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Zitiervorschlag: Anonym (García de Cañuelo, Luis; Pereira, Luis Marcelino) (Hrsg.): "Discurso LXIX", in: El Censor, Vol.4\069 (1785), S. sic-34, ediert in: Ertler, Klaus-Dieter (Hrsg.): Die "Spectators" im internationalen Kontext. Digitale Edition, Graz 2011- . hdl.handle.net/11471/513.20.371 [aufgerufen am: ].


[21] Ebene 1►

Discurso LXIX

Zitat/Motto► Decipimur specie recti . . . . . 

Horat. Art. Poet. v. 25.

Nos engañan del bien las apariencias. ◀Zitat/Motto

Ebene 2► Metatextualität► Algunos de mis Lectores no han querido creer lo que he dicho en mi Discurso L. del particular talento que poseía mi Padre, de soñar metódica y ordenadamente. Lo han tenido por una ficcion unicamente inventada para llenar el pliego, que no podia ocupar el sueño que publiqué allí. Yo á la verdad no creía haber sido hasta aquí convencido de mentira alguna pa-[22]ra que me tubiesen por embustero; y estaba persuadido á que bastaría que yo digese una cosa, que aunque extraordinaria no era del todo increible, para que se me creyese sobre mi palabra. Mas ya que es preciso dar pruebas, voi á copiar aquí uno de los sueños de mi Padre, que se halla entre sus papeles. Lo hago con tanto mas gusto, quanto éste será un medio de averiguar por la comparacion que de él haga el Público con los mios, si me lisongeo ó no, creyendo que me le parezco en algo. Si algun Lector creyese que aun ésta podrá ser una ficcion, no tiene mas que proponer su recelo en alguna de mis Librerías. Allí se le mostrará el original en forma tan autentica, que no le quede la menor duda de que la siguiente es una pura copia. ◀Metatextualität

Ebene 3► “Nos son tan poco conocidos nuestros defectos y nuestros yerros, que muchas veces los tomamos por pruebas y señales de nuestro merito. En [23] medio de sus malos efectos, nos tranquiliza esto; nos aníma á manifestarlos, á aumentarlos, y finalmente á hacer vanidad de ellos. De aquí es, que las chîmeras mas incomprehensibles, las diversiones mas ridiculas, y las acciones mas extravagantes, nos producen mil placeres, y nos exponen á los ojos de los demás en un punto de vista, de que creemos poder gloriarnos. Es cierto, que este estado de vanidad y satisfaccion mal fundada, tiene mientras dura un no sé qué, que nos encanta: y que los mas sabios han escogido un mundo chîmerico para describir sus delicias, al qual llamaron el Paraíso de los locos.

Acaso parecerá á algunos poco exâcto este último pensamiento, y que podria aplicarse á otra cosa que la que yo intento. Pero no quiero detenerme en esto, pues me ha sucedido ultimamente caer yo mismo en una vision.

[24] Ebene 4► Allegorie► Creíme trasportado á una verde y florida montaña de mui facil acceso. Con lagañosos ojos el Error, y con muchas cabezas la Opinion vulgar, ocupandose en sortilegios, y haciendose amar por sus encantamientos, habitaban en lo alto de la montaña que me pareció mui dilatada. Una infinidad de personas que caminaban por dos diferentes sendas, iba á encontrarles. Algunas que parecian mas altivas y de un genio mas decisivo, iban derechas al Error, sin esperar ningun guia. Pero otros, cuyo caracter parecia mas mitigado, se dirigían primero á la Opinion vulgar, que despues de haberles llenado la cabeza de elogios, los enviaba al Error.

Quando llegamos á la cumbre de la montaña en que habitaba la Opinion, vimos allí á muchos hombres con quienes conversaba, y que habian llegado antes que nosotros. Su voz era agradable: esparcía una [25] agradable fragancia quando hablaba; y no parecia sino que tenia una lengua distinta para cada uno de los que la oíamos. Cada uno de nosotros se imaginaba que le elogiaba particularmente, y que le prometía un paraíso en recompensa de su merito, lo que nos obligó á seguirla hasta que nos introduxese en aquella bienaventurada habitacion. Observé en el camino, que todos nos atribuíamos grandes talentos: que nos alababamos á nosotros mismos; y los unos á los otros; y que despreciabamos á los que no creíamos adornados de ellos, ó que nos persuadiamos no los poseían en tan alto grado como nosotros.

Acercamonos en fin á un cenador formado de arboles, cuyas ramas enlazadas unas con otras, hacian un texido mui espeso. Sentado el Error á la entrada en un paraje que el arte habia obscurecido un tanto, estaba vestido con un ropaje [26] blanquecino, para disfrazarse, y contrahacer con mas propiedad á la Verdad. Como esta está siempre cercada de una luz que brilla á los ojos de sus adoradores, y que les sirve para descubrir las bellezas de la naturaleza; asi tambien el otro se servia de una varilla magica para imitarla de algun modo, y entretener con ilusiones á sus sectarios. Despues de haber levantado su varilla y murmurado entre dientes algunas palabras, quiso regalarnos con una gloriosa aparicion. Volvimos los ojos hácia la parte del Cielo que nos señalaba, y vimos en ella un objeto azulado y sutil, que se iba desvaneciendo poco á poco, asi como en la cumbre de los montes se disipan en el Estío las nieblas á medida que el Sol adelanta en su carrera. Pareció en fin á nuestra vista el Palacio de la Vanidad. Este edificio que se levantaba sobre ondeadas nubes que le servian de cimiento, no se soste-[27]nia sino por virtud magica. El camino por donde subimos á él, era tan variado como el Iris, y el dulce Zefiro que soplaba al rededor de nosotros, encantaba los sentidos. Las paredes de este edificio no estaban doradas sino en apariencia, su redonda boveda se parecia á una de aquellas ampollas que se levantan en el agua, y sus columnas inferiores sumamente delgadas y ligeras, eran del hermoso orden corinthio.

Llegados que fuimos á la puerta, la qual hallamos franca y sin guardia alguna, fundado cada uno en su pretendido merito, entramos todos sin esperar á que nadie nos conduxese. Hallamos en la sala diversas fantasmas, que despues de haber vagado un rato de una parte á otra, se juntaron cada una á aquellos de nosotros, cuyo modo de pensar adoptaba. Vi allí á la Nobleza decadente, que de todas las hazañas de sus antepasados, nada tenia que [28] producir mas que un escudo de armas viejo. La Ostentacion, que no abria la boca sino para alabarse á si misma. Y la Galantería, que andaba siempre de puntillas. En la testera del Salon, y debaxo de un magnifico dosél, enriquecido con quanto puede imaginarse mas hermoso y brillante, habia un trono en que adornada de plumas de pavon, estaba sentada la Vanidad, á quien miraban sus admiradores como una Venus. El muchacho que tenia al lado para servirla de Cupido, y que obligaba á todos á que se postrasen delante de ella, se llamaba Capricho. Mirabase con freqüencia á sí mismo, atendiendo mui poco á los objetos que le rodeaban, y tomaba todas sus armas de aquellos mismos á quienes queria vencer. La flecha que disparaba contra el Soldado, iba guarnecida de la pluma de su mismo sombrero. Las alas del dardo que arrojaba contra el literato, eran hechas de [29] las mismas plumas con que éste solia escribir; y la punta del que asestaba contra los ricos, llenos de su merito, era de oro, ó plata que sacaba de sus propios cofres. Enlazaba á los Políticos en redes hechas de sus propios artificios Ablandaba el corazon de las beldades con el fuego que tomaba de sus ojos: é inflamaba la ambicion de los oradores con los los [sic] rayos y relampagos que salian de su boca. Veíanse al pie del trono tres fingidas Gracias. La Lisonja con una concha de arreból en la mano, la Afectacion con un espejo, y la Moda que mudaba á cada instante la disposicion y figura de su ropa. No era otro la ocupacion de éstas, que mantener las conquistas del Capricho, y cada una por su parte empleaba en ello toda su arte. La Lisonja daba á todo nuevos colores. La Afectacion, nuevos modos, nuevas apariencias, que segun decian, no eran comunes; y la Moda no se con-[30]tentaba con encubrir algunos defectos naturales, sino que añadía en lo exterior algunas bellezas postizas.

Ocupado como estaba en reflexîonar sobre lo que pasaba á mi vista, oí que se levantaba entre nosotros una voz, la qual deploraba el triste estado de los hombres, que infatuados por la Opinion, engañados por el Error, y animados por el Capricho, se abandonaban de aquella suerte á todas las supercherias de la Vanidad, hasta que al cabo venian á caer en poder de la Vergüenza, y la Pobreza. Apenas fue escuchada esta voz, quando causó un general desorden; é inmediatamente apareció un venerable anciano de semblante grave y resuelto, á quien se queria castigar por haber proferido aquellas palabras. Me pareció dispuesto á abrir la boca para defenderse y dar razon de su hecho. Pero ninguno advertí que quisiese darle oídos. La Vanidad le miró, sonriyendose des-[31]deñosamente. El Capricho, con enojados ojos. La Lisonja, que reconoció luego ser la Franqueza, se cubrió la cara con una mascarilla, y le volvió la espalda. La Afectacion sacudió su abanico, le hizo una mueca, y le trató de envidioso, y de embustero. Y la Moda le dixo que era quando menos, un desatento, un mal criado. Burlado asi, despreciado de todos, fue arrojado de aquel lugar por haber hablado mal de personas, que hacen figura en el mundo; y de comun acuerdo, fue resuelto que se le tratase siempre de la mísma manera en qualquiera parte que se hallase. Por lo que á mí toca, desde luego habia conocido la verdad de sus primeras quejas. Pero aún dudaba del cumplimiento de sus últimas palabras; quando he aqui, que siento de repente un gran ruido á la parte de afuera, y veo la puerta rodeada de una tropa de harpías. Entran inmediata-[32]mente la Rabia, la Desconfianza, seguidas de la Turbacion, de la Vergüenza, de la Infamia, del Desprecio, y de la Pobreza. Desapareció entonces la Vanidad con su Cupido y sus Gracias, y todos sus vasallos se pusieron en huida para ocultarse en agujeros y rincones. Ebene 5► Dialog► Pero, segun me dixo uno de los concurrentes, que se hallaba á mi lado, algunos hubo que fueron condenados á prison, ó á vivir en compañía de mui pocas gentes, que es decir, á profesar las Artes mecanicas, y los mas viles empleos de la vida civil. Mas estos, añadió con desdén, son aquellos que querian habitar en este Palacio, no correspondiendo su merito y sus riquezas, ni á la magestad del lugar, ni al porte que en él se debe tener. Iguales escenas á la que acaba de suceder, hemos visto ya mas de una vez. Pero esperad á que haya pasado el tumulto, y volvereis bien presto á ver la pasada magnificencia. Pareció-[33]me éste un hombre incorregible; y temiendo que deteniendome en aquel lugar, me cogiesen como á los otros, le dí gracias por su consejo, y tomé la puerta, á la qual escarmentados algunos con lo sucedido á los demás, habian ya concurrido. ◀Dialog ◀Ebene 5 Todos ellos habian despreciado antes los discursos de la Franqueza. Pero luego que se asomaron á la puerta, se quedaron admirados al ver que estaba disipada la ilusion del Error, y que todo el edificio estaba suspendido en el ayre sin algun fundamento sólido. Vimos luego con pavor, que solo un salto sumamente peligroso, podia sacarnos de allí; y yo me arrepentí mil veces de mi mal entendida curiosidad que me habia puesto en tal peligro. Por otra parte, á medida que se disminuía la buena opinion que teniamos de nosotros mismos, me pareció que se achicaba el Palacio con nosotros; y que quando nos hubimos reducido al justo grado de estima-[34]cion que nos era debido, tocó la tierra aquella parte del edificio en que nos hallabamos, y desapareció asi como salimos de él. Yo no sé si los que quedaron dentro se hicieron cargo de nuestra salida. Pero no me lo pareció entonces. ◀Allegorie ◀Ebene 4 Sea de esto lo que fuere, aqui se acabó mi sueño, que me ha dado motivo para reflexionar toda mi vida sobre los funestos efectos del Error, y de la Vanidad.” ◀Ebene 3 ◀Ebene 2 ◀Ebene 1