El Corresponsal del Censor: Carta XIV

Permalink: https://gams.uni-graz.at/o:mws-105-614

Ebene 1


Carta XIV

Zitat/Motto

Un fat quelquefois ouvre un avis important.

Boileau. Art. Poet. Cant. IV. v. 50.

De un necio á veces recibir solemos una advertencia conveniente y útil.

Ebene 2

Metatextualität

Señor Censor.
Si yo dixese á vmd. que he determinado dar fin y cima á nuestra correspondencia, y meterme nada menos que á proyectista, ¿no se haria mas cruces que las que tiene sobre sí qualquier hombre rico, casado con muger petimetra, y cortejada por un galan pobre? Pues amigo haga vmd. quantas quiera, que lo dicho dicho. En dos paletadas pienso hacerme poderoso por este camino. Buen provecho le haga á vmd. el que sigue, que yo sé no es muy seguro ni ventajoso para hacer pesos ni amigos: con este otro se logra de todo, y se desmiente aquel refran de que honra y provecho no pueden caber en un saco.
Los que discurren poco ó nada (que hay muchísimos de estos, y con coche) murmuran lindísimamente de todo lo que ellos no inventaron, y en que no esperan tener parte ó interés inmediato; dando por desprecio nombre de proyectista á qualquiera que procura servir á su Patria con algun nuevo descubrimiento.
No puedo negar que la reputacion de proyectista, segun la opinion vulgar, es una cosa muy equívoca; pero sin embargo voy á probar si tengo el suficiente talento para separar á los hombres de esta preocupacion; y quando no lo consiga, tampoco vmd. ha logrado otras cosas que ha emprehendido, y asi pata.
Poco talento basta para conocer que los progresos del entendimiento humano forzosamente han de ser lentos y subcesivos, que dependen del concurso de muchas circunstancias, y que no se combinan sino por medio de largos intervalos. Las Artes y las Ciencias todos los dias se acercan á su perfeccion, y es muy regular que jamas lleguen á conseguirla. Creer imposible añadir luces a las que nos dexaron nuestros mayores, es creencia de toscos y embotados ingenios; para acreditar lo cierto de esta proposicion, son superfluas qualesquiera [sic] pruebas; siendo evidente que nada dirige tanto á la mediocridad, como un ciego amor á las rutinas antiguas. Dexar que el mundo vaya como vá, es dexarle en el error; por lo tanto decia Bacon que para llegar un hombre á ser grande, necesitaba salirse del camino comun, y elegir rutas extrañas; aforismo que no dexa de parecer ridículo y arriesgado á los talentos limitados y perezosos.
No es recomendar el gusto de la novedad combatir la ciega ternura que tenemos á favor de los perjuicios antiquados, ternura que no dexa de ser siempre bárbara; siendo innegable que tan ridículo es á los ojos de un Filósofo abrazar lo nuevo por nuevo, como respetar lo antiguo por antiguo. Desapruebo la sumision servil á los establecimientos antiguos, como tambien la lastimosa vanidad de muchos que innovan por solo innovar, con el fin de adquirir alguna gloria, y de acreditar que no dependen de las luces de sus predecesores. Para formar la dicha de un Estado, se necesitan miras mas nobles que las del amor de una falsa gloria, obtenida comunmente por medios no del todo dignos de aprobacion.
Pero nadie me podrá negar que debemos todas las mudanzas en las artes, ciencias y gobierno de los Estados, á esa casta de hombres superiores, que saliendo de los caminos trillados, nos enseñaron otros nuevos, empleando todos los medios necesarios para ponernos en ellos: en una palabra, á proyectistas. Decir que todos los proyectos produxeron los felices efectos que se esperaba de ellos, fuera mentir impudentemente, porque ningun mortal dexa de estar sujeto al imperio de las pasiones: pero, ¿quién sabe si estas continuas mudanzas, no sean tan naturales y necesarias al sistéma moral del universo, como las tempestades y terremotos á la constitucion fisica de nuestro globo?
Los genios inventores ó proyectistas son comunmente de una imaginacion viva. El presente mas arriesgado que puede le [sic] naturaleza acordar á un hombre, es el de una imaginacion fuerte que no esté acompañada de un juicio de la misma fuerza. Tal especie de hombres, qualquier objeto que se les presenta, le acarician, le abrazan y le creen siempre próximo de la realidad, no dexándolos su misma viveza percivir los obstáculos que se oponen á este fantasma.
Pero en nada se delira tanto como en los proyectos políticos; y muy pocos dexan de creerse consumados en esta dificil ciencia. No hay café, no hay tienda, no hay tertulia donde no se trate de ella, procurando cada qual locamente enmendar la plana á los que gobiernan; y sin embargo me atrevo á asegurar, que á pesar del concurso de tantos siglos, y del inmenso número de Legisladores y Estadistas, es la política, de todas las ciencias aquella que dista mas de su perfeccion. A este retardo concurren muchas causas.
Los principios sólidos de nuestros conocimientos dependen de hechos y de induciones justas. Me dirán los que saben poco, que la historia nos presenta quantos hechos políticos podemos desear para nuestra enseñanza. No hay duda que si la historia fuese como debia, podriamos tomar de ella muchas instrucciones morales, políticas y económicas; pero (exceptuando la sagrada) me parece que la buena historia aun no se ha escrito, ni me persuado que jamas se escriba. Nada nos dicen los Historiadores, ó nada pueden decirnos de los hechos que nos proporcionarian esta instruccion. Los que han sido actores en los acaecimientos que describen, ocultan la verdad por una prudencia tímida, la visten de otro modo por pasion, ó la desfiguran por incapacidad. Ignoramos los resortes de las grandes acciones y las causas de toda revolucion, la influencia de las costumbres sobre el gobierno, y la del espíritu del gobierno sobre el poder y felicidad de un Estado. Lo que hacemos es, echarnos á adivinar estos principios, y nos hallamos en el caso de un hombre que quisiese por la fachada de Palacio nuevo juzgar de las Cámaras interiores. En todo pais la ciencia de gobierno ha sido y es un Santuario, que les está á los profanos prohibido justamente su ingreso.
Con toda la actitud de un hombre para ser político, jamás llegará á serlo si las pasiones que le animan están desnudas de nobleza y vigor. Sin el mas vivo deseo de gloria, sin un amor muy grande por la patria, sin esa virtud sublime que prefiere el interés general al particular; nunca, nunca tendrá el valor necesario para soportar las contradicciones, las persecuciones y el temor de parecer ridículo; papel que se suele representar en semejantes ocasiones.
Ó yo no sé lo que es la política (que será lo mas cierto), ó me parece que nuestra educacion no es capaz de inspirar pasiones tan fuertes: solo llena nuestra alma de algunas muy amortiguadas, de deseo de fortuna, de ambicion vulgar, ó á lo mas de un punto de honor que apenas basta para dirigirnos á la virtud que es forzoso poseer en tales lances; por conseqüencia hay pocos talentos capaces de la ciencia de gobierno. El público á quien se pretende instruir, no forma de los que le tienen aquella confianza que se requiere. Respetamos ciegamente las dignidades, admiramos servilmente las grandezas, y si vmd. ú yo propusiesemos verdades contrarias al método que siguen algunos, nos mirarian como á unos presuntuosos, que queriamos enseñar á los mas hábiles, ó como unos dementes dignos de que nos destinasen alojamiento en Toledo ó Zaragoza.
Qualquier proyecto grande es menester que se dirija al bien público. Quando no trahe consigo este carácter, es digno de un total desprecio y abominacion. Un ingenio superior no desperdicia sus talentos en fundar la grandeza equívoca de un solo hombre sobre la desgracia de muchos millones. El poder del Soberano precisamente ha de estar unido á la felicidad de los pueblos, y la humanidad está de acuerdo con la verdadera política: los errores que en ella se cometen los hacen aquellos ingenios limitados que no abrazan su objeto sino por un lado solamente, sin advertir que en una máquina bien ordenada, todas las piezas deben socorrerse mutuamente, y considerarlas tambien despues todas juntas para juzgar de su accion; porque no hay proyecto ventajoso sino se combina sobre la masa de la constitucion. En esta combinacion entra la religion, el espíritu del gobierno, las costumbres, el modo de pensar del pueblo, el estado del comercio, las artes y la poblacion. Sin tener presentes todas estas cosas jamás me persuadiré salga bien un proyecto político.
Me parece que estará vmd., Señor Censor, diciendo allá en sus adentros: ¿qué quiere decirnos este Corresponsal con tanta algaravia? Todo se le vuelve hablar mucho sin substancia. ¿Qué proyecto será el suyo? A la verdad que se podria repetir por él, lo de,

Zitat/Motto

¿Quis est iste involvens sententias sermonibus imperitis?
pero, amigo, tenga vmd. un escrúpulo mas de paciencia, que allá voy con un proyecto sobre los mismos proyectos; y es, que hechos cargo los Soberanos de la necesidad y utilidad de ellos para hacer felices sus Estados, convendria seguramente formar una junta al modo de otra que hay en la China, en que ciertos Ministros llamados Pensadores, tienen la sola ocupacion de formar proyectos, y exâminar los que les presentan; pues tienen por muy dificil que un solo Ministro, cuyas ocupaciones son tantas y tan varias, pueda formar ó exâminar un proyecto profundo por mas talento que el Cielo le haya dispensado. Embarazado con un inmenso torrente de objetos políticos y económicos, no le es permitido ocuparse en ninguno de ellos sino cortos momentos. Fatigado con el molesto número de los que le obsequian por interés, le roban desgraciadamente el tiempo aun para evacuar aquellas expediciones diarias y precisas; por cuya causa, y porque ningun mortal pasa de la esfera de hombre, no puede aunque quiera, combinar con atencion un gran número de idéas, manejarlas con paciencia, ni considerarlas por todos lados: asi pues, se podria crear un Cuerpo que no entendiese en otra cosa que en exâminar proyectos, debiendo ser los que le compusiesen de talentos escogidos y de conocimientos extensos, acordando á sus individuos la preciosa libertad de pensar, no impidiendo la de escribir á los demás ciudadanos; pues si esta les falta, jamás se descubrirán aquellas enfermedades que padece un Estado, que le penetran de un modo imperceptible, y que fortificadas con el tiempo, no ceden á los remedios mas activos.
La creacion de un Cuerpo tal, seria útil y grande; útiles todos los proyectos, pues se combinarian sobre el bien público, y sobre conocimientos seguros. Esos abortos de planes superficiales con que hoy fatigan á los Ministros, ni tendrian cabida ni abrigo; como ni tampoco los autores de ellos la fatua osadia de exponerse al riguroso é imparcial exâmen de estos hombres inteligentes.
Conozco, Señor Censor, lo dificil que será verse esto entre nosotros. Muchas personas animadas de baxísimas miras se opondrian á la construccion de semejante edificio: pudiera acreditar mi proposicion con exemplares muy modernos, y con sugetos que han declamado infinito contra varios proyectos ventajosísimos que han tenido efecto en el glorioso gobierno de nuestro Augusto Monarca, (gracias á la constancia de sus ilustrados Ministros), y sin embargo de estar experimentando sus utilidades, aun aun se predica contra ellos.
Continuará el punto su afectisimo
Harnero.