Faksimile anzeigen

Zitiervorschlag: Anonym (García de Cañuelo, Luis; Pereira, Luis Marcelino) (Hrsg.): "Discurso LIII", in: El Censor, Vol.3\053 (1783), S. 97-110, ediert in: Ertler, Klaus-Dieter / Hobisch, Elisabeth (Hrsg.): Die "Spectators" im internationalen Kontext. Digitale Edition, Graz 2011- . hdl.handle.net/11471/513.20.399 [aufgerufen am: ].


[97] Ebene 1►

Discurso LIII

Zitat/Motto► Homo sum: humani nihil à me alienum puto.

Terent. Heautontimor. Act. 1. Sc. 1.

Soy hombre, y como à tal me toca todo
Quanto à los hombres toca de algun modo. ◀Zitat/Motto

Ebene 2► Selbstportrait► Quando en el primero de mis Discursos dibuxé mi retrato moral, ò mi caracter, hice puntualisimamente lo contrario de aquel famoso Pintor de la antiguedad, que queriendo adular à un Principe tuerto, le retrató de medio lado, ocultando con esta traza aquel defecto. Tambien yo me he pintado de medio lado; pero ha sido precisamente [98] por el peor, y disimulando aquello que tal qual tengo de bueno. Expuse al Público toda mi indocilidad, toda mi delicadeza, y toda la acrimonia de mi genio; mas nada dixe de una suma sensibilidad que tengo respecto de todo lo que me parece recto y ordenado. Qualquier cosa que halle conforme à las leyes de la razon causa en mí una conmocion extraordinaria, y me dá un placer mayor todavia que la ira que concibo quando alguna veo que les es opuesta. De manera, que si el numero de los desordenes no fuese tan enormemente mayor que el de las cosas ordenadas, el de los malos ratos que me dán aquellos podria muy bien compensarse con la intension de los buenos que me dán estas.

Si soy hombre à quien el mal gusto del peynado de una Dama incomóda mas que à ella el cuidado de conservarlo para el otro dia; para eso me encanta una muger con su peynado baxo proporcionadamente à su cara, y atado el cabello con un lazo bien hecho en [99] una castaña moderada. Si la representacion de una Comedia de Calderon, ù de Moreto me forma una apostema, tambien la simple lectura del Delinquente honrado me hace derramar lagrimas de gozo à un tiempo, y de compasion. Si no puedo en fin sufrir la portada del Hospicio, ni reducirme à ver segunda vez la de San Sebastian; tambien soy hombre, que me estaré un dia entero sin cansarme, y sin acordarme siquiera de comer, mirando la de un Edificio, que me parezca segun arte, y de buen gusto.

Mas lo que sobre todo me prenda, lo que me enternece sobre manera, lo que me dá un placer que no podré facilmente explicar, es una accion humana y generosa; el olvido de una injuria, un exemplo algo particular de fidelidad, de gratitud, de amor filial, conyugal, ò patriótico. Quando veo en Livio à Coriolano deponer las iras y las armas à la vista de su muger y de su madre: quando en Plinio veo aquella Joven Romana, que con la leche de sus pechos alimenta à su madre encarcelada y condenada à morir de [100] hambre: quando veo en Solis à aquellos dos Jovenes Mexicanos precipitarse à una muerte cierta, para envolver en su ruina al que creían autor de los males que afligian à sus conciudadanos: quando veo en Apiano al esclavo de Restion olvidado de los malos tratamientos recibidos, y despreciando los premios que de una muerte, que al mismo tiempo le vengaria, debia prometerse; conservar no obstante su vi da con tanta generosidad y tanto espiritu: quando veo en fin los otros esclavos, que no dudan salvar las de sus amos à costa de las suyas; es tal entonces la conmocion que siento, que el corazon dilatado parece quiere salirse del pecho.

Pero quando entre mis contemporaneos, entre mis compatriotas, y principalmente entre aquellos infelices para los quales la mala educacion, el abatimiento, y la miseria es un estorvo casi insuperable à la virtud, veo uno de estos exemplos de generosidad, entonces es quando mi contento llega à lo sumo: entonces quando no quepo dentro de mí mismo; entonces quando olvidado de los [101] vicios de mi especie, que casi me hacian aborrecerla, me doy la enhorabuena de ser hombre, y me alegro de haber nacido en el siglo en que nací, y de vivir entre las gentes entre quienes vivo.

Fabricio, aquel Fabricio que ocupa en algunos de mis Discursos un lugar tan distinguido, ¡quántas veces me ha hecho derramar lagrimas de gozo! ¡Quántas su generosidad arrebatandome fuera de mí mismo, me ha hecho prorrumpir sin libertad en demostraciones de júbilo, que me exponian à la risa de los que me observaban! La lastima es, que no siendo muy grande el numero de los Fabricios, tampoco estas conmociones son muy frecuentes. Con todo no es él el unico que me las causa. Ebene 3► Allgemeine Erzählung► No ha muchos dias que un hombre me ha hecho derramar lagrimas semejantes à las que aquel me suele arrancar. Era un Labrador de Ballecas venerable anciano, à quien en la edad de cerca de setenta años la pérdida de su muger, y una multitud de desgracias que à ella se siguieron, despues de reducirle de una fortuna razonable à la mayor es-[102]trechéz, privaron por ultimo de la vista. Ocho hijos que le quedaron, la mayor parte en muy corta edad, parecian deber ser un acrecentamiento de su miseria. Pero sea Dios bendito (decia él, regando sus lagrimas aquel semblante respetable) “que entre tantos padres à quienes no se oyen sino quejas de la ingratitud de los suyos, yo soy el dichoso que no tengo sino porque darle gracias de los mios. E1 mayor de ellos, de seis reales que gana trabajando en Madrid guarda inviolablemente los tres à su padre. El segundo, que está sirviendo, de quarenta y cinco que gana al mes me reserva asimismo los veinte. La mayor de mis hijas gobernaba la casa y cuidaba de sus hermanitos mas pequeños, hasta que, ya crecida la segunda y hecha capáz del mismo empleo, vino tambien ella à servir, y de veinte y ocho reales que gana me cede los diez y seis. Aunque pobre se le presentan algunos partidos no despreciables; pero ella à pesar de todas mis persuasiones y mis instancias los reusa todos, porque con su nuevo [103] estado no me falte à mí y à sus hermanos este socorro. Pues ese chico que vé Vm. ahí (y era un niño que rayaria en los doce años) ese chico, no se yo cómo lo pasaria si no fuera por él. Entre sus hermanos mayores le pudieron agenciar un borriquillo, y con él, el dia mas tempestuoso no le impide hacer à Madrid dos y à veces tres viages, de los quales volviendo cargado de boñiga que vende en el Lugar, no es el mas pequeño arrimo que tengo en mi vejéz. Asi gracias à mis hijos, ó mejor al que tan buenos me los ha dado, viejo, ciego, cansado, y lleno de enfermedades y de achaques, no echo menos las conveniencias que tuve algun dia.” Yo no sabré explicar la impresion que me hizo esta narracion de aquel buen viejo. Solo podré decir, que abrazando al muchacho, sin poder articular palabra, ahogada la voz con el mismo gozo, no podia resolverme à desprenderle de mis brazos. ◀Allgemeine Erzählung ◀Ebene 3

Ebene 3► Allgemeine Erzählung► Igual fue la sensacion que me hizo la discreta generosidad de aquel Caballero Asturiano, de quien se hizo mencion en [104] nuestra Gaceta habrá como tres ò quatro años, que lo que consideró podria gastar en festejos para la celebridad de sus bodas quiso mas bien repartirlo en muy decentes dotes para un cierto numero de doncellas pobres, que se desposasen al mismo tiempo que él precisamente con otros tantos Artesanos. Como si à mí me tocase alguna parte de aquel beneficio, participaba del placer de aquellas pobres gentes, è incorporandome con el animo en la alegre y festiva procesion en que volviendo de recibir las bendiciones nupciales, acompañarian à su bienhechor, mezclaba mis votos con los suyos por su prosperidad. Como si fuese yo quien hubiese hecho aquella buena accion, sentia todo aquel exquisito placer de que no podia menos de inundarse el corazon de aquel buen hombre, quando se considerase el principio de la felicidad de tantas personas; quando se imaginase el autor de la existencia de una infinidad de individuos del genero humano, que saldrian de aquellos matrimonios; quando se represen-[105]tase el objeto de las bendiciones que sobre él derramarian aquellos infelices que por él dexaban de serlo, y de las que le deberian hasta sus mas remotos descendientes. ◀Allgemeine Erzählung ◀Ebene 3 ◀Selbstportrait

Bien sé yo que esta prenda mia no es una cosa de que debiera gloriarme entre mis paisanos. La sensibilidad entre ellos pasa por flaqueza y afeminacion, y si por dicha se encuentra, es el objeto de su mofa y de su escarnio. De modo que es menester todo mi desfacho, y una frente de bronce como la mia, para que un hombre se atreva à confesar que se enternece, y ose dar soltura à las lagrimas que una buena accion tal vez le trae à los ojos. Es que casi toda la nacion está como aletargada, y ha caído en una insensibilidad, que en ninguno otro pueblo creo que haya llegado à tan alto grado.

La generosidad y el desinterés, lexos de excitar estas vivas conmociones que yo siento, se reputan por locura. A un hombre que piensa con alguna elevacion y con nobleza; que cumple con exactitud [106] y con un animo desinteresado las funciones de su empleo; que en sus acciones el fin que principalmente se propone es el servicio del Público, y el bien de los demás hombres; que todo lo que hace procura hacerlo con la mayor perfeccion posible: à un hombre asi se le llama un Philosofo, que es decir, un extravagante, un ridículo. Y la censura que en el Delinquente honrado hace Don Simon de la conducta de Don Justo no es mas que el comun modo de pensar de los que entre nosotros pasan por hombres de mas probidad, y mas honrados. Acuerdome, que quando se anunció en nuestra Gaceta el modo con que aquel Caballero Asturiano, de quien he hablado, celebró su boda, fue tal la frialdad è indiferencia con que esto se recibió, que no faltaba quien tuviese por cosa indigna el que con semejantes vagatelas (tal les parecia esta) se hiciesen sudar las prensas, y se ocupasen los papeles públicos. La Gaceta, decian comunmente, no merece leerse: nada trae de interesante. Ya se vé, si no [107] traía batallas, rotas, destrozos. Pero ¡quán diversas son las condiciones y los juicios de los hombres! Nada interesaba aquello à los demás: à mí me interesaban menos todos los triunfos de los mayores Generales.

Y cierto que este entorpecimiento es una cosa bien merecedora de admiracion. Porque al fin los hombres naturalmente no son asi. La naturaleza los unió à todos con tan estrechos lazos, que à no ser deshechos ellos, no pueden menos de hacerse los unos participantes de los gustos y de las penas de los otros. Nuestra misma máquina está dispuesta con tal artificio, que asi como de dos cuerdas unisonas no mas presto se toca à la una, que se perciben las vibraciones de la otra; asi tampoco podemos en otro ver una agitacion algo extraordinaria, sin que comunicandosenos instantaneamente experimentemos dentro de nosotros mismos igual agitacion. La risa de otro nos hace reir: el llanto nos hace llorar. Y el que no está acostumbrado à la sangre, si [108] repentinamente vé cortar el brazo de otro, echa sin libertad la mano al propio lugar del suyo que vé herido en aquel. Esto que por un admirable mecanismo sucede en nuestros cuerpos, sucede tambien aunque de otro modo, pero por un orden no menos admirable de la Providencia, en nuestros animos. Todos los hombres, aun aquellos que levantados à la cumbre mas alta del poder parecen exentos de las comunes leyes de la naturaleza, dependen, ò pueden à lo menos dando vuelta la rueda depender, unos de otros. Asi que, es preciso que sobre manera nos alegre qualquiera esperanza de ayuda que se nos ofrezca en las necesidades que pueden sobrevenirnos. Y el corazon propenso à hacer bien, que una accion generosa nos descubre en su Autor, no puede menos de darnos esta cierta esperanza de su parte, ni dexar por consiguiente de llenarnos de alegria. Por otro lado todos los hombres son de una misma naturaleza y semejantes entre sí; y por la reflexion que naturalmente hacemos [109] en esta nuestra semejanza y comunion de naturaleza, la perfeccion que una accion generosa nos hace advertir en quien la hizo, no puede sino representarsenos en nosotros mismos. Y el conocimiento de una perfeccion propia nos inunda siempre de placer; ò por mejor decir no hay placer que no consista en este conocimiento.

Asi que, es menester que alguna causa extraña haya terriblemente afloxado estos lazos con que nacemos unidos, para que hayamos llegado à un grado de insensibilidad como es el nuestro. Y la violencia de esta causa es por cierto preciso que sea bien extraordinaria, para que haya podido desunir de esta manera, no à una nacion del resto de los hombres, sino à los miembros de una sociedad entre sí mismos. Porque aunque estos lazos, que nos echó la naturaleza, comprehendan universalmente à todo el genero humano; con todo su fuerza es mayor entre aquellos que se tocan mas de cerca, bien asi como la atraccion de los cuerpos es tanto mas fuerte, quan-[110]to es menor la distancia que los separa. Un hombre está mas estrechamente unido à su familia, que à sus vecinos; à sus vecinos mas que à sus conciudadanos; y la union de estos entre sí es tanto mayor que la que tienen con lo restante de la especie humana, que para que llegue à deshacerse es necesaria una causa extraordinariamente poderosa capáz de arruinar y disolver la sociedad. ◀Ebene 2 ◀Ebene 1