El Pensador: Pensamiento III

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Nivel 1

Pensamiento III

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¡Que no ha de haver forma de reprimir la ossadìa, con que à nuestras barbas se burlan de nosotros los Estrangeros! Señores, ¿dónde estamos? ¿Què sufrimiento tan fuera de tiempo es el nuestro? Y luego mucha bulla, mucha planta, mucho de Es una fiera gente la de España, que quando à pechos una cosa toma,
los tiembla el Mar, la muerte los extraña, con otras barrumbadas del mismo calibre. Digo, que todo es ruido, que es mentira, y que Lope se engañò, ò que el suelo de España se ha mudado, y el azufre, y alquitràn de los Españoles se ha convertido en alfeñique, y caramelos. Voto à tal, que sufrimos mas que C . . . . . y que quien con toda seguridad no nos dice cien picardìas delante de nuestras narices, no tiene gana de hacerlo.

Nivel 3

Relato general

No mas lejos que ayer me hallè en una conversacion, donde, entre muchos Españoles, havia dos Estrangeros. Los assuntos en el principio fueron indiferentes; pero estos dos Señores, que segun la loable costumbre de los de su Nacion, parecia, que no vivian, si no trataban de satyrizarnos, fueron disponiendo la massa, y empezaron à burlarse à vanderas desplegadas. ¿Y de què? Infandum, Regina, jubes renovare dolorem. De las niñas de nuestros ojos, de la alhaja preciosa de la España; en una palabra, de nuestras queridas Comedias. ¡Què abominaciones! ¡Què maldades! ¡Què embustes dixeron estos dos bellacos de nuestras Comedias! Yo no sè cómo tuve paciencia para oírlos, y mucho menos para vèr la insensata tolerancia de nuestros queridos compatriotas, que, sin desplegar sus labios, ni decir esta Comedia es mia, sufrieron toda la descarga. Sin embargo, me alegro de haverme contenido: si les huviesse respondido en el instante, como pude hacerlo, el verlos convencidos, y avergonzados huviera calmado el ímpetu, que excitò su sinrazon, y quizá no saldría à luz este Pensamiento, que quiero sirva de respuesta à los dos Caballeros, y à su Nacion; y que sepan, y conserven de generacion en generacion la noticia de que las Comedias Españolas son inimitables, y que ha havido un Español, que ha sabido defender, y apologizar las Comedias de su Paìs.

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El primer embite de los dos señoritos empezò por las tres unidades, que dicen deber observarse en la Comedia: unidad de lugar, unidad de tiempo, y unidad de accion, con la explicacion de cada una, como si nosotros ignorassemos la unidad, decena, centena. En esta simpleza se detuvieron bastante tiempo, derramando erudicion de Botillería, y queriendo probar, que en las Comedias Españolas no se observan las tres decantadas unidades. Ahora bien, señores, les pregunto yo, ¿por què, y para què se han de guardar? El por què yá véo me dirán Vms. que es porque assi lo establecieron los Maestros del Arte. ¿Y quiènes son estos Maestros, estos Doctores, cuyos documentos, y lecciones debemos segur ciegamente? ¿Aristophanes, Menandro, Plauto, Terencio, y otra quadrilla de condenados? ¡Lindos modelos por cierto! ¡Unos hombres, que están ardiendo en los Infiernos, quieren Vms. que nos dèn lecciones, y que los tengamos por oraculos! No, amigos; quitense Vms. de la cabeza essas idèas, ò dárnos unas razones claras, y corrientes como el agua, en que se manden observar las susodichas tres unidades, ò cada loco con su tema; y si no, pregunto: ¿Si al Señor Don Terencio, y al Señor Don Plauto se les huviera antojado poner cinco, seis, veinte, ò quarenta unidades en cada Comedia, el mismo numero haviamos de conservar nosotros? ¡Gracioso disparate! Esto, aun sin otros inconvenientes, que se vèn de una legua, porque faltan à los ojos. Supongamos, por exemplo, que los dichos mis Señores huviessen hecho representar sus Comedias por Gigantes, (que no falta quien nos quiera hacer creer, que havia Naciones enteras de esta familia) ¿estaríamos nosotros obligados à tener por actores los Gigantones del Corpus, à pesar de la Villa? No puede llegar à mas el desatino: pero en tales desbarros dán los hombres, quando solo se guian por su capricho, y sobre todo los Estrangeros, que à la verdad son insufribles, y nada les parece bueno, si no es de su País. Queda visto ser absurdo tuerto, y contrahecho el por què de las tres unidades, que Vms. nos vienen cantando à cada instante, como las tres Anades Madre. Vámos ahora al para què; esto es, al fin à que conducen. Vms. dicen, que esta regla de unidades la han prescrito el buen gusto, y la razon, y que sirve de conservar la ilusion, que de otro modo se pone tan débil, y tan lánguida, que se cae de su estado à cada passo. La primera parte de esta respuesta es muy graciosa: ¡La han prescrito el buen gusto, y la razon! ¿Y dónde? Entre los Griegos, y Romanos. Pues, señores Romanos, y señores Griegos, yo soy muy servidor de Vms. bien entendido usque ad aras; pero en esto de que el buen gusto, y la razon dictan, que haya tres unidades, esso assi lo creerè, como que vuelo: y si no, ¿cómo no se han explicado aquel Caballero, y esta Señora entre nosotros? Pues à fé, que nuestro gusto tenemos, y nuestra razon no havrá vinagre que nos la dispute. La segunda parte no es tan chistosa; pero lo que le falta de festiva, le sobra de ofensa. Para conservar la ilusion, que es lo mismo, que el engaño en buen Castellano. ¿Y quièn les ha dicho à Vms. que nosotros queremos engañar à las gentes? No, señores, muy al contrario: nosotros somos hombres de buena fé, y de verdad, y no dámos gato por liebre, ni entendemos, sino de el pan pan , lo qual consta autenticamente de esta memorable quintilla de nuestro Cancer:

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Del Tudesco mas mohino al Español mas galan,
referiros determíno,
Españoles pan por pan,
Tudescos vino por vino.
Y si no, miren Vms. nuestros Theatros, y nuestros Actores. Estos parecen alquilados; y à excepion de levantar un poco mas, ò menos la voz en donde se les antoja, sin méthodo, ni discernimiento, y sin saber lo que se pescan, ellos no hacen sino el papel de Papagayos, repitiendo lo que les dice el Apuntador, pero esto bien, y fielmente, sin que pueda quedar la menor duda; porque en lo mas retirado de nuestros Corrales (y burlense Vms. del nombre) antes se oye al Apuntador, que à ellos. Y en la Comedia de Esopo el Fabulador he visto yo à una Dama sola defenderse de quatro, ò seis barbados, todos con espadas, sin que la tocassen el pelo de la ropa, porque las puntas estaban mirando à las Estrellas; lo qual no podria suceder, si se procurasse conservar la ilusion, porque huvieran hecho una criva de su piel; y es mejor sin duda el dexar de engañar, que el ser sanguinarios, y crueles contra una pobre muchacha, que no nos ha hecho mal alguno, ni tiene otra culpa, que la simpleza del Poeta, que la puso en aquel conflicto. Nuestros Theatros tampoco pueden engañar al mas rustico. Las luces, con que se ha de iluminar la decoracion, andan con anticipacion subiendo, y baxando, y texiendo por detràs del paño, que parecen penitentes de luz: y quando se figuran relampagos, el muchacho que quema la pez, y las estopas, está las mas veces à vista, ciencia, y paciencia de todos, como si dixesse: No tengan Vms. miedo, que todo es chanza. En fin, en nosotros, ni en las cosas que hacemos no se halla ilusion, ni cosa que se le parezca, y de ello hacemos con razon mucha vanidad, à pesar de quanto puedan decir dos millones de Estrangeros, que en fin, el mundo, y las gentes sensatas nos harán justicia. A mas de esto, ¿quièn no vè, que lo que Vms. llaman razon, buen gusto, y sujecion à las reglas, y la cantilena de unidad por acá, y unidad por acullá, no es otra cosa, que pobreza de imaginacion? Sì, señores, pobreza. ¿Quieren Vms. mas, y mas claro? Pues es mezquindad, roñerìa, y falta de aquel genio fertil, sublime, y mañoso, que à nosotros nos sobra. Vámos à la demonstracion, que no quiero me crean solo sobre mi palabra. Pudiera muy bien confundir, y aterrar à Vms. con la autoridad, y los exemplos de los Lopes, los Calderones, los Solises, los Cervantes, y otra caterva; pero no, señores: estos serían tenidos por parciales, y no me saldría bien la cuenta. Con armas estrangeras ha de ser la conclusion, yá que el insulto es estrangero. Veamos què reglas dá para las piezas, tanto tragicas, como comicas, Boileau, aquel hombron, que no dexò huesso sano en toda la Francia. Veanlas Vms. aqui en dos versos,

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Qu’en un lieu, qu’en un jour, un seul fait accompli tienne jusqu’á la fin le Theatre rempli; que traducidos al Castellano, dicen, palmo mas, ò menos: Que en un lugar, y en un dia un solo, y unico hecho
tenga el Theatro ocupado,
y al Auditorio suspenso.
Estas reglas han adoptado casi todas las Naciones civilizadas, y estas mismas, sin quitar, ni poner pizca, son las que se observan en nuestros Theatros; sino que Vms. señores Estrangeros, escasos de invencion, y de cierto genio acomodaticio, les han dado una interpretacion violenta, y nada genuina. Vamos por partes. Que en un lugar. Vms. entienden por esta expression, que si la accion de la pieza se principia en Viena, no tenga su medio en Babylonia, ni su fin en el Mogol. Y si esto no es violento, no sè que haya cosa violenta en el mundo. Es bueno, que yo en mi Quarto, por medio de una camara optica, registro en pocos minutos la Plaza de San Pedro de Roma, los Jardines de Hamptoncourt, y de Versalles, la Plaza de San Marcos de Venecia, con sus Columnas, y hasta el Leon alado, que parece no le falta sino hablar, y otras mil cosas, que se me vienen alli delante de los ojos, como si fueran ellas mismas en cuerpo, y alma, ¿y en dos, ò tres horas, que dura una Comedia, no he de poder vèr el Palacio de Schombrun, el Serrallo de Constantinopla, y la Corte de Agra, con sus quadrillas de Alemanes, de Turcos, de Eunucos, y de Mogoles, siendo la cosa mas linda, y mas divertida del mundo? No, amigos: nosotros acomodamos esta regla mucho mejor sin comparacion, segun su sentido literal, que se reduce à decir, que en el mismo lugar donde se empieza la Comedia, alli mismo, y no en otra parte se concluya. Y esto sucede, y huviera siempre sucedido, aunque Boileau no huviesse venido al mundo; porque sería muy incomodo despues de oír la primera Jornada en la Cruz, ir à vèr la segunda al Principe, y la tercera à los Caños del Peral; y Vms. son unos simplones, que no saben entender las cosas, sino encapricharse con su Boileau, y creer, que sus palabras son oraculos, y que en ellas han de encontrar el oro, y el Moro, y De quoi faire la guerre au reste de vivans. Passemos à la segunda unidad. En un dia. ¿Què cosa mas clara? Un niño de la escuela adivinarà, sin mucho trabajo, que esto quiere decir, que no dure dos, ò tres dias la Comedia. Bien es verdad, que la expression de en un dia tiene mucha propriedad, y sentido mayor, pues incluye una advertencia útil, qual es la de que no se representen las Comedias de noche, por el peligro, que trahen consigo las diversiones nocturnas. Sin embargo, estos Estrangeros, que todo lo trastornan, quieren que por estas palabras se entienda, que la accion pueda haver sucedido en el termino de veinte y quatro horas, y sobre esto porfian, y no les hará ceder un palmo de dia toda la persuasion de un Capuchino. ¡Vean Vms. si puede darse interpretacion mas ridicula, aunque entren en cuenta todos los comentos sobre las soledades de Gongora! Aùn hay mas: (sin contar mil cosas de peso, y de meollo, que me dejo en el tintero). Antojaseme (por exemplo) saber la Vida de Mathusalèn: Quizá havrán Vms. oído decir, que viviò novecientos sesenta y nueve años; y digo quizà, porque en esto de Testamento Viejo no los creo muy instruídos. Tomo, pues, un Flos Sanctorum; y para que no nos detengamos en la eleccion, porque gracias à Dios tenemos buena cosecha, sea el primero que venga à la mano: ¿apostemos, que en menos de una hora me leo toda la vida, por larga que sea? Aqui, pues, de la razon, y del juicio. Si en una hora sè lo que le ha passado à Mathusalèn en novecientos años, en dos horas y media, que hemos de conceder por lo menos à la Comedia, puedo saber lo sucedido en dos mil doscientos y cinquenta. La cuenta sale cabal por regla de tres directa; y si no, que lo sentencie un Ortera, aunque sea recien llegado del Señorìo. ¿Y què Historia sería tan instructiva como la Comedia, si à esta proporcion se nos representassen de bulto, y que casi los podriamos tocar con las manos en cada pieza los acontecimientos de los siglos? Sin embargo, yo no soy hombre testarudo, y gusto de darme à partido, quando vèo, que las gentes se ponen en lo justo. Esto de dos mil años me parece mucho, y al cabo de quatro dias yà no podria haver Comedia nueva, con grave perjuicio de la Villa, del Hospital, del demandante de San Juan de Dios, y otras obras piadosas, en que se tropieza al entrar en el Coliseo; y si Vms. quieren, capitularémos, à condicion de que se nos concedan todos los honores comicos, quedando en pacifica possession de hacer durar cada accion à lo menos trescientos años, y salvo nuestro derecho de tomar mas tiempo siempre que el Poeta lo tenga por conveniente, para lo qual se formará un tratado claro, firme, y valedero, que deberà conservarse ad perpetuam rei memoriam en los Archivos de los Corrales, con lo que quedarèmos de acuerdo sobre este articulo. Y espero la respuesta. Qualquiera juzgarà, (vaya un poco de parentesis) viendome tomar con tanto ardor la defensa de las Comedias Españolas, que yo tengo los poderes de la Nacion, ò que ésta me lo ha de agradecer. Pues nada menos que esso. Ni soy apoderado de los Españoles, ni acaso se encontrará alguno que me agradezca este zelo. Mi Nacion está llena de ingratos: Yo lo conozco, pero no puedo contener mi genio; y mi amor ha de continuar el proyecto à pesar de todas las ingratitudes existentes, y possibles. Prosigamos, pues, en concluìr à mis señores Estrangeros, que yá los vèo tamañitos, y quisieran mas bien no haver nacido, que haver soltado la perra. Y pues ha de ser, pereza afuera, y manos à la obra. Una sola accion es la tercera, y ultima unidad, que se nos predica: ¿Y què es esto? Buelvome à mi tema: pobreza, y mas pobreza. Pobreza de ingenio, pobreza de invencion, y pobreza de gente. Pero tanta pobreza, (me dirán) y attibuída à los Estrangeros, parece paradoxa. Valga flema: oyganme Vms. y lo verán clarito, como el Sol. Pobreza de ingenio: esta parte es tan evidente, que casi no necessita de prueba. Y si no, que se tome qualquiera la diversion de irse passeando de aqui à Parìs, à Londres, à Viena, y à las demás Capitales donde dicen que reyna el buen gusto. Yo apuesto mis orejas à que no encuentran una Comedia famosa, quando entre nosotros se hallarán de seis à siete mil, no solo famosas, sino famosissimas. Mas: Tomemos una Comedia Francesa, y se verá, que empieza por versos endecasylabos pareados, y desde la cruz hasta la fecha no se encuentra otra cosa. Al contrario, en nuestras Comedias reyna la hermosa, y agradable variedad. Romance, Decimas, Redondillas, Quintillas, Endechas, Sonetos, Octavas, todo juega, haciendo una lindissima, y sabrosissima ensalada. Esto aun sin contar con ciertos pedacillos de Jacara, que suelen entrar en la composicion, y alegran el animo, que es un contento, como si dixessemos:

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Sobrinos, los mis Sobrinos
los siete Infantes de Lara.
Y ahora digo yo à los Extrangeros: Vengan acá, simples, y estupidas criaturas, que no saben sino charlar à diestro, y siniestro, sin ton, ni son, y sin saber lo que se charlan, ¿quál es mayor, y mejor ingenio? ¿El que se atrinchera en una casta de metro, sin saber salir de èl piè, ni patada, ò el que se vá de flor en flor, y de rama en rama, picando de aqui, y de alli, y haciendo un ramillete de cosas las mas bonitas, y saladas del mundo? Digan, pesia tal; y si no tienen respuesta, como no la hay, callen, los charlatanes, y no vengan à dár lecciones à quien puede enseñarlos. Pobreza de invencion. Porque los Estrangeros han inventado el Telescopio, las Maquinas Pneumaticas, y Electrica, la Imprenta, y otras semejantes frioleras, yá les parece que no hay otra invencion que la suya, y que los Españoles son niños de Escuela, y no saben lo que se inventan; y à fé mia, que se engañan de medio à medio, que mucho mas dificil, y mucho mas gloriosa es la invencion de hacer hablar una Mona, y no le vá en zaga el formar una voz sobrenatural, y uno, y otro se vè en la Comedia famosa de Lope, intitulada el Pythagoras moderno. Y si esto les parece poco, aì está la Comedia de el Rey Bamba, que no me dexará mentir, donde un niño recien nacido hace su papel como muy hombre. Y por vida de . . . . . que no han sido Estrangeros los dueños de estas invenciones, sino Españoles, y no de los pulidos, y atufados de este tiempo, que saben mas que Merlin, sino de aquellos de

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Andaba entonces el Cid mas galan que Girineldos
con botarga colorada
à manera de pimiento.
Ni jamàs Estrangero alguno ha inventado el modo de traher, como assi me lo quiero, quatro espiritus infernales, y hacerlos danzar, y enredar en una Comedia, como sucede en la del mismo Lope, que creo se intitula la Pobreza de Reynaldo, donde el demonio Zaquièl, y tres Colégas suyos vienen al Theatro echando chispas, y hacen maravillas, todo para salvar la inocencia; porque segun cierta anecdota, estos Demonios eran concienzudos, y gente de bien. Sin que esto sea cosa rara en nuestras Comedias, pues à mas de otros mil exemplares, que podia alegar, se vè en una del referido Lope, intitulada: el Triunfo de la Virtud, cuyo manuscrito, segun noticias, se conserva en la Abadia de Chatillon, que con solo hacer el Magico Eurystheo sobre el tablado varios circulos, se abre una boca de Infierno tan fea, y tan hedionda, que dá miedo, y sale baylando, dando saltos, y brincos una tropa de diablos de todos tamaños, por señas de que entre ellos hay un diablillo romo, el mas travieso, y bufon de toda la diablería, que se entretiene en pellizcar, y hacer cosquillas al pobre Palemon, lo qual éste, que desde tamañito ha sido siempre muy cosquilloso, sufriría con paciencia, à no ser, que de quando en quando al señor diablo se le antoja hacer ademanes de quererlo matar; y si esto no convence à Vms. señores Estrangeros, convenzalos el vèr, que no ha sido sino un Español el que inventò hacer predicar de Mission al mismo Diablo en la Comedia del Diablo Predicador, que no hay mas que vèr, ni que inventar, assi como yo no quiero cansarme mas en este assunto, porque está plenariamente probado. La probeza de gente, que es el tercer miembro dividente, tampoco indiget probatione. Tomense las Comedias de los Estrangeros, y se verá, que en entrando en una Comedia seis, ò siete Personas, yá les parece que tienen hecho el gasto; y si el numero llega à diez, ò doce, es un excesso, que solo se tolera con la condicion de no hacer exemplar; y de mas à mas tienen los pobres Poetas que abjurar de levì, porque dicen los Magistrados, que cuidan de estas cosas, que tanta gente es un escandalo, y que hace falta para la Agricultura, el Comercio, y la Navegacion. Por el contrario en nuestras Comedias no se escasea la gente, y en esto de personas que hablan en ella, la boca del Poeta es medida, siendo assi, que no suelen andar miseros, pues en la Comedia citada del Pythagoras moderno, excluyendo las Guardias del Rey de Marruecos, una Tropa de Marineros Moros, un Mono, que habla, una Estatua, dos pares de Angelones, y una voz sobrenatural, hay por lo menos veinte y cinco Personages. ¿Y què dirán los señores Estrangeros, quando vean la Comedia, que está trabajando un amigo mio, cuyo titulo es: Guerras Civiles desde la Creacion del Mundo, sacadas al piè de la letra de los Anales del Cardenal Baronio cum notis; la qual echa la puja del quarto, y aun del tercio à la Conquista de las Molucas, gran Comedia de Don Melchor Fernandez de Leon? Alli será ello: entonces me dirán si está despoblada la España; y à fé, que las señoras tres unidades quedarán muy frescas.
La mofa de mis dichosos Estrangeros passó mucho mas adelante; pero yà es hora de descansar. Vms. no querrán que me mate, que no se ganò Zamora, &c.
En otra semana proseguirémos el mismo assunto. Doy mi palabra; y no la cumplo, tenganme Vms. por un bellaco, un belitre, y un mal Español, que es quanto hay que decir, Porque en diciendo Españoles, todas las Naciones tiemblan. P.D. He ido esta tarde à la Comedia: Se ha representado la Prudencia en la niñèz: he visto una Reyna loca, un Rey de Polonia aboseteado, un Medico bufon, y alc . . . . . He estado muy divertido.