Zitiervorschlag: Anónimo (Hrsg.): "Número IV", in: El Filosofo à la Moda, Vol.1\004 (1788), S. 75-96, ediert in: Ertler, Klaus-Dieter / Hobisch, Elisabeth (Hrsg.): Die "Spectators" im internationalen Kontext. Digitale Edition, Graz 2011- . hdl.handle.net/11471/513.20.336 [aufgerufen am: ].


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Número 4

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Leccion VII

Á los que Desean Alargar el Tiempo.

Zitat/Motto►  . . . . . Hoc est.
Vivere bis, vita posse priore frui.

Mart. Lib. X. Epig. XXIII. ◀Zitat/Motto

Ebene 3► Metatextualität► El último medio que propuse en la Leccion anterior para emplear bien el tiempo que causa tanto desabrimiento á los ociosos, fué aplicarse á inquirir nuevos conocimientos. No hay ciencia que por sí sola no sea capaz de ocupar toda la vida de un hombre, aun quando fuera mas larga.

No quiero empeñarme aquí en tratar de la utilidad de las ciencias, de la ilustracion que dan á nuestro entendimiento, de los medios de adquirirlas, y tampoco recomendaré ninguna en particular. Estas son cosas tan controvertidas, que será mejor [76] 1 otro punto ménos comun y mas agradable.

Ya he demostrado que el tiempo que se pierde en el ocio, es el mas largo y mas enfadoso. Ahora procuraré manifestar, que el tiempo empleado en el estudio, en la lectura, y en la adquisicion de nuevos conocimientos es largo sin ser molesto; y esto nos descubrirá un medio para alargar la vida, y volverla toda en nuestro provecho.

La reflexîon que hacemos sobre las imaginaciones que en nuestra fantasía suceden una á otra, nos da una idea del tiempo. Por esto un hombre que duerme sin soñar, no tiene ninguna imaginacion, ni halla la menor distancia desde el momento en que cesa de pensar, quando queda dormido, al momento en que vuelve á pensar quando despierta. Yo no pongo duda que un hombre despierto experimentaria lo mismo, si le fuese posible no tener mas que una sola idea [77] en la imaginacion, sin que otro pensamiento llegase á estorbarla. Vemos continuamente á ciertas personas que se aplican con gran cuidado, por muchas horas á la meditacion de algun punto, sin echar de ver aquella sucesion de varias ideas, que ínterin han meditado les han pasado por la imaginacion; dexan huir una buena parte de aquel tiempo, sin conocerlo, y lo hallan despues mucho mas corto de lo que en sí mismo ha sido.

Podemos adelantar mas este pensamiento y decir que un hombre abrevia su tiempo, quando no piensa en nada ó en pocas cosas; y que alarga su tiempo quando se ocupa en varios objetos, ó repasa en su imaginacion una pronta y constante sucesion de ideas. En efecto, si la idea que tenemos del tiempo procede de la reflexîon, que hacemos en la sucesion de imaginaciones que se presentan á nuestra fantasía, y si esta sucesion puede acelerarse ó retardarse has-[78]ta el infinito, varias criaturas pueden tener diferentes ideas en el mismo espacio de tiempo á medida, que sus imaginaciones suceden unas á otras, con mas ó ménos prontitud; y así puede haber alguno que halle una media hora tan larga, quanto á otro parezca largo un año, y que mire un minuto como una hora, como una semana, como un mes, y tambien como un siglo.

Hay en el Alcoran un capítulo, donde parece que Mahoma no tenia una fantasía tan pobre: refiere Ebene 4► Exemplum► “que una mañana el Angel Gabriel le levantó de la cama, para llevarle á contemplar lo que habia en los siete cielos, en el paraiso, y en el infierno; que todo lo vió distintamente, y que despues de haber tenido ochenta mil conferencias con Dios, el Angel le volvió á poner en su cama.” El Alcoran añade, que todo aconteció en tan poco tiempo, que á la vuelta del falso profeta, la ca-[79]ma no habia perdido todavía el calor que tenia ántes de haber sido arrebatado, y que el agua de una vasija que se vertió á su salida, aun no habia acabado de derramarse por el quarto. ◀Exemplum ◀Ebene 4

Tienen los Turcos una novela muy agradable, tocante al particular de esta aventura de Mahoma, que tiene alguna relacion con mi asunto.

Ebene 4► Utopie► “Un Sultan de Egipto, que era infiel, se reia á menudo de tal acaecimiento, teniéndolo por imposible y absurdo. Un dia hablando con un famoso Doctor de la ley de Mahoma, que tenia el don de los milagros, el Doctor le dixo, que le convenceria bien pronto de tanta verdad, si quisiese acercarse á un gran vaso de agua que allí habia, meter su cabeza en él, y quitarla inmediatamente. Consintió el Sultan, pero apénas puso la cabeza en el agua, se halló á los pies de una montaña á orillas del mar. No le [80] valió blasfemar contra el Doctor que le trataba con tanta crueldad, por medio de algun encanto ó arte mágica; conoció luego que no habia otro remedio, sino buscar el modo de ganar la vida en aquel desconocido pais. Por tanto recurrió á unas gentes que labraban una huerta, no muy distante; éstas le lleváron á una Ciudad cercana, en donde despues de algunos acaecimientos, se casó con una muger rica y hermosa. Vivió con ella tanto tiempo, que tuvo siete hijos y siete hijas; mas reducido por ciertas desgracias á una deplorable miseria, se vió obligado á echarse á mozo de esquina para irla pasando. Un dia en que sumamente afligido paseaba á orillas del mar, pensando en sus dolorosas aventuras, se resolvió á ofrecer sus oraciones á Dios, y hacer la ablucion según manda la ley de Mahoma. Se quitó pues los vestidos, se metió en el agua, y apénas sa-[81]có la cabeza, se halló en su Palacio cerca del vaso grande de agua, rodeado de sus grandes, y el Doctor á su lado: no dexó de reconvenirle agriamente sobre las duras y largas calamidades que le habia hecho sufrir; pero quedó sorprehendido al oir que quanto decia era una pura ilusion y un sueño; que no se habia movido de aquel parage, y que no habia hecho otra cosa sino poner la cabeza en el agua, y quitarla quasi á un mismo tiempo. El Doctor Mahometano se aprovechó de la ocasion para enseñarle que nada es imposible á Dios; y que si en su presencia mil años no son mas que un dia, puede quando le agrade, hacer de modo que un dia ó tambien un solo instante parezca á muchas criaturas suyas, tan largo como millares y millares de siglos.” ◀Utopie ◀Ebene 4

Dexo á mis Lectores el cuidado de comparar esta fábula mahometana, con lo que he dicho arriba. Para que [82] haga yo la aplicacion, les rogaré solamente reflexîonen sobre los medios que hubiera de alargar en algun modo la vida, mas allá de los términos que la naturaleza ha señalado, aplicándonos con ardor á extender nuestros conocimientos.

El mentecato se fastidia, se cansa en seguir sus pasiones; el sabio se divierte en meditar sus ideas. El primero halla largo el tiempo porque no sabe donde emplearle; el segundo le halla tambien largo, porque distingue todos sus momentos con algun pensamiento útil ó agradable; es lo mismo que decir: uno nunca lo disfruta, el otro siempre lo aprovecha.

¿Qué diferencia se halla entre estos dos hombres, que han envejecido, el uno en el estudio y en la sabiduría, y el otro en el ocio y en la ignorancia, quando vuelven los ojos ácia su vida pasada? El último no halla en todo su dominio sino estériles montañas y espantosos desiertos, capaces [83] de inspirar aflicion y horror; mas el primero contempla unos dilatados y deliciosos paises, adornados de varios y agradables jardines, de verdes prados y fertilísimos campos; de modo que quasi no puede mirar hácia el mas mínimo ángulo de la tierra, sin hallar en ella una planta singular ó una hermosa flor. ◀Metatextualität ◀Ebene 3 ◀Ebene 2

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Leccion VIII

Á los que Dicen Mal de las Mugeres.

Zitat/Motto► Dat veiam corvis, vexat censura columbas. ◀Zitat/Motto

Ebene 3► Metatextualität► Ebene 4► Allgemeine Erzählung► Todas las personas de uno y otro sexô que afectan discrecion y cortesía, tienen á sumo honor visitar á mi Señora Doña . . . . . Esta Señora ha llegado á aquel periodo de su vida, que la pone á cubierto de las ligerezas de la mocedad y la exîme de los achaques de la vejez. Su conversacion está mezclada de prudencia y alegría, que agrada tanto á los mozos como á los viejos. Es una Señora despejada y sincera, y no se encuentra en ella cosa reprehensible. No tiene pasion amorosa, ni el tropiezo de la ambicion, y esto es causa de que cada uno la hable con plena libertad sobre todo lo que concierne á la propia pasion, ó al interes.

[85] Ha pocos dias que fuí á visitarla, introducido de antemano en su casa por medio de un amigo, que la empeñó inmediatamente permitirme fuera alguna vez á ponerme á sus pies, baxo el concepto de ser un hombre de bien y sin malicia. Hallé solamente á un Caballerito grande hablador. Este, á mi llegada, apénas se levantó para saludarme friamente, y sin perder tiempo ni hacer mas caso de mí, volvió á proseguir la conversacion que ántes tenia con la Señora. El punto era, lo que ya se dexa discurrir, la constancia en el amor. Tenia una admirable facilidad y portentosa memoria en repetir todos los dias una misma cosa. Sostenia su tesis maravillosamente con pasos de aquellas comedias y seguidillas que tratan de la perfidia y ligereza del bello sexô. Acompañaba sus expresiones con desconcertados ademanes y carcajadas fuera de tiempo. Tambien me parece que hablaba mas de lo que acostumbraba, aca-[86]so para insultar mi silencio ó para distinguirse é insinuarse al buen gusto de madama. Sea lo que fuese, esta discreta y prudentísima Señora, le quiso interrumpir muchas veces, pero no lo pudo lograr, hasta tanto que el vano y tonto Caballero no concluyó la narracion, ó por mejor decir, alteró la célebre aventura de la Matrona de Grecia.

Yo bien ví que la Señora se picó de aquella chanza, como de una afrenta hecha á su propio sexô. ◀Allgemeine Erzählung ◀Ebene 4 Siempre he observado lo mismo: las Señoras son mas sensibles á las invectivas que las embisten en general, que los hombres quando se les acomete en comun. Sea que las mugeres son mas delicadas en materia de honor, ó sea qualquiera otra la causa, la buscarémos á su tiempo, quando se ofrezca una Leccion sobre el particular; ahora prosigamos diciendo, que habiéndose la Señora sosegado un poco, respondió al Caballero en estos términos: Ebene 4► Allgemeine Erzählung► Se-[87]ñor, nos habeís contado unas novedades que absolutamente son del dia. No ha todavía tres mil años que han sucedido. Confieso que seria atrevida pretension la mia, ó de qualquiera que lo intentara, el ponerse con vos á disputas; sin embargo permitidme deciros, que vuestras palabras y las autoridades que aducis, llaman á mi memoria la fábula del hombre y del leon. El primero, para dar una señal de su superioridad, enseñó al segundo un quadro en que estaba pintado un leon aterrado por un hombre; pero aquel noble y generoso bruto respondió: Entre nosotros no hay pintores, que si los hubiera, pudieramos hacerte ver que los leones han muerto á cien hombres, por cada leon que los hombres han matado. La aplicacion es fácil: vosotros disfrutais la posesion del derecho de manejar la pluma, y podeis á vuestro gusto obscurecer el honor de las mugeres, sin que nosotras tengamos poder para volveros igual favor. En vues-[88]tro discurso habeis repetido diez veces á lo ménos, que la simulacion y el engaño es el fondo natural de las mugeres: que el método de encubrir los sentimientos forma la parte principal de nuestra educacion. Estas invectivas y otras del mismo estilo, se hallan sembradas en algun Escritor de cada siglo. Estos por algun desprecio ó afrenta recibida de una muger particular, han querido vengarse de todo el sexô en general. El célebre Petronio, merece sin duda que se le coloque en el número de dichos autores, por haber sabido inventar con tanta facilidad las circunstancias que agravan la fragilidad de la célebre Efesina; mas para exâminar la qüestion que subsiste entre los dos sexôs, y que siempre ha servido de objeto á las disputas ó á las chanzas, desde que hay hombres y mugeres en el mundo es necesario tomar aquellos hechos verdaderos que nos refieren algunos autores simples [89] y naturales, que no tuviéron ni genio ni talentos para hermosear sus historias. ◀Allgemeine Erzählung ◀Ebene 4

Leia dias hace la relacion de la Barbada que el honesto Ligon ha dado al público, y me acuerdo haber hallado un hecho, que puede contrarestar al que tanto habeis decantado. Oidle pues con atencion.

Ebene 4► Allgemeine Erzählung► Thomas Inkle, hijo tercero de un rico Ciudadano de Londres, de edad de veinte años se embarcó en las Dunas, el dia diez y seis de Mayo de 1647. en un baxel llamado el Aquiles, destinado para las Indias Occidentales. Emprehendió este viage con pensamiento de enriquecerse por medio del comercio, y poseia todos los talentos necesarios para lograr sus deseos. Era tan práctico en las cuentas, que á una plumada calculaba fácilmente si habia provecho ó descalabro en qualquiera negociacion. En pocas palabras, su padre nada omitió para inspirarle con tiempo amor á [90] una decente codicia á fin de distraer su natural ardiente de las demas pasiones. Acompañaba á esta cultura de ánimo un cuerpo bien hecho, tenia el rostro blanco, el aspecto vigoroso y robusto, la cavellera dorada, y abundante le caia con estudiado descuido por los hombros. En el curso del viage sucedió que faltáron víveres en el baxel, y para hacer nuevas provisiones, entró en un pequeño puerto de las costas de América. Thomas con otros muchos Jóvenes Ingleses baxó á tierra, y sin reparar en una partida de Indios que se habian escondido en un bosque para acometerlos, se alejáron demasiado de la costa, y los Indios se echáron sobre ellos pasándolos quasi todos á cuchillo. Thomas tuvo la fortuna de huir con algunos de sus compañeros á un bosque, en el que oprimido del cansancio, y falto enteramente de fuerzas se tendió solo en un pequeño cerro, apartado del parage de la [91] refriega. Apénas se habia echado, quando una Jóven India, que salió de una choza cercana, le vino á encontrar. Los dos quedáron sorprehendidos, y no tardáron en mirarse con ojos amorosos. Si la figura, facciones y gracias, aunque silvestres de la Americana desnuda, alucináron al Europeo, ella no quedó ménos ofuscada del ayre y talle del Ingles vestido de pies á cabeza. Tanto se enamoró de él que temerosa de su vida, le llevó á una gruta oculta, y despues de haberle regalado unas exquisitas frutas, tuvo el cuidado de llevarle á un manantial de agua dulce, para que apagase la sed. Miéntras practicaba estos buenos oficios, se iba tomando la diversion, ya de contemplar los dorados cabellos del mozo, comparándolos al color de sus manos, ya en abrirle el chaleco para ver su pecho, riéndose y burlándose de él, quando se lo queria ocultar. Esta India llamada Jarico, era sin duda persona de [92] distincion, pues comparecia todos los dias con collares nuevos, y con manillas formadas de conchitas, guarnecidas con vidrios. Muy á menudo regalaba á nuestro Ingles cantidad de ricos dones. Ademas, la gruta del jóven estaba toda colgada de pieles, adornadas con plumas de preciosos colores que se hallan en aquel abundante pais. La compasiva India para tener contento á su amante prisionero, se atrevia alguna vez á llevarle entre dos luces, ó al resplandor de la Luna, á ciertos bosques remotos ó soledades agradables; y despues de haberle mostrado un parage seguro, en donde pudiese dormir con tranquilidad al suave mormullo de las aguas, ó al dulce canto de los ruiseñores, se ponia de centinela ó le tenia dormido entre sus brazos, y le despertaba apénas corria el menor riesgo de ser descubierto, por los bravos hombres habitadores de aquel pais. Así pasáron el tiempo en amo-[93]rosos entretenimientos hasta que habiendo su necesidad inventado un lenguage, para poderse reciprocamente entender, el jóven dixo á la India: “yo seria el hombre mas feliz, si pudiera llevaros á mi tierra y gozar vuestra amable compañía á vista de mis parientes, y deudos: allá vestiriais á nuestra moda unas hermosas estofas, sin comparacion mas ricas que el paño de este mi vestido: en mi pais las personas de suposicion como vos, no andan jamas las calles por sus pies; unos animales grandes que llamamos caballos, tiran unas casas portátiles, y van ó se dirigen á donde se quiere; dentro de ellas estariais bien resguardada del frio y del agua; y allá respetados de todos viviriamos seguros en magníficos palacios, léjos de los peligros y temores, que al presente nos sobresaltan.” La buena de Jarico, que de corazon queria á Thomas, creyó todas sus expre-[94]siones; ya habian pasado algunos meses entre las imaginarias delicias de este mundo infeliz, quando nuestra India descubrió un baxel en aquella costa, por lo que conforme á las instruciones [sic] que su amante la tenia dado, hizo varias señales á los que lo mandaban. Llegada la noche, fuéron los dos á la playa, tuviéron el consuelo de hallar á bordo del mismo navío algunos Ingleses, que iban á la Barbada. Con la esperanza de verse prontamente fuera de riesgos y libres de aquellas inquietudes que los agitaban, y de gozar un bien ménos interrumpido, se embarcáron; pero á medida que se iban acercando á la isla, el jóven Thomas, pensativo y melancólico, reflexîonaba sobre el tiempo que habia perdido, y se entretenia calculando quantos intereses habia dexado de producirle su caudal, que se hallaba en el otro baxel sin giro tantos dias. Para ponerse pues en estado de reparar las pérdidas, y dar [95] buena cuenta de su viage á los parientes y amigos, apénas llegó al puerto, determinó deshacerse de Jarico. Luego que dió fondo el baxel, se tuvo una pública feria á la orilla de la mar, para vender los Esclavos Indios y Negros como nosotros practicamos aquí con los caballos, bueyes, cerdos, &c. Bien pudo aquella infeliz llorar, maltratarse el rostro y el pecho, arrancarse los cabellos, representarle que seducida de sus promesas habia abandonado su casa, su pais, sus parientes y otras mil cosas, que en línea de justicia, de equidad, de pudor, por el cariño que naturalmente tenemos á nuestras entrañas, debia haber respetado, pues le decia hallarse en cinta de él, nada le movió; insensible á todas las voces de la naturaleza, y preocupado del solo interes, se aprovechó de esta última noticia para sacar mayor suma de ella, y la vendió á un mercader de carne humana de aquella colonia. ◀Allgemeine Erzählung ◀Ebene 4

[96] Me causó tanta afliccion la narrativa de este lastimoso suceso, que con lágrimas en los ojos, hice una apresurada cortesía, y salí del quarto. Lo que sin duda en aquella triste ocasion causaria á mi Señora Doña . . . . . mas complacencia, que si me hubiera detenido en superfluos cumplimientos é inútiles ceremonias. ◀Metatextualität ◀Ebene 3 ◀Ebene 2 ◀Ebene 1

1Die Originalseitenzahlen wurden korrekt übernommen. Im Originaltext werden jedoch bei der Seitennummerierung zwischen Número 3 und Número 4 Seitenzahlen ausgelassen und mit S.75 fortgesetzt.