El Pensador: Pensamiento XX
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Niveau 1
Pensamiento XX
Niveau 2
Metatextualité
Se que mi penultimo Pensamiento no
ha desagradado á las Damas, y yá se deja discurrir el
placer, que he recibido en su aprobacion. En efecto, havrán
visto en èl una parte del candor, y la ingenuidad, que les
es tan agradable, y que me he propuesto observar en todos
mis Escritos. Ahora voy á hablar tambien de las Damas, y
espero no me negaràn sus sufragios, si, como deseo,
reconocen un espiritu de verdad, y unos designios bien
nacidos en orden á su bien.
Niveau 3
Uno de los medios, y quizà el mas
seguro, para conocer à nuestros semejantes, es el de
observarlos por la parte que mira à la vida civil, y al modo
de obrar en las cosas de uso frequente en la misma vida.
Una, ù otra vez saben las personas habiles
dominar su genio, y posserse de modo, que se manifiesten muy
diferentes de lo que son. El trato diario hace caer la
mascara, y conocer nuestro genio, è inclinaciones.
¡Y què haya quien
no se averguence de tener vida tan ociosa! ¡Y què haya
padres, y maridos, que mientras ellos estàn afanando para el
sustento, y la decencia de sus mugeres, ò hijas, sufran que
estèn éstas haciendose ayre con el abanico, teniendo al oìdo
el Cortejo, haciendo alarde de sus galas en el Passéo, ò
perdiendo el tiempo en el Tocador! Yo me confundo, y no
puedo hallar el origen de esta paciencia. ¡Oh! Señor, que
son mugeres . . . . . En hora buena: yà lo sè; ¿pero estas
mugeres no comen, no visten, no calzan, no se engalanan, y no arruinan muy pulidamente con sus vanidades
à los padres, y à los maridos? ¿Pues assi como saben hacer
esto, por què no saben aplicarse á alguna labor util? No
digo yo que tomen la azada, el escoplo, el timòn de un
Navìo, ni las armas. ¿Pero què, no hay otras ocupaciones?
¿Han de venir los hombres á hacer las labores domesticas?
Esto solo falta; pero no hay que afligirse: segun vàn las
cosas, no passarà mucho tiempo sin que los hombres se vean
precisados à hacer sus camisas, y las de sus mugeres; y
éstas estaràn dando faltos, y bueltas en un bayle, mientras
nosotros trabajemos con el dedal, ò la rueca. Està una
Señora de piè en una pieza de su quarto, y vè un taburete en
lugar que no le corresponde. Nada serìa mas util que el
colocarlo; pero no Señor: esto fuera
perder sus privilegios de Ama, y ajar su dignidad con un
exemplo muy pernicioso, y de malissimas consequencias. Ha de
venir el criado, que quizá estaba sirviendo en cosa mas
util: ha de mudar el taburete, y llevarse de camino un
millon de impertinencias. Y diganme Vms. Señoras, ¿essas
lindas manos se les han dado à Vms. solo para lavarlas con
pasta de almendras, y depositarlas despues en un par de
guantes? Vms. parece que assi lo creen; pero yo entiendo
todo lo contrario. En tal caso la naturaleza, ò por mejor
decirlo su Autor, huviera dejado á Vms. sin manos, dandolas
solamente à los infelices, que destinaba al impertinente
exercicio de servirlas. Yo sè de una Señorita, criada con
alguna escaséz, que mientras estuvo en casa de
sus padres, sabìa peynarse, calzarse, y vestirse, y era la
muchacha mas mañosa de todo el barrio: casóse despues con un
sugeto rico: al punto se le olvidò quanto sabìa, y apenas
tres criadas eran bastantes para servirla à su gusto en
estos ministerios. Lo que à Vms. les falta es hacer que las
criadas les subministren la comida, y el tabaco, les hagan
ayre, y anden á su lado con el pañuelo; y al punto que Vms.
lo pongan en práctica, soy de dictamen de que se hagan
cortar las manos, como trastos inutiles; y no hay que
detenerse en la impropriedad, que tendrà entonces el necio,
y pesado cumplimiento de beso à Vm. las manos, que repiten à
cada Dama de las que hay en el estrado. Para estos casos es
el ingenio. Decir: Beso à Vm. la narìz, y està acabado. Finalmente, las Damas pretenden darse ayre de
Duquesas con esta inaccion, y lo yerran. Yo conozco muchas
de estas Señoras muy aplicadas, y de cuyas manos han salido
adornos muy curiosos para los Templos. ¿Pero què digo? Que
levanten la vista las Damas, y examinen si en el parage mas
respetable, y mas acreedor à nuestra veneracion, se han
passado, ò se passan los dias en ociosidad. ¿Y sin embargo
seràn capaces de continuar en su pereza? Pues, Señoras,
consuelense con saber, que toda persona, que no procura
emplear utilmente su tiempo, teniendo facultades para ello,
ni procede como racional, ni como Christiana, y que son muy
sospechosas las costumbres de qualquiera, que tiene el ocio
por oficio. Yo soy muy poco hombre, y muy limitado para
poder dár dictamen à mi Soberano, ni à sus
Mi-nistros; pero si me viera en este caso, havia de
procurar, que la ordenanza contra vagos se estendiesse à las
mugeres. Estoy seguro de que se encontrarian vagas à
montones, y á fé que no faltarìa en que emplearlas. Quizà
creen Vms. que todo esto es efecto de mi mal genio, de una
propension maligna á la maledicencia, ò de algun
resentimiento particular contra las Damas. Vms. se
equivocan, Señoras mias. Yo dejo de decir muchas cosas,
porque no quiero lastimarlas; y si quieren verlo claro,
oygan parte de lo que callo, y de lo que dice el Autor del
Libro intitulado El Amigo de las Mugeres, que traducido es
como se sigue: En una palabra: es
preciso un trabajo real, y diario: el cuerpo, y el espiritu
deben tener cada uno su tarèa. Hacer nuditos, y darse ayre
con el abanico, todo viene à ser una misma especie de
trabajo. Es menester un genero de ocupacion, que pida
cuidado, como las obras de aguja, el dibujo, &c. las
mugeres aprendieron todas estas cosas en su primera edad, y
no serìa sin duda para olvidarlas en la segunda. Quando
vemos lo que los antiguos nos dicen del modo de vivir de las
mugeres de su tiempo, no podemos mirar su trabajo como
indiferente.
Muchos exemplos havria que citar sobre este assunto.
En una palabra, creen, que el amor al trabajo es una
virtud precisa para mantener las otras, y que hace honor á
su sexo sobre el mismo Trono.
Metatextualité
Yo pienso hacer un bosquejo de
las de nuestras Damas Españolas, examinando el genero de
vida, que suelen hacer generalmente las mugeres, à
quienes acostumbramos dàr el nombre de Damas; y teniendo
ésta un influxo immediato sobre las costumbres, la
comprehension menos viva podrà hacer la aplicacion sin
dificultad.
Hétéroportrait
Levantase por la mañana una
Dama de estas, que presumen de tales, y à quienes una
cierta riqueza, ò el capricho de algun hombre ha puesto,
como suele decirse, en chapines. La primera diligencia
es tomar chocolate. Las que son asseadas
suelen pedir agua para lavarse, y se lavan en efecto;
pero estas son el menor numero, y solo aquellas, faltas
de noticias, que no han cursado en la escuela del buen
parecer, ni saben las reglas de conservar la belleza.
Las que entienden este arte, siguen otro rumbo. Un
pedazo de bayeta, humedecido, y no con agua, les sirve
de Jordán, sacrificando un poco de porquerìa al idolo de
conservar la tèz. Yà se vè que no quiero mezclarme en
assuntos mayores, tocantes al departamento del rostro; y
bien que estos me darian un dilatadissimo campo, si
quisiesse entrar à examinar el por menor de los
aderezos, unguentos, y salserillas, con que el arte
suele hacer milagros, dandonos, à pesar de la
naturaleza, ciertas hermosuras pintadas, y bellezas de
por dia; estimo mas perder las sales, y
chistes, que producirìa esta materia, que darla al
público, quizà con perjuicio de alguna inocente, à quien
la natural curiosidad pudiera hacer caer en tales
extravagancias. Dá Madama una buelta à su casa con
pretexto de vèr si reyna en ella el orden, y el asséo;
pero en la realidad solo por hacer un poco de exercicio,
y digerir su chocolate: empieza á reñir à criados, y
criadas: nada està bien puesto, nada á su gusto. La
Criada se ha levantado tarde: el Cochero no ha venido à
tomar la orden: el Lacayo se ha dejado una ventana
abierta: el Page ha olvidado escribir el papel á una
amiga, y el Comprador no ha venido aùn de la Plaza. Hay
gritos, juramentos, y maldiciones. La Criada es una
insolente: el Cochero un borracho: el Page un bruto: el Lacayo un salvage; y el Comprador un
ladron digno de la horca. Todo se rebuelve: todos
gritan; y el diablo parece que anda suelto en la casa.
La Señora trata à sus criados de enemigos precisos; y
ellos por consequencia forzosa la miran como à enemiga.
Diceles palabras injuriosas, y ellos la responden sin
decoro. Miralos sin humanidad, y como esclavos, y ellos
à su vez la sirven sin respeto, sublevados contra su
tyranìa. Suspendese por un rato esta gresca, y passa
Madama al Tocador. Suponese que entran à èl las visitas:
de otro modo no serìa possible que sufriesse las dos
horas del martyrio quotidiano, ni las quatro, que
corresponden al peynado de primera classe con rosas, y
claveles. Acabada esta faena, empieza la del vestirse,
que segun la delicada proligidad de las
Damas, y el sinnumero de frioleras, y digecillos, que
emplean en su adorno, no deja de ser un trabajo mas que
mediano, tolerable solo por el afan de parecer bien, que
es el deseo innato en las mugeres. Todas estas sérias
ocupaciones suelen terminarse por embiar una docena de
recados, y papeles inutiles à otras tantas amigas, para
avisarles que Madama se queda en casa, que vá al passéo,
ò que se veràn en tal visita: saber que noticias hay del
Marquès, ò cómo ha llegado el Conde; y preguntarse
recíprocamente por el estado de su salud, aunque se
hayan visto la noche antes. Concluyese el ceremonial, y
passa Madama al quarto de conversacion, que es el de la
chimenèa en el Invierno, y alguna pieza fresca en el Verano. En ésta no la acompaña mas mueble que
el abanico, y la Dama passa el resto de la mañana
haciendose ayre, muy satisfecha de haver empleado
dignamente su tiempo. En aquella suele hacerla compañia
un saco de labor, ò una almohadilla: alhajas ambas de
tanto uso, como los espadines de nuestros Petimetres.
Pero en ambas partes es igual la conducta, y se vèn los
mismos efectos de la ociosidad. Se preguntan noticias, y
se saben embustes. Se sueltan las riendas à la vanidad,
y á la murmuracion; y se saben las personas decentes, y
caracterizadas, que entran en la Villa, para embiarles
recado de llegada; á éstas à fin de que vengan à hacerla
Corte, y á aquellas para tener esquela de convite, si
dàn alguna diversion de bayle, ò musica. Llega la hora de comer, y ordinariamente se sirve en
una mesa poco limpia, una comida grossera, y mal
sazonada. Nuestras Damas por la mayor parte no son las
mas asseadas; y las que se pican de mas pulcras, suelen
contentarse con serlo en los zapatos, los vuelos, y el
escote: prefieren el presentarse con una bata rica, al
placer de tener un amigo á su mesa; y la limpieza del
coche, guarniciones, y mulas, al asséo de su misma
persona. Duermese la siesta, se và al Passéo, ò se passa
la tarde en la Comedia, ò la visita; y como si este
genero de vida les dexasse demasiado tiempo de que
disponer, y no supiessen en què emplearlo, se ponen à
jugar para llenar este hueco, y lograr por su medio
aumentar su corte, y juntar una sociedad, tanto mas
numerosa, quanto el necio, y el hombre de
talentos hacen igual figura al rededor de una mesa de
rebesino. Es necessaria alguna diversion, dicen nuestras
Damas: nada es mas justo. ¿Pero su ingenio no ha podido
hallar diversion mas digna, que la de disputarse un poco
de dinero, muchas veces con empeño, y algunas sin
decencia? ¿Puede ser diversion el aumentar la passion
del interès, que infelízmente está demasiado arraygada
en los corazones? ¿Es entretenimiento passar una buena
parte de la vida, sin mas conversacion, que la que
motivan las mismas cartas, haciendo depender la
serenidad, ò la inquietud del vario gyro de éstas? Quizà
serà entretenimiento para las dichosas en el juego. Las
que no lo son, harian muy bien de no jugar; y si vieran
la cara que ponen á un caballo de copas, ò á un dos, que
pierden en ultima, y sobre todo á un
rebesino cortado en tiempo, estoy seguro de que no
querrian volver á jugar en su vida. Llega la hora de
retirarse, y lo hacen citandose para el dia siguiente,
en que continúan la misma vida.
Niveau 4
El trabajo es
una ley de la naturaleza . . . . . de la qual ni la
calidad, ni la fortuna, ni el sexo
pueden dispensar . . . . . ¿Y cómo es posble (sic) que
las Damas se atrevan, sin avergonzarse, à partir con un
esposo laborioso los honores, con que la sociedad paga
sus trabajos, mientras ellas passan su vida en una
ociosidad perjudicial à sì mismas, y á su
familia? . . . . . Si la classe, ò la fortuna las
dispensan de los trabajos multiplicados, que oprimen à
las mugeres del vulgo, no por esto estàn essentas de la
ley general. Colocadas en diferente esfera, están
sujetas à otro genero de accion, proporcionado à su
educacion, y à su estado . . . . . Para autorizar la
pereza, alegan las mugeres la debilidad de su
constitucion, siendo assi que es la misma pereza la que
la debilita, y destruye el juego de los
organos . . . . . Es muy dificil conciliar la prodigiosa actividad de las mugeres, quando
la voz de los placeres, ò de las passiones las llama,
con la indolencia, à que suelen condenarse, quando
faltan estos motivos...
Niveau 4
Exemple
Homero nos
habla de Princesas, que encargadas de la economìa de
sus casas, y de los cuidados domesticos, hacian
tambien los vestidos de sus esposos, y familias. Nos
pinta à Andromaca empleada en bordar: à Helena
haciendo ricas alfombras. La famosa Penelope, y su
tela son muy conocidas.
Niveau 4
Exemple
Theocrito, Terencio,
Virgilio, y otros muchos Autores Sagrados, y
Profanos, nos hablan de la vida activa, y laboriosa
de las mugeres;
Niveau 4
Exemple
y en Roma, segun
Suetonio, aun en los tiempos de corrupcion, Augusto
no llevaba otros vestidos, que los que le hacian su
muger, y hermana . . . . .
Niveau 4
Exemple
Los Alemanes, Nacion
prudente, y una de las que menos han olvidado las
antiguas costumbres, mantienen entre las mugeres el amor al trabajo, que tienen ellos
mismos. En todas las Cortes de Alemania las
Princesas trabajan frequentemente en medio de sus
Damas, y no se averguenzan de ocuparse en los
cuidados domesticos . . . . .
Niveau 3
Se està representando en el
Coliséo de la Cruz una Comedia intitulada: El Valiente
Eneas, ò Dido abandonada. Yo estaba pensando dàr al público
una breve noticia, quando llegò à mis manos el Diario
Enciclopedico, que hace de ella un ligero extracto; porque
como esta Comedia se imprimiò hace algun tiempo, ha havido
el de que llegue à Boullòn, y venga á nuestra
mano el dictamen, que han formado sus sabios Autores, que
traducido á la letra, es el siguiente: ¿Què Español, que tenga un
poco de sangre en las venas, no se enciende en justa
indignacion contra el mal gusto de su Patria, viendo la mucha razon, que tienen los Estrangeros para
tratarnos assi, y llamarnos barbaros? Lo peor es, que en
quanto à la Comedia presente los Estrangeros no lo han dicho
todo. Tampoco yo quiero entrar en circunstanciarla por
menor. ¿Quièn puede tener aguante para hacer la analysis de
una pieza, donde todo es monstruoso, y donde, jamàs se vè un
rasgo de gusto, ni razon? Dido es una muger ordinaria, una
enamorada vulgar, amante como pudiera serlo una de Lavapies,
tímida, y pusilanime, que tiembla à la vista de un fabre:
ninguna altura en sus sentimientos: ninguna sublimidad en su
expression, y ninguna decencia en su conducta. Ella hace su
Tocador sobre el Theatro; y tiene tan poca dignidad en sus
acciones, que quando Enèas se quiere ir, lo
agarra con indecencia, y parece una de estas mugeres, que
tiran de la manga. La mas ordinaria en la vida civil, que
hiciera lo que Dido, serìa ridicula, y despreciable. Los
demàs caractéres siguen los mismos passos. Enèas nunca es
Heroe: jamàs sublìme. Es un guapetòn de jaquetilla: un
baladron insolente, y de mala crianza, que sin guardar
respeto ni al carácter de Yarba, que aunque negro, era Rey,
ni à sì mismo, le dice tantas, y tan grosseras
desverguenzas, que solo pudo haverlas aprendido en el
Barquillo. Pero esto no hay que estrañarlo, porque
ciertamente el tal Enèas está mal criado; pues à la misma
Dido, sin respeto à sus faldas, le dice otras tantas; y al
buen Ilionéo, sin conciencia, y solo porque le daba un buen
consejo, lo llama traydor: expression muy
frequente en su bello estilo. Yarba es un buen hombre, por
fortuna de genio pusilamine, que se deja tratar con
insolencia: valiente solo à traycion; pero cara à cara
cobarde, y dejandose llenar de desverguenzas, lo que no es
poca dicha; pues si este hombre tuviera un poco de valor,
con lo provocativo de Enèas no se huvieran podido averiguar.
Los Graciosos son la cosa menos graciosa del mundo. Son unos
bufones insipidos, y fastidiosos, que no se pueden oìr sin
tener gana de vomitar. No solo tienen la impropriedad de
mezclar bufonadas en una accion tan trágica, sino que las
mismas bufonadas son frias, y desabridas; y lo mejor es, que
acabada la Scena, quando los Actores se retiran, ellos se
quedan sobre el Theatro à decirse dos gracias
muy tontas, que no tienen ninguna conexion con la accion del
Drama, y donde solo se vè el conato de hacer reìr, que
produce gana de bostezar. Conducta no se huele. La materia
serìa muy vasta. ¿Pero quièn dejará de irritarse al vèr una
indecencia, una grosserìa, y un desatino como el del
principio de la segunda Jornada? Sale Yarba Embaxador de sì
mismo. Ofrece á la Reyna varios regalos, que trahe, y le
propone casamiento con su Soberano. La Reyna dá comission à
Roncas de que responda por ella. Es menester saber, que este
Roncas es el bufon de la Comedia: un criado bajo, y
ordinario, que corresponde à un Lacayo, el qual no debia
estàr en la Corte, y menos en ocasion de tanta ceremonia.
Alli estaban todos los principales Señores: sin
embargo, para que se vèa que todo consiste en fortuna,
Roncas, sin pretenderlo, es quien logra comission tan
distinguida. Roncas lo estraña: conoce que esto no le
correspondia, y llama à la Reyna borracha. No obstante, sale
de repente, se pone frente de Yarba, y al infelìz negro lo
carga de oprobrios toscos, y pesados: lo llama morcilla,
tizòn, carbòn, alma negra, asqua apagada, y otras cosas, que
havria aprendido entre los Lacayos, sus compañeros. A Yarba
no le gusta; pero Dido lo escucha tan serena, que no parece
mas bien criada que èl. Verdaderamente el tal Roncas era un
bufon poco gracioso, pero muy atrevido; y Dido tenia muy
consentidos à sus criados. En quanto al estilo, de esto no
se hable. Hinchado, abultado, y sin substancia. Se conoce
que quiso imitar aquel genero gigantesco de expressiones,
que suenan mucho, y que nada dicen: aquellas
metaforas huecas, llenas de ruido, y vacìas de sentido:
hyperboles estremadas, palabras nuevas, y pensamientos
falsos. Vaya para muestra estos dos versitos, que dice
Enèas, pintando la destruccion de Troya: Granicèa el Cielo à
Troya, y Troya al Cielo apedrèa. Notese el granicèa, palabra
altisonante, y nueva, debida à la facundia del Autor, y la
estrechèz de la Poesìa. Porque si huviera dicho graniza, el
verso estaba corto: ¿pues què remedio? Para esto es el
ingenio: decir granicèa, y catate hecho el verso, y la
lengua Española mas rica. A la verdad que este solo hallazgo
mereciera muchos elogios, si no se llevára la atencion la
hermosura de aquella bella frasse y Troya al Cielo apedrèa.
Frasse nueva: imagen que retrata con propriedad, y locucion
llena de energìa, y elegancia. Pues assi es por la mayor
parte el estilo de la que llaman Comedia. ¿Y no
tenemos verguenza de que en la Corte de una Nacion tan
grande como la Española se representen cosas tan absurdas,
que nos hacen passar por barbaros en el concepto de todas
las Naciones? Yo bien sè, que la parte sana, y cultivada de
los Españoles siente, y declama contra el abuso, y desorden
de sus Theatros: que todos gritan por su reforma: que muchos
no tienen el valor de assistir à ellos; y que si algunos
vàn, es porque no saben en què ocupar aquellas horas
inutiles de tiempo. ¿Pero quándo se verà, que toda la Nacion
conozca la utilidad de esta mejora? ¿Quándo serà el dia, que
empiece à verse algun juicio en las piezas, y alguna
correccion en las costumbres? Y démonos por contentos de que
en esta pieza no veamos mas que el desorden, y el desbarato
del buen sentido; pues estamos llenos de otras cargadas de
indecencias, de objetos lascivos, de desordenes aprobados, y
delitos exaltados: Comedias, donde se predica
la corrupcion, y se lisonjèa al vicio. Padres, Madres, no
embieis vuestros hijos à la Comedia. Alli veràn lo que
vuestra educacion les procura esconder: alli vuestra hija
aprenderà à casarse contra vuestro dictamen, y al antojo de
su ciego capricho. Alli verà à la primera Dama ir de
tapadillo à casa del Galàn; y observarà que el padre es el
burlado, y ella la aplaudida. Vuestro hijo aprenderà las
leyes del pundonor, contrarias à las del Evangelio, y las
del Rey; y sabrà que queda deshonrado, si no resiste à lo
que el Rey, y Jesu-Christo le mandan. En fin, alli veràn que
la pureza, y la inocencia son ridiculas, y que la
desemboltura, y el desorden son galas. No, no los embieis:
esperad à que un dia sereno luzca sobre España, y que los
Theatros se reformen: entonces sì, embiadlos con diligencia.
¡Dichoso el Español, que sea testigo de tiempos tan felices!
Niveau 4
“Aunque el Rey de España fomenta las
Ciencias, y las Artes, y las anìma con su proteccion; y
aunque los Españoles sean una Nacion de mucho
entendimiento; con todo esso no vemos que las letras
hagan los progressos, que se debieran
esperar . . . . . Quizà se creerà, que si la España no
se distingue por sus luces Philosophicas, cultiva á lo
menos con felicidad las bellas Artes; pero este tambien
serìa engaño. Todas las piezas de Theatro, que ahora
salen al público, se modelan sobre las de Lope de Vega,
Calderon, y Moreto. Aunque no se puede negar talento à
estos Poetas . . . . . se descubre tanto la barbarie de
su siglo por entre los rasgos de genio, que
de quando en quando brillan en sus piezas, que no debian
servir de modélo á los modernos, que emprenden la misma
carrera . . . . . Assi con mucho genio esta Nacion no ha
producido hasta ahora mas que piezas disformes, y
monstruosas, donde todo lo bajo, y lo bufon se mezcla
con lo sublìme, y lo pathetico. La Comedia se intitula:
El Valiente Enèas, ò Dido abandonada. Este assunto, como
se sabe, ha sido bien tratado en Francia, y en Italia
por Mr. le Franc, y por el Abate Metastasio. Si el Autor
Español huviera seguido las huellas de estos dos
ilustres modernos, huviera podido hacer una pieza
estimable; pero no: el mal gusto de su Nacion lo ha
arrastrado; y en lugar de observar las tres unidades, que el buen gusto mira como sagradas, y las
que solo la barbarie puede violar, ha dividido su pieza
en tres Jornadas . . . . . que no están llenas, sino de
cosas bajas, y triviales. Los caractéres de Dido, y
Enèas son enteramente defectuosos. No hay en ellos nada,
que pueda caracterizar à un Heroe. La Tragedia es una
accion, en que todo debe estàr en movimiento; pero en la
pieza, que examinamos, hay tal falta de interès, y tal
frialdad de accion, que el oyente se enfria, sin que
haya cosa que lo commueva. No hay una situacion bien
dispuesta, ni se vè contraste alguno de
passiones . . . . .