Cita bibliográfica: Pedro Pablo Trullench (Ed.): "Número IV", en: El Duende de Madrid, Vol.1\4 (1787 bzw.1788), pp. 77-100, editado en: Ertler, Klaus-Dieter / Hobisch, Elisabeth (Ed.): Los "Spectators" en el contexto internacional. Edición digital, Graz 2011- . hdl.handle.net/11471/513.20.145 [consultado el: ].


Nivel 1►

Número IV

Nivel 2► Relato general► Como todo el mes de Enero ha sido tan riguroso, no ha habido christiano que se haya atrevido á poner un pie en la calle: Digolo, Señor Público, para dar á Vm. algun genero de satisfacion, porque yo á mí mismo ya me la tengo dada. Decir que Don Benito no habia de tener sus Pasquas y Carnabal, regalarse y dormir á pierna suelta, darse un buen hartazgo de chorizos, pies de puerco, pabos, ojaldres, y otras niñerías de esta clase, que contribuyen á formar una indigestion, y tener disculpa para no ayunar en toda la Quaresma, eso era cosa de hablar de las Indias. Si [78] piensa Vm., que porque el Duende me ha dado este ruidoso empleo, habia yo de estar en continuo movimiento, y sin tomar algun descanso, se engaña: Ha de saber el Duende, (ahora que no me oye) que no he hecho profesion de obedecerle á cada hora, y á cada momento; pues si esta gente ni duerme, ni reposa, como una especie separada de los demás vivientes, yo, como dixe en mi primer salida, soy hombre real y verdadero, me divierto, juego, me rio, y no tomo tan á pechos mis negocios, que no dé lugar á una recreacion honesta. Ahora es una de las ocasiones en que me he querido hacer mas tonto de lo que acostumbro, porque estaba muy creido de que los Duendes no tienen memoria, y que por lo mismo me dexarian descansar algun tiempo; pero este error me ha salido caro, porque como se suele decir, el que tiene enemigos no duerma; y á donde menos se piensa : : : : : contaré á Vm. lo que acaba de pasarme.

Nivel 3► Utopía► Como mi compañero el Señor Duende, al tiempo de entregarme estos Pa-[79]pelillos, me solia decir me diese prisa á repartirlos, porque son de suma importancia, y quando me dió éste no me lo encargó con tanto misterio, valíme de esta circunstancia, y aunque hace bastantes dias me le entregó, hice una firme resolucion de tomar este asunto con alguna sorna, porque el tiempo estaba frio, y primero soy yo que quantos duendes hay en el mundo. No dexaba de tener mis miedos, y estuve ya con la pluma en la mano para escribir un Memorial á la Junta Duendina, pues razon seria que yo les escribiese alguna vez, entre tantas como ellos me visitan con papeles: mi confusion me hacia detener á cada paso, sobre lo que les habia de pedir: ¿Dinero? ni por pienso; porque para este genero ya me dieron con la puerta en los ozicos: ¿un Caballo para ir con autoridad á repartir los papeles? menos; porque me dirian que yo no soy Cirujano, ni algun Medico recien venido de Provincias extrañas: un coche? peor está que estaba; porque como esta gente aborrece el luxo y profanidades, [80] se escusarian diciendo no pareceria bien que yo alquilase un coche, porque habia peligro de que en lugar de Coche Don Simon se quedase con el nombre de Coche Don Benito, perdiendo estos preciosos muebles de la Corte un titulo que tan justamente se han grangeado.

Cansado de cabilar sobre este asunto, resolví que este Discurso descansase por algunos dias; y uno de aquellos en que el Cielo estuvo mas benigno, me determiné á salir de casa, y no atreviendome á presentar en los Teatros, porque acaso no me convirtiesen en Lechuza, ó Escarabajo los Señores Maxicos, heroes dignos de ser respetados en estos tiempos, me fuí á registrar Nacimientos y Sombras, porque si he de decir verdad, la escena del Maestro de Escuela, la Glosa de los Mandamientos, y la Tirana de caga la capa, desde el año anterior me tenian enamorado; pero mas que nunca yo lo hubiera executado, pues ahora conozco ser muy cierto aquel dicho de sueños hay que verdades son, y que los Duendes tambien hacen de las [81] suyas en sueños. Nivel 4► Traum► Como soy tan medroso, me sucede lo que á los niños, que si entre dia acierto á ver alguna cosa triste, lo mismo es quedarme dormido, que soñar al instante sobre aquello mismo. Quiso mi desgracia que en aquella tarde viese entre varias Sombras la representacion de un Entierro, que no parecia, sino que ni mas ni menos era un Difunto que llevaban á la hoya entre quatro Terceros: pues quando á mi parecer estaba bien dormido, imagino que veo junto á mí á mi compañero el Duende, y que muy furioso me cogió del brazo, llevóme por el ayre, y sin saber cómo, me metió por la puertecilla, ó escotilla de un desvan, tan lleno de telarañas, que aun despues que volví en mí, tuve que sacudirme la cabeza por un buen rato.

Halléme (¡Quis, talia fando, temperet á lacrimis! á presencia de una docena de figuras, que la que menos, solo con su vista podia desalojar en un minuto toda la Plaza Mayor de Madrid: Semblantes ayrados, ojos que centelleaban, grandes voces en todos [82] ellos, y quando yo pensaba que la disposicion era de darme una buena tunda, tomó la voz un Duende algo mas puntiagudo, y seco que los otros, y con una risa falsa habló de esta suerte: Ea, Señores, razon será que se divierta Don Benito, y pues las Sombras parece que le gustan, olvidandose de la obligacion de servirnos, acerquese aqui, y verá una Sombra muy curiosa; y tomandome un Duende ministril de la mano, me hizo ver (qué miedo) á mí mismo que me llevaban à enterrar: unos decian, rueguen á Dios por Don Benito; otros, ya se acabó la diversion de la Corte; y en tan horroroso expectáculo me entró un sudor tan frio, y una opresion tan grande de corazon, que disperté dando gritos, tentandome de pies á cabeza, por si acaso yo estaba verdaderamente muerto: ◀Traum ◀Nivel 4 A mis voces acudieron varias personas de casa, y con voz muy trémula, conforme iban llegando á mí, les preguntaba: ¿Soy yo Don Benito, ó me han transformado los Señores Fineo, Vayalarde, Marta, y el Sacristàn hechice- [83] ro, que andan alborotando estos dias á Madrid? Nada de eso, respondieron todos; esto procede de tu inocencia, y de que acaso te gobiernan ahora algunos Duendes reboltosos: Traxeronme agua de cerezas, fuíme recobrando del susto, y luego hice el firme proposito de no gastar burlas con los Duendes, y repartir sus Discursos sin pérdida de tiempo. ◀Utopía ◀Nivel 3 Esto es quanto ocurre, Señor Público; Dios guarde à Vm. muchos años: De mi Gavinete de esta Corte, á tantos del mes, la fecha y el año. ◀Relato general

Metatextualidad►

Advertencia del Duende

A pesar del transcurso de tantos dias desde el ultimo de nuestros Periódicos, nunca podrá olvidar la Junta de los Genios aquellos puntos, nó menos esenciales que importantes, que ofreció al Público en el Plan de todas las tareas en que han de ocuparse. Como las que han merecido nuestra principal atencion en los Números anteriores, necesitan, por la dignidad de su objeto, de mayor demora que la que se desea, no es [84] justo detener nuestros obsequios al Público, que con tanta benignidad ha recibido nuestras tareas. Por esta causa ofrecemos desde luego el siguiente Discurso, que sobre la educacion acaba de formar uno de nuestros Individuos. ◀Metatextualidad

Discurso

Cita/Lema► Ni coge nadie, ni alcanza
Otro fruto del que siembra.

Alonso de Barros. Prov. moral. n. 67. ◀Cita/Lema

Nivel 3► Relato general► Señores: Hagamos memoria de que en el Plan que presentamos en nuestro primer Número, no es de inferior merito ni exigencia el punto de educacion, comprehendido entre los varios que alli se ofrecen, y en cuyo menosprecio se descubre una de las causas de la ociosidad. Llueven (para decirlo asi) por todas partes Planes, Discursos y Libros sumamente apreciables sobre esta materia tan importante. Digase quanto se quiera, ocupense, si es necesario, todos los Sabios en sus tareas literarias, acerca de éste, que es uno de los pri-[85]meros objetos del bien del Público, y aun no se habrá dicho quanto sea bastante á la consecucion de esta felicidad. Todos y cada uno en particular de los Autores que han escrito sobre la buena educacion, han tenido por fin el bien de la Patria, y el que de esta se destierre la preocupacion en que están muchos Nacionales, de que para educar bien á sus hijos es necesario enviarlos à Paises Extrangeros. ¡Pero qué error tan manifiesto! La Filosofía Moral necesaria para la formacion de las costumbres, los Libros metódicos y llenos de máxîmas christianas, para conservar, y aumentar los respetos de la Religion, las instrucciones mas exactas para la policía y urbanidad, para los primeros rudimentos de la literatura, y elementos de las Ciencias y Artes, dentro de nuestra Peninsula se han formado por los Granadas, Barros, Vives, Brocenses, Lebrijas, y otros muchos que pudieramos referir.

Y por ventura, si dentro de nuestro patrio suelo abundamos de hombres industriosos y perspicaces, libros per-[86]fectos, máxîmas sublímes y oportunas para dar una perfecta educacion, ¿qué justo titulo puede disculpar el entusiasmo de que muchos padres de familias envien á educar sus hijos á Reynos Extrangeros? ¿Acaso han sido estos siempre la unica Turquesa donde se han formado tan prodigiosos y admirables Españoles en virtud, en letras, politica, ciencia militar, y máxîmas de Estado? La persuasion de que un joven Español no se puede educar bien sino sale de los confines de su suelo, tiene una cierta tintura de fanatismo, y algun resabio de poco amor y zelo por la Patria.

Nivel 4► Exemplum► Tal es la reflexion de Plinio el menor á Cornelio Tacito: “¿En dónde (dice) podrian estar mas contentos los hijos de familias para hacer la carrera de sus estudios, que en su Patria? ¿Dónde conservarian mejor la honestidad de sus costumbres, que á la vista de sus padres? ¿En dónde les ocasionarian menor gasto, que en su propia casa? ¿Por ventura es de poca consideracion el que tienen que hacer [87] los padres de familias en mantener un Preceptor, en la conduccion, en las habitaciones, y en el alimento, para la subsistencia de los hijos que envian fuera? Yo de mí sé decir, que aun no los tengo; pero si llegase este caso, estoy pronto á no hacer semejante injuria á nuestra Patria, sino mirarla como á una madre, ó como á una hija tierna. Además, de que los padres de familias nada pueden hacer mas laudable para con sus hijos, ni mas agradable para la Patria, que el que estos se eduquen en ella; porque asi se logra que desde que nacen, la empiecen á amar por la costrumbre de frequentar en ella su mansion.” 1 ◀Exemplum ◀Nivel 4

Sin embargo, aún parece se continúa la máxîma de que se hagan estas emigraciones para mendigar la buena crianza en otros Reynos, porque la que aún se dá en muchas partes del nuestro es infelíz y digna de llorarse. Aun se vé rustico é informe al hijo del Labrador y Artesano, porque los padres no pre-[88]tenden verle mas amado de los demás, que lo han sido ellos: el Ayo ó Maestro no pueden lograr aún cibilizar, y formar la índole del joven que se les entrega, porque á cada paso tropiezan con los mimos, ó cariños crueles de los padres, que mas quieren ver á sus hijos clientes de la contemplacion, que de la rectitud. Y finalmente, olvidados los Españoles de los verdaderos y sólidos principios que nos dexaron nuestros mayores para una buena educacion, no nos inflamamos de un ardor nacional, que reduzca á pavesas aquella injuria que pretenden esparcir nuestros émulos; esto es, Nivel 4► el Español no es bueno para educar; su tono es demasiadamente grave, severo, impaciente, inclinado á la crueldad; y por lo mismo impropio para ganar con dulzura, y apacibilidad los frutos de un saludable Magisterio. ◀Nivel 4

Es cierto, no lo negamos, aunque sea á pesar nuestro, que para semejante calumnia parece que aún subsiste algun fundamento; pero este es muy leve, y la industria lo puede disipar. El carac-[89]ter Español, siempre inclinado á la gravedad, y muchas veces colérico, por la viveza de su imaginacion, muy distante del perezoso modo de reflexionar de otras Naciones, si se vé destituido de instruccion y experiencia, no sabe echar mano de aquella amabilidad y paciencia, tan necesarias para ganar el corazon de los párvulos; máxîma que el inmortal Ganganeli llamaba la primera y mas importante para la educacion, en una de sus Cartas. Es de ver con qué ayre sério, y lleno de crueldad se pasea un Maestro por la Escuela con las disciplinas en la mano, pretendiendo coger de sus discipulos el aprovechamiento, que estos miran ya con terror, descubriendo en cada letra el castigo, y la aspereza que les amenaza. La educacion domestica que muchos padres de familias dán á sus hijos, no es de mayor benignidad y blandura: no sé qué error es este de persuadirse muchos padres, de que sus hijos solo pueden ser buenos con el castigo, y la severidad; lo cierto es, que observando esta máxîma, quando esperan lograr un hijo [90] docil y flexible para lo bueno, se hallan con un corazon fiero y endurecido, porque ya llegó á perder el miedo á la correccion y al castigo.

Ello es asi, que los principios y reglas para una buena crianza en todas partes son los mismos; porque en todas es una misma la moral, y la industria que los fomenta. Por esta razon hemos llegado á discurrir, que si muchos padres de familias no logran ver bien educado á un hijo aun despues de la buena eleccion de Maestros y Directores, y de tantos métodos que se han escrito para este fin, es porque han menospreciado aquellos desvelos y observaciones que deben hacer sobre los primeros años de sus hijos: atiendase á esto principalmente, y lograrán coger los frutos mas sazonádos: establezcamos este principio. Asegurar que la felicidad ó desgracia de la Republica depende de la buena ó mala crianza que dán á sus hijos los padres de familias, es una proposicion generalmente contextada por todos los hombres de juicio y de experiencia. Una familia abundante [91] en sucesion (dice Marco Tulio en sus Oficios) es el origen de una Ciudad, y como un Seminario de una Republica. La opulencia y felicidad de sus individuos se formó en la escuela de la aplicacion, y buen gobierno de sus padres: la mendiguez, los latrocinios, los engaños y las injusticias oyeron sus primeras lecciones en el mal exemplo de los padres. Si se abandonan las Artes, desprecian los Oficios, y se persigue á los laboriosos; en suma, si se vé dominante al vicio en la Republica, todo esto está clamando contra los padres de familias; y como sea universalmente recibido, que todos estos males tengan su origen en el vicio abominable de la ociosidad, una de las causas que la producen, se debe decir que es la mala crianza.

Tres puntos principales han de merecer la atencion de los padres de familias, para dar una educacion correspondiente á sus hijos, observar sus inclinaciones, instruirles en los principios necesarios, y darles un debido destino. Es inegable, que asi como la aplicacion, é industria son los medios [92] de conseguir las mayores ventajas en todos los asuntos, ninguno de estos es mas capáz de sujetarse á la industria, que el de la educacion de los hijos. Nivel 4► Exemplum► Comparemos à un padre ó á una madre de familias á un Jardinero diestro y laborioso, que enterado de las calidades de las plantas, que ha de cultivar y conducir á una debida perfeccion, las observa con sagacidad desde que empiezan á salir de la tierra: para este fin, prevenido de los conocimientos necesarios, tiene modo de guiar con rectitud á las que vé torcidas, desarrayga las yervas que las ofenden, corta las superfluidades, sazona, y atempera con el riego; y todo esto a fin de lograr el fruto de su trabajo. Observase en muchas madres de familias una lamentable desidia y abandono de los primeros años de sus hijos, hasta que llegan al uso de la razon; y quando piensan coger con facilidad la recompensa de su cuidado, se hallan con una naturaleza briosa é indomita, que empieza á ocasionarlas muchas amarguras.

[93] Un hijo recien nacido es en los brazos de su madre una tierna planta que Dios confia á su cuidado; y debia tener presente lo que dice San Agustin; es á saber: Nivel 5► Que no basta darles á los hijos el primer sér, sino que es necesario darles el buen sér; ◀Nivel 5 y lo mismo enseña Santo Tomas diciendo: Nivel 5► Que los hijos han de ser deudores á los padres, no solo del beneficio de la primera generacion, sino de el de la segunda, que es la buena crianza. ◀Nivel 5 ◀Exemplum ◀Nivel 4 Parecerá nimiedad persuadir, que un niño es capáz de educacion desde que empieza á tomar el pecho de su madre; pero esto sucede á quien ignora los principios universales, y constitucion de nuestra naturaleza. La madre, que alimenta con su leche al niño delicado, es para fomentar y dar robustéz á un cuerpo de cuya organizacion y humores ha de estar dependiente el alma que le informa. Por estar tan unida á él, experimenta la alternativa de tantos afectos, é inclinaciones tan opuestas; se regocija por la buena disposicion del cuerpo que informa; se entristece [94] en sus dolores, y siente la decadencia de sus fuerzas; las pasiones de ella se agítan con mas ímpetu, y hacen mas disonantes, quanto menos reprimidos ó templados estén los humores del cuerpo; y asi se vé, que para que el alma sepa usar bien de su razon, y pueda dominar á su amor propio, es necesario que su cuerpo empiece á estar sujeto, y habituado á executar sin discurso aquello que la razon ha de pretender en algun tiempo.

Ninguno mejor que un padre puede tener los avisos y prevenciones necesarias para la educacion del hijo tierno. El sabe muy bien sus propias pasiones, y los humores que le domínan; la madre que dá el pecho à su hijo debe considerar que éste recibe con la leche las pasiones que pueden inficionarle: si es colérica, el hijo por lo natural ha de ser sobervio; si envidiosa, el hijo no ha de poder sufrir la felicidad de los demás; si templada y moderada en sus apetitos, el hijo puede dar esperanzas de ser un hombre sóbrio y justificado. Sobre [95] todo, ninguna máxîma es mas importante á una madre, que la de reprimir aquellos primeros ímpetus y afectos indeliberados del niño; porque esto se reduce, á que el primer cuidado de la madre ha de ser el de avasallar el amor propio de su hijo. Aunque el padre y la madre sepan en general, que esta es la pasion que mas pervierte las acciones humanas, este conocimiento toca mas en particular á las madres, que son nuestras primeras directoras desde nuestros primeros alientos.

Apenas una madre empieza á dar la leche á su hijo, quando ya es el primer testigo de experiencia de los efectos lastimosos del amor propio. Aquellos llantos y gemidos inopinados, nacidos sin duda de las causas ocultas, y que aún no puede explicar la naturaleza informe; los saltos y regocijos intempestivos, que no indican el origen de donde nacen, ¿qué otra cosa son mas que el idioma del amor propio, que sabe anticiparse á la lengua mas balbuciente? Se observa que el regoci-[96]jo del niño se interrumpe por el motivo mas ligero, y su llanto se aquieta con una leve demostracion. ¿Y qué complacencia podrá igualarse á la que tendrá un padre de familias quando observe, que la luz de la razon empieza á amanecer en el hijo, que está ya purificado de los resabios del amor propio? Entonces ya puede considerarse como una masa dócil, ó una primera materia, capáz de recibir las mejores impresiones: entonces es quando la primera noticia que debe oír de boca del padre, es la de un Supremo Criador, á quien debe todo quanto tiene, quanto puede adquirir en el discurso de su vida, y á cuyas manos ha de restituirse: finalmente, entonces es la mejor ocasion, en que, despues que el hijo sepa que hay un Dios, á quien debe temer y reverenciar, adquiera las instrucciones convenientes, para que sea util á sí, y á los demás hombres: las virtudes christianas, y politicas son los medios únicos de conseguir este medio importante; porque ya le destine la suerte á la clase de Ar-[97]tesano, ya à la de Noble, el hombre siempre debe ser virtuoso.

La edad, las conveniencias temporales, y los talentos del hijo son otras qualidades que han de gobernar al padre, para que le dé un destino correspondiente. La máxîma de que cada uno deba contentarse con su suerte por infelíz que haya nacido, es muy buena para hacer tolerables las penalidades de la vida; mas puede ser perjudicial, si (mal entendida) influye á que no se trabaje en mejorar de estado: los talentos ponen al hombre en obligacion de mirar por su bien, y el de la Republica; el dinero es el movil, que hace lucir los talentos; y siempre que el padre de familias pueda conseguir por estos medios que el hijo adquiera honor y estimacion á su casa, no le debe intimidar la humildad de su nacimiento; porque los premios no están principalmente destinados para la nobleza, sino para la virtud y los talentos: en suma, la nobleza es uno de los premios de la virtud.

Estas doctrinas que exponemos al [98] Público con la mayor sumision y sinceridad, conocerán muy bien todos los literatos, y amantes del bien de la Patria, que proceden de unos principios nada equívocos; y que si los padres de familias los mirasen como á punto fixo en el gobierno de sus casas, podrian prometerse aquellos felices frutos de educacion que han formado siempre toda la gloria de los hombres. Reduzcamoslo á un cierto principio: estudiese frequentemente, lease sin intermision la Filosofía Moral, y en ella se hallará la verdadera oficina de una perfecta educacion. Por este motivo no podemos menos de lamentarnos, de que la enseñanza pública de muchas escuelas de España, particularmente las de primeras letras, 2 están muy destituidas de método pa-[99]ra la direccion de los niños: por lo comun se vén colocados en ellas Maestros sumamente ignorantes, no solo para los conocimientos superiores de la buena crianza, modales, y honestidad de costumbres, que deben frequentemente infundir en sus discipulos, sino aun para los rudimentos mas necesarios. ¿Qué esperanzas de mayores ventajas en la educacion pueden prometerse los padres de familias de unos Maestros que todo lo ignoran? Haya método en las Escuelas; hagase una eleccion escrupulosa de unos Maestros que alivien las obligaciones de los padres de familias; sean los primeros libros por donde los niños empiecen à saber reflexionar una coleccion, aunque pequeña, de máxîmas de Filosofía Moral, de religion, de urbanidad, y política, y se cogerán multiplicados los frutos, por que tanto suspiran los amantes del bien de la Nacion.

[100] Concluyamos, Señores, diciendo, que el espiritu principal que nos obligó á formar los Discursos anteriores, éste, y los que se vayan publicando en lo succesivo, es el que se debe llamar amor Español, amor Patrio, y amor de la felicidad de los hombres; echemos la vista con la mas profunda veneracion sobre el mas amado de los Reyes, Carlos III, y sabremos que todos sus desvelos, toda su Religion, toda su piedad conspiran á este fin: de este centro salen las zelosas y sábias providencias de su ilustrado Ministerio, y Gobierno, y este mismo espíritu y amor fueron los que dictaron aquella admirable obra de la Educacion Popular, que ya es el objeto de las atenciones de Europa. ¡Con quánto amor y desvelo solicita esta felicidad de la Nacion el Excelentisimo Señor Conde de Floridablanca en todas sus acertadas disposiciones! Este es su principal objeto; la felicidad pública: y este mismo es el móbil sobre que formamos el plan de esta Obra periódica. ◀Relato general ◀Nivel 3 ◀Nivel 2 ◀Nivel 1

1Lib. 4. Epistolar.

2Hablamos de las Escuelas que están al cuidado de Maestros particulares en la mayor parte de los Pueblos de la Peninsula, en los que comunmente exercen esta facultad Sacristanes, Fieles de fechos, y otros sugetos de ninguna instruccion: si las santas y saludables Escuelas Pias estuviesen estable-[99]cidas con mas abundancia en España, se podia decir que estaba todo remediado; estos aplicados y benignos Religiosos son los verdaderos operarios de la Patria, y la Nacion es muy deudora á sus desvelos.