El Escritor sin Titulo: Discurso Decimo

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Nivel 1

Discurso Décimo

Nivel 2

Metatextualidad

Muy Señor mio: Vm. dirá para su coleto que yo soy un plomo, rémora, presumido, ó alguna de otras cosuelas de las que significan pesadez, vida bribona y solapada: que sabiendo que tiene su casa parada, y sin darle curso en la buena armonía que la debe componer, me estoy mano sobre mano, despotricando novelas, y malgastando el tiempo en mirarme las uñas y menguar braseros: que si he tomado sobre mis hombros el echar cuchillos á las bragas del mundo, andrajosas de abusos: ¿Quién diablos me detiene que no doy puntada? Que ya es tiempo de desembrozar el buche de las pringadas y glotonerías del Carnabal, y meterse á remediar las conciencias de sus pobres próximos, que lo desean hasta no mas: ¿que por qué carga de agua me llame Periódico, ó Semi con tanto paréntesis que parece punto final? En ménos voces, que mude de teclado, ó que se me adocena con los Escritores de primera intencion, y cuchareteros de molde. Amigo, Vm. tiene razon; pero á mí no me falta, y sobretodo canela. Los astros con ser astros tienen sus tramontanas, y de la noche á la mañana el ayre que soplaba lenta, melosa y agradablemente, se vuelve cetrino, regañon y azota perros. He entrado á cuentas conmigo: me veo hacer el miserable papel de Bufo, Mimo, Figuron, ó mete muertos de boton gordo, y en el mismo sitio, del mismo modo, con la misma idea, en mi misma mismidad he deliberado ser Barba, como no me afeyten; Galan, si tengo cum quibus; y aun Dama, como me encenee, ó encenegue á Petrimetre. Vm. habrá oido, que genio y andadura hasta la sepultura; y que la ciencia y complexîon son unos arreos tan inseparables, que si uno va á las Indias se embarcan; si al campo, aran; si á la viña, podan; pues sepa Vm. mas, que esto lo puedo decir en latin, pero no quiero; porque: qui trans mare fugit, Cœlum, non animum mutat. Que en castellano quiere decir lo que quiere decir. Bien que esto no es mas que chocheces de nuestros abuelos, que pasan por verdades, porque no hay una buena alma que les toque el bulto. ¿Qué cosa mas comun en este corral de vacas, casa de volatines, sancina de zafiedades y cochinerías, que ver quatro botarates humildes, cortesanos, zalamerotes y acachados, miéntras estan al piste como el canario, estómagos aventureros, hambrones, susto de las ollas, y por esta Cruz de Dios? Pues véalos Vm. despues que la fortuna, hecha fuelle ó demonio, les sopla halagüeña, loca y desbaratada. Para uno que se quede en sus trece, hay treinta que ni en sus catorce. Tiénteles Vm. el vado, que suelen salir tan otros como las manzanas de Gomorra, que con un baño de colorete en la mondadura tenian las entrañas retacadas de ceniza, ó eran símbolo de quatro picañas de nuestros dias. Tan hijo de Adan soy yo como qualquier hijo de su padre; y si en la carta pasada y en todos mis papelones ó papelejos me he mostrado blando como la cera, ayuda, clistre, servicial ó practicante de las recetas que á Vm. puedan importar, era porque era un pobre porro, que no tenia donde Dios me llueva, estudianton desrengado, Sacristan á ver venir, Esportillero de Palios, ó Responsista de contrabando, y con estas fruslerías engolosinaba quatro mogigatos que tienen creido que soy como un algodon, sin catarme mas que por la corteza, ni hacerse cuenta, que en la raiz tengo un corazonote avinagrado, un mondongo leonino, y unos hígados de perro, que con nadie se lo ahorran. Pero ahora, que cierto señor mio me ha hinchido las corcheas, cubierto el riñon, asegurado el pan, y terraplenado el buche: ¿Qué piensa Vm. que se me dará, ni qué borrico se me muere, porque su muger sea una loca y Vm. dos? ¿Que el uno eche la casa por la ventana, y el otro la empuje? ¿Porque los niños tengan mala crianza, y sus padres sean unos niños? Señor mio, quien hizo el cohombro, que se lo cargue al hombro. Allá se las campaneen Vms. que á mí no me rompen ningun brazo, y lindamente se ven los toros desde tablado. Qué tiene por no faltar á la caridad, carácter del Christiano y propia de un aprendiz de Cura, ó Cadete de San Pedro, por si acaso no ha llegado á noticia de Vm. le quiero dar razon de un Periódico nuevo, flamante y recien sacado del arca, que nada ménos parece que se ha calzado por plan de su Obra, que postillar, hacer Comentarios, Escolios, Reflexîones críticas, é ilustracion del Reverendísimo, Ilustrísimo, y Sapientísimo Padre Maestro Don Benito Feijoó. En el Prólogo de esta grande Obra se promete un chapurrado de todas las ciencias, artes, facultades, ramos que las componen, con un manejo de Santos Padres y Doctores de la Iglesia, que es un contento. No se olvida de los casos de conciencia, ni de quanto tiene que saber nuestra floxa, necia y miserable naturaleza. Es cierto que si el hombre es como se pinta, Vm. y aun todo el género humano estan lindamente. Acuda Vm. allá con sus sufragios, que es locura beber de cenagales, habiendo fuentes tan claras y cristalinas. Y si acaso por la gravedad de la obra que tiene sobre sus hombros, no puede dar pronto y feliz despacho; este señor mio, despues de alabarse bonitamente, hace conmemoracion de dos famosos Escritores Periódicos, nimirum, el Autor de la Estafeta de Londres, y el Duende Especulativo, los que no entran con la vocería de pelgares que nos quedamos para quando Dios quiera que calme en Madrid la Era Francesa. A estos puede Vm. recurrir en caso de necesidad, que son los que le han de poner la muger en razon, y la casa en el mejor órden, pues es gente que cita Dupines, Lanuyos y Motas. Leen la Gazeta de Holanda de carretilla, y no tienen por cosa buena sino lo que viene de Traosmontes. Tambien advierto á Vm. que el Eruditísimo Padre Maestro Feyjoó entre sus preciosas Obras trae un nuevo caso de conciencia, donde les pega una felpa, que chupa tabaco á los Autores ramplones, que adornan la fachada de sus libros con rotulotes de mampostería y hojarasca, no correspondiendo luego la descarnada y lánguida pepitoria con que los envaldosan. Y aunque no dice sobre si esto debe ó no debe entenderse pariformiter de los Prólogos, yo lo decidiré ántes del centésimo Discurso de la Obra susodicha, si nos dexan papel á los Escritores de escalera abaxo. Ahora puede tambien dar el caso que todos estos señores mios esten ocupados, ó sean tan pelmas como yo, y de este modo se queda Vm. al son de las buenas noches. Por cuyo motivo, y el de que mas vale páxaro en la mano que buytre volando, no quiero cerrar la carta en el Exôrdio, y como Dios me dé á entender diré quatro palabras de trompon y en este estilo chocarrero y ordinariote, que puede ser que hagamos algo en el contagio de moda que mi señora padece. Con que sí, señor mio, la chuscona no quiere perdonar nada á su adorno exterior, y sobre esto que ande la bucólica con el último perfil. Con que quiere ser petimetra de remate y penosa de fundamento sobre las fincas de una paciencia á prueba de bomba. Con que á dos por tres le pone á Vm. en los vigotes, ó barbas venerables aquellas preciosas claúsulas de que:

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“los Discursos del Pensador llevarán casi siempre un espíritu de reforma. Pero no hay que asustarse. Esta no recaerá sobre el abanico, la respetosa y demas adornos de la moda:”
y un poquito mas abaxo: que no es Censor tan rígido que condene las modas. Con que de aquí infiere, que queriendo este señor mio llevar un espíritu de reforma, y calzándose en su segundo Discurso el hacer á las Damas virtuosas y discretas, sin sacarlas por eso de modistas; pues no es Autor tan rígido que las condene, puede muy bien ser qualquiera Madamisela virtuosa y discreta hasta no mas, aunque con sus perendengues reduzca la casa hasta no ménos. ¿Y no añade alguna otra cosuela para refocilar este pensamiento? ¿Este es todo su recado de escribir? ¿Pues qué necesita Vm. mas para llevarla á Toledo que haga unos exercicios, ó á tomar los ayres á Zaragoza, que es imposible no tenga cancerados los sesos y constipado el juicio? Moda es nada ménos que el gastar dos horas todos los dias en el tocador á vista del mueble, que director general del rizo y del peynado vaya ensartando las plumas, arfileres y teques, que la dexen como un rollo de oro. Moda es que se encaxe la bata con mas fosos y cortaduras, que Puertomaon: que se ingiera la respetuosa, enmarañe la jardinera, y se vaya adaptando toda la xarcia, mas larga y mas prolixa que la de la Capitana de España. Moda es que se siente de cuajo en el canapé, y no vea la cocina, ni sepa qué tiene para comer, fiada en la prudencia y manejo de sus criadas, que por lo comun son unas benditas. Moda es que los hijos se crien á salga pez ó salga rana, que algo se ha de dexar en manos de la providencia. Moda es que el marido no sirva para otra cosa que para llevar la cruz y satisfacer sus antojos, casa aparte en todo lo que no sea soltar la perra ó sufrir camorras. Moda es pasar la tarde en la Comedia ó el paseo, la noche en la tertulia, y no acordarse de que hay obligacion contraida por el matrimonio de zelar sobre el gobierno, y buena administracion de su casa. Moda es que ya ninguna muger de circunstancias se acuerde de que hay almohadilla, bastidores, usos, ni palillos, que esto siempre fué municion de gente ordinaria. Es cosa de risa ver que siendo esto y mucho mas el panem nostrum quotidianum de las señoras Modistas, nos diga el señor Pensador por boca de la muger de Vm., ó la muger de Vm. por boca del Pensador:

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“Que no es Censor tan rígido que condene las modas.”
¿Si sabrán uno, ni otra qué principio tuviéron los Censores? ¿En dónde se creáron? ¿Qué pito tocaban? ¿O para qué mil demonios los erigió el Senado Romano?

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Relato general

Eran estos Caballeros, por lo comun, una gente mal acondicionada, taimadota y mezquina, que tenia aquella sabia República, en el tiempo que fué República, y sabia para exâminar los matutes que contra los derechos de la economía introducian los viandantes, que viciosos en su país, como Platon á buscar ciencias, salian ellos á reatar ignorancias, y mal habidos con el uso de sus compatriotas, solo tenian por bueno lo que no estaba cerca. Entraban estos inflexîbles Rhodamantos, les tocaban la parte, y habia un espolio que Dios nos asista. Daban precio á los bienes de cada uno, degradaban á los Senadores, creaban al Príncipe del Senado, y observaban quanto pasaba en las familias. Si se cuidaba de educar los hijos, si se miraba por el caudal, y si era excesivo el gasto. Ellos tenian derecho de reprehender á qualquiera, y de emplear todas sus fuerzas en el arreglo del bien público y particular. Sentados en sus sillas curules revisaban los Senadores, Caballeros y Plebe, y votaban de su dignidad al mas empinado, como hallasen que desperdiciaba sus rentas, ó empodrecia las costumbres. El Senador se quedaba soldado raso, y la toga iba á espantar páxaros. El caballero sin su rocin y apocada la racion. Y los plebeyos descendian de Tribus, y los hacian tributarios, sin que fuera menester mas delito que ser un poco desmanotados, ó introductores de alguna modita: ó chuchería extrangera. Y esto sin remision ni recurso á las mil y quinientas miéntras duró el buen órden.
¿Qué seria de nosotros si se erigiera otro Tribunal de la misma casta? Yo fuera el primero que me quedaba sin calzones, porque los llevo de terna en infusion de raso liso. Pero pobres de otros que hasta la lengua tienen cangrenada, embarazante, gálica, ó babosa. ¿Qué le quedaria á mi Señora Doña Phenixâ de todo su quinquillage? ¿Adónde irian á parar las cazcarrias doradas de su relox? ¿Los entorchados, embutidos y escaravageos de sus batas? ¿El chisgaravis de sus blondas y merlines, con toda la recámara de barnices y tafiletes? Buena fortuna tiene que los que han tomado la mano en esta materia estan tan enfermos como ella, que si no, por mi cuenta, que no habia de faltar una buena alma, que nos hiciera ver que debemos ser como vestidos, ó vestir como somos. Que no hay razon para desterrar del medio todo lo que sea nuestro, sin mas razon que por serlo. Que zarandaja mas, arrumaco ménos, podemos salir de punta en blanco con las burdas maniobras de Zaragoza y Valencia, lo propio que con las diáfanas transparentes, melifluas y agraciadas delicadezas de qué sé yo dónde. Pero quiere nuestra desgracia, que no se pueda erigir este Tribunal, porque apénas se hallará ya casa en que fundarse; Juez que no sea parte; Abogado que defienda; Agente que lo enmarañe; Procurador que no lo condene; y por último, miserable que lo apadrine. Y por esto y otras mil razones mas, yo no sé por qué se toman el nombre de Censores, los que parece que no han oido de Censores mas que el nombre. Todo se andará; pero ante todas cosas yo quisiera saber, supuesto que son compatibles virtud, discrecion y moda, cómo se amasa este emplasto, y se guisa semejante bodrio. Porque aun dado caso que sean compatibles, no sabrémos si esta regla es general, ó rescindida á determinadas personas. ¿Es posible que toda pelafustanes, ó forragaytas ha de poder ser modista, tuta conscientia? ¿Que la Ninfa Deyopeya ha de apostarle á Juno su señora los bártulos, y se han de medir por un rasero? ¡Qué necedad! Ya se ve que no, y que quando permiten nuestros Censores la moda ensalzada con la virtud y discrecion, no es menester ser muy águilas para comprehender que no lo dicen por las Lavanderas, Mozas de cámara ni Cursantes de alcoba. Tampoco por la gente de escalerilla, las de la vida ayrada, Verduleras, ni Usías de medio pelo. Sin duda lo dirán por aquellas señoras que tienen una pingüe renta, y pueden hacer dispendio del larguísimo caudal que necesita el uniforme completo. Pregunto, ¿y quántas son éstas? Tenga Vm. un poquito de paciencia que nadie nos corre: voy á tomar un polvo, que con esto y desgreñarle un par de párrafos á cierto sugeto dos veces Ilustrísimo, saldrémos del dia. Por hecho. ¿Pero lo he de decir? Guarda, Pablo: tantos habian de ser los descalabrados, que me podria ahogar con la sangre. Quita, que yo me acuerdo de mas de dos que por decir verdades no han muerto calvos, ni han podido criar pelo. Con todo vaya de doctrina, que Dios es Dios, y á su honra y gloria podrán aprender los preocupados el tientecito que se necesita para fachendear en estas materias. In primis, toda aquella señora mia que prevee prevaricacion activa ó pasiva en el uso de qualquier trage, sea el que fuere, no podrá usar de él, aunque importara un mundo, y aunque sea una Reyna la que se lo embanaste. Pero porque hay cierta casta de páxaros que tienen ojos y no ven; oidos y no oyen; y toda la tararira de sentidos en la misma colocacion, vaya un exemplito claro como el agua, y digan lo que quieran los Tutores Aristarcos.

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Ejemplo

Pues, señor, me mando hacer una cotilla á la Italiana, que la llamo Corsee, para que no me tengan por sanda, ni poco versada en lo que constituye una muger de forma: lo primero que encargo, que sea baxa de cogote, y poco crecida de delantera; la casaca, bata, media, ó chamarluco corre la misma derrota; de modo que dexo respingar sobre el labio ó borde de una y otra lo que llamamos los cultos pomos de azucenas, y los remajos sin cultura por su propria palabra y voz castellana. Ya se ve que no he de echarles encima ningun lienzo de pared, ni muralla de cal y canto. Tenemos unos pañolitos de gasa, erraduras que hacen falta en otra parte, ó una holanda tan clarificada y transparente, que hasta allí puede llegar. No es tan traslucidor el cristal de Venecia, ni le llega á la suela del zapato la brinza de cebolla. Verdad es que yo en esto no llevo mal fin. Sí, que conozco que es como un reclamo para el sexô contrario, pues no me falta conversacion, ni quien me haga compañía por mi buena cara. ¿Pero habia yo de ser como mi señora Doña Hermenegilda, que con toda su fama de virtud, no tiene quien le haga la mitad de corte que yo? ¿Quién le ha de soplar el ojo por salud, si sobre enzurronarse en un saco, no permitir que le toquen un pelo de la ropa, llevar foso y contrafoso de lienzo, es tan cerrada como pie de muleto? Que saque á relucir su prudencia con un Padre Maestro que le vaya á hacer carantoñas al caballo de bronce del Retiro, que con todas sus buenas vigoteras, habilidad y gracejo, al diablo que parece por su casa sino gente machucha y corcovada. Aquí no tenemos en qué dudar: el fin de esta muger, aun quando no sea mas que lo que aparece, es dañoso en la causa y horrible en los efectos. Si se le preguntara qué razon la mueve para desear tanto Don Lindo en su Tertulia, y á él, ó á ellos, qué liga ó vareta los tiene tan pegados á la mechuiza: si hubiera de responder la regla del bien obrar, aquella luz que Dios ha estampado sobre la frente de todos, saliamos del susto, y no era menester jorovear la paciencia. Pero no señor, ni unos, ni otros tienen otro objeto que un rato de conversacion y pasatiempo honesto, rebujado en marcialidad y buen gusto. Yo no sé cómo hemos de suponer ciertas una infinidad de historias de gentes esqueletos, penitentes desencaxados, y contemplativos famosos, que con solo un resquicio de falda han dado con el santo en tierra; y estos señores mios, tragones, provocativos é insolentes, sobre no perdonar cosa que les conduzca á parecer bien segun la carne, nos quieren encaxar que en una ó mas horas de conversacion no hay sobre qué colgar un candil. El que tiene hambre no necesita majar tomates para abrir el apetito; y el que no lo tiene, con ellos hace gana. Pues canalla de los demonios, si vais con tantos peregiles, hambrientos hasta no mas, con la carne al ojo, y creyendo en cada dixe una convocatoria, ¿cómo nos quereis hacer creer que con tanta salsa ayunais hasta de pensamiento? Contárselo á vuestra tia; pero no á picarones como yo, que sé la aguja de marear, y sé que de semejantes monstruos nace la prevaricacion activa; esto es, en la madre que los cria y fomenta; y la pasiva en el miserable vela de sebo que se arrima á la lumbre, y no siente el calor aunque se derrita. En estando, pues, la señora Moda revestida de estas circunstancias, (que oxalá no lo estuviera tanto) hará muy mal ningun Censor, si presume encaxar las apreciables prendas de virtud y discrecion, sin cercenar primero á las señoras mias este duende favorito.
Vamos á buscar otro principio por donde vaya á pique una doctrina que si no fuera tan antigua y malignante la causa, pudiera acarrear perjudicialísimos efectos. La envidia, ó mienten cien Filósofos, es la pasion dominante en las hembras.

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Ejemplo

De que resulta, que precisada una muger de las que llaman de forma, á concurrir en una asamblea con treinta desmanotadas y manirotas que se engalanan y repulen, se ve precisada á repulirse y engalanarse. Y siendo como son, diversos los caudales y conveniencias, es cosa de ménos valer, que otra vaya mas bien tocada que yo, aunque me costara ir bien tocada. Si yo no tengo fondo para sacar lo que necesito, ¿he de negarme á quien hace favor de ofrecerlo, aunque no sea por hacerme favor? ¿He de pararme en que no tengo modo de pagar, lo que es indispensable en una muger de modo?
Estas reflexîones tan sin reflexîon son hijas de un principio errado; pero que tiene apoyos en el uso comun, y solo ha de poder demostrar su perversidad la total ruina de las costumbres. Por un encadenamiento fatal, cada uno quiere ser émulo de su inmediato.

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Ejemplo

Una señora de la primera clase, porque puede y no desdice á su estado, saca (pongo por exemplo) una cofia de blonda, que no le es costosa, porque Dios le ha concedido suficientes fuerzas para éste y mayores gastos, sin que tenga que tomar agua bendita. La ve una Marquesita, que á puro desgobierno tiene su casa como escuela de danzantes; y por no ser ménos, aunque sea menester enviar un plato de plata al Monte de Piedad, la ha de tener en el dia; y no bastarán á mudarla de dictámen los criados desnudos y mal pagados, ni la espantosa voz de infinitos acreedores. La otra Doña entre merced y señoría, almacen de novedades, que por voz y fama pública es la quinta esencia de la petimetrería; sufrirá que la corteje un Nestor, que la aplaste de babas y mocos, cacareándolo de Narciso, como vea al ojo las aguas donde quede efectuado su deseo. Trasciende la historia á la muger del Abogado, la del Médico por trascendida, baxa á las de los Procuradores, corre á las Oficinas, contamina á las de los Agentes; y en una palabra, llega en dos meses hasta los Zapateros de viejo. Y no hay que ponerle mala cara, ni hacerle ascos á la demostracioncilla, que para evidenciarla sobra tener ojos.
No sé por qué causa se juntarán cincuenta en una visita, diversas en nacimiento, en clase, en bienes de fortuna, en educacion, y en todo; pues no sé yo cómo el mismo Argos, aunque se pusiera anteojos y se quitara las legañas, habia de entresacar las qualidades ni deslindar parentescos, á no tener sobre sus cien ojos un espíritu de profecía, ó una ciencia fixa apuradora de vidas agenas. Quiere nuestra desgracia que en la Corte por lo comun cada uno gaste lo que tiene y algo mas. Pues aquí de la razon: si Doña Chrisanta con cincuenta mil reales que tiene de renta fixa su marido, apénas puede hacer otra cosa, que entrampar aquí y desentrampar allá, tener dia y noche como el caracol, y ser zurcido de vareta y sacatrapos: ¿Qué dirémos de Doña Mencía, que no se dexa exceder en un pelo, sigue la misma derrota y toca el mismo pito, sobre ser todas sus facultades escasamente la mitad? Otro dirá lo que quiera; pero yo cuelgo estos prodigios en la tenebrosa ara de la moda, que no gasta ménos humos, que honras, conciencia y reputacion. Saben muy bien los que manejan la Biblioteca del vulgo, esto es, nuestros papeles periódicos, que sin hacerles favor son una epidemia literaria, mantenida á puros necios, que estan muy mal con las dos preciosas alhajas de archan y tiempo, que hacen mucho esfuerzo los Copiadores Miramamolines para desencaxarnos todo lo que huela á mostachos, zaragüelles, jubones de follos, balonas de pespunte y mulas con guadrapa. A nuestras ciencias las pintan lánguidas y desfiguradas, el comercio pasivo y desrengado, nuestras diversiones varahunda y chacota, entre col y col reparten algun latigazo, adonde solo se debe llegar con el respeto, de modo, que venimos á quedar unos palos vestidos, sin saber para qué somos buenos. Yo nunca los he querido creer, no porque en alguna parte no tengan razon, sino porque estan empeñados en que ha de ser el remedio la misma enfermedad. Venid acá, pobres hombres, si es que lo estamos, ¿qué nos tiene enonadados? Si las espadas de Toledo se han vuelto cutoes, ¿es porque los brazos que las habian de manejar se han hecho cañas de pescar? Si vestimos como no somos, ¿por qué no hemos de ser como vestimos? Los que nos dexáron que comer y vestir, no comian ni vestian como nosotros. Apostaria yo, que el Gran Capitan embolismado en franjones y remachado de calzas, no gastaba tanto en un vestido, como gasta hoy un caga tintas en una chupa. Doña Elvira Meneses, (que Dios haya) ¿si daria por una libra de blonda, que fuera de la industria vale cincuenta reales, un sin número de pesos que no se pueden apurar con cuenta fixa? Nos admiramos que los Indios dieran por vidriecitos y cascabeles los pedazos de oro como ansina, siendo así que no se hacian pobres, ni desplomaban sus casas con la pérdida de reputacion y conveniencias, y hoy entre nosotros, á vista y paciencia de la razon, es un burdo, zanganote, y sin crianza el que no se cierra los ojos, y atropella á sacrificar sus caudales en la vicoca de quatro chucherías, que tanto duran, quantum sonant. Ello es, que nos pasa sobre miaja mas ó ménos lo que con los malos Barberos, que nos lavan la cara y luego nos desuellan: nos ponen galanos, nos han vuelto monos, nos presentamos con otra marcialidad que los rancios; pero vamos quedando sin camisa, dando un testimonio de necios en cada invencion de esta casta que nos encaxan. Aquí está el bulisis: refórmese este fregado, y corre por mi cuenta que no cueste tanto el que esa señora mia aderece su puerta principal, y consiguientemente no necesitará Vm. embolismarme en trampas, ni manará en petardos. De este modo los falsos estímulos que hoy sacude el honor, para no descender un punto del arancel que prefixáron quatro cacos desalumbrados, cornejas con bautismo, y sucesores legítimos ó por línea recta del Hijo Pródigo, resaltaran mañana en acordarnos el verdadero fondo en que consiste el sólido hombre de bien, y la honra característica del Christiano, que sabe los Mandamientos de la Ley de Dios. Si yo fuera hombre que me metiera en historias, y me echara á rodar por esos libros, con resabios de sabidillo, allí fuera ello. ¿Porque quién me quitaria el encaxar aquí un par de parrafotes, que hicieran mucho ruido y poca mella; pero por fin, que llenaran el papel?

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Ejemplo

Habia mas que revolverles los huesos á los antiguos Persas, hasta dar de bruces con el Señor Don Cyro, hombrecito tan de bien que en cada vestido publicaba una Pragmática: en cada banquete una leccion de economía: en cada paso un espejo de sobriedad, sacando por fruto de estos y otros muchos cadas el tener unos vasallos robustotes y mazorrales, que se hartaban de callos, se chupaban Reynos como así me lo quiero, hasta hacerse uno de los quatro de la fama. Que estos mismos despues de azanganados, tragones, cargados de oro y hechos unos marimachos, fuéron la Y griega donde todo el género humano, &c.

Nivel 3

Ejemplo

Los Espartanos, gente de calzon sin forro y apargatilla, miéntras se gobernáron por las leyes y determinaciones del tio Licurgo, no supiéron ser poderosos sin parecer ricos, pudiendo con el hierro todo lo que no pudiéron con el oro. Con el exemplar de haber exterminado á cierto panzudo, abultado de asentaderas, y proveido de bofes, todo el mundo castigaba el mandullo, queriendo ser mas abadejo que atun. Se cebáron en oropeles, engalanáron las parientas, admitiéron las golosinas, y cátamelos hambre y valentía, pobres zopencos, que enseñaban las executorias, y cerraban los puños.

Nivel 3

Ejemplo

El mismo Alexandro Magno, cuyo espíritu robusto han envidiado todos los Héroes; cuya templanza en el principio de sus glorias le faltó poco para ser Fenix; cuya conducta con las hijas de Darío suponia el imperio sobre sus pasiones mucho mas gloriosa, que el de sus conquistas; el que como torrente impetuoso arrasó los Persas; el que no temió los carámbanos de la India; el que lloraba de no encontrar mas mundo, para hacerlo despojo de su ambicion adulada como virtud; en tanto fué racional, en quanto vistió la fuerte armadura, que le dió la lana de Macedonia: mudó de trage, y con la ropa talar ajustó la embriaguez, la luxuria, la vanidad, el error, la crueldad y todos los vicios, que lo hiciéron el asco de los suyos y el cocon de los valientes.

Nivel 3

Ejemplo

¿Qué pueblo mas feliz que el Romano? ¿Qué carnicería mas sangrienta que él mismo? ¿Adónde se vió jamas armonía mas concertada que la de sus Ciudadanos? ¿Qué Babél hubo mas confuso que los mismos? Invencible quando sacaba del arado los Cónsules y Dictadores, parecia tambien la cota sobre el gavan, como la victoria en la moderacion. El General que vencia innumerables batallas labraba immortal fama á su nombre, y se contentaba con una corona de seis maravedis, orlada del respeto y la veneracion. Quiso subirse á mayores, que todo el mundo le baxase la cerviz, empezó á regoldar en sus banquetes, á introducirse en espectáculos y teatros festivos, á taracear los trages, á brotar el luxo, y á ser el Pueblo mas miserable de todo el Universo. Cada dia se regaba Roma con sangre de sus mismas plantas. Las calles se inundaban de cadáveres, y era muchas veces fortuna ser infeliz, dicha la culpa y favor de la naturaleza nacer cobarde. Mas de quatro veces este empóreo de riquezas hubiera perecido de hambre, si un rincon del mundo, un Rey Labrador, y que apreciaba, como es justo, las rejas mucho mas que las lanzas, no le hubiera llenado las alforjas de zoquetes y los graneros de trigo. Lo bueno es, y lo que mas hace á mi asunto, que Quinto Metello, Político refinado y gran sacatrapos de los acaecimientos futuros, dixo despues de arrasada Cartago, que no sabia si aquella victoria traeria mas mal, que bien al Pueblo Romano, y no por otra razon, sino porque la juventud entregada al ocio, y no pensando mas que en rizarse y hacerse chaira, emporcaria las conciencias y volveria al sueño de que parece habia tenido soponcios;
y quiere Celio Rhodiginio, que á esto aludan aquellas

Cita/Lema

palabras de Séneca: Infirmis animis hostem esse securitatem.
De que me da gana de inferir, que para curar nuestros achaques, debemos esperar ántes el remedio de nuestros enemigos, que de nuestros paniaguados. Yo bien conozco que esto parece Quaresma segun va de largo; pero aunque me emplumen, no dexaré de remachar el clavo con las memorias de Felipe Comines, Flamenco machucho, bien intencionado, y uno de aquellos Historiadores que han descubierto la verdadera causa de perderse los Reynos, y no poderse contar felices los viciosos afeminados y pulidos.

Nivel 3

Ejemplo

Describe pues á Borgoña fértil, abundante, llena de bienes, una caballería bien enjaezada, una juventud holgazana y frondosa, muchos víveres y vituallas, todo á la vela, que parecia que lo mismo habia de ser tocar la caxa y dar los clarines sus chillidos, que no dexar hombre á vida. Por el contrario, dibuxa á la Francia lánguida, seca, crivillada á girones, pobretona, sin equipages, ni mas antecedentes que continuos sartenazos y mucho hambre. ¿Quién creeria que no se la habian de sorber, y una vez que la insultaban, era poco parar hasta hacerla añicos? Pues no señor, nada ménos que eso. Estaba toda aquella pomposidad arraygada del luxo, de la bucólica, de la petimetrería, y de todas las demas zarandajas que se siguen de aquí, y esta fué la causa, dice el ingenuo Comines, para que alborotaran el cotarro, no hicieran cosa de provecho, se salieran con el rabo entre las piernas, y llevaran un solfeo que les acarreara su ruina.
Pero qué es cansarnos, si no hay Reyno, casa, ni cortijo, que no suceda lo propio. Si lo que se ha de gastar en los adelantamientos, se consume en tonterías, ¿qué fruto se puede esperar? Si yo empleara mil pesos en carretas, se me podian morir los bueyes y romper las ruedas; pero podia esperar que bien administrados, me dieran algun fruto. Lo mismo digo de la viña, del parral, ó de qualquiera otra cosa fructífera, como comercio lícito, compañía ó soledad. Si lo consumo en blondas, paletinas, escusalíes, batas y los demas reconcomios del dia, lo que sacaré en limpio, que si lo desmonto á puro ponerme de mil alfileres, me quedo como la noche buena si no hay turrones; lo gastado gastado y cuenta de nuevo. Y lo mejorcito del cuento es, que ya con mil de á caballo, fuera esto como los galones y tisúes, que sobre ser permanentes, quando ya han dado el suco y estan de remate, sudan algun tanto aunque se tiren al fuego. Pero queme Vm. las varatijas del dia, tan sutiles y quebradizas, que estan pendientes de un hilo, y verémos si el señor merlin y la tia blonda, mírame y no me toques, aunque se pongan en el alambique de la cicatería, son capaces de destilar ni para un pliego de papel, privilegio que nadie les ha disputado á los trapos viejos. Confieso que me ha enardecido; pero valga flema, y estémos, señor mio, en que yo quiero decir, que la felicidad ó infelicidad de los Reynos, de las Ciudades, de las casas, y aun de las chozas viene de consumirse los caudales en oropeles y niñadas: llámese luxo, dígase moda ó cesto de vendimiar. Si Vm. lo quiere creer, créalo, y si no váyalo á buscar, que á bien que los exemplitos chupan tabaco y de lo bueno. Tambien hay otras causas, que yo no soy porron para negarlo; pero éstas son las principales; y de los Reynos que yo no conozco, aquellos son mas pobretones que ménos lo parecen; y aunque esto tenga réplicas, tambien soluciones; y no hablemos mas en ello, que yo tengo precision de encaxar aquí unos coplones, que yo no sé cómo es su gracia; pero estan en verso, y van nada ménos que á satisfacer el antojo de un faraute preñado de deseo.

Nivel 3

Unido con el oro Del Persa el Espartano,
Se quedó sin fuerzas,
Al tiempo mismo que aumentaba brazos. Por rico fué mas pobre El célebre Alexandro;
Y si vistiera lana,
Fuera tosca la seda á su zapato. El resto de los hombres Venciéron los Romanos,
Y los despojos fuéron
Quien los supo vencer sin ser contrarios. Labráron su fortuna, Trayendo del arado
Quien trasplantara el xugo
De labor á labor, de campo á campo. Si César y Pompeyo No celebraran tanto
Sus triunfos y victorias,
Con mas razon serian celebrados. A ser los Españoles Del tiempo de Lain Calvo,
Tan bizarros no fueran;
Mas yo aseguro fueran mas bizarros.
Vm. estará creido, que con estos exemplotes y coplones he querido yo decir algo; pues no señor mio, estoy bien hecho cargo, que es lo mismo que pegar un emplasto á la pared, y que no sirve esta municion en el dia sino para atronar inocentes. Los dichos mas sublimes de los Filósofos, las sentencias de los Padres y Doctores, el perenne torrente de los mejores Oradores hoy se oye sin hacer mella, ni excitar un impulso que haga volver atras á los enzurronados con el mundo. Cada dia somos mas volos, mas pecadores, mas verdugos de nuestras vidas, y nos metemos á buscar nidos de Codalva. Echase ménos un ringorango en el estilo, una chuchería en las Comedias, tal qual arrapiezo en nuestros tratos y comercios; y siendo mas claro que el Sol de medio dia, que el luxo y demas arracadas, que desde el principio del mundo hasta el dia de hoy ha traido colgadas, es lo que nos tiene trastornados y convertidos en otros hombres, quieren quatro buenas almas, con advertirnos dos semidesbarros especulativos, sacarnos á puerto de claridad; siendo los primeros que descollan aun en lo que reprehenden, y los que ya naufragáron en el mar que tiene enterradas nuestras conveniencias. Por eso, aunque yo me violente, no puedo dexar de conocer que si no se mueven de la misma ruina que los tiene debaxo, ¿qué ha de hacer una pobre muger, que lee autorizada la moda de los que creen la burla de llamarlos Catones, porque viven en la Utica de sus antojos, vendiendo las apariencias como si fueran realidades?

Nivel 3

Retrato ajeno

Quevedo, que segun hoy lo tratan los ingenios mazorrales, ya no parece que se ha de llamar Don Francisco, suspiraba la enfermedad de sus dias en el contenido de este Soneto.

Nivel 4

Si el mundo amaneciera cuerdo un dia,
Pobres anochecieran los Plateros,
Que las guijas nos venden por luceros,
Y en migajas de luz gigote al dia. La vidriosa y breve hipocresía Del Oriente nos truecan á dineros;
Conócelos Licinio por Pedreros,
Pues el caudal los siente artillería. Si la verdad los cuenta, son muy pocos; Los cuerdos que en la Corte no se estragan,
Si ardiente el diamanton los hace cocos. Advierte cuerdo si á tu bolsa amagan, Que hay locos, que echan cantos; y otros
locos,
Que recogen los cantos, y los pagan.
¿Qué diria hoy, pues vemos que unas hojas débiles que caminan á qualquier viento, arrastran todo el poder sin mas subsistencia que la que tiene un débil hilo? Diria lo que quisiera, pero sacaria el mismo fruto que el que siembra en peña dura.

Nivel 3

Relato general

Yo estoy empeñado en sacar alguno de las entrañas de esa pobre señora, que engañada como muchas, no conoce la fortuna que le puede resultar de seguir las reglas que prescribe la razon y Ley de Dios. Pero por quanto los malos dexan de pecar por el temor de la pena, y los buenos por el amor de la virtud: quisiera que preguntara á infinitas miserables, que son en el dia cocos ó bues de las antesalas, con sus mantos crivillados y basquiñas recoletas. ¿quiénes fuéron? ¿qué empleo tuviéron sus maridos? ¿qué fausto gastaban? ¿si se peynáron en bucles ó sortigilla? ¿si tuviéron batas? ¿si rozáron primores, y si lleváron distinta carrera de la que hoy nos parece ancha y espaciosa? ¿qué es ver sus memoriales? ¿qué genealogías tan bellas y rozagantes? Estas infelices, que la vergüenza no les permite que sean exemplares enteramente públicos, ¿qué sonrojos no padecen? Por lo mismo que naciéron con honor, y no supiéron amoldar sus huesos á la labor, qualquier amago de desayre las sonrosea, el menor trabajo las cansa, y precisadas á uno y á otro, pasan una vida tan llena de amarguras, que sobre ser muchas veces castigo de sus excesos, es menester no ser racional para no excitarse á la compasion. ¿Quántas de estas infelices hace diez años, (que no es menester echarla mas larga) saliéron á los paseos en sus coches, á las visitas con los mismos perifollos que las demas, á las Comedias con igual escándalo, y á las tertulias con no ménos dispendios? ¿Pero quántas que las imitan en la prodigalidad, sin que pase tanto tiempo correran la misma derrota?
Señor Don Prudencio, si todo esto no basta, dígale Vm. de mi parte á su muger, despues de informarle muy por menor de lo que gasta al año, del sueldo que tiene, y de las deudas que con dificultad podrá pagar: Hija mia, yo soy mortal, es dable, puede ser, y demos por caso, que en este dia tiendo la garra y salgo de esta vida: ¿Qué te queda para pasar lo que restes en este mundo? ¿Piensas que la calle de las Postas en cerrando yo el ojo, ha de estar tan abierta y despejada como ahora? Que el Portal de Paños y la Mayor, que hoy sobre lo que les estafas, te hacen mil arrumacos y promesas, harán lo propio mañana? Pues no, Fenixâ, no. Está entendida que toda esa galantería nace del respeto que se tiene á mi empleo, y de la política que tienen estos hombres de caudal en tener gratos, aun á los que remotamente pueden destruirlos. Sírvate de exemplar, Doña ésta ó Doña aquella, que hace dos meses que la obsequiaban tanto ó mas que á tí, y hoy no le dexan estaca en pared. Mira sus espejos que gandaya corren. Aquel cortinage que pareciera excesivo para un Duque, hoy va al ínfimo precio, destinado para trasto de una ropería. Como la casa no era suya, y tanto el alquiler, se reduce á quarto de un doblon, que luego será medio, y quiera Dios que no la veas en una guardilla de limosna. Si con esto no se mueve, encaxarle una libra de colloquintida, un promontorio de sen, ó dos años de pretension, que de este modo purgará las obstrucciones de moda, que ni el Pensador ni San Pensador que hubiera, pueden aprobar sin agraviar á la vindicta pública, que llora pobre y sin consuelo; porque en cascabeles y juguetillos le roban su substancia, y desquarteran sus hijos insensiblemente. Si acaso le parecieren odiosos estos retratos, y quisiera ver delineadas perfecciones que seguir, y un verdadero modelo de lo que debe hacer, yo se le daré en quatro palabras y sin fatigarme mucho.

Nivel 3

Ejemplo

Allá, (en el Libro de la Sabiduría) nos pintan á la muger fuerte, y que no es pintar como querer, buscando lino y lana, y disponiéndolo por el consejo de sus manos. Se levantaba á media noche, daba avío á sus criados, y prevenia el sustento para sus esclavas. Plantó una viña de su propio trabajo. (Vaya por lo que ahora se despampana.) No se desdeñaba de aplicar sus deditos al uso, (pero de hilar) abria su mano al necesitado y extendia las palmas al pobre. En su casa no se temia la nieve; porque todos tenian vestidos dobles: (sin deberlos en casa del Mercader) y finalmente, su mejor adorno era la fortaleza y compostura interior; porque toda gracia es falaz, y toda hermosura vanidad, y solo la muger que teme á Dios es digna de alabanza. Esta muger, que abrió su boca á la sabiduría, y que la ley de la clemencia estaba en su lengua, me parece que no seria de las de moda, aunque tan dada al uso; y me parece mas, que no se podrá poner en execucion la discrecion y virtud de que quiere armar el Pensador á las damas, sin que la rueca, almohadilla, bastidor, aguja, palillos, y demas instrumentós propios del gobierno de una casa, formen los atavíos, con que dicen los Proverbios, que la muger fuerte se hizo tan fuerte muger.
Finalmente, porque yo me canso, y lo estará Vm., quiero acordarle su última obligacion, sin la qual todo va perdido. Convienen los mas Filósofos, segun dicen; porque yo no he visto los mas, que ha de haber una porcion suma del gobierno económico de una casa, al político de una Ciudad ó Reyno. De modo, que como el principio de toda poblacion sea un vecino, si se añade otro al que fué primero, se le añade un dominio extensivo, que no pasa á ser de otra especie, digámoslo así, sino de otra extension, aunque constituya un lugar. No dexo de conocer que muchos han sido singulares para gobernar una familia, y puestos á regir una Ciudad, dexáron de serlo. Esto ya cabe, pues la luz que es capaz de iluminar un aposento, puede no tener materia ni fondo para diez. Lo bueno es que tambien hay exemplares en contrario; pues ha habido quien gobernase asombrosamente una República, y fuese un desmanotado para su casa. Tales quieren que sean Arístides y César; pero esto no es de mi asunto, sino el hacer presente á Vm. que por razon natural y discurso prudente el que no sabe gobernar su casa, se debe concebir incapaz de gobernar las agenas, y que parece que la justicia faltará del peso y medida que debe ser la regla y pauta de su bien obrar, si pone los caudales públicos en manos de quien tira los propios. Al Pastor que no cuida de sus ovejas, ¿quién le entregará las suyas? Por eso, señor mio, si el empleo que Vm. tiene es en hacienda, ó indirectamente en manejo de caudales, no sé que haya superior tan necio que si sabe lo mal que Vm. administra los suyos, quiera que continue en exponer los que hasta de aquí le habia confiado;

Nivel 3

Ejemplo

porque tengo por peregrina la máxîma de Alexandro Severo, Emperador Romano, que no solo inquiria cómo los Senadores vivian y gobernaban la República, sino tambien cómo regian y gobernaban sus casas, infiriendo con loable proporcion: que hombre que no sabia mandar á su muger, proveer á su casa y gobernar á su familia, era gran locura encomendarle el gobierno de la República.
Pues, señor mio, no hay excusas: el usar de la blandura y del halago para cercenar á esa señora mia sus superfluidades, abusos y corruptelas, será muy bueno y muy loable, si alcanza para desarraygarla del mugre que tiene criado el exceso de este siglo, y si no alcanza, apelar á otro mas acre y corrosivo; porque si como me ha encaxado á mí la máxîmita, encaxa á quien yo sé, sin disputa se verán muchos como el gallo de Moron sin plumas y cacareando. Bien les estará, y á mí el que otra vez no me ponga Vm. en estos verengenales, que aunque uno no quiera, se pone en precision de que lo apoden una infinidad de locas, que hacen consistir toda la felicidad en ir guapas, tener cortejos, vida holgazana, libertina y chismosa, y en haber algun pobretillo que les acuerde no mas que la obligacion de Christianas: lo ménos de que le cargan es de andrajoso, desocupado, incivil y tunanton. Dexo aparte quatro calzonazos que bolos de remate, vuelven la medicina contra el Médico, y se quedan apestados de gorrumbinería, hasta que los embargan, ó Dios los llama á juicio. Esto no quita que Vm. me mande en otro qualquier asunto; pues deseo servirle de todas veras: como que nuestro Señor le guarde muchos años. Madrid 22. de Febrero de 1764. B. L. M. de Vm. su seguro servidor
Juan Christóval Romea
y Tapia.

Señor Don Prudencio Renovando.