Tibul. lib. 4.
Inutiles tareas no queremos;
Instruccion y placer te
proponemos.
Don Benito el
Agente de Negocios: ayer poseído de mi amada filosofía,
ignoraba la codicia y la inquietud que padece el corazon humano, por
aquellos honores que son su precipicio; hoy ya me parezco á los de-mas
hombres, ¡Míseros mortales, hasta quándo ha de durar vuestro frenesí en
buscar la felicidad entre los peligros! ¡O quam
ignorant homines cupidi gloriae, quidnam illa
sit! (la cita se me ha olvidado) Por ventura ¿la gloria de
Escipion, la felicidad de Augusto : : : : : ¿Pero á dónde vas á parar
Don Benito con este retazo de arenga? Sin duda que me había
transformado, pues he tenido que echar mano á aquellos trozos de leyenda
en que ocupé mis mocedades: pero todo esto como suele decirse es mucha
prosa. ¿Hay mas que explicarlo en quatro palabras? Todo en suma viene á
reducirse, á que mejor vida era la de Don Benito quando nadie se
acordaba de él, que la que ahora tiene con los diversos empleos á que se
le destina; antes tenia tiempo para todo, y ahora no me
¿Quánto mas clarito es esto, Señor Público, y de menos bambolla, que el
de esos modos de hablar que se ven en los Correos, Diarios, y otras
varatijas que andan por esa Corte tan cargados de rizos, y tan llenos de
pomada, que mas parece que hablan peynando que enseñando? ¿Con que ya me
tiene Vm. Agente de Negocios? Pues sepa Vm. que es así, y deme la
enhorabuena. Ya no hay Duende, ni Bruia, ni cosa que huela á esta mala
raza; y Dios se lo pague á quien ha desterrado de este Pueblo á
semejante gentecilla; y á buen seguro que no volverán á decir esta boca
es mia. ¿Que no hay mas que escalar texados y troneras, sin dexar desban
á vida, inquietar á un pobre hombre como yo, metiendose en camisa de
once varas, quando ellos son unos descamisados, gente de poca ropa, y de
quarta y media de estatura? A lo menos ahora ya puede un hombre de honor
salir de su casa con su cara descubierta; ya hace mucho tiempo que cómo
con gusto, duermo sin miedo, y no alboroto como antes, pues
Los Duendes, para no causar miedo, y evitar el ruido que
hacian al tiempo de sus apariciones nocturnas, se han disfrazado
en litigantes, y han determinado nombrar al inocente Don Benito
por Agente y Apoderado de los Negocios que les ocurran.
Salí de casa el otro dia, y como soy tan dueño de mis acciones, quería
deliberar el destino de mi paseo, y no habia forma de hallarle; quando
vé Vm. aquí, que al volver de una esquina, ví venir muy de prisa á un
Señor Abate: pusoseme cara á cara, y con un ayrecillo de contradanza me
dixo de este modo: “Señor mio, es muy baxo el estilo con que Vm. nos ha
hablado hasta ahora, y solo es bueno para las chimeneas, y escaños de
los lugares, pero no para la cultura y brillantéz de los estrados: los
papeles de Vm. se leerán con gusto, y aun las Damas no se desdeñarán de
tenerlos en sus manos; pero con la condicion, de que Vm. ha de escoger
de aquí adelante uno de los dos
Marchóse corriendo el Señor Abate, y yo quedé aun mas corrido al ver que se me quitaba el pan de las manos, y la diversion de toda mi vida. Confuso y pensativo proseguí mi camino con mi targeta en la mano, por ver si podia entender su contenido, que es el siguiente:
I. “Por mas interesantes y obligantes que sean al Público estos avisos literarios, son enojosas las maneras que se usan con mi carácter.”
II. “La distribucion de este periódico enciclico impuesta á mi mole,
pulveriza y aniquila toda mi extructura.”
Si confuso me dexó el primer estilo, mas á buenas noches quedé con el
segundo: ni porque me quitaba la peluca, ni porque me la volvia á
poner, no pude sacar un adarme de sustancia de
“No te detengas en eso, prosiguió el buen Amigo: á un hombre de honor
no le está bien vivir sin alguna ocupacion, ó destino; y entre
todos, el de Agente de Negocios me parece te viene ahora como
pintado. Yo soy Mullidor de los Zapateros, y voy en busca de uno que
defienda á estos Artesanos y vindique su honradez, para que se sepa
que los que tienen este Oficio son hombres de bien, aplicados, y
atareados en obsequio de la República; y que á mas á mas son
Christianos Católi-Defensa de los Zapateros de España: y pues la
suerte te ha deparado ahora este negocio, malo ha de ser que mas
adelante no se te preporcionen otras agencias: Dios te guarde, y
habla como quieras, que tus discursos siempre serán leídos con
complacencia.”
quemadmodum argento; nec ille minor
est,
qui sic argento utitur quemadmodum fic-
tilibus.
Sen. lib. I. Epist. ep. 5.
El humilde Zapatero cubre nuestros pies con una defensa que nos
alivia para ir en busca de nuestros amigos y de nuestros intereses;
é igualmente concurre la naturaleza con su mecanismo á la formacion
de las pieles, que él recibe ya preparadas, que á la del oro, cuyo
resplandor tal vez nos es dañoso y en muchas ocasiones nos hace
insociables. Quando el grande Español Seneca contempla la felicidad
de los hombres en su primera constitucion, parece que se halla en
medio de una bienaventuranza temporal:
Lib. 14. Epist. ep. 91.
Ah dichosa España, tú llegarás á el
En la Cédula En la Cédula Real expedida de órden de
nuestro Soberano en el año de 1783, se leen las expresiones
siguientes: Por mi Real resolucion he tenido á bien
declarar, como decláro, que no solo el Oficio de Curtidor,
sino tambien los demas Artes, y Oficios de Herrero, Sastre,
Zapatero, Carpintero, y otros á este modo, son honestos y
honrados; que el uso de ellos no envilece la familia, ni la
persona del que lo exerce, ni la inhabilita para obtener los
empleos municipales de la República, en que estén
avecindados los Artesanos, ó Menestrales que los
exerciten : : : : : Siendo exceptuados de esta regla los
Artistas ó sus hijos, que abandonáren su Oficio ó el de sus
padres, y no se dedicáren á otro, ó á qualquiera Arte ó
Profesion, con aplicacion y aprovechamiento, aunque el
abandono sea
Don Antonio Xavier Perez, en su tratado de la honra
y deshonra legal, num. 142 y 145.
Conozcamos por todo lo dicho, que la Religion Católica es el centro y
alma de una República feliz, como es la España; y con todo eso ¿será
creible que á la vista de un Soberano, que quiere que sus vasallos
sean obedientes á las Leyes segun el espíritu de esta misma
Religion, aun mantengan muchos Españoles aquel capricho nacional,
tantas veces nocivo y opuesto á la santidad de la Religion que los
Observemos por un breve tiempo el celestial designio del Soberano
Autor de esta Ley santísima, y el fin que ha tenido la Santa Iglesia
en la institucion de las Hermandades y Cofradías. Nuestro amantísimo
Redemptor Jesus, que por pura misericordia se dignó mirar al hombre
baxo y despreciable vistiendo nuestro humilde naturaleza, vino á
fundar con su Sangre Santísima un Reyno todo espiritual, cuyos
individuos unidos á la confesion de una cabeza visible, tubiesen la
divisa de la caridad. Mas como toda
Es verdaderamente digna de compasion esta debilidad propia de nuestra
naturaleza, y fomentada por aquel antiguo desprecio con que antes
eran tratados los Artesanos; pero quando entre éstos se haga una
juiciosa reflexîon, conocerán con toda claridad, que este desdén con
que miran á otros Artistas, que ellos llaman inferiores, es una
máquina Aerostática, que se precipita siempre que la falta el
espíritu que la hace subir con orgullo, y un fantasma que solo
infunde miedo á quien no se le atreve. Y en realidad, ¿cómo dejará
de ser pura imaginacion, la de que los Artistas que preparan y
trabajan las mismas materias
Todo Artista y todo Ciudadano de-
Es indubitable, á vista de unos motivos tan poderosos, que si los
Vicarios de Jesu-Christo se han valido de todo el tesoro de su
potestad, para honrar y distinguir sobre todas las demas á las
Cofradías Sacramentales, concediéndolas inumerables privilegios,
indulgencias y otras prerrogativas, lo han executado, porque han
visto en estas Her-
Si recurrimos á la antiguedad del nombre Cofradía,
hallamos que Aristoteles en sus políticas las llama juntas
de hombres para ofrecer sus particulares Sacrificios, como
dice ¡Ó Santa Iglesia, siempre gloriosa y adornada de las coronas
de tantos exemplos de santidad! ¿Qué dichosos seriamos ahora tus
hijos, si se renovase en todos nosotros aquel fuego de amor de Dios
y unico deseo de su mayor gloria, que era el cen-
¿Por qué no podremos esperar de los respetables individuos de las
Cofradías Sacramentales, que reflexîonando seriamente sobre estas
razones, y sobre el fin principal que los congrega en tan exemplares
Sociedades, se resuelvan de