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Zitiervorschlag: Anonym (García de Cañuelo, Luis; Pereira, Luis Marcelino) (Hrsg.): "Discurso CXXV", in: El Censor, Vol.6\125 (1786), S. 1097-1112, ediert in: Ertler, Klaus-Dieter / Hobisch, Elisabeth (Hrsg.): Die "Spectators" im internationalen Kontext. Digitale Edition, Graz 2011- . hdl.handle.net/11471/513.20.529 [aufgerufen am: ].


[1097] Ebene 1►

Discurso CXXV

Zitat/Motto► Nunquam aliud natura, aliud sapientia dicit.

Juv. Sat. XIV. v. 320.

Nunca Naturaleza alguna cosa
Contraria dica a la Sabiduria. ◀Zitat/Motto

Ebene 2► Metatextualität► Por lo que en el Discurso antecedente dixe acerca del luxo, considerado en su relacion con la Religion, habràn sin duda venido en conocimiento mis Lectores de lo que pienso en el propio asunto, considerandole en el respecto que dice al bien estar y engrandecimiento de los Pueblos. Quando el luxo se funda esencial y necesariamente en el [1098] trabajo, no solamente no puede ser á mi juicio pernicioso á un Estado, sino que, qualquiera que sea la forma de su gobierno, le creo absolutamente necesario á su prosperidad. Por el contrario, siempre que haya en un pueblo un solo Ciudadano, que pueda pasar su vida en el luxo y al mismo tiempo en la inaccion, el Estado caminará infaliblemente á su ruina con mas ó menos lentitud. Democracia, Aristocracia, Monarquía ó qualquiera otra especie de gobierno que se quiera imaginar, su suerte sera siempre la misma. Estas dos proposiciones son la suma de mis ideas en este punto: y yo procuraré aclarar la una y la otra por medio de algunas reflexîones, que por el orden con que se me vayan ocurriendo extenderé en este Discurso, y sino cupieren en él, en otros que se le seguiràn. ◀Metatextualität

Ebene 3► He insinuado en el que precede, que en la hipotesis de la primera proposicion no podria el luxo ser jamas [1099] desmesurado y esto es una cosa evidentísima. El se proporciona siempre, como reconocen todos los Políticos, y seria muy facil de demostrar, á la desigualdad con que estan repartidas las riquezas: y la con que lo estarian en aquel caso nunca seria mayor que la desigualdad con que la naturaleza distribuye á los hombres las fuerzas y los talentos. Aquel, á quien ella hubiese dorado de los mas apreciables, y que hiciese de ellos mas aplicaciones en provecho comun, ese sería precisamente el mas rico; y á medida que los demas se alexasen de este en lo uno ó en lo otro, distarian tambien de él en la opulencia. Mas ya se ve que la desigualdad, que de aqui resultaria, no seria comparable á la que resulta de las instituciones recibidas en la mayor parte de los Pueblos que se llaman cultos y principalmente entre nosotros. Porque aunque alguna ciertamente; con todo nunca es tanta la diferencia de hombre á hombre en quanto á poder [1100] ser util á sus semejantes; especialmente si se rebaxa la que suele inducir la diversa educacion, que ocasiona la naturaleza de la desigualdad de nuestras riquezas. Con que es claro asimismo que el luxo no podria suceder que subiese ni con mucho al punto en que le vemos.

Tambien he hecho ver que no podria corromper las costumbres de una nacion y afeminarla. La corrupcion apenas halla entrada en un hombre activo y laborioso. Y la mayor parte de las artes y profesiones utiles que serian entonces las mas lucrosas, y por tanto las mas exercitadas, requieren una aplicacion de las fuerzas, que las acrecienta, y hace mas varoniles y robustos á los que las exercen. Mas esto es nada: añado ahora que la falta total de un luxo qual le he supuesto, corromperia necesariamente á un Pueblo.

Lo absolutamente preciso para la vida nos lo ofrece la naturaleza á muy poca costa; de manera que si [1101] todos los Ciudadanos se contentasen con lo puramente necesario, y concurriesen con su trabajo á su produccion, les sobraria sin duda la mayor parte de su tiempo. La vida de los Salvages es una prueba de esto incontestable; mas sino queremos fiarnos en las relaciones de los Viageros una reflexîon sobre lo que pasa entre nosotros no nos dexarà razon de dudarlo. ¿Quán grande no es el numero de los que vemos vivir en una perpetua ociosidad , y cuyas fuerzas y talentos en nada contribuyen á la produccion ó conservacion de cosa alguna? No obstante á nadie falta lo absolutamente indispensable. Recurren, á la verdad, muchos para obtenerlo á la mendiguez, y á otros medios no menos violentos y repugnantes á la naturaleza; pero al fin lo obtienen, y de qualquiera modo que sea, no son muchos los que vemos perecer de hambre ó desnudez. ¿Mas por qué habré yo dicho que á nadie falta lo absolutamente indispensable. [1102] Tenemos una superfluidad, prodigiosa. Hay Ciudadano que consume él solo lo que bastaria para el sustento de una Ciudad populosa; y la fortuna de un hombre, cuya hacienda no pasa de lo que han menester veinte ó treinta familias, nos parece muy reducida, y muy poco envidiable.

Pues ahora, reduzcamos á todos á lo fisicamente necesario. ¡Qué ahorro de trabajo para nuestros Labradores, y para aquellos que se ocupan en las artes de primera necesidad! Hagamos mas: hagamos que el de estos se reparta igualmente entre todos, y que entren á la parte los que ahora no hacen mas que disfrutarle, y los que se ocupan en dar satifaccion á su vanidad, y su desmesurado luxo. ¡Qué nueva diminucion de trabajo no resultaria de aqui! Yo no temo equivocarme en el cálculo, asegurando que las dos terceras partes del dia quedarian enteramente libres á todos los Ciudadanos. ¿Y en qué emplearian este residuo de su tiem- [1103] po? ¿Exercitarian su industria en cosas de que no habrian de aprovecharse? Sería menester que fuesen locos. ¿O se dedicarian por ventura al cultivo de las Ciencias? Pero la mayor parte de estas tienen su fundamento en el luxo, y aun aquellas que no le tienen, es forzoso que faltando él se circunscriban en limites muy estrechos. Pasarianle pues en la ociosidad, y admitida una vez esta en un Pueblo, he aqui abierta la puerta á toda suerte de desordenes, y á la relajacion mas desenfrenada. Sea enhorabuena que la codicia, la ambicion y la avaricia no pudiesen introducirse en él. ¿Pero cómo prohibir la entrada á la crueldad, á la supersticion, á la pereza, á la perfidia, á la incontinencia? Bien presto tendrian estos alli su trono con todos los demas vicios que forman el carácter de los Salvages.

Claro està que con ellos no podria prosperar la multiplicacion de la especie humana. Y ademas como [1104] el hombre pasa sus primeros años en un estad de imbecilidad y de flaqueza, que no le permite buscar por sí mismo lo que exige su conservacion, y solo puede vivir á costa de lo sobrante á la de sus Padres; en donde no hay sobrante alguno es imposible que la poblacion se acreciente. Pero es sin duda que no la habrà jamas en un pueblo, en el qual la costumbre de contentarse con lo necesario haya arraigado la pereza. En llegando à este punto la idea sola del trabajo le horroriza, y como la multitud de hijos es inseparable de él; esta, que en una nacion laboriosa es una bendicion para cada padre de familias, es por el contrario alli el supremo mal.

Esta consideracion por sí sola me parecia suficiente para convencer que un luxo tal como le he supuesto es esencial á la felicidad de los hombres. ¿No convendria, dice uno de los que mas declaman contra él, para juzgar de la sabiduria, y de los vicios de las leyes procurar antes penetrar las in- [1105] tenciones de la naturaleza para con nosotros? ¿Y qué intencion mas declarada, que la de que se propague el genero humano? Creced, y multiplicaos y llenad la tierra; nos dice el mismo Dios: y esta su voluntad, aun quando la revelacion no nos la manifestase, la razon sola nos la haria conocer del modo mas evidente. No negaré yo por cierto que seria mejor contar en toda la tierra no mas que un millon de hombres con tal que fuesen felices, que ver en ella esta multitud innumerable de miserables y de esclavos que apenas vive, segun es el entorpecimiento y la miseria en que yace. ¿Mas por qué fatalidad será opuesta la muchedumbre á la felicidad de los hombres? ¿Es esta acaso como un genero limitado, del qual cabe tanto menos á cada uno, quanto son mas los que participan de él? No: la naturaleza es muy sabia y muy benefica: y si es su intencion, como no puede disputarse, que el genero humano se multiplique: si para esta multiplicacion [1106] es necesario algun luxo; sin duda que ni esta multiplicacion ni esta luxo perjudica á su felicidad.

¿Pero no dañará al menos en una Democracia? medida, dice uno de los Politicos mas celebres, que se establece el luxo en una republica, el espiritu de los ciudadanos se convierte hácia el interes particular. A unos hombres que han menester unicamente lo necesario, nada queda que desear sino su gloria, y la de su patria; pero una alma corrompida por el luxo, tiene muy diferentes deseos. Bien presto viene á ser enemiga de las leyes, que la oprimen. ¡Que alucinacion! ¿Y por qué no ha de serlo todo hombre de una legislacion violenta y contraria á las miras de la naturaleza? ¿No hemos visto ya que no todo luxo trahe consigo la corrupcion, y que hay antes bien alguno que la sirve de preservativo? En qualquiera especie de gobierno el ciudadano prefiere siempre á todo, su interes particular, y ninguna legislacion es parte para desviar-[1107]le de él. Lo que puede unicamente hacer, y en lo que consiste toda su perfeccion, es trabar de suerte el interes del particular con el del público, que ninguno puede trabajar en su bien, sin contribuir por el mismo hecho al de toda la Sociedad, y sin adelantarle en la misma razon en que adelanta el suyo. Y esto es puntualmente lo que sucede quando las leyes dexando obrar libremente á la naturaleza, y aprovecharse á cada uno de su industria y sus talentos, se contentan con impedir que la ociosidad usurpe los bienes, que solo son debidos á la aplicacion. Porque en tal caso nadie puede mejorar su suerte, sino concurriendo al acrecentamiento de las cosas á todos utiles ó necesarias.

Verdad es que no podria subsistir entonces aquella igualdad, que constituye en la opinion de unos la excelencia de una Republica, y en la de otros la felicidad de todo pueblo. Pero he aqui una asercion, de la qual no he visto jamas sino pruebas muy [1108] equivocas. Hay ciertamente una igualdad, que es la basa de la Democracia, y que yo creo aun necesaria á lo menos hasta cierto punto en toda especie de gobierno. Mas esta no consiste sino en que todos los miembros del Estado esten sujetos á unas mismas leyes, y tengan igual derecho para participar de los honores de la Sociedad en la misma razon, en que contribuyen á ellos con su fuerzas, con su industria, ó con sus talentos. Es una igualdad semejante á la que exige toda compañia, que no está, ya se vé, en que todos lo compañeros lleven iguales partes en las ganancias, sino en que cada uno la lleve proporcionada á su capital. Claro es que esta no dexaria de subsistir en mi hipotesi, ó por decirlo mejor, que solo en ella podria conservarse. La que si no subsistiria, sería la igualdad de fortunas. Pero ¿por qué capitulo es esta ó necesaria ó provechosa?

La naturaleza ciertamente ni la ha establecido, ni la quiere. ¿Por qué [1109] habernos repartido, si ella hubiera entrado en su plan, tan desigualmente sus dones? ¿Por qué veriamos tan diveras inclinaciones, talentos, y facultades entre nosotros? ¿Por qué serian unos mas forzudos, otros mas ingeniosos, este mas parco, aquel mas laborioso, y mas activo?

Zitat/Motto► Cur alter fratrum cessare, et ludere, et ungi
Praeferat Herodis palmetis pinguibus; aeter
Dives et importunus, ad umbram lucis ab ortu
Silvestrem flammis et ferro mitiget agrum?

Horat. Epist. Lib. II. Ep. II. v. 183. ◀Zitat/Motto

Verdaderamente que no puede uno admirarse lo bastante de que entre los mayores y mas juiciosos Filosofos de nuestros dias, haya habido quien se empeñase en atribuir todas estas diferencias á sola la educacion. Yo no dexo de conocer, y lo he dicho ya, que en efecto tiene mucha parte en ellas, [1110] y que la naturaleza no distribuye á los hombres las fuerzas y facultades con una desproporcion igual á la monstruosa diferencia que entre ellos vemos. Conozco que entre los riscos mas escarpados, en las mas humildes cabañas oculta la miseria Homeros, Scipiones, Aristoteles, y Licurgos. Pero esos hombres, que comparados al que cantó las furias de Aquiles y la prudencia de Ulises, al vencedor de Annibal, al Maestro de Alexandro, al Legislador de Sparta parecen apenas criaturas dotadas de razon; esos hombres, digo, serán siempre Homeros, Scipiones, Aristoteles y Licurgos, comparados á los compañeros de su miseria. Sus campos, cultivados con mas inteligencia, les producirán mas abundantes mieses: sus rebaños, tratados de un modo mas conveniente serán mas numerosos y lozanos; y ellos por consiguiente mas ricos.

La Naturaleza misma induce pues la desigualdad de las riquezas. ¿Y cómo no habia de inducirla, si su igualdad destruirá precisamente aquella [1111] otra igualdad, que es esencial á toda Sociedad civil, y si llevaria consigo una injusticia? ¿No seria injusta una compañia en la qual, siendo desiguales los capitales de los socios, se repartiesen no obstante por iguales partes las ganancias? Pues ahora: la Sociedad civil es una verdadera compañia; y, contribuyendo los que la componen al bien comun de igualmente, seria por tanto injusto que todos participasen de él con igualdad.

Pero dicen que de la desigualdad y del luxo que la es consiguiente proviene de un modo inevitable la vanidad, la dureza, la tirania de los poderosos para con los pobres, y el abatimiento, la humillacion, y la venalidad de estos para con aquellos. ¿Podrá suceder que los mas ricos no se abandonen, á una pereza encantadora? ¿Podrá un hombre en la ociosidad no imaginar á cada momento, nuevos placeres, nuevas comodidades? ¿Acostumbraráse á ellas sin atribuirlas cierto precio? ¿Comenzará á estimarse locamente, sin comenzar á tener en [1112] menos á los que permanecen en su primera simplicidad? . . . . . ¿No venderán estos sus servicios á aquellos, y su alma no será humillada? He aqui un buen numero de preguntas, á las quales es ocioso responder en respondiendo á la primera. Si: podrá suceder y avendrá en efecto, que los mas ricos no se entreguen á la pereza, siempre que para ser ricos, sea forzoso trabajar, y para conservar las riquezas adquiridas, ó no usar de ellas, ó continuar trabajando. Entonces no imaginarán á cada momento nuevos placeres, nuevas comodidades: no las atribuirán ese valor: no se estimarán locamente: no despreciarán á los menos ricos: ni el alma de estos será humillada. ¿Acaso porque todo esto se verifica entre nosotros, debemos creer que sucederà en donde quiera que las fortunas sean desiguales? ¡Ah! nuestra desigualdad no es mucho que produzca semejantes efectos; porque no es ella la que apetece la naturaleza y no es menos opuesta á sus intenciones, que lo seria la absoluta igualdad. ◀Ebene 3 ◀Ebene 2 ◀Ebene 1