Perpetuam: sævis inter se
convenit ursis.
Juven. Sat. XV. v. 163.
En oposicion á esta tertulia, se formó otra compuesta de varios
esque-
Despues de haber hablado de estas tertulias, no puedo ménos de
decir alguna cosa de otra muy perjudicial, que se estableció á
fines del siglo pasado, con el título de Matones. En esta no podia ser admitido aquel, que á lo
ménos no
Es digna de lastima otra clase de tertulias establecidas en este siglo, y que en el dia
son de moda. No se admiten en ellas mas que gentes acaudaladas,
y de mucha suposicion: su instituto es de los mas extraños, pues
consiste en sentarse al rededor de Matones.
Hay otras muchas tertulias modernas,
fundadas sobre comer y beber, dos puntos en que estan de acuerdo
la mayor parte de los hombres. En esta el sabio, el ignorante,
el animoso, el cobarde, el Filósofo y el bufon, pueden exercer
sus funciones. Sus títulos en fin son tan numerosos y varios,
que seria largo y dificultoso solamente nominarlos: los toman ó
del parage ó del fundador, y alguna vez tambien de las
circunstancias. Quan-
dos quartos que se juntan en esta
hostería, para conservar una buena armonía y vecindad.”
Estos artículos estan concertados con la mira de mantener las
buenas costumbres entre los individuos de esta pequeña asamblea,
por lo que me parece gustarán á qualquiera que los lea.
Spem longam receses: dum loquimur fugerit
invida.
Ætas; carpe diem, quam minimum credula postero.
Hor. Lib. I. Ov. X. 6.
Séneca, de la celeridad con que vuela el
tiempo; y á pesar de eso, ignoramos como emplearle ó disponer
buena parte de él. Nuestra vida, añade,
se pasa sin hacer nada, ó por decir mejor, sin hacer nada de lo
que debriamos. Nos quexamos continuamente de que nuestros dias
son breves, y vivimos como si debiesen ser eternos.
Si se divide la vida de casi todos los hombres en veinte partes
iguales, se hallarán á lo ménos diez y nueve, que son como
grandes vacíos, en los que no se aplican, ni á la diversion, ni
á los negocios. No pongo en este número los que viven en un
continuo movimiento; pero sí aquellos que se han dedicado al
descanso; y
El primero de estos medios, es el exercicio de la virtud. Tomando
esta palabra de virtud en su mayor
extension, las solas virtudes que miran á la sociedad, pueden
ocupar las personas mas industriosas, y subministrarlas tantas
operaciones, quantas puede llevar la mas activa vida del mundo.
Quasi no pasa dia en que no podamos practicar las obligaciones ú
obras buenas de enseñar á los ignorantes, socorrer á los pobres,
y consolar á los afligidos: suele presentarse ocasion de moderar
la violencia de una faccion, de hacer justicia á un hombre de
mérito; de apaciguar á un envidioso; de reducir á los términos á
un obstinado.
Todas estas obras buenas, se hallan tan conformes á la vida humana, que deben precisamente causar una grande satisfaccion á los que las practican con la debida prudencia.
vacío, en que uno se halla, quando está
solitario en su quarto, léjos de las confusiones y bullicios del
mundo. Esta es la que obliga á todas las criaturas racionales á
comunicar con el autor de su exîstencia. El hombre que siempre
se reconoce en presencia de Dios, goza de una continua
satisfaccion; su buen humor jamas le abandona y á cada instante
le arrebata, por decirlo así, un suavísimo placer de hallarse
con el mejor y mas querido de sus amigos. A un hombre tan feliz
nunca se le hace largo el tiempo, porque nunca se halla solo,
ántes en las horas en que los demas estan ociosos, su alma tiene
la mas agradable ocupacion. Apénas dexa la companía de los
hombres, se conmueve de gozo su corazon: su amor se inflama; su
esperanza se redobla; se enciende de cariño y de piedad,
experimentando la proteccion del Criador, y pone todas sus
amarguras en
El exercicio de las virtudes no se ciñe solamente á ocupar á los hombres en esta vida: lleva sus influencias mas allá del sepulcro; y el alma experimentará por una eternidad los buenos ó malos efectos de las virtudes, ó vicios que hubiere practicado en este mundo. Esto nos subministra otro muy poderoso motivo para empeñarnos mas y mas en el cumplimiento de esta nuestra obligacion.
Si un hombre no tiene mas que un pequeño caudal para sustentarse,
y se le proporciona ocasion de emplearle todo con gran
beneficio, ¿qué dirémos si retira, ó pierde de una vez las diez
y nueve partes, y acaso no dispone de la ventesima, sino en su
perjuicio? Mas porque el alma no pudiera, ó seria muy
dificultoso aplicarse siempre al exercicio de las virtudes, ni
continuar en el fervor de la devocion, es necesario alguna
tregua, y
El tercer medio que deseara establecer, para ocupar el tiempo, es aplicarnos á una útil é inocente diversion. Confieso que me parece cosa indigna de una persona racional, divertirse en ciertas ocupaciones, cuyo bien enteramente consiste en no haber nada de mal. No sé si pueda decirse otro tanto de algun juego de naypes, sin tener otra conversacion fuera de la que nace de un corto número de términos artificiosos, ni otra idea mas que aquella que puede proceder de los varios colores de los mismos naypes. ¿No hubiera un justo motivo para reirse de un hombre que practica tales diversiones, si se quexara de la brevedad de la vida?
El teatro pudiera ser un manantial continuo de las mas nobles y
útiles aplicaciones, si estuviese bien ordenado, y reducido á
sus justos términos. Pero el alma nunca se divierte
Hay otras diversas aplicaciones útiles, que si fuese posible se
deberian multiplicar para hechar mano de ellas en caso
necesario, mas bien que abandonarnos al ocio ó á la primera
pasion que casualmente pudiese sorprehendernos. Un hombre que
gusta de la música, de la pintura ó de la arquitectura, da á
entender cierta especie de sentimiento, quando se le com-
Finalmente entre todas las recreaciones, no hay otra mas digna
para llenar las horas ociosas, quanto la lectura de buenos
libros. Mas porque este punto abraza en cierto modo por sí solo,
el tercer medio que he propuesto para emplear las horas
perdidas, merece que se hable de él mas difusamente; por tanto
lo trataré en otra Leccion, contentándome ahora con decir en
general, que pertenece al adelantamiento de nuestros
conocimientos.