Sugestão de citação: Pedro Pablo Trullench (Ed.): "Número VII", em: El Duende de Madrid, Vol.1\7 (1787 bzw.1788), S. 161-196, etidado em: Ertler, Klaus-Dieter / Hobisch, Elisabeth (Ed.): Os "Spectators" no contexto internacional. Edição Digital, Graz 2011- . hdl.handle.net/11471/513.20.148 [consultado em: ].


Nível 1►

Número VII

Sueño político simbólico que ha tenido Don Be-
nito sobre la reforma de los trages, ó lu-
xo indiscreto de las damas Españolas.

Nível 2► Narração geral► ¡Qué diferencia tan grande se nota entre los buenos y malos Agentes! Estos segundos no dan palotada en todo un año, y aunque á la verdad no les falta que comer es á costa de embrollos, falsas promesas y vanas esperanzas, con que embaucan á quatro zoylos pretendientes que por chiripa han ido á caer en sus manos, que es lo mismo que caer en las del lobo. Los primeros de todas partes se ven [162] acometidos de muchos negocios, y encargos de gravedad, que al paso que les acreditan les son de una grande utilidad. ¿Y esto en qué consiste? Ya se vé, en la hombria de bien, en la actividad y en la maña con que se dirigen los asuntos.

Prueba bien patente de todo lo dicho tiene el público en mi misma persona, pues de todas las Provincias, y de todas clases de gentes me vienen á porfia poderes y recomendaciones. Los padres de familia encargan sus hijos á vuestro Don Benito, los artesanos le confian sus intereses y la defensa de su honor, y hasta las mismas Damas Españolas se han empeñado en que manifieste su docilidad y virtud, particularmente todas las Señoras de juicio me están instando para que haga presente á todo el mundo quan repugnante y odioso las es el excesivo luxo que se ha apoderado de todas las de su sexô, como se verá en este ◀Narração geral

Sueño

Nível 3► Narração geral► Un rasgo de amor patriótico noble [163] y prodigiosamente descifrazado en el Discurso sobre el luxo de las Señoras, y proyecto de un trage nacional ha sido dias ha el objeto mas freqüente de mis reflexîones. He leido mas de una vez las exquisitas máxîmas que contiene; y si son parto de alguna Señora de la primera gerarquia no sabrá dignamente estimarse su designio, supuesto que ella misma va á imponerse una ley que no debia obligarla, atendidas las mas comunes y perniciosas conseqüencias del luxo.

Si la autora es alguna Dama de otra clase menos elevada, es ciertamente acreedora á los mas expresivos elogios, habiendo por su parte cortado la cabeza á este poderoso gigante de la vanidad, que con la confusion que induce naturalmente el tropel de trages, podria en algunas ocasiones ser tenida y respetada por Señora de la primera linea. Pero ella ha sabido vencer la fuerte muralla del amor proprio con las suaves armas del amor á su Patria, á la Nacion y al Estado. Mil veces he disertado interiormen-[164]te sobre la dificultad de la execucion: el capricho de las Señoras, la inclinacion vehemente á la novedad, el furioso deseo de singularizarse, la inexpugnable, en fin, preocupacion de que son despreciables los atractivos de la hermosura sin los auxîlios de la moda, todo esto me representaba el espíritu con tal viveza, que estuve por graduar de inutil y ridículo el Discurso que tanto me habia gustado.

Es imposible, decia en mi corazon, reunir los sufragios de todas las Señoras á un mismo objeto; las almas una vez poseidas de la vanidad no sabrán jamas abandonar sus atractivos. Sí, habrá muchas que reflexîonando á solas en sus gabinetes sobre el proyeto se llenarán de unas ideas de honor, y se resolverán á la execucion de sus máxîmas, pero saldrán á la calle, verán un nuevo adorno en otra de su clase, que en su concepto dá un extraordinario realce á la hermosura: vé aquí en dos momentos ahogadas las nobles reflexîones que habia formado: vé aquí un corazon violento, y que no hallará los me-[165]dios de tranquilizarse hasta que pueda competir á la que cuenta por rival suya.

Estos y otros infinitos pensamiento me ofrecian á cada paso; pero vencióme el sueño, y me ví obligado á pagarle el diario tributo con retratar en mí los caracteres de la muerte.

Nível 4► Traum► Apenas comenzaba, no á sentir, sino á disfrutar la mas dulce pension de la vida, quando, ó sea que las especies anteriores no habian querido morirse con los sentidos, ó que la fantasia acalorada conservaba aun en movimiento los órganos de la imaginacion, ó que la agitacion pasada de las fibras y nervios comunicaba cierta docilidad á los resortes de la representativa, me hallé sin saber cómo transportado á unos espaciosos campos á quienes ponia límites un soberbio y magnífico palacio. Era su fachada principal de una vistosa arquitectura Greco-Romana; y un costado, á lo que pude percibir, parecia estar adornado de cornisas, relieves y columnas Góticas. El sueño que se atreve á emprender lo que [166] despierto aun no se atreve uno á imaginar, me franqueó la entrada hasta subir por una dilatada y primorosa escalera á una galeria que rodeaba todo el interior del edificio. Comencé á extender la vista por todo él, y á la circunferencia del gran patio se veian muchos y diferentes palacios, unos buenos otros medianos, y así respectivamente, teniendo todos en sus torreones varios geroglíficos, unos de animales feroces, otros de águilas, otros de árboles y frutas, de que no podia entender el significado.

Por detrás de estos edificios asomaban unos espesos montes, que me parecia haberlos visto quando estaba despierto; y revolviendo en mi memoria quáles serian, se apareció cerca de mí un mancebo de gallarda presencia que uniendo la hermosura con la seriedad presentaba el aspecto mas amable que pudiera figurar la imaginacion. Nível 5► Diálogo► Preguntéle con voces llenas de cortesia y de respeto quáles eran aquellos dilatados montes que á nuestra vista se descubrian, respondióme con semblante alegre y plancetero, que aquellos se de-[167]nominaban los Niirpeos, y que eran los que ponian márgenes á la jurisdiccion del dueño de aquella casa; pero que aunque los veía tan altos y difíciles, la ligereza de los que habitaban á la otra parte de ellos les ponia con facilidad dentro de nuestro continente, de donde sacaban infinitos regalos y preciosidades, que aumentaban considerablemente sus intereses.

Aquellos que se dexan ver mas allá (me dixo señalando con el dedo) son los Pales, y años há que los que viven de la otra vanda nos llevaban infinitas producciones de nuestras minas, pero ahora ya no es la sombra, desde que un morador de este palacio hizo yo no sé qué composiciones con ellos que nos han sido enteramente ventajosas.

Seguid mas adelante por esas piezas, me dixo, y vereis diferentes objetos dignos de la curiosidad, que yo me retiro á mi obligacion, y despues, si os encuentro, os responderé gustoso á quanto querais preguntarme. Le dí muchas gracias: sentia su ausencia, pero no me atreví á replicarle. ◀Diálogo ◀Nível 5

[168] Fui penetrando, aunque con algun desconsuelo, las primeras habitaciones, y por todas partes no se veia desde los corredoras mas que agua, y en medio de este agua de quando en quando se divisaba algun pedacillo de tierra. Me ví perdido porque los montes ya no se veian, que eran los que me habian de servir de mira para salir del palacio. Dí sin embargo algunos pasos hácia la izquierda, y me hallé con otra escalera que terminaba en una torre sostenida de varias y exquisitas colmunas de plata y oro, desde cuyo parage se descubria á lo lexos y por encima de un inmenso lago gran porcion de tierra con muchos palacios semejantes á los que habia visto en el gran patio, pero mucho mas distantes unos de otros.

Como desconocia aquel pais me salí luego de la torre, y al atravesar por un salon quadrilongo, que venia á estar en el centro del edificio, Nível 5► Retrato alheio► quedé sorprehendido con la vista de una muger, en cuyo rostro parece que la naturaleza se habia empeñado agotar todos sus primores. Tenia, recostada la cabeza [169] sobre el brazo izquierdo, y á los pies servian de alfombra dos globos grandísimos, aunque desiguales. Tenia por ojos dos estrellas, que en su inmovilidad conocí que eran fixas, y todos sus miembros en tan profundo ocio, que llegué á pensar seria alguna estatua. ◀Retrato alheio ◀Nível 5

Esta perplexidad me hizo retirar de la estancia, y dando con el corredor en que antes habia estado, me arrimé al balaustre que estaba de frente á los Niirpeos. Sentí á breve rato algun ruido, de que me sobresalté algun tanto: no tuve lugar para discurrir lo que seria, pues inmediatamente se descubrió un gran tropel de gente que saltando por los montes que he dicho se pusieron en cortos momentos á la puerta del patio, donde se detuvieron muy poco, y despues siguieron la escalera arriba hablando unos con otros en un lenguage que yo entendia, pero distinto del que habia usado el gallardo mancebo.

Traian debaxo de los brazos unos paquetes ó envoltorios de lienzo, y otros unos cajoncitos con varios números escritos con tinta roja y dorada.

[170] Resolví seguirlos hasta ver, si fuese posible, el destino de aquellos que me habian parecido caballeros.

Entraron unos tras otros en la sala donde ví á aquella peregrina muger, la qual resucitó al ruido de aquellas gentes, y se puso á tratar con ellas, sin duda sobre lo que contenian los cajones. Uno de ellos abrió el suyo, y me quedé admirado de ver tantas piezas de tela blanca como sacaba de una cosa tan pequeña. Hizo la Señora no sé qué seña, y salieron unas doncellas con otros cajones en que habia tambien de aquellas telas que los otros habian manifestado; pero uno de los circunstantes comenzó á darlas vueltas por un lado y otro, á estirarlas y á ponerlas á traves de la luz; y de esto resultó que las doncellas cargaron con aquel y otros muchos cajones, que fueron sacando alternativamente los citados caballeros; y la Señora les dió una taleguita con monedas, que en besándola desaparecieron todos aquellos hombres con gran risa y aljareria, dexando á la Señora como embelesada y sin movimientos.

[171] Yo deseaba instruirme á fondo en todo el misterio del suceso; pero mi joven no parecia, aunque padecia bastante mi curiosidad. Acérqueme por fin á una ventana y descubrí otra tropa semejante á la que se habia marchado, que escalando, no solo los Niirpeos, sino los otros montes que el mancebo me habia dicho que se llamaban Pales, se pusieron en breve á la entrada del palacio con sendos cofrecitos, bolsas y cajones, y se metieron de rondon en la sala en que vivian las doncellas, las quales empezaron á sacar á porfia medallones, retratos y pinturas de extrañas invenciones; unas se las ponian al pecho, otras á las muñecas, otras á los pies, de modo que no habia parte en su cuerpo á que no se hubiesen aplicado alguna: esta decia ¿no ves qué mono está este, y qué parecido á fulano? aquella respondia qué sí, y añadia que Madama N. se habia puesto una berberisca lo mismo, lo mismo, que aquella dos dias antes; en una palabra, despues de satisfecha su curiosidad cargaron con todo, y lo llevaron á presencia de su ama, que hizo [172] gran resistencia para tomarlo, pero al cabo se quedó con todo, y en recompensa les dió una caxita con piedras preciosas y un talego de diferentes monedas: se retiraron aquellos personages haciendo profundas reverencias, y sin dar los gritos que los anteriores.

Por instantes iba creciendo mi curiosidad, y me daba tan violentos asaltos, que resolví intrépido meterme en la habitacion de las doncellas, y suplicarlas me instruyesen de lo que habia mirado y no habia podido comprehender. Mas al primer paso que dí quedé sorprehendido de una extraña griteria que formaban unos hombres, los quales con suma ligereza atravesaban en hermosos bageles un lago cristalino, el que segun mi joven me habia significado se llamaba el rio Orten. Estuve mirando largo tiempo por si descubria el rumbo que tomaban, lo que no me fué facil, porque unos se paraban de quando en quando, otros cruzaban de una parte á otra, y los demas tomaron la ruta hácia el gran lago que habia visto desde el torreon, á donde volví á subir por ver si [173] entraban en la tierra donde antes habia reconocido tanta multitud de palacios parecidos á aquel en que me hallaba.

Ninguno de los baxeles pudo arribar á tierra por mas que lo intentaron; dieron unos paseos por las aguas, y al instante que vieron venir otros que salian de la parte de allá hincharon las velas hácia ellos, y en pocos minutos se incorporaron todos, aunque bien se distinguian por las divisas que llevaban en los trinquetes. No duró mucho la union de los baxeles: los que venian giraban rectos, y los otros pusieron los puntos hácia el citado Orten, que recogiendo, á los que estaban en calma y los que hacian la travesia volaron en agradable armonia y disposicion hasta tocar en un ángulo del palacio.

Con admirable prontitud descargaron quanto traian en sus buques, y con la misma lo subieron á la antesala de la Señora. Despertó esta á la bulla, y desmontándose de los globos salió á mirar lo que pretendia aquella gente. Ellos sin hablar palabra, en un abrir y [174] cerrar de ojos lo tenian todo fuera de los cajones, los quales cubrian la mayor parte de la pieza; y algunos solo con tocarlos empezaban á moverse y á imitar la música del clave, salterio, órgano y demás instrumentos. Otros estaban atacados de platos, tinteros, cuchillos, cadenas, anteojos, sortijas, y otras mil mercancias trabajadas con el mayor primor, y con mucha mas solidez que las que los caballeros habian presentado. La Señora mostró agradarse de ello, hizo algunas divisiones, y con lo demas se quedó, pagando solo una parte de lo que habia tomado. Pero ellos la recibieron, y sin hablar mas que unas breves cláusulas que no pude entender, se marcharon con lo que no habia querido tomar.

Ya habian corrido mucha parte de los palacios que estaban al rededor del gran patio, y aprestado sus bageles con direccion hácia el rio de que antes hablamos, quando llegaron á uno de los edificios colocado al meridiano de dicho patio los otros buques que giraban rectamente á la parte donde yo estaba. [175] Casi todos eran grandísimos, y la carga de uno solo hacia tanto bulto como la de todos los antecedentes. Comenzó la fagina de descargarlos, y en muy poco tiempo se llenaron los dos ángulos del patio de costales, pieles, arcas y cajones, pero estos eran sin duda los mas preciosos, porque inmediatamente los subieron á la sala acompañados de muchos marineros, á quienes pregunté ¿qué traian y de dónde venian? y como respondieron muchos á un tiempo apenas pude percibir mas que la palabra Iamcares (que para mí era lo mismo que hablarme de las Indias).

No hizo mucho caso la Señora de los cajones, pues las doncellas se los llevaron sin que los descubriesen, y comenzaron á vaciarlos en sus habitaciones. No obstante, luego que entraron unos hombres de aquellos que habian venido por el Orten mandó traer algunos cajoncitos pequeños, y se los entregó con alguna seriedad.

Se despejó el palacio, y luego que baxaron al patio los marineros uno de ellos fue llamando á las puertas de los [176] edificios que habia al rededor, no perdonando ni aun al mas derrotado y ruinoso, de todos respondieron, y de todos salieron muchos habitadores que sucesivamente cargaron con lo que habia en el patio referido. Todo me parecia una farsa, y mi espíritu padecia una mortal violencia hasta que encontrase al gallardo mancebo; pero era bien corta mi fortuna, pues por ninguna parte le descubria. Entré desesperada en un salon cercano al de la Señora, y al enfrentar con la puerta de su gabinete quedé tan espantado, que me creí convertido en estatua. Los espíritus vitales querian huir de mi cuerpo con tal celeridad, que no hallaba por donde respirar el alma, los ojos desencajados, apenas veian mas que lo necesario para no quedar sin vista, encontrándose cada momento con el espectáculo que causaba en mí tan cruel mudanza.

Acercóme la compasion hácia el objeto de mi asombro, y vi, ¡qué habia de vér! los efectos lamentables del divorcio que habia hecho el alma con aquel hermoso cuerpo, yertas las ma-[177]nos, los pies frios, la cabeza inmoble, insensible el corazon, el compendio de la nada, el retrato en fin vivo de la muerte. Recobréme un poco, y asiéndola de sus pálidas manos con tremulentas voces comencé á lastimarme de tan cruel metamorfosi, y á preguntar la causa de este accidente á quien estaba incapaz de responderme.

Pero no fueron tan inútiles mis quejas que no las oyese una de las que moraban allí cerca, y quando mas acalorado estaba en la fuerza del entusiasmo, sentí á par de mí una Dama, la qual aunque de pocas carnes, y de una moderada estatura daba bien á entender en el gallardo aire de su cuerpo y de sus movimientos la elevacion de espíritu que animaba su persona. Traia vestida una bata larga de pocos adornos, pero tambien colocados, que con el color, la edad y acciones de su cuerpo hacian la mas primorosa armonia. La rodeaban los brazos unos lazos verdes con bordados de plata, que á muy larga distancia difundian sus exquisitos y refulgentes brillos. Facilmente me per-[178]suadi á que semejante muger era una de las hijas predilectas del reciente cadaver, la que sin duda habria escuchado los lastimosos ecos de mis reflexîones. Apenas abrí los labios para referirla la causa de mi dolor, quando me previno con las siguientes expresiones.

En vano os cansais, Caballero, si pretendeis con solas las voces reanimar el corazon desmayado de esa Señora. No está muerta como imaginaís, ya la ha acometido otras veces el mismo accidente, pero se olvida con facilidad del remedio que la vivifica, y despreciando las repetidas lecciones de la experiencia aun no comprende qual es el veneno que la pone en tan miserable situacion. Pero lo peor es que siempre se resiste al eficaz antídoto que la damos, de que apenas la llega al corazon una leve partícula. Levantó un poco de tono la voz, y prosiguió diciendo: pero yo la volveré quiera ó no quiera de este letargo, y la haré tragar, por mas que lo repugne este espíritu, que nuevamente he preparado para su remedio; y sacando del pe-[179]cho un pomo de cristal con un rótulo que decia: Espíritu Damor Anscopiih, me mandó la sostuviese la cabeza, sobre la que derramó unas gotas cuyo olor introducia en los sentidos una dulzura que yo no sabré explicar. No obstante fue vana esta primera operacion: el cadáver permanecia sin señas de vitalidad, y yo no pude menos de darla de mi desconfianza, mas la Señora prosiguió sin despegar la boca, rociándola los oidos, con cuya diligencia respiró un casi nada aquel lánguido espíritu, y se proporcionó para recibir un buen sorbo, que la repuso enteramente del desmayo.

Nível 5► Diálogo► Miró varias veces á un lado y otro, y dió el primer movimiento á su lengua con esta admiracion ¡Qué feliz es quien sabe amar! ¡Pero qué desdichado el que ama! y dirigiendo la conversacion á su hija siguió preguntándola ¿Eres tú mi hija, mi querida, y el objeto de mi complacencia? ¿Pues cómo vienes en un hábito que distinguéndote de tus hermanas das pruebas bien constantes de tu orgullo, de tu vanidad, de tu [180] capricho, y aun de tu inobediencia? Arroja al instante ese vestido si no quieres sentir los rigores de mi indigancion.

Madre, la respondió, con una modestia envidiable, no estraño os enfadeis con mi hábito, porque no habeis experimentado sus ventajas y su comodidad; pero porque veais la justa eleccion que he hecho de él, venid, os suplico, á esta pieza, y vuestras mismas hijas os desengañarán de una preocupacion contra mi nuevo trage que habeis graduado de vano y caprichoso.

Entróse á paso largo en el aposento de sus hijas, y quedó al mirarlas suspensa. Todas estaban adornadas con el mayor gusto y finura; pero habia una notable diferencia entre las que estaban vestidas como la madre, y las que lo estaban como la hermana. Estas vendian, por decirlo así, robustez, agilidad y viveza; las otras al contrario estaban pálidas, estrujadas, y en un ocio que mas parencian estatuas que mugeres. Preguntó la madre quién habia introducido semejante division entre ellas; y [181] una de las mas robustas respondió con un modesto desembarazo: Esa, esa que teneis al lado es la autora de tan feliz mudanza. Habeis de saber, que quejándonos la otra noche de lo molidas y cansadas que estábamos con la opresion y follage de los vestidos, y el peso que sufriamos en la cabeza, solo por imitar á otras que consagraban al vicio estos actos de mortificacion, se levantó repentinamente de la cama, y recogiendo todo nuestro equipage lo arrojó por la ventana, menos el de estas que se agarraron de ella, y no permitieron que el suyo padeciese el mismo destino. Se recogió hasta la mañana, y para contentarnos nos dió á beber de un licor muy dulce, que ella misma habia hecho, quedando muy alegres, á excepcion de las otras, que al instante lo vomitaron, y despues las ha quedado esa cara tan macilenta como veis. Ellas respondieron, que aquel color las acomodaba, que era mucho mas fino; y en una palabra, que no querian hacerse ridículas solo por seguir el humor de su hermana.

[182] Tomó esta la palabra, y volviéndose hácia la madre articuló los siguientes periodos. Yo no sé, querida madre, hasta quando habeis de mostraros insensible á los perjuicios que os ocasionan semejantes vestidos, que á demas de traeros de continuo en una fastidiosa alternativa y en el peligro de un mortal accidente, ningun realce dan á vuestra prodigiosa hermosura. Vivis engañada si pensais que los autores de tales variaciones aspiran á vuestra comodidad, ni á vuestro mejor adorno. La sed de los minerales que hay en vuestros palacios es el movil de todas sus invenciones; y franqueándoselos con facilidad por unas bagatelas que no traen mas que el aparente mérito de nuevas, ¿no mirais que se agotan las minas, sin las que no pueden sostenerse los edificios que nos rodean? El fausto excesivo no es prueba real de la nobleza. La costumbre de no vestirse sino de lo que se fabrica detras de los Niirpeos y los Pales va debilitando insensiblemente la fuerza, la industria y la actividad de los operarios de nuestro [183] recinto, y no comprendo cómo pueda sacrificarse el interes y aumento de los nuestros al colorido, ó extravagancia de las mercancias forasteras.

Estuvo escuchando la madre este razonamiento, y respondió á la hija: Muy zelosa te muestras de mis intereses, pero son muy débiles tus fundamentos. Los minerales son demasiado abundantes para que se agoten. Me es indiferente que los extrangeros traigan sus producciones por mi utilidad, ó por llevarse parte de las minas; al fin ellos me sirven, estudian por mover mi curiosidad, se fatigan por agradarme, lisonjean mi inclinacion y mi gusto, y esto basta; violentarme á otra cosa seria obstinarme mas y mas.

De ningun modo, Señora, replicó la hija, se infiere esa violencia. De nuestros mismos palacios vendran quienes os sirvan, y os lisonjeen vuestro gusto, y lejos de apurar vuestras minas las irán conservando. Ellas tienen límites, otras mayores se han apurado, ¿quereis verlo? tened la bondad de escucharme.

[184] No querais, hija, replicó la madre, preocuparme con los rasgos de vuestra eloqüencia: sabes grandemente persuadirme; pero lo que veo es, que mi corazon se resiste no obstante á tus propuestas. Fuera de esto, nuestra casa es muy grande, la familia dilatada, todos tienen gusto; en este supuesto, ni lo que traigan nuestros Colonos bastará para surtirnos, ni podrá acomodarse á la finura con que se engalanan. Otra dificultad, ¿qué importa que nosotras evitásemos de nuestra parte la extraccion de los minerales, si es preciso que los demas se valgan de los que habitan hácia el Orten, que se llevan aun mucho mas que los Traspales, y los otros extrangeros?

Madre, permitidme que os responda á esas dificultades, y acaso os convenceré. Primeramemente [sic] digo que ahora solo tratamos de lo que pertenece á nuestros atavios, que á la verdad forma una considerable parte del luxo, que es lo que yo deseo arrojar de nuestros edificios. Confieso que á nosotras es facil mantenerle sin peligro, como no se reduxera mas que á una cosa; [185] pero lo peor es, que de una vamos á otra, y así se aumenta hasta hacerse insoportable: y aun quando esto no fuera, el exemplo es muy dañoso y las conseqüencias bien funestas. Las particulares son muchas, y seria molesto referirlas. Las generales han sido en otros tiempos bien ruidosas.

¿Dónde está el populento imperio de los Persas, aquella magestad de sus Reyes, aquel aparato magnífico de sus cortesanos? Preguntadlo, y os responderán unanimemente: el luxo le ha destruido. ¿Qué se ha hecho el Imperio de los Griegos, dónde están sus sabios legisladores, dónde aquella excelente y admirable política? Todo lo ha hecho desaparecer el luxo. ¿Los dueños del mundo, los señores del universo, los Romanos digo, aquellos hombres á cuyo valor é industria nada podia resistirse, dónde se han ido? Nível 6► Juvenal os responderá: El luxo, mas cruel aun que las flechas y dardos de los enemigos, ha vengado al universo conquistado por nuestro valor. No hay delito, vileza, ni infamia que no se cometa desque ha desaparecido la po-[186]breza Romana: (esto es la modestia).

 . . . . . Sevior armis
Luxuria incubuit, victumque ulciscitur orbem.
Nullum crimen abest, facinusque libidinis, ex quo
Paupertas Romana ruit.

Satir. IV. ◀Nível 6

¿Y de estas experiencias no podrá inferirse que el luxo es el vicio mas peligroso de todos los estados políticos?

Y no solo lo es en general, sino tambien en particular, pues recontando todas las órdenes de la sociedad hallareis que el luxo rara vez se aparta de la pobreza: escuchad á Juvenal en la Sátira 3., y os desengañareis; cuidado que no habla mas que del luxo en los vestidos.

Nível 6► “El luxo, dice, ha llegado al exceso: cada uno quiere sobresalir en el vestido, cuyo coste es mucho mayor que las facultades; y para esto se toma muchas veces de la bolsa agena lo que no se encuentra en la propria. Se ha hecho un vicio muy comun entre nosotros sustentar el fausto y vanidad en el seno mismo de la indigencia.”

Hic ultra vires habitus nitor, hic aliquid plus
Quam satis est; interdum aliena sumitur arsa.
[187] Commune id vitium est, hic vivimus ambitiosa
Paupertate omnes.

Juven. Satir. 3. ◀Nível 6

Este era el luxo de Roma en tiempo de aquel Poeta: ¿El de nuestros grandes edificios, y sobre todo el de nuestra casa es menor que el de otro?

Madre, bien sabeis, que este fausto, este insaciable apetito de brillar en el porte de las ropas, es el que ha confundido de tal modo las condiciones y las clases de las gentes, que no se puede distinguir á punto fixo quién son las amas, y quién son las criadas; la muger del comun se confunde con la de un Grande, la del artesano con la de un Magistrado.

No quiero que consulteis ahora las máxîmas de la Religion, que enteramente se oponen á semejante conducta; consultad solamente los principios de una sana Filosofia, y por todas partes encontrareis patentes las ventajas de recortar el luxo, la utilidad y aumento de vuestros pobres Colonos, el menos poder de los extrangeros, la comodidad de vuestro cuerpo, la tranquilidad de vuestra alma, la distincion de vuestra noble gerarquia, la facilidad de [188] discernir los diferentes empleos y exercicios de la República, y otros mil efectos no menos estimables.

Estuvo la señora un poco pensativa antes de responderla, y quando pensé que iria á repetir con mayor viveza la antecedente reprehension, prorrumpió en estas expresiones.

Las preciosas máxîmas, amada hija, que acabo de escuchar de tu boca, han mudado enteramente mi corazon, yo me resuelvo gustosa á su execucion, afirmándome en las ideas que tiempo há revolvia en mi espíritu, pero que la perplexidad é indiferencia hacian infructíferas. Consiento desde ahora en que tus hermanas y toda la familia se vistan y adornen conforme á los modelos que las señalares. Conozco las ventajas de este designio, sí; pero preveo algunas dificultades que me obligan á sospechar su inobservancia. Acaso tu Filosofia sabrá deshacerlas. Te las voy á insinuar.

No dudo habrá muchas que á nuestro exemplo aprueben este plan reformativo de los trages, unas por efecto de su prudencia, otras atraidas de la nove-[189]dad; pero serán muy pocas las que admitan el proyecto de las divisas, porque siendo estas los distintivos de la superioridad de gerarquia, y por otra parte estando siempre dispuesto el genio de las mugeres ha aborrecer todo lo que sabe á una preferencia manifiesta y necesaria, es preciso repugnen tales distinciones, y quando no puedan de otro modo, procurarán desacreditar el pensamiento, á ver si consiguen ahogarle antes que salga de la cuna.

Aun mas de lo que habeis dicho, madre mia, lo tengo prevenido. Todas las que nacieron en la misma clase que nosotras, á no carecer de razon natural, con precision han de adoptarle, supuesto que es un medio que las va á distinguir en todas ocasiones de las que son menos y á hacerse respetables en la mas lucida y numerosa concurrencia; de consiguiente, la dificultad solo puede entenderse con aquellas que la providencia no quiso naciesen en tan brillante cuna; y aun de estas habrá muchas que esperarán con impaciencia el establecimiento de este proyecto; porque contentas con las disposiciones [190] del Supremo Sér atenderán solo á las conocidas ventajas que experimentarán.

Otras menos reflexîvas, dirán, que el pensamiento es hijo del orgullo y de la soberbia, pues como soy de la primera clase, conseguiré con él ser conocida y obsequiada en qualquiera parte donde me halláre. A este argumento (aunque pudiera graduarse de inoportuno, en suposicion de que los efectos de mi proyecto sean favorables) respondo primeramente, que si se redujera á introducir solo las divisas, pudiera hacer alguna fuerza; pero mi principal objeto es moderar, aun en mi propia casa, la obstentacion y el luxo, y reducirme á gastar para mi adorno las manufacturas que se trabajan en nuestros edificios: á la verdad que mis rentas dan de sí para los gastos que pudieran ocasionarme los transportes de las que se hacen mas allá de los Niirpeos y los Pales: pero yo prefiero los adelantamientos de la República al vano lucimiento que pueda acarrearme semejante conducta.

En segundo lugar espondo: Las que se ofendan de la introduccion de [191] las divisas dan una prueba bien sensible de lo descontentas que se hallan con el destino que la providencia las ha designado; descubren neciamente la poquedad de su espíritu, quando todo su mérito le constituyen en las apariencias del vestido; declaran su poco talento y falta de Filosofia, quando á las utilidades de la moderacion prefieren las de una dudosa é incierta vanagloria. Fuera de esto, el mundo en que vivimos está reducido á una cierta porcion de personas que nos rodean, á saber, los parientes, amigos y conocidos, A ninguno de estos se les puede ocultar la clase á que pertenecemos. Luego las que desean el destierro de las divisas, á lo mas podrán conseguir ser tenidas por mas de lo que son en algunas ocasiones, y esto por las gentes que no las conocen, pero deshecha la equivocacion, (fundamento bien pueril de la vanidad de su corazon), ¿no las sucederá lo que á la corneja de la fábula, que se vistió de las plumas del pabo real, y queriendo pasearse entre ellos fue rechazada con ignominia luego que la conocieron; y aun no [192] paró aquí, sino que corriendo á refugiarse entre los suyos, no quisieron admitir á un individuo que con su vanidad habia manifestado la vergüenza que le causaba haber nacido dentro de su especie? ◀Diálogo ◀Nível 5

Mas iba á decir, pero la madre, que con sus razones se habia llenado de un noble zelo por los aumentos de sus Colonos, mandó llamar á toda priesa á quantas mugeres vivian en su casa, y luego que se juntaron (¡válgame Dios, y que bonitas eran algunas!) las pidió silencio, y comenzó á hablarlas de este modo.

¿Conoceis mi caracter? No lo dudo. No hay lenguage mas penetrante y expresivo que el exemplo. Atended no obstante, y prosiguió los siguientes versos.

Nível 5► El Imperio tirano, y caprichoso

Dominio de ese luxo, que orgulloso
Los fondos de las rentas sobrepasa,
Arrojadlo al momento de mi casa:
El pudor y modestia es el modelo
Que os asigna en vestir mi justo zelo;
Así tendrán efecto en este dia
Los rasgos nobles de mi Filosofia.

[193] Ese vicio constante en ser mudable,

Víctima vá á ser hoy de un invariable
Adorno, que las clases del Estado
Formalice, y distinga con cuidado:
No, no será la Grande confundida
Con la muger comun; y conocida
La diferente cuna de las damas
Se sabrá quien sirve, y quiénes son las
amas.

Cesará la discordia en muchas casas,

Las blancas plumas, y las leves gasas,
Que abundantes traian los Traspales,
Nos arrebatarán menos caudales:
Las fábricas é industria del Estado
Llegarán de este modo á un alto grado;
Así las damas de este continente
su fama harán gloriosa y permanente. ◀Nível 5

Quedé aturdido al ver con la prontitud que recitaba y el brio con que se despojaba del trage que traia, que todo era á un tiempo. Veamos los efectos de esta operacion.

Unas saltaban de contento, otras se quitaban el vestido refunfuñando y con disgusto, otras llenas de cólera se marcharon de la sala, y hubo algunas que comenzaron tan triste llanto, que nin-[194]gun consuelo era suficiente á pararle.

Cada escena de estas era para mí un misterioso arcano que atormentaba insufriblemente mi curiosidad. Yo no veia por allí persona que pudiese exercitar conmigo los piadosos oficios de intérprete. La confusion de las gentes no me permitia registrar el sitio en que mi amado joven antes me habia hablado. Iba á penetrar por medio del salon, por si mis ansias le descubrian, pero me detuvo otro espectáculo no menos nuevo.

A la derecha del gran patio, asomado á un magnífico balcon de plata, estaba un venerable personage, rodeado de muchos caballeros, que sin duda eran amigos ó parientes, hablando con una gran porcion de Señoritas que le estaban mostrando el vestido nuevo que se habian puesto; y él las respondia que le gustaba mucho, y otras expresiones de cariño, que ellas apreciaban con sus reverencias y ademanes. Solo habia una vestida de morado que no traia divisas, y en su gesto melancólico daba á entender lo poco satisfecha que quedaba con semejante intro-[195]duccion. Preguntóla el respetable viejo qué motivo tenia para estar de aquel humor tan sombrio. Su modestia apenas la dexaba responder; pero animada de las otras, le contextó en esta forma.

Nível 5► Diálogo► Señor, bien sabeis que jamas he salido del trage que hoy me he puesto, pero vivo avergonzada de ver que habiendo asignado divisas para todo género de personas no se haya señalado para las de mi gerarquia. Mis antepasados fueron comerciantes; mi avuelo y mi padre se mantuvieron con su mayorazguito, y despues que faltan vivo á expensas de un pariente, Ministro de la Religion, bastante distinguido. No sé por qué á las que se hallan en semejante situacion, que son bastantes, no se las concede una divisa.

Tienes razon, la dixo el venerable anciano, pero hay [sic] viene la autora de este proyecto, y no dudo que su prudencia escuche tan razonable peticion. ◀Diálogo ◀Nível 5 Al mismo tiempo que iba á responder la Dama de que antes hablé venia mi amado joven atravesando por la antesala, y sin atender á lo que veia, cor-[196]ri hácia él con los brazos abiertos, y le dixe, noble mancebo, explicadme los misterios que he visto, y decidme quiénes son estos personages, que estoy violentísimo hasta saberlo. Sin detenerse un punto me comenzó á señalar con el dedo, diciendo: aquella Señora que estaba sobre los globos, y ahora está de diferente modo vestida, se llama la noble y generosa Erbespia, viene á ser como : : : : :  ◀Traum ◀Nível 4 Pero mi cuerpo se cansó de estar descansando; el ardiente Febo habia comenzado á extender por los valles y sierras sus guedejas azafranadas; su hermoso postillon, la aurora, habia tocado al arma á los mortales para que dexasen el lecho; y así sin acabar de oir la explicacion que mi hermoso joven habia comenzando, desperté. ◀Narração geral ◀Nível 3

Nota de Don Benito

Metatextualidade► Para que mis lectores vengan en conocimiento de las vivas ideas que se suelen imprimir durmiendo, les ofrezco las dos adjuntas láminas, que represensan los principales personages de este sueño; la una manifestado al Luxo en su mayor auge, y la otra á la Moderacion en los trages. ◀Metatextualidade ◀Nível 2 ◀Nível 1