Número XII Juan Antonio Mercadal [Francisco Mariano Nipho o Juan Enrique de Graef] Moralische Wochenschriften Roland Bernhard Editor Alexandra Fuchs Editor Martin Fürlinger Editor Elisabeth Hobisch Editor Renate Hodab Editor Jessica Köhldorfer Editor Institut für Romanistik, Universität Graz 29.11.2012 info:fedora/o:mws-093-246 Juan Antonio Mercadal: El Duende especulativo sobre la vida civil. Madrid: Imprenta de Manuel Martín 1761, 273-300 El Duende especulativo sobre la vida civil 1 12 1761-08-07 Spanien Ebene 1 Ebene 2 Ebene 3 Ebene 4 Ebene 5 Ebene 6 Allgemeine Erzählung Selbstportrait Fremdportrait Dialog Allegorisches Erzählen Traumerzählung Fabelerzählung Satirisches Erzählen Exemplarisches Erzählen Utopische Erzählung Metatextualität Zitat/Motto Leserbrief Graz, Austria Spanish; Castilian Sitten und Bräuche Costumi Manners and Customs Costumbres Mœurs et coutumes Spain -4.0,40.0

NUM. XII.

. . . . . Uti nonCompositus meliùs cum Bitho Bacchius. In jusAcres procurrunt, magnum spectaculum uterque.

Hor. L. I. Sat. 7. vers. 19.

[Novelistas de Moda &ceteros Madrid]

No ha habido en el mundo alhaja mas preciosa, ni de invencion mas estraña, que el Barometro que inventò un Inglès en el Reynado de la Reyna Ana. Como era eminente Estadista, y Calculador perfectissimo, se havia ocupado la mayor parte de su vida, en meditar sobre la Maquinaria Estatica, è Hydraulica, haciendo millaradas de experimentos sobre las fuerzas, y movimientos de los Elementos. Mirando con compassion, y lastima, còmo se devoraban reciprocamente los Vvighs, y los Torys, y conociendo, que no le era possible, saber dia por dia las novedades, y el credito, ò descredito que adquirian los dos Bandos: sin un dispendio considerable de tiempo, y sin vencer una multitud de obstaculos, que las mas veces le impedian indagar la verdad de los sucessos, emprendiò fabricar una maquina en que le fuesse facil vèr señaladas las novedades, que ocupaban la Corte, y el Pueblo de Londres, y Vvestminster. Trabajò tanto en esta idèa, que llegò à descubrir un medio facil, para tener à punto fixo, y sin error, conocimiento del estado diario de cada partido, con todas las circunstancias, que acontecian en la Corte, en el Gabinete, en el Parlamento, y en los Caffés, y Tertulias de toda la Inglaterra.

Dispuso en una tabla larga, y angosta, una multitud de Casas, rotulando à cada Casa con los motivos, que podian ocasionar revoluciones, y mudanzas, à favor, ò en perjuicio del partido de la Corte, ò del Pueblo; combinando con tal desteridad los assuntos, que salian siempre infalibles las impresiones, que las noticias hacian sobre un licor, el qual, subiendo, y baxando en dos tubos, ò pajas, señalaba en la tabla el estado, y variaciones de los negocios. En un lado estaban señaladas las materias, que interessaban à los Torys, y en otro las que pertenecian à los Vvighs.Como el arte no consistia en la fabrica de las tablas, en el repartimiento de las casas, en la delineacion de los grados, en las inscripciones, ni en la formacion, ò compostura de los tubos, que, para unos parecian de vidro, y para otros de hasta de buey, preparado chymicamente, sin ser, ni de una, ni de otra materia: no es bien insistir mucho, ni perder el tiempo en la descripcion de uno, ni de otro, à fin de decir algo del licor, que corria por los tubos. Este para destilarle, y darle el punto fixo de bondad, que necessitaba para el caso, havia costado sumas inmensas, desvelos extraordinarios, y riesgos eminentes. Dicese, que este curioso Cavallero para lograr la perfeccion de este licor, havia mantenido por muchos años en las Capitales de Europa, à diferentes sugetos habiles, y de mucha experiencia, cuyo oficio se reducia unicamente à velar sobre los momentos, en que ciertas figuras pùblicas, y privadas, humedecian el rostro, y las manos, para recoger en aquel señalado tiempo el humor, ò liquido, que en forma de gotas de sudor, ò de sali-va, las cubria la cara, la lengua, ò las manos. Que tenia en la Corte de Londres, y en las dos Camaras del Parlamento un parage determinado, à donde los Pares, y los Comunes cambiaban los Pañuelos, que tenian en la mano, al tiempo de las deliberaciones, y consejos, dando à cada uno un Pañuelo nuevo, y asseado, por qualquier otro usado, y lleno de mugre, y de sudor de los que havian combatido, à favor, ò en contra de las proporciones de alguno de los partidos, que dominaban en la Nacion. Procurò tambien recoger en cada renovacion del Parlamento, los Guantes de los Vocales, que havian assistido en las Provincias à las elecciones de los miembros de la Camara Baxa.

A todas estas cosas havia añadido diferentes simples, que havia solicitado, y recogido por sus Emisarios en Francia, España, Portugal, Alemania, &c. en una palabra, en los Gabinetes de todos los Principes, y de todos los Pueblos, que tienen interès en los negocios pùblicos de Europa.

De todas estas cosas procurò con arte sacar quintas essencias, espiritus, aceytes, y otros extractos, con que, al cabo de una infinidad de ensayos, consiguiò componer el licor con que llenò los dos tubos, uno señalar para los sucessos del partido de sos Vvighs, y otro el de los Torys.

Todos los dias, y en punto de las doce del dia, conociò, y leyò este cèlebre Estadista (en su Barometro) las novedades, que havia en el dia en los partidos, y las mudanzas que ellas havian de padecer en las veinte y quatro horas siguientes. Una vez veìa un partido exaltado, y otro abatido. No era menester mas, que una voz esparcida en un Caffé, en la Bolsa, un Correo que llegaba, ò que partìa, un Embaxador, que acababa de salir de conferencia, un Ministro, que havia entrado en el Gabinete del Monarca; finalmente un movimiento, una palabra del Principe, &c. para rebolverlo todo, y cambiar enteramente el systhema. El partido que un dia estaba en lo alto, se hallaba el otro en lo baxo, y los grados de este ascenso, y descenso estaban tan exactamente anotados por el licor en las tablas, que el dueño se viò en estado de recoger, y de enriquecerse con todas las memorias necessarias para dàr algun dia una excelente Historia de los acaecimientos de la Gran Bretaña, causados en los partidos de Vvighs, y Torys, en este presente siglo.

Aunque yo no tengo la fortuna de posseer una Maquina tan extraordinariamente prodigiosa, y tan necessaria para los que quieren instruirse perfectamente de lo que passa en Europa, no por esto he dexado de examinar muchissimos medios à fin de poder conseguir, que sin fatigarme, sin entremeterme, sin incomodar à otros, y sin mezclarme en negocios, ò conversaciones donde no me llaman, tuviesse à la mano, y supiesse con exactitud las noticias, que nos vienen de Alemania, Francia, Inglaterra, &c. Al cabo de muchas especulaciones, y de no pocas penosas pesquisas, he llegado à averiguar, que haciendo algo de mi parte, no serìa yo menos dichoso, que el Inglès, en inventos, y que yo no tendria mas dificultad en formar, y conseguir un Barometro de los sucessos de toda la Europa, que tuvo el Britanico para formar el suyo, de los acontecimientos que sufrieron los partidos politicos de su Nacion.

El Barometro, que yo he fabricado, està yà tan perfeccionado, por medio de las observaciones, que he hecho en mas de dos años, sobre todas las piezas que le componen; que desde mi Casa, hasta la Puerta del Sol adquiero todas las noticias que me son precisas para poder hablar con seguridad, y firmeza de lo que passa en los Exercitos, en las Armadas, y en los Gabinetes de todos los Principes de Europa. Conozco à punto fixo, y con la sola inspeccion de los instrumentos del cuerpo de mi Maquina, los Sitios, las Batallas, los Encuentros, las Marchas, y los Acompañamientos de los Exercitos: las salidas, y entradas de las Armadas: en una palabra, todo quanto passa entre los Pueblos, que se hacen la Guerra. Y para que esta Maquina sea incomparable, y quede sin segunda, solo me falta montar las piezas del modo que conviene, para que ella me indique con la propia puntualidad que me señala los sucessos de la Guerra, las cosas que intervendràn en las negociaciones de la Paz en el proximo Congresso de Augsbourg. Para este efecto he comenzado mis observaciones, ensayando varias piezas nuevas, y el modo de poder servirme de ellas; y no desconfio, de que, con la paciencia que tengo, en la continuacion de mis escru-tinios, no llegue à dàr à mi obra el complemento que la falta.

El Abad de Bellegarde, La Chambre, Porta, y otros muchos Physonomistas antiguos, y modernos, se persuaden firmissimamente, que los hombres traen delineadas sobre el rostro, las passiones, que les agitan, y las propensiones, que les son naturales. Y aunque se pudiera dudar de esta verdad en vista de innumerables ejemplares, que al parecer desmienten las consequencias, que se pueden deducir de varios principios, que serìa facil establecer por esta via: la confesion de Socrates, es tan poderosa para sentar el hecho, que no es possible, se contradiga lo que los Autores citados dexaron escrito sobre la materia. Pero valga por lo que valiera, à mì me conviene, que esto sea verdad; respecto que por la Physonomìa de los Novelistas, ò Noveleros idem per ide, (sin mas auxilio) he fabricado mi Barometro de Noticias Militares, y que las señales de sus rostros son los indicantes de que me sirvo para saber lo que traen las Cartas, y Papeletes, y lo que dicen en pùblico, y en secreto los Ministros, y Embaxadores: Pues estas señales son para mì lo que el licor en los Barometros ordinarios, es para señalar la mudanza de los temporales.

Los dias de Martes, y Jueves comienzo mis examenes, y observaciones; pues baxando àcia la Puerta del Sol, y deteniendome algo en mis passos, pero sin quedar enteramente parado, advierto, yà la esperanza, yà el temor de los dos bandos para el dia siguiente, reconociendo en todos una ansia eficàz, y vehemente de salir de las dudas, en que los dexaron las noticias de los Correos antecedentes. Pero adonde triumpha mi arte, es, en saber pronosticar de antemano, las verdades de los sucessos lexanos, y esto por los simples movimientos de las bocas, agitacion de los ojos, gesticulacion de las manos de los que se entretienen de las novedades del dia. A unos los veo las manos llenas de papelicos, los que leen à estos, y alargan à aquellos. Tres, ò quatro la pluma en la mano, transcriben,y embian las copias, que sacan de los papeles, que siempre son originales, y de confianza, à los Xefes, y apassionados de su bando. Aqui se traza sobre el mostrador con agua, ò piedra blanca, ò si hay algun Ingeniero, ò Artillero, lo hace sobre papel, con lapiz, ò tinta, la positura de los dos Exercitos, y el terreno en que se dà la batalla. Allà se calcula el numero de los muertos, heridos, y defertores del partido, que los Novelistas quieren hacer perder la batalla, y que siempre es 90. por 100. mas fuerte que la pérdida de el que quieren victorioso. En un instante se sabe, que toda la pérdida de los ultimos es poquissima; porque los que se creyeron al principio muertos, ò fugitivos, buelven, quando ellos quieren, à sus vanderas. En un rincon de las tiendas estàn dos, ò tres dando ordenes, para que el Exercito victorioso de su partido, abance àcia las tierras del contrario, y al cabo de veinte y quatro horas tienen invadido, y ganado veinte, ò treinta leguas de terreno sobre el enemigo. Apenas Belle Isle està sitiado, que el partido que favorece à la Inglaterra, no solo la toma, sino que al punto mismo toma la Isla de Rè, y desembarca en las Costas de la Garona. Si el Exercito de Francia se mueve sobre el Vveser, no intermedia tiempo, sin que los favorecedores de esta Corona la trasladen hasta Stade, y ponen en contribucion, de su propia voluntad, al Paìs de Hessa, à Hannover, y à los demàs Dominios de los Aliados. Me rio algunas veces de oìr, que el Exercito Rusiano en una marcha alcanza desde Posnania hasta Potzdam; y que el Rey de Prusia duerme en Leipsig, y se levanta en Breslau, sin mas motivo, que el que tienen los Noveleros partidarios, para transportar sobre las alas del viento los huestes.

No creo, que havrà persona tan indiscreta, ni tan mal hallada con su entendimiento, y juicio, que quiera revocar en duda la veracidad, y exactitud de mi Barometro. Muchos saben hasta donde puede llegar el descubrimiemo de los motivos, que tienen los hombres, para obrar, ò pensar de un modo determinado, y del modo con que expressan en las señales de su rostro sus pensamientos. Ovidio mismo nos atestigua, que es dificil, que el rostro desmienta el corazon. La disimulacion no es bastante imperiosa en todas las criaturas, para someterse siempre el temor, y el gozo, y estas dos passiones rompen frequentemente los celajes con que el hombre procura ocultarlas.

Cada passion dá al rostro un semblante particular, y se dexa vèr por algunos rasgos delineados con especial cuidado. Un ojo maldice, y las cejas, no pocas veces, demuestran la mezquindad del sugeto. Què cosa mas comun, que vèr à los enamorados quexarse, vengarse, debilitar sus facultades, sufrir, desesperarse, y todo esto, observando el mas profundo silencio. Pues què dificultad se me opondrà, para que mi Barometro calculado sobre los efectos, que causan en los hombres sus passiones, no sea exactissimo, y por no querer que yo pueda juzgar por el humor, que advierto en los Noveleros, el estado del partido que favorecen?

Tan dispuesto estoy para resolver la propension de los hombres, y las revoluciones que padecen sus sentidos, con la sola vista de sus semblantes, que me he atrevido escrivir afuera las noticias mas veridicas, sin mas antecedentes, que mi ordinario passeo de la Puerta del Sol, Palacio Nuevo, y Plazuela de Santo Domingo.

En viendo, que alguno de los Noveleros, que conozco por Melancolico, Philosopho, ò cargado de negocios, tenga el ojo vivo, la tez clara, las facciones desembarazadas, la cabeza alta, de repente vati-cino, que su partido và pujante, y combinando luego la positura en que le dexaron las ultimas noticias; no hallo embarazo en adivinar, en què consiste la ventaja, que havrà conseguido. Si al contrario vèo, una Phisonomìa adusta, en un hombre jovial, y placentero, libre, y acomodada, la frente arrugada, los ojos cargados, &c. de contado puedo pronosticar, que algun Correo coxo ha traìdo malas nuevas.

No es menester que nadie hable: no necessito tomar el trabajo de preguntar: gozo el privilegio de aquel antiguo, que viendo à un Estrangero, à quien jamàs havia visto, le decia, aùn antes que havia despegado los labios, hable, para que te vea. Mejor sè la positura de las cosas de Alemania, de la Canada, del Oriente, y de las Costas Maritimas, por los semblantes de los que se interessan en la fortuna de los Pueblos, que se hacen la guerra, que por sus palabras; porque mas bien saben ellos disfrazar la verdad hablando, que callando. Ademas de esto, la multitud de observaciones, que he hecho para lograr mis fines, me ha dado à conocer, que el semblante en su todo es un indicante mas expressivo de las cosas, que tal qual faccion particular; pues el primero no es otra cosa, que la verdadera disposicion interior en que està el espiritu, que se manifiesta visible, y exteriormente.

Me prometo el mas distinguido premio por la solicitud con que deseo promover, y afianzar el establecimiento de los Caffés, como la escuela mas adequada para criar un sin numero de sugetos, que con el tiempo ilustraràn la Nacion con sus delicadas meditaciones sobre la Politica. Como en estos parages, por ser pùblicos, concurre el que quiere, siempre se podrà en ellos lograr mejor instruccion sobre el estado de las cosas, que en las demàs Tertulias, donde todo es uniforme, y donde jamàs se pesa el pro, y contra de las noticias: las quales, si son favorables para el partido, se exageran, y revisten aun mas propiciamente de lo que son; y sin [sic] son contrarias, las procuran disminuir, à fin de minorar el daño, ò desaparecerle enteramente.

Los años passados, quando se hablò tanto del mal estado de S.M. Prusiana, se asseguraba con tanta certeza su muerte, que huvo quien se huviera dexado matar antes, de no creerla. Procurè insinuarme en to-dos los corrillos de Noveleros sin distincion de inclinaciones, y en ninguna parte me fue possible rastrear la verdad del hecho, pues en todas estaba esta Deydad sufocada, ò por el excesso de una alegria indiscreta, ò por la demasìa de una consternacion dolorosa. Solo en un Caffé, y enmedio de los dos partidos hallè tal qual luz para dudar de la suerte de los dos bandos. Pues los que trataban del assumto, aunque cada uno defendia su pandilla, procuraban combinar circunstancias, haciendo ceder à los que sostenian la muerte, à sus argumentos sólidos, è invencibles, y cediendo tambien à su turno, quando los otros fundaban sus opiniones sobre alguna probabilidad admisible.

Nunca tengo mas completo el gusto, que, quando congeturo, que en alguna parte de Europa se debe tratar negocio de importancia, y que este puede en algun modo traslucirse. Al instante me muevo. A nadie dexo en paz, ni en su casa, ni en la calle. Sin distincion de personas, ni condiciones, pregunto à todos, què hay de nuevo, què se dice de Italia, ò de Alemania; y esto con el fin de poder penetrar hasta donde llegue la passion de los que me responden. Las refle-xiones, que se estàn haciendo en diferentes barrios de Madrid, sobre las negociaciones de la proxima Paz, son capaces de curar la hypocondria mas inveterada. Un dia entero no basta para oìr las idèas, y proyectos, que los Novelistas forman sobre este assunto. Conozco de vista à casi todos los mas eminentes Estadistas, que tiene este Pueblo, y como sè, que no hay Tertulia, que no tenga su Ministro de Estado, que es boca, è interprete del barrio en que vive, ò en que assiste, procuro siempre acercarme à èl quando visito los congressos, deseando primero saber de èl, que de otro alguno, lo que piensa de la situacion, y estado de los negocios. Nunca me dì mas movimientos, que al tiempo que corriò la funesta noticia, de que tengo hablado; porque persuadido, y convencido, de que este sucesso mudaria enteramente el systhema de los negocios de Europa, y produciria una infinidad de excelentes especulaciones, tenia singular gusto en saber lo que pensaban sobre ello los mas grandes Politicos.

Passaba à la Calle Ancha de San Bemardo, ò à la del Barco, y en media hora me hallaba instruido, assi de lo que pensaban de este acontecimiento Embaxadores, Ministros, Grandes, y Particulares; como tambien del interès, que preveìa cada uno de estos, podia resultar de ello en sus propios negocios. En una parte de la pieza del Caffé, Phenomeno de la Calle Ancha, se discurria indiferentemente entre Cocineros, y Ayudas de Camara; pero à medida que me passaba àcia la otra, oì que se alambicaban mas, y mas los razonamientos: de suerte, que en un rincon de la pieza quedaban yà tan perfectamente destilados, que podian passar por del mas sublime quilate. Los espiritus, ayudados por los vapores del Caffé, ò de los Licores, disponian (en un abrir, y cerrar de ojos) de todos los bienes, del difunto Principe, y en menos de un quarto de hora quedaba la paz hecha, y todo el mundo restituido desde el Exercito à su Casa.

Saliendo de alguna de estas dos citadas partes, empezaba el passeo, que mi Medico me ha ordenado para disipar mis malos humores. Caminando derechamente mi primera estacion, veìa la assamblèa completa, y un cèlebre Atheniense servir de Orador del dia. Jamàs oì discurso mas elegante, que el que este pronunciò en aquella ocasion. En los despojos del muerto havia para todos. No havia Principe, aùn de los que no tienen intervencion en la guerra, que no havia de sacar raja de sus Estados. Pero en que triumphaba mas el Ciceroniano, era, en exponer la muerte del Monarca, autorizandola, como tambien el repartimiento de sus Estados, con las Leyes fundamentales del Imperio, con la Ley Salica, con la Charta, Normanna, y con el Fuero Juzgo.

La diversidad de opiniones, en orden à las circunstancias de esta muerte, que se atribuia à una infinidad de causas, era otro Laberinto extremamente dificil de desenredar, y que me hacia vèr como se siente de las cosas, que suceden lexos de nosotros. En los animos de algunos se encendia tanto la ira para sostener, que solos ellos sabian la verdad, de lo que decian, que en ciertas ocasiones, oì sobre esta, y otras semejantes noticias, palabras colericas, è insultos personales. Pues no es perderse el juicio, quererse afianzar en quatro renglones, que se escriven de priessa, y por ventura sin haver bebido en legitima fuente? Quántas veces revocan las Gacetas las nuevas que habian propalado? Y quántas veces vemos tan discordes las relaciones escritas por dos partidos distintos, que despues de haver examinado una, y otra, todo queda como estaba antes de haver venido el primer aviso? Pues què es esto, sino que los Noveleros, con una satisfaccion, que ellos fingen, se ridiculizan à sì mismos, y se exponen à las burlas, y risas de los que de passo interpretan mal sus palabras.

Una de las cosas, que mas me ofenden en los Novelistas, es, la ciega passion que los arrastra, y que les hace atropellar el honor, y respeto que debemos à los Superiores, mayormente à las Testas coronadas, Vicegerentes de Dios sobre la tierra. Poco practicos en lo que dicen las Sagradas Letras, sobre este punto, ignoran las veces que Dios honrò con titulos muy excelsos, à los Principes Infieles, de quienes se valiò para azotar à su Pueblo. Con horror debe oìr qualquier racional, los epitetos con que cargan los inconsiderados, à las personas de los Monarcas. Con veneracion decia piissimamente la ilustre Señora La Moignon al Satyrico Boileau debemos tratar à nuestro proximo, y mas à los Reyes, aunque sean enemigos de nuestra Patria. Acuerdome de la ossadìa con que hablaron diferentes Novelistas, quando el execrable atentado, sobre la persona del Christianissimo. Sobre quien descargaban su furor, y à quienes acusaban de este atentado? A Principes Soberanos, à los Padres de la Patria, y no al frenesì, ni al desprecio de las Leyes Divinas, y Humanas. Tratar de esta manera las noticias, es tratarlas sin seso, y con criminal confianza. El Novelista debe ser sceptico, y no dexarse arrebatar de primeros avisos. Temple su juicio hasta que venga un segundo, y tercero, que confirme lo que traxo el primero, por no dàr que reir à los contrarios, de nuestra tumultuosa alegria, y no poner à nuestra credulidad en compromisso. Estudien la Politica del Gabinete, y veràn, lo que sucede en orden à los Correos, à las noticias que se divulgan, y à la verdad que contienen. No he hecho mejor, decia un Griego, haveros dado un contento, y alegria de tres dias, que haveros desde el punto mismo assustado, y entristecido con la pérdida de la Batalla? Pues midan los Politicos Noveleros estos casos, y combinen su porfia, y tenacidad en propalar cosas, que no suceden à su vista, con estos,y otros casos, que nos acuerda la Historia.

No puedo menos que responder este Correo à la Carta siguiente, que he recibido de Parìs.

París 30. de Mayo de 1761.

Monsieur.

“Entre todas las Comunidades de esta Ciudad, que tienen à la Moda por objeto de sus obras, ninguno hasta ahora ha tenido menos fortuna en España, que la nuestra. Sì es verdad que despachamos algunas chupas bordadas, algunos Ojales en cartòlina, ò algunas Basquiñas, y Batas picadas, ò bordadas en estambre, no consideramos estos articulos por de tanta consideracion, que nos puedan hacer participantes de las sumas que vomita America por el Canal de Cadiz, en el seno de las demás Naciones de Europa, y sobre todo en el de la nuestra. Buelvo à decir Monsieur, que nuestra Comunidad es la que menos se interessa en las riquezas de España; sin embargo de hacer Comercio de un articulo, que se debiera despachar mas en su Paìs de Vm. que en otras parte [sic] de Europa. Còmo es esto, Monsieur, tantos calores en España, y nadie gasta Parasol de Tafetan? Pues solo la ignorancia de lo que passa en Parìs, donde hasta los Oficiales, Sastres, y Peluqueros le estilan, ò la falta de Mapas, en que se vèn, como los usan los Españoles en las demàs partes del Orbe, son las causas, que pueden escusar à España este solecismo en la Moda, y de haverse desviado de las impresiones, que la Nacion recibe con tanta docilidad en assunto à Modas Nuevas.

En Junta General, celebrada en 20. de Mayo, se ha resuelto Monsieur escrivir la presente, para que Vm. haga esto pùblico por qualquier medio que sea; prometiendo al que primero rompiesse la Baya, è hiciesse uso pùblico, y continuo del Parasol de Tafetan, y procurasse que se introduzca, y establezca la Moda de èl, para el año proximo venidero de 1762, el mandar acuñar una Medalla de Plata del peso de dos onzas, con el Retrato del que nos favoreciesse con su empeño: quedando al desempeño de nuestra Real Academia de las Inscripciones, el Exergue, la Inscripcion, y el Reverso. Deseamos que Vm. nos participe las novedades, que pro-duxessen nuestras proposiciones, à fin de hacer Invierno provision este de Generos, para las remesas, que se nos pudiessen pedir de esta. Tenemos el honor de quedar de Vm.”

Monsieur.

Los muy aficionados servidores,el Syndico, los jurados, y Vee-dores del Gremio de los Roperos dela Puente del Cambio de Parìs.

RESPUESTA.

Messieurs.

“Estimando la favorecida de Vms. de 30. de Mayo, satisfarè al deseo, que Vms. tienen de que se fomente en esta Corte el uso del Parasol de Tafetan, para resguardarse de los rayos Solares, que carcomen la blancura de la tez, y que se les procure à Vm. assi el despacho de un articulo para su Gremio, extremamente lucrativo; prometiendo al que fundasse, y procurasse la introduccion de este Comercio, el honor de la inmortalidad por medio de una Medalla, acuñada con su retrato. Apenas recibì la Carta de Vms. que la comuniquè à nuestra Tertulia, la que se hallò gustosa con el aviso, dandome al propio tiempo orden para participar à Vms. que estaban servidos, pues yà hemos visto en las Calles de Madrid el Parasol de faltriquera, enarbolado con todas las circunstancias necesarias para poder esperar en el proximo Verano la dilatacion de su uso, y à favor de su Gremio de Vms. un despacho, que, como Vms. no ignoran, es en España de enturbion, y avenida, en los primeros momentos.

No podrè decir con certeza, si el Cavallero Fundador de esta Moda querrà franquear su retrato para estamparle en la Medalla. Si por ventura lo escusára, embiarè à lo menos su nombre, y apellido, con la data de la introduccion de la Moda. No siendo justo quede toda la Nacion privada por culpa de uno solo, del honor que la compete en la promocion de este Articulo de Moda, y en el bien estàr de su Gremio de Vms. de quienes soy con toda atencion.”

Messieurs.

Su muy favorecido servidor

El Duende.

Es hecho constante, que haciendose recomendables los hombres por las invenciones, aquellos que las estienden, è introducen en los parages, en que no aparecieron, son dignos de los propios honores. La necessidad, y uso del Parasol en esta Corte, es, à mi parecer, indispensable, y no hay en contra el que nuestros antepassados no los estilaron, y que no los estilan otros muchos Pueblos. El ansia para distinguirse, y fixar la vista de todos, entra en el Plan de las acciones humanas, tomadas moralmente; y la passion que tenemos todos, de inmortalizarnos por medio de la piedra, y del bronce, es uno de los mas gloriosos pensamientos, que alientan à los hombres. Les parece à los embidiosos de las glorias del proximo, que es leer poco en alguna Chronologìa de los inventos de Artes, y Ciencias, que en 1761 en tal dia, y en tal mes, se viò en Madrid el primer Parasol sobre la cabeza de un hombre, para conservarse las facciones, en cuya memoria se acuñò en Parìs una Medalla, que probablemente se conservarà en los Monasterios [sic]? Pues diganme todos, y qualquier de ellos, à que miran tantos anhelos para promoverse, y hacerse lugar en el mundo, sino à gozar semejante complacencia, y à ser nombrado, y famoso en todas partes. En balde me alegan, que los honores, y distinciones son relampagos, y oropeles, que no dàn substancia: lo que yo veo, es, que à menos de ser Gallegos, ò Asturianos; esto es, Aguadores, ò Ganapanes, Taberneros, Tenderos , y otras gentes de esta casta, todos apetecemos el Quos ego. Yo mismo no disimulo el que quissiera ser el mas habil, y el mas sabio en realidad; pues aunque no me haria perder los estrivos el saber, siempre me hallaria gustoso, con que todos admirassen el favor, que me havia hecho el Altissimo. Y si esto es una verdad incontratable, por què se querrà negar, que el que saca el primero à luz una Moda nueva, no deba gozar las prerogativas, de que por qualquiera novedad util se hace digno à quien la propala?

Dignissimo es, pues, de premio, y de una distincion honorifica, el que rompe el camino para darnos libertad de valernos del Parasol, como de un instrumento, que en qualquier momento, nos manifiesta lo que somos, y escusa el deber embozarnos, ò duplicar los gastos del Peluquero, para renovar el rizo que tanto se echa à perder por el Sol, ò por el Sombrero. No hallo en esta Moda del Parasol cosa alguna, que contradiga à la buena crianza, antes bien la considero por utilissima, y sumiamente conducente para que se imite, y se introduzga en el Reyno.

Acababa este Discurso, quando un Mozo de Esquina, me entrega el siguiente papelito, que me parece escrito por algun Mercader, que debe estàr mal con que el Parsol nuevamente introducido, sea de Seda, pues se quexa de que no le hayan dado tiempo para despachar los que tiene de Encerado.

Señor Duende: Vm. havrà notado la novedad del Parasol, que apareciò pocos dias hà, y que continua à aparecer unico en su classe sobre el Horizonte de estas Calles de Madrid; no sin grave perjuicio de nuestro Gremio, y en particular de mì; pues para abastecer al Pùblico, que tanto me honra, que me cree infalible en mi decir, y en mi obrar; he hecho una provision de cinquenta gruessas de Parasoles de Encerado, de que la mayor parte tengo yà recibido, y no siendo justo, que sufran mis interesses, por solo un Parasol de Tafetan, le suplìco à Vm. amoneste, y avi-se al Pùblico, que le ruego no adopte esta Moda, hasta que yo tenga sacado mi dinero, del abasto que he hecho de Parapluies: siendo cierto (como Vm. no ignora) que si se dexa vèr otro Parasol de Tafetan à las doce del dia por estas Calles, los Lacayos no querràn servirse mas de Encerado, lo que para mì serà de sumo perjuicio. Reitero mi peticion, y confiado que Vm. harà à mi favor qualquiera cosa, le B.L.M.

Su servidor, y apassionado,D. Sinibaldo Sutorio.

FIN.

El Discurso siguiente se darà el Lunes 17. de Agosto de 1761.

EN MADRID: Con las Licencias necessarias, por Andrès Ortega, calle de las Infantas.

Se hallarà este, y todos los siguientes en las Librerìas de Antonio Sancha, frente del Correo;y en la de Bartholomè López, Plazuela de Santo Domingo; y en la de Bartholomè Ulloa, frente del Salvador.

NUM. XII. . . . . . Uti nonCompositus meliùs cum Bitho Bacchius. In jusAcres procurrunt, magnum spectaculum uterque. Hor. L. I. Sat. 7. vers. 19. [Novelistas de Moda &ceteros Madrid] No ha habido en el mundo alhaja mas preciosa, ni de invencion mas estraña, que el Barometro que inventò un Inglès en el Reynado de la Reyna Ana. Como era eminente Estadista, y Calculador perfectissimo, se havia ocupado la mayor parte de su vida, en meditar sobre la Maquinaria Estatica, è Hydraulica, haciendo millaradas de experimentos sobre las fuerzas, y movimientos de los Elementos. Mirando con compassion, y lastima, còmo se devoraban reciprocamente los Vvighs, y los Torys, y conociendo, que no le era possible, saber dia por dia las novedades, y el credito, ò descredito que adquirian los dos Bandos: sin un dispendio considerable de tiempo, y sin vencer una multitud de obstaculos, que las mas veces le impedian indagar la verdad de los sucessos, emprendiò fabricar una maquina en que le fuesse facil vèr señaladas las novedades, que ocupaban la Corte, y el Pueblo de Londres, y Vvestminster. Trabajò tanto en esta idèa, que llegò à descubrir un medio facil, para tener à punto fixo, y sin error, conocimiento del estado diario de cada partido, con todas las circunstancias, que acontecian en la Corte, en el Gabinete, en el Parlamento, y en los Caffés, y Tertulias de toda la Inglaterra. Dispuso en una tabla larga, y angosta, una multitud de Casas, rotulando à cada Casa con los motivos, que podian ocasionar revoluciones, y mudanzas, à favor, ò en perjuicio del partido de la Corte, ò del Pueblo; combinando con tal desteridad los assuntos, que salian siempre infalibles las impresiones, que las noticias hacian sobre un licor, el qual, subiendo, y baxando en dos tubos, ò pajas, señalaba en la tabla el estado, y variaciones de los negocios. En un lado estaban señaladas las materias, que interessaban à los Torys, y en otro las que pertenecian à los Vvighs.Como el arte no consistia en la fabrica de las tablas, en el repartimiento de las casas, en la delineacion de los grados, en las inscripciones, ni en la formacion, ò compostura de los tubos, que, para unos parecian de vidro, y para otros de hasta de buey, preparado chymicamente, sin ser, ni de una, ni de otra materia: no es bien insistir mucho, ni perder el tiempo en la descripcion de uno, ni de otro, à fin de decir algo del licor, que corria por los tubos. Este para destilarle, y darle el punto fixo de bondad, que necessitaba para el caso, havia costado sumas inmensas, desvelos extraordinarios, y riesgos eminentes. Dicese, que este curioso Cavallero para lograr la perfeccion de este licor, havia mantenido por muchos años en las Capitales de Europa, à diferentes sugetos habiles, y de mucha experiencia, cuyo oficio se reducia unicamente à velar sobre los momentos, en que ciertas figuras pùblicas, y privadas, humedecian el rostro, y las manos, para recoger en aquel señalado tiempo el humor, ò liquido, que en forma de gotas de sudor, ò de sali-va, las cubria la cara, la lengua, ò las manos. Que tenia en la Corte de Londres, y en las dos Camaras del Parlamento un parage determinado, à donde los Pares, y los Comunes cambiaban los Pañuelos, que tenian en la mano, al tiempo de las deliberaciones, y consejos, dando à cada uno un Pañuelo nuevo, y asseado, por qualquier otro usado, y lleno de mugre, y de sudor de los que havian combatido, à favor, ò en contra de las proporciones de alguno de los partidos, que dominaban en la Nacion. Procurò tambien recoger en cada renovacion del Parlamento, los Guantes de los Vocales, que havian assistido en las Provincias à las elecciones de los miembros de la Camara Baxa. A todas estas cosas havia añadido diferentes simples, que havia solicitado, y recogido por sus Emisarios en Francia, España, Portugal, Alemania, &c. en una palabra, en los Gabinetes de todos los Principes, y de todos los Pueblos, que tienen interès en los negocios pùblicos de Europa. De todas estas cosas procurò con arte sacar quintas essencias, espiritus, aceytes, y otros extractos, con que, al cabo de una infinidad de ensayos, consiguiò componer el licor con que llenò los dos tubos, uno señalar para los sucessos del partido de sos Vvighs, y otro el de los Torys. Todos los dias, y en punto de las doce del dia, conociò, y leyò este cèlebre Estadista (en su Barometro) las novedades, que havia en el dia en los partidos, y las mudanzas que ellas havian de padecer en las veinte y quatro horas siguientes. Una vez veìa un partido exaltado, y otro abatido. No era menester mas, que una voz esparcida en un Caffé, en la Bolsa, un Correo que llegaba, ò que partìa, un Embaxador, que acababa de salir de conferencia, un Ministro, que havia entrado en el Gabinete del Monarca; finalmente un movimiento, una palabra del Principe, &c. para rebolverlo todo, y cambiar enteramente el systhema. El partido que un dia estaba en lo alto, se hallaba el otro en lo baxo, y los grados de este ascenso, y descenso estaban tan exactamente anotados por el licor en las tablas, que el dueño se viò en estado de recoger, y de enriquecerse con todas las memorias necessarias para dàr algun dia una excelente Historia de los acaecimientos de la Gran Bretaña, causados en los partidos de Vvighs, y Torys, en este presente siglo. Aunque yo no tengo la fortuna de posseer una Maquina tan extraordinariamente prodigiosa, y tan necessaria para los que quieren instruirse perfectamente de lo que passa en Europa, no por esto he dexado de examinar muchissimos medios à fin de poder conseguir, que sin fatigarme, sin entremeterme, sin incomodar à otros, y sin mezclarme en negocios, ò conversaciones donde no me llaman, tuviesse à la mano, y supiesse con exactitud las noticias, que nos vienen de Alemania, Francia, Inglaterra, &c. Al cabo de muchas especulaciones, y de no pocas penosas pesquisas, he llegado à averiguar, que haciendo algo de mi parte, no serìa yo menos dichoso, que el Inglès, en inventos, y que yo no tendria mas dificultad en formar, y conseguir un Barometro de los sucessos de toda la Europa, que tuvo el Britanico para formar el suyo, de los acontecimientos que sufrieron los partidos politicos de su Nacion. El Barometro, que yo he fabricado, està yà tan perfeccionado, por medio de las observaciones, que he hecho en mas de dos años, sobre todas las piezas que le componen; que desde mi Casa, hasta la Puerta del Sol adquiero todas las noticias que me son precisas para poder hablar con seguridad, y firmeza de lo que passa en los Exercitos, en las Armadas, y en los Gabinetes de todos los Principes de Europa. Conozco à punto fixo, y con la sola inspeccion de los instrumentos del cuerpo de mi Maquina, los Sitios, las Batallas, los Encuentros, las Marchas, y los Acompañamientos de los Exercitos: las salidas, y entradas de las Armadas: en una palabra, todo quanto passa entre los Pueblos, que se hacen la Guerra. Y para que esta Maquina sea incomparable, y quede sin segunda, solo me falta montar las piezas del modo que conviene, para que ella me indique con la propia puntualidad que me señala los sucessos de la Guerra, las cosas que intervendràn en las negociaciones de la Paz en el proximo Congresso de Augsbourg. Para este efecto he comenzado mis observaciones, ensayando varias piezas nuevas, y el modo de poder servirme de ellas; y no desconfio, de que, con la paciencia que tengo, en la continuacion de mis escru-tinios, no llegue à dàr à mi obra el complemento que la falta. El Abad de Bellegarde, La Chambre, Porta, y otros muchos Physonomistas antiguos, y modernos, se persuaden firmissimamente, que los hombres traen delineadas sobre el rostro, las passiones, que les agitan, y las propensiones, que les son naturales. Y aunque se pudiera dudar de esta verdad en vista de innumerables ejemplares, que al parecer desmienten las consequencias, que se pueden deducir de varios principios, que serìa facil establecer por esta via: la confesion de Socrates, es tan poderosa para sentar el hecho, que no es possible, se contradiga lo que los Autores citados dexaron escrito sobre la materia. Pero valga por lo que valiera, à mì me conviene, que esto sea verdad; respecto que por la Physonomìa de los Novelistas, ò Noveleros idem per ide, (sin mas auxilio) he fabricado mi Barometro de Noticias Militares, y que las señales de sus rostros son los indicantes de que me sirvo para saber lo que traen las Cartas, y Papeletes, y lo que dicen en pùblico, y en secreto los Ministros, y Embaxadores: Pues estas señales son para mì lo que el licor en los Barometros ordinarios, es para señalar la mudanza de los temporales. Los dias de Martes, y Jueves comienzo mis examenes, y observaciones; pues baxando àcia la Puerta del Sol, y deteniendome algo en mis passos, pero sin quedar enteramente parado, advierto, yà la esperanza, yà el temor de los dos bandos para el dia siguiente, reconociendo en todos una ansia eficàz, y vehemente de salir de las dudas, en que los dexaron las noticias de los Correos antecedentes. Pero adonde triumpha mi arte, es, en saber pronosticar de antemano, las verdades de los sucessos lexanos, y esto por los simples movimientos de las bocas, agitacion de los ojos, gesticulacion de las manos de los que se entretienen de las novedades del dia. A unos los veo las manos llenas de papelicos, los que leen à estos, y alargan à aquellos. Tres, ò quatro la pluma en la mano, transcriben,y embian las copias, que sacan de los papeles, que siempre son originales, y de confianza, à los Xefes, y apassionados de su bando. Aqui se traza sobre el mostrador con agua, ò piedra blanca, ò si hay algun Ingeniero, ò Artillero, lo hace sobre papel, con lapiz, ò tinta, la positura de los dos Exercitos, y el terreno en que se dà la batalla. Allà se calcula el numero de los muertos, heridos, y defertores del partido, que los Novelistas quieren hacer perder la batalla, y que siempre es 90. por 100. mas fuerte que la pérdida de el que quieren victorioso. En un instante se sabe, que toda la pérdida de los ultimos es poquissima; porque los que se creyeron al principio muertos, ò fugitivos, buelven, quando ellos quieren, à sus vanderas. En un rincon de las tiendas estàn dos, ò tres dando ordenes, para que el Exercito victorioso de su partido, abance àcia las tierras del contrario, y al cabo de veinte y quatro horas tienen invadido, y ganado veinte, ò treinta leguas de terreno sobre el enemigo. Apenas Belle Isle està sitiado, que el partido que favorece à la Inglaterra, no solo la toma, sino que al punto mismo toma la Isla de Rè, y desembarca en las Costas de la Garona. Si el Exercito de Francia se mueve sobre el Vveser, no intermedia tiempo, sin que los favorecedores de esta Corona la trasladen hasta Stade, y ponen en contribucion, de su propia voluntad, al Paìs de Hessa, à Hannover, y à los demàs Dominios de los Aliados. Me rio algunas veces de oìr, que el Exercito Rusiano en una marcha alcanza desde Posnania hasta Potzdam; y que el Rey de Prusia duerme en Leipsig, y se levanta en Breslau, sin mas motivo, que el que tienen los Noveleros partidarios, para transportar sobre las alas del viento los huestes. No creo, que havrà persona tan indiscreta, ni tan mal hallada con su entendimiento, y juicio, que quiera revocar en duda la veracidad, y exactitud de mi Barometro. Muchos saben hasta donde puede llegar el descubrimiemo de los motivos, que tienen los hombres, para obrar, ò pensar de un modo determinado, y del modo con que expressan en las señales de su rostro sus pensamientos. Ovidio mismo nos atestigua, que es dificil, que el rostro desmienta el corazon. La disimulacion no es bastante imperiosa en todas las criaturas, para someterse siempre el temor, y el gozo, y estas dos passiones rompen frequentemente los celajes con que el hombre procura ocultarlas. Cada passion dá al rostro un semblante particular, y se dexa vèr por algunos rasgos delineados con especial cuidado. Un ojo maldice, y las cejas, no pocas veces, demuestran la mezquindad del sugeto. Què cosa mas comun, que vèr à los enamorados quexarse, vengarse, debilitar sus facultades, sufrir, desesperarse, y todo esto, observando el mas profundo silencio. Pues què dificultad se me opondrà, para que mi Barometro calculado sobre los efectos, que causan en los hombres sus passiones, no sea exactissimo, y por no querer que yo pueda juzgar por el humor, que advierto en los Noveleros, el estado del partido que favorecen? Tan dispuesto estoy para resolver la propension de los hombres, y las revoluciones que padecen sus sentidos, con la sola vista de sus semblantes, que me he atrevido escrivir afuera las noticias mas veridicas, sin mas antecedentes, que mi ordinario passeo de la Puerta del Sol, Palacio Nuevo, y Plazuela de Santo Domingo. En viendo, que alguno de los Noveleros, que conozco por Melancolico, Philosopho, ò cargado de negocios, tenga el ojo vivo, la tez clara, las facciones desembarazadas, la cabeza alta, de repente vati-cino, que su partido và pujante, y combinando luego la positura en que le dexaron las ultimas noticias; no hallo embarazo en adivinar, en què consiste la ventaja, que havrà conseguido. Si al contrario vèo, una Phisonomìa adusta, en un hombre jovial, y placentero, libre, y acomodada, la frente arrugada, los ojos cargados, &c. de contado puedo pronosticar, que algun Correo coxo ha traìdo malas nuevas. No es menester que nadie hable: no necessito tomar el trabajo de preguntar: gozo el privilegio de aquel antiguo, que viendo à un Estrangero, à quien jamàs havia visto, le decia, aùn antes que havia despegado los labios, hable, para que te vea. Mejor sè la positura de las cosas de Alemania, de la Canada, del Oriente, y de las Costas Maritimas, por los semblantes de los que se interessan en la fortuna de los Pueblos, que se hacen la guerra, que por sus palabras; porque mas bien saben ellos disfrazar la verdad hablando, que callando. Ademas de esto, la multitud de observaciones, que he hecho para lograr mis fines, me ha dado à conocer, que el semblante en su todo es un indicante mas expressivo de las cosas, que tal qual faccion particular; pues el primero no es otra cosa, que la verdadera disposicion interior en que està el espiritu, que se manifiesta visible, y exteriormente. Me prometo el mas distinguido premio por la solicitud con que deseo promover, y afianzar el establecimiento de los Caffés, como la escuela mas adequada para criar un sin numero de sugetos, que con el tiempo ilustraràn la Nacion con sus delicadas meditaciones sobre la Politica. Como en estos parages, por ser pùblicos, concurre el que quiere, siempre se podrà en ellos lograr mejor instruccion sobre el estado de las cosas, que en las demàs Tertulias, donde todo es uniforme, y donde jamàs se pesa el pro, y contra de las noticias: las quales, si son favorables para el partido, se exageran, y revisten aun mas propiciamente de lo que son; y sin [sic] son contrarias, las procuran disminuir, à fin de minorar el daño, ò desaparecerle enteramente. Los años passados, quando se hablò tanto del mal estado de S.M. Prusiana, se asseguraba con tanta certeza su muerte, que huvo quien se huviera dexado matar antes, de no creerla. Procurè insinuarme en to-dos los corrillos de Noveleros sin distincion de inclinaciones, y en ninguna parte me fue possible rastrear la verdad del hecho, pues en todas estaba esta Deydad sufocada, ò por el excesso de una alegria indiscreta, ò por la demasìa de una consternacion dolorosa. Solo en un Caffé, y enmedio de los dos partidos hallè tal qual luz para dudar de la suerte de los dos bandos. Pues los que trataban del assumto, aunque cada uno defendia su pandilla, procuraban combinar circunstancias, haciendo ceder à los que sostenian la muerte, à sus argumentos sólidos, è invencibles, y cediendo tambien à su turno, quando los otros fundaban sus opiniones sobre alguna probabilidad admisible. Nunca tengo mas completo el gusto, que, quando congeturo, que en alguna parte de Europa se debe tratar negocio de importancia, y que este puede en algun modo traslucirse. Al instante me muevo. A nadie dexo en paz, ni en su casa, ni en la calle. Sin distincion de personas, ni condiciones, pregunto à todos, què hay de nuevo, què se dice de Italia, ò de Alemania; y esto con el fin de poder penetrar hasta donde llegue la passion de los que me responden. Las refle-xiones, que se estàn haciendo en diferentes barrios de Madrid, sobre las negociaciones de la proxima Paz, son capaces de curar la hypocondria mas inveterada. Un dia entero no basta para oìr las idèas, y proyectos, que los Novelistas forman sobre este assunto. Conozco de vista à casi todos los mas eminentes Estadistas, que tiene este Pueblo, y como sè, que no hay Tertulia, que no tenga su Ministro de Estado, que es boca, è interprete del barrio en que vive, ò en que assiste, procuro siempre acercarme à èl quando visito los congressos, deseando primero saber de èl, que de otro alguno, lo que piensa de la situacion, y estado de los negocios. Nunca me dì mas movimientos, que al tiempo que corriò la funesta noticia, de que tengo hablado; porque persuadido, y convencido, de que este sucesso mudaria enteramente el systhema de los negocios de Europa, y produciria una infinidad de excelentes especulaciones, tenia singular gusto en saber lo que pensaban sobre ello los mas grandes Politicos. Passaba à la Calle Ancha de San Bemardo, ò à la del Barco, y en media hora me hallaba instruido, assi de lo que pensaban de este acontecimiento Embaxadores, Ministros, Grandes, y Particulares; como tambien del interès, que preveìa cada uno de estos, podia resultar de ello en sus propios negocios. En una parte de la pieza del Caffé, Phenomeno de la Calle Ancha, se discurria indiferentemente entre Cocineros, y Ayudas de Camara; pero à medida que me passaba àcia la otra, oì que se alambicaban mas, y mas los razonamientos: de suerte, que en un rincon de la pieza quedaban yà tan perfectamente destilados, que podian passar por del mas sublime quilate. Los espiritus, ayudados por los vapores del Caffé, ò de los Licores, disponian (en un abrir, y cerrar de ojos) de todos los bienes, del difunto Principe, y en menos de un quarto de hora quedaba la paz hecha, y todo el mundo restituido desde el Exercito à su Casa. Saliendo de alguna de estas dos citadas partes, empezaba el passeo, que mi Medico me ha ordenado para disipar mis malos humores. Caminando derechamente mi primera estacion, veìa la assamblèa completa, y un cèlebre Atheniense servir de Orador del dia. Jamàs oì discurso mas elegante, que el que este pronunciò en aquella ocasion. En los despojos del muerto havia para todos. No havia Principe, aùn de los que no tienen intervencion en la guerra, que no havia de sacar raja de sus Estados. Pero en que triumphaba mas el Ciceroniano, era, en exponer la muerte del Monarca, autorizandola, como tambien el repartimiento de sus Estados, con las Leyes fundamentales del Imperio, con la Ley Salica, con la Charta, Normanna, y con el Fuero Juzgo. La diversidad de opiniones, en orden à las circunstancias de esta muerte, que se atribuia à una infinidad de causas, era otro Laberinto extremamente dificil de desenredar, y que me hacia vèr como se siente de las cosas, que suceden lexos de nosotros. En los animos de algunos se encendia tanto la ira para sostener, que solos ellos sabian la verdad, de lo que decian, que en ciertas ocasiones, oì sobre esta, y otras semejantes noticias, palabras colericas, è insultos personales. Pues no es perderse el juicio, quererse afianzar en quatro renglones, que se escriven de priessa, y por ventura sin haver bebido en legitima fuente? Quántas veces revocan las Gacetas las nuevas que habian propalado? Y quántas veces vemos tan discordes las relaciones escritas por dos partidos distintos, que despues de haver examinado una, y otra, todo queda como estaba antes de haver venido el primer aviso? Pues què es esto, sino que los Noveleros, con una satisfaccion, que ellos fingen, se ridiculizan à sì mismos, y se exponen à las burlas, y risas de los que de passo interpretan mal sus palabras. Una de las cosas, que mas me ofenden en los Novelistas, es, la ciega passion que los arrastra, y que les hace atropellar el honor, y respeto que debemos à los Superiores, mayormente à las Testas coronadas, Vicegerentes de Dios sobre la tierra. Poco practicos en lo que dicen las Sagradas Letras, sobre este punto, ignoran las veces que Dios honrò con titulos muy excelsos, à los Principes Infieles, de quienes se valiò para azotar à su Pueblo. Con horror debe oìr qualquier racional, los epitetos con que cargan los inconsiderados, à las personas de los Monarcas. Con veneracion decia piissimamente la ilustre Señora La Moignon al Satyrico Boileau debemos tratar à nuestro proximo, y mas à los Reyes, aunque sean enemigos de nuestra Patria. Acuerdome de la ossadìa con que hablaron diferentes Novelistas, quando el execrable atentado, sobre la persona del Christianissimo. Sobre quien descargaban su furor, y à quienes acusaban de este atentado? A Principes Soberanos, à los Padres de la Patria, y no al frenesì, ni al desprecio de las Leyes Divinas, y Humanas. Tratar de esta manera las noticias, es tratarlas sin seso, y con criminal confianza. El Novelista debe ser sceptico, y no dexarse arrebatar de primeros avisos. Temple su juicio hasta que venga un segundo, y tercero, que confirme lo que traxo el primero, por no dàr que reir à los contrarios, de nuestra tumultuosa alegria, y no poner à nuestra credulidad en compromisso. Estudien la Politica del Gabinete, y veràn, lo que sucede en orden à los Correos, à las noticias que se divulgan, y à la verdad que contienen. No he hecho mejor, decia un Griego, haveros dado un contento, y alegria de tres dias, que haveros desde el punto mismo assustado, y entristecido con la pérdida de la Batalla? Pues midan los Politicos Noveleros estos casos, y combinen su porfia, y tenacidad en propalar cosas, que no suceden à su vista, con estos,y otros casos, que nos acuerda la Historia. No puedo menos que responder este Correo à la Carta siguiente, que he recibido de Parìs. París 30. de Mayo de 1761. Monsieur. “Entre todas las Comunidades de esta Ciudad, que tienen à la Moda por objeto de sus obras, ninguno hasta ahora ha tenido menos fortuna en España, que la nuestra. Sì es verdad que despachamos algunas chupas bordadas, algunos Ojales en cartòlina, ò algunas Basquiñas, y Batas picadas, ò bordadas en estambre, no consideramos estos articulos por de tanta consideracion, que nos puedan hacer participantes de las sumas que vomita America por el Canal de Cadiz, en el seno de las demás Naciones de Europa, y sobre todo en el de la nuestra. Buelvo à decir Monsieur, que nuestra Comunidad es la que menos se interessa en las riquezas de España; sin embargo de hacer Comercio de un articulo, que se debiera despachar mas en su Paìs de Vm. que en otras parte [sic] de Europa. Còmo es esto, Monsieur, tantos calores en España, y nadie gasta Parasol de Tafetan? Pues solo la ignorancia de lo que passa en Parìs, donde hasta los Oficiales, Sastres, y Peluqueros le estilan, ò la falta de Mapas, en que se vèn, como los usan los Españoles en las demàs partes del Orbe, son las causas, que pueden escusar à España este solecismo en la Moda, y de haverse desviado de las impresiones, que la Nacion recibe con tanta docilidad en assunto à Modas Nuevas. En Junta General, celebrada en 20. de Mayo, se ha resuelto Monsieur escrivir la presente, para que Vm. haga esto pùblico por qualquier medio que sea; prometiendo al que primero rompiesse la Baya, è hiciesse uso pùblico, y continuo del Parasol de Tafetan, y procurasse que se introduzca, y establezca la Moda de èl, para el año proximo venidero de 1762, el mandar acuñar una Medalla de Plata del peso de dos onzas, con el Retrato del que nos favoreciesse con su empeño: quedando al desempeño de nuestra Real Academia de las Inscripciones, el Exergue, la Inscripcion, y el Reverso. Deseamos que Vm. nos participe las novedades, que pro-duxessen nuestras proposiciones, à fin de hacer Invierno provision este de Generos, para las remesas, que se nos pudiessen pedir de esta. Tenemos el honor de quedar de Vm.” Monsieur. Los muy aficionados servidores,el Syndico, los jurados, y Vee-dores del Gremio de los Roperos dela Puente del Cambio de Parìs. RESPUESTA. Messieurs. “Estimando la favorecida de Vms. de 30. de Mayo, satisfarè al deseo, que Vms. tienen de que se fomente en esta Corte el uso del Parasol de Tafetan, para resguardarse de los rayos Solares, que carcomen la blancura de la tez, y que se les procure à Vm. assi el despacho de un articulo para su Gremio, extremamente lucrativo; prometiendo al que fundasse, y procurasse la introduccion de este Comercio, el honor de la inmortalidad por medio de una Medalla, acuñada con su retrato. Apenas recibì la Carta de Vms. que la comuniquè à nuestra Tertulia, la que se hallò gustosa con el aviso, dandome al propio tiempo orden para participar à Vms. que estaban servidos, pues yà hemos visto en las Calles de Madrid el Parasol de faltriquera, enarbolado con todas las circunstancias necesarias para poder esperar en el proximo Verano la dilatacion de su uso, y à favor de su Gremio de Vms. un despacho, que, como Vms. no ignoran, es en España de enturbion, y avenida, en los primeros momentos. No podrè decir con certeza, si el Cavallero Fundador de esta Moda querrà franquear su retrato para estamparle en la Medalla. Si por ventura lo escusára, embiarè à lo menos su nombre, y apellido, con la data de la introduccion de la Moda. No siendo justo quede toda la Nacion privada por culpa de uno solo, del honor que la compete en la promocion de este Articulo de Moda, y en el bien estàr de su Gremio de Vms. de quienes soy con toda atencion.” Messieurs. Su muy favorecido servidor El Duende. Es hecho constante, que haciendose recomendables los hombres por las invenciones, aquellos que las estienden, è introducen en los parages, en que no aparecieron, son dignos de los propios honores. La necessidad, y uso del Parasol en esta Corte, es, à mi parecer, indispensable, y no hay en contra el que nuestros antepassados no los estilaron, y que no los estilan otros muchos Pueblos. El ansia para distinguirse, y fixar la vista de todos, entra en el Plan de las acciones humanas, tomadas moralmente; y la passion que tenemos todos, de inmortalizarnos por medio de la piedra, y del bronce, es uno de los mas gloriosos pensamientos, que alientan à los hombres. Les parece à los embidiosos de las glorias del proximo, que es leer poco en alguna Chronologìa de los inventos de Artes, y Ciencias, que en 1761 en tal dia, y en tal mes, se viò en Madrid el primer Parasol sobre la cabeza de un hombre, para conservarse las facciones, en cuya memoria se acuñò en Parìs una Medalla, que probablemente se conservarà en los Monasterios [sic]? Pues diganme todos, y qualquier de ellos, à que miran tantos anhelos para promoverse, y hacerse lugar en el mundo, sino à gozar semejante complacencia, y à ser nombrado, y famoso en todas partes. En balde me alegan, que los honores, y distinciones son relampagos, y oropeles, que no dàn substancia: lo que yo veo, es, que à menos de ser Gallegos, ò Asturianos; esto es, Aguadores, ò Ganapanes, Taberneros, Tenderos , y otras gentes de esta casta, todos apetecemos el Quos ego. Yo mismo no disimulo el que quissiera ser el mas habil, y el mas sabio en realidad; pues aunque no me haria perder los estrivos el saber, siempre me hallaria gustoso, con que todos admirassen el favor, que me havia hecho el Altissimo. Y si esto es una verdad incontratable, por què se querrà negar, que el que saca el primero à luz una Moda nueva, no deba gozar las prerogativas, de que por qualquiera novedad util se hace digno à quien la propala? Dignissimo es, pues, de premio, y de una distincion honorifica, el que rompe el camino para darnos libertad de valernos del Parasol, como de un instrumento, que en qualquier momento, nos manifiesta lo que somos, y escusa el deber embozarnos, ò duplicar los gastos del Peluquero, para renovar el rizo que tanto se echa à perder por el Sol, ò por el Sombrero. No hallo en esta Moda del Parasol cosa alguna, que contradiga à la buena crianza, antes bien la considero por utilissima, y sumiamente conducente para que se imite, y se introduzga en el Reyno. Acababa este Discurso, quando un Mozo de Esquina, me entrega el siguiente papelito, que me parece escrito por algun Mercader, que debe estàr mal con que el Parsol nuevamente introducido, sea de Seda, pues se quexa de que no le hayan dado tiempo para despachar los que tiene de Encerado. “Señor Duende: Vm. havrà notado la novedad del Parasol, que apareciò pocos dias hà, y que continua à aparecer unico en su classe sobre el Horizonte de estas Calles de Madrid; no sin grave perjuicio de nuestro Gremio, y en particular de mì; pues para abastecer al Pùblico, que tanto me honra, que me cree infalible en mi decir, y en mi obrar; he hecho una provision de cinquenta gruessas de Parasoles de Encerado, de que la mayor parte tengo yà recibido, y no siendo justo, que sufran mis interesses, por solo un Parasol de Tafetan, le suplìco à Vm. amoneste, y avi-se al Pùblico, que le ruego no adopte esta Moda, hasta que yo tenga sacado mi dinero, del abasto que he hecho de Parapluies: siendo cierto (como Vm. no ignora) que si se dexa vèr otro Parasol de Tafetan à las doce del dia por estas Calles, los Lacayos no querràn servirse mas de Encerado, lo que para mì serà de sumo perjuicio. Reitero mi peticion, y confiado que Vm. harà à mi favor qualquiera cosa, le B.L.M. Su servidor, y apassionado,D. Sinibaldo Sutorio. FIN. El Discurso siguiente se darà el Lunes 17. de Agosto de 1761. EN MADRID: Con las Licencias necessarias, por Andrès Ortega, calle de las Infantas. Se hallarà este, y todos los siguientes en las Librerìas de Antonio Sancha, frente del Correo;y en la de Bartholomè López, Plazuela de Santo Domingo; y en la de Bartholomè Ulloa, frente del Salvador.