La Pensadora Gaditana: Pensamiento XLVIII

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Pensamiento XLVIII

Se hallarà todos los Jueves en la Librerìa de D. Salvador Sanchez Ossorio, frente del Corrèo: Y de D. Manuél Ferrera, frente del Populo.

Cadiz~i, y Junio 2. de 1764.
Imprimasse. Dr. Cavallero.

Cadiz~i, y Junio 3. de 1764.
Doy Licencia para que se imprima. Villaformada.

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Carta.

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Lettera/Lettera al direttore

Muy Señora mia: Aunque sè, que Vm. no es capàz de dàr remedio â los infortunios de mi suerte, todavia quiero manifestarla la causa de mi enfermedad, siquiera por tener algun descanso, mientras me divierto emescrivirsela [sic]: pues yá sabe Vm. que los duelos comunicados, &c. Yo me véo anegado en medio de un mar de confusiones, y peligros, gasto inutilmente la vida, por llegar â la orilla del sosiego, y todos los esfuerzos que hace el desengaño para conseguirlo, se frustran por el porfiado tesón de los halagueños embates de una ignorancia: pues tiene tanta fuerza el mal Exemplo que aunque el entendimiento se aliente â lo mejor, por lo regulàr se dexa vencer de la costumbre, abrazando como bueno lo que en la realidad es defectuoso. Mis sentimientos, y sérias reflexiones no me permitirán la divierta con los chistes: pero como lògre dàr una instruccion, que pueda Vm. comunicàr â el Pùblico, tendrè mi trabajo por bien empleado.

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Autoritratto

Yo, Señora, soy uno de aquellos afortunados infelizes, que haviendo nacido entre la inocencia, y sensilléz; la ambicion, sobervia, y vanidad me apartaron de tan util compañia, y me conduxeron â vivir entre los engaños, los delittos, y las trayciones, atraydo del simulado bien de mis ascensos. Nací en una Aldea, Dueño de una buena porcion de Tierra, que â costa del pequeño trabajo de su cultìvo me rendìa generosa, no solo lo suficiente, sino tambien lo abundante para mi decencia, ciñendose toda la extension de mis cuydados, â poner unos inocentes, y racionales medios, y esperár de la Providencia, que nunca se cansa de beneficiarnos, el premio en copiosos frutos. En aquel felíz, y dichoso estado vivia tan ageno de la embidia, los sobresaltos, y los pesares, que no trocarìa mi suerte por la del mayor Monarcha: y hoy si pudiera volvèr â possessionarme de auqella felicidad, hiciera lo mismo. Mis Padres me dieron alguna educacion, y no me negaron la noticia de las Letras, que haviendo passado de la Latinidad, me pusieron en parage de que tal véz entretuviesse el tiempo en la util leccion de los Philosophos antiguos, y modernos: hallando en ellos â cada passo los mas racionales sentimientos, q [sic] authorizaban mi fortuna, elevandola muchas veces â la mayor dicha.

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Citazione/Motto

Leìa en Ciceron~i, que dice discretamente: Que no conocìa otra vida mas bienaventurada en la tierra, que la de aquellos que se entregan à la cultura de los Campos: porque este noble exercicio es la salud, y beneficio comùn: y tambien es el fomento de todas las delicias inocentes, y la cornucopia de la Abundancia, no solo para los Hombres, sino tambien para el Culto, y aumento de la Religion.
Me miraba tan bien hallado, que solo era estimùlo â mis placeres el sencillo trato de mis Patricios, y las inocentes utilidades de mis Cosechas. ¡O como en aquella vida era dueño de mis acciones, de mis deseos, y aùn del mismo tiempo: pues aunque parece que passa en la Campaña, como en la Ciudad; se halla esta diferencia: que allá camína lentamente, y con passos graves, modestos, y medidos, efectos todos de su ancianidad venerable: pero aquì vuela rapidamente, y olvidando la natural pesadèz de sus años, se precipita cruél, se huye ingrato, y nos engaña atrevido, todo causado por los deseos proporcionados, las pretensiones injustas, y los descuydos culpables. Abandonè ingrato tanta dicha, atraydo de los interesses, que ofrece el Comercio, y vine â esta Ciudad, como centro de èl, para dàr principio â la conquista de mis comodidades, discurriendo hallarlas en la possession del Oro; pero me há salido tan mala la quenta, que aunque la que llaman Fortuna me hà franqueado algunos miles, que poner en el Ha de habér de mi cargo, nunca hè podido valanceàr la summa, porque haviendo arriesgado por tan vil interès el descanso, la quietud, y el gusto; no llegan las ganancias â resarcir tan grandes pèrdidas: pero què mucho, si nunca tube presente

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Citazione/Motto

la admirable respuesta del Philosopho Antisthenes~i, que preguntado, como un Hombre desengañado se havia de acercar â la Ciudad, dixo: Ut ad ignem, neque nimis prope, ne uraris: neque longius, ne frigeas. De la Ciudad el calòr tal véz se há de procurár,
sin acercarse á su ardór,
porque se verá abrasar,
quien no tema su rigòr.
Las brillantezes, las fingidas abundancias, y las falsas delicias, que â la primera vista se presentan en tantos como disimulan por essas Calles los mayores sentimientos, son el cebo con que se engaña la ambicion de aquellos, que olvidan inconsiderados los placeres de la vida Aldeana. Un entendimiento de poca experiencia, luego que mira â un Ciudadano assistido de Criados, arrastrando Galas, desperdiciando el Oro, y procurando sus gustos sin intermission; y por otro lado vè venir â un Aldeano con trage honesto, â lo mas con un Criado, que tal vèz hace el oficio de Compañero, negado â los dispendios, y prompto â cumplir con sus obligaciones, y que mira como conservacion de su sosiego la continua decente aplicacion de sus tarèas: éste sin duda se inclinará á aquella hermosa apariencia, y huirà asustado de esta penosa escaséz: pero â la verdad ignorante se engaña, se pierde, y se aleja de los [sic] mas util, agradable, y honesto. Esto mismo engaña à todos, y tambien, por mi desgracia, soy comprehendido en esta infelicidad, la que conozco como tal, despues que la experiencia me ha enseñado, que todos aquellos criados, que rodean â un Rico, son otras tantas obligaciones, que afligen su corazon, para buscàr el modo de mantenér por obstentacion â aquellos enemigos domesticos. Las galas, y delicadezas, que lo hacen passar plaza de Adonis, las mas veces encubren, y disimulan un cuerpo enfermo, lleno de mil achaques, hijos todos del desarreglo de sus passiones: pero siempre sirven de mascara â un corazon oprimido del peso de las fatigas, cuydados, y desvelos. Los gastos, con que procura parecér un Midas, son por lo regular èfimeros lucimientos, que solo hacen el ultimo obsequio â su yá defunta riqueza, para enterrarla con honras enteras, pues aunque disimulada con aparentes resplandores, ha mucho tiempo que muriò desgraciada mente â los desapiadados golpes de los descuydos. Las diversiones, y conmodidades que disfruta, y que muchas veces son el objeto de la embidia de los ignorantes, no tienen mas que exterioridades, que aparentando un ànimo sossegado, y alegre, encubren un caos de contrarias idèas, que sin orden mezcladas en la region de sus fantasía, y agitadas por sus mismos desordenes, solo le franquean tormentos que le opriman. ¡O còmo havrá muchos, que procurando engañarse â sí mismos con entregarse â los placeres, de que no se hallan capaces por el peso de sus cuydados, y temores, solo consiguen aumentar el número de sus penas!

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Eteroritratto

Pero vease â uno de estos tenidos por infelices, que bien hallado con su suerte, vive apartado de la confussion de las Cortes, y Ciudad es [sic], como todas sus riquezas son verdaderas, sus adornos sencillos, pero suficientes, sus diversiones durables, inocentes, y sossegadas, sin que le quede â el corazon el menor remordimiento de su práctica. Apenas el Sol esparce sus luces sobre el Horizonte, quando abandonando el lecho, dueño de si mismo, y llevando en en [sic] su compañia todos sus cuydados, sale á gozàr del saludable ambiente de la Aurora, hallando por recreo de su vista el mas hermoso espectaculo, que puede ofrecer la Naturaleza: todo lo disfruta con absoluto domino: los Campos se visten de hermosas flores para servirle, y de copiosos frutos, que ofrecerle: los Rios, entre la dulzuras de sus aguas le tributan mil generos de pescados para su regalo: los Montes caza: las Aves musica, y hasta el Cielo en la campaña se obstenta mas apacible: de modo, que toda la Naturaleza empleada gustosa en obsequiarle, y servirle, nada le niega de quanto pende de su arbitrio: pidiendo solo en cambio un continuado trabajo, que en comparacion de lo que disfruta, y goza es nada, y aùn en este mismo trabajo encuentra la fortaleza de sus miembros, la avilitacion de sus fuerzas, y la robusta sanidad del cuerpo, maravilloso bien, que excede sin comparacion â todos quantos puede ofrecer el lujo, los deleytes, y las abundancias de la Ciudad.

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Citazione/Motto

Confirma lo que llevo dicho Ciceron~i, quando alabando la Agricultura, dixo: Nihil est agricultura melius, nihil dulcius, nihil homine libero dignius. Para el que desengañado vivir contento procura,
nada hay mas proporcionado,
mas dulce, y mas arreglado,
que exercér la Agricultura.
Yo discurro, que pocos havrà de de [sic] contrario dictamen, y me parece, que V.m. Señora Pensadora, será del mismo: pero por si acaso, como Ciudadana, duda inclinarse â mi opinion. La suplico me permita traerla una prueba, que no me podrà negar: pues aunque en toda su obra no se ha valido de tan elevadas Authoridades, como yo no tengo mas motivo, que apoyár mi razòn, aunque sin dignidad suficiente, me acogerè â sagrado, y me llamarè Iglesia. Todos sabèmos, que haviendo Dios criado à Adàn tan en gracia suya, que desde luego fué el objeto de sus delicias, le colocò en un Parayso, Jardin ameno, Campo feràz, y abundante, para que fuesse dueño de quantos bienes se pueden presentar â la idèa mas delicada. Reparo, que con tanto cariño no le fundó Ciudades, fabricò Palacios, ni erigiò Theatros para su diversion, y alegria: y ciertamente que el Todo Poderoso queriendo colmarle de beneficios, â haver sido estas cosas las mas gratas, y deliciosas, sin duda que se las huviera franqueado; pero no fué assi: Adán en el estado de su inocencia, y quando se miraba digno de los favores del Cielo, fué puesto en el Campo, para que gozasse de las mayores comodidades, sugeto solo â un precepto, y por gusto obligado à cultivar por sus manos la tierra, que voluntaria se ofrecia â franqarle todos los ricos thesoros de su centro. No extrañe V.m. la proposicion, que no es mia: Adàn no havia de cultivar la tierra como por trabajo, sino por diversion, y como Philosopho (y fuè el primero, y el mejor) para hallar otra nueva especie de gusto en sus continuas producciones: con que tenemos, Señora mia, â Adán en su mas felíz estado, siendo Señor absoluto del Orbe, hecho Jardinero, Hortelano, y Labrador, sin que estas taréas le sirviessen de molestia alguna. Por su inobediencia nos arrastrò â todos â comer el Pan de dolòr, siendo como principal causa del delito arrojado del Parayso, y expuesto â las miserias, desgracias, y combates de todas las pasiones, y trabajos: â todos nos es impossible vivir en tan sublime felicidad; porque despues de aquella culpa se llega â los Sagrados Palacios de la Gracia por el camino de las penas, mortificaciones, y desvelos. ¿Pero digame V.m. aquel genero de vida, que mas procure acercarse â tanta dulzura, y sosiego, no serà el mejor de quantos los Hombres elijan? Es menester no tener entendimiento, para negarlo. ¿Con que se sigue, que la vida Campestre, la de los Labradores, y aún la del más misero jornalero de la Aldea, serà la mas digna, y la q [sic] sea mas propria con nuestra Naturaleza, y con la quietud virtuosa del ànimo? Assi me parece: porque la de los Monarchas con tãtos cuydados, la de los Principes, Grandes, y Poderosos rodeados de tantos sustos, y sin-sabores se opone diametralmente â la felicidad permanente de la Campaña, y cede en muchas partes â sus naturales privilegios. Los Ciudadanos, aquellos q [sic] viven entre las abundancias peligrosas, y los fingidos honores, son los que continuamente conceden â el Campo las essempciones de mejor en el ansia con que apetecen para su descanso, gozàr de su santa libertad, para respirar otro ayre mas sano, abandonando los negocios interessados, q[ue] insensiblemente vàn acabando con la salud mas robusta; pero se vén pocos Hombres del Campo, que por diversiõ, y para abstenerse de las propias fatigas de su estado, vengan â la Ciudad â divertirse en sus confusiones, y contrariedades; antes por el contrario se conoce la violencia con que viven entre nosotros, anelando siempre por los dulces embelesos, y amable descanso de su discreta vida. Pero deben consolarse los Ciudadanos, con que tienen â su favor la estimacion comun, y el ser venerados como mas nobles, y entendidos, porque â los Labradores se les mira con desprecio, y como la escoria, y ezes de la Republica. Esto se oyrá en aquellos que tienẽ un entendimiento, que apostará à durezas con un marmol: yà nos alegraramos conseguir aún en esta parte el triumpho; pero es dificultoso. Todos los mayores Prophetas fueron Hombres, que sus cuydados los tenian en el Campo: muchos Reyes tambien han sido Labradores, y desde el arado, el cayado, y la honda subieron â el Throno, sin que fuesse obstaculo â su grandeza, aquellos, â el parecer, humildes principios. Entre los Romanos, mientras las manos, que empuñaron los bastones, y mandaron los Excercitos, se exercitaron primero en el arado, y en la azada, y soltaban estos para mandar aquellos, se vieron victoriosos, y era poco objeto â sus armas el dominio de todo el Orbe.

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Esempio

Quinto Cincinato~i entre otros es el mas proprio exemplo de mi discurso: todo su caudal se reducia á quatro arados con que cultivaba sus tierras, pues aunque primero havia tenido siete, los tres havia dado para satisfacer la deuda de un Amigo: à este mismo de parecer, y consentimiento de todo el Senado, y el Pueblo de Roma, fuè nombrado supremo Dictador de la Republica: los Embajadores que le llevaron la noticia le hallaron arando su hacienda: oyó la nueva, limpiose el sudor, vistiose la Toga, y fuè á la Ciudad: venciò las Guerras estrangeras, y las domesticas, y despues aquel venerable Padre de la Patria, sin ajar su nobleza, ni authoridad, á los seis meses soltò las riendas del mando, y pasó gustoso à governar los Bueyes, y abrir la tierra con el arado.
¿Què familia de las mas nobles, y distinguidas, si quiere hacer las pruebas de su limpieza, no acudirà â las Aldeas, y Lugares de la Campaña, y entre aquellos pobres Labradores hallarà los explendores de su Sangre, sin los feos borrones con que suelen mancharse en las Ciudades? ¿Havrà quien se atreva â negar esto? ¿Pues digan ahora que la vida agreste no es honrada, inocente, saludable, y la mas natural â los Hombres todos? Conociendo esto mismo, suspiraba

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Citazione/Motto

Horacio~i entre los cuydados de la Ciudad, anelando por el sosiego de la Campaña, diciendo: O rus! Quando ego te aspiciam? quandoque licebit
Ducere solicitæ jucunda oblivia vitæ? O hermosa soledad, donde el cuydado se entregarà â el descanso apetecido:
¿Quando disfrutaré tu 1indo agrado,
y me veré, de tì favorecido? ¿Quando alegre, contento, y despejado darè tantos enfados â el olvido,
consiguiendo dichofo en tu acogida,
tenèr mas racional, y mejor vida ?
¿Pero havrá quien desee, ni embidie las felicidades de un Ciudadano, si le mira con los ojos de la razòn, y desengaño? El mas felíz afortunado puesto â la frẽte de sus negocios, lleno de sobresaltos, oprimido de varias imaginaciones, y desvelado por añadir pabulo â la insaciable llama de su Avaricia, en las estimaciones que disfruta, en los buenos sucessos que logra, y en la grandeza de que se vé posseedòr, halla otros tantos motivos que le desvelan, le afligen, y mortifican. Se vè sujeto â las trayciones, expuesto â los engaños de tantos viles intentos como procuran usurparle su hacienda. Entre la suavidad, y delicadeza de las Olandas, y lecho dorado no puede conciliar el sueño: allì de tropèl le assaltan los cuydados crueles, le asustan las tormentas que teme, las Guerras que rezela, la escaséz, y la abundancia le inquietan, nada le lisonjea, y siempre en un continuo desasossiego, la cama, que â el mas infelìz Labrador es el lugar del descanso, y sossiego, donde dán punto las diarias molestias de sus fatigas, es para este infelìz duro campo de batalla, donde padece afligido los fieros assaltos de los enemigos de su descanso, y quietud. Estos son no más que los cuydados indispensables, que se vèn unidos â la vida mas racional, y bien governada: pero si inadvertido abre puertas en su corazon, para q [sic] entren las passiones desordenadas, las perfidias, la ira, la ambicion, y sobervia. ¡O como este infelíz, sin comparacion con ninguno, esclavo de sus mismos siervos, que son los apetitos que le sujetan, aun en medio de sus fingidos placeres vive inquieto, sobresaltado, y sin gusto!

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Esempio

Quién pudo disfrutàr mas las felicidades de una Corte, q [sic] Diocleciano Emperador de Roma? Pues este mismo, coronado del Laurèl, vestido de la Purpura, y siendo el objeto de la veneracion del Mundo, no hallando en estas cosas aquella dulce alegria, que llena de verdadero gozo el corazon humano, se negò â todo, y abandonando el Imperio se retirò â la Campaña, para gozár las delicias de que se miraba privado en sus Palacios.

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Esempio

Nuestro invicto, y nunca bastantemente alabado Carlos V.~i rodeado de Victorias, ceñido de triumphos, y siendo Emperador de los Mundos, antepuso en los ultimos años de su gloriosa carrera, yá desengañado, la vida rustica, y agreste á el explendòr del Trono, sin que en el tiempo que le quedò de vida, se le oyesse otra cosa que alabar tan discreta determinacion, y quexarse no haverla executado con mas tiempo.
¡O inocencia, y sencillèz de la vida pacifica de el Campo, y como sabes vencer las preocupaciones en estos felices desengañados!
La memoria de estos bienes que hè perdido, y la experiencia de los males que padezco me tiene continuamente en el mayor tormento: nada me consuela; todo me aflige, y suspirando por aquella felicidad, temo que se ha de acabár mi vida à el duro peso de mis cuydados, antes que pueda volvèr à gozar libremente de mi libertad amable. ¿De què me serviràn las Galas, las Estimaciones, y las Riquezas si el corazon desnudo de alegrìa, gime captivo en tan dura servidumbre? Pues no son menos crueles las prissiones, porque sean labradas del arriesgado metal de Oro; pues donde falta la libertad unica alhaja de un racional entendido, todo es tristeza, y sentimiento. Estas reflexiones son las que ofrezco â su noticia, para que si le parece, las comunique â el Público, que aunque no encierran nada nuevo, por fin hacen renacer una idèa, que fué formada por todos los mayores Hombres del Mundo: y â el mismo tiempo vindíca la estimacion, que por tanto derecho se debe â la vida del Campo: y si logro con ellas, que de tantos infelices como pueblan esta Ciudad, uno solo se desengañe, y se retire à vivir en possession pacifica de las mas inocentes alegrias, tendré mis trabajos por utiles: pues aunque es grande desgracia el nacer para servir de escarmiento ageno; no obstante, yá que inconsiderado me hè dexado captivar de tantas ficciones, he de pretender con todo empeño, hacer vèr â el Mundo lo errado que camina por las sendas de la ambicion, sobervia, y fausto, que son los polos en que fundan su gloria los preocupados, y voluntariamente sugetos â tantos pesares: de estos la liberte el Todo Poderoso, y guarde muchos años.

Citazione/Motto

Rura quoque oblectant animos, studium que colendi.
Quaelibet huic curæ cédere cura potest.

Ovid. lib. I. de rem. amor.

Octavas. La dulce soledad de la Campaña, el pacifico, quieto, y fiel cuydado
del cultivo, que tarde, ô nunca engaña
es amable embeleso del agrado: Alli la voluntad jamàs se extraña, todo es deleyte honesto, y sosegado,
el ànimo se esparze sin sozobra,
lo preciso no falta, el tiempo sobra. Serà ignorancia necia, y declarada, anteponer los riesgos Ciudadanos
â aquella vida dulce, y descansada,
que tiene la riqueza entre sus manos: La fatiga mas dura, y mas pesada es remedio à los males mas tyranos;
ceda toda passion â tanta gloria,
que el vencerse prudente, es gran Victoria.
Servidor de V.M.
Su afecto.