, que clamaría imperiosa, si la cordura de los
legisladores llegára hasta quererlas reprimir. Para esto
solo son eficaces las amonestaciones de la Poesía theatral,
que con el embeleso de todos sus adornos nos lleva con suave
violencia la atencion, y nos corrige por lo mismo que no parece proponerse este fin, sino solo el de
divertirnos. Tal fuè el destino de la Poesìa desde su primer
origen, que luego se llevò la aficion de los primeros
hombres: una diversion, que inventaron para descansar en las
tarèas, à que luego se hallaron condenados, fuè empleada
para perpetuar en las Naciones la memoria de las grandes
hazañas de sus Fundadores à fin de animar sus descendientes
à imitarlos. Aprovecharonse con suma discrecion de sus
alhagos los primeros legisladores, escribiendo sus leyes en
lenguage poetico. Era natural, que la policìa de las
Republicas mas cultas, cuyos legisladores tenian tan bien
explorado el poder de la Poesìa, concediesse una proteccion
distinguida à las representaciones theatrales. Assi se
esmeraron los Griegos en fomentarla, y en
honrar con premios, y distinciones à los que seguian con
honor la carrera de la Poesìa theatral. Un Ciudadano
poderoso en Athenas, zeloso de su libertad hasta el delirio,
estaba expuesto à los tiros de un Poeta Cómico, que con la
aguda jocosidad de sus dichos lo hacia despreciable, ò menos
temible, sin que para esto fuesse menester valerse de
ninguna violencia. Un Filosofo extravagante, que con la
recomendacion de un exterior cuerdo, y severo podia mas
facilmente comunicar à la juventud las alucinaciones de una
errada meditacion, se veìa abandonado luego que la Comedia
tomaba por su cuenta el manifestar las ridiculeces que
cubria su engañosa exterioridad. Aunque no hallassemos en
las Historias exemplares de lo que acabo de
referir, y que forman à favor del Theatro una preocupacion
muy ventajosa, bastaria considerar el cuidado que los
Griegos pusieron en que saliessen bien arregladas sus
composiciones theatrales. Corria por cuenta del Gefe de cada
una de las Tribus, en que estaba dividido el Pueblo de
Athenas, la diversion que la Tribu estaba obligada à
costear. Havia siempre en esta fiesta alguna representacion
theatral, cuyo examen hacia con sumo cuidado el Choregus.
(Assi se llamaba el Director de los Espectaculos.) Y si el
Drama le parecia digno de la representacion, daba al
instante al Poeta el numero de Actores que necessitaba,
sacado de su misma Tribu, y esto se llamaba dàr el choro.
Los Romanos tuvieron tambien sus representaciones
theatrales, cuya utilidad, y artificio les hizo
conocer su trato con los Griegos. Pero la diferencia de las
dos Naciones produxo tambien variedad en los progressos que
hizo el Drama en uno, y otro Pueblo. Los Juegos del Circo
fueron siempre mas del agrado del Pueblo de Roma, Pueblo
belicoso, que en aquella diversion hallaba una viva imagen
del arte de la guerra, en que tanto se distinguiò, y fundò
las esperanzas del gran poder à que llegò en las primeras
epocas de su duracion. Yà me hago cargo de que muchos
responderán que poco poderoso debe ser para nosotros el
exemplo de estas Naciones. Se fundaràn en la diferencia del
gobierno, y sobre todo en la de la Religion. Este argumento,
lejos de hacernos mirar en Theatro con indiferencia, debe animarnos à cultivarle con mas encono, y
avergonzar à qualquiera, que por un ridiculo capricho se
empeñára en desterrarle. No son menos viciosos, ni menos
sujetos à violentas passiones los hombres despues de la
predicacion del Evangelio, de lo que lo fueron en los
tiempos anteriores. Es igualmente constante, que muchos
defectos morales no tienen en el Evangelio precepto que los
ataque; y que por lo mismo que professamos una Religion mas
pura que la de los Gentiles, es preciso que nos esmeremos en
unir en igual grado las virtudes morales con las prácticas
del Christianismo. ¿Quántos disgustos, y molestias acarrèan
en el trato de la vida civil las ridiculeces de varios
hombres, que por esto no dexan de ser muy honrados, y
Christianos? No me señalaràn las leyes, assi
divinas, como humanas, que atacan estas ridiculeces? ¿Havrà
hombre bastante insensato para pretender que no importa el
que un hombre sea ridiculo con tal que sea virtuoso?
Confiesso que esto importaria poco, como todos los
caractères ridiculos se desterrassen de la sociedad, si esta
pudiera permanecer con semejante emigracion. ¿Y la satyra,
diràn algunos, para què sirve? Para exasperar, les
responderè. En esto se distingue principalmente de la
Comedia aquella composicion poetica, que desde sus
principios exasperò siempre los animos por lo excessivo de
su mordacidad. Y aunque no tuviera esta aborrecible
circunstancia, inseparable de su essencia ¿havrá quien
quiera compararla con la Comedia, que poniendo en accion los
efectos de la ridiculèz, y del vicio, nos dá
una instruccion mas provechosa con el escarmiento de
Personages fingidos, y con la verisimilitud de los lances en
que nos los representa, pero sin amargura, y alhagandonos
con su festividad, con el enredo de una bien concertada
fabula, y lo acertado de su desenredo?
Metatextualität
Se continuarà en la semana
proxima.
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Metatextualität
Esos dias se representa en el
Colisèo de la Cruz una pieza intitulada: Demoofonte Rey
de Tracia. Confiesso, que segun las noticias, que se me
havian dado de ella, havia consentido, con mucho placer
mio, en ensayar mi pluma en sus elogios, y hacer vèr al
público mi imparcialidad; y que si havia criticado otras
piezas, me havian movido à ello la necessidad, y la razon, sin mezcla de enemistad, ni
capricho. Pero todo mi gustoso proyecto ha quedado
desvanecido. Pareciò el Demoofonte; mas tan disforme,
tan lleno de fealdades, y tan desfigurado, que no lo
conoceria el mismo Metastasio, de quien solo tomò el
Autor los nombres de los Personages, y el desenlace de
la fabula. Permitaseme hacer una breve apuntacion de lo
mas notable.
que aunque mira que le daña,
por su mano se la toma, &c. Comparacion friissima à la verdad, pero que no por esto deja de ser descubrimiento digno de que de èl se forme un emblema. La Infanta Creusa se descubre pronta à embarcarse en las playas de Phrygia para venir à Tracia en la primera Jornada, y llega efectivamente en la tercera. Es verdad, que segun nos cuenta esta Señora, ò alguno de su comitiva (que en esto no estoy puntual) han tenido un viento muy favorable. ¡Què memoria la mia! Yà olvidaba, que lo primero que hace Creusa es casarse por poderes (me parece que en la playa) con Timante, Principe de Tracia, dando la mano al Infante, que ha venido à buscarla, y à quien se manifiesta mas inclinada que al Principe, à quien la han destinado. Un Grande, que al parecer era Notario Mayor del Reyno, nos lee un papelon sobre este assunto, que no pudiera haverlo puesto mejor un Notario Apostolico. Lo sensible es, que no nos lea tambien la carta de dote; pero en fin, contentemonos con saber que en Phrygia se usaba yà el casarse por poderes. Si huviesse de ir repassando toda la pieza, serìa obra muy larga: por lo mismo solo me detendrè à notar los passages, en que he advertido mayores absurdos, y los caractères mas errados. El Rey no tiene caracter determinado. Por una parte es amante de sus Pueblos, religioso, y humano: por otra es altivo, y amigo de la lisonja. A veces es violento, y á veces pusilanime. Al Principe Timante lo trata de Principe indigno, traydor, hijo aleve, &c. de modo, que yo no sè cómo el buen Principe, viendose tratar assi delante de tanta gente como hay en el Adoratorio principal de los sacrificios, no se cae muerto de verguenza. Despojase de las Reales insignias, mandando que no se le mire, ni trate como à Rey en una Jornada; y en la otra, sin saber por què, se presenta en el Trono, y vuelve à tomarlas, pidiendo alli delante de todos la Capa, y el Turbante, al mismo tiempo que està diciendo mil oprobrios à Matusio. Pide despues el alfange, y luego el puñal en ocasion que Timante està à sus pies, pidiendole perdon de la falta de respeto, que havia cometido. Quitale Matusio el puñal, quizá porque no se sirviesse de èl contra el Principe: el Rey se desmaya como una dueña, y en este estado lo llevan à la cama. Timante es otro personage, cuyo caracter no se conoce: tímido à veces, y à veces atrevido: mal hijo, y mal vassallo, quando desembayna la espada para oponerse à las resoluciones del Rey su padre, en presencia de éste; y mal esposo, quando estando Dircèa, su muger, al pie de la Ara, para ser sacrificada, viene el necio Lanuto diciendo al Rey, que Dircèa es su esposa, y Olinto, que se hallaba presente, su hijo, y se la lleva sin mas pruebas, y sin que Timante desplegue sus labios, ni examine aquel enredo, de que no tenia noticia alguna; pero mas culpable aùn en amenazar à Adrasto con que castigaria sus lisonjas, si su padre moria, teniendolo desmayado en sus brazos; pensamiento, y sentimiento feos, è indignos aun de un hijo vulgar, que viesse à su padre en tal estado. Quando entiende que Dircèa es su hermana, quiere matarse, matar à Olinto, y aun creo que à su muger. Que no quisiesse volver à ver à esta, ni à aquel, passe, porque en fin no podian menos de representarle el horror de un casamiento incestuoso: ¿Pero matarlos? Por què? ¿Què mal havian hecho? Yo no sè si Timante havia perdido el juicio; pero en efecto era especie de delirio querer borrar un yerro involuntario con dos delitos hechos adrede. Matusio tambien parece hecho de retazos: ossado con su Rey, à quien trata con ironìas odiosas en assunto tan sensible como el de querer que las Infantas entren en sortèo para el sacrificio: cobarde, y afeminado quando vienen à arrancarle casi de los brazos à su hija para ser sacrificada, pues la dexa llevar, diciendo con una vergonzosa conformidad: Perderme tras de perderla, no es medicina, es veneno. y con muy erradas maximas de honor, de sinceridad, y de decencia, tratando con Lanuto de que vaya à engañar al Rey, y le diga ser Dircèa su muger, y Olinto su hijo, y que si assi lo hace, le promete casarlo con Dircèa; y consintiendo en que se la lleve, y vaya solo con ella hasta el Puerto, à pique de que hallasse embarcacion pronta, y hiciesse lo que èl mismo dice, con alusion à Olinto, y à su madre, Pues la fabula del niño, si es que al mar entro con ella,
serà muy grande milagro,
que no salga verdadera. Y en fin, este Matusio es tan barbaro, que manifiesta sus deseos de que el Rey no vuelva de su desmayo. Es verdad, que se arrepiente luego; pero no es sincero su arrepentimiento: pues quando despues el Rey, calmado su enojo, y satisfechas sus dudas, viene à abrazarlo, le dice casi al oìdo, bien que estaria prevenido de no deber oìrlo: ¡O quièn pudiera abrasarte! jugando con mucha sal del equivoquillo de abrazar, y abrasar. Dircèa aja su dignidad de Princesa, echandose à los pies de la Infanta Creusa para implorar su proteccion. Creusa, luego que sabe que està casado Timante, hace un casamiento clandestino con el Infante su hermano con tanta celeridad, que parece tratado de antemano, y de verdad que anda muy ligera. Un poco de mas decóro huviera sido muy del caso. Olinto, que todavia es tan niño, que está aprendiendo à escribir, habla como un hombre de sesenta años, y acusa de viles à su padre, y abuelo, porque dejan ir à su Madre con Lanuto, y à ésta porque se vá. Luego que se han ido, declara al Rey, que Timante es su padre. Si lo hiciera antes, lo acertaba: sin embargo, este niño tan sabido, y que tiene tanta capacidad, es tan tonto, que quando oye que sus padres son hermanos, dice: Ganamos mas que perdimos. El Sacrificador, ò Sacerdote, quando vá á poner à Dircèa la corona, ò guirnalda para sacrificarla, la dice que dè gracias al Numen, porque la corona de aquel modo. ¡Linda sandèz! Los Soldados, que han conducido la victima, empuñan dos veces las espadas contra su Principe, que quiere impedir el sacrificio. ¿Es este el modo, con que se debe tratar à los Principes? Por cierto que las Tropas de Tracia debian de ser muy ignorantes, ò muy brutales. Pero si estos passages son intolerables por lo que en sì son, y por lo que influyen en las costumbres, y modo de pensar de los Pueblos ¿què dirèmos de la ossadìa, con que Matusio llama traydor al mismo Rey, acusandolo de adúltero con su muger Pomponia, y de la ligereza con que el Rey cree haverle sido infiel la Reyna con Matusio? Doblemos aqui la hoja. Hay materias que apenas permiten apuntarse. ¿Y esto se llama Comedia? ¿Y son estas las escuelas, en que ha de aprender el Pueblo el respeto á sus Soberanos, y los hijos el que deben à sus Padres? ¿Pueden aprender en exemplos tan viciosos el recato las doncellas, el pundonor las casadas, y todas las mugeres la decencia, y la modestia? De semejantes espectaculos pueden salir enamorados à la virtud, ni horrorizados del vicio los oyentes? Muy al contrario. Aprenderàn à hollar la autoridad paterna, y à menospreciar la Regia siempre qué lo pida su antojo: á ser embusteros; á ser insolentes; y à no consultar mas que el proprio capricho en la fuga de las passiones.