NUM. III.
Viernes 19. de Junio de 1761.
. . . . . Hoc propius me
Dum doceo insanire
omnes, vos ordine adite.
Hor. Sat. lib. II. Sat. 3. ver. 80.
No sè, si el Autor de la Carta siguiente me conocerà tan bien,
como yo me conozco; y de no, està errado el concepto, que havrà formado de mi capacidad, y talentos.
Ay no es nada! quererme obligar à establecer una Manufactura de Epistolas Dedicatorias!
Establecimiento, que pide un gran numero de Sujetos habiles en Artes, y Ciencias. Adónde hallarè yo
hombres consumados en la Rhetorica, que sepan mentir à cara descubierta, y lisonjear al mas indigno,
sin avergonzarse? Dónde buscarè personas, que valiendose del fuero de la costumbre, sepan falsificar
fechas, fingir nombres, y apellidos, en-redar, y suponer nacimientos, muertes,
casamientos, y descendencias? En una palabra: adónde me harè yo con Sugetos cuya memoria sea un
Archivo completo de Genealogìas de todo quanto racional saliò con Noè del
Arca? Còmo me encargarè, pues, de una cosa, de que lo referido es la parte mas comun, y menos penosa
del empeño à que quieran destinarme? Pero veamos la Carta misma.
Muy Señor mio:
Estos dias me divertì en registrar mi Papelera, y reconocer las Obras Literarias, en
que me he ocupado estos ultimos quatro años, con el fin de entresacar de ellas las mas acabadas, y
de imprimirlas, al punto que encuentre quien me abone los gastos, y me dexe el lucro. La Imprenta
debe parte de sus progressos à los loables enthusiasmos de muchas Personas, que sin calidad, ò
merito, desean vèr estampados sus nombres en la segunda plana de un Libro, con un Al Excelentissimo, Ilustrissimo, ò Muy Ilustre, al canto; y con quatro
Inventos, ò Sucessos del Reynado del Rey VVamba, ò de la Batalla de las Navas por realce, en que se atribuyen à los antepassados del Mecenas, algunas
heroycidades, ò virtudes mas falsas, y mentirosas, que la Relacion del Valiente
Negro en Flandes.
Como me siento algo alentadillo en el curso de las Bellas
Letras, y que hago de Persona las Gradas de San Phelipe, y Librerìas de en-frente,
quisiera poder distinguirme entre los demàs Literatos; no tanto por el numero de los Escritos, que
destìno para el Público, quanto por el genero, y diversidad de los assuntos, que tratarè; y si no
rompì aun la baya, fue por no hallar à quien ofrecer el holocausto de las primicias de mis preñéces,
y no menos trabajosos, que dificiles partos de una erudicion, y gusto, nada comun en el siglo en que
estamos. V.m. me crea, Señor Duende; no me cuesta tanto componer un Poema Heroyco de doce mil
versos, ò una Novela de tres, ò quatro Tomos, que una Epistola Dedicatoria de veinte renglones.
Espero, que esto no le parezca à V.m. increìble, ni que juzgue
esta dificultad escasèz de conceptos, sino penalidad, y delicadeza; mayormente no ignorando V.m. el
trabajo que hay en alabar à un Mecenas de generoso, de magnifico, de caritativo, de piadoso, de
devoto, &c. quando real, y efectivamente, possee estas calidades: porque celebrar por tal al que
no tenga estas prendas, nada es mas facil, ni mas expeditivo. A menos costa halla la mentira adornos
que la hermosean, que la verdad; y con razon dixo un Poeta Ingles à su Monarca Carlos II. que mas pronto se inventa una Fabula, que se compone una verdad Historica.
Yo deseára que V.m. fuesse servido de vaciar una docena de Dedicatorias de N.
adaptables à todo genero de Escritos, y à qualquiera classe de Personas; pues asseguro V.m. que el
servicio que me harìa en la hora presente, no serìa menos essencial à mì, que à todos los Individuos
de la Republica Literaria en adelante. Las Obras, que yo destìno para la Prensa en el corriente año,
son: En primer lugar, Una Coleccion completa de Saynetes, y Entremeses, con sus
Tonadillas, puestas en Musica al estìlo de Parìs: Obra, que me ha pedido una Señora de edad
provecta, que por medio de su lectura desea conservar algunos resabios de los innocentes placéres de
sus juveniles años. V.m. concibe bien el assunto de los encomios con que se ha de celebrar à esta
Señora, y à todas aquellas, que gastan su dinero en adelantar por este camino la Literatura.
Tambien doy el pulimento que necessita, à un Tratado muy apreciable, cuyo titulo será: Methodo para conocer las Enfermedades por atraccion, sin tomar el pulso, sin
inspeccion de materias, y sin preguntar al Enfermo por el mal que siente. La Dedicatoria debe
convenir à uno de aquellos Ricos dolientes imaginarios, que se creen honrados, con que los Medicos
planten dos veces al dia el Coche à la puerta de sus casas, dando lugar à que los que passen por la
calle, pregunten si el Señor Don Fulano està enfermo. Pero quissiera, que la misma Dedicatoria (mutato nomine) pudiesse convenir à alguna de aquellas Señoras
melindrosas, que continuamente estàn achacadas de flatos, vapores, ò jaquecas.
La tercera Obra en que trabajo, y que està casi acabada, es una Cartilla, para
enseñar el modo de hacer fortuna. Es Obra de encargo, y la tengo compuesta à instancias de los
Maestros de primeras letras en las Provincias, à fin de tener materia para dàr algunas instrucciones
primordiales, y convenientes à los muchachos, que se destinan para Pages, ò Mancebos del Comercio,
los que hasta aqui han venido à la Corte, con toda la caspa, y tosquedad de su Paìs natalicio. Como
los Maestros me han prometido empeñarse con sus Superiores, para que admitan, y abriguen mi Escrito,
no sè todavia la Provincia que mejor pagarà mi trabajo; y por esto deseára que V.m. me hiciesse una
Dedicatoria, que viniesse igualmente à todas: lo que contemplo facil, porque no hay Paìs, que no
tenga Excelencias, y Prerrogativas, y que no produzca à un mismo tiempo hombres entendidos y
esforzados, è ignorantes, y cobardes. V.m. podrà tomar una idéa cabal de ello, para que me sea facil
hacer, y deshacer à mi gusto el estìlo, y la forma, à fin de festejar con acierto à la Provincia,
que mejor me socorra.
Dentro de pocos dias pondrè tambien la ultima mano à la Traduccion de un excelente Tratado,
escrito en Francès por Monsieur Claude Teston, impresso en Parìs
el año de 1678. con titulo de Arithmetica Mercantil, ò Arte de Quebrar. Obra
utilissima para todo genero de personas que entran en Negociaciones Mercantìles, Assientos, y sobre
todo para Comerciantes, y Mercaderes novicios, que se establecen en Paìses Estrangeros. La
Dedicatoria pertenece de derecho (yà se vè) al Comercio de alguna Nacion, ò Pueblo Mercantìl; pero
hasta aora no me fue possible determinar à quien ofrecerla, y assi lo suspendo hasta haver
reconocido, què Pueblo, ò Provincia havrà producido los mayores hombres en esta Ciencia, y de quien
debo esperar el mayor favor para mi bolsillo.
Ultimamente, antes de acabar este año publicarè (mediante Dios) un Proyecto
nuevo, para poblar, y cultivar todas las Islas del Rio Manzanares, que dedicarè, segun la
apariencia, à un Personage poderoso, que ha heredado grandes riquezas de un Tio, y està en animo de
gastar parte de su hacienda presente en adquirir un Estado de futuro, à Titulo de Marquesado; y à lo
que se dice, se està tratando el negocio con los herederos de Don Jacinto
Polo, que segun parece por sus escritos, posseìa algunas de dichas Islas; y con otro Cavallero
de esta Corte, que tambien alega derecho à una. V.m. no ignora los caractères que debe manejar para
establecer la fama, y grandeza de un Magnate, que pagarà largamente el incienso, y que
solo espera verse en la Portada de esta Obra nueva, para dàr una magnifica Librèa à toda su
familia.
Olvidabame casi de la Corona Civica, Poema heroyco en alabanza de las
Mugeres, por haver salvado el honor à muchos dignos Ciudadanos, que antes eran tratados de
grosseros, indiscretos, y por de mal gusto; y haverles iniciado, è instruìdo en los principios,
maximas, y practica del Estrado.
A su tiempo remitirè à V.m. las apuntaciones necessarias para trazar la Epistola Dedicatoria de
esta Obra, que deberà estàr con tal arte, que à no quererla admitir una Señora despues de haver
soltado la limosna, la pueda yo aplicar à otra; y aun al cabo de haver recogido la propina de dos, ò
tres, adjudicarla à alguna Virtud, à la Nacion, ò à otra qualquiera Personalidad possible.
Nuestro Señor, &c.
B. L. M. su afecto servidor
Chrisostomo Perenèl.
Señor Duende.
Aunque la costumbre misma confiessa, que la mayor
parte de las cosas, que por naturaleza son injuriosas, quedan por ella absueltas de culpa, y pena;
sin embargo algunas hay, que por la relacion que tienen con otras, ò por ciertas circunstancias
agravantes, no se puedan dissimular, ni passar en silencio. Entre estas no se debe olvidar al
estìlo, y práctica de las Episto-las Dedicatorias, que es, en tanto mas perjudicial, en
quanto està establecida entre Naciones cultas, à quienes una buena, y sociable educacion, debe haver
inspirado, (à lo menos, en la mayor parte de los individuos de que se componen) passiones nobles, y
equitativas. La prostitucion de alabanzas, que es el caudal de semejantes Escritos, no solo es
trampa, que engaña à la mayor parte de las gentes, que reciben su saber, y conocimientos, como por
reflexo de los Doctos; sino que muchos, viendo con què facilidad se dà honor, y premio, no menos à
los indignos, que à los benemeritos, pierden el deseo de conseguir lauros, y fama, que son los
incentivos, y estímulos para empeñarse en acciones generosas.
Pero supongamos, que un Autor tenga justos motivos, y suficientes materiales para alabar, y decir
cosas grandes del Mecenas, que tiene elegido para su Obra; encontrarà expressiones que no hayan
servido yà à otros para semejantes alabanzas? O se crea el libertarse con esto de la sospecha de
adulacion, y lisonja? La misma verdad, si se halla en una Epistola Dedicatoria, es sospechosa, y la
podemos comparar à un hombre honrado, que disfrazado hace dudar de su honra: porque la verdad
entonces và como de mano armada, para sorprehender de improviso à alguno, à quien conozca hydropico
de elogios. Doy de barato, que el merito del su-geto no admita dificultad, ni tropiezo;
pero esto no basta, para que un Autor se atribuya el derecho de hacerse impertinente, y atrevido, à
expensas de un hombre virtuoso, y que le dà con el incensario en las narices.
Nosotros no hacemos, lo que hacian los Romanos con los sugetos
mas Eminentes, y Grandes de su Republica, y à quienes premiaban con Triunfos los servicios, que
havian hecho à la Patria; pues en medio de los aplausos, que les daba el Pueblo, les llenaban de
baldones, è injurias, gentes que alquilaban para burlarse de ellos, y de sus glorias, à fin de
humillarlos, y de darlos à conocer el poco caso, que merece una Grandeza precaria, y concedida por
un momento. Nosotros estamos mas bien enseñados que los Romanos, y por esto tenemos gentes que se
venden, para ensobervecer mas à quienes alaben, y que no siempre son triunfadores, ni benemeritos,
sino muchas veces sugetos sin mas importancia, que las riquezas que posseen, ò la liberalidad que
hacen al Autor, que los inciensa.
Supongamos tambien, que el Autor no sea de aquellas Almas venales, y comunes, que elogian à
destajo el sugeto à cuyas plantas ponen su Obra. Què importa? El Mecenas no le debe tener mas
obligacion del sacrificio, ò pintura, que huviesse hecho de èl en su Dedicatoria, que la que podria
tener à un Pintor, que le huviesse retratado en lienzo. Fuera de esto; si consideramos
bien las cosas; mas agravio puede hacer un Autor, si no representa, como debe, el carácter de la
Persona, ò que ridiculìce con epitectos frios lo mas sagrado que tiene el hombre, que es su fama,
que un Pintor que le dà à conocer por su rostro mal pintado. Soy de parecer, que los Autores no
pueden justificarse en esta materia, sino con la sola condescendencia, y anticipado permisso, que le
dà la Persona à quièn celebra, para que le retrate del mejor modo possible. No son pocos los
Autores, que hacen lo que hacìa cierto Pintor, de quien oì decir, que no teniendo gracia para hacer
sus copias parecidas al original, pintaba à la buena ventura aquello que le salìa, y buscaba despues
gente ignorante, para persuadirla, que su Obra era perfecta, y parecida. Y para decir en una
palabra, lo que siento de estas maniobras laudatorias, es, que decir de un hombre mas de lo que se
debe, ò se puede decir de èl con razon, y justicia, por la esperanza del interès, es una indignidad,
y suma baxeza, y sin esta esperanza, una necedad, y locura extremada. Y si alguno ha caìdo en
qualquiera de estos dos extremos, es necessario suponer una de dos; ò que el Autor debe
interiormente tenerse por infame embustero, y por mentiras sus elogios, y alabanzas; ò que el
Mecenas es un Orate, por haverlas creìdo sinceras, verdaderas, y desinteressadas.
Algunos ratos me he divertido en hacer ana-lysis de ciertas Epistolas Dedicatorias,
por un estraño methodo. He considerado, que los Autores deben procurar saber de antemano, de què
prendas, y virtudes mas se complace el Mecenas, à fin de assestar su baterìa ácia este flanco. Dexo
à cada qual formar sobre esto el juicio que gustáre; pero contemplese en resulta de ello, què casta
de gente son los señores Autores, yà que necessitan de semejantes prevenciones. Si los Lectores no
tienen presente esta verdad, podràn leer pocas Dedicatorias, sin decir con admiracion suma:
Què se hayan podido decir semejantes cosas! O, còmo es possible se diga tal cosa
de este Cavallero, ò de esta Señora, pues todos sabemos, que todo es soñado, ò falso, &c.!
Yo he oìdo elogiar en un General su magestuoso porte, la séria
gravedad de su presencia: calidades, que le havian apropiado sus Autores, despues que huvo ganado
una Batalla; pues antes no se le havian conocido semejantes prendas. En un Señor de Vassallos oì
tambien alabar la afabilidad, cortesanìa, y trato domestico con sus Subditos, sin que los lisonjeros
hacian caso de que los necessitaba, pues era por naturaleza adusto, y ruìn para con ellos. Es
cierto, que me huviera admirado mucho de estos Panegyricos, si no huviesse tenido la honra de
conocer à los Autores, que assi cantaban las Grandezas de sus Patronos. El primero era un Hidalgo
fantastico, y uraño, cuya cara, y gestos anunciaban à toda la Ciudad qualquiera Obra
nueva, que publicaba: y el segundo un Don Fulano, que se divertia todas las noches con los Libreros,
para que le despachassen sus Impressiones. Es menester que los Poetas, y Fabricantes de
Dedicatorias, assi en este, como en otros Paìses, sepan contenerse, y dàr limites à sus
encomios.
La hermosura, y el deseo de parecer bien, es la piedra de toque de los cuidados de las mugeres.
Quando ellas tratan de su belleza, y del modo de ostentarla, usan palabras, y frasses mas elevadas,
y significativas, que las que pueden, y saben encontrar los hombres, quando quieren exagerar sus
calidades, y acciones varoniles. Las mugeres adoran sus dones de la misma manera que pretenden, que
nosotros las adoremos; y assi una Señora, preciada de Sabia, que para darse à conocer al mundo
tomasse la pluma para escribir un Romance, Novela, Seguidilla, ù otra cosa, y pidiesse licencia à un
Cavallero para ofrecerle de rodillas sus respetos en letra de molde; me darìa à conocer, que la
situacion en que ella se pone, es la propia que ella exige, y espera de aquellos que quieren
ofrecerla inciensos. Muy lexos de criticar, como otros, las expressiones de sus Obras, por
defectuosas, y contrarias à las Reglas de la Gramatica, ò el modo por opuesto al Ceremonial del
Chichisbèo, contemplo à esta accion como un expediente bellissimo, para instruirnos de nuestras
obligaciones. Aquellos que mas li-sonjean à otros, nos dàn à conocer lo que desean. Como
nadie siente mas un ultrage, ò una calumnia, que aquellos que estàn siempre los primeros, y mas
dispuestos à ultrajar, y calumniar à vecinos, y conocidos; assi tambien nadie es mas Reo de
adulacion, y lisonja, que aquel que desea con ansia que otros le adulen.
Una Carta Dedicatoria, que leì el otro dia, me inspirò el
concepto de quanto hasta ahora llevo dicho. Puedo assegurar, que respeto, y venero los testimonios,
y pruebas menos convincentes de la ingenuidad, y cortesanìa Literaria, y que jamàs me dexarè
sobrecoger de lo que pudiere perjudicar à esta estimable prenda. El amor que professo à las Letras,
me ha favorecido tanto en los escrutinios, y pesquisas, que he hecho de Libros, Papeles, Pergaminos,
y demàs monumentos Literarios, solo por el ansia de hacerme docto; que no he escusado rincones de
Quartos, Cocinas, Sotanos, en que no haya passado revista à los trapos, y retales, para vèr si no
hallarìa algun tesoro escondido perteneciente à la Literatura. Verdad es, que mis trabajos me han
sido graciosamente premiados. En el rincon de un Desvàn, y entre ropa vieja, hallè una Theses
estampada en seda, con que se havia remendado una basquiña, ò guardapies, y en èl pude todavia leer
la Dedicatoria, que el Licenciado havia hecho à una Dama; y, por lo que he podido alcanzar de ella
es obra de Maestro. Tengo puesta la pieza en remojo, con un licor preparado, para hacer
resaltar las letras, que yà estàn algo desgastadas, y procurarè darla al público, como escrito
dignissimo para servir de molde à quantas Dedicatorias sean necessarias para semejantes Obras.
Tambien he encontrado varios repuestos de Literatura de diverso genero hasta en las almohadillas, y
tabaques de costura, en que las Señoras guardan sus baratijas, y enredos. Miro à estas fabricas de
carton, mimbre, paja, ò madera, quando contienen semejantes fragmentos de escritos, con la misma
veneracion, y respeto con que los Antiquarios miran los desmoronados restos de un Palacio, ò
Amphitheatro, que preserva en sus paredes algunas inscripciones, ò nombres, que no se hallan en otra
parte del mundo.
Havrà dos dias que fui à visitar à Doña
Simphorosa. Notè en una Escusabaraja un papel cubierto de lienzo, y à una media buelta de
espaldas se lo escamotè tan diestramente, que no lo ha conocido. Esto es una Dedicatoria de un
Amante, que pone à sus plantas su corazon, y todos sus haberes; pero tan lindamente fabricada, que à
mì mismo me doy la enhorabuena de poderla manifestar algun dia, como que merece se publìque, para
instruìr à los que pudieren necessitar saber el estìlo, que corresponde à semejantes sacrificios.
Esta mañana hice nuevo descubrimiento. Doña
Cecilia estaba buscando una veleta, y unas cintas, que su Doncella havia metido en
una caxita de carton, y mientras que la Señorita la reprehendìa sus negligencias, reparè que el
carton estaba hecho de papel impresso. Movido de la curiosidad, rasguè un poco del papel dorado con
que estaba cubierto, y reconocì por su titulo, que era Obra de alguna moderna Sapho en verso. Prometì à Doña Cecilia otra caxita nueva, si me
permitia servirme de la que tenia, en lo que me favoreciò; y por lo que pude al pronto deletrear,
vine en conocimiento que era Dedicatoria, pero muy maltratada. Sin embargo, procurè desnudar el
carton, y levantando la primera cubierta del papel dorado, logrè leer lo siguiente, que decia.
Aunque no ignoro, que llegar à los Pies de V.Ex. con una
Oblacion tan escasa, como mia, es profanar sacrilegamente el decoro: la
consideracion de que el sacrificio de las primicias de lo que produce la tierra, y las criaturas,
era en la primera, y mas pura edad de la Ley tan agradable al Cielo, que Dios mismo mandò se
celebrasse con solemnes fiestas, y consagracion de Aras . . . . . Esta consideracion, Señora Ex. me
infunde un particular zelo para dedicar . . . . . No es para hombres el mirar à V.Ex. sin adorarla;
porque deslumbrada, y ofuscada la vista con la gloria, y magestad con que V.Ex. està cercada,
qualquiera siente una fuerza, y violencia sagrada, que
aumenta los resplandores, y llamas de un fuego, que acrisola tanto su . . . . . que
digna del culto, que debemos à la Deidad . . . . . El depósito, ò tabernaculo de tanta Ciencia como
V.Ex. possee, es digno de la Diosa, que le ocupa. En la persona de V.Ex. conocemos, lo que serìa la
muger antes de su caìda, y quán estrecha la union, que tendria con la pureza, y perfeccion de los
Angeles: Respetamos, si Señora Exc. adoramos el glorioso empeño . . . . .
Los blancos no me fue possible comprehender.
Es cierto, que en vista de estos, y demàs Periodos de esta piissima Dedicatoria, no
podria dudar la Duquesa à quien se ofrecia este rasgo laudatorio, que la Emphatica Autora acabarìa
su árenga [sic] con assegurar à su Mecenas, que quedaba con la devocion mas ardiente, su mas
humilde, y obediente Criada. Pienso que esta Obra es un dechado perfecto de un estìlo nuevo, y
selecto, de que aun no estàn informados los Criticos, y à que, siendo mas que sublìme, debemos
llamar Celestial. Y en efecto, què nombre mas adequado podrèmos dàr, que el de Celeste, à unas
frasses sagradas, que siendo peculiares de la Deidad, se apropian à un mortal virtuoso, y de
estimables prendas? Como yo soy embidioso por naturaleza, no puedo menos, que, tomando exemplo de
esta Autora, inventar, producir, ò crear igualmente un methodo nuevo para Dedicatorias; pero
diametralmente opuesto al suyo, y al de qualquier otro Fabri-cante. En esta Dedicatoria
mia no se hallarà clausula, ni palabra, que no estè conforme à los pensamientos del Autor. Es pieza,
que puede servir de norma para este genero de Literatura, y conviene à qualquiera Obra, en Verso, ò
en Prosa, no siendo menos adaptable à todos tiempos, que à todas classes de gentes.
El Duende à sì propio.
Muy Señor mio:
Este Escrito, propiamente hablando, pertenece à V.m. por muchos motivos. El primero;
porque el mas apassionado, y vehemente deseo de V.m. me ha vencido para publicarlo. Segundo, por la
seguridad que tengo, que en vista de la constante indulgencia con que V.m. trata todas mis cosas,
nadie protejerà con tanta prontitud, ni defenderà con mas zelo esta Obra, que V.m. Ultra de esto,
V.m. solo, y nadie mas, es capàz de sentir con eficácia la sublimidad, y energia con que està
escrita; pues pocos podràn entender ciertos passages muy encaramados, y mysteriosos. El aprecio que
hago de V.m. excede à toda exageracion; y es tan singular, que es aun mayor, que quanto el hombre
sea capàz de comprehender. En orden à los defectos que algunos intentan descubrir en V.m. yo
confiesso fiel, y legalmente, que jamàs los he notado. No dudo que algunos Zoylos
estaràn movidos de un espiritu maligno, procurando con malicia, y zelos deslustrar el merito de unas
prendas tan puras, como las que yo en V.m. contemplo. Puede ser que se mirára como un genero de
violencia, que hago à la modestia de V.m. el decirle assi en público semejantes cosas; pero V.m.
debe persuadirse, que no digo mas de aquello mismo, que de V.m. pensè mas de mil veces à mis solas.
Ojalà se me diesse licencia para dexarme arrebatar, y seguir el impulso de mi espiritu; pues no hay
cosa en que mas gustosamente me empeño, que en su elogio; pero como sé, que la modestia tiene sus
derechos, V.m. permitirà, que concluya diciendo: que nada deseo tanto, como conocer à V.m. mas
perfectamente de lo que hasta aora he tenido la fortuna de conocerle. Entonces sì que podrìa
lisonjearme, que me verìa en estado de servir à V.m. real, y efectivamente: en lugar que hasta aquel
momento, à que tanto aspiro, me es preciso contenerme en assegurar à V.m. que continuarè en ser mas
que quantos viven en este mundo, su mas aficionado Amigo, y el mas apassionado de sus favorecedores.
El Discurso siguiente se darà el Martes 23. de Junio de 1761.
FIN.
EN MADRID: Con las Licencias necessarias, en la Imprenta de Manuel
Martin, Calle de la Cruz.
Se hallarà este, y todos los siguientes en las Librerias de Antonio Sancha,
frente del Correo; en la de Bartholomè López, Plazuela de Santo Domingo; y en la de Bartholomè
Ullva, frente del Salvador.